fearless || jj maybank

By flickerofhxran

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Donde Ashley Routledge se ve envuelta, junto a su hermano y a sus amigos, los Pogues, en aquello por lo que p... More

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dear reader
temporada 2
one shots

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By flickerofhxran

CAPÍTULO 20
then... what the fuck are we doing?

                           EL SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD estaba consumiendo a Ashley. Se había enfadado con sus amigos y con su hermano por lo que le habían dicho a JJ, pero, siendo totalmente sincera, estaba igual de enfadada consigo misma porque había sido ella la que lo había dejado irse solo. Seguía molesta con él, pero no podía evitar sentirse culpable porque si hubiera insistido un poco más, JJ no habría vuelto a casa. 

Si no lo hubiera dejado irse, JJ no estaría así. 

Lee, teniendo a JJ al lado y profundamente dormido, lo único que podía hacer, era observar como su espalda subía y bajaba a un ritmo tranquilo, acompañado por el sonido suave que hacía al coger aire con la nariz. Había conseguido dormir un rato, pero, a pesar de que estaba agotada, su mente parecía estar demasiado ocupada dándole vueltas a todo como para permitirse un descanso de unas cuantas horas. 

Con el corazón golpeando con fuerza su pecho y sintiendo algo de calor, Lee comenzó a percatarse de que su respiración se estaba acelerando y su cuerpo estaba comenzando a temblar. Aunque tenía la necesidad de levantarse y salir de ahí, porque le daba la sensación de que alguien estaba absorbiendo el aire de la habitación, Lee no quería soltar a JJ. No quería dejarlo solo.

No otra vez.

Esforzándose en reprimir los sollozos que luchaban por escaparse de sus labios, Lee cogió aire numerosas veces. Trató de mantenerse tranquila, cerrando los ojos y centrándose en la respiración tranquila de JJ, pero ni siquiera eso fue capaz de calmarla. 

—Lo siento —susurró casi para sí misma, inclinándose para darle un beso en la cabeza.

Llevando tanto cuidado como pudo para no molestar al rubio, Lee se separó de él, moviéndose lentamente, hasta estar fuera de la cama. Una vez estuvo de pie, salió corriendo de allí, deseando sentir la brisa nocturna chocar contra su cara y aliviar la sensación de ardor que sentía por todo el cuerpo. 

Y, tal y como esperaba, en cuanto bajó los escalones del porche, sintió una suave ráfaga de viento rozar su piel. Se abrazó a sí misma en un intento de protegerse a sí misma del frío, pero siguió caminando hacia el jacuzzi, cogiendo grandes bocanadas de aire para intentar deshacerse de la sensación de asfixia que sentía. 

La primera lágrima cayó en cuanto su mano tocó el borde del jacuzzi, viniendo acompañada de un fuerte sollozo, que la hizo llevar su otra mano a su boca para evitar hacer demasiado ruido. Sus rodillas se doblaron ligeramente, por lo que tuvo que apretar el agarre de la mano que tenía apoyada en el jacuzzi, asegurándose de que no perdía el equilibrio. Sus pulmones pedían oxígeno a gritos y parecía que, por muchas bocanadas de aire que diera, nunca tenían suficiente. Su corazón latía cada vez con más fuerza ante la sensación de falta de aire, por lo que en su cabeza retumbaba el sonido de sus propios latidos. 

Al sentir sus piernas perder algo de firmeza por culpa de cómo le temblaba el cuerpo entero, Lee tuvo que apoyar ambos codos en el borde del jacuzzi y se tapó la cara con las manos, sintiendo como las lágrimas, los mocos y la baba empapaban sus palmas. Cerró los ojos con fuerza, haciendo que la velocidad a la que caían las lágrimas aumentase un poco.

—Joder, Lee, te he buscado por todas partes. ¿Sabes lo preocupado que...   —murmuró John B, abriendo la puerta para salir al porche trasero. Al percatarse de que, en el jardín de su casa, había algo que, esa misma mañana, antes de salir, no estaba ahí, se calló de golpe. Echó un vistazo a su alrededor, frunciendo el ceño por culpa de la confusión — . ¿Qué es todo esto?

Lee, sin moverse de donde estaba apoyada, giró ligeramente la cabeza para mirar a su hermano. Él, en cuanto se percató de que la pecosa estaba llorando, suavizó el semblante y dio varios pasos hacia ella. La forma en la que Lee miró a John B, con expresión de cansancio y los ojos rojos e hinchados, hizo que el mayor de los hermanos sintiera una punzada en el estómago y su visión se nublase en cuestión de un segundo.

—¿Qué ha pasado? —se atrevió a preguntar, estirando al brazo para tocar la espalda de Lee. Ella, antes de responder, se movió de su sitio y se acercó a su hermano, abriendo los brazos para abrazarlo con todas sus fuerzas. John B la rodeó con sus brazos y le dio un beso en la cabeza, sintiendo las lágrimas de su hermana mojar su camiseta. 

Podía notar el cuerpo de Lee temblar entre sus brazos, haciéndolo fruncir el ceño, de nuevo, y tragar saliva. Cogió aire y, aunque quería saber qué había pasado y por qué su hermana estaba así, decidió mantenerse en silencio y limitarse a acariciarle el pelo a Lee y repetirle que todo iba a estar bien, dejando algún que otro beso en su cabeza. Lee tardó un rato en tranquilizarse lo suficiente para poder hablar. 

—Está muy mal —susurró ella, con la respiración entrecortada por culpa del llanto —. JB, está jodidamente mal. 

