-5- Conmigo, ¡no te metas!

150 18 1
                                    

Uy, uy...que aquí el men está que hecha chispas por no decir sapos y culebras por la boca.

— ¿Se puede saber qué diablos hace de rodillas en el suelo con todos los papeles esparcidos en el suelo? — Chica lo que gruñe este hombre.

— ¿Acaso está ciego? Se ha caído y los estoy recogiendo y con la falda no puedo agacharme bien.

— Yo más bien diría que debe de ponerse en forma, no culpe a la ropa. Antes estaba más delgada. Qué, ¿Ya ha dejado de cuidarse? Sabe que la imagen en esta empresa es fundamental. — Me pongo de pie limpiando con mi lengua los dientes, y con toda la bordería que me concedió el señor al nacer le respondo:

— ¿Me has llamado gorda? Por qué si es así, te digo que estoy muy feliz con mi cuerpo serrano, de estas curvas y de mi pechonalidad. — Le digo directamente mirándole subiéndose mis pechos hacia arriba.
— ¿Qué? ¿Algún problema con mi figura? Porque si es así, juro que el nudo de la cobarta te va dejar sin oxígeno. — Parezco una macarra tocándole la cobarta, pero nadie, a nadie le permito que se metan con mi aspecto porque yo, si yo, estoy feliz de no hacer nada para bajar kilos.

— Solo era una recomendación Raquel no es necesario que te pongas así. — Creo que le he dado hasta miedo por la forma tan rápida de separarse de mí.

— Aquí tiene el proyecto, he aportado nuevas ideas, espero que le guste, y como son las seis y veinte, debo de irme a casa mañana hablamos.
Que tenga buena noche.

Recojo mis cosas ante la atenta mirada clara de mi jefe, ya no es Chayanne, el verdadero es más amable, este no tiene nada de amable, está amargado.
Salgo de la oficina sin decir nada pero victoriosa por haber puesto en su lugar a ese tipo dejándole claro que conmigo nadie se mete.
Y si despide a mi hermana, lo siento, se ha metido con mi cuerpo y he tenido que defenderme.

Más relajada conduzco hacia mi casa, necesito recoger unas cosas y por supuesto ver a mi futuro marido. Mi Neil.
¡Ay! Suspiro enamorada por poder pasar una noche de amor con él y yo en la arena de la playa mientras las olas nos mojan los pies y yo grito desesperada por el placer que me hace sentir en mis lugares favoritos  que ni de mi apellido me voy acordar.
¡Mierda! ya estoy tarareando la canción de Fonsi.

Llego al barrio, aparco el auto en el garaje o mañana me lo encuentro sin la rueda de repuesto.
Al salir del garaje me encuentro esperándome de frente a Petra Belmon para sacarme información.
¿Será que alguien de la CIA le haya contratado? No qué va, es que es así por naturaleza y yo como que no tengo la cabeza para escucharla por lo que hago oídos sordos a sus comentarios para dirigirme hacia mi pequeño castillo donde antes de entrar me encuentro saliendo del suyo a Neil.

¡¡!Madreee!!!, pero míralo qué guapo va con la ropa de deporte esa mirada que me lanza como si quisiera devorarme una y otra vez y yo lo dejo porque amo a este hombre.

— Hola Raquel, ¿Cómo estás, vienes a visitar a tu hermana? Lo digo por que no la he visto en todo el día.

Flipo, este hombre está miope o qué le pasa. Soy Masiel estúpido, pero bueno para qué gastar saliva en decirle la verdad pudiendo mantenerlo en su error.

— Gracias por avisarme, la esperaré hasta que regrese. — Neil me lanza una sonrisa que hace de que quiera lanzarme a su pescuezo para devorarlo entero.
A mi pesar debo de contenerme y actuar como si fuera la pija de Raquel.

Me despido de mi marido en un futuro muy lejano mirándole por la mirilla de la puerta como se marcha con esos andares de gato felino que tanto me gusta de él.

En fin, por ilusionarse no se cobra y por fantasear solo le hago daño a mis propias neuronas y mi vagina que pide a gritos poder conocer una buena chistorra para que me toque con delicadeza prendiendo en mí un fuego que arda de pasión en los brazos de mi amor platónico.
En ocasiones me pregunto porqué he salido tan basta con unos modales de albañil y no como la pija, tan refinada y elegante con tanta astucia para manejar a un tío como una marioneta.
Ella sí que sabe sobre hombres mientras que yo sé lo poco que veo por la tele y leo en las libros de romace erótico.
Pienso que con deprimirme no voy a sacar nada en claro, por lo que me quito el traje de pija ejecutiva y me visto como yo, los jeans, una camiseta y por supuesto me pongo mis deportivas y salgo a la calle en busca de la tropa.
Nada más salir vestida como yo misma, siento que Masiel ha llegado de nuevo, puedo respirar aire puro y ser yo misma.

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora