-48- Cuando crees...

119 12 3
                                    

A decir verdad, estoy realmente contenta de poder abrazar a Petra Belmon. Chinchorrera como ella sola, pero una verdadera amiga.
Aquí estamos hablando en mi habitación del hotel contándole todo.
Y cuando digo todo, me refiero a mis sentimientos hacia Neil.
Durante estos días tan angustiosos Neil ha sabido sacarme una sonrisa, ha estado pendiente de mí, se preocupa por la salud de mi hijo y me ha mandando a Petra para no estar sola y ahora cuento los días para poder hacerme la prueba de embarazo y poder obtener este milagro que tanto deseo obtener y todo se lo debo a Neil.

— Masiel, mira que yo soy vieja y no suelo equivocarme. Por eso te advierto que tengas cuidado con volver a equivocarte.

— Petra, yo no quiero pensar en amor. Quiero que mi hijo se salve.

— De acuerdo. Ahora te digo, ¿Qué va suceder cuando des a luz al hijo de Neil?

— Firmemos un acuerdo donde él se desentiende de toda responsabilidad que provenga del bebé.

— ¿Estás segura que lo va hacer?

— Claro que sí.

— ¡Ay mi niña! Siento llevarte la contraria. Sí no hubiera mirado a los ojos a ese descerebrado, te podría decir que llevas razón. Neil se expresa de una manera tan tierna sobre tí y tu hijo, además desea ser padre.

— Petra no quiero seguir escuchándote. No es el momento de hablar de amor, y tampoco quiero ilusionarme para nada. Sentir de nuevo el fracaso en mi corazón me va  destrozar más.

— Masiel, Neil te ama te lo digo yo. O si no, piensa con tantas mujeres con la que se acostado, con algunas novias que ha tenido pero solo tú llevas este colgante.

— Ah, esto. — Rozo con mis dedos el colgante que me regaló Neil la primera noche que pasemos juntos.

— Sí, abre para que veas su contenido. — Abro el colgante, ni por asomo pensé que tenía una foto de un niño pequeño.

—Sabes algo Masiel. Este colgante es muy importante para Neil. — Asiento con mi cabeza porque él mismo me dijo lo que significa para él. — Es la foto de su hermana, la niña que murió cuando apenas tenía seis años en un accidente. Él mismo me dijo que te lo entregó a tí, no me dijo nada más, pero deduzco que este colgante tiene un valor sentimental para él y solo la mujer que ama puede obtener un pedazo de uno mismo.
Masiel, abre tu corazón a Neil, sé perfectamente lo cabron que es, ahora está demostrando sus sentimientos hacia vosotros no te cuesta nada darle una oportunidad cuando tú misma has estado enamorada de él.

Guardo silencio mirando la fotografía de la niña con su carita de ángel y su sonrisa inocente pensando en mi hijo una lágrima acaricia mi rostro pensando en la posibilidad de que Neil puede estar enamorado de mí.
Con esa ilusión rondando mi mente me quedo dormida.

Al día siguiente, llego temprano al hospital, hablo con el doctor referente a mi hijo, de momento el niño está llevando bien el tratamiento pero no hay nada seguro.
La mirada oscura que me lanza  Thiago me anuncia de tener nuevamente una discusión.
A decir verdad, ya comienzo a sentirme presionada por él, por más que intento decirle de buenas formas que se vaya a la mismísima mierda, él sigue insistiendo en querer dejarme embarazada.
Me irrita su actitud, el fuego de la ira quema mi cuerpo llegando a perder el control de mí misma por enfrentar a Thiago, a Raquel y de vez en cuando mandar a callar a Orlando por ponerse de parte de su amigo.

Los días van transcurriendo, mis nervios afloran por mirar mis braguitas ver que no tengo la menstruación.
Tengo dos días de retraso, eso puede significar algo.
La enfermera me comenta de esperar al menos una semana para estar segura de mi embarazo.
Esperar es hacer que mi hijo tenga que pasar más tiempo en el hospital, esperar es tener que soportar a Thiago y su manos de querer metermyen su cama.
Por suerte, he podido detenerlo y no hemos llegado a nada.
En ocasiones, he sentido miedo y por eso le pido a Petra de no dejarme sola ni para ir al baño.
Raquel se la pasa metiéndose conmigo, expresando su amor incondicional hacia Thiago y haciéndome ver cómo las peores de las madres.
Petra me consuela y saca la cara por mí,  mis amigos me apoyan desde la distancia incluso puedo ver por videollamada cómo Neil se enfada queriéndole partir la cara a Thiago.
Ese gesto me llena demasiado, colmando mi corazón de cariño haciéndome sentir vulnerable ante su preocupación y su manera de expresar cuanto le importo.
Desafortunadamente, el silencio se vuelve mi mejor amigo y el miedo por ser nuevamente derrotada es anunciado a través de mi pecho.
Me guardo mis sentimientos para mí misma, echo la vista hacia atrás y no quiero perder esta oportunidad, deseo poder cumplir mi sueño, una fantasía creada por mí que tan lejos está de hacerse realidad.

Nada Es Aquello Que EsperamosWhere stories live. Discover now