fearless || jj maybank

By flickerofhxran

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Donde Ashley Routledge se ve envuelta, junto a su hermano y a sus amigos, los Pogues, en aquello por lo que p... More

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dear reader
temporada 2
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By flickerofhxran

CAPÍTULO 16
i think you can help me with that

                COMO ERA TOTALMENTE HABITUAL, LO ÚNICO QUE SE OÍA EN EL CHÂTEAU CUANDO POPE VOLVIÓ, eran las quejas de los hermanos Routledge. Pope rodó los ojos y, aunque a lo largo de los años había aprendido que lo mejor que podía hacer era no meterse, decidió intervenir.

Estaban los dos en la habitación de John B, con el armario abierto de par en par, tan concentrados en bucar algo, que ninguno de los dos se percató de que Pope estaba detrás de ellos.

—Te tengo dicho que no cojas mis camisas, que las pierdes —protestó John B, agachándose para buscar entre los cajones.

—¡Pero que yo no he cogido nada!

—¿Y dónde coño está?

—Tú sabrás que has hecho con ella.

—¡Si siempre la llevas puesta! —exclamó el castaño, señalando a su hermana.

—¡Solo cuando salimos y la llevas tú! —se defendió Lee.

Pope se aclaró la garganta, ante lo que ambos se giraron para mirarlo, cruzándose de brazos y poniendo la misma cara. El moreno tuvo que esforzarse para no reírse porque le resultaba sumamente gracioso cómo podían llegar a ser tan iguales a veces.

—¿Se puede saber qué os pasa? —preguntó, mirándolos a los dos.

—Lee ha perdido mi camisa favorita.

—¡Que yo no la he cogido!

—¿No te la habrás llevado a Tannyhill? —Pope alzó una ceja. John B negó con la cabeza.

—No, la última vez que la vi estaba colgada de esa percha —respondió, señalando dentro del armario. Lee rodó los ojos.

—¿Cuál es? —volvió a preguntar Pope.

—La amarilla con el estampado de tigres —respondió la menor de los Routledge por su hermano. Pope soltó una carcajada, haciendo que los pecosos lo mirasen con los ojos entrecerrados.

—Pero si la llevabas puesta antes de saltar al agua —dijo él. John B y Lee se miraron entre ellos y la pecosa le dio un puñetazo a su hermano en el brazo.

—Eres imbécil.

—Bueno, tú tampoco te habías dado cuenta —se medio defendió John B.

—No dejáis de sorprenderme —comentó Pope, rodando los ojos para girarse y salir de nuevo al porche.

Lee miró mal a su hermano, que hizo exactamente lo mismo. John B le dio un manotazo, cosa que Lee imitó, empezando así una pelea nueva.

—¿Os voy a tener que encerrar como a Sarah y a Kie? —preguntó Pope desde el porche, escuchando a sus amigos pegándose. No se estaban dando fuerte, pero los manotazos de los hermanos eran bastante ruidosos.

Lee y John B se separaron, rodando los ojos, para después salir de allí e ir hasta donde estaba Pope. Fueron los dos a sentarse en el mismo sillón, por lo que Lee empujó a su hermano, haciéndolo gruñir.

John B le sacó el dedo, pero optó por no decir nada y tirarse en el sofá, tumbándose bocarriba. Lee se recostó en el sillón, con la mirada clavada en el frente. Pope los miró desde su sitio, el otro sillón, y sacudió la cabeza.

—¿Dónde está JJ? —preguntó Lee.

—Me ha dicho que tenía varias cosas que hacer —respondió Pope, restándole importancia al asunto. La pelinegra frunció el ceño.

—¿Creéis que ha ido a su casa? —se atrevió a preguntar, con la voz algo temblorosa. John B y Pope se miraron entre ellos, haciendo muecas.

Por suerte para ellos, Lee no los estaba mirando, así que pudieron discutir con la mirada para ver quién respondía. John B cogió aire y, tras mirar mal a Pope, giró la cabeza para mirar a su hermana.

—Tiene la mochila aquí —respondió John B, señalando la mochila de JJ, que estaba colgada de una de las sillas del salón. Lee giró la cabeza para mirar a través de la ventana y asintió al verla.

—No creo que tarde mucho —comentó Pope, encogiéndose de hombros. Lee volvió a asentir con la cabeza, para después apoyarla en el respaldo del sillón y cerrar los ojos.

No iba a mentir, estaba nerviosa. Además de que le parecía raro que JJ se hubiera ido sin decirle nada, estaba nerviosa por Kie y Sarah. Quería que hablaran las cosas y se reconciliaran porque sabía que Kie necesitaba a su amiga más de lo que quería admitir y Sarah le había caído mucho mejor de lo que esperaba, pero una parte de ella no podía evitar sentirse algo insegura porque no quería perder a su mejor amiga, igual que había pasado el año anterior. Se sentía muy egoísta, pero no podía evitarlo.

John B se percató de que su hermana había apretado los puños, por lo que miró a Pope, que también lo miró a él. Los dos se incorporaron para mirarla y cogieron aire.

—¿Qué pasa? —preguntó el pecoso. Lee abrió los ojos y lo miró, para después encogerse ligeramente de hombros y mirar al suelo.

—No, nada.

—Lee —dijo John B, levantándose del sofá para acercarse a ella.

—¿Es por Kie y Sarah? —preguntó esta vez Pope, haciendo que los dos hermanos lo miraran. Lee apartó la mirada y asintió lentamente, sintiéndose algo avergonzada.

—Es una tontería.

—No lo es —discutió su hermano, agachándose a su lado —. Sabemos que nunca llevaste bien lo que pasó con Kie.

—No quiero... —empezó. Tuvo que hacer una pequeña pausa para tragar saliva, en un intento de aliviar el nudo que se estaba formando en su garganta —. No es que no quiera que no sean amigas, pero no quiero volver a perder a Kie.

La voz de Lee fue perdiendo intensidad conforme hablaba, de modo que cuando acabó de hablar, de su garganta salía un suave hilo de voz temblorosa. John B alzó las cejas y se apoyó sus brazos en las piernas de su hermana, acercándose un poco más a ella.

—No creo que sea tan tonta como para cagarla tanto otra vez —dijo, ladeando la cabeza —. Para eso, ya estoy yo.

Lee soltó media carcajada ante el comentario de su hermano, dejando caer un par de lágrimas al cerrar los ojos. Pope también rio, haciendo que John B lo mirase mal.

—Tío, sé que lo has dicho para animarla, pero es verdad —se defendió el moreno. Lee asintió con la cabeza mientras pasaba su mano por sus mejillas, secando su cara.

—Tiene razón —añadió Lee. John B hizo una mueca, pero no respondió. Se levantó para sentarse en el sillón con su hermana y pasó su brazo alrededor de los hombros de Lee, para después darle un beso en la cabeza.

—Con lo adorables que sois cuando estáis bien y os pasais la mitad del tiempo discutiendo —dijo Pope, mirándolos con diversión.

Los pecosos se encogieron de hombros y se miraron entre ellos, para después sonreír. Lee apoyó su cabeza en el hombro de su hermano y cogió aire.

—Yo vine al mundo para hacerle la vida imposible —dijo, dándole una palmadita algo fuerte en la pierna a John B.

—Doy fe que los diez mejores meses de mi vida fueron antes de que nacieras —respondió John B, imitando a su hermana. Lee soltó un quejido.

—¡Tú me has dado más fuerte!

—Y allá vamos —murmuró Pope, rodando los ojos y dejando caer su cuerpo contra el respaldo de su sillón —, otra vez.

°°°

Ashley, John B y Pope estaban, ahora, en el muelle; Lee sentada en la barandilla algo alejada de su hermano y su amigo, que estaban apoyados en la madera, pendientes de la caña de pescar mientras hablaban sobre algo que Lee no llegaba a escuchar.

Tampoco estaba prestando atención, ya que los colores anaranjados del cielo le parecían bastante más dignos de apreciar que cualquier otra cosa en ese momento.

Al escuchar a su hermano decir su nombre, giró la cabeza, pensando que la estaba llamando para algo. En cuanto vio que no iba dirigido a ella, frunció el ceño y bajó de un salto para acercarse a Pope y a JB. Dio varios pasos hasta estar junto a ellos y se colocó al lado de su hermano.

—¿Qué vamos a hacer esta noche? —preguntó, paseando su mirada entre su hermano y su amigo.

—No vamos a hacer noche de juegos —se adelantó John B, al ver cómo había alzado las cejas de forma casi imperceptible, ante lo que su hermana resopló.

Las noches de juegos eran una tradición que había nacido en cuando Pope se unió al grupo y les enseñó su gran colección de juegos de mesa y, básicamente, eran eso, noches en las que lo único que hacían era jugar a juegos de mesa, comer, beber y hablar.

—¿Por qué no? —protestó.

—Porque cuando pierdes eres... —Pope hizo una ligera pausa para buscar la palabra adecuada, mientras hacía una mueca, para después añadir —: insoportable.

—Eso es mentira —protestó Lee —. Además, nunca pierdo.

—Porque Pope te deja ganar para que no te piques —respondió su hermano.

—Pope no me deja ganar. —Lee se giró para mirar a su amigo y pedirle con gestos que le diera la razón.

—Le tiraste un tablero a JJ a la cabeza porque te ganó cuatro veces seguidas —recordó John B, aguantándose la risa —. Pope te tiene miedo desde entonces.

—Pope no me tiene miedo —dijo Lee, mirando todavía al moreno, que se encogió de hombros e hizo una mueca, ladeando la cabeza —. Y, lo de JJ, fue porque se estaba riendo de mí. Le pedí muy amablemente que se callara y no lo hizo —añadió ella.

—Y estoy bastante seguro que desde ese día —dijo Pope, señalándola con el dedo índice —, está coladito por ti.

—Pero si eso fue hace cuatro años —contestó ella, rodando los ojos.

—Ashley, ¿de dónde te crees que surgió la idea de poner la norma? —preguntó su hermano, mirándola con diversión al percatarse de que se estaba poniendo roja.

—Es gracioso —comentó Pope, mirando al frente —, creaste una norma para evitar que JJ y Lee acabaran juntos y, ahora, mira.

—Ahí todavía no me había dado cuenta de que nada me sale bien —dijo John B, encogiéndose de hombros.

—Tú la rompiste primero  —se defendió Lee, señalando a su hermano —. Y, cuando teníamos doce, a JJ le gustaba Abbie.

John B y Pope se miraron entre ellos y luego miraron a Lee, que tenía el ceño fruncido, pensativa. El pecoso pasó su brazo por los hombros de su hermana y le dio varias palmaditas en el brazo.

—Eso pensábamos todos —dijo, sonriendo de lado —. Hasta que Papá lo pilló quedarse embobado mirándote mientras estabas pintando las letras en el Pogue.

—¿Qué? —preguntó con un hilo de voz, sintiendo las mariposas revolotear en su estómago chocar con la sensación de tristeza que le provocó la mención de su padre.

—Vaya charla le dio cuando volvimos y tú te fuiste a casa de Kie —recordó John B, dejando salir una carcajada nostálgica.

Lee pestañeó numerosas veces, más rápido de lo normal, totalmente perpleja ante lo que acababa de escuchar. No se dio cuenta de que las comisuras de sus labios se habían curvado ligeramente hacia arriba, dejando asomar una sonrisa algo tímida, acompañando el tono rosáceo que habían tomado sus mejillas.

—Dudo que... —empezó, no muy segura de que decir, mientras negaba con la cabeza, intentando ponerse seria.

—¡Son las nueve! —gritó Pope de la nada, comprobando el reloj que llevaba en la muñeca. Lee se sobresaltó y frunció el ceño, totalmente confusa.

¿Qué pasaba a las nueve?

La mueca de Ashley se exageró un poco más al percatarse de que su hermano sabía qué pasaba a las nueve. Miró a los dos chicos, esperando una explicación, pero lo único que obtuvo fue un tirón en el brazo por parte de su hermano.

—Pope ha pedido pizzas para cenar, pero hay que ir a por ellas.

—¿Cómo habéis llamado si... —empezó, mirándolos a los dos.

—Acompáñame —pidió el pecoso, ignorando la pregunta de su hermana y dándose una bofetada mental por ser tan mal mentiroso.

—¿Y dejar a Pope aquí solo? —preguntó Lee, acercándose al moreno para pellizcar su mejilla —. Ni lo sueñes.

—Seguro que JJ no tarda en llegar. —Pope cogió la muñeca de Lee y apartó su mano de su cara, ganándose un quejido de la pecosa.

—No sé qué tramáis vosotros tres, pero me estáis dando miedo.

—Haces bien teniendo miedo. —John B le sacó la lengua y le hizo un gesto con la cabeza para que lo siguiera.

Lee, aunque cogió aire, dejó caer los brazos a sus costados y asintió. No tenía nada de ganas de ir andando hasta la pizzería, sobretodo, porque estaba bastante segura de que no habían llamado e iban a tener que esperar un largo rato hasta volver, pero accedió.

Dejando a Pope solo en el muelle, los hermanos Routledge se alejaron de su casa. Para no aguantar tantas quejas de su hermana, John B propuso ir por la playa, sabiendo que Lee diría que sí. Aunque lo que Lee no sabía es que eso, era parte del plan.

Oye —dijo Lee, rompiendo el silencio —, ¿cómo estás?

Ante la expresión de confusión con la que la miró John B, Lee cogió aire y echó la cabeza para atrás.

—No tienes que... —continuó Lee, haciendo una pequeña pausa para mirar a su hermano —, ya sabes, callártelo todo.

—Te lo ha contado JJ, ¿verdad? —preguntó él. Ashley frunció el ceño y negó con la cabeza —. Mierda —murmuró John B, pasando una mano por su pelo.

—¿Qué pasa?

Ante la pregunta de su hermana, John B cogió aire, de nuevo, y cerró los ojos con fuerza, apretando los puños, exactamente igual que Lee hacía. La mirada de la pecosa se dirigió inmediatamente a las manos de su hermano y, al ver los nudillos blancos ante la fuerza que estaba haciendo, Lee suspiró y puso su mano sobre la mano que John B tenía escayolada.

—Para, te vas a hacer daño —murmuró. El puño del pecoso cedió en cuando sintió la palma de la mano de Lee sobre él, haciéndolo soltar un gruñido de dolor. La pelinegra cogió aire y añadió —: JB, ¿qué pasa?

Él se tomó unos cuantos segundos para responder, hasta que finalmente giró la cabeza para mirar a Lee y tragó saliva, intentando deshacerse del nudo que estaba apareciendo en su garganta.

—Johnny —susurró Lee en cuanto se percató de que los ojos de su hermano se habían humedecido.

—Estoy bien, tranquila —dijo John B. Forzó una sonrisa, clavando su mirada de nuevo en el frente —. Lo hablamos cuando no estés ocupada.

Esta vez, la que hizo una mueca fue Lee. Giró la cabeza para dejar de mirar a su hermano y ver qué estaba mirando él.

Aunque, más bien, era un quién.

Al distinguir la figura de JJ, agachado, colocando algo que ella no podía ver, Lee sintió su estómago dar un vuelco y una sonrisa aparecer en su cara, sin tener control alguno sobre ello. Como si alguien la hubiera cogido de los tobillos, impidiéndole continuar andando, se quedó totalmente quieta, mirando al rubio.

JJ no se había percatado de que no estaba solo porque Lee y John B estaban bastante lejos de él como para que se diera cuenta de que estaban allí. Cuando acabó con lo que parecía estar haciendo, dio varias vueltas más alrededor de lo que Lee supuso que era una toalla, agachándose de vez en cuando para cambiar cosas.

Fue la mano de John B en su espalda, lo que hizo que Lee reaccionara, sacudiendo la cabeza y mirando a su hermano de reojo.

—Si no vas tú, voy yo —bromeó él, todavía mirando a su mejor amigo con una sonrisa ladeada y, esta vez, totalmente sincera.

—JB...

—Ve —soltó él, interrumpiendo a su hermana.

Lee, mirando de nuevo a JJ, asintió con la cabeza. John B tuvo que darle un pequeño empujón, pero, antes de alejarse de su hermano, rodeó su cintura con sus brazos y lo abrazó con fuerza.

—La conversación queda pendiente —murmuró ella, moviendo sus manos por la espalda de John B. Él asintió y le dio un beso a Lee en la cabeza, dándole la señal para que se separara de él.

Ella, poniendo sus manos en los brazos de su hermano, dio un paso atrás y lo miró con los ojos entrecerrados, haciendo reír al pecoso.

—La tendremos, lo prometo —dijo él, cogiendo a Lee por los brazos para girarla sobre sí misma y volver a empujarla hacia delante —. Ahora, ve y haz realidad la fantasía de JJ.

—¿Debería preguntar? —Lee giró la cabeza para mirar de reojo a su hermano.

—Definitivamente, no. —John B negó rápidamente con la cabeza, cosa que hizo reír a la pelinegra.

Lee volvió a mirar a JJ, esperando encontrarlo todavía agachado y sin prestarles atención. Cuando lo vio de pie, con la mirada puesta en ellos, Lee no pudo evitar sentir un cosquilleo en la parte alta de su estómago.

—Eres lenta —protestó John B, poniéndose detrás de su hermana para colocar sus manos en sus hombros y empujarla hasta donde estaba JJ. Ella no opuso resistencia, porque estaba demasiado ocupada mirando al rubio, con las cejas alzadas y la boca ligeramente entreabierta.

Al ver a John B empujando a Lee, que tenía la mirada clavada en él, JJ no pudo evitar sonreír de lado, mirándolos a los dos con ternura. Nunca lo decía, pero había pocas cosas que lo hicieran sentir tanta paz como la relación que tenían John B y Lee.

Cuando estuvieron junto a JJ, John B quitó sus manos de los hombros de su hermana, para rodearla a ella con uno de sus brazos y a JJ con el otro, colocándolos uno a cada uno de sus lados.

—A ver, niños —dijo, moviendo la cabeza para mirarlos a los dos —, como no quiero que tengamos ningún susto... —John B dejó de hablar y soltó a su hermana, para meterse la mano en el bolsillo.

JJ y Lee se miraron entre ellos y luego, miraron a John B, JJ arqueando una ceja y Lee frunciendo el ceño. El pecoso sacó un preservativo del bolsillo y cogió la mano de su hermana para colocarlo en su palma.

—Esta es la protección que necesitáis —comentó, mirando ahora a su mejor amigo —, y no la puta pistola.

—Podría hacer un chiste bastante gracioso sobre eso —empezó JJ —, pero como me vais a matar los dos, me callo.

—Sí, déjalo —dijeron John B y Lee a la vez, haciendo reír a JJ.

John B volvió a pasar su brazo alrededor de su hermana y le dio un beso en la frente, para después soltarlos a los dos.

—Bueno, me voy, que Pope me estará esperando para cenar y me va a matar —se despidió el pecoso, mirando a Lee.

—¿Para mi no hay beso? —JJ alzó una ceja y Lee rodó los ojos, cruzándose de brazos, tras haber guardado lo que le había dado su hermano en el bolsillo de sus vaqueros cortos, para mirar con diversión como su hermano cogía la cara de JJ para darle un beso en la frente.

—Cuídate, sé que aguantarla es difícil. Ánimo, tío —susurró John B, apoyando su frente en la de JJ y dándole unas palmaditas suaves en la mejilla. JJ asintió, frunciendo los labios.

—Estoy a nada de irme yo con Pope —dijo, mirándolos con una ceja alzada.

—Pope es mío —contestó JJ, mirándola como si fuera algo obvio.

—Una mierda. —John B negó con la cabeza, dando un paso atrás y señalando a su mejor amigo con el dedo índice.

—Pope es...

—Tu ya tienes a Kie. —John B la señaló con el otro brazo, haciéndola callarse.

—Tú me tienes a mi —dijo JJ, poniendo la mano en la mejilla de su mejor amigo, haciéndolo mirarlo a los ojos.

—Lee, sobras. —John B movió la mano, haciéndole señales para que se fuera.

—Entonces, ¿Pope es mío?

—No. —JJ y John B se separaron para mirarla y negar con la cabeza.

—Llevo ocho años sujetando vuestra vela, merezco...

—No hables de sujetar velas —protestó John B, señalándose a sí mismo, gesticulando exageradamente.

—Me encantaría llevarte la contraria —JJ apoyó su codo en el hombro de John B —, pero ni yo soy tan buen mentiroso.

—Lo dicho —dijo John B, cruzándose de brazos —, me voy con Pope.

—Sí, vete. —Lee asintió rápidamente con la cabeza y puso sus manos en el pecho de su hermano para empujarlo suavemente.