—¿JJ? —John B se separó un poco de su hermana, pero manteniendo sus brazos alrededor de ella. Lee asintió con la cabeza y señaló el jacuzzi —. ¿Se ha gastado el dinero en esto?

—Ha... Ha ido a su casa —empezó Lee, pasando una mano por su cara. Tragó saliva y cerró los ojos por un segundo —, pero su padre... 

—No sigas —pidió John B, acercando de nuevo su hermana a él. Una lágrima cayó por su mejilla antes de poder hacer nada para evitarlo, teniendo que morderse la mejilla por dentro para evitar ponerse a llorar él también —. ¿Dónde está?

—En mi habitación —respondió ella, levantando la mirada para mirar a John B. Al ver la expresión de la cara de su hermano, Lee tuvo que tragar saliva —. Está durmiendo.

—¿Has... —empezó el pecoso, haciendo una pequeña pausa para coger aire y pasar una mano por su pelo —. ¿Has hablado con él?

—Solo me ha dicho que ha ido a su casa y que Luke quería gastarse el dinero en un barco —susurró Lee. Dio un paso para atrás y se pasó las manos por la cara, para después girarse sobre sí misma y volver a apoyarse sobre el jacuzzi —. Y esto, pues... No lo sé, supongo que quería...

—Compensarnos por lo de antes —acabó John B, colocándose al lado de su hermana. Ella asintió con la cabeza y tragó saliva, mirándolo de reojo —. ¿Se lo ha gastado todo?

—Sí. —Lee fue a tocar el anillo que durante los dos últimos días había tenido colgando de su cuello y al acordarse de que no lo llevaba, cerró los ojos con fuerza, tragó saliva y cogió aire. 

—Joder —susurró él, echando la cabeza hacia atrás —. Joder —repitió en un tono de voz algo más alto. Lee lo miró y soltó todo el aire que había cogido, haciendo algo de ruido —. Esto... Esto es...

—Ya lo sé, JB. Ya lo sé —lo interrumpió la pelinegra, mordiéndose el labio inferior —. Tendrías que haberlo visto —susurró, con voz temblorosa, negando con la cabeza y sintiendo el nudo de su garganta volver a crecer —. Estaba... —empezó, pero, aunque intento contenerlo, se le escapó un sollozo.

—Escúchame —dijo John B, cogiendo la muñeca de su hermana para que lo mirase. Ella volvió a negar con la cabeza muy rápidamente  —. Lee, por favor, respira y escúchame. Está aquí y está bien, ya está —susurró, mirando fijamente a su hermana —. Ya veremos qué hacemos con lo demás, pero lo importante es que estamos aquí —continuó. Lee había apartado la mirada, sintiendo su respiración volver a hacerse pesada. John B tragó saliva y dio un paso hacia ella —. Ashley, de verdad, por favor.

—Un segundo —dijo, dando ella un paso hacia atrás —. Necesito... Necesito respirar —titubeó. Él se apartó un poco y asintió con la cabeza.

—Respira, sí —concordó él y le tendió la mano —. Ven, vamos a sentarnos. 

Lee asintió lentamente con la cabeza y, aunque tardó un par de segundos en reaccionar, cogió la mano de su hermano y dejó que tirara con cuidado de ella hasta que los dos estuvieron sentados en los escalones del porche. John B se limitó a mirar a su hermana y acariciarle la espalda, moviendo su mano de arriba a abajo. Esperó hasta que Lee consiguió calmarse, de nuevo.

—Lo siento —susurró ella, apoyando la cabeza en el hombro de su hermano. Él ladeó la cabeza y la miró con el ceño fruncido.

—No creo que seas tú la que tenga que sentir nada, Lee —dijo él, cogiendo aire. Lee abrió la boca para hablar, pero él negó con la cabeza y añadió —: no. No es culpa tuya que JJ fuera a su casa.

—¿Cómo sabes que...

—¿Qué cómo sé que te sientes culpable? —Lee asintió y John B soltó una carcajada muy suave —. Porque puedo escuchar tu cabecita pensar desde aquí —dijo, dándole varios toquecitos con el dedo índice en la frente y curvando ligeramente las comisuras de sus labios hacia arriba al ver la mueca que hizo ella.

Lee no respondió. Se quedó en silencio, mirando todo lo que JJ había comprado. Su cabeza todavía estaba apoyada en el hombro de su hermano, por lo que, cuando su hermano cogió aire, Lee lo miró.

—¿Estás bien? —preguntó ella. Él se encogió de hombros.

—Tendría que haber estado aquí —susurró él, señalando a su alrededor. Lee suspiró.

—No te voy a decir que no —contestó, ante lo que su hermano hizo una mueca. Lee medio sonrió y negó con la cabeza —, pero tampoco podías saber que iba a pasar... —dijo, señalando a su alrededor —. Esto.

Esta vez, el que se quedó en silencio, fue John B. Asintió con la cabeza y pasó su mano por su cara, mientras volvía a coger aire. Lee se mordió la mejilla por dentro y ladeó la cabeza para mirarlo, medio sonriendo sin mostrar los dientes.

—¿Qué tal con Sarah? —preguntó, dándole un codazo suave. John B sonrió y bajó la mirada —. ¿Qué habéis hecho?

—Hemos ido a la iglesia —respondió. Lee alzó las cejas y sonrió un poco más, ante lo que John B le dio un pequeño empujón —. Sí, sí. Lo hemos hecho, pero no me mires así.

—¿En la iglesia a la que nos llevaba Papá? —Lee hizo una mueca —.¿En serio?

