-50- Existe el perdón

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Han pasado varias semanas desde que decidí empezar mi vida desde cero junto a mi hijo, y también estoy aprendiendo a luchar sola y ser independiente, aunque a decir verdad en ocasiones siento que hay algo que me falta.
Soy mujer, y también pido que me quieran, sentirme querida y arropada por un hombre, pero eso al parecer va para rato.

Respiro hondo, antes de abrir la puerta de mi negocio.
Sí, al fin he podido cumplir con mi sueño de tener mi propio negocio y desde hace unos días que lo inauguré, hasta el momento tengo clientela y he contratado dos chicas que me ayudan mucho.
Al menos, estar en mi negocio me permite tener mi mente ocupada aunque por dentro la preocupación de mi hijo me arrastra a la desolación.
Esta misma mañana, he hablado con el doctor, según las últimas pruebas sigue estable, el tratamiento le hace efecto pero no hay nada seguro todavía.
Incluso sus defensas puede caer y empeorar.
Trago saliva con fuerza mientras miro a mi hijo.
Soy madre, es lo que pienso cuando voy caminando hacia la oficina de Thiago para hablar con él y hacer algo con lo que pueda arrepentir después. Aún así, es la única solución que encuentro para darle una mejor vida a mi hijo.

Llego a la oficina y no veo a Thiago con la que me topo es con Grace. Ella muy sonriente me saluda, incluso me invita a un café.
Acepto encantada y de paso le cuento lo que quiero hacer.
Al mencionarle que quiero tener un hijo de Thiago, su respuesta es tajante.
No acepta que me meta en la cama de su ahora su prometido.
Le ruego que por mi hijo, suplico como necesidad por Leandro.
Ni con esas logro ablandar su ego.
Me resigno y digo que no volveré a intentar nada, solo espero que siga pagando el tratamiento Thiago de nuestro hijo.
Al levantarme, me topo con Manuela.
Ella me dice que hablemos a solas.
Muchas ganas no tengo de hablar con ella, tampoco pierdo nada si la escucho.

— Tú dirás Manuela. — Hablo abatida.

— Masiel he escuchado todo lo que le has dicho a Grace, y aunque no es santo de mi devoción, le he hecho  una promesa a mi hijo de no meterme en su vida.

— Haces bien Manuela, eso es lo que deberías haber hecho hace mucho tiempo.

— Lo sé. Ahora quiero ayudarte Masiel.

— ¿Cómo? Cómo no drogues a Thiago para que me deje preña como las yeguas, no sé qué lo vamos a hacer.

— Sonará una locura, pero llevo dándole vueltas mucho tiempo, he hablado con el doctor y podemos hacer que te quedes embarazada a través de la subrogación.

— Por Fertilidad invitro. ¿Pero crees que Thiago va acceder? Mejor dicho, la prometida.

— Exactamente no son los espermas de Thiago, si no de su padre. Recuerdas que te comenté que te quedaras embarazada, ahora es el momento y nadie, absolutamente nadie debe saberlo, y tú estarás salvando la vida a mi nieto.

— ¿Qué dices mujer? ¿Te se ha ido la cobertura? ¡Qué estamos hablando de un muerto! Hasta escalofríos me dan. Quita, quita...¡Lagarto, lagarto! Toco madera.

— Piénsalo Masiel. Mi marido y tu hijo tienen el mismo grupo sanguíneo, además estamos hablando de los genes de su abuelo. — Miro a Manuela como si estuviera recitando el Génesis.
Siento miedo y al mismo tiempo me intriga la idea de ir con los doctores haber que opinan.

Y a quien le cuento esto, me va decir que me falta dos tornillos, pero más cosas raras se han visto.
Paso a la consulta del doctor junto con Manuela. 
Hablo con él, a su vez Manuela le muestra más papeles que hojas tiene un diccionario.
El doctor muy serio lee todo con atención hasta que para mí sorpresa dice que sí se puede probar y así Leandro  posiblemente su calidad de vida será más efectiva.
Alucino pepinillos con esto.
Tal vez estoy medio loca, pero que madre en mi lugar no haría cualquier estupidez, o locura por un hijo al que ama con toda su alma.

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora