Sin City

By AceiteyAgua

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-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco no... More

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By AceiteyAgua

Aziraphale se ríe un poco más y alguien del sushi les carraspea encima una vez más.

Crowley se separa. Aziraphale se sonroja un poco... y carraspea, poniéndose tieso como siempre.

El demonio mira a ver quién les ha carraspeado. Es el dueño del restaurante de sushi, para odio infinito del ángel.

Crowley mira a Aziraphale aun sentado sobre sus piernas.

—Ehm... Konnichiwa, Taro-san.

El pelirrojo se vuelve a Taro-San, mirándole a los ojos mientras baja una mano por el pecho de Aziraphale hasta más abajo del vientre. El rubio traga saliva.

Taro-san recorre el movimiento de la mano de Crowley sobre el pecho de Aziraphale con la mirada.

Crowley levanta las cejas y mete la mano dentro de los pantalones del ángel aun mirando a Taro-San a los ojos.

¡Cielos, Crowley! Aziraphale pega un saltito

—E-Extraordinaria la comida, como siempre... —susurra casi sin aire.

—A mí me ha gustado el postre —añade Crowley.

—Ohh... Ehm... ya veo.

Crowley quiere un gemido de Aziraphale ahora. Gemido reprimido... inmediato. Sonrisa aaaaamplia.

—Es un placer que nos visiten... —comenta Taro-San cambiando el peso de pie.

El sonrojo doble de Aziraphale. Crowley ya no le hace impulsos eléctricos, pero sí que mueve los dedos.

—E-Es usted... m-muy amable —Aziraphale traga saliva.

El señor Taro abre los ojos desmesuradamente.

—Recuerdo la vez que... vinieron hace tiempo. No sabía que ya...

Crowley frunce el ceño porque también recuerda esa vez.

—P-Perdón...

—Pues sí. Ya —responde Crowley y se acomoda mejor.

—E-Estamos casados —aclara Aziraphale y Crowley traga saliva con eso.

—Ohhh... felicidades.

El demonio se sonroja y saca la mano. Aziraphale le mira... y sonríe. Crowley gira la cara, carraspeando un poco.

—Touché.

—Shut up.

—Le da vergüenza estar casados.

—¡No me da vergüenza! —sí se la da.

—Ohh... ¿por qué? Mr. Fell es un buen hombre.

—Sí, ya lo sé. Pero Mr. Crowley tiene una canción.

—No puedo creer... que vayas a sacar eso ahora —Aziraphale hace los ojos en blanco con eso.

El demonio se ríe

—¡Eso es bajo y vil!

—Podrías tener una canción.

—¿Vas a dedicarme una?

—Podrías tener ESA.

—¿La de Mr. Crowley? ¿Que fuera mía?

—Sí.

—Pero es tuya. Te la dedicaron a ti.

—Ehm... —Taro-san vacila mirándoles.

—Sí, pero...

—¿Ajá?

—Tú serías... no, no, vale. No habla de ti.

—¿Yo sería... qué?

—Mr. Crowley.

Aziraphale... abre la boca y se sonroja un poco antes de sonreír... bastante complacido.

—Aunque no habla de ti esa canción, así que...

—No, claro, habla de ti...

—Lo siento.

—Ya, bueno... el señor tiene un amante —Aziraphale le explica al señor Taro poniendo los ojos en blanco, Crowley se los pone de vuelta.

—Oh... ¿de verdad?

—No era mi amante. No lo es.

—¡Me ha dicho que sí!

—¿Le has llamado?

—N-No —abre la boca cómicamente.

—¿Cómo te lo ha dicho, entonces?

—Ha... sido una coincidencia —Se revuelve, sin mirarle, chasqueando los dedos y haciendo que el señor Taro se vaya repentinamente de ahí.

—¿A qué te refieres?

—Vamos a casa, ¿vale? Quiero acabar de leer el libro.

—Yo quiero saber esto —Frunce el ceño.

—Errr... No te enfades.

—¿Qué... has... hecho?

—S-Solo... alguien... llamó a mi librería —se encoge de hombros sin mirarle.

Frunce más el ceño

—¡No te enfades!