—¿Tengo que recordarte la ducha? —se defendió John B. Lee le dio un manotazo y soltó una carcajada silenciosa, rodando los ojos —. Quería llevarla a un sitio que fuera especial.

—Señor clichés te voy a llamar a partir de ahora —dijo ella, con tono burlón. Durante un segundo, Lee se planteó contarle lo de Rafe, pero en seguida sacudió la cabeza.

—¿Vamos a obviar que JJ te dio su anillo para que lo lleves como colgante? —volvió a defenderse el pecoso. Aunque Lee sonrió, John B se percató de que bajó un poco la mirada y agachó ligeramente la cabeza.

—Oye —susurró la pecosa —, ¿de verdad crees que no está bien?

John B cogió aire y se pasó la mano por el pelo, fijando la mirada en el frente. Le llevó unos cuantos segundos encontrar las palabras adecuadas para responder la pregunta de su hermana pequeña.

—No es que no crea que no esté bien —dijo, girando la cabeza para mirarla a ella —, pero no soporto verte así y no quiero que creas que siempre tienes que ser tú la que tiene que evitar que JJ acabe...—John B señaló el jacuzzi y Lee asintió con la cabeza, dándole a entender que no hacía falta que continuase. Él tragó saliva y paró de hablar.

—Es que... —susurró, apoyando los codos en sus rodillas para taparse la cara con las manos —. JB, lo quiero mucho.

John B cogió aire y sonrió con ternura, estirando el brazo para rodear los hombros de su hermana con él. La acercó un poco más a él y le dio un pequeño achuchón. 

—Ya lo sé —contestó, en el mismo tono que Lee.

—Y se lo he dicho —soltó ella —. Ha dicho que él a mí no y le he devuelto el anillo.

—Lee...

—No, espera —dijo, cortando a su hermano —. Hace un rato ha dicho que sí, pero se estaba quedando durmiendo y...

—Lee —repitió el pecoso. Ella giró la cabeza y se calló al ver a su hermano mirándola con las cejas alzadas —, bastante impulsivos y tontos habéis sido siempre —comentó, cogiendo aire —. ¿Vas a decirme que te has creído que no te quiere?

—No. Bueno, no sé.

—Sí que lo sabes —discutió John B —. No puedes decirme que ahora vas a dudar de que JJ te quiera.

Lee se encogió de hombros y suspiró, volviendo a pasarse las manos por la cara. Se mordió el labio inferior, haciéndose algo de daño, por lo que en seguida se lo tocó con un dedo para comprobar que no estaba sangrando. Entrecerrando los ojos, Lee se miró la punta del dedo y, al ver una pequeña mancha de sangre, se relamió el labio y rodó los ojos.

—Sabes que sí que lo hace —insistió John B, levantándose de su sitio. Se apoyó en los hombros de Lee, por lo que ella hizo una mueca —. ¿Estás mejor? —Lee asintió con la cabeza y él sonrió —. Tengo que volver antes de las doce, así que...

—¿Qué hora es?

—Las once y media —respondió John B, desbloqueando su móvil —. Vete a dormir y descansa, por fa.

—Sí, sí. Estoy muerta de sueño —dijo ella, frotándose los ojos —. ¿A qué hora te vas a pescar con tu suegro? —preguntó con un claro tono burlón y haciendo algo de énfasis en la palabra «suegro». John B le sacó el dedo.

—A las cinco de la mañana —medio protestó —. Tendrías que estar dándome las gracias porque le dije que no podías venirte porque tenías que trabajar.

—Muchas gracias, Jonathan. Eres el mejor hermano del mundo por salvarme de un día de pesca con el padre de tu novia —ironizó ella, ante lo que John B rodó los ojos. Ambos soltaron una carcajada suave —. Vete y acuéstate tu también.

—Nos vemos mañana, ¿vale?

—Eso si el señor Cameron no te mata y tira tu cuerpo al mar —bromeó ella. John B volvió a sacarle el dedo y le revolvió el pelo, ganándose un manotazo —. No te agobies, seguro que solo quiere llevarse bien contigo.

—Estaba muy tranquilo hasta que has sacado el tema —murmuró, haciendo una mueca —. Me voy antes de que consigas que no vaya.

—Hasta mañana, engendro —dijo Lee, girando la cabeza para mirarlo. Se había alejado un par de pasos para acercarse a la puerta.

—Hasta mañana, pesadilla.

°°°

Lee, en lugar de volver a la cama, no pudo evitar ir a lo que ella consideraba su sitio; el pequeño muelle de su casa. Se sentó con los pies colgando, de espaldas al Château, disfrutando de la tranquilidad que le transmitía el sonido del agua moviéndose.

Había pasado un rato, que a ella se le hizo bastante largo, cuando escuchó varios pasos acercándose a ella por detrás. No le hizo falta girarse para reconocer al dueño de los pasos, por lo que, casi instintivamente, Lee se hizo a un lado, dejando espacio suficiente para que JJ se sentara a su lado.

—Te he traído esto —susurró, dejando en el regazo de Lee una sudadera. Se trabó un poco, haciendo que ella lo mirase con el ceño fruncido y, mientras se sentaba, se encogió de hombros —. No me digas que no tienes frío.

—¿Sigues yendo borracho? —preguntó, alzando una ceja. Él alzó una mano hasta colocarla a la altura de la cara de Lee y con los dedos índice y pulgar, indicó que «un poco sí», asintiendo con la cabeza a la par.

Lee soltó una carcajada suave y desdobló la sudadera que JJ le había dado, sonriendo tímidamente al percatarse de que era una de sus favoritas.

