Sin City

By AceiteyAgua

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-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco no... More

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By AceiteyAgua

A la mañana siguiente, Crowley deja a Aziraphale en la librería para que arregle quien sabe qué porque él tiene que ir a hacer... nada, una cosita de nada que por lo visto le dijo a Belcebú que haría y de la que no era consciente pero será un momento, ni siquiera tiene que bajar al infierno ni nada, ángel, no seas dramático. Y así tú puedes acabar de arreglar ahí dentro.

Una pequeña cosita de nada. Belcebú bufa.

Sí, será un momento, seguro está de vuelta para la cena.

—Trae té, que se ha terminado

—Claro, claro. Rooibos.

—No. English Breakfast. El Rooibos solo te gusta a ti.

—Que sí, que sí —beso.

Otro beso.

Sonrisita idiota.

—Anda, anda... shoo.

—Vale, vale —ahí se va, cantando Breakthru de la lista de Spotify de Nicky Minaj con el Bentley. Por lo visto "It's Britney, bitch."

Cuando Aziraphale entra a la librería, ahí está esperándole Aamón, sentado en un rinconcito oscuro y con un libro de filosofía en la falda que no sé cómo está leyendo, porque está oscuro. Creo que está haciendo algún truquito con fuego infernal en sus ojos que se ven rojos como dos pilotos de dos aparatos electrónicos en standby en mitad de la noche.

—Ehm... Hello? —pregunta tensándose

—¿Principado Aziraphale?

—Ehm, disculpe... ¿Quién pregunta?

—Aamón, señor de la ira —responde con voz grave y se levanta. Aziraphale da un pasito atrás.

—O-Oh... Ehm... u-un gusto.

Deja el libro por ahí y sale a donde le da la luz. Aziraphale traga saliva aunque, como siempre, suelen verse menos aterrorizantes cuando les da la luz.

—Eres... amigo del Arcángel Raguel, ¿no es así? —le tiende la mano.

—Ehhh... Well... yes —vacila antes de tomársela.

—Bien. He venido a que me hables de ello —toma otra butaca y se sienta.

—¿Te... te hable de qué?

—Raguel. Arcángel de la Justicia y la Paciencia y quien sabe qué más mierdas haya adquirido a lo largo de los años.

—¿Q-Que yo te hablé de e-el? Estoy seguro que... Ehm... ¿tú no estabas con... él?

—Hace... —carraspea y no le mira—. Mucho de eso. Quiero saber tus impresiones.

—Ehm... uff... mis impresiones. Ehhh... quisieras... ¿algo de beber?

—De acuerdo.

—Que... ¿cómo qué? Algo solo. ¿O... un cocktail? ¿Debo... puedo hablarte de tu o tengo que llamarle Señor de la Ira?

—Una cerveza.

—Ohh... creo que Crowley tiene cervezas. No es lo mío, yo prefiero el vino. Aunque supuse que el señor de la ira sería más de... whiskey o cognac —parlotea mientras Aamón se enciende una pipa.

Vuelve un poco más tarde con una charola de plata con una cerveza en un vaso alto con ribetes dorados y un whiskey para él.

Aamón le espera.

Se sienta frente a él en su butaca tomando su vasito.

—Ehm... me decías... sobre el Arcángel Raguel.

—Me decías tú.

—No sé exactamente que necesitas que te diga... ni si se si podré ayudarte.

Le echa una MIRADA que hace que trague saliva.

—¿Q-Quieres i-información general o... a-algo en concreto?

—Empecemos por lo general.

—B-Bueno... Ehm... Él es uno de los Siete Arcángeles del Cielo... de hecho tengo un libro aquí que tiene información de él, puedo buscártelo. Él está encargado de la imparcialidad y la justicia.

—Suficiente de generalidades. Por lo visto es tú amigo.

Aziraphale piensa que... eso es MUCHO decir.

—Somos... bueno, Ehm... le ofrecí justamente esta librería para tener, ehm... encuentros, si quería, con... c-contigo.

—¿Qué te dijo?

—Porque por lo visto eso es algo que hace medio cielo y soy yo el único que... ¿eh? Ehm... ¿qué?

—¿Qué te dijo cuándo le ofreciste venir aquí?

—Oh, me dijo que lo pensaría y que me llamaría. Y es importante entender que esto es... bueno, una librería y hay que tener cuidado con el contenido.

—Que se lo pensaría... —repite.

—Parecía genuinamente interesado —agrega el ángel—. Tanto en, ehm, mi relación con Crowley como en la posibilidad de que este fuera un espacio aislado y personal.

—¿Qué te preguntó?

Aziraphale vacila porque no está seguro de que al Arcángel Raguel le haga gracia que le esté contando esto a este demonio. Aunque la verdad, estaba bastante enfadado también con él... así que...

—Sutilmente me preguntó si podría dejarles el espacio a... solas.

—Joder... —protesta apretando los ojos y sonrojándose.

—Más sutilmente...

—Ya, ya... ese no es el asunto

—M-Me aclaró muchas veces que era específicamente para hablar a solas... y solo para no molestarme —agrega, mirándole—. Quizás si me explicas el problema... pueda ayudarte.

—¿Qué más te dijo? —pregunta masajeándose las sienes.

—Nada muy comprometedor... de hecho no me especificó, desde luego, con quién. Era... un encuentro con un amigo.

Aamón le mira.

—Lo cual es aún más cínico —murmura entre dientes de modo ininteligible.

—Probablemente va a llamarte... pronto.

—Ohh... hmmm... ¿quieren... reunirse pronto?

—El martes.

—Ugh, el martes... —diría Ugh a cualquier día de la semana.

—¿Qué tienes el martes?

—Déjame ver mi agenda...

Ojos en blanco.

—¿En qué horario? Es... importante recalcar las reglas. Todo lo tienen que dejar como lo encuentren, nada de fuego, nada de... desordenarlo todo.

—¿Qué podría incendiarse o desordenarse por hablar? —pregunta Aamón levantando una ceja.

—No lo sé... — el ángel se pone los innecesarios lentes y le mira por encima de ellos—. Si solo van a hablar no hay ningún problema.

—Solo vamos a hablar —sentencia Aamón visiblemente de mal humor.

—Vale, vale... puede ser en la tarde, después de las siete —sigue Aziraphale mirando su agenda.

—Solo vamos a hablar porque soy idiota y entré en puto pánico y le dije que estaba con otro. Me inventé una historia de mierda sobre un demonio, como si hubiera alguien ahí abajo que no fuera completamente repulsivo —protesta el demonio.

Aziraphale parpadea con ese repentino cúmulo de información dirigida hacia él.

—Y ahora no quiero decirle que es mentira... y espérate, porque voy a tener que puto buscar a alguien ahí abajo a que me haga el... favor de hacerse pasar por lo que sea, porque lo va a querer conocer. Por mucho que yo le diga que no —Aamón se pone los ojos en blanco a sí mismo.

—Ohh... Crowley piensa lo mismo —responde Aziraphale un poco descolocado, aunque... ay, estos pobres demonios faltos de... alguien con quien compartir.

—No, no puede ser Crowley. ¿Crees que no conoce todo el mundo vuestro estúpido caso?

—No, no... no. No lo he insinuado ni remotamente... ! ¿Qué ha dicho el de... que... no estaban ni ustedes dos en un "estúpido caso" también? —pregunta frunciendo el ceño.

—Hace dos mil putos años. ¿No te lo ha contado?

—Un... poco, por encima. Sí. También Crowley... Ehm e-es igual. Aún así... el... uy... es que decirle que estás con alguien es un poco, extremo, ¿no crees?

La mirada intensa del demonio, otra vez. Aziraphale toma un traguito a su whiskey, nervioso.

—No se te va a ocurrir... contárselo.

—No, no. No. No hablo tanto con él. Solo... es que...

—¿Qué?

—Me da la impresión que él quería algo más... romántico.

—Sí, ya lo sé.

—Quizás Crowley sepa de alguien...

—No, no quiero que todo el mundo se entere de esto. ¡Ni siquiera debí contarte a ti!

—Hmmm... ya, ya... bueno no pasa nada, se guardar un secreto. Solo me preocupa porque no va a estar contento.

