-2- Tomar la decisión

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Llego puntual al restaurante donde me ha citado mi fotocopia.
Al pasar al restaurante de su amigo del alma tomo asiento enfrente de ella esperando impaciente para que termine de hablar por teléfono.

— ¡Uy!, lo siento ratita pero tengo que hablar sobre un nuevo proyecto que me han encargado referente a un nuevo maquillaje que vamos a lanzar próximamente al mercado.

— No creo que me hayas citado para contarme de qué va tu trabajo. Venga,  suelta lo que tienes en el pico. — La miro fijamente muy seria.

— Vale hermanita, no te pongas así. Mira, te he llamado porque necesito de tu ayuda. Resulta que tengo mucho trabajo, diríamos que estoy muy estresada y mi Kuki también. Por lo que hemos decido cogernos unas vacaciones para relajarnos.

— Vale, hasta ahí llego que tú y el guapito de cara de tu novio cirujano plástico os vais de vacaciones. Y...¿Qué pinto yo? ¿Acaso me quieres llevar contigo? O peor aún. ¿Le has puesto los cuernos al kuki y quieres que te sustituya? — Pregunto alzando las cejas debido a que no va ser la primera vez que mi fotocopia engañe a uno de sus novios y tenga yo que hacerme pasar por ella.

— No. ¿Qué dices? El kuki y yo somos muy felices.— Claro porque llevas dos meses juntos, al cuarto ya ni lo conoces.

— Necesito que te hagas pasar por mí en el trabajo. Quiero que ocupes mi puesto, por fi ratita, solo van a ser dos semanas. Por fi, di que sí. — Raquel me mira con ojos de cordero poniendo sus manos en forma de rezo.

— Te habrás quedado calva de pensar gatita. Porque vamos yo de marketing sé lo que Fernando Alonso de conducir un tractor.

— Vamos a ver Masiel. Qué no llegaras a terminar los estudios no significa que no estás cualificada. Además, llevas razón. Tú trabajar en mi puesto darías el cante.

— ¿Por? — Rechino los dientes aparentando mis puños percibiendo una descarga de ira por lo que me dice mi santa hermana.

— Osea, a ver. Yo me explico mal. Quería decir, que puedes hacer mi trabajo. De hecho, te traigo un libro donde te anotado en qué consiste el proyecto y los nombres de cada uno de mis compañeros. Por fi Masiel, solo serán dos semanas. Necesito relajarme, estar con mi Kuki a solas, relajando nos. ¿Me entiendes?

Trago saliva bajado mi vista al plato de spaghetti que me he pedido. Mastico pensando en lo que me cuenta mi fotocopia y de sustituirla en su trabajo.

— No puedo Raquel. Puedo suplantarte en algunos casos pero en tu trabajo no. Ni siquiera sé que es lo que debo de hacer.

— No te preocupes Masiel. Yo misma te pondré al tanto de todo y te explico en que consta el proyecto.
Sólo escúchame con atención.

Raquel comienza a explicarme en qué consigue su trabajo, me enseña en su tablet imágenes de modelos donde deberán de salir en carteles de publicidad y anuncios de televisión para lanzar y expandir el producto.
Miro horrorizada la pantalla, me muerdo las uñas de lo nerviosa que estoy porque aunque mi fotocopia trate de explicarme qué es lo que debo de hacer yo siento como un agujero negro se ha instalado encima de mi cabeza y se va haciendo cada vez más mayor por lo torpe que me siento.
Normalmente yo siempre he trabajado en una cafetería, tengo pocos amigos, apenas me arreglo vamos como que me da igual vestir de sport que con unos jeans, porque yo siempre busco ir cómoda.
No entiendo de moda, no sé ni maquillarme, solo darme sombra en los ojos con los dedos y un poco de rímel.
¡Señor bendito!
Quiero ayudar a mi hermana pero no me veo capaz de hacerlo. No puedo.

— Raquel, ¿Porqué no le dices a tú jefe de que quieres irte de vacaciones y dejas de mentir?

— Masiel, tú no lo entiendes. No puedo decirle a mi jefe que quiero descansar. Él, ¡buff! Él es un hombre sin corazón, solo me exige que trabaje apenas me da tiempo para descansar, se mete con mi trabajo, nada de lo que hago le gusta y...a veces me da la sensación de que quiere despedirme.
Sabes lo mucho que me ha costado llegar a mi puesto de trabajo como para que lo pierda.
Por favor Masiel, solo van a ser dos semanas, además mi jefe se encuentra de viaje cuando él vuelva yo estaré de regreso.

— No sé Raquel. Es que no me veo yo haciendo de usurpadora.

— Si no fuera tan importante para mí no te lo estaría pidiendo. Por favor Masiel, por fiii.

Me resigno. Soy tan tonta que no puedo decirle a mi hermana que no.
Al fin de cuentas, es mi único familiar, después de que mi querida  madre se fuera a conocer de nuevo a su media naranja y nos mande de vez en cuando postales.

— De acuerdo. Pero te advierto que no me hago consecuente de lo que pueda ocurrir.

— Confío en ti mi ratita. — Apareció la pija de nuevo.

Terminamos de comer y ambas salimos directas hacia su apartamento.
Raquel vive en el barrio de los pijos. En un gran apartamento de 130 metros cuadrados decorado con muebles modernos, tiene todo lo necesario y un gran clóset lleno de ropa y zapatos que parece que vaya a poner un puesto en el rastrillo.

— Puedes coger mi ropa, bolsos, zapatos pero eso sí, tratamelo todo bien. La última vez que te presté un vestido me lo encontré manchado de chocolate.

— Tranquila que ya no como chocolate. Te prometo que te dejaré todo como lo tienes. En perfecto estado.

— Eso espero. Ahora ayúdame a preparar mi maleta, estoy tan emocionada de poder irme de vacaciones con mi Kuki que no me lo creo.

Mientras Raquel salta entusiasmada con la idea de irse con su kuki de vacaciones yo rezo a todos los santos para que me iluminen y salga impune de todo este asunto.

Nada Es Aquello Que EsperamosWhere stories live. Discover now