—Gracias —susurró ella, pasando la prenda de ropa por su cabeza. Se despeinó bastante, ante lo que JJ sonrió y, con cuidado, le apartó el pelo de la cara, moviéndose con algo de torpeza. El rubio negó con la cabeza, mirándola con atención.

—Has estado llorando —murmuró, todavía con la mano en la cara de Lee. Ella se mordió la mejilla por dentro y bajó la mirada, evitando hacer contacto visual con él —. Lee...

—Estoy bien —dijo ella, intentando sonar convincente.

—No, no lo estás. —JJ tragó saliva y movió el dedo pulgar, dejando suaves caricias —. Ninguno de los dos lo estamos.

La voz de JJ sonó tan sumamente triste y apagada, que Lee no pudo evitar mirarlo directamente a los ojos. Estaban inundados de lágrimas de nuevo, haciendo que la pecosa sintiera los suyos humedecerse también. Él tuvo que tragar saliva y apartar la mirada.

—J... —susurró, poniendo su mano sobre la de él para darle un apretón y llamar su atención.

—Sabes que es verdad —dijo. Lee cogió aire y asintió con la cabeza —. No nos merecemos esta puta mierda. no te mereces esto.

Lee frunció el ceño y negó con la cabeza, dándole la razón. Cogió aire, otra vez, y se mordió suavemente el labio con cuidado para no volver a hacerse sangre.

—Tú tampoco, JJ —contestó ella. JJ se había puesto una sudadera, pero aún así, Lee no pudo evitar mirarle el cuerpo. Él se encogió de hombros y sonrió con tristeza.

—Puede que hoy me lo haya ganado —medio bromeó. Lee hizo una mueca y él volvió a encogerse de hombros —. He sido un gilipollas.

—Lo has sido —murmuró ella, ante lo que él alzó una ceja. Lee se encogió de hombros y añadió, medio sonriendo —: pero bueno, ahora tenemos un jacuzzi.

JJ echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada suave, negando con la cabeza. La miró de reojo y suspiró.

—Lo... Lo siento —susurró —.  No tendría que haberme puesto así contigo —continuó. Lee abrió la boca para hablar, pero JJ negó con la cabeza y siguió hablando —. Sé que he dicho... Que no... Que no te quería, pero...

Antes de que él pudiera seguir hablando, Lee llevó su mano libre a la nuca de JJ y lo acercó a ella hasta que sus labios se juntaron. JJ no tardó ni un segundo en reaccionar, llevando su otra mano a la otra mejilla de Lee y moviendo los labios al compás de los suyos.

—Lee —susurró él, apartándose un poco. Ella abrió los ojos y lo miró, apoyando su frente en la de JJ —. Sabes que... —empezó, haciendo una pausa para aclararse la garganta —. Sabes... Sabes que te quiero, ¿verdad?

Ashley sintió su corazón estrujarse y un cosquilleo subir por su estómago, que se tradujo en forma de sonrojo. Podía sentir sus mejillas arder, por lo que, como acto reflejo, apartó la mirada y asintió con la cabeza.

—Y entiendo si estás enfadada —continuó, rascándose la nuca.

—No estoy enfadada porque crea que no lo hagas —dijo ella. JJ frunció el ceño y ella suspiró —. Es solo que... A ver, me ha dolido, pero... —Lee se pasó una mano por el pelo, despeinándose un poco, y cogió aire, otra vez —. ¿Por qué lo has dicho?

—Necesitaba irme de ahí —respondió el rubio, fijando la mirada en el agua —. Estaba agobiado y enfadado y...

—Solo quería ayudarte —susurró ella. Él giró la cabeza para mirar a Lee —. Joder JJ, es que tienes que dejar de actuar como si de verdad no tuvieras nada que perder.

JJ soltó una carcajada un poco amarga, que hizo que Lee lo mirase haciendo una mueca. El rubio había vuelto a mirar al frente mientras negaba repetidas veces con la cabeza. Ella se cruzó de brazos y cogió aire. 

—¿De qué te ríes?

—Debo veinticinco mil dólares de la indemnización, le he robado a un camello y me he gastado el dinero en un puto jacuzzi —respondió, encogiéndose de hombros —. Por no hablar de mi padre.

—JJ...

—Así que no, Ashley —murmuró —. No tengo nada que perder porque es bastante probable que en dos semanas esté en un centro de menores.

 —Eso no va a pasar —discutió ella —, porque te vamos a ayudar a conseguir el dinero.

—No quiero que me ayudéis —protestó él .

—Y ahí está el puto problema —masculló Lee. Cerró los ojos con fuerza y apretó un poco los puños, obligándose a sí misma a coger aire para mantener la calma —, que nunca quieres puta ayuda.

—Porque no la necesito —contestó él, a la defensiva —. Estoy bien.

—Hace menos de quince minutos has dicho que no lo estás —murmuró Lee, alzando las cejas y haciendo una mueca.

—No necesito ayuda —repitió él —. Es mi problema y no es justo que nadie tenga que cargar con mi mierda.

—No es cargar con tu mierda, JJ —dijo la pecosa, empezando a alterarse —. Todos tenemos la nuestra y lo sabes —continuó. Él asintió con la cabeza, dándole la razón —. Se trata de que siempre intentas apartar a todo el mundo y no puedes hacer eso.

—¿Has oído antes a los demás? —preguntó, alzando una ceja —. Porque yo creo que está todo bastante claro.

—Ya te he dicho que estaban enfadados contigo —dijo ella, cogiendo aire.

—¡Pero me han hecho daño!

—¡Tú a mi también, JJ! —exclamó ella. La expresión de JJ cambió de golpe, haciendo que Lee se arrepintiera en seguida —. Pero ha sido... Sin pensarlo —susurró.

—No es lo mismo —murmuró él, mordiéndose el labio y frunciendo el ceño.

—Sí. Sí que lo es —dijo ella —. Sólo estábamos intentando ayudarte.

—¡No quiero vuestra ayuda, Lee! —protestó —. No quiero que tengas que...

—No salgas con el cuento de protegerme. —Lee rodó los ojos.

—Pero, es que, ¡es verdad! —exclamó él, alzando el tono de voz —. Solo quiero protegerte de... Mí.

Lee echó la cabeza hacia atrás y cogió aire, intentando tranquilizarse. Podía sentir su sangre arder, pero no tenía ganas de discutir. Además, por muy enfadada que estuviera, sabía que JJ no estaba bien para discutir y, mucho menos, con ella.

—Entonces, ¿qué coño estamos haciendo? —se atrevió a preguntar y él se encogió de hombros, bajando la mirada, de nuevo.

—No lo sé —admitió él, con la voz un poco rota y torpe.

Con el nudo en la garganta haciéndole algo de daño, la pecosa asintió con la cabeza y cerró los ojos, dejando caer varias lágrimas. Le escocía la cara de tanto llorar, pero, aunque la sensación era desagradable, no hizo nada. Se quedó quieta, moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo muy lentamente, pensativa.

—Lee... —susurró él.

—No —se adelantó ella —. Tienes razón, JJ.

—¿Qué?

—Mientras no estemos bien, no vamos a poder... —empezó. Tuvo que parar para tragar saliva porque le tembló la voz, ante lo que JJ no pudo evitar dejar las lágrimas caer —. No quiero hablar esto ahora.

—Ashley —murmuró él, girándose un poco para mirarla. Lee se había levantado de su sitio y había dado varios pasos en dirección contraria, caminando cabizbaja.

—Vamos a dormir —pidió. Se giró sobre sí misma y le tendió la mano al rubio, que, tras cogerla, se levantó. JJ asintió con la cabeza.

—Ashley —repitió JJ, apretando el agarre de su mano —, lo siento.

—Lo sé —susurró ella, dando un paso atrás y soltando su mano —. Yo también.

Lee volvió al interior de la casa, seguida por JJ. Hicieron el camino en silencio, yendo ella un par de pasos por delante. JJ no levantó la mirada del suelo ni un segundo, ni siquiera cuando ella giró la cabeza sutilmente para mirarlo.

Cuando estuvieron dentro, Lee se dirigió a la habitación de su hermano, donde supuso que Kie estaría durmiendo, ya que Pope estaba en el sofá cama. JJ frunció el ceño y, cogiendo aire, la miró, por fin.

—¿Qué haces?

—Duerme en mi habitación —susurró, señalando la puerta de su habitación —, yo dormiré con Kie.

Unas palabras que hacía unos días, le habrían parecido de lo más normales, en ese momento, a JJ, le cayeron encima como un cubo de agua helada. Alzó un poco las cejas y volvió a mirar al suelo, asintiendo suavemente con la cabeza. Lee lo miró, sintiendo el nudo en su garganta crecer, de nuevo, y sacudió la cabeza. Entró a la habitación de su hermano sin mirarlo, dejando a JJ en el pasillo.

El rubio dejó caer varias lágrimas y, apretando los puños, se llevó las manos a la cabeza. Estiró los dedos y los enredó en su propio pelo, despeinándose bastante, mientras los movía de un lado hacia otro, nervioso. Optó por volver a la habitación de Lee, cerrando la habitación detrás de sí. Dio un pequeño portazo que se escuchó en todo el Château.

En la habitación de John B, Lee se sobresaltó al escuchar el portazo e hizo una mueca. Miró a su mejor amiga para comprobar que seguía dormida y, al verla removerse en la cama y abrir los ojos, suspiró.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, con voz adormilada y frotándose la cara. Lee se encogió de hombros y puso una rodilla en el borde de la cama, para inclinarse y empujarla hacia un lado.

—Hazme sitio —pidió. La de pelo rizado bostezó y, sin preguntar más, dejó hueco para que Lee se acostara a su lado.

—¿Estás...

—No —respondió la pecosa, soltando un sollozo —, pero no... No quiero hablarlo ahora.

Kie asintió con la cabeza y, tras dedicarme media sonrisa sin mostrar los dientes, le dio un suave apretón en la mano y se volvió a girar, dispuesta a seguir con sus horas de sueño.

Para su sorpresa, Lee tampoco tardó mucho en sentir sus párpados hacerse demasiado pesados. Estaba tan sumamente cansada que, a pesar de que no podía dejar de pensar en JJ, el sueño la acabó ganando.

°°°

Por culpa de los rayos de sol que entraron por la ventana, Kie se obligó a abrir los ojos, gruñendo por lo bajo. Se giró sobre sí misma y medio en cuanto vio a su mejor amiga dormida. Cogió aire y se levantó, con cuidado, de la cama, para asomarse a la ventana.

Vio a JJ sentado en el borde del jacuzzi con los pies a remojo y con la mirada fija en un punto, mientras Pope caminaba de un lado a otro, hablándole. El rubio parecía demasiado concentrado en beberse la cerveza que llevaba en la mano.

Kie volvió a mirar a su mejor amiga para asegurarse de que seguía completamente dormida y, tras echarle la sábana por encima, salió de la habitación en dirección al jardín. Pope la saludó en cuanto bajó los escalones del porche, pero JJ seguía absorto. Se acercó a él y puso una mano en su hombro, dándole un suave apretón.

—¿Estás bien? —JJ asintió rápidamente con la cabeza, pero no dijo nada. Se limitó a dar un trago de cerveza y a mirar a sus dos amigos; primero a Kie y luego a Pope.

—¿Lee sigue durmiendo? —preguntó Pope, apoyándose al lado de JJ. La de pelo rizado asintió de la cabeza y cogió aire —. ¿No trabajaba hoy?

—La señora Henderson va a la ciudad —respondió el rubio, encogiéndose de hombros —. Siempre cierra cuando tiene que irse.

—Cierto. —Pope asintió con la cabeza.

—Además, necesita dormir —susurró JJ, volviendo a mirarse los pies, sumergidos en el agua. Kie y Pope se miraron entre ellos y, luego, lo miraron a él. El rubio medio sonrió con tristeza, haciendo que sus dos amigos fruncieran el ceño con confusión. Sacudió la cabeza y levantó la mirada para mirar, de nuevo, a sus dos amigos —. ¿Cuándo vamos a hacer lo del oro?

—¿Lo del oro? 

Tras el cambio de tema tan brusco, Kie hizo una mueca, ya que, teniendo en cuenta que Lee había dormido con ella y no con JJ y que entró a la habitación a medianoche y llorando, y que JJ estaba actuando extraño, supuso que Lee seguía en modo Lee y que JJ, en modo JJ.

Pope puso al día a JJ con el plan del oro; irían esa misma noche cuanto antes, para que él pudiera llegar no muy tarde a casa y descansar para la entrevista, sacarían el oro y lo guardarían en un lugar seguro hasta que encontrasen a alguien que no fuera a jugársela, tal y como había hecho la señora de la casa de empeños. 

Mientras el moreno hablaba, JJ asentía con la cabeza para indicarle que estaba escuchando. Aunque se esforzó en prestar atención a lo que le estaba explicando Pope, solo se enteró de la mitad porque, en realidad, estaba demasiado ocupado pensando en Lee. Cogió aire y miró a su amigo.

—¿Y dónde está John B?

Antes de que ninguno pudiera responder, los tres amigos giraron las cabezas al escuchar el sonido de la puerta cerrarse. Lee hizo un gesto con la mano para saludarlos y bostezó, por lo que, en seguida, se tapó la cara con la otra mano. Caminó hasta su mejor amiga y se colocó a su lado, apoyando la cabeza en su hombro.

—¿Qué tramáis? —preguntó. 

—Hacernos ricos —respondió Kie, con obviedad. Lee medio sonrió y bostezó, de nuevo.

—Ya eres rica, Kiara —comentó Lee, sonriendo burlona y sin atreverse a apartar la mirada de su mejor amiga porque no quería mirar a JJ. Kie la empujó y soltó una carcajada.

—Vale, corrijo —murmuró, rodando los ojos —: hacernos millonarios.

—Primero hay que encontrar a alguien que no nos vaya a vender —dijo Pope, haciendo una mueca. JJ echó la cabeza para atrás y, también evitando mirar a Lee, cerró los ojos, pensativo.

—¿Dónde podemos esconderlo? —preguntó. El resto se encogieron de hombros y él resopló.

—¿No creéis que deberíamos... Dejarlo estar? —sugirió Lee. Cogió aire y se frotó los ojos con los dedos índice y pulgar.

—¿Dejarlo estar? —preguntó Kie, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

—No somos los únicos que sabemos lo del oro —Lee tuvo que parar de hablar para tragar saliva —. Esto era importante para mi padre, pero...

—Necesito el dinero —murmuró JJ. 

Por primera vez desde que Lee había puesto un pie fuera de la casa, se miraron el uno al otro, tensándose un poco. Ella se mordió la mejilla por dentro y, tras unos cuantos segundos de mirándolo a los ojos, bajó la mirada. Abrió la boca para responder, pero Pope fue más rápido.

—¿A qué te refieres con que no somos los únicos que sabemos lo del oro? —Pope alzó una ceja, ante lo que Lee se encogió de hombros. 

—¿Os recuerdo que entraron dos señores a robar? ¿O que Barry, literalmente, nos quitó el oro? 

—¿Qué sabes? —preguntó JJ, mirándola con el ceño fruncido. Lee resopló y negó con la cabeza, mirándolo de nuevo.

—Que esto es peligroso.

—Ashley.

—JJ.

—Sigues sin saber mentir —dijo el rubio. Lee hizo una mueca y, aunque los dos sabían que Pope y Kie los estaban mirando, algo confusos, ninguno apartó la mirada —. ¿Qué pasa?

—Rafe lo sabe —soltó. 

—¿Qué? —preguntó Kie.

Lee dio varios pasos de un lado hacia otro y, pasándose una mano por el pelo, cogió aire y apretó los puños al recordar la conversación con Rafe.

—Ayer por la tarde estuve con él —empezó. JJ abrió la boca para hablar, pero Pope le dio un codazo para que se callara y la dejase hablar —. Después de estar en The Wreck, fui a la playa y, cuando venía de camino... —Lee dejó de hablar para mirar a JJ, sabiendo que lo que iba a decir, iba a hacerlo reaccionar —. Digamos que Rafe, Kelce y Topper evitaron que Barry me viera.

—¿Qué? —repitió Kie, mirando de reojo a JJ y a Pope.

—Barry nos estaba buscando, creo —dijo, tragando saliva, con la mirada clavada en JJ. Sacudió ligeramente la cabeza —. El caso es que Rafe me trajo en el coche hasta aquí y...

—¿Te subiste en el coche de Rafe?

—Me dio una paliza —añadió Pope —, con un palo de golf.

—Mi otra opción era cruzarme con Barry —se defendió la pecosa —. ¿Podéis centraros en lo que estoy contando? —preguntó, cruzándose de brazos y rodando los ojos. Los demás se miraron entre ellos y asintieron con la cabeza.

—Me dijo que sabía lo de Barry y sabía que habíamos encontrado el oro —susurró, mordiéndose, otra vez, la mejilla por dentro.

—¿Y te lo dijo sin más? —Kie hizo una mueca y Lee negó con la cabeza a modo de respuesta.

—Estamos hablando de Rafe —respondió, algo obvia —. Evidentemente, me hizo un poco de chantaje.

—¿Qué cojones quería? —murmuró JJ. Había apretado los puños y, desde que había empezado a hablar, no había apartado, ni por un segundo, la mirada de Lee. 

—A ver —empezó. Paró para coger aire y mirar uno a uno a los demás, no muy segura de cómo iban a reaccionar —, básicamente quiere que haga que mi hermano deje a Sarah.

—Estás de coña, ¿verdad? —Kie soltó media carcajada, pero al ver que su mejor amiga negó con la cabeza y mantenía la expresión seria, hizo una mueca.

—No quiere que se ensucie el nombre de la familia Cameron. —Lee se encogió de hombros. 

—¿No te hizo nada ni... —Lee negó rápidamente con la cabeza, ante lo que JJ se relajó un poco. Él dio un largo trago a su cerveza, terminándose la pequeña botella, por lo que la dejó a su lado, en el borde del jacuzzi, y centró su mirada en el agua, de nuevo.

—Solo me dijo que consiguiera que JB le hiciera mucho daño a Sarah y que tuviera en cuenta que sabía eso —respondió ella. Pope frunció el ceño.

—¿No quiere nada del oro? —preguntó el moreno. Ella se encogió de hombros.

—No lo sé.

Durante los siguientes segundos, nadie más dijo nada. Todos estaban demasiado concentrados en las palabras de Lee; no eran los únicos que lo sabían y, por mucho que lo escondieran, seis adolescentes con quinientos millones de dólares en oro, eran un blanco fácil. Muy fácil.

—No podemos rendirnos ahora —susurró Kie, mirando a su mejor amiga. Lee cogió aire y, aunque no estaba muy convencida, asintió con la cabeza —. Además, ¿le tenemos miedo a Rafe?

 —Pues la verdad es que sí —murmuró Pope. JJ negó con la cabeza —. Tal vez, Lee tenga razón.

—No. —JJ volvió a negar con la cabeza —. No podemos dejarlo todo así.

—Pero... —Pope miró a Lee, que lo miró a él y se encogió de hombros.

—Si sale bien... 

—Va a salir bien —la interrumpió Kie, asintiendo con la cabeza. Dio varios pasos hacia el porche y cogió las bolsas que Pope y ella habían dejado ahí la noche anterior —. Tenemos que montar esto. 

Todavía no muy convencida y, con el presentimiento de que, aunque ya todo estaba muy jodido de por sí, algo no iba bien, Lee se acercó a Pope. Entre los dos, comenzaron a sacar cosas de las bolsas. Kie volvió dentro para darse una ducha rápida, mientras que JJ volvió a dejarse absorber por sus pensamientos, por lo que él se mantuvo callado.

—¿Cómo lo llevas? —susurró Pope, mirando de reojo a JJ para asegurarse de que no los escuchaba. La pecosa hizo lo mismo y se encogió de hombros.

—Creo que lo hemos dejado —respondió. El moreno abrió la boca ante la sorpresa, pero al ver cómo Lee bajó la mirada, cogió aire.

—Solo...

—Es lo mejor —se adelantó ella, tragando saliva —. Sabemos que eso está ahí, pero... 

—No es el momento —concluyó Pope, mirando con pena a su amiga. Lee asintió lentamente con la cabeza y fingió una sonrisa ladeada —. ¿Hablaste con él?

—A medias —contestó —. O sea, sí, pero ninguno estábamos para hablar ni para discutir, así que se quedó todo un poco en el aire.

—Si de verdad crees que no... —Pope volvió a mirar a JJ de reojo, mientras cogía una de las bolsas para sacar trastos —. Tenéis que terminar de hablar.

—Lo sé.

—Solo ten en cuenta que lo que sentís, está ahí y que, estoy bastante seguro de que no sois conscientes de lo que tenéis y la suerte que tenéis de tenerlo —dijo. Lee medio sonrió, aunque con algo de tristeza, por lo que Pope añadió —: a lo mejor ahora no es el momento, pero, cuando lo sea, vais a estar ahí. Igual que siempre, Lee.

—¿Te he dicho alguna vez que te quiero mucho?

—No, pero, tranquila —dijo, haciendo un gesto con la mano para restarle importancia —, ya lo sabía. Es imposible no quererme.

Lee soltó una carcajada y le dio un golpe suave en el brazo. Al verla reírse, Pope sonrió y la señaló con el dedo índice.

—Ya sabes que yo a ti también —contestó —. Aunque lleves mal lo de los secretos.

—Perdona, pero me diste permiso para contárselo —se defendió ella. Pope rodó los ojos —. Por cierto, todavía tengo muchas preguntas sobre eso.

—Bueno, ahora no. —Pope señaló la puerta, por la que Kie acababa de salir, ya duchada. 

