fearless || jj maybank

By flickerofhxran

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Donde Ashley Routledge se ve envuelta, junto a su hermano y a sus amigos, los Pogues, en aquello por lo que p... More

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dear reader
temporada 2
one shots

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By flickerofhxran

CAPÍTULO 6
and... what do you feel?

PENSAR POR LA NOCHE ERA, SIEMPRE, MEJOR QUE PENSAR DURANTE EL DÍA y más, si estabas mirando las estrellas o, al menos, eso pensaba Lee.

Después de que sus amigos hubieran insistido en acostarse, ella había intentado dormir, pero, para variar, su mente tenía otras prioridades.
Tampoco le molestaba, para qué iba a mentir. Siempre había sido un búho nocturno; todo bajo la luz de la luna le parecía mucho más bonito y a ella le gustaba apreciarlo.

Tras su intento fallido de dormir, había optado por volver al muelle, cargada con una almohada y una sudadera de JJ, para acomodarse del todo. Así que, allí estaba, tumbada bocarriba con sus manos entrelazadas sobre su estómago y con la mirada puesta en el cielo.

Mirar las estrellas era su forma de recordarse que no somos más que motas de polvo en el universo. Eso le decía siempre su padre.

Una lágrima cayó de su ojo, pero no se molestó en limpiarla. Al pensar en su padre, no pudo evitar preguntarse si él la estaría viendo a ella. Como si fuera una respuesta por parte del universo, una estrella fugaz cruzó el cielo, haciéndola sonreír de lado.

—¿Las has contado ya todas?

Lee sonrió un poco más al escuchar la voz de JJ y cerró los ojos, tratando de deshacerse de las lágrimas que se habían acumulado en ellos. Cuando los abrió, JJ estaba tumbado a su lado, por lo que se movió ligeramente para que él pudiera apoyar la cabeza en la almohada.

—Hoy no te he podido despertar —dijo Lee, mirándolo de reojo. JJ sonrió y negó con la cabeza.

—Me he despertado porque tenía sed y he ido a ver si estabas bien —susurró el rubio. Hizo una pequeña pausa para bostezar y, luego, añadió —: Al ver que no estabas, he supuesto que habías venido a hablar con tu amigo el universo.

Dicho esto, JJ se giró sobre sí mismo, de modo que quedó acostado de lado. Lee sonrió ante el comentario y rodó los ojos, divertida. El rubio había cerrado los ojos y había colocado una de sus manos entre la almohada y su cara.

—No hacía falta que... —empezó a decir Lee y JJ sonrió, sin abrir los ojos.

—No he venido por ti, he venido por mi sudadera.

Lee soltó una carcajada suave, cosa que hizo que JJ abriese un ojo y sonriera un poco más. Verla reírse era, definitivamente, su cosa favorita en el mundo.

El rubio apartó su mano de su cara y pasó su brazo por debajo del cuello de Lee, para poder abrazarla. Ella no se negó. Cuando sintió los brazos de JJ rodearla, se acercó un poco más a él y se acomodó entre ellos, apoyando su cabeza en el pecho del rubio.

JJ suspiró, estrechando a Lee con un poco más de fuerza. Había perdido la cuenta de las veces que habían dormido abrazados, pero aun así, nunca dejaba de ponerse nervioso. Nervioso por tenerla tan cerca y a la vez tan lejos.

Ella podía sentir el aleteo de las mariposas en su estómago cada vez más fuertes, con cada caricia que su mejor amigo dejaba en su espalda, pero no les dio importancia.

No podía darles importancia.

—¿Estás bien? —preguntó él, apartándose un poco para poder mirarla a los ojos. Ella se encogió de hombros y volvió a apoyarse en él. Él suspiró, de nuevo.

—Es una buena pregunta —respondió ella en un susurro.

—¿Y la respuesta?

—No lo sé, J —admitió.

—Está bien si no estás bien. —Lee sonrió ante sus palabras. Era lo que siempre le decía ella a él.