—¿Para qué iba a llamar a tu librería?

—Me... parece que fue un error.

—Que coincidencia.

—Es... un... sujeto interesante. No dejaba de gritar "Sharon"... y... se le va un poco la cabeza, ¿verdad?

—Salvo porque las coincidencias no existen.

—¡No sé qué esperabas!

—Y qué demonios... ¿qué coño le dijiste? Es que no puedo creer... UGH

—Nada especial... —le sostiene sobre él.

—¡Te dije específicamente que no hicieras ESTO! —Intenta levantarse, al menos para volver a su asiento y conservar la dignidad—. Te lo pedí, EXPRESAMENTE.

—No te enfades —le abraza.

—Suéltame.

—No, no te enfades... solo tenía curiosidad.

—Suéltame ahora mismo—es que necesita levantarse y andar porque si no te va a estampar la cabeza contra algo.

—De verdad no dije nada que te haga quedar mal o te avergüence —le suelta un poquito apretando los ojos.

—¡Tú no sabes lo que me hace quedar mal o me avergüenza! —le chilla poniéndose de pie y dando una vuelta sobre sí mismo.

—Porque te conozco...

—No, no lo sabes porque no sabes esta historia ni sabes como es mi... aaagh... ¡es que te arrancaría algo!

My sweet boy, realmente lo estás imaginando peor.

—No. No. Vale. I'm done. Me largo. De todos modos nunca me ha gustado Londres.

—¡No te largues, Crowley!

—¡No me voy a quedar en Reino Unido ASÍ!

—¡Ni siquiera sabes lo que le dije!

—Volveré cuando se muera. De todos modos no debe quedarle demasiado.

—No creo siquiera que hoy se acuerde... —Aziraphale hace los ojos en blanco.

—Sí, claro, confiemos en la demencia senil... —protesta tan sarcástico—. Le llamaste el otro día cuando le dije a tu estúpido amigo del puto libro que yo hubiera ido atrás del imbécil de Oscar Wilde.

—Yo no le llame —se cruza de brazos y gira la cara, porque sí, hizo que le llamara al día siguiente con un pequeño milagrito.

—Probablemente hasta podría saber la hora... ¡joder! —le fulmina.

—No sé qué esperarías que hiciera, él está vivo, al otro... lado de Londres, ¡pero vivo! Podría... venir en CUALQUIER momento por ti, a cantarte Mr. Crowley al oído.

—Te. Dije. Que. No. Lo. Hicieras. ¡No seas ridículo!

—Pues me dijiste que no lo hiciera, pero... no podía dejar de pensar en ÉL. No le invite a cenar, si te sirve de algo.

—Ah, no, ¡si aún voy a tenerte que dar un puto premio y las bloody gracias!

—Pues me dan celos... de alguien que aún vive. ¡Es perfectamente justificable! Malo sería que no me los dieran.

—¡No tiene nada de justificable!

—No le hice nada, no le dije nada malo, no le amenace, no... ¡Nada!

—¿Qué le dijiste entonces? Que no vendes libros en tu estúpida librería y que estaba cerrada.

—Que... t-te conozco y... bueno, que... Ugh. Cosas, Crowley. Nada grave.

—Ah, cosas. Claro. Qué bien.

—Sí, cosas. Nada dulce ni nada... así. Solo le he dicho que nos habíamos casado —traga saliva después de soltar al bomba.

WHAT THE FUCK?

—¡Pues él también está casado! Y no entiendo por qué te avergüenza eso... y siempre estás diciendo que no cuenta y todas esas cosas —estrategia B, intentar voltear el asunto y ser tú el ofendido.

—Si hubo UNA SOLA COSA ESPECIFICA QUE TE DIJE QUE NO LE DIJERAS...

—No me grites... no te enfades. ¡Era importarle DECIRLE para que dejara de hacerse ilusiones!

—¡NO SE ESTABA HACIENDO ILUSIONES!

—Claro que se las estaba haciendo.

—¿Qué? —Se detiene un momento levantando las cejas.

—¿¡Tú te crees que no?!

—¿D-De verdad?