—Os quiero de vuelta a las doce —bromeó, dándose toquecitos en la muñeca —. Nada de vagar por estos mundos después de media noche, niños.

—No te preocupes, te lo devuelvo de una pieza —dijo Lee, todavía asintiendo con la cabeza, señalando a JJ con el dedo.

—Yo no puedo prometer lo mismo. —JJ miró a Lee y le guiñó un ojo, ganándose un manotazo por su parte y un puñetazo en el brazo por parte de John B.

—Tío —murmuró John B, haciendo una mueca muy exagerada y acompañándolo con un «uh».

—JB. —Lee se cruzó de brazos, moviendo su mano para señalar el camino de vuelta al Château.

—Adiós, mi amor —dijo JJ, mirando a John B. Él le mandó un beso, ya habiendo caminado varios pasos de espaldas.

—Adiós, cariño —dijo mirando al rubio. Luego, miró a su hermana y añadió —: adiós, pesadilla.

—Adiós, engendro.

John B negó con la cabeza, sonriendo, para después girarse y continuar su camino, dejando a su hermana y a su mejor amigo solos en la playa, en silencio y mirándose entre ellos.

Sintiendo su corazón latir con fuerza, el rubio se aclaró la garganta y dio un paso hacia ella, estirando su brazo izquierdo para que Lee cogiera su mano. Ella, como acto reflejo, entrelazó sus dedos con los de JJ, haciéndolo sentir un ligero cosquilleo que lo hizo sonreír.

Aunque había cogido su mano, Lee había apartado la mirada de JJ para observar lo que había en el suelo. Era una toalla con dos cajas de pizza y cerveza, además de la gorra roja de JJ, que estaba encima de una de las cajas. Se mordió la mejilla por dentro, intentando controlar la emoción que estaba creciendo en su estómago.

—¿Sorpresa? —susurró JJ, tirando de ella para acercarla a él.

Fue entonces cuando Lee levantó la mirada y sonrió sin poder evitarlo, mientras asentía con la cabeza. JJ bajó la mirada, sintiendo sus mejillas arder en cuestión de segundos, cosa que lo hizo morderse la piel del labio como acto reflejo.

Ella volvió a quedarse quieta, pero, esta vez, con la atención puesta en él y no le llevó ni un minuto darse cuenta de que JJ estaba nervioso.

Muy nervioso.

Algo que mucha gente no llegaba a entender de la relación que Lee y JJ tenían, era que entendían su lenguaje corporal; conocían hasta el más pequeño detalle sobre el comportamiento del otro.

JJ era un misterio para casi todo el mundo, salvo para quiénes se paraban a observar. Y Lee había tenido tiempo de sobra para analizarlo y entender cómo reaccionaba a las cosas y, cuando se enteró de lo que pasaba con su padre, entendió el por qué.

Lee sabía que JJ se daba la vuelta a la gorra cuando iba a pelearse; sabía que cuando John B y él se peleaban, iba a la playa a surfear a esperar que su mejor amigo apareciera, sabiendo que harían las paces en cuestión de segundos. También sabía que cuando JJ no estaba bien, era cuando más atento estaba a los demás. Sabía que no soportaba ver a sus amigos pelearse, pero que no le importaba meterse en peleas por defender a los demás. Sabía que cuando estaba nervioso, dependiendo del tipo de nervios, o bien jugaba con el anillo de su dedo pulgar —hábito que Lee había adquirido también —, o bien, se mordía la piel del labio hasta hacerse sangre.

Vicio que a Lee la sacaba de quicio, por cierto.

Tal vez se entendían tan bien porque habían crecido juntos y siempre se habían prestado más atención de la que querían admitir; tal vez era que, incluso a pesar de ser tan diferentes en tantísimas cosas, en cierto modo, se sentían reflejados el uno en el otro. Cada uno con sus cosas, pero siempre más preocupados por el bienestar de los demás que por el suyo propio. Siempre poniendo a los demás por delante.

O, tal vez, era que, simplemente, querían entenderse.

—J —susurró ella, poniendo su mano libre en la mejilla del rubio —, no te muerdas el labio.

El rubio no se molestó en reprimir la risa suave y algo tímida que se escapó de sus labios, haciendo que el corazón de Lee se estrujara de tal forma que ella tampoco pudo contener la suave carcajada que salió de sus labios.

—Creo que en eso puedes ayudarme —susurró él, colocando su mano izquierda en la mejilla de Lee y la otra en su cintura, dejando caricias en ambos sitios. Ella se estremeció al sentir la primera caricia, cosa que hizo que JJ sonriera un poco más. Cuando sintió los dedos de Lee enredarse en su pelo, cerró los ojos por un segundo, mientras llenaba sus pulmones de aire.

Inclinó la cabeza suavemente y se acercó lentamente, haciendo que Lee cerrara los ojos y suspirara, dándole a entender al rubio que la estaba haciendo esperar más de la cuenta. JJ, aguantando las ganas de besarla, se quedó quieto, observándola atentamente.

Pensaba que era imposible, pero sintió su corazón acelerarse un poco más y un cosquilleo recorrer su cuerpo, haciéndolo tener que tragar saliva mientras paseaba la mirada por la cara de Lee, mirándola cómo si fuera lo más bonito que había visto nunca.

Porque lo era.

Lee abrió los ojos, encontrándose con la mirada de JJ clavada en ellos. Esta vez, fue ella la que tuvo que tragar saliva para aliviar los nervios que le provocaba estar así con JJ.

Siempre se había preguntado qué se sentiría al dejarse llevar por las olas, como si no fuera más que una de las millones de gotas de agua que componían el mar. Era algo que siempre había rondado en su cabeza: cómo sería perderse en la inmensidad del océano.

Los ojos de JJ eran la respuesta. Sabía —o, al menos, eso esperaba — que nunca llegaría a comprobar lo que sería dejarse arrastrar mar adentro, pero algo en su interior le decía que sería exactamente lo mismo que lo que sentía cuando JJ clavaba sus ojos en los suyos.

Lee y JJ se habían compartido muchas miradas a lo largo de sus vidas; a veces eran miradas cómplices, cuando conseguían ponerse de acuerdo para joder a John B, o cuando contaban algún chiste tan malo que sólo se reían ellos dos. A veces, eran miradas accidentales, cuando sus ojos se encontraban aunque fuera en una habitación llena de gente. A veces, eran miradas que, más que miradas, eran completas conversaciones. A veces, eran miradas fugaces, cuando se pillaban mirándose el uno al otro y la apartaban rápidamente, haciendo cómo si nada.

Y Lee podría jugar que se perdía en sus ojos igual que se perdería en la inmensidad del océano.

Aprovechando la posición de sus manos, empujó la cabeza de JJ hacia ella, besándolo con tanta dulzura y deseo como le fue posible. JJ no tardó ni un segundo en responder, dejándose guiar por ella, ambos acompañando los movimientos de sus labios con suaves caricias.

Sin estar muy seguros de la cantidad de tiempo qué había pasado, JJ y Lee se separaron, juntando sus frentes para mirarse de nuevo y sonreír. La pecosa se puso de puntillas y dejó un beso rápido en la nariz de JJ, haciéndolo sonreír tanto que se sorprendió a sí mismo.

Cogiendo la mano de Lee de nuevo, JJ se sentó en la toalla, tirando de ella para que hiciera lo mismo. Se acomodaron el uno al lado del otro, mirando el mar, con las pizzas ahora en sus regazos y los botes de cerveza que habían abierto, justo delante de ellos.

Estaban en silencio, disfrutando del sabor de la comida y la bebida, mirándose y sonriendose de vez en cuando, como si quisieran asegurarse de que seguían ahí.

—Gracias —susurró Lee, mordiéndose la mejilla por dentro mientras giraba la cara para mirar a JJ. Él sonrió de lado y, agachando la cabeza, se encogió de hombros —. Aunque, a la próxima, pídele ayuda a Kie y no a ellos —bromeó, acompañando sus palabras con media carcajada. JJ rio y la miró, ladeando la cabeza.

—Así que, ¿quieres que haya próxima? —preguntó él, divertido, moviendo las cejas de arriba a abajo. Lee rodó los ojos y negó con la cabeza, sonriendo de lado, para después volver a centrarse en el trozo de pizza que tenía en la mano.

—Voy a tener que pensármelo —comentó, dando un bocado. JJ entrecerró los ojos y, aprovechando que estaba distraída, cogió el último trozo de pizza que quedaba en la caja de Lee.

Ella lo observó atentamente de reojo, esperando a que se atreviera a comerse su último trozo de pizza. Y, claro que lo hizo. Lee alzó una ceja e hizo una mueca, arrugando la nariz, al ver la cara de diversión de JJ.

—Date por muerto —murmuró, asintiendo con la cabeza para dar énfasis a sus palabras. JJ levantó la mano para que esperara a tragase lo que llevaba en la boca.

—¿Me dejas decir mis últimas palabras?

—Lo acabas de hacer.

—Vale, pues otras —añadió JJ.

—Lo has vuelto a hacer —se burló ella.

—Estás adorable cuando arrugas la nariz —soltó él, llevando su dedo índice a la nariz de Lee y paseándolo por ella.

—Siempre estoy adorable —corrigió ella, cogiendo el dedo de JJ con el suyo, para apartarlo de su cara —, pero no me hagas la pelota.

—¿Vas a cast... —empezó él, ladeando la sonrisa. Lee hizo una mueca y le dio un manotazo, haciéndolo callarse antes de terminar la pregunta —. No me refería a ese tipo de castigo, Ashley —medio protestó.

Lee entrecerró los ojos y lo miró, pensativa, pero dejando asomar media sonrisa ladeada. JJ arqueó una ceja y, al ver a Lee levantarse e ir hasta el agua, echó la cabeza para atrás y sonrió.

—¿Te quieres mojar? —preguntó con tono burlón desde la toalla, volviendo a fijar su mirada en Lee. Ella, sin girarse, estiró el dedo de en medio en dirección a JJ.

—¡Que te den, JJ!

El rubio se limitó a soltar una carcajada mientras se ponía en pie, dispuesto a ir con ella. Lee se había quedado quieta, con los pies dentro del agua y de espaldas a él, por lo que JJ se quedó parado observando el cuerpo de Lee, a varios pasos de ella.
Cuando la alcanzó, colocó sus manos en su cintura y apoyó la barbilla en su hombro.