—¡Ya sé que no va a estar contento! —otra vez deberías sentir amor saliendo de él—. ¡Yo tampoco estoy contento! —sigue—. Creía que... iba a ser distinto, que las cosas se habían enfriado. Me prometí que se habían enfriado. Que iba a estar furioso. Que iba a hacerle pagar por ello. Que no iba a estar disponible para él para que creyera que podía hacer lo que quisiera sin consecuencias. ¡Que me iba a mantener firme! —se levanta de golpe con los brazos muy rígidos para ilustrar la firmeza y luego se pone a andar alrededor del cuarto—. Pero me encontró y... no estaba preparado, no me había avisado de cuando sería. O sea, subí a la tierra a esperarle otra vez como un imbécil. Donde pudiera encontrarme con facilidad, además. Ni siquiera sabía dónde me buscaría. Hasta me plantee volver a convertir nuestra casa en nuestra casa a chasquidos de dedos... y no lo hice solo porque... yo qué sé. Pero llegó y le vi y me puse a llorar como un imbécil.

Aziraphale parpadea... y parpadea otra vez. ¿Acababa el Señor de la Ira de confesarle una debilidad? Por lo visto... una lista de ellas...

—Y... Y es qué... qué coño se cree. O sea, ¡yo también tengo que tener algún control sobre todo esto! —sigue, cada vez más enfadado.

—Ahora mismo tienes absoluto control... ¿qué ha hecho cuando se lo has dicho?

—¡¿Qué control voy a tener?!

—Todo el posible.

—Desde luego que no, si le dije eso e igual le besé y casi consigue que me acueste con él.

—Ehm... ¿Y tú no quieres?

—Pues... no. O sea... sí —da otra vuelta sobre sí mismo—. ¡Pero es que no puedo dejar que me afecte tanto así de rápido! ¿Y si se vuelve a ir? Y sé lo que pasará en el momento en que suceda.

—¿Qué?

—¿Qué de qué?

—¿Qué pasara en el momento que suceda?

—Pues puñeteros arco irises ¿tú que crees?

—Ehm... Sí. Sí. Ahora mismo el asunto está en... que él cree que estás con otro y que... estás en un dilema —puntualiza porque iba a decir ya no le quieres, pero este hombre está dejando una estela de amor bastante intensa pese al enojo.

—No estoy en un dilema estoy en un puto problema de cojones. Porque le dije que no iba a hablarle del otro, pero se lo comen los celos y la curiosidad.

—Pues claro... —es que se piensa que Crowley le dijera eso mismo...

—Así que tengo controlado, más o menos, el tema sexual, pero... ¿Qué hago cuando quiera conocerle?

—No creo que sea buena idea...

—¿El qué? ¡No le voy a decir que era mentira!

—Aún no me dices cómo ha reaccionado.

—¿Cómo ha reaccionado de qué?

—A que le has dicho que estás con otro. Me parece una declaración bastante seria.

—Pues... con celos. Aunque dijo que sí quería ser mi amigo.

—¿Y... luego le besaste?

—Sí —se sonroja y no le mira.

—Así que... él va a sentirse más culpable.

—¡Pues no es como que se apartara!

—Bueno, si consideramos que seguramente él tiene dos mil años de ganas de besarte...

—¿¡Y qué demonios crees que tengo yo?!

—Pues pareciera que no tantas ganas de besarle como para conseguir un buen pretexto para no hacerlo.

—¡No es porque no tenga ganas!

—¿Entonces? —Aziraphale da otro traguito a su whiskey.

—Es... ¡ya te lo he dicho!

—Lo de mantenerse firme...

—¡No! O sea... sí, también, ¡pero no!

—¿Hacerle pagar?

—¡No! ¿Es que no estás escuchando, muchacho?

—Si estoy escuchando, me diste todas esas razones. Pero vale, creo que el problema real es el pánico.

—No, es que... sé lo que pasará conmigo cuando... pase.

—¿Lo mismo que pasará con él?

—¿Cómo voy a saberlo? Él es el que ha sido capaz de pasar dos mil años ahí.

—Quizás solo es cuestión de tomarse las cosas lentamente —Aziraphale suspira porque el mismo no tiene idea de cómo es que ha sido capaz.

—Pues... sí, pero...

—La virtud de Raguel es la paciencia.

—¿Y?

—Me da la impresión de que si le has dicho que sales con alguien y que quiere ser tu amigo, será lo bastante paciente como para permitírtelo.

—B-Bueno, pero...

—Lo que quiero decirte es que tengas cuidado con lo que deseas —Aziraphale se humedece los labios.

—¿Qué quieres decir?

—Si a mí me dijeran que definitivamente no quieren... eso de mí, especialmente porque tienen a alguien más, me lo tomaría bastante en serio, y... pondría a la otra persona en mi mente en el grupo de... amigos.

—¿Qué?

—Que si me dices que estás con alguien más, pienso que estás completamente fuera de posibilidad. Ningún ángel que conozca va a... actuar en consecuencia de desear el hombre de su prójimo.

—Pues aun así me beso. Y habría... habría.

—Si no hubiera... ¿ocurrido qué?

—Pues... sexo, joder.

—No, no... ugh. Me refiero... ugh. Me refiero a ¿qué fue lo que lo impidió? ¿Tú?

—Sí.

—Ay...

—¿Qué?

—¿E-Estás seguro de que va a venir el martes? No quiero sonar pesimista... ¿cuándo pasó esto? —es que se pone Aziraphale en el lugar de Raguel y... ugh.

—Ayer... ¡Me lo prometió!

—Bueno, si te lo prometió... —se encoge de hombros—. ¿Y parecía muy... tranquilo?

—¿En qué sentido?

—Convencido de verse, me refiero —Aziraphale se levanta para servirse más whiskey.

—No creo que esté... —aprieta los ojos y le da un golpe a algo, protestando en un lenguaje arcaico.

—No... ugh... sin golpes, my dear, por favor... ¿no crees que esté qué?

—Convencido.

—Bueno, solo queda esperar a ver si me llama, ¿no?

Aamón da una vuelta sobre sí mismo.

—¿Y si le dijeras que realmente no estás con alguien más?

—¡No le voy a decir que mentí! Además eso le dará la idea incorrecta. No, no. Eso está fuera de discusión.

—Es decir, necesitas que se haga a la idea de que solo serán amigos.

—¡Sí!

—Yo creo que él necesita tiempo para procesar esa idea... es una idea difícil.

—Pero solo por un tiempo...

—Sí, será difícil solo por un tiempo. Creo.

—Tal vez podría explicarle varias broncas con ese tipo o whatever.

Aziraphale parpadea.

—Ohhh... lo que quieres es después de un tiempo inventar que has... tenido problemas con el demonio imaginario con el que sales, cortar con él y... volver con Raguel.

Aamón se sonroja y vuelve a notarse el amor. Suficiente para que Aziraphale se lleve la mano al pecho y sonría un poco.

—Bueno, sí, claro...

—Y mientras tanto ¿crees que vas a aprender a... evitar que ocurra eso que dices que va a ocurrir cuando hagan el... cuchi cuchi?

Todos los parpadeos del mundo. TODOS.

—Que aún no me dices exactamente que va a pasar contigo...

—¿Qué va a pasar de qué?

—Me has dicho que ya sabes qué va a pasar contigo cuando... lo hagan. ¿Qué va a pasar?

El demonio pone los ojos en blanco y se sonroja otra vez porque lo que va pasar es que va a ser como si no hubieran pasado dos mil años.

—Querría... decirte una cosa que no sé si has considerado.

—¿Qué?

Aziraphale se humedece los labios y se sirve otro whiskey porque, no sabe cómo va a reaccionar el Señor de la Ira a este tipo de declaraciones. Tienes como un setenta... ochenta por ciento de posibilidades de que se enfade.

—Bueno, ehm... ¿qué pasa si a Raguel termina por encontrar más conveniente ser amigos?, grandes amigos, los mejores amigos... que ser pecadores.

—¿Q-Qué?

Aziraphale suspira y hace los ojos en blanco.

—No sabes cómo son en el cielo... estas cosas... te hacen sentir mal. Todo el tiempo. Son constantes humillaciones y pasar vergüenzas y... que hablen mal de ti a tus espaldas.

—Nadie le va a humillar si nadie lo sabe.

—Pero uno termina sintiéndose culpable. Mucho más culpable de lo que parece... aun cuando sea injustificadamente, es... algo en nuestra esencia. Quiero asumir que Raguel se ha sentido lo bastante culpable como para subir y luego no querer bajar más. Pero ser amigos puede ser algo perfecto, más aún si ni siquiera existe la posibilidad, si no... Presionas tú en lo absoluto para que ocurra otra cosa.

—¡No quiero que sea mi amigo!

—¿No me acabas de decir que quieres que se haga a la idea de que solo serán amigos?

—¡Solo al principio!

—Lo que quiero decir es, qué tal que esa idea del "principio" le resulta a él muy cómoda. Necesitas hacer que sepa que...

—Pues no es... no es la idea.

—Solo creo que es algo que podría pasarte.

—Bueno, pues habrá que impedirlo.

—Ehh... sí.

—Tú me ayudarás.

—¿¡Yo?! —Aziraphale parpadea.

—Sí. Él confía en ti.

Aziraphale levanta una ceja pensando que... ehm... está seguro de que Raguel confía muchísimo más en Aamón de lo que confía en él.

Pues sí, pero... necesita a alguien más que le ayude así que...

—Y... ¿qué necesitas exactamente que haga?

—Vas a... convencerle de que no es una buena idea ser solo amigos, que es... de hecho, la peor idea.

—No sería más fácil que tú...

—¿Qué?

—Le... sedujeras un poco.

—¿En qué sentido?

—Yo puedo decirle que es mala idea ser amigos, pero tú necesitas... ayudarme a hacerle pensar que tiene alguna esperanza.

—Le diré lo de las peleas.

—Mmmm... vale.

Asiente, le quita el vaso de wishkey y se lo toma él. Aziraphale levanta las cejas y Aamón le mira

—¿Cuánto tiempo va a... durar esto? ¿Qué hago si me pregunta?

—No lo sé. ¿Si te pregunta qué?

—Algo sobre... ti o sobre el demonio otro.

—Pues... mira, tengo esto —saca el teléfono que robó en Belén. Aziraphale lo mira... luego le mira a él.

—¿Ajá?

—No creo que se haya inventado un trasto más estúpido, pero tú eres un ángel, así que hazlo funcionar y me llamas.

—¿A qué número?

—Pues al de este, ¿qué voy a saber yo?

—Necesito un número para poder marcar. Cielos... espera. Voy a llamar a Crowley.

—Pero si te estoy dando el teléfono, ¿no es eso?

—No, me tienes que dar un número de teléfono para que yo desde el mío marque ese número —Aziraphale entrecierra los ojos—. Es como si entre los dos teléfonos se hiciera el túnel por el que van entre el infierno y la tierra y el número fuera la localización en donde está el lugar al que tienes que salir. Sin el número no puedes salir a la tierra al lugar que quieres.

—Sí sé cómo funciona un teléfono normal. Lo que digo es que no sé darte el número, pero si coges este mío y te llamas a ti mismo debería aparecerte o algo.

—Ohh... eso. Por qué no... Ya sé —intenta llamar a Crowley desde ese número, tardándose el día y la víspera.

No sé si Crowley va a contestar a un número que no conoce.

—Ugh. Hay una forma de ver el número en la pantalla, estoy seguro —pero no tengo ni idea de cuál es.

—¿Cuál?

—Ehh... No sé, realmente no soy bueno con estas cosas —picotea todo, borra la mitad.

Ojos en blanco de Aamón.

—¡Es que tendrías que saber el número!

—Pues no lo sé.

—Ehh... tengo por aquí anotado mi número.

—Vale, pues mirémoslo.

—De hecho, te puedo dar el de la librería y me llamas aquí... no siempre estoy.

—Pero eres tú quien me tiene que llamar a mí.

—Ya, bueno, eres tú el que no se sabe su número.

—Y tú el que no sabe llamar —protesta irritándose.

—¡Sí se llamar!

—¡Pues hazlo!

—¡Pero necesito el número!

—¡Pues llama desde el mío al tuyo y te saldrá!

—No, es al revés... creo ¡Tú llamas al mío y me saldrá! —alguien está en un loop por lo visto

—Exacto, tú llamas al tuyo desde el mío.

—El mío... espera, voy a buscar el número —se había olvidado de ello, por lo visto. Y cuando se acerca a su escritorio es que suena el teléfono de Aziraphale, el de la librería.

Ah, pues Aamón ni caso. Se sirve más wishkey porque mira que bueno está esto. Aziraphale contesta... y en poco tiempo es que le hace a Aamón unas señas, que no le hace mucho caso, leyendo la etiqueta.

—Ah... sí, sí... ehm... qué gusto que me llames, Raguel.

Vale, levanta las cejas a la mención.

—Justo estaba pensando en ti... ehm... bueno, no, por nada. Solo recordé que te había dado la tarjeta y... oh... ajá...

Aamón se acerca y chasquea los dedos para oír lo que dice Raguel también.

—... er la posibilidad de reunirme con alguien, tal como habíamos hablado.

—Ohh, ya lo has pensado. Sí, no hay problema... ¿para una sola reunión? Como te había dicho tengo una librería en Soho. Una bonita librería recién restaurada, pero bastante antigua, con la que es necesario tener mucho cuidado.

El demonio sonríe de ladito y otra vez debes sentir el amor. Aziraphale se gira a él y le sonríe un poco, sintiéndolo. Aamón le mira sin entender la sonrisa y le sonríe forzadamente.

—Ehm... —se le nota la incomodidad a Raguel en la línea, la verdad, suena nervioso y serio—. En realidad, quisiera llegar a un acuerdo, para los días martes en la tarde, si te viene bien. Será algo muy simple, conversar un rato y de hecho quizás... no es necesario dejarnos solos ni nada. Solo necesitamos una mesa, conversaremos un poco... entre dos viejos amigos.

—Y juegos de mesa.

Raguel se calla. Aamón se sonroja porque no pensaba que fuera a oírle. Aziraphale mira de reojo Aamón porque no esperaba que fuera hablar.

—¿A-Aamón? N-No sabía que... ¿q-qué está pasando?

El demonio se cubre la boca con las manos por torpe. Aziraphale mira a Aamón esperando que sea el quien le explique.

Niega con la cabeza y... maúlla, porque... "y juegos de mesa" por lo visto, suena como un gato fácilmente.

—¿Hola? —saluda Raguel al teléfono, confundido. Aziraphale le hace señas a Aamón, que niega. Aziraphale le fulmina

—Ehm... hello?! ¿Raguel? Disculpa... no te escucho bien...

—Ohh... Yo tampoco. Pensé que... q-que había escuchado... ehh... olvídalo.

El demonio traga saliva y hace un gesto para que siga.

—Me decías sobre venir a jugar juegos de mesa —sigue Aziraphale.

—Ah, sí... sí. Bueno, no, no precisamente... ningún juego de azar, desde luego.

—Ohh... ehh... claro, claro, no, nada de juegos de azar —Aziraphale asiente.

Ojos en blanco de Aamón, chasquea los dedos y se consigue una pizarra de papel como las que tienen en el infierno. Escribe con un boli que no pinta "Lueg te d.ré cua.e"

Aziraphale parpadea, porque... de verdad que... pudiendo hacer un milagro para traer una pizarra funcional, de verdad tenía que traer una que no escribiera.

Mueve el bolígrafo arriba y abajo como loco. Así son las pizarras en el infierno.

—Vale, yo les tendré algunos... juegos de los permitidos.

Aamón asiente.

—Escúchame, Aziraphale. Hay algo importante que quiero decirte —pide Raguel con voz muy seria.

Aamón levanta las cejas con eso, dejando de agitar el rotulador.

—Oh, ¿sí?... sí. ¿Qué pasa?

—Creo que por alguna razón te has quedado la vez pasada con la idea de... Ehm... con una idea incorrecta.

—¿Cuál idea incorrecta?

—Sobre... tu relación con el demonio Crawly y las semejanzas con mi relación con... el demonio Aamón.

—Ugh.

—Ah... no es... ¿es distinta?

"NO LF I IAGAS "

—Completamente. Es... y siempre ha sido distinta. Somos amigos.

—Joder...

—Ohhh, ¡pensé que tenían una relación mucho más íntima! —Aziraphale hace los ojos en blanco porque... el baile.

—No. No. Y menos ahora. Todo es distinto ahora —el draaaaama.

Aamón niega fervientemente.

—Ohh... bueno, quizás necesiten verse un poco más para normalizarlo todo.. —Aziraphale vuelve a hacer los ojos en blanco porque son tan cínicos...

Es que Aamón vuelve a soltar amor porque le preocupa que Raguel esté diciendo eso así. Pues como no va a estar diciéndolo así.

—No, no. No. Solo... es una aclaración.

—Vale, vale...

—Ugh... —vuelve a protestar el demonio.

—Vamos a... organizar esto del martes.

—E-Esto del m-martes.

Aamón vuelve a escribir en la pizarra "D..E QUE NO S.R SOLO AM.G.."

—Ahh... ehh... R-Raguel

Ugh. Aamón odia este rotulador, va a robarte uno, Aziraphale. Y probablemente a escribir con él apretando tanto que va a romperlo.

—¿Sí?

—Ehh... No... Bueno, no sé... Me has dejado pensando en eso que decías de ser amigos nada más tu y Aamón y... —Con esto confirmamos que Aziraphale es completamente incapaz de vivir bajo presión, sea cielo o infierno. Aprieta los ojos.

—Solo somos amigos y solo hemos sido amigos —insiste Raguel con su voz dulce pero firme—. Ha sido un malentendido tuyo, Aziraphale, quizás porque buscabas a algún otro ángel que estuviera en tu misma condición.

Oooh come on! —Aamón susurra en protesta y se vuelve a la pizarra "Dile que sabes lo de la casa"

Aziraphale pone cara de no entender nada, la verdad.

—S-Sé lo de la casa, Raguel —asegura sumamente nervioso a estas alturas.

"Dile que te crees que ahora somos amigos pero no te vas a creer que lo éramos antes"

—Quizás ahora después de tantos años sean amigos pero no voy a creerme que antes lo fuera —insiste Aziraphale, sonrojado.

Raguel... está balbuceando al otro lado de la línea.

—B-Bueno, Aziraphale, si eso fue así antes, fue hace demasiado tiempo y ahora no es más que un montón de recuerdos. Es imposible saber si realmente ocurrió o no.

"DILE QUE SE LEA SU ESTÚPIDO LIBRO"

Aziraphale mira a Aamón con cara de, yo no voy a decir eso. Punto. Cierra los ojos.

—No sé qué haya pasado entre ustedes dos, pero... dale tiempo.

Aamón le fulmina. Pues coño, de verdad... que Raguel es su jefe.

—N-No ha pasado nada...

Pues que no diga "estúpido". Y su jefe es Gabriel.

—M-Me refiero a que... —Aziraphale siente la fulminación incluso con los ojos cerrados—. N-No creo que ser amigos sea una buena idea.

Pues... es... ¡una especie de jefe! ¡Dejen de reñirle que les está ayudando!

Ojos en blanco del demonio.

Raguel vacila porque toda esta conversación se está tornando hacia un sitio que no le es para nada cómodo.

—P-Pero estoy seguro de que como todo... debe estar en el libro —agrega Aziraphale en un susurrito y si lo suyo no estaba en el libro está seguro de que ahora lo va a estar.

Aamón sonríe con eso y Raguel se sonroja con eso al otro lado de la línea

—¡E-Eso no es asunto tuyo!

—Dios mío... —susurra Aziraphale—. No lo digo a malas...

—¡Ja! ¡Tocado y hundido! —exclama el demonio en voz alta.

—¡A-Aamón! —exclama Raguel. Otra vez manos a la boca—. ¡Estás ahí! Qué haces... ¿qué has hecho con el principado? No será... no es... no...

—Tengo que irme. Gracias por el whiskey y por... todo. Recuerda lo que hemos hablado. Nos veremos pronto —sale corriendo a meterse a la tierra.

Gracias por dejarme el problema. WTH!

Con amor

—¿A-Aamón? No... s-soy Aziraphale. Creo que quizás te ha intervenido el teléfono y... —Va a pasarse media hora explicándole lo de intervenir el teléfono.

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