fearless || jj maybank

By flickerofhxran

364K 14.9K 14.1K

Donde Ashley Routledge se ve envuelta, junto a su hermano y a sus amigos, los Pogues, en aquello por lo que p... More

cast + playlist
gallery art
000
001
002
003
004
005
006
007
008
009
010
011
012
013
014
015
016
018
019
020
021
022
023
024
025
026
027
028
dear reader
temporada 2
one shots

017

13.8K 409 344
By flickerofhxran

CAPÍTULO 17
what the hell did just happen?

             ACOMODADA ENTRE JOHN B Y JJ, Lee estaba sentada en el sofá, con las piernas encima del regazo de JJ y la espalda medio apoyada en su hermano. JJ estaba dándole palmaditas en las piernas, moviendo la cabeza ligeramente al mismo ritmo, mientras que John B silbaba y Lee tarareaba.

Pope estaba en la mesa, intentando concentrarse en el ensayo que estaba escribiendo para la beca, mirando mal a sus amigos de vez en cuando por el concierto que estaban dando.

—Me estoy intentando concentrar —protestó el moreno, dejando caer el bolígrafo sobre la mesa —. Os agradecería un poco de silencio.

—Pope, son las ocho y media de la mañana —contestó JJ, con tono de frustración —, déjanos disfrutar un poco.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Lee, quitando sus piernas de encima de JJ y poniéndose recta, incorporándose de modo que sus codos quedaron apoyados en sus piernas, pero apoyando la cabeza en el brazo del rubio. Él puso su mano en la pierna de Lee y comenzó a mover el pulgar, acariciando su rodilla.

—Me he atascado con un párrafo —murmuró Pope, volviendo a coger el bolígrafo para colocarlo entre sus labios. Fijó su mirada en el papel y frunció ligeramente el ceño —. No me convence lo que llevo escrito.

—¿De qué lo estás escribiendo? —preguntó John B.

—Kie me dio varias ideas sobre temas relacionados con el medio ambiente y... —empezó Pope, dejando de hablar a medida que leía lo que él mismo había escrito.

Lee, tras haber puesto su mano sobre la de JJ y haberle dado un suave apretón, se levantó del sofá y se acercó a su amigo. Se colocó detrás de él, apoyando una mano en el respaldo de la silla y cogiendo el folio con la otra, para poder leer lo que había escrito.

—Yo creo que está bien —comentó, dejando el folio, de nuevo, en la mesa —, pero, ¿por qué no lo haces sobre algo que te interese a ti?

—Porque no se me ocurre nada mejor —protestó él.

—Pope —dijo Lee, apartándose de detrás del chico para sentarse en la silla de al lado —, el objetivo de esto es venderte. Lo mejor que puedes hacer es o hablar de ti o hablar de algo que de verdad te guste —aseguró, asintiendo con la cabeza para darle énfasis a sus palabras —. Puedes hacerlo de tu vocación por los cadáveres y esas cosas. —Lee hizo una mueca que hizo medio reír a Pope.

—Lo intenté y tampoco me convencía —murmuró, pasando los dedos índice y pulgar de su mano izquierda por sus ojos —. Tiene que estar perfecto.

—Pues habla de ti. —Lee se encogió de hombros.

—Por mucho que agradezca que creas que soy lo suficientemente interesante como para escribir una redacción sobre mí —ironizó Pope, señalándose con su dedo índice. Lee rodó los ojos —, no voy a hacerlo.

—¿Por qué no?

—¿Qué voy a decir? —preguntó él, sacudiendo la cabeza —. No me puedo describir.

—Describirte no, pero puedes contar un poco cómo es tu vida; ya sabes, trabajar con tu padre, lo buen amigo que eres, hablar de no sé, nosotros... —Lee y Pope miraron de reojo a JJ y a John B, que ahora estaban los dos, el uno apoyado en el otro, y con los ojos cerrados —. Olvida eso último, ellos están fuera.

—Creo que si le cuento a alguien cómo tengo que trabajar con mi padre en la tienda, el señor Cameron me va a tener que acoger a mi también —dijo Pope, haciendo que Lee soltara una carcajada bastante fuerte —. Y si, además, digo que tengo que aguantarlos, me sacan de aquí, pero por pena.

—De paso que me saquen a mi también.

—Os estoy oyendo —murmuró JJ, medio dormido, lanzándoles un cojín, que le dio a Lee en la cara. Ella alzó las cejas.

Se alejó de Pope para acercarse de nuevo al sofá con el cojín en la mano. JJ tenía los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el hombro de John B, dejando un poco de espacio entre él y el brazo del sofá. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, estampó el cojín en la cara de JJ, haciendo que tanto él como John B se sobresaltaran.

—Vete —dijo John B, moviendo la mano.

—No acabas de hacer eso —murmuró JJ, abriendo un ojo para mirarla. Ella se encogió de hombros, curvando las comisuras de sus labios hacia arriba para sonreír ampliamente.

Se giró sobre sí misma, dispuesta a volver con Pope, que estaba ignorando a sus amigos y había vuelto a empezar a escribir en un folio nuevo.

Antes de poder dar el primer paso, JJ se incorporó y puso sus manos en su cintura, haciendo fuerza para atrás. Lee cayó sobre él y la abrazó con fuerza por detrás, apoyando la cabeza en su espalda.

—Ahora te quedas aquí —susurró él. Lee le dio varios toquecitos en los brazos para que aflojara el agarre y así, poder acomodarse. Él obedeció, por lo que ella se movió, se sentó entre él y el brazo del sofá, con las piernas sobre su regazo, y lo abrazó.

—En media hora tengo que ir a la tienda —comentó Lee, mirando de reojo el reloj. Tenía una mano en la cabeza de JJ, para poder acariciarle el pelo. Él se encogió de hombros, apoyando su cabeza en el hombro de Lee.

—Voy a ir contigo —dijo John B. Lee miró a su hermano, que ahora estaba tumbado en la otra mitad del sofá —. Quiero ver a Carol.

El pecoso se incorporó lentamente y, bostezando, se puso de pie para ir a su habitación. Revolvió el pelo de JJ cuando pasó por delante, ganándose un manotazo por parte de Lee y un gruñido por parte del rubio. Luego, se acercó a Pope y pasó su brazo por los hombros del moreno.

—Mi hermana tiene razón, hazlo sobre ti. —Pope cogió aire y mirando a sus amigos, asintió lentamente con la cabeza.

Lee siguió con la mirada a su hermano hasta que estuvo en su habitación, para después mirar a JJ. No pudo evitar sonreír de lado al ver el ceño ligeramente fruncido de JJ y sus ojos cerrados con fuerza, intentando dormir. 

—Acuéstate un rato más —susurró Lee, dándole un suave beso en la frente. Él negó con la cabeza, ante lo que Lee alzó una ceja —. ¿Quieres que te acompañe?

Esta vez, JJ asintió, sonriendo con aire triunfante. Ella puso los ojos en blanco, mirándolo con diversión a medida que él levantaba la cabeza y abría los ojos para mirarla. Se encogió de hombros, separándose de ella para ponerse de pie, y bostezó.

—Un ratito, por fa —pidió, haciendo un puchero y cogiendo la mano de Lee.

—No te duermas que ahora mismo me tienes que acompañar a por las cosas para esta noche —dijo Pope, haciendo que Lee y JJ lo miraran. El rubio puso los ojos en blanco y echó la cabeza hacia atrás.

—Vale, vale —respondió —. Pero primero necesito descansar los ojos, que anoche tuvimos una noche muy dura.

—No sigas. —Pope hizo una mueca.

—Pues no preguntes.

—No he preguntado.

—No ha preguntado —concordó Lee, haciendo que JJ entrecerrara los ojos.

—Pero su cara de asco es graciosa.

Lee rodó los ojos y soltó la mano de JJ para ir a su habitación, dejando a los dos chicos en una de sus mil discusiones diarias. Abrió el armario de par en par y se quedó de pie delante de él, buscando algo de ropa limpia y decente para ir a la tienda. Cogió una camiseta de tirantes finos amarilla y unos vaqueros cortos negros.

No pudo evitar soltar una carcajada al escuchar a su hermano resoplar y cerrar la puerta de la habitación, dando un portazo, ante lo que JJ y Pope se callaron de golpe.

—¿Habéis terminado ya vuestra discusión matrimonial? —preguntó Lee, cuando vio a JJ entrar en su habitación, acercándose a ella para abrazarla por detrás.

—No —respondió. Apoyó su barbilla en el hombro de Lee y ella lo miró con una ceja alzada —, pero tengo toda la mañana para discutir con él. Tú te vas ahora mismo.

—Sí —dijo ella, levantando la ropa que tenía en la mano —, y debería darme prisa.

JJ hizo una mueca, haciendo que Lee sonriera. Se giró sobre sí misma y le dio un beso corto en los labios, para después dar un paso atrás y acercarse a la cama, donde dejó la ropa para poder quitarse la que llevaba puesta.

Sintiendo la mirada de JJ clavada en ella, Lee dejó caer su camiseta en la cama y, en seguida, hizo lo mismo con los pantalones. Cogió la ropa limpia, estirándola para poder ponérsela, pero al sentir las manos de JJ en su cintura, dejó la ropa de nuevo en la cama y giró la cabeza para mirarlo.

Con el dedo índice, JJ apartó el pelo del cuello de Lee, haciendo que ella sintiera un escalofrío recorrer su cuerpo a medida que el dedo del rubio acariciaba su piel. Inclinó la cabeza hacia un lado, apoyándose en su hombro. Él sonrió sin mostrar los dientes dio varios besos suaves en el cuello de Lee, estrechando el agarre de sus manos en su cintura y acercándola más a él. Ella puso sus manos sobre las de JJ y tragó saliva, cerrando los ojos con fuerza para coger aire.

Se giró y él la miró con una ceja alzada y media sonrisa. Lee entrecerró los ojos, dejando asomar una sonrisa ladeada, y enrolló su dedo en el collar de JJ para acercarlo a ella, ante lo que él llevó una de sus manos hasta la mejilla de Lee.

Ella mordió el labio inferior de JJ, haciéndolo suspirar y cerrar los ojos con fuerza, pegando su cuerpo por completo al de la pecosa. Alzando un ceja, Lee puso sus manos en el pecho del rubio y dio un paso atrás, haciéndolo gruñir.

—Tengo que irme —susurró con diversión. Él frunció el entrecejo, ante lo que ella no pudo evitar soltar media carcajada.

Sin decir nada, Lee se puso la ropa en cuestión de segundos, escuchando la respiración agitada de JJ a su espalda. Se mordió el labio y se volvió a girar para mirarlo, intentando reprimir la sonrisa.

—¿Todo bien? —preguntó mirándolo de arriba a abajo, arqueando la ceja de nuevo. Él hizo una mueca, bajando la mirada hasta sus pantalones.

—Creo que tenemos un problema —murmuró él, cruzándose de brazos.

—Tú tienes un problema —contestó ella, sonriendo y señalándolo. Se apoyó en los antebrazos de JJ y se puso de puntillas para darle un beso corto —. Así que, ánimo. —Lee le dio varias palmaditas en el pecho sin dejar de reírse, haciéndolo resoplar y pasar una mano por su pelo.

—No es gracioso.

—Sí lo es —dijo ella, encogiéndose de hombros mientras caminaba hasta la puerta. Antes de salir, lo miró y le sacó la lengua —. Suerte con tu problema.

eres mi problema —murmuró él. Lee soltó otra carcajada y se acercó de nuevo a él. Cogió sus manos y separó sus brazos para darle un abrazo, rodeándose a sí misma con ellos. JJ apoyó la barbilla en la cabeza de Lee y suspiró.

—Bueno, si tu problema soy yo —empezó a decir, levantando la cabeza para mirarlo —, a lo mejor luego te puedo ayudar.

Él entrecerró los ojos, mirándola fijamente, y se mordió el labio mientras asentía con la cabeza. Se inclinó y le dio un beso, cosa que la hizo sonreír.

—Nos vemos luego, ¿vale?

—Qué remedio. —JJ suspiró al sentir a Lee alejándose un poco de él.

Ella cogió la mano de JJ y tiró de él hasta el salón, donde John B y Pope estaban sentados alrededor de la mesa, con la atención puesta en lo último que había escrito Pope.

—¿Habéis terminado ya? —preguntó John B, sin apartar la mirada del folio.

—No, pero no nos da... —Lee le dio un codazo a JJ, ante lo que él respondió soltando una carcajada.

—Te espero fuera —dijo Lee, mirando a su hermano. Él asintió con la cabeza —. Luego lo leo, Pope.

—Sí, por fa.

Lee sonrió mirando a su amigo y asintió con la cabeza, cosa que Pope imitó. Giró la cabeza para mirar a JJ, que estaba de pie a su lado, y soltó su mano.

—No le des mucho follón a Pope —medio bromeó la pecosa. JJ se encogió de hombros.

—No prometo nada.

Ashley soltó una carcajada, negando con la cabeza, para después darle un beso rápido en la mejilla y salir de su casa en dirección a la caravana, donde se sentó a esperar a su hermano.

JJ se apoyó en la pared y la siguió con la mirada hasta que la perdió de vista, suspirando sin darse cuenta y con una sonrisa ladeada. Pope y John B se miraron entre ellos y luego lo miraron a él, aclarándose la garganta para captar su atención.

—Míralo —dijo Pope, señalándolo con la barbilla —, el que no sentía nada.

—Cállate.

—Está pilladísimo —concordó el pecoso.

JJ apartó la mirada de la puerta y miró a sus dos amigos, estirando su dedo de en medio en su dirección. John B ladeó la cabeza, sonriendo con burla.

—Pero no lo niegas.

—¿Para qué voy a negar algo que es verdad?

Pope y John B alzaron las cejas y sonrieron, mirando a JJ, que había vuelto a mirar hacia la puerta. El rubio cogió aire y volvió a sacarles el dedo, siendo consciente de cómo lo estaban mirando sus amigos.

—¿Podéis no mirarme así?

—Tío, no eres consciente de lo mucho que estábamos esperando que pasara esto. —Pope movió el dedo señalando a JJ y a la puerta, refiriéndose a Lee. John B asintió con la cabeza, dándole la razón.

—Por más que me gustaría quedarme a reírme de JJ, tengo que ir a reírme de mi hermana.

John B se levantó de la silla y se acercó hasta la puerta, apoyándose en el marco para mirar a sus amigos antes de irse. Pope y JJ lo miraron.

—A las seis vamos a por Kie y Sarah, ¿no? —preguntó Pope. El pecoso asintió con la cabeza.

—Qué ganas de que entre las dos te hundan, la verdad —se burló esta vez JJ, ganándose una mala mirada de John B.

—Que te den, JJ —murmuró, ante lo que JJ soltó una carcajada.

John B bajó los escalones y corrió hasta la caravana, donde Lee estaba sentada en el asiento del copiloto, con la cabeza apoyada en la ventanilla y los ojos cerrados. El pecoso frunció el ceño y se acomodó en el asiento del conductor, cerrando la puerta sin hacer mucho ruido. Cuando se había puesto el cinturón, arrancó la caravana y puso su mano en la pierna de su hermana, sacudiéndola suavemente.

—¿Te has quedado durmiendo?

Ella medio gruñó, abriendo los ojos lentamente para mirar mal a su hermano, y negó con la cabeza. John B rio y se encogió de hombros, poniendo su mano en el volante para comenzar a conducir hasta la tienda.

—¿Qué tal anoche? —preguntó, mirando a Lee de reojo. Ella sonrió de lado, con los ojos cerrados.

La pecosa se limitó a coger el anillo de JJ y acariciarlo con los dedos, haciendo que John B lo mirara, sorprendido. Arqueó una ceja, devolviendo la atención a la carretera.

—Ya no puedes echarnos en cara que no seamos nada —dijo ella, encogiéndose de hombros. Se mordió la mejilla por dentro y bajó la mirada, curvando las comisuras hacia arriba.

John B volvió a mirar a su hermana y le dio un codazo suave para que lo mirase. Ella suspiró y levantó la mirada. No pudo evitar empezar a reírse, haciendo que su hermano frunciera el ceño, confuso.

—¿Qué te pasa? —preguntó.

—No, nada. —Lee se encogió de hombros, sin parar de reírse, todavía tocando el anillo.

Él se quedó mirándola en silencio, con media sonrisa, mientras ella seguía riéndose.

—JB, para —pidió ella cuando consiguió dejar de reírse, con la respiración algo agitada. Se puso las manos en la barriga y giró la cabeza, echando el cuerpo ligeramente hacia delante.

—¿El qué?

—Que no me mires.

—Me gusta verte así. Estás feliz.

Ella asintió con la cabeza, volviendo a empezar a reírse con tanta fuerza que se le escaparon varias lágrimas. John B no pudo evitar reírse también, uniendo sus carcajadas a las de su hermana.

—Eres tonto, para —repitió ella —, que me duele la barriga.

—Has empezado tú —se defendió él, cogiendo aire para regular el ritmo de su respiración, también agitada por culpa de la risa —. Entonces, ¿ahora JJ es mi cuñado?

John B hizo una mueca, ante lo que su hermana rodó los ojos y echó la cabeza para atrás. Sin disimular la sonrisa, Lee estiró el brazo y le dio varias palmaditas en el hombro.

—¿Quieres que hablemos de eso? —preguntó la pecosa, alzando una ceja —. Porque yo todavía no sé qué pasó entre Sarah y tú cuando fuisteis a Chapel Hill.

—Es totalmente diferente a lo que esperaba que fuera —respondió él, centrando su mirada en la carretera. Sintió sus mejillas arder y, aunque no la estaba mirando, pudo ver la sonrisa burlona de su hermana —. Cállate.

—No he dicho nada.

—Pero sé lo que estás pensando.

—En realidad, me cae bien —admitió ella —, pero si te hace lo mismo que le hizo a Kie, no prometo no matarla.

—¿Te pelearías por defenderme? —preguntó el mayor de los hermanos, mirando de reojo a Lee. Ella le sacó el dedo.

John B soltó una carcajada, ante lo que Lee sonrió de nuevo y cogió aire, negando con la cabeza. Miró por la ventana y, al distinguir el cartel de The Bait, soltó todo el aire de golpe, en forma de suspiro.

—Solo son tres horas, no te quejes —dijo John B, disminuyendo la velocidad de la caravana y maniobrando hasta haber aparcado.

—La gente me desagrada, Jonathan —murmuró ella. Abrió la puerta de la caravana y bajó de un salto, escuchando una carcajada de su hermano.

—Bueno, tu súper hermano ha venido a hacerte compañía.

—Vaya, de repente me han entrado ganas de trabajar —ironizó Lee, mirando mal a John B. Él pasó un brazo por los hombros de Lee y le dio un beso en la cabeza, comenzando a caminar hasta la entrada.

Una vez dentro, ambos buscaron a Carol con la mirada hasta que la encontraron subida a una escalera colocando cajas en una estantería, totalmente concentrada en su tarea. Sin querer asustarla, John B se aclaró la garganta para llamar su atención, ante lo que la rubia giró la cabeza y sonrió al verlos.

—Dichosos los ojos.

Carol bajó de la escalera, con cuidado, para acercarse a los hermanos, que sonrieron de vuelta. John B apartó su brazo de los hombros de su hermana, que había dado un paso hacia delante.

Cuando estuvo junto al pecoso, la señora Henderson puso una mano en su espalda, posando su mirada en la muñeca escayolada. John B y Lee se miraron entre ellos, para después mirar otra vez a Carol.

—No sé lo que pasó, pero tienes que empezar a llevar más cuidado, John.

—Lo intento —dijo él, mirando su muñeca.

—Podrías intentarlo un poco mejor —comentó Lee. John B la fulminó con la mirada, a lo que ella respondió con un movimiento de hombros.

—Ashley, cielo —dijo Carol, señalando la escalera —, hazme el favor de terminar mientras hablo con tu hermano.

Ella asintió con la cabeza y, aunque frunció el ceño ligeramente, no dijo nada. Se limitó a seguirlos con la mirada, hasta que entraron en la trastienda, y a obedecer a Carol.

°°°

La señora Henderson se había marchado a Heyward's con John B, dejando a Ashley, Olive y Sophie rodeadas de varios clientes. La mañana había sido bastante tranquila, así que las tres chicas habían tenido tiempo de sobra para ponerse al día con casi todo.

Cuando, por fin, el reloj marcó las doce, Lee miró a su alrededor, asegurándose que ninguna de sus dos compañeras necesitaba ayuda.

—¿Necesitáis ayuda con algo?

Tanto Olive como Sophie negaron con la cabeza, dedicándole una sonrisa. Lee sonrió también.

—Llevas aquí desde las nueve de la mañana, puedes considerarte alma libre por hoy —bromeó Sophie.

—Sólo por hoy, no dejes que el aire de Figure Eight te consuma. —Ashley soltó una carcajada ante el comentario de Liv.

—Perdón, no entiendo el idioma de los pobres —dijo ella, gesticulando exageradamente —. Me marcho de vuelta a la corte.

—Hasta mañana, su Majestad.

Lee movió la mano como si fuera una princesa y, aguantándose la risa al escuchar las carcajadas de sus compañeras, caminó hasta que estuvo fuera de la tienda.

Comenzó a caminar en dirección a casa de los Cameron. No sabía si encontraría allí a su hermano, pero sí sabía que quería darse una ducha con agua caliente y, por mucho que lo odiara, en su casa no iba a poder.

Iba totalmente sumida en sus pensamientos, tratando de asimilar que esa misma noche irían a buscar el oro y que, si todo iba bien, serían millonarios. Y, lo más importante, habrían cumplido el deseo de su padre.

Habrían conseguido aquello por lo que su padre perdió la vida.

Al pensar en él, sintió sus ojos humedecerse en cuestión de segundos, por lo que los cerró con fuerza y cogió aire, sacudiendo la cabeza. Se pasó las manos por la cara, limpiando la lágrima que había caído de su ojo izquierdo.

—Ashley —dijo una voz a su espalda, haciéndola abrir los ojos de golpe y tensarse.

Sin necesidad de girarse, Lee reconoció al dueño de la voz y pudo sentir su mirada recorriéndola de arriba a abajo. En un intento de abrazarse a sí misma, se cruzó de brazos antes de girarse y tragó saliva.

—Señor Maybank. —Lee movió la mano a modo de saludo, intentando sonar tan tranquila como le fue posible.

—¿Qué haces por aquí?

Lee alzó las cejas, sorprendida ante la pregunta, pero reaccionó en seguida, girándose ligeramente para señalar el camino que estaba siguiendo en dirección a casa de los Cameron.

—De camino a Tannyhill —respondió, encogiéndose de hombros.

—¿Andando?

—Mi hermano iba a recogerme, pero se le habrá olvidado. —Lee forzó una sonrisa.

—Tengo el coche ahí —dijo el señor Maybank, señalando el vehículo, que estaba a escasos metros de ellos, con la barbilla —, sube.

—Muchas gracias, señor Maybank, pero no hace falta, de verdad.

—No deberías andar tú sola por ahí —añadió él, mirándola de arriba a abajo, una vez más. Lee hizo una mueca en cuanto el padre de JJ se giró y comenzó a caminar hasta el coche —. Y a estas alturas deberías saber que puedes llamarme Luke.

Siguiendo los pasos del señor Maybank, Lee obedeció y se subió al asiento del copiloto, con la mirada del padre de JJ clavada en ella. Intentando no hacer contacto visual, Lee se concentró en ponerse el cinturon, prestando atención a sus propios movimientos.

Su estómago dio un vuelco cuando vio varias manchas de sangre, que supuso que era de JJ, en la ventanilla y en la puerta. Tragó saliva para aliviar la presión que estaba creciendo en su pecho y cerró los ojos con fuerza, llevando su mano hasta el anillo de JJ. El señor Maybank hizo una mueca, pero no dijo nada.

—Tannyhill, ¿no? —Lee asintió con la cabeza, lentamente, mientras que el señor Maybank arrancaba el coche.

Ahora con la mirada puesta en la carretera, el padre de JJ comenzó a toquetear los botones de la radio, hasta que consiguió poner música. Lee observó la mano de Luke, haciendo una mueca ante la torpeza de sus movimientos.

Todavía con la mandíbula algo apretada, Lee giró la cabeza para mirar por la ventana, deseando ver la gran mansión de los Cameron. El camino no era muy largo, pero sabía que los minutos que le quedaban, se le iban a hacer eternos.

De nuevo, absorta en sus pensamientos, Lee dejó de prestar atención a la música que rompía el silencio que había en el vehículo. Estaba tan concentrada en mirar por la ventana, que consiguió ignorar la mirada del señor Maybank.

—¿No te suena la canción?

Ante la pregunta, Lee pestañeó varias veces y frunció el ceño al reconocer la canción. Asintió con la cabeza, sintiendo un cosquilleo subir por su estómago hasta su garganta, haciéndola tener que tragar saliva para aliviar la desagradable sensación.

Era una de las canciones favoritas de JJ desde siempre; una de esas que, aunque no solía poner delante de todos sus amigos, cuando lo hacía, los obligaba a estar en silencio para poder escucharla bien.

—Es una de las favoritas de JJ —susurró ella, ante lo que Luke asintió con la cabeza e hizo una mueca con los labios.

—Su madre se la ponía cuando era pequeño.

Lee alzó las cejas y miró de reojo al señor Maybank. Tenía la mirada fija, ahora, en la carretera y el las cejas medio alzadas, mientras que en sus labios asomaba un amago de sonrisa.

Sintiendo su vista nublarse, volvió a girar la cabeza para mirar por la ventana y poder dejar caer varias lágrimas, secándolas en cuanto salían de sus ojos.

No respondió, porque, a decir verdad, no sabía qué decir y tampoco estaba segura de si iba a ser capaz de formular más de dos palabras seguidas sin ponerse a llorar. No era consciente de lo grande que era el nudo en su garganta hasta que tuvo que tragar saliva y sintió un dolor que la hizo cerrar los ojos con fuerza.

