015| Pie de Manzana

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Maratón 2/2

Olivia

-Jean- llamó Olivia a la mujer que se encontraba sentada frente al viejo escritorio en su oficina- te mostraremos la coreografía.

La mujer sonrió y se levantó de la silla. Siguió a Olivia por la escuela hasta el salón de baile en el que un grupo de 15 niños la esperaban con emoción.

-¿Listos chicos?- preguntó Olivia a los niños emocionados.

Todos asintieron con emoción ubicándose en sus lugares. Una música moderna y sin letra comenzó a sonar. Los niños comenzaron la coreografía de Jazz que Olivia acaba de enseñarles.

Cuando la canción terminó Olivia y Jean, su jefa, gritaron de emoción y comenzaron a aplaudir sin control.

-Estuvo fantástico, chicos- dijo Jean con una gran sonrisa.

-Muy bien a todos y a todas- dijo Olivia extendiendo los brazos hacia los niños.

Todos corrieron hacia ella y se dieron un gran abrazo grupal. Olivia adoraba a aquellos niños y al parecer ellos también a ella.

-Es todo por hoy- anunció Olivia cuando el abrazo se había disuelto- No olviden practicar para la próxima clase, haremos audiciones para los solos.

Todos ahogaron una exclamación emocionados. En ese momento Olivia entendió por qué su abuela había dedicado su vida entera a enseñar danza a niñas y niños. Enseñar la llenaba de una manera especial, lo adoraba.

-Ven conmigo, Olivia- pidió Jean cuando todos los niños comenzaron a salir del pequeño salón.

Olivia la siguió hasta su oficina, notó inmediatamente que algo iba mal. A Jean no le gustaba hablar en su oficina. La mujer de unos cuarenta años se sentó frente al escritorio e invitó a Olivia a hacer lo mismo del otro lado.

-¿Pudiste hablar con tu amigo?- preguntó Jean con total seriedad.

Olivia hizo una mueca. Jean se refería a Evan, su amigo bailarín.

-Se lesionó- dijo Olivia en respuesta.

-¡¿Cómo?!- preguntó su jefa.

Olivia contó toda la historia de cómo su amigo Evan se había lesionado, no omitió ningún detalle, ni siquiera al odioso bailarín rubio que fue el culpable de todo.

-Es una lástima- dijo la mujer haciendo un puchero- tenía fe en conseguir a otro bailarín experto.

-Sé que necesitas más maestros, pero puedo doblar mis turnos si eso sirve de algo- dijo Olivia con ánimo de ayudar.

La escuela en la que Olivia trabajaba era pequeña. Jean, su jefa, la había fundado 10 años antes con el ánimo de enseñar ballet y otros tipos de danza a niños de bajos recursos. Se encontraba en una parte de la ciudad no muy linda y la mensualidad era casi nula, por lo que el sueldo de los maestros tampoco era muy alto.

Pero Olivia estaba feliz enseñando a niños a bailar. Tal y como su abuela lo había hecho toda su vida.

La escuela iba cayendo en picada, los maestros se iban y menos niños acudían. Jean lo intentaba todo para sacar a flote la escuela cada mes, pero últimamente estaba siendo casi imposible.

-No es necesario, Olivia- dijo la mujer- Ya tienes muchos turnos.

-Podría tener más- dijo Olivia animosamente.

Jean negó con la cabeza.

-Me temo que si esto no mejora para el final del verano, tendremos que cerrar- dijo Jean.

Té para tres 2: Té sin azúcarWhere stories live. Discover now