-37- De vuelta en casa

104 12 3
                                    

De vuelta en casa.
Con ese pensamiento me subo en el avión acompañada de mi vecino, el cual ha estado con el pico cerrado todo el rato que llevamos sentados en el aeropuerto esperando nuestro vuelo.
Como soy así de no verme callá ni debajo del agua y conociendo a Neil estoy más que segura de la posibilidad de poder estar rondando muchas cosas por su mente.

— ¡Che! ¿Qué te pasa vecino? Hablas poco.

— Estoy bien. — Responde tajantemente.

— No, si no te pregunto por la salud, es que quiero saber porque estás tan serio.

— No es nada. Simplemente estaba dándole vueltas al asunto de tu embarazo y del supuesto padre de tu bebé.

— Cuéntame, me gustaría saber tú opinión. — Mirar a Neil y ver la expresión tan seria en su rostro solo consigue darme más miedo a lo que pueda decirme.

— Mira Masiel, antes de nada quiero que sepas que te quiero mucho debido a que nos conocemos desde hace muchos años. Quiero ayudarte porque...—Hace una pausa respirando hondo— Porque mi madre también pasó por lo mismo que tú. Yo me he criado sin padre, y aunque mi madre fue una mujer luchadora, también sufrió mucho y eso hizo de llevarla a elegir el camino incorrecto.
Para nadie es un secreto que mi madre está en la cárcel por tráfico de drogas, mientras ella cumple su condena encerrada yo también fui condenado sin tener culpa.
Me condenó a días de soledad, de aprender a tener que buscarme la vida cuando apenas era un niño.
Gracias a mis tíos pude estudiar,  trabajar y aprender que no debes confiar de nadie a la ligera.
Con esto quiero decirte, que pase lo que pase con tu embarazo estaré a tu lado y solo espero que sepas tomar las decisiones correctas cuando llegue el momento de enfrentarte con Thiago.

— Si algo tengo claro, es que Thiago no es hombre con el quiero compartir mi vida. — Me callo de golpe. Por no decirle que siempre soñé que fuera él.
Ahora mismo, mi corazón está vacío porque lo que verdaderamente me importa es que salga todo bien y poder tener a mi hijo entre mis brazos.

— Espero que seas feliz te lo mereces Masiel. — Nos abrazamos.
Sí, recibo con gusto ese abrazo, su mirada me transpasa por completo como una flecha, miro su boca y tengo antojo de besarlo pero me abstengo de hacerlo.
Neil es mi vecino, un hombre amable y cariñoso que en estos momentos tan difíciles para mí no ha dudado en apoyarme.
Algo por lo que le estoy eternamente agradecida.

El viaje se hace pesado, y más porque tengo que estar levantándome para ir al baño y molestar a la azafata cada dos por tres.
Neil hace lo que puede para entretenerme, pero la angustia y el malestar no me lo quita nadie.

Después de horas de vuelo, al fin puedo tocar suelo hasta me siento emocionada de poder decir que estoy de vuelta en mi país donde intentaré hacer todo aquello en lo que sueño despierta.

Por ello, al llegar a mi barrio, el de toda la vida donde salen a recibirme mis vecinas para darme ese abrazo por el que tanto hubiera pagado para sentir que en verdad le importo alguien.
La Petra, la Ignacia son las primeras en comerme a besos y yo por supuesto dejo que me llenen la cara de babas.
Las quiero tanto, da igual que sean mis vecinas para mí son como mis abuelas.

— Gracias por ir a por ella Neil y traerla de regreso, ya te dije que si ibas te iba a esperar una gran sorpresa. — Dice la Ignacia sonando sus mocos en el mandil.

— Y tanto que me llevado una sorpresa, pero lo importante es que Masiel está de regreso y se va quedar con nosotros para siempre. — Neil le guiña un ojo a la Ignacia y tras disculparse se marcha a su apartamento.

— ¿Qué? Cuenta, ¿Te ha pedido en matrimonio? Porque ha eso lo he mandado al Playboy éste. — Me quedo de piedra al escuchar como Petra me dice la verdadera intención de ir Neil hasta Londres.

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora