-22- Destino Londres

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Respiro hondo varias veces planteándome de marcharme. Entiendo por el mal momento que está pasando Orlando, trato de consolarlo mientras mi corazón llora por no ser correspondido.
Mi cuerpo anhela ser calentado con sus caricias dejándome envolver con sus besos llena de satisfacción y locura llamada placer.
Salgo de la suite sin haberme despedido debido a que he aprovechado que estaba en el baño para escapar de lo que siento y tanto daño me hace de no poder conseguirlo.
Tampoco me voy a morir si un hombre no me ama como merezco, si no es Orlando será otro, pero espero que me quiera alguien o me voy a quedar para vestir santos.

Para mí buena suerte antes de entrar al ascensor me encuentro de frente a mi doble.
La madre que la parió por todos lados la tengo que ver.
Ella sale del ascensor como Rita Pavone mirando por encima de mi hombro, supongo que no estamos solas por lo que me preparo para lanzar misiles con mis palabras.

—- Vaya, veo que vienes de la suite de Orlando. ¡Qué! ¿Ya se ha acostado contigo? -– Es mi hermana pero ya me tiene hasta el mismo moño.

-–Sí, vengo de hacerle una visita. ¿Tienes algún problema hermana?

–- Sabes que me voy a casar con Thiago. — Sus ojos brillan y en su frente se puede leer la palabra: «Ganadora del premio. Un marido rico»

-– ¿A sí? ¡Qué bien! ¿No? Al fin vas a conseguir un marido rico con el corazón vacío.

— Al menos yo voy a casarme. Tú sigue soñando con Orlando esperando que te ame. -– Raquel empieza a reír sin gracia.

-– A mí no me importa esperar, pero cuando lo haga que sea para toda la vida, el interés no te lleva a ningún lado, tú amas a Orlando, da igual lo quieras decirme, pero tú orgullo te está guiando por mal camino. Habla con Orlando y aclara las cosas con él, total él también tiene mucho dinero. En cambio tú corazón no estará vacío.

-– Cásate tú con él. Y aprende a soportar a su familia y verás lo poco hombre que es para tomar decisiones. Orlando hace todo lo que diga su familia porque él es un verdadero inútil que no puede defender a la mujer que ama.

—- De verdad Raquel, cada vez me sorprende menos tu manera de comportarte tan cínicamente.

–- Me voy a dormir, tengo sueño y no me apetece seguir hablando contigo. Deséame felicidad ratita.

-– Mucha mierda te deseo. –-Aprieto mis puños pasando dentro del ascensor dirección a mí habitación.

Siento tanta rabia por dentro que tengo ganas de golpear algo. Aunque sea la cabeza de Raquel para que recapite de una vez.
Me quito el vestido, el peinado y cuando ya estoy a punto de meterme en la cama tocan la puerta.
Al abrir me encuentro con Orlando pero esta vez más desaliñado con una mirada apagada.
Su aliento me tumba de cómo huele a alcohol y en su mano sujeta una botella de whisky, tambaleándose pasa a mi habitación queriendo decirme algo, debido a la borrachera que tiene no entiendo nada.
Como puedo lo cojo llevándolo hacia el baño donde a empujones lo meto en la ducha para que se espabile con agua fría y le lavo los dientes como los  caballos.
Al menos ahora su aliento huele a menta.
Al final yo también he acabado empapada y más cachonda que una vieja yendo al ginecólogo.
Ver a Orlando con su pelo mojado, su ropa pegada a su cuerpo recorriendo gotas por su rostro mirándome con ganas de ponerme mirando para Cuenca y dame candela de la buena no tiene precio.
Bueno sí, que se me caen las bragas solas porque debajo de mi camiseta sin sujetador se me notan los pezones tan duros que puedo rallar cristal.
Señor bendito te ruego que me des valentía porque yo estoy que ni las piernas me funcionan.

— Masiel, te deseo tanto. — Joder que me besa y las bragas han desaparecido.

-– Orlandito mejor lo dejamos para mañana no sea que después nos vamos a sentir arrepentidos. Porque tú amas a Raquel y no a mí. –-Pretendo hablar por querer salir airosa de toda esta situación, pero lo que  he conseguido es que siga besándome tocándome por encima de mi ropa quemándome de una manera agresiva de tenerlo pegado a mi cuerpo sintiendo su dureza en mi vientre y yo sin catarlo.
Respondo a su beso con más ganas, como una pantera hambrienta lo empujo hacia la cama donde me pongo encima de él rozando nuestros cuerpos aún con ropa.
Siento mucho calor y en la pipitilla más todavía, Orlando sin apartar su mirada de mí comienza a desnudarme, al quitarme los pantalones del pijama me doy cuenta que estoy sin estrenar. Por lo que estoy fuera de garantía y necesito que me quite el embalaje.

Nada Es Aquello Que EsperamosWhere stories live. Discover now