—¿¡Te ilusiona?! —frunce el ceño.

Crowley se sonroja y Aziraphale hace los ojos en blanco.

—Vale, pues vete con él —protesta levantándose toooodo dramático.

—¿Q-Qué? —parpadea un poco

—Pues si tanta ilusión te hace...

—¡Tú eres el que le llamó!

—¿¡Y eso qué?! Tú eres el ilusionado porque él SI estaba interesado... aún. Me hablo de un TRÍO con su esposa.

—Un... ¿Qué?—vacila, deteniéndose.

—Lo oíste perfectamente... y fue hace días de eso y no hice el más mínimo drama, al contrario. Me porte bien y fui amable contigo y...

De repente, Crowley sonríe un instante.

La madre de los fruncimientos de ceño.

El demonio lo nota, parpadeando un poco y dejando de hacerlo.

—Claro, de todas las cosas que podían hacerte ilusión en la vida, tienes que morirte de la vergüenza de estar casado conmigo y sonreír abiertamente porque tu ex quiere hacer un trío —otro chasquido para pagar la cuenta, toma el libro de la mesa y se levanta.

—No seas idiota, ¡te estaba tomando el pelo!

Aziraphale bufa yendo hacia la puerta y Crowley le sigue.

—Que trío va a querer. Fijo ya ni se le levanta —igualmente vuelve a sonreír porque el tipo... joder que le cae bien... Es que la sonrisa ESCALDA a Aziraphale.

—Puedes ir a comprobarlo. Seguro que te encantaría... y eso si se lo presumirías a todo mundo.

Ojos en blanco.

—"¡He hecho un trío con Ozzy!"

—Para presumir eso lo haría del de cuando sí se le levantaba...

—¡Eres imposible!

—Joder...

—¿Joder qué? —Aziraphale se detiene y le mira a los ojos.

—TÚ fuiste el que le hablaste, ¿cómo es que eres tú ahora el ofendido?

—Tú eres el que está ENCANTADO con sus fantasías.

—No es una fantasía, ¡es una broma!

—Tan bromista. Jajaja. ¡Muero de la risa!

Ojos en blanco otra vez.

—Es que... ya te quisiera ver en mi situación. Tú mismo lo has dicho que irías a hablarle. No hice NADA que no harías tú.

—¡No puedes justificarte con eso!

—¿¡Por qué no?! Tengo además otra justificación infalible.

—¿Qué?

—¡ESTOY ABSOLUTAMENTE CELOSO!

—¿De un anciano mortal, bromista y casado?

—Tu acostumbras estarlo de un muerto, ¡así que no te burles!

—Esto es estúpido, ¿vas a decirme qué te dijo o no?

—Felicidades, Mr. Crowley, eso me dijo.

El demonio se sonroja. Ooooojos en blanco

—Vale... vale. Voy a hacer como que no me importa.

—¿Y qué... qué más?

—Me hizo varias preguntas bastante indiscretas sobre ti, sobre mí... y especialmente sobre ambos —suspira.

—¿C-Cómo... cuáles?

—Al parecer no soy el único que ha disfrutado tus habilidades.

—Te ha preguntado si lo he... —carraspea.

—¿Qué? ¿Echado de menos o algo así?

—¡No! Sí he hecho contigo... hum... bueno, da igual, ya le llamaré para que me lo cuente. ¡No puedo creer que me hagas hacer esto!

—No... no. No. ¿Si has hecho conmigo qué? —pregunta frunciendo el ceño.

—Pues mis habilidades.

—¿Me estás llamando aburrido?

—¿Qué? ¡No! ¡Estoy intentando que me cuentes!

—¿Me estás diciendo que conmigo no puedes utilizar todas las habilidades que desarrollaste con él?

—¡No! ¡Te estoy literalmente preguntando qué te ha dicho!

—Pues que si ya te he pedido que me... uses... la... lengua, que si no-sé-qué con los murciélagos, que si aún puedes hacer no sé qué cosa que hacías con... —se sonroja, apretando los ojos —. Ugh.

Crowley también los aprieta y se ríe un poco. No sé cómo es que no te saca los ojos.