—No sé si estaba preparada para saberlo —dijo en un susurro casi inaudible y con la voz algo temblorosa.

—Lo sé. Sé que en el fondo querías creer que estaba...—JJ hizo una pequeña pausa y tragó saliva, para después continuar hablando —. Vivo. Esperándoos con el oro en algún lugar del mundo.

—Suena tan estúpido dicho en voz alta... —Lee quiso reír, pero más que una carcajada, fue un sollozo.

—Estúpido es que pienses que es estúpido —susurró él, acercándose al oído de su mejor amiga y ella medio sonrió, aunque no supo si fue por lo que dijo o por el cosquilleo que le causó el aliento de JJ al chocar contra su oreja.

El silencio se instaló entre ellos, ya que ambos tenían las mentes ocupadas en controlar los nervios que estar así de cerca del otro les provocaba.

—Voy a por agua —susurró Lee, separándose del rubio para levantarse. Cuando estuvo de pie, miró a su mejor amigo —, ¿quieres?

JJ negó con la cabeza, para después girarse y observarla alejarse. Echó de menos el calor que el cuerpo de Lee pegado al suyo le transmitía al sentir un escalofrío recorrer su cuerpo. Se levantó de un salto y se apoyó en la barandilla para poder cruzarse de brazos.

Cuando Lee salió del porche, JJ volvió a mirarla. Llevaba el pelo recogido en una cola alta y algo despeinada, unos pantalones cortos que al llevar su sudadera, no se veían. Y, joder, qué bien le quedaba su sudadera. JJ pudo sentir su corazón latir con un poco más de fuerza a medida que ella se acercaba.

—Tendrías que ver a Pope, está durmiendo en una postura rarísima —susurró ella dejando salir una pequeña sonrisa. JJ sonrió también.

Lee pasó por delante de él, dispuesta a tumbarse tal y como estaba antes, pero JJ la cogió por la muñeca y la giró sobre sí misma, de modo que quedaron frente a frente. Ella alzó una ceja, esperando algún comentario por parte del rubio.

En lugar de eso, JJ pasó sus dedos por las mejillas de Lee, apartando varios mechones de pelo. Ella sintió un cosquilleo casi instantáneo en todo su cuerpo.

—¿Qué pasa?

JJ sonrió de lado ante su pregunta, bajando la mirada y, antes de responder, rodeó los hombros de Lee con sus brazos y la abrazó con fuerza.

—¿No puedo abrazar a mi persona favorita?

—¿Ahora soy tu persona favorita? —Lee levantó la cabeza e hizo una mueca, cosa que hizo a JJ reír.

—¿Cuándo no lo has sido?

La pelinegra alzó las cejas y abrió la boca por su respuesta. Cómo no podía ser de otra forma, sintió sus mejillas arder con fuerza y agradeció que era de noche y su mejor amigo no se daría cuenta. O eso esperaba.

—¿Te acabas de sonrojar? —JJ preguntó con algo de burla, ganándose una patada suave por parte de Lee.

—Eres insoportable. —Lee rodó los ojos y JJ soltó una carcajada.

Lee dio un paso hacia atrás y lo miró fijamente, cruzada de brazos y con una ceja arqueada. Él se encogió de hombros y puso sus manos en los brazos de Lee, para acercarla un poco más.

Ninguno se atrevió a moverse, porque estaban muy cerca. Tampoco dijeron nada, simplemente, se quedaron quietos, contemplándose el uno al otro.

Lee tragó saliva muy suavemente y miró detenidamente las facciones de JJ. Un mechón de pelo caía suavemente por su frente, quedando prácticamente justo entre sus dos cejas. Si no fuera porque sabía que JJ rara vez se peinaba, habría pensado que lo había hecho a propósito. Tenía los labios entre abiertos, formando una ligera sonrisa ladeada, que la hizo sonreír también.