—¿Me estabas mirando el culo? —preguntó Lee. Giró la cabeza y arqueó una ceja.

—Sí —respondió él, curvando las comisuras de sus labios hacia arriba —. ¿Te he dicho alguna vez lo bien que te quedan estos pantalones? —preguntó en un susurro, jugueteando con el borde de los vaqueros. Ella, mirándolo directamente a los ojos, se relamió los labios para después dejar un beso algo húmedo en su mandíbula.

—Cada vez que me los pongo —respondió, en el mismo tono, pero con algo de burla. Él apretó el agarre en su cintura, acercándola un poco más a él.

Lee colocó sus manos sobre las de JJ, percatándose, en cuanto entrelazaron sus dedos de sus manos derechas, que había algo extraño. Estaba acostumbrada a sentir el frío del metal rozar su piel cada vez que cogía la mano de JJ y, al no sentirlo esta vez, frunció el ceño y acercó la mano del rubio a su cara.

Faltaba el anillo del dedo pulgar.

—J, ¿dónde...

Los labios de JJ sobre los suyos la hicieron callarse de golpe, sintiendo un escalofrío recorrer su columna vertebral cuando él pasó los dedos por su mejilla, colocándolos con firmeza para mantenerla cerca de él.

Teniendo en cuenta que habían perdido la cuenta de las veces que se habían besado en la última semana, cualquier pensaría que se habrían acostumbrado ya a la sensación que sentían al estar tan cerca, pero, ni de lejos. De hecho, JJ estaba casi seguro de que nunca se iba a acostumbrar.

¿Cómo se iba a acostumbrar?

No iba a decir que siempre había sentido cosas por ella, porque sería mentir, pero tampoco sabía en qué momento surgió. No tenía ni idea de cuándo empezó, porque Lee siempre había estado a su alrededor, siempre con una respuesta sarcástica en la punta de la lengua y un abrazo para todo el mundo. Sólo sabía que poco a poco, empezó a tener una extraña necesidad de tenerla cerca y que, cuando se quiso dar cuenta, se pasaba el día molestándola solo porque le gustaba cómo sonreía ella después de de dejarlo mal.

Se separó de ella, apartando su mano derecha de la cintura de Lee y de su mano, para meterla en su bolsillo. Lee había apoyado su cabeza en JJ y tenía los ojos cerrados, por lo que dejó de prestar atención a todo para centrarse en la tranquilidad y la felicidad que sentía al estar en su sitio favorito, escuchando su sonido favorito, en su parte del día favorita, con su persona favorita.

Estaba feliz.

Frunció ligeramente al sentir la otra mano de JJ separarse de ella, pero se quedó quieta y no dijo nada. Al menos, no hasta que sintió algo frío rozar la piel de su escote que quedaba al descubierto.

Ahí estaba el anillo.

Lee abrió los ojos y, al ver el anillo favorito de JJ en una cadena, —que ahora estaba alrededor de su cuello —, sintió su corazón estrujarse y acelerarse en cuestión de segundos. Con sus dedos, acarició el anillo suavemente y esperó a que JJ hubiera terminado de abrochar la cadena, para girarse y mirarlo a los ojos.

En cuanto sintió las manos de JJ volver a colocarse en su cintura, se giró, sonriendo de lado y con los ojos ligeramente humedecidos a causa la emoción, dándoles un brillo que hizo que el estómago de JJ casi se saliera de su cuerpo.

—Ahí lo tienes —susurró él, tragando saliva y mirando el anillo. Lee también bajó la mirada, todavía acariciándolo con los dedos de su mano izquierda, y llevó su mano derecha al hueco entre el hombro y el cuello de JJ.

—J, pero... —Lee dejó de hablar, teniendo que tragar saliva y pestañear varias veces —. Es tu favorito.

—Por eso —respondió él, encogiéndose de hombros mientras ponía si dedo índice en la barbilla de Lee para hacerla mirarlo —. ¿Sabes lo que... —JJ se aclaró la garganta, apartando la mirada por un segundo —. ¿Te acuerdas de lo que dijo tu hermano?

—¿El qué? —preguntó ella, ladeando la cabeza.

—Que cuando dos personas se enamoran, empiezan a salir —soltó, hablando bastante rápido. La pecosa asintió con la cabeza, alzando las cejas, todavía jugando con el pelo que caía sobre la nuca de JJ.

—Sí —susurró, teniendo que tragar saliva para aliviar los nervios. JJ se volvió a morder la piel del labio, bajando la mirada hasta el anillo. Se quedaron callados durante un par de segundos, hasta que él juntó sus labios y, pensativo, hizo un sonido parecido a un «mmm».

—Vale, pues —dijo JJ, echando la cabeza para atrás con los ojos cerrados —, yo... —el rubio volvió a parar de hablar, reafirmando el agarre de sus manos en la cintura de Lee —. Yo, bueno... Quería saber si tú...

Lee no pudo evitar querer sonreír, por lo que apretó con suavidad sus labios para no sonreír demasiado. Observó a JJ durante varios segundos y, cuando volvió a mirarla, Lee enrolló su dedo índice alrededor del collar de JJ, con cuidado de no clavarse el diente de tiburón que colgaba de él, y tiró de él para acercar a JJ lo suficiente como para que sus labios chocaran, una vez más.