Pues porque los tiene apretados. Badun tss.

—Si será cabrón el hijo de puta —igual se ríe.

Aziraphale se humedece los labios y suspira, guardándose las manos en los bolsillos yes que... está seguro, pero SEGURO que nunca se va a referir a él con alguien más con esa... gracia.

—Bueno... tienes razón, quizás no debí hablar con él —murmura un poquito desconsolado.

—Voy a tener que llamarle.

—Sí, quizás deberías hacer eso —le sonríe un poco, tristemente. Quizás realmente eran un error de alguien... o quizás él iba a ser el ángel que siempre le hará sentir culpable y con el que no quiere estar pero no tiene más remedio.

Le mira, notando el cambio de tono y el ángel cambia el peso de pie.

—¿Vamos a casa?

Asiente. Aziraphale suspira otra vez, mirando al suelo, pateando una piedrecita y echando a andar, imaginándose a Crowley en fiestas y haciendo cosas "cool"... eso era MUCHO más Crowley que cenar sushi y leer. Quizás al final si estaba atrapado en esto, solo porque Dios así lo quería.

Crowley aun piensa que va a tener que llamarle y que... joder, iba a burlarse de él para siempre jamás, ¡si seguro le había dicho todas esas cosas a Aziraphale expresamente!

Y es que seguro Crowley preferiría aún estar con el hombre ese raro, que le hacía reír y pensar que era un "cabrón hijo de puta", que era para él como decir "un bombón de chocolate" ¿Qué le diría al hombre ese si hablaran de él? "Estoy con... Ugh, bueno, sí... ya, el tipo es ridículo, sí... y tiene un palo en el culo... y... no, no, me cae fatal, ya... Solo estoy con él por mandato divino" Que quería decir exactamente un "no sé por qué estoy con él". Pues misterio resuelto, era "su ángel".

Y es que... le había dicho... "Felicidades, Mr. Crowley" que alguien llamara a Aziraphale Mr. Crowley, alguien como Ozzy Osbourne, le hacía sentir maripositas en el estómago, a pesar de las burlas.

Aziraphale suspira otra vez, pensando ¿qué era lo más conveniente hacer? Quizás debía... decirle que si... no quería... pues... Ugh. Y es que el hombre este maldito se había reído todo el tiempo que hablaba con él sobre Crowley, le había mandado felicitar y... seguramente si decía bastante en serio lo de acostarse con su esposa y con él. Y no había querido pensar en esto hasta ahora pero viendo la reacción del demonio... tan jijiji...

—Ehm... S-Si quieres puedes irte a tu casa... no es que TENGAS que pasar la... noche conmigo.

Probablemente podría llamarle y aguantarse las burlas solo porque alguien a quien realmente apreciaba y que le apreciara de vuelta le diera una felicitación sincera.

—Sí, sí... claro. Te acompaño a la librería y luego me voy —responde sin prestar atención. Aziraphale traga saliva.

A lo mejor podía ir a verle. En persona. Tomarse unas cervezas... hablar con él... no había podido hablar con nadie de esto de manera relajada y distendida y tal vez... ahora que el mal ya estaba hecho pues... podía sacar provecho de ello. Tal vez hasta sería divertido ser más abiertamente sincero por una vez, sigue pensando Crowley.

¿Y qué seguía ahora? ¿Que fuera con él y... hiciera el trío ese con la esposa? Aziraphale se muerde el labio, con ganas de vomitar solo de pensarlo. Quizás esto es lo que debía pasar... que Crowley recordara, con una chispita en su cerebro, lo que SÍ quería. Y lo que sÍ quería era a "cabrones hijos de puta" que le hicieran no-sé-qué y le invitaran a su cama y le hicieran reír y sentirse bien por ser un demonio. No a ángeles poco "cool" que le hicieran comer sushi y... que le influenciaran al bien. Estúpido libro.