Antes de poder pararse a sí misma, Lee llevó su mano a la cara de JJ y pasó sus dedos por su pelo, echándolo para atrás. Él no pudo evitar sonreír.
La diferencia de altura era suficiente para que Lee se hubiera tenido que poner de puntillas, por lo que JJ en seguida colocó sus manos en la parte baja de su espalda para mantenerla ahí.

—J —susurró Lee, cuando él la miró también a los ojos. Lee sonrió tímidamente al sentir el tacto.

Ahora sí que estaban peligrosamente cerca y lejos de querer apartarse.

Lee bajó la mano hasta la mejilla de JJ, dejando suaves caricias con las yemas de sus dedos. Sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral y su corazón latir con fuerza al sentir la respiración de JJ chocar suavemente contra su cara.

JJ tragó saliva, de nuevo, al sentir el roce de los dedos de Lee. La atención de sus ojos azules se posó, disimuladamente, en los labios de Lee.

Ella siguió paseando sus dedos por la mejilla de JJ, con suavidad, haciendo que el corazón de él también se acelerase. Miró los labios de JJ y luego lo miró directamente a los ojos.

La pelinegra cerró los ojos y juntó sus frentes, para después poner su otra mano sobre la nuca de JJ, jugando con su pelo y causando que un cosquilleo agradable se apoderase del rubio.

—Esto no está bien —susurró JJ, cerrando los ojos y acercándose un poco más.

Lee tragó saliva, intentando aliviar la necesidad de probar los labios de JJ, pero fue totalmente inútil.

—¿Importa?

Esta vez fue JJ quien tragó saliva mientras negaba con la cabeza. Solo le importaba una cosa en ese momento y la tenía a escasos centímetros.

—¿Tú quieres que importe?

JJ no obtuvo respuesta durante los siguientes segundos, al menos no la que él esperaba, porque no esperaba sentir los labios de Lee chocar con los suyos. Le llevó unos segundos reaccionar, pero en cuanto lo hizo, llevó una de sus manos a la mejilla de Lee para mantenerla cerca.

Sus labios se movían al compás y con algo de intensidad, dejando que las mariposas que tantísimas veces habían sentido estando el uno con el otro, se apoderasen del momento.

Cuando sus pulmones no podían más, ambos se separaron lentamente, abriendo los ojos. Se miraron el uno al otro, totalmente sorprendidos por lo que acababa de pasar. JJ se aclaró la garganta y Lee dio un paso atrás, tropezando con su propio pie.

—Deberíamos... —empezó JJ. Lee asintió rápidamente con la cabeza y se giró sobre sí misma para agacharse y recoger la almohada.

JJ se adelantó varios pasos, caminando con la cabeza agachada y las manos metidas en los bolsillos de su pantalón. Lee pudo mirarlo mientras andaba, haciendo que su estómago se estrujara.

¿Qué coño había hecho?

°°°

Con los antebrazos apoyados en el mostrador, Lee observaba los movimientos de los pocos clientes que quedaban en la tienda. Sophie y Olive habían librado, por lo que estaba ella sola para atender.

Cualquier día, habría sido una pesadilla, pero esa mañana hasta agradeció no haber tenido tiempo para pensar. El murmullo de la gente a su alrededor, las constantes preguntas de los clientes y las órdenes de Carol, fueron más que suficiente para tenerla tan ocupada que no pudo, ni siquiera, pensar en lo que había pasado.

Bueno, no iba a mentir. De vez en cuando sentía un fuerte cosquilleo, para nada agradable, en su estómago. La idea de JJ estando raro con ella por lo que había hecho, no la reconfortaba mucho, la verdad.

Aun así, la mañana se le hizo extremadamente corta y, cuando se dio cuenta, estaba parada frente a los escalones del porche del Château. Podía escuchar a sus amigos sumidos en una animada conversación. Al escuchar la voz de JJ, tragó saliva.

—¿Qué haces parada aquí fuera?

La voz de Pope la hizo girar la cabeza. Se encogió de hombros y esperó a que el moreno estuviera a su lado para continuar andando.

—¿Qué habéis hecho esta mañana? —Lee preguntó.