—Cada vez que se enfadaba, lo ayudaba a tranquilizarse —susurró el señor Maybank, como si estuviera hablando consigo mismo.

Lee volvió a mirarlo de reojo y, al sentir su labio inferior temblar, se mordió por dentro para evitar parecer nerviosa. Tenía los puños apretados y le temblaba una pierna, pero sabía que el señor Maybank no le estaba prestando tanta atención como para percatarse de eso.

—Lo... Lo sigue haciendo —se atrevió a decir, acompañando sus palabras con una media sonrisa bastante forzada.

El padre de JJ asintió con la cabeza y sonrió un poco, por lo que Lee sintió un extraño alivio recorrer su cuerpo. Respiró profundamente y volvió a tragar saliva.

Esta vez, el que no respondió, fue él. Alzó una ceja, pero se limitó a coger aire y encogerse de hombros, girando el volante para meterse en una de las tantas calles de Figure Eight.

La sensación de alivio creció cuando divisó la gran casa de los Cameron a escasos metros de ellos. Se soltó el cinturón en cuanto el señor Maybank comenzó a reducir la velocidad del coche, intentando salir de allí lo más rápido posible.

En cuanto el coche estuvo parado frente a la puerta de Tannyhill, Ashley abrió la puerta y bajó casi de un salto, sintiendo una ráfaga de aire golpear su cara.

—Muchas gracias, señ... —empezó. Él hizo una mueca, por lo que ella sacudió la cabeza —. Luke.

—No es nada —respondió él, mirándola de arriba a abajo una vez más —. Por cierto, dile a mi hijo que necesito ayuda con un par de motores, que no tarde en pasarse por casa.

Aunque se las apañó para fingir una sonrisa y asentir con la cabeza, Lee no pudo evitar tensarse ante la idea de JJ volviendo a su casa.

Buscando alguna excusa para alejarse, Lee echó un vistazo rápido a su alrededor y, al ver a Rose caminando a un par de metros de ella, asintió con la cabeza, otra vez.

—Lo haré —mintió, refiriéndose a lo de JJ. Sin mirar, Lee señaló a la señora y añadió —: Tengo que...

—Nos vemos, Ashley.

Lee volvió a asentir con la cabeza y cerró la puerta del coche. No se esperó a que arrancara para darse la vuelta y caminar tan rápido como pudo para alejarse del padre de JJ.

El sonido de la puerta del coche cerrarse, hizo que Rose mirase en su dirección, por lo que Lee la saludó con la mano, ganándose una especie de mueca por su parte. La pelinegra apartó la mirada y aceleró el paso hasta estar dentro de la casa.

Las lágrimas se escaparon de sus ojos antes de que pudiera hacer nada por retenerlas. Subió las escaleras, prácticamente corriendo, con la mirada fija en el suelo.

Cuando estuvo en el pasillo en el que estaba su habitación, la pecosa se paró en seco al escuchar las voces de Rafe y Ward, discutiendo sobre algo que Lee no llegó a entender.

Frunció el ceño y miró directamente a la puerta de su habitación, que estaba casi al final del pasillo. Cogió aire y, en un intento de hacer el menor ruido posible, Lee centró su atención en controlar la fuerza con la que pisaba el suelo, todavía con la mirada fija en sus pies. Sin embargo, un portazo la hizo sobresaltarse.

Levantó la mirada y, al ver a Rafe con la mano en la manivela de la puerta que acababa de cerrar y mirándola con el ceño fruncido y los ojos llorosos, Lee tragó saliva, no muy segura de qué hacer ni de qué reacción esperar por parte de Rafe.

—¿Qué haces aquí? —murmuró él, haciendo una mueca. Lee señaló la puerta de su habitación y él se limitó a asentir con la cabeza, dejando salir una risa algo amarga —. Cierto, se me había olvidado que esto se ha convertido en la casa de la caridad.

Lee no conocía demasiado a Rafe, pero no le costó darse cuenta de que más que enfadado con su padre, estaba dolido, así que para evitar empeorar la situación, la pecosa se mordió la lengua —literal y figuralmente —, y se aguantó las ganas de contestarle mal.

Se giró sobre sí misma y, mientras pasaba las manos por sus ojos, empezó a caminar en dirección contraria a la que iba a penas unos minutos antes.

Quería volver a su casa.

Lee llegó al Château con la respiración agitada, debido a lo rápido que había andado durante todo el camino. Echó un vistazo a su alrededor y, al no ver a nadie, se adentró en su pequeña casa.

Se dio una ducha rápida y, para comer, se hizo un sandwich. Cuando terminó, se tumbó en el sofá, disfrutando del silencio y la tranquilidad que había a su alrededor. Estaba más tranquila, pero aún así tenía una sensación extraña en su cuerpo.

Sus párpados se hicieron cada vez más pesados y sus ojos empezaron a escocer tanto que se le hacía casi imposible mantenerlos abiertos. El cansancio se fue expandiendo por todos los rincones de su cuerpo, hasta que, finalmente, Lee se quedó durmiendo.

°°°

Lee abrió los ojos lentamente y frunció el ceño, confusa, al verse en su habitación. Salió de allí, buscando a JJ, John B o Pope, pero no encontró a nadie. Suspiró y abrió la puerta que llevaba al porche trasero, dispuesta a tumbarse en la hamaca un rato más, porque aunque le daba la sensación de que había dormido un rato bastante largo, le dolía un poco la cabeza.

Para su sorpresa, cuando salió, encontró a JJ apoyado en un árbol, de espaldas a ella. Por el movimiento de su brazo derecho, supuso que estaba fumando.

Sin poder evitar curvar las comisuras de sus labios hacia arriba, se acercó al rubio y lo abrazó por detrás, pillándolo totalmente por sorpresa. Él sonrió al reconocer los brazos de la pecosa rodeando su cintura y puso su mano libre sobre las manos de Lee.

—¿Me echabas de menos?

Ella asintió con la cabeza rápidamente, apoyando su mejilla en la espalda de JJ. El rubio apartó el porro de sus labios y soltó una carcajada, girando su cuerpo para poder rodear a Lee con su brazo izquierdo.

Ella se dejó mover hasta estar delante de él, apoyada ahora en su pecho y con la mejilla de JJ presionada suavemente con su cabeza, mientras que acariciaba el brazo de la pecosa con sus dedos.

—¿Mal día? —Lee volvió a asentir, abrazándolo con un poco más de fuerza.

—Algo así —respondió ella. JJ sonrió de lado y movió un poco la cabeza para darle un beso en la frente —. Dame eso.

Lee estiró el brazo y le quitó el porro de la mano, ante lo que JJ abrió la boca para protestar. Su expresión cambió por completo cuando, en lugar tirarlo al suelo para pisarlo, la pelinegra dio una larga calada. JJ alzó las cejas y, cuando Lee empezó a toser, le quitó el porro, lo tiró al suelo y lo pisó, para después acariciarle la espalda.

—Ashley, ¿qué...

—Lo necesitaba —se adelantó ella.

JJ frunció un poco más el ceño, poniendo sus manos en los hombros de Lee para apartarla y mirarla a los ojos. Ella bajó la mirada y cogió aire.

—No es la primera vez que lo hago, no me mires así.

—Solo lo haces en situaciones de extrema necesidad.

—Esta noche vamos a ir a casa de una asesina a buscar el oro que, siendo totalmente realistas, ni siquiera sabemos si está ahí —soltó ella, ante lo que él ladeó la cabeza —. Creo que eso cuenta como extrema necesidad.

Podría haber añadido su encuentro con el padre de JJ, pero, conocía al rubio más que de sobra como para saber que solo serviría para que él encontrase la forma de echarse la culpa de que ella se hubiera visto en esa situación. Optó por no decirle nada, porque tampoco había pasado nada.

JJ no respondió, al menos, no con palabras. Puso su mano en la mejilla de Lee y movió el dedo pulgar, acariciando la cara de la pecosa con suavidad, para después darle un par de besos cortos. Ella cerró los ojos y cogió aire, sonriendo de lado.

—Así que me crees —dijo JJ, curvando las comisuras de sus labios hacia arriba y arqueando una ceja. Lee frunció el ceño y abrió los ojos para mirarlo, algo confusa —. Ya sabes, lo de la señora Craine.

—No, pero si quito la parte de que vamos a casa de una asesina, la historia pierde emoción.

—Me crees —discutió él. Lee rodó los ojos y sonrió un poco más.

—Dejémoslo en que te voy a dar el beneficio de la duda —respondió ella, ladeando la cabeza. JJ sonrió con aire triunfante.

—Me sirve.