Lentamente, Lee se separó un poco, moviendo un poco los pies y abriendo los ojos a medida que apoyaba su frente en la de JJ, que se quedó con los ojos cerrados, con la respiración algo agitada

—Ashley...

—Sí.

—¿Qué?

—Que sí.

—Que sí, ¿qué? —preguntó él, alzando una ceja.

—Que sí que quiero...

—Te iba a decir que me estás pisando —la interrumpió él, bajando la mirada hacia sus pies. Lee rodó los ojos, algo molesta y, cuando levantó la mirada, JJ soltó una carcajada.

Ella, entrecerrando los ojos, lo pisó más fuerte, haciendo que su carcajada acabara mezclándose con quejidos, pidiéndole que parara.

—Vale, vale — dijo JJ, levantando las manos en señal de rendición. Ante esto, ella optó por quitar su pie de encima de el de JJ —. Mucho mejor, gracias.

—De verdad, no te aguanto. —Lee se mordió la mejilla por dentro, aguantándose la risa.

—Bueno, yo a ti tampoco —respondió él, sacándole la lengua y acercándose para chuparle la mejilla —, pero tu hermano me paga una cantidad decente por aguantarte, así que, aquí estamos.

—Entonces, ¿no quieres ser mi novio? —preguntó ella, alzando una ceja y cruzándose de brazos. Hizo algo de énfasis en la palabra «novio», haciendo que JJ sonriera en cuanto la escucho decirlo. Carraspeó un poco, asegurándose de que sus cuerdas vocales funcionaban correctamente y puso sus manos en los brazos de Lee para acercarla a él.

—Solo si tú quieres ser mi novia —respondió él, haciendo el mismo énfasis en la palabra «novia».

Lee se mordió el labio, dejando que las comisuras de sus labios se curvasen hacia arriba y, aunque rodó los ojos, asintió con la cabeza. Rodeó el cuello de JJ con sus brazos y lo abrazó con fuerza, cosa que él imitó.

—¿Esto es un sí? —JJ giró la cabeza y, ya que tenía las manos en la cintura de Lee, alejó el cuerpo de la pecosa del suyo ligeramente, para poder mirarla.

Y, de nuevo, se miraron directamente a los ojos, como si la respuestas que necesitaban, estuvieran en los ojos del otro. Porque, tal vez, lo estaban.

La mayoría de gente asume que cuando eres joven, no tienes ni idea nada; que nada de lo que piensas y sientes va a ser permanente, porque no has vivido lo suficiente como para saber lo que quieres.

Sin embargo, JJ y Lee, no eran dos adolescentes normales. Al menos, habían vivido cosas que cualquier persona catalogaría como cosas no normales. Habían visto el mundo caer a pedazos desde los ojos del otro, habían visto lo peor y lo mejor del otro y habían estado ahí, para todo. Habían tirado el uno del otro con toda la paciencia y el cariño del mundo, ayudándose a pasar por cosas por las que nadie debería pasar nunca, abrazándose y cuidándose como mejor sabían, pero sin llegar a depender el uno del otro.

—Sí, JJ —susurró ella, llevando sus dedos hasta el anillo, acariciándolo con suavidad —. Y, gracias.

—Sé que cuando te pones nerviosa te gusta jugar con él —susurró esta vez JJ, también tocando el anillo. Lee sonrió y asintió.

—Tú también lo haces.

—Pero quería darte algo especial —contestó él —. Y, ya sé que yo soy mejor —empezó, asintiendo con la cabeza, como si se estuviera dando la razón a sí mismo. Lee alzó las cejas y abrió la boca para contestar, dispuesta a llevarle la contraria, pero la cerró inmediatamente cuando él abrió la suya para seguir hablando —, pero para cuando te pongas nerviosa y yo no esté, así siempre sabes que no estás sola.

Lee pestañeó varias veces, mirándolo ahora con toda la ternura del mundo. Asintió con la cabeza, no muy segura de si en ese momento iba a ser capaz de decir algo porque el corazón le latía tan rápido y fuerte que le retumbaba en los oídos.

—Te he dejado sin palabras, ¿verdad? —preguntó él, con algo de diversión. Lee siguió asintiendo con la cabeza, pero ahora con una sonrisa en su cara.

JJ soltó una carcajada suave y, poniendo una mano en cada mejilla de Lee y la besó, una vez más, de forma rápida y suave, para después, mover un poco sus manos y pasar a besar sus mejillas, haciendo mucho ruido. Lee no pudo evitar soltar una carcajada y sacudir la cabeza.

Volvieron a mirarse a los ojos y sonrieron, sin poder evitar aguantarse la risa, por lo que ninguno de los dos se molestó contener las carcajadas que salieron de sus bocas.

Joder, claro que lo sabían.

_______________________________________

¡Hola!

¿La relación de Lee y JJ? Superior, sinceramente.

No me puedo creer que la historia haya llegado a las 6K lecturas y a los 900 votos, de verdad, me parece increíble que os guste tanto algo que estoy haciendo con tanta ilusión. 🥺

Muchísimas gracias por leer, ya sabéis que los votos se agradecen y que sois libres de comentar todo lo que queráis y más, que los comentarios me alegran la vida.

¡Hasta el próximo!

🥰✨

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