—Lo de siempre —contestó Pope, mientras abría la puerta y la sujetaba para que Lee pudiera pasar —, ¿sabías que Topper tiene un Malibú 2019? —Lee negó con la cabeza, dando un paso al frente.

Cuando ya estuvieron dentro, Pope cerró la puerta detrás de ellos y pasó por delante de Lee para sentarse junto a Kie en el sofá.

—Y a JJ se le ha ocurrido cómo llegar hasta el Royal Merchant. —Pope estiró el brazo y señaló al rubio.

Lee asintió, mirandolo de reojo. Estaba sentado en un sillón y, al verlo sonreírle, suspiró aliviada. Habría jurado que JJ se dio cuenta, porque sonrió un poco más y le hizo un gesto para que se sentara con él. Ella se mordió el labio, tratando de disimular la sonrisa.

—¿Qué tal la mañana? —preguntó el rubio cuando Lee estaba sentada en el brazo del sillón. JJ cambió la postura, de modo que quedó medio tumbado con la cabeza apoyada en el regazo de Lee.

—La verdad es que bien —respondió ella, sonriendo un poco más y agachando la cabeza para mirarlo.

—Tortolitos, ¿os centráis?

Tanto JJ como Lee miraron a sus amigos, que los estaban mirando. Lee se aclaró la garganta y asintió rápidamente, enderezando su espalda. JJ, aunque se quedó como estaba, miró hacia el techo porque sabía que el calor que sentía en sus mejillas solo podía significar una cosa. Y no le hizo ninguna gracia.

—JJ, ¿te has puesto rojo? —John B alzó las cejas.

—Se ha puesto rojo —añadió Kie.

—Dios mío, Lee, has roto a JJ —dijo Pope, llevándose las manos a la cabeza y exagerando el tono dramático.

Un coro de carcajadas inundó el salón del Château, incluidas las de JJ y Lee, que se miraron entre ellos. Para cambiar el rumbo que la conversación estaba tomando, Lee decidió preguntar qué cuál era el plan.

Escuchó atentamente a Kie mientras ella le explicaba cuál era la idea. Por supuesto, implicaba poner en peligro el empleo de uno de ellos porque para sus amigos, las cosas sin riesgos, eran aburridas.

En realidad, el plan era sencillo y no tenía por qué salir mal. Solo tenían que llevar cuidado para que no los vieran entrar a la sala de ordenadores.

Durante el camino al hotel, ninguno de los amigos dijo nada. De vez en cuando JJ y Pope discutían por cualquier cosa, haciendo reír a los demás.

—Estamos en territorio enemigo —murmuró JJ, mirando por la ventana, a medida que John B disminuía la velocidad de la caravana. En un movimiento rápido, sacó la pistola de la guantera, ante lo que todos sus amigos rodaron los ojos.

—Guarda la pistola —pidió el pecoso.

—Eh, JJ —dijo Pope mientras bajaba de un salto. El rubio lo siguió con la mirada hasta que estuvo apoyado en la puerta del vehículo —, creo que traer un arma a un hotel de cuatro estrellas nos va a dar más problemas de los que nos va a ahorrar.

—Te juro que voy a tirar esa cosa al mar —advirtió Kie, incorporándose y colocándose entre el asiento de John B y el de JJ.

John B miró de reojo a su hermana, que se encogió de hombros y copió la postura de su mejor amiga. Sin previo aviso, le quitó el arma a JJ de la mano, haciéndolo sobresaltarse.

—Lee, cuidado —dijo él, mirando a la pecosa.

Todos lo miraron con sonrisas burlonas, pero ninguno dijo nada porque Lee le dio el arma a su hermano, para que la guardase de nuevo en la guantera.

Kie tiró de su mejor amiga hasta que estuvieron junto a Pope, esperando a que John B y JJ los alcanzaran.

—Tengo muchas preguntas —susurró la de pelo rizado, acercándose al oído de Lee.

