-4- Primer día

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Piii,piii...

La alarma suena, la apago inmediatamente y de un salto me voy hacia el baño para volver a transformarme en Pijawoman.
Me tiro una hora en el baño arreglándome para ser como Raquel, madre mía, ¿Cómo hará esto todos los días mi hermana?
En fin, miro mi reloj y veo que me queda media hora para ir al trabajo.
Ya lista, eso creo, me voy hacia el garaje para subir en el auto de mi hermana e ir directa al trabajo.
Mientras voy conduciendo no puedo dejar de pensar en mí primer día y como será imaginándome incluso como serán sus compañeros, su oficina... Y sobre todo, si podré superar esta prueba.

Al llegar al edificio de treinta plantas paso la tarjeta que me dió mi hermana caminando directa hacia el ascensor.
Suelto el aire acumulado en mis pulmones cerrando mis ojos un instante, al parecer de momento va saliendo todo bien hasta que escucho una voz chillona detrás mía llamarme.

— Reichel, un momento por fi yo también quiero subir. — Miro a la mujer bajita y delgada con pelo rizado  vestida de lo que ve de los demás dándome dos besos al aire.

— Disculpa Celeste, voy un pelín pendiente de mi teléfono. — Agradezco a las memorias de mi hermana por haberme hecho una descripción de sus compañeros si no en estos momentos no estaría subida en el ascensor con Celeste hablando como si estuviera masticando chicle.

Salimos del ascensor y me encuentro de frente a Juan Luis, un pivon de cuarenta años con canas ambos lados y más bronceado que una sardina asada.

— ¡Bonjour! mi adorable Reichel, estás hoy como Cleopatra de bella. — Este es más lameculos que mi amigo Chechu que para comprar una moto tuvo que hacerle la vacina a su padre por meses y al final no se la compró por no llegar con los pies al suelo.

— ¡Bonjour! mi queridísimo Juan Luis — La "s" la pronunció muy larga. Vamos que debo de estar al menos veinte minutos pronunciando la dichosa "s" para ser igualita a la pija de mi hermana y la madre que los parió, qué dúo.

— ¿Sabéis el último chisme? La convivencia entre Vanesa y Cristal ha sido un desastre. Veis como les decía que no iban a durar ni tres meses... — Pestañeo rápidamente quedándome un poco asombrada por el cotilleo que tienen este par de dos antes de las ocho de la mañana.
¡Qué será cuando llegue las dos de la tarde!

En fin, me quedo parada bebiendo de mi té que no sé ni de que sabor será por lo malo que está.
Con disimulo tiro el té, cuando se han ido Mortadelo y Filemón me marcho a mi oficina, mejor dicho a usurpar a la pija de mi hermana, solo me queda rezar para no ser descubierta.

Al abrir la puerta de la oficina de la pija, silvo alucinando por lo grande que es, con una mesa en mitad de cristal, sillas blancas y adornada con alguna planta y fotos de modelos.
Su escritorio es como la barra del bar donde yo trabajaba, salvo que aquí debo estar sentada trabajando con dos ordenadores y una pila de papeles más alta que la catedral de Burgos.
Comienzo encendiendo el ordenador para ver la agenda de mi hermana, según ella me ha puesto todo lo que debo hacer estos días.
Empiezo a leer con detenimiento mis obligaciones, cuando recibo un correo electrónico de un tal Ankara.
Abro el correo y leo lo que será mi trabajo para hoy.
Me quedo mirando la pantalla pensando si golpearla o no.
Esto que es un empleo o como hacer que una persona no llegue a los cuarenta años.

Empiezo revisando algunos folios, seguido le mando lo que son las ideas de mi hermana al tal Ankara para recibir otro correo diciéndome de no estar conforme con la idea.
Vuelvo a repetir lo mismo añadiendo otra idea para enviarlo y que me responda no estar conforme.

Vale, relájate Masiel, relájate que como se me hinche la vena del lado izquierdo de mi cerebro me cargo a cualquiera porque me conozco y como  me salga el diablillo no hay quien me controle.
Empiezo a revisar el documento, lo leo palabra por palabra, miro la pantalla del ordenador para entender de qué va todo este rollo del nuevo maquillaje.
Pienso en la manera de hacer un cartel publicitario para lanzar los cosméticos.
Me rebano los sesos pensando hasta que al fin se me ocurre una idea.
Se la mando por correo al tal Ankara.
Le doy a enviar y nada, que el tarado este no responde, pienso que debo seguir con mi trabajo.

Nada Es Aquello Que EsperamosWhere stories live. Discover now