—Si luego resulta que es verdad —añadió Lee, dando un paso hacia atrás —, ya veremos si te ayudo o te uso como cebo.

—Esa no es ayuda que me debes —protestó él, siguiendo los pasos de Lee, ya que había empezado a andar hacia la hamaca. Ella rio y se encogió de hombros, pero no dijo nada.

—No sé de qué me estás hablando —respondió, sonriéndole, cuando estuvo algo alejada de él.

La pecosa se tumbó en la hamaca y se hizo a un lado, esperando a que el rubio se tumbara a su lado. JJ se acomodó en el hueco que Lee le había dejado y la abrazó.

—¿Estás bien? —preguntó el rubio, poniendo el dedo en la barbilla de Lee para hacerla mirarlo. Ella asintió con la cabeza y se encogió entre los brazos de JJ.

—Sólo me duele un poco la cabeza —susurró ella. Él asintió con la cabeza y puso su mano en la nuca de Lee para jugar con su pelo —. ¿Mi hermano y Pope...

—Han ido a por Sarah y Kie.

—¿Qué hora es? —preguntó Lee, levantando la cabeza para mirar al rubio. Él sonrió.

—Son las seis y media —respondió, apartando un mechón de pelo de la cara de Lee —. Llevas durmiendo toda la tarde.

—Qué desastre soy. —Lee resopló y JJ soltó una carcajada mientras asentía con la cabeza.

—Ahora no sabemos si entre las dos han matado a John B o si ha salido bien —comentó JJ —. Todo por tu culpa.

El rubio le dio un toquecito a Lee en la nariz con el dedo índice y ella rodó los ojos y le sacó la lengua.

Antes de que Ashley pudiera responder, escuchó a alguien aclararse la garganta a un par de metros de ellos, haciendo que ambos se medio incorporasen. Lee sonrió al ver a su mejor amiga de pie, cruzada de brazos, y mirándolos con una ceja alzada.

—Eres una traidora, Ashley —dijo Kie, haciendo una mueca. Lee bajó de un salto de la hamaca y se acercó a su mejor amiga con los brazos estirados para rodearla con ellos. Kie sonrió y la abrazó, mientras que saludaba a JJ con la mano.

—No me odies —pidió la pecosa, separándose un poco de Kiara. La de pelo rizado hizo una mueca y puso los ojos en blanco.

—Dame un buen motivo para no hacerlo —bromeó Kie. Lee asintió con la cabeza y se giró un poco para señalar a JJ. El rubio se había vuelto a tumbar en la hamaca, boca abajo, asomando la cabeza para mirar a las dos chicas.

Cuando Lee se giró y cruzó miradas con él, JJ le guiñó el ojo y sonrió, haciendo que la pecosa sintiera el calor subir hasta sus mejillas en cuestión de segundos. Estiró el dedo de en medio en su dirección, tapándose la cara con su otra mano.

—Espera. Espera, espera. —Kie dio un paso hacia delante y se colocó entre ellos dos, girando la cabeza hacia un lado y a otro, para poder mirarlos a los dos.

—Vamos dentro —dijo Lee, cogiendo la mano de Kie para tirar de ella.

JJ soltó una carcajada y rodó sobre sí mismo para poder levantarse y acercarse a ellas, colocándose detrás de Lee. Apoyó la barbilla en su cabeza y puso las manos en su cintura.

—Sí, Kie. Tu cabeza está funcionando bien. —JJ movió sus brazos hasta que rodeó el cuerpo de Lee con ellos y le dio un beso en la mejilla.

—J, me estás estropeando la historia —protestó Lee, ladeando la cabeza para mirarlo —. Ahora ya sabe el final.

—Necesito muchas explicaciones. —Kie asintió con la cabeza, mirando a su mejor amiga. Lee rodó los ojos, pero sonrió y asintió con la cabeza también.

—Por cierto, ¿qué tal con Sarah? —preguntó la pecosa, cambiando de tema. Kie se encogió de hombros y sonrió.

—Tal vez no vaya tan mal como esperaba —contestó.

—Mierda, había apostado con Pope que... —empezó JJ, ganándose un pisotón por parte de Lee y una mala mirada por parte de Kie.

El ruido del motor de la caravana captó la atención de los tres adolescentes, por lo que se giraron y sonrieron al ver a John B y a Sarah bajar del vehículo y caminar hasta ellos. Iban completamente vestidos de negro.

—¿Nos tenemos que vestir de negro? —preguntó Kie. John B asintió con la cabeza.

—Vamos a parecer espías —comentó JJ.

—No querrás que la asesina nos descubra, ¿no? —Lee alzó una ceja y él puso los ojos en blanco.

—Tú ríete.

—No me estoy riendo.

—¿Podéis callaros? —John B miró mal a su hermana y a su mejor amigo.

—No —respondieron a la vez. El pecoso les sacó el dedo y miró a Kie, que miraba divertida la situación.

—Sí, nos tenemos que vestir de negro.

Kie, aprovechando que todavía tenía la mano de su mejor amiga cogida, cogió también la de Sarah y tiró de las dos chicas hasta llegar a la habitación de Ashley, cerrando la puerta en cuanto las tres estuvieron dentro.

—Dispara —dijo Kie, abriendo el armario. Sarah se cruzó de brazos, quedándose algo apartada, mientras que Lee se dejó caer en su cama.

—No tengo la pistola —respondió Lee. Kie la miró de reojo e hizo una mueca —. Te prometo que cuando no estemos a menos de un par de horas de jugarnos la vida, te... Os lo cuento. —Lee miró a Sarah y sonrió de lado, cosa que ella imitó, agradeciendo que la hubiera incluido.

—Pero, entonces... —Kie sacó toda la ropa negra que había en el armario de Lee y la dejó en la cama, haciendo un montón. La pecosa comenzó a separar, cogiendo para ella una camiseta negra de tirantes y unas mallas largas, también negras.

—¿Estáis saliendo? —preguntó la rubia, acabando la pregunta que había empezado Kie. Lee asintió con la cabeza y se mordió la mejilla por dentro.

—¿¡Estáis saliendo?! —susurró-gritó Kie, abriendo mucho los ojos —. Pensaba que me estabais vacilando.

Lee soltó una carcajada y negó con la cabeza mientras se ponía de pie para cambiarse de ropa. Kie hizo lo mismo, cogiendo la ropa que le había sobrado a la pecosa.

—Me lo pidió anoche —susurró Lee, sin poder evitar sonreír, una vez ambas se habían vestido con la ropa negra.

Kie sonrió al ver a su mejor amiga sonreír y miró a Sarah, que sonrió también, mirando a Lee.

—No me miréis así —pidió Lee, sacudiendo la cabeza para disimular que se estaba sonrojando.

Dio varios pasos hasta la puerta y, todavía con las miradas de las dos chicas puestas en ella, la abrió, para después girarse y mirarlas.

—¿Salís?

Sarah fue la primera en reaccionar, asintiendo con la cabeza mientras se acercaba a ella. La de pelo rizado alzó una ceja, todavía mirando a su mejor amiga, y asintió con la cabeza.

Las tres chicas volvieron al porche, donde estaban JJ y John B, hablando entre ellos, sentados en los escalones. El rubio también se había cambiado de ropa, por lo que ahora iba, también, entero vestido de negro.

—¿Dónde está Pope? —preguntó la pecosa.

—Hemos quedado con él después de cenar en Heyward's —respondió John B, girando la cabeza para mirar a su hermana —. Dice que tenía algo bastante urgente.

—¿Qué es más urgente que pasar tiempo con nosotros? —JJ alzó las cejas varias veces, hablando con tono burlón y de broma.

—Últimamente hace cosas extrañas —añadió Kie, sentándose al otro lado de JJ.

—Es Pope, ¿cuándo hace cosas no extrañas? —preguntó JJ. Lee se acercó a él y le dio una colleja, haciéndolo quejarse. Sarah, John B y Kie rieron, mirando la cara de fastidio de JJ con diversión.

La pecosa se sentó entre las piernas de JJ y apoyó la la cabeza en su rodilla, dejando que él comenzara a jugar con su pelo.

—¿Me dejas hacerte una trenza? —preguntó JJ. Lee ladeó la cabeza para mirarlo y asintió.

—Kie, no dejes que me deje calva, por favor —bromeó Lee.

John B y Sarah se habían alejado de ellos para ir a la cocina y preparar algo para cenar, mientras que JJ, con el ceño ligeramente fruncido y la lengua sobre su labio superior, estaba totalmente concentrado en seguir las indicaciones de Kie para hacerle una trenza a Lee.

°°°

Los, ahora seis, amigos, se encontraban en la caravana, justo delante de la valla que separaba el jardín de los Craine de la calle. Estaba de noche, por lo que la única luz que iluminaba el ambiente, era la luz de la luna y la luz de una farola que, de vez en cuando, parpadeba.