—Yo también —dijo ella, cruzándose de brazos. Kie rodó los ojos y, al percatarse de cómo las estaba mirando Pope, no pudieron evitar reír.

—Ahora yo también tengo dudas —se quejó él.

Lee abrazó a Pope por la espalda, cosa que lo hizo sonreír y rodar los ojos, mientras le daba varias palmaditas en los brazos para que lo soltara. Ella rio de nuevo.

—¿Listos? —preguntó John B cuando JJ y él estuvieron junto al resto.

—Entonces, ¿cuál es el plan? —preguntó Pope, por decimoquinta vez. Lee rodó los ojos, divertida.

—Vamos a utilizar internet porque solo los ricos tienen electricidad ahora —contestó el rubio justo antes de comenzar a andar hacia la entrada.

El resto intercambiaron miradas y, tras asentir todos con la cabeza, siguieron a JJ. Él esperó apoyado en la puerta, manteniéndola abierta para que sus amigos pudieran pasar.

Lee no pudo evitar abrir la boca ante la sorpresa. Parecía que Agatha no se hubiera acercado por allí y a penas a dos kilómetros de distancia, había gente sin agua y sin luz. Repugnante.

JJ abrió la puerta de la cocina y Lee sintió su estómago retorcerse ante el olor de la comida. Se percató, entonces, de que llevaba desde la hora del desayuno sin comer nada.

—¡Andrews! —exclamó JJ mientras entraba. —¡Mama L! —saludó estirando la mano para coger comida de un plato.

—¡JJ! —protestó la señora, a regañadientes. Él le dedicó media sonrisa y continuó caminando como si nada. Kie y Lee se miraron la una al otra y la de pelo rizado puso sus manos en la espalda de su mejor amiga para empujarla hacia JJ. Ella bufó, pero aceleró el paso con el fin de alcanzarlo.

—¿Seguro que sabes lo que estás haciendo?

—Siempre sé lo que hago. —JJ le guiñó un ojo, ante lo que ella hizo una mueca.

—J, dime que sabes lo que estamos haciendo —casi suplicó Lee. Él soltó una carcajada y pasó su brazo por los hombros de la pelinegra.

Y ahí estaban las mariposas, otra vez.

—Tranquila, estamos ya. —Estiró su brazo libre y señaló una puerta cerrada.

Una vez abierta, los cinco amigos se apresuraron a entrar sin ser vistos. En cuanto todos estuvieron dentro, JJ echó un vistazo a su alrededor y la volvió a cerrar.

—¡Por fin, Internet! —exclamó Pope, corriendo hasta una de las sillas.

—Deja que me ponga al día con las modelos de Instagram —bromeó JJ. Kie y Lee se miraron entre ellas y negaron con la cabeza.

—No hay tiempo para eso.

John B le dio una palmadita en la espalda a su mejor amigo, sin prestarle mucha atención ya que estaba ocupado mirando la pantalla del ordenador que Pope había encendido.

Todos se colocaron a su alrededor, observando cómo el moreno introducía los datos que John B le estaba dictando.

Conforme avanzaba el tiempo, el punto indicado en el mapa comenzó a verse cada vez más claro, hasta que, por fin, tuvieron el sitio exacto.

—Doscientos setenta y cinco metros —leyó Lee para sí misma, sin apartar la mirada del ordenador.

—No es muy profundo —comentó JJ.

—¿Es asequible? —Kie frunció el ceño.

—Totalmente asequible.

Las palabras del rubio hicieron que todos sus amigos lo mirasen con las cejas alzadas y los brazos cruzados.

—¿Cuál de tus submarinos vamos a utilizar?

—¿Vamos a usar tu submarino personal?

Pope y Lee preguntaron a la vez. Se miraron el uno al otro, sin poder evitar reírse con fuerza. Al ver la cara de fastidio de JJ, chocaron puños y rieron todavía más. JJ rodó los ojos y miró a Kie y a John B, ignorándolos por completo.

—En el desguace tienen un dron que puede sumergirse hasta trescientos metros. Es justo lo que necesitamos —explicó JJ.