Esto era exactamente por qué Ozzy aguantó toooodas las burlas cuando le dijo que iba a casarse con Sharon y sonreía de ese modo a pesar de todo... mira que estaba empezando a entender qué había de cool en ello. Ugh. Se iba a morir de esto... protesta en su mente igual sonriendo un poco. Y es que quizás Ozzy siempre supo que todas las burlas eran solo amargura por la envidia de que él había conseguido... algo que él mismo no tenía, pero desdaba y ahora que ya lo había conseguido él también... igual estaba temiéndolas en demasía

Aziraphale le mira de reojo otra vez y... palidece, porque Crowley estaba SONRIENDO. Seguramente recordando viejos tiempos en los que la vida era más simple y no tenía que... ESTAR con él. Quizás todo esto, el que al final estuvieran juntos, era una influencia de Dios. Ya que ahora había decidido que debían estar juntos... ángeles y demonios. En un destino macabro sin escapatoria... pero en el fondo Crowley preferiría escaparse a algo que le... conviniera más. Quizás llevaba días confundiendo el afecto que le tenía... obligado por Dios, con el amor real de una pareja.

Y es que desde que había abierto la boca por el tal Ozzy, estaba sonriendo con esa cara idiota y preocupado por lo que había dicho y hecho y como lo había dicho y hecho. Y ahora se iba a ir... además.

Crowley mira a Aziraphale de reojo sin dejar de sonreír de ese modo. Igual y... igual y sí podía llevarle un día a cenar con ellos como quería y recordar viejas historias y que se sintiera un poco menos ansioso y celoso con todo esto al verle con su mujer y todo eso.

La cara de ANSIEDAD de Aziraphale con tu sonrisa y es que el solo había querido... saber. Tenía curiosidad, por eso le había hecho que le hablara. Quizás por algo tenía esa curiosidad... estaban viviendo una falsa felicidad obligada por Dios.

Aunque sí tendría que ir él primero para eso. Para tantear el terreno y advertirle y... asegurarse que Ozzy no se había vuelto un gilipollas con la edad. No tenía por qué pero a veces algunos humanos... bueno.

Aziraphale... Aprieta el paso asustado de todo esto y Crowley le sigue, en silencio hasta que llegan.

Y es que el silencio le PESA a Aziraphale. Casi tanto como el libro... al que quiere quemar. Vacila a la entrada de la librería.

—Bueno... ¿entonces? —pregunta el demonio pensando que sí va a ir. Tal vez ahora mismo. Ni siquiera es tan tarde que no lloriquee.

—E-Entonces... ¿t-te vas o te quedas? —pregunta cómo... LA PREGUNTA DETERMINANTE DE TODO NUESTRO FUTURO.

—Me... voy. Me voy. O bueno, puedo quedarme e irme mañana, como quieras.

Alguien debe oír cómo se le rompe un poco el corazón a Aziraphale. O no tan poco.

—Pero ya me imagino que vas a querer leer el libro y no me vas a prestar atención, así que mejor me voy ahora y no te entretengo.

Aziraphale le mira, paralizado. Creo que no le está ni oyendo bien.

Crowley se pasa una mano por el pelo porque en su mente ahora lo que sigue es... una sonrisa, un "gracias, dear" y un... buen beso de buenas noches.

No sabes el lio mental en el que está Aziraphale.

No tiene NI IDEA.

—E-Entiendo. A-Adiós, Crowley —y es que hasta le tiembla un poco la voz.

—Ya me... contarás si encuentras algo bueno —se refiere en el libro.

Es que hasta se lleva la mano al corazón sintiéndolo excesivamente frágil y estoy segura de que está irradiando amor perceptible a cientos de kilómetros de distancia. Ese amor... desconsolado. Se encoge un poco de hombros sin saber que decir.

Crowley solo lo siente como amor, no nota el matiz, así que vacila un poco buscando como... darle un beso sin que sea torpe.

Eso es absolutamente imposible en este momento. Es que Aziraphale hasta tiembla un poquito.

—¿Pero tienes un... minuto para un último beso o...?

Aziraphale no está seguro de poder soportarlo pero... es que nunca más. NUNCA más... si no es ahora. Crowley se humedece los labios.

—S-Sí...

Se acerca a ello, ni lento ni prezoso y se detiene a mitad del camino.

La verdad, Aziraphale está seguro de que... va a explotar en mil pedazos en cualquier momento. Casi lo hace cuando se detiene.