Se sentó con ellos y, en silencio, los tres amigos comenzaron a montar la polea que utilizarían para bajar a John B al pozo. De vez en cuando, Lee miraba a JJ de reojo, asegurándose de que estaba bien. Una de las veces, lo pilló mirándola y, sin poder evitarlo, Lee se acercó a él.

—¿Has dormido algo? —preguntó, apoyándose en el jacuzzi. JJ asintió con la cabeza.

—Va a salir bien —dijo, sin darle mucha importancia a la pregunta de Lee. Ella asintió con la cabeza y sonrió.

—Más nos vale —susurró —, si no, matamos a mi hermano de un disgusto. 

JJ soltó media carcajada y, aunque su primer instinto fue pasar su brazo por los hombros de Lee para acercarla a él y darle un beso, se limitó a mirarla de reojo. Ella se mordió la mejilla por dentro, también aguantándose las ganas de estar más cerca de él.

—Por cierto, todavía no sé dónde está.

—Pescando con Ward —respondió Kie desde el porche. A JJ se le escapó una carcajada demasiado sonora.

—¿No os parece raro que todavía no haya vuelto? —preguntó Pope.

—Se habrán ido a desayunar —bromeó JJ. Lee lo miró de reojo.

—En realidad, tengo un mal presentimiento —admitió la pecosa.

—Es tu hermano —dijo JJ, encogiéndose de hombros —, ya quisiera Houdini tener las habilidades que tiene John B para desaparecer.

El resto soltaron una carcajada y asintieron con la cabeza, dándole la razón a JJ. Por algún motivo, JJ sintió las comisuras de sus labios curvarse ligeramente hacia arriba y una sensación agradable recorrer su cuerpo, al escuchar las risas de los demás. Miró a Lee y, aunque ella no se dio cuenta, él no pudo evitar apartar la mirada en cuestión de un segundo.

El sonido de unos pasos acelerados llamó la atención de los cuatro, haciéndolos girar las cabezas. Al ver a John B, por un segundo, todos se relajaron.

—Hablando del rey de Roma...

Pero, en cuanto se percataron de que el pecoso venía casi corriendo y que pasó de largo sin decirles nada, directo al interior de la casa, todos se miraron entre ellos y fruncieron el ceño.

—El rey de Roma está de mal humor —murmuró JJ, saliendo del jacuzzi. Lee lo fulminó con la mirada y él se encogió de hombros, mientras caminaban a paso acelerada hasta estar en el porche. Entraron al Château justo después de Kie y Pope, que se habían quedado parados, observando cómo John B revolvía todo en busca de algo.

—¿Qué buscas? —preguntó Lee, alejándose un poco de sus amigos para acercarse a su hermano. Él pareció no escucharla porque siguió a lo suyo, sin hacerle caso. Estaba demasiado ofuscado y alterado como para escuchar algo más allá de sus propios pensamientos.

—John B, tío, ¿qué pasa? —JJ se colocó detrás de Lee, dejando a Kie y a Pope un par de pasos detrás de ellos, pero también con la atención puesta en los movimientos del pecoso.

—¿Dónde cojones está la pistola? —John B medio empujó a JJ. Lee tragó saliva y, cogiendo la muñeca de su hermano algo bruscamente, captó su atención.

—¿Para qué quieres la pistola? 

—Para nada —contestó, soltándose del agarre de la pelinegra. Lee hizo una mueca, pero no dijo nada más. Se quedó en silencio, observando cómo sus amigos iban detrás de John B por toda su casa, preguntándole una y otra vez qué  había pasado. Los siguió, hasta que volvieron a estar fuera, ahora, John B cargado con la pistola y subido en la moto de JJ.

Lee, sin poder controlarse a sí misma, empezó a imaginar millones de posibilidades sobre por qué su hermano estaba comportándose cómo si, de verdad, estuviera dispuesto a matar a alguien. Por su cabeza pasaron numerosas ideas, pero ninguna de ellas tenía mucho sentido. Su mejor opción fue que se había peleado con Rafe y se había enterado de que sabía lo del oro y lo de Barry. Pero, ni siquiera eso, era suficiente para que John B se pusiera así. 

—¡Ward mató a mi padre! —gritó John B. Lee se sobresaltó, saliendo de su trance, y frunció el ceño mientras pestañeaba numerosas veces, no muy segura de si lo que había escuchado era real o si se lo había imaginado. 

—¿Qué? —preguntó, acercándose a su hermano. 

El pecoso tragó saliva y, mirando a su hermana con los ojos llenos de lágrimas y rojos por la rabia, abrió la boca para hablar. Por un segundo, no se vio capaz de decirle a su hermana qué pasaba, pero, al ver la cara de desesperación de Lee, cogió aire.

—Ashley, Ward mató a Papá.

_______________________________________

¡Hola!

Bueno, sé que, a lo mejor, este capítulo no tiene gran cosa, pero espero que os guste muchísimo y os prometo que, si con este no habéis sufrido, el drama que se viene a partir de ahora, va a compensar. Así que, con todo mi amor, os recomiendo varios paquetes de pañuelos.

¿Cómo creéis que va a reaccionar Lee a lo de Ward?  

Aprovechando que tengo toda vuestra atención (jeje), voy a decir que, últimamente, estoy recibiendo ayuda de tres personitas maravillosas y, lo mínimo que puedo hacer es deciros que, si tenéis tiempo y os apetece, os leáis sus historias. Sus perfiles son plotviewer bhadhes buckyobrien.

Y, aunque sé que me repito más que el ajo, no puedo no daros las gracias otra vez. No os hacéis una idea de la ilusión que me hace ver que votáis y leer vuestros comentarios, de verdad.

¡Hasta el próximo!

🥰✨

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