—¿Y tu padre podría robarlo? —preguntó John B y Kie lo miró mal.

Lee notó a JJ tensarse ante la mención de su padre, por lo que puso su mano en la espalda del rubio y, cuando la miró, ella le sonrió sin mostrar los dientes.

—A mi padre y a sus sucias manos lo despidieron. Supongo que a su jefe no le haría gracia que fuera borracho a trabajar.

Todos sus amigos lo miraron sorprendidos, salvo Lee, que cogió aire. Era la única a la que le había contado lo que había pasado con su padre. Sabía lo mucho que su mejor amigo odiaba hablar de su padre y cualquier cosa relacionada con él, por lo que decidió intervenir en la conversación.

—¿Qué hacemos ahora?

—Podemos tomar los drones prestados —propuso su hermano.

Se quedaron en silencio, planteándose la idea de John B y buscando otras alternativas, pero no tenían otra.

Lee tenía la mano todavía puesta en la espalda de JJ, lo cuál hizo que sus mejillas se tornasen de un tono rosáceo, por lo que la apartó rápidamente. JJ la miró de reojo y sonrió, algo nervioso.

—¿Cuánto dinero era? —preguntó Kie.

—Quinientos millones —contestaron los hermanos Routledge a la vez.

Como si eso hubiera sido el impulso que necesitaban, todos se incorporaron de golpe. Pope sacudió la cabeza.

—¿¡Vamos a robar?! —susurró Pope con fuerza.

—No. No vamos a robar drones, Pope. Los vamos a tomar prestados. —JJ le dio varias palmaditas en el hombro y lo apartó. Todos salieron de allí, dejando a Pope el último.

—¿No podemos hacer nada legal? —protestó, siguiendo a sus amigos.

—Vamos a ser millonarios, Pope -dijo Lee, esperando a su amigo. Él la miró con los ojos entrecerrados —. ¿Qué más da lo que sea legal y lo que no?

°°°

Y, de nuevo, los cinco amigos estaban subidos en su caravana, dispuestos a desafiar al mundo. Así se sentían ellos; insignificantes, pero poderosos.

—Pope, no es robar, es tomar prestado —repitió John B, mirando al moreno a través del retrovisor. Él no respondió. Se quedó callado, de brazos cruzados y mirando por la ventana.

—Pope está planeando cómo matarnos y cómo aprovechar luego nuestros cadáveres —susurró JJ, inclinándose hacia Lee.

Ambos estaban sentados en el suelo con las piernas estiradas, justo en frente de Pope. El moreno rodó los ojos al escuchar a JJ, haciendo que Lee riera suavemente y le diera un manotazo al rubio.

—¿Sabéis que el ser humano es el único animal incapaz de distinguir entre realidad y fantasía? —preguntó Pope.

—¿Esa frase es tuya?

Lee no pudo evitar reír por la pregunta de su hermano, ganándose miradas confusas de Kie, JJ y John B y una sonrisa por parte de Pope.

—Es de Albert Bernstein —explicó, encogiéndose de hombros.

—Y puede aplicarse a esta búsqueda del tesoro —añadió Pope.

—¿Por qué sois tan raros? —JJ miró a Pope y luego a Lee, mientras que enrollaba el porro que estaba preparando. Lee iba a responder, pero se quedó callada observando como él chupaba suavemente el papel para pegarlo.

—¿Puedes esperarte a que no estemos todos en el mismo metro cuadrado? —protestó Pope, trayendo de vuelta a Lee.

—Estoy estresado. Solo será uno y rápido.

—Tienes un problema serio, JJ —murmuró Lee, apartando la mirada del rubio.

—¿Sabéis cual es vuestro problema?

—¿Tú? —Pope y Lee volvieron a hablar a la vez.

—No sé si lo habéis aposta, pero es muy molesto.

—Tú y tus porros sois molestos. —Pope se encogió de hombros y Lee asintió, dándole la razón.