—Aunque no sé si lo mereces mucho... —sonríe.

Yo creo que puedes ver cada uno de sus recovecos a través de sus ojos, con lo expresivos que están y cómo te miran cuando dices eso.

Crowley se ríe un poco, porque la carita de desconsuelo.

La madre de las caras de desconsuelo. Hasta cruel es la risa.

Vaaaale vale, se acerca a besarle.

Yo creo que no sabes en lo que te estás metiendo con este beso. Oh, no, no tiene ni idea hasta que no se lo lleva la ola por completo.

Hay una... explosión dentro del Ángel. Intentando esconder lo que irremediablemente siente y fallando del todo. Tratando de no mostrar las ganas que tiene de ser todo lo que quisiera ser para ti y no es, y recibiendo el coletazo, porque es demasiado grande, y demasiado intenso.

Es que se lo lleva por delante como un tren en marcha. Ahí tienes tu simple besito de despedida.

Jo-der.

Y cuando Aziraphale nota que... es que todo se le está saliendo de manera excesivamente abundante por las hendiduras, a toda presión y con absoluta fuerza, entra en pánico y gracias a este es que empuja a Crowley y se mete a la librería, cerrando la puerta tras él.

Crowley parpadea un poco sin saber ni que le acaba de pasar y necesita agarrarse a algo para no caerse. Probablemente la manecilla de la puerta pero no la abre. Solo traga saliva y se pasa una mano por el pelo intentando reconponerse.

No saben el drama que va a hacer Aziraphale. EL DRAMA. Yendo a hacerse bolita en la cama, prepárate porque va a llover toda la noche en todo Londres.

Uf... Crowley le mira un poco por una ventana así tipo Oliver Twist mirando en un restaurante y luego sonríe, yéndose hacia el coche

Bueno, nada muy anormal en Londres

Ya, ya, pero joder. Camino a casa de su amigo Ozzy.

Creo además que va a beberse la mitad de la cava porque Crowley acaba de dejarleeeeeee y Crowley ni enterado.

Pues claro que no, él está muy feliz yendo a Birgmingham.

Lovely.

Porque...el príncipe de las tinieblas POR FIN ha llamado Mr. Crowley a la persona correcta.

xoOXOox

Miguel se aclara la garganta, sintiendo además el amor de Gabriel y de Belcebú rezumar, pese a estar en el infierno. Lucifer también está un poco incómodo con esto, se acerca a Gabriel.

—Ehm... tío.

Le pone la mano a la espalda y él deja de repente de mandar amor a través de la pared porque no siente nada a través de la pared y se siente un poco ridículo de hacer esto.

Belcebú se humedece los labios, bastante desesperada por no saber qué pasa ahí dentro.

—Yo lo haré —Gabriel se gira a Lucifer—. En la tierra.

—¿Q-Qué?

WHAT?! —es Miguel la que chilla más fuerte.

—Esto es pecado y yo ya estoy mancillado, Miguel.

—No. No... No —Miguel da un paso hacia Gabriel, mitad... agradecida, mitad celosa, sin saber eso—. No voy a dejar que te mancille el TAMBIÉN.

—Tranquila, ya no puede ser peor.

—No, sí que puede ser peor —Miguel frunce el ceño—. Buscaremos otra forma.

—Puede ser con los dos a la vez, si queréis —propone Lucifer... aun con Belcebú al teléfono que no sé si está oyendo todo esto porque los GRITOS de Belcebú se oyen por la bocina del teléfono, ininteligibles pero... gritos.

A lo mejor podría entrar ahí, mandar a los dos ángeles a la tierra y luego gritarle a Lucifer. Suena bastante bien, aunque no sé si va a poder salir... No, vale. El enjambre de pequeñas moscas, como de la fruta, se abren camino por pequeños huecos casi invisibles de los ladrillos de la pared, haciendo un ruidajal increíble, corporeizándose casi inmediatamente dentro de la celda. La echa una MIRADA a Gabriel, casi congelante.

Él da un paso atrás de tenerla ahí enfrente. Ella bufa, levantando la mano, con un chasquido casi ensordecedor... Gabriel desaparece.

—Pero qué... ¡No! ¿¡Qué le has hecho?! —protesta Miguel, casi en un grito desgarrados, como si hubiera matado a Gabriel. Lucifer carraspea.

—¿Vas a hacer lo que te he mandado o no? —pregunta ella, más en un zumbido que con palabras.

—S-Sí, claro —responde Lucifer.

—Está es la última vez que te pasa por la mente —tirarte a Gabriel...—. La próxima vez no será una advertencia.

—No se suponía que iba a hacer eso, pero ya sabes... te lo he dicho antes.

—Me da lo mismo lo que se suponga o no se suponga que va a hacer. Me importa lo que TÚ vas a hacer.

—¡No puedes enfadarte por eso!

—Piensa bien qué tanto puto control vas a tener tú en por qué coño puedo enfadarme o no... vendré cuando hayas terminado.

Miguel les mira, a uno y luego al otro.

—¿A dónde has mandado a Gabriel? —trata de interrumpir. Lucifer mira a Miguel de reojo.

Belcebú la mira de reojo como si estuviera mirando a un asqueroso Arcángel vestido de dorado... que no fuera Gabriel. Luego mira a Lucifer.

—Tienes veinticuatro horas.

—¿Por? ¿Qué pasa mañana?

—No bloody pasa nada, pero ya me harte de que nadie haga lo que se les ordena

—¿Veinticuatro horas para qué? —pregunta Miguel.

—¿Tú qué crees?

—Nada que me incluya, demonio.

—Deja de perder el tiempo —sentencia Belcebú disolviéndose en moscas otra vez

Ojos en blanco de Lucifer pero Belcebú desaparece. El demonio suspira y gira sobre sus talones hacia Miguel, que da un paso atrás, habiendo recuperado la espada, por lo visto.

Lucifer levanta las cejas.

—Sácame de aquí, no es negociable.

—Vas a... —se humedece los labios y señala la espada con la cabeza.

—Si no me sacas, voy a...

Sonríe.

—Ni sonrías tanto, créeme, no será bonito. No lo fue la última vez...

—Y lo que te diviertes siempre...

Miguel se humedece los labios y da un paso hacia él, que sigue sonriendo de ladito.

—Por lo visto, disfrutas que yo barra el piso con lo que quede de ti... ¿No vas a sacarme entonces?

—Mira, no es que no disfrute todos estos... intercambios agresivo-agresivos, pero te he oído gritar cuando Gabriel se ha ofrecido voluntario. Y sé que también te han asignado una tarea.

—N-No es la tarea que crees.

—No, claro.

—No es nada que mancille mí...

—La verdad, sobreestimas mi interés si crees que quiero hacer eso. Pero sé que te lo has imaginado. Más de una vez.

Miguel se sonroja, en parte por el asunto de la sobre-estimación... en parte porque era imposible no imaginarlo con él.

—Y otra vez ahora mismo —sonrisa triunfante.

—Es ese asunto del elefante rosa —ojos en blanco.

—Lo que digo es que... creo que mereces más que esto.

—¿A qué te refieres? —frunce el ceño.

—Mereces más que una entrada en el libro de Raguel. "Pensamientos impuros. A perpetuidad con un demonio. Perdóneme, padre porque he pecado. Bla bla blá." Lo sabes tú mejor que yo —empieza a pasear, haciendo gestos con las manos.

—No tengo pensamientos impuros a perpetuidad contigo, idiota. Ni siquiera me caes bien.

—No necesito caerte bien para que tengas pensamientos impuros, no seas ridícula.

—Sí que necesitas caerme bien para... que los tenga. No los tengo. —se sonroja. Seguro aparecería otra línea en el libro de Raguel. La de la mentira.

—El caso aquí es que si quieres seguirte engañarte a ti misma, preferiría que lo hicieras sin aburrirme a mí de paso.

—Necesito que te cases conmigo.

—Yo necesito que te acuestes conmigo —le mira fijamente, deteniendo su paseo. Miguel se humedece los labios.