John B fue el primero en bajar de la caravana, seguido de Lee, que bajaron antes que los demás para poder abrirles la puerta, que iban acomodados en la parte de detrás; JJ y Pope tirados en el suelo, Kie tumbada en los asientos de detrás y Sarah sentada en el asiento que daba la espalda al conductor.

En cuanto los hermanos Routledge abrieron la puerta, sus amigos se movieron de sus sitios, dispuestos a bajar del vehículo. John B se aclaró la garganta, captando la atención de todos y pasó un brazo por los brazos de Ashley.

—Tíos, antes de entrar —empezó él, mirando a sus amigos y a su novia, uno a uno —, os queríamos dar las gracias.

Ahora, John B miró a su hermana, que asintió con la cabeza y, por un segundo, bajó la mirada al sentir sus ojos humedecerse. Sintió un apretón en su mano y sonrió al ver a Kie mirándola.

—Esto es importante para nosotros, así que... Gracias por no habernos dejado solos y habernos ayudado.

—Siempre —dijo la de pelo rizado, mirando a los dos pecosos.

—Ya sabéis que sí —concordó Pope, chocando el puño con John B y dándole una patada suave a Lee. Ella sonrió de nuevo.

Sarah asintió, mirando a John B, que le dedicó una sonrisa ladeada y le tendió la mano. Lee miró a JJ con una ceja alzada y él se encogió de hombros, guiñándole un ojo mientras se echaba la cuerda al hombro.

—Ya nos pondremos sensibles cuando seamos millonarios —bromeó, bajando de la caravana de un salto. Se quedó de pie junto a Lee, pasó un brazo alrededor de sus hombros y le dio un beso en la cabeza, haciendo que se a ella se le escapara una lágrima.

Dejando que Sarah, Kie y Pope se adelantaran varios pasos, JJ se quedó detrás con John B y con Lee. Se miraron entre los tres y asintieron con la cabeza.

—Sigo pensando que Yucatán es un buen sitio para vivir —comentó JJ, pasando su brazo libre alrededor de los hombros de John B, mientras caminaban hasta el muro.

El mayor de los hermanos miró a su mejor amigo y le dio una palmadita en el pecho, aguantándose la risa. Ashley, sin embargo, no se molestó en reprimir la carcajada que se escapó de sus labios, haciendo que su hermano y su novio la mirasen y sonrieran.

—Primero vamos a ver si la señora Craine no nos hace picadillo. —Lee, tras sacarle la lengua, apartó el brazo de JJ de sus hombros y saltó el muro, sorprendiéndose a sí misma por lo rápido que lo había hecho.

No tardó mucho en alcanzar a sus tres amigos, que los estaban esperando agachados junto a un árbol. Cuando JJ y John B estuvieron con ellos, se pusieron de pie y comenzaron a cruzar el jardín.

En cuanto una luz blanca los iluminó, tirando los unos de los otros, todos se escondieron entre los árboles. Se agacharon, de nuevo, y apagaron las linternas.

—Mierda, luces con sensor de movimiento —murmuró Pope, apoyando una rodilla en el suelo.

—¿Qué hacemos? —preguntó Lee, mirándolo.

—Podemos... Podemos movernos muy lentamente —propuso JJ. Todos giraron las cabezas para mirarlo.

—¿Qué? —Sarah hizo una mueca.

—Así no funciona.

JJ abrió la boca para protestar, pero Lee cogió su mano, haciendo que la mirada del rubio se posara en ella y negó suavemente con la cabeza. Él se encogió de hombros.

—Podemos tirar una piedra —propuso esta vez John B.

Lee giró la cabeza para mirar a su hermano e hizo una mueca. El pecoso rodó los ojos ante las miradas de sus amigos.

—Qué buena idea, John B —ironizó Pope.

—Sí, avisar a la señora Craine de que estamos aquí —dijo Kie.

—¿Por qué no se nos había ocurrido antes? —preguntó Lee, dándose una palmadita en la frente.

—¿Se os ocurre algo mejor? —protestó John B.

—Cualquier cosa es mejor que eso —contestó Kie.

—Puedo acercarme al porche y desconectar los cables —dijo Sarah, captando la atención de todos —. Mi hermano y yo jugábamos al escondite aquí cuando éramos pequeños, así que, más o menos, sé guiarme.

—No vas a ir tú sola —le discutió John B.

—¿Cómo que no?

—Esa señora mata a gente con un hacha. —JJ le dio la razón a su mejor amigo, apretando, sin darse cuenta, la mano de Lee.

—Ni siquiera sabemos si es verdad —dijo Sarah —. Además, en caso de que lo fuera, tendrá ochenta y cinco años.

—Eso es cierto.

—Voy con ella. —Kie se acercó a Sarah y John B suspiró.

—Esperadme —susurró Lee, incorporándose para seguirlas.

JJ y John B se miraron entre ellos y tragaron saliva, sintiendo algo de pánico ante la idea de Ashley acercándose más a esa casa. En seguida volvieron a mirarla.

Aprovechando que tenía su mano cogida, JJ tiró suavemente de su brazo para llamar su atención. Lee giró la cabeza para mirarlo, arqueando una ceja, preparada para discutirle si le decía que no lo hiciera. En lugar de decir nada, el rubio señaló a su mejor amigo con la barbilla.

La pecosa, sin soltar la mano de JJ, miró a su hermano y suavizó la expresión al ver cómo la estaba mirando John B.

—Ni se te ocurra —murmuró el pecoso, mirando a su hermana a los ojos —, por favor.

Lee suspiró y, sin quejarse, se agachó de nuevo junto a JJ. Sonrió de lado para reconfortar a su hermano, que asintió con la cabeza cuando la vio acomodarse en el suelo, apoyando una rodilla en el suelo y el codo en la pierna de JJ.

—Lleva cuidado. —John B dejó de mirar a su hermana para mirar a su novia, que asintió y sonrió.

—Tú también, lleva cuidado —dijo Lee, mirando a su mejor amiga.

—Me preocupan más ellos —bromeó la de pelo rizado, señalando a sus tres amigos. Lee asintió con la cabeza, indicando que tenía razón, y medio sonrió.

Cogidas de la mano, Kie y Sarah se alejaron de los demás, caminando entre las plantas y en dirección a la tenebrosa casa blanca. Las siguieron con la mirada hasta que las perdieron de vista.

En cuanto dejaron de verlas, se miraron los unos a los otros. Lee alzó una ceja al ver las sonrisas burlonas que tenían JJ y Pope, pero no dijo nada. Los observó atentamente, sabiendo que estaban tramando algo y que tenía que ver con su hermano, que estaba algo absorto.

La pecosa dejó de prestar atención a JJ y a Pope y puso una mano sobre la de su hermano para darle un suave apretón. Él la miró y le sonrió, cosa que ella imitó.

—Lleva cuidado —dijo JJ, rompiendo el silencio. Lee y John B se giraron para mirarlo y, al ver que se había inclinado un poco sobre Pope y había puesto su mano libre en su mejilla, ambos hermanos arquearon la ceja izquierda.

—Llevaré cuidado por ti —respondió el moreno, imitando lo que Lee supuso que era la voz de Sarah.

—¿Os podéis callar? —pidió John B, algo irritado. JJ y Pope siguieron con su broma, por lo que el pecoso resopló —. Callaos —murmuró —. ¡Callaos! —repitió en un tono de voz un poco más alto. Al ver sus caras burlonas, añadió: —. Os voy a matar.

—¿Así vamos a llevar cuidado?

Lee no pudo evitar soltar una carcajada, algo ruidosa de más, ante la última respuesta de Pope. Los tres giraron la cabeza para mirarla.

—Perdón, perdón —susurró, tapándose la boca —, pero es que ha sido gracioso.

John B miró mal a su hermana, que se encogió de hombros, frunciendo los labios para reprimir la sonrisa. JJ sonrió de lado, mirándola, y le apartó un mechón de pelo que se le había salido de la trenza, colocándolo detrás de su oreja. Ella lo miró de reojo y sonrió un poco más.

Un ruido el porche los hizo sobresaltarse y girarse bruscamente, asustados por si venía alguien o por su les había pasado algo a alguna de sus dos amigas. Sin embargo, no pasó nada más, por lo que los cuatro adolescentes dejaron salir todo el aire que habían contenido en sus pulmones en forma de suspiros de alivio.

Se quedaron mirando la casa, en silencio, hasta que JJ se aclaró la garganta, captando la atención del resto.

—Dicen que cuando Hollis desapareció... —empezó JJ. Pope y Lee se miraron entre ellos y, como si lo hubieran hecho aposta, Lee le tapó la boca a JJ mientras que Pope protestaba.

—Cállate ya, joder.