—Nosotros somos graciosos. Es algo natural —añadió la pecosa. Pope asintió.

—Kie, John B, necesito ayuda aquí.

—Cállate y escucha —ordenó Kie. Lee sonrió al ver la cara de fastidio de JJ, pero prestó atención a lo que su mejor amiga estaba diciendo.

El segundo plan del día tampoco parecía excesivamente complicado. Al menos, no tal y como lo había planteado Kie. Solo tenían que bajar y utilizar sus encantos femeninos para distraer al guardia, mientras que sus tres amigos entraban y robaban el dron.

—Asqueroso y denigrante —comentó Lee, mirando a sus amigos.

—¿Se te ocurre algo más? —protestó John B.

—Es la única idea que tenemos, pero Lee tiene razón. —Kie se encogió de hombros.

—¿Estáis seguras? —Pope miró a sus dos amigas.

Lee asintió lentamente, mirando de reojo a su mejor amiga. Kie hizo exactamente lo mismo. Por lo menos lo harían juntas.

En cuanto John B aparcó, Lee se puso en pie, dispuesta a bajar del vehículo. Al sentir los dedos de JJ rodear su muñeca, Lee dejó de andar y se giró para mirarlo.

—Lleva cuidado, ¿vale? —susurró JJ, aflojando el agarre. Lee asintió y sonrió de lado.

—Tú también —dijo ella en el mismo tono.

Pope los miró con el ceño fruncido, ya que estaban a, literalmente, menos de medio metro de distancia de él.

—¿Solo él? —John B alzó una ceja, girando la cabeza para mirar a su hermana.

Lee se limitó a sacarle el dedo a su hermano, para después bajar de un salto de la caravana. Antes de cerrar la puerta, miró directamente a Pope.

—No dejes que la líen mucho.

—Qué más quisiera yo —respondió él, echando la cabeza para atrás. Kie y Lee rieron ante su respuesta y las quejas de JJ y John B.

Lee y Kie se alejaron de sus amigos, en dirección al coche de la de pelo rizado. Hicieron el camino en silencio, hasta que se dejaron caer en los asientos del vehículo y Kie arrancó.

—¿Cómo estás con mi hermano? —preguntó Lee. Kie la miró de reojo y sonrió, para después encogerse de hombros.

—Bien, creo. Pensaba que sentía algo, pero cuando me besó fue como besar a un hermano. —Kie hizo una mueca tan graciosa que Lee soltó una carcajada.

—De eso que te libras, porque vaya cuadro de persona. —Esta vez la que rio fue Kie.

—De todos modos, creo que no somos John B y yo de los que deberíamos hablar.

Lee puso su mejor cara de niña inocente, cómo si no supiera de qué estaba hablando su mejor amiga. Quería contarle lo que había pasado, pero no sabía si JJ quería que fuera un secreto o no. Además, le daba miedo su reacción.

—Anoche fui al baño y no estabais ninguno en la cama —dijo Kie, mirándola de nuevo.

—Estábamos en el muelle —contestó Lee. Intentó sonar tranquila, pero al pensar en el beso, volvió a sonrojarse y se le escapó una sonrisa.

—¿Y...? —Lee se mordió el labio y echó la cabeza para atrás, cogiendo aire.

—Lo besé. Luego fue un poco raro, porque nos fuimos a dormir sin decir nada.

—¿Por eso esta mañana has salido corriendo? —Lee asintió.

—No sabía cómo... Ya sabes, JJ tiende a alejarse cuando...

—Sí, lo sé.

—Pero está bien, creo.

—¿Crees? —Kie sonrió, burlona.

—No lo sé, es JJ. Dudo que sienta algo serio, ¿sabes?

—Eres increíblemente inteligente para algunas cosas y, al mismo tiempo, eres increíblemente tonta para otras.

—¿Cuándo lo has visto enamorarse? —protestó Lee. Kie rodó los ojos.

—Literalmente, todos los días.

La respuesta de Kie dejó a Lee un poco sorprendida, sin saber qