-13- El Regreso de Raquel

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Hacía tanto tiempo que no me sonreía la suerte como que pensé de haberse extinguido.
Pero no, me equivoqué.
Hoy es mi primer día en mi nuevo trabajo. Fernando, me ha explicado en qué consiste mi trabajo y después de llevar años trabajando como camarera para mí es demasiado fácil.
Salvo, que en la cafetería iba gente humilde, del barrio que ya nos conocíamos y algunos clientes incluso me contaban sus vidas.
El ambiente era acogedor y me encantaba mi trabajo, no digo que este no me guste, pero la gente es más seria, solo hablan lo justo y poco más. Ni que le cobrasen más impuestos por ser algo más amables.
Bueno, al menos dejan propinas que no es poco.

Nada más terminar mi jornada, me despido de mis compañeros y al poner un pie en la calle miro mi teléfono, veinte llamadas de mi hermana.
¡Ostras, la pija! Verás que me estaba llamando para ir a recogerla al aeropuerto.
Me encojo de hombros y la llamo.
Cómo ya suponía, mi fotocopia comienza alzarme desesperada y más que enfadada pidiendo explicaciones de porqué no he ido a recogerla al aeropuerto.

— Raquel, calla un poco que te van a salir arrugas. Y lo segundo, no he podido atender tu llamada porque estoy trabajando.

— ¿Trabajando? Por favor. No has podido decirle a ese idiota de dejarte salir. ¿No? Me las he tenido que apañar yo solita.

— ¡Qué lástima! La pobre que no está acostumbrada a salir de viaje, y ahora que estás mal me buscas. Eres una egoísta Raquel. Ah, y no estoy trabajando en la empresa tuya. Yo también me las tengo que apañar solita. — Molesta con su actitud le corto la llamada.

Cada vez entiendo menos a mi hermana, por más que hago por ella menos me lo agrece y más me exige. ¿Pero qué se piensa que es? ¿La reina del folklore?
Pues que le den dos duros de entretenimiento y a mí que me deje en paz que no va mal.

Llego a mi barro donde me topo con Petra Belmon, con su canasta de mimbre llena de verdura me pregunta si he encontrado trabajo.
Vaya, al final le importo alguien, pienso para mis adentros a pesar de ser una cotilla profesional la Petra.
Le respondo dándoles detalles para que pueda dormir bien cuando de la nada aparece Neil.
Vaya me ha saludado y se ha parado al lado mío incluso bromeamos los tres. Esto si que es novedoso.
Nos deshacemos de la Petra para ir hasta nuestro apartamento, Neil está callado y a mí no me apetece mucho hablar con él.
Por lo que le digo un simple "hasta luego" y me meto en mi departamento  para intentar relajarme.
O eso creía antes de pegarme el susto padre viendo a mi fotocopia.

— ¡Ah, qué susto! Raquel hija haber avisado que estás en mi casa.

— He venido hace un rato necesito poder descargar mi sufrimiento con alguien y ya que tú madre está disfrutando de la vida, no tengo a nadie más que a ti. — Dramática, buena actriz, lágrimas de cocodrilo. Si no fuera porque es mi hermana en estos momentos me estaría creyendo todo su gran teatro.

La pobre me cuenta su fugaz romance con su kuki y con él se ha burlando de ella engañándola con mentiras cuando realmente está comprometido con otra mujer.
Consuelo a la pobrecita de mi hermana, se ve tan desvalida que hasta a mí me dan ganas de llorar.
Hablamos un rato más mientras preparo la cena, Raquel me pregunta por las novedades en la oficina.
Le cuento todo, pienso que debe de saberlo, en ese momento llaman a la puerta y para no variar es mi vecino Neil.
Por supuesto, al cabronazo, nada más ver a Raquel se pone todo chulito ligando con ella.
Maldito desgraciado. Gruño para mis adentros cortando el pollo con furia. Cómo si el pobre animal tuviera culpa de lo que ocurre.
Para no ser menos, Raquel pone esos poses de conejita Playboy.
Mírala, parece que se le ha pasado ya las penas.
Salgo para preguntar al subnormal de mi vecino que es lo quiere.
Él me pide sal. Vaya lo más barato que hay en el súper y no tiene el mongolo éste.

Nada Es Aquello Que EsperamosWhere stories live. Discover now