JJ, apartando la mano de la pecosa de su cara, los miró a los dos y, después, a John B, soltando un silbido.

—Cállate —pidió Lee —. Cállate o te prometo que vas a estar todo el verano durmiendo en el bote.

—Para no creertelo, te veo asustada —susurró él, acercándose al oído de Lee, con tono de burlón. Ella rodó los ojos y sonrió, dándole un codazo.

Interrumpiendo su pequeña discusión, la luz blanca que enfocaba al enorme jardín, se apagó de golpe. Se sobresaltaron un poco, pero en seguida reaccionaron y encendieron las linternas, iluminando un poco el ambiente.

—A la de tres... —empezó John B. Lee frunció el ceño y, sin esperar a que su hermano terminara de contar, se levantó y pasó por delante de los tres chicos para llegar lo antes posible al sótano.

—Sí, claro, separémonos. Muy buena idea, Lee —ironizó Pope, siguiendo a su amiga.

Les llevaba un par de metros de ventaja, ya que al ser más baja y pequeña, se le hacía más fácil moverse entre la maleza del jardín. Además, tenía que admitir, que era bastante ágil, así que, mientras que ellos no paraban de arañarse con algunas plantas, ella había llegado al sótano casi sin problemas.

Cuando, por fin, la alcanzaron, se pusieron manos a la obra a preparar las cosas para bajar a John B por el pozo. Dejando a JJ y a su hermano colocar la cuerda y a Pope la polea, Lee se acercó hasta el pozo y se asomó.

Al no ver nada más que oscuridad, sintió su estómago revolverse. La idea de que su hermano fuera a bajar hasta allí, la hizo tensarse un poco.

—Oye, Johnny —susurró, con un hilo de voz. El pecoso dejó lo que estaba haciendo y se acercó a ella —, ¿seguro que...

—Escúchame —pidió él, poniendo sus manos en la cara de su hermana para hacer que lo mirase —, voy a estar bien, ¿vale?

Lee asintió lentamente con la cabeza y tragó saliva, aunque para nada segura de lo que iban a hacer a continuación. Echó un último vistazo al pozo y suspiró.

—Si te pasa algo, te la cargas —susurró Lee. JJ y Pope se miraron entre ellos y los miraron, con algo de ternura y algo preocupados por su amigo —. Y ya sabes que no me ando con bromas.

—Me asusta menos bajar a ese pozo que despertar a A —bromeó John B. Lee medio sonrió y abrazó a su hermano —. Te quiero mucho.

—Yo también —respondió ella, abrazándolo con un poco más de fuerza.

—Chicos, esto ya está.

Las palabras de Pope hicieron que John B y Lee lo miraran y asintieran con la cabeza. Los hermanos se miraron una última vez y el pecoso dio un paso atrás.

—No me soltéis —pidió, medio de broma. Se colocó junto a Pope, que lo ayudó a atarse a la cuerda, mientras que su hermana se había colocado junto a JJ, preparada para empezar a tirar.

—Intentaremos resistirnos a la tentación —dijo JJ, en el mismo tono que su mejor amigo. John B sonrió y le sacó el dedo —. Acabo de caer, esto me recuerda a C.H.U.D.

—¿Qué? —preguntó Pope, dejando de mirar a John B para mirar al rubio.

—¿Qué es eso? —John B hizo una mueca.

—Caníbales Humanoides Ululantes Diabólicos —citó Lee. John B y Pope la miraron, exagerando sus muecas de confusión y JJ con las cejas alzadas y una sonrisa —. No me culpeis, JJ me ha hecho verla varias veces.

—Es un peliculón —dijo él, pasando su brazo por los hombros de la pecosa y mirando a sus amigos —. Va sobre caníbales que viven en las alcantarillas de Nueva York.

—Bueno, peliculón lo que se dice peliculón... —empezó Lee. JJ le tapó la boca y la acercó a él para poder abrazarla.

—¡Tenéis que verla! —exclamó JJ en un susurro demasiado fuerte.

—Calla —murmuró John B, mirando a su alrededor e indicándole que estuviera en silencio. Lee se soltó del agarre del rubio y volvió a su posición inicial: delante de él y pegada a la cuerda.

En cuanto todos estuvieron listos, JJ, Pope y ella comenzaron a soltar la cuerda para bajar, poco a poco, al pecoso. Todo parecía ir bien, —sin contar que JJ se había resbalado, soltando mucha cuerda de golpe y que Pope y Lee se habían caído también, por lo que John B descendió unos cuantos metros del tirón y se dio un susto de muerte —, hasta que se dieron cuenta de que a penas les quedaban cinco metros de cuerda.

—Eh, oye, John B —dijo Pope —, ¿estás cerca del fondo?

—No lo sé —respondió él.

—Es que queda poca cuerda —explicó el moreno.

—Seguid —pidió John B, ante lo que Pope miró a Lee y a JJ y asintió con la cabeza.

La pecosa resopló, sintiendo las palmas de sus manos arder por el constante roce del material de la cuerda con su piel. Le dolían también los brazos, pero no podía soltar la cuerda, así que cerró los ojos con fuerza y se limitó a centrarse en su tarea.

—Parad, parad —casi gritó el mayor de los Routledge.

—¿Qué pasa? —preguntó Ashley, bastante preocupada.

—Hay aguas residuales y huelen muy mal —respondió John B.

—¿Te subimos? —preguntó, esta vez, JJ, también preocupado.

—No. Supongo que no —dijo desde abajo —. Pero id poco a poco.

Lee abrió la boca para quejarse, pero sacudió la cabeza y se puso manos a la obra a seguir bajando a su hermano.

—Vale, estoy en el fondo —indicó el pecoso.

—¿Estás bien? —preguntó su hermana.

—Es peor de lo que me esperaba.

—¿Qué hay?

—¿Ves el oro?

—Todavía no, dadme un par de minutos.

Como si hubiera sido la señal que estaban esperando, los tres adolescentes soltaron la cuerda y se relajaron. Se asomaron al borde del pozo, con el fin de ver a John B.

Lee sintió todavía más dolor en sus brazos ahora que no estaba haciendo fuerza, por lo que hizo una mueca y comenzó a moverlos, intentando deshacerse de la molestia que sentía en sus músculos. No se quejó en voz alta, pero tanto JJ como Pope la miraron algo preocupados.

—¿Estás... —empezó a preguntar el moreno, pero un grito de John B lo interrumpió.

—¡Ashley, subidme! —gritó —. ¡JJ, venga! ¡Rápido! —insistió.

JJ, Lee y Pope se incorporaron de un salto y agarraron la cuerda, tirando de ella hacia arriba tan rápido como les era posible para sacar a John B del pozo.

—¿John? —preguntó Lee tras varios segundos de silencio.

—¡Esperad! —volvió a hablar —. ¡Creo que he encontrado algo!

De nuevo, Pope, Lee y JJ se miraron entre ellos y dejaron de tirar, pero esta vez se quedaron en sus sitios junto a la cuerda, preparados para tirar del pecoso en cuanto este lo necesitara.

—¿John B? —Pope se asomó un poco al pozo.

Lee podía escuchar a su hermano hablar, pero no entendía nada de lo que estaba diciendo, así que empezó a agobiarse.

—¡John! —susurró gritó, soltando la cuerda para acercarse al borde del pozo. Con una linterna, intentó arrojar algo de luz a la oscuridad del pozo —. ¡John!

—John B, ¿estás bien? —insistió JJ.

Lo único que se escuchó después de la pregunta de JJ, fue el silencio. Lee empezó a sentir su respiración entrecortarse y su cuerpo empezar a temblar, sin poder hacer nada para evitarlo. Se giró sobre sí misma y miró a JJ, aterrada.

Por si la situación no era bastante agobiante y desagradable, gracias al silencio que había en el sótano, Pope, JJ y Ashley pudieron escuchar los gritos de Kie y Sarah.

Antes de que pudieran decir nada, la puerta se abrió, dejando ver a sus dos amigas corriendo hacia ellos como si se les fuera la vida en ello.

—Kie, ¿qué pasa? —preguntó Pope, haciendo una mueca.

—¡La señora Craine ha intentado matarnos! —contestó, algo alterada. Se inclinó hacia delante y apoyándose sobre sus propias rodillas.

—La hemos encerrado en el salón pero tenemos que irnos —sentenció Sarah —. ¿Dónde está John B?

—Hay que subirlo —informó JJ, mirando de nuevo a Ashley. Estaba totalmente quieta, así que dio un paso hacia ella y la cogió de la muñeca para acercarla a él —. No hace falta que tires si no puedes —susurró. Ella sacudió la cabeza y tragó saliva, colocándose justo delante de él y agarrando la cuerda.

Kie y Sarah también habían agarrado la cuerda, por lo que, tras haber avisado a John B de que iban a subirlo y haber obtenido una respuesta, que ninguno había llegado a entender, empezaron a hacer fuerza para tirar hacia arriba.