—Esto... es una cuestión estratégica. Para... empezar, no puedo hacer lo que tú requieres sin que tú hagas lo que yo requiero —sentencia cerrando los ojos y tratando te ver esto como si fuera una simple... negociación.

—Si me lo permites... tan absurdo es lo uno como lo otro. Y aun creo que mereces más que... que te obliguen a casarte. Así que, sí, esta es mi propuesta. Una cosa a cambio de la otra y luego si te he visto no me acuerdo.

Miguel traga saliva.

—Esa es una propuesta imbécil —asegura, sonrojándose terriblemente, porque no le parece tan imbécil, la verdad—. Pero pongamos que la considerara remotamente

—¿Aja? —ojos en blanco.

—No podrías decirle nada... a-a nadie.

—¿De qué?

—De este acuerdo, idiota, ¿de qué más? Y lo mío... iría primero que lo tuyo.

—No temas por eso, nadie va a preguntar. A mí no me importa el orden, pero me han dado veinticuatro horas, ya lo has oído.

—Pues vas a tener que decirle que ya está y esperar a... que ocurra lo que yo tengo que hacer, luego de eso... veremos.

—No hay problema con eso, siempre que... hagas tu parte—la señala con los dedos índices mientras entrecruza todos los demás.

—Ehm... vale. Tú te casas conmigo y yo me... —hace una pausa—. Acuesto contigo.

—Sí, eso ya ha quedado claro —ojos en blanco—. A lo que me refiero es que... Belcebú va a querer pruebas de que he hecho lo que me ha mandado en el tiempo que me ha dicho. No sé qué hará. Sé que va a hacerlo con Raguel también para asegurarse que Aamón no miente. No creo que quiera verlo propiamente pero sí va a querer confirmación. Acepto no ponerte un dedo encima si tú... haces lo que haga falta para que todos crean que lo he hecho.

—¿A qué te refieres? ¿Qué quieres que les diga para que todos crean que me he... acostado contigo?

—Exacto.

—¿Exacto qué? ¿Qué es lo que quieres que les diga?

—Exacto. No hay un discurso, Miguel. Lo que haga falta para que lo crean. Si quieres que me vista bien guapo, te mire a los ojos y te diga que sí frente a la estúpida ceremonia que sé que estáis planeando cómo hacer. Tiene que llegar todo el mundo pensando que yo he hecho mi parte. Aunque sea mentira.

—Es que no puede ser así, no puedo... hacer eso antes de una boda.

—No te he dicho que lo hagas. Te he dicho que les digas que lo has hecho.

—Vale, les diré que me he acostado contigo —Miguel levanta una ceja...

—Una sola duda y no hay trato —le advierte

—¿Cuándo he sido incongruente?

Lucifer se encoge de hombros y sonríe. Miguel se sonroja imperceptiblemente.

—Si te inventas algo divertido, tal vez te lo haga después de la boda —le manda un beso.

—No, thank you —arruga la nariz y gira la cara.

Se ríe antes de ir a salir de la celda.

—¿Qué garantías tengo de que vas a cumplir tu parte? —pregunta antes de que salga—. Y espera, ¡sácame de aquí!

No hay respuesta a eso... y no te va a sacar.

—¡Ese no era el trato!

Dijo que te sacaría si te acostabas con él y no has querido. ¡Si se va a acostar con él!

—¿Lucifer? ¿¡LUCIFER?!

Pues ya le sacará entonces.

¿¡Después de la boda?! No! Ugh! ES IMPOSIBLE! Bleurgh. Le detesta.

Pero con amo r.

Qué coño va a detestarle con amor.

Es difícil... pero ella es buena en eso.

¡No lo es!

No necesita hacerse la tímida.

¡No está haciéndose la tímida!

No, no... claro.

¡Que no!

La parte mala es que acostarte con él de verdad te va a costar un poco más de lo que creías

Ehm... yo creo que acostarte con ella te va a costar MUCHO más de lo que supones.

Pero todos van a pensar que no.

Bueno, ella va a hacer los ojos en blanco y... ya verán lo que va a hacer Miguel con este asunto.

Por ahora... pues seguir ahí, bloody hell.

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