Cuando, de nuevo, todo parecía ir bien, la puerta del sótano por la que habían llegado Kie y Sarah a penas cinco minutos antes, se abrió de golpe, dejando ver a una señora mayor armada con una escopeta. Los cinco amigos abrieron los ojos como platos, pero sin dejar de tirar la cuerda.

La señora Craine no tardó en disparar, haciendo que todos se agacharan.

—Seguid tirando —suplicó Lee. Kie giró la cabeza para mirar a su mejor amiga y, al verla temblando —un poco más que los demás —, tragó saliva y se centró en la cuerda.

JJ se hizo un poco para adelante, quedando, así, todavía más cerca de Lee.

—Seguid, vamos —añadió el rubio, animando a sus amigas. Pope lo miró y asintió con la cabeza.

Todos tenían las miradas puestas en el pozo, con la esperanza de que, en cualquier momento, John B saliera de ahí de una pieza. La señora Craine seguía bajando las escaleras, poco a poco, dándoles algo de tiempo para respirar.

En cuanto vieron las manos de John B, Lee soltó la cuerda y corrió hasta él, ignorando, como pudo, el nuevo disparo que efectuó la señora. JJ corrió detrás de ella y, entre los dos, ayudaron al pecoso a salir de ahí.

—¡Agachaos! —susurró-gritó Kie. Lee se agachó, apoyando su espalda en la pared del pozo y tiró de JJ y de su hermano para que hicieran lo mismo.

—A la de tres, corremos —indicó Pope, desde su sitio. Él se había escondido con Sarah y Kie detrás de un mueble tapado con una sábana, a un par de metros de donde estaban los hermanos Routledge y JJ.

Todos asintieron con la cabeza y, al escuchar otro disparo más, tragaron saliva. Contaron hasta a tres y, tal y como había dicho Pope, en cuanto la cuenta llegó a cero, todos comenzaron a correr hacia la salida entre gritos, dejándose llevar por la adrenalina del momento que corría por sus venas.

JJ y Lee llegaron los primeros a la caravana, por lo que se sentaron en los asientos de delante y, Pope, Kie y Sarah, se dieron prisa en acomodarse en la parte de detrás. Todos fruncieron el ceño ante la ausencia de John B.

—¿Dónde está mi hermano? —preguntó la pecosa, girando la cabeza.

—Viene corriendo por ahí —respondió Sarah, señalando el muro. Se asomó y estiró el brazo para que John B lo cogiera cuando estuviera lo suficientemente cerca.

Lee suspiró aliviada al ver a su hermano y echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en el respaldo de su asiento.

—¡Vamos! —dijo Kie, totalmente nerviosa, mirando a JJ y señalando el volante.

—¡Date prisa! —exclamó Pope.

JJ resopló, metiendo las llaves para arrancar la caravana. Dado el estrés y los nervios, al rubio le temblaban las manos, entorpeciendo sus movimientos a la hora de meter la llave. Lee hizo una mueca y suspiró.

—Estamos bien —susurró Lee. JJ la miró de reojo y asintió con la cabeza, consiguiendo, por fin, arrancar la caravana.

Empezó a conducir, pero bastante lento para asegurarse de que John B pudiera alcanzarlos. Miró por el retrovisor y, al ver a su mejor amigo cogiendo la mano de Sarah entre gritos de ánimo de Kie y Pope, JJ también suspiró aliviado y aceleró.

—¿Por qué siempre nos acaban disparando? —preguntó Lee, rompiendo el silencio que se había instalado en el vehículo. Su pregunta, dio paso a un coro de carcajadas.

—¡Acelera, JJ! —gritó Kie, dándole una palmada en la espalda. Él obedeció, pisando el acelerador un poco más.

—¿Estáis todos bien? —preguntó John B, hablando por primera vez desde que había subido.

—La pregunta es si tú estás bien —dijo Lee, mirando a su hermano. Él asintió con la cabeza.

—Sí me hubiera dado, lo sabría, ¿no? —comentó Kie, mirándose los brazos.

—Supongo que sí. —Sarah asintió con la cabeza, mirándolos uno a uno, comprobando que a nadie le estuviera saliendo sangre.

—Oye, John B —dijo Pope, haciendo una mueca —, estás hecho un asco.

—Y hueles mal —añadió JJ, apartando la mirada de la carretera para mirar a su mejor amigo de reojo.

—¿Qué coño acaba de pasar? —preguntó Sarah, todavía sumida en el asombro.

—Al final JJ tenía razón —comentó Lee, haciendo una mueca.

—¡Pasará a la historia de los Pogues! —exclamó el rubio.

—¿Que tengas razón o que casi nos mate una señora de ochenta y cinco años? —se medio burló Lee y JJ la miró con una ceja arqueada.

—Parecía poseída —añadió Sarah.

—Menos mal que no tenía puntería. —Kie asintió con la cabeza.

La conversación fluyó entre Sarah, Kie y Pope, mientras que John B parecía agotado. JJ tenía la atención puesta en la carretera, mirando de vez en cuando a Lee de reojo para asegurarse de que estaba bien. La pecosa, por su parte, se limitó a observar a los demás, sintiendo un alivio enorme al verlos a todos bien.

Algo brillante en la mano de John B captó su atención, por lo que frunció el ceño y giró el cuerpo para mirarlo más de cerca. Cuando se percató de lo que era, abrió los ojos como platos y soltó una carcajada, sintiendo una sensación de euforia recorrer su cuerpo.

La risa de Ashley hizo que todos los demás se callaran y la mirasen, para después, dirigir sus miradas hacia lo que fuera que estaba mirando ella. Todos pusieron la misma cara.

—¿Qué pasa? —preguntó JJ, sin poder ver qué había llamado la atención de sus amigos.

—No me jodas —dijo Sarah, ignorando la pregunta de JJ —. John B.

—¿Lo has... —Lee hizo una pausa para tragar saliva —. ¿Lo has conseguido?

—Lo he conseguido —respondió el pecoso, mirando a su hermana y levantando la mano en la que tenía el oro —. ¡Lo hemos conseguido! —repitió, esta vez, paseando la mirada por todos sus amigos.

Las palabras de John B sirvieron como detonante de una explosión de felicidad. Ninguno se contuvo las ganas de chillar, pegar saltos, cantar, dar golpes o silbar, dejando que la emoción del momento los controlase.

Lee volvió a girar su cuerpo para acomodarse de nuevo en el asiento, apoyando la espalda en el respaldo. Miró a JJ de reojo y, cuando él la miró a ella, sonrieron los dos todavía un poco más. Rápidamente, se inclinaron para juntar sus labios en un beso.

—¡Ojos en la carretera! —exclamó Pope. Kie, John B y Sarah se giraron de golpe y soltaron una carcajada al ver a JJ y a Lee sacarle el dedo al moreno.

—Ahora que vamos a ser ricos, no querréis matarnos, ¿no? —bromeó John B, dándole una palmadita a JJ en la espalda.

—Vamos a ser ricos —repitió Kie —. Muy, muy, muy ricos.

—Millonarios —corrigió Pope.

—Unos completos Kooks. —John B asintió con la cabeza y miró a Sarah, dedicándole una sonrisa.

—¡Unos completos Kooks! —repitieron todos, acompañando sus palabras con carcajadas y algún que otro grito de alegría.

Tal vez, la vida por fin les estaba sonriendo.

_______________________________________

¡Hola!

Voy a empezar pidiendo perdón por haber tardado tantísimo, pero he empezado las clases y al estar en el piso con mis compañeras, se me hace más difícil encontrar ratitos para escribir.

El capítulo es larguísimo, así que espero que eso compense la espera.

También quería deciros que estoy súper feliz porque la historia ha llegado a los 1000 votos. Lo digo siempre, pero es que os lo agradezco un montón.

Espero que os guste y ya sabéis que podéis comentar todo lo que queráis, que me encanta leeros.💗

Intentaré no tardar tanto para los siguientes que, a partir de ahora, ¡se viene un dramón detrás de otro!

¡Hasta el próximo!

🥰✨

Continue Reading

You'll Also Like

288K 19.6K 92
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
881K 92.7K 139
1era y 2da temporada ♥️ Sinopsis: En donde Jimin es un Omega mimado y Jungkook un Alfa amargado, los dos se casan por sus propias conveniencias. ⚠️...
38.3K 1.7K 16
Jules Harrington vuelve a Outer Banks luego de un período fuera, ¿el problema? sus único recuerdos luego de un brutal accidente, son aquellos en dond...
179K 6K 23
"-Pase lo que pase estaré aquí para ti." Sofía y los pogues querían pasar un increíble verano y se sumergen en una búsqueda de oro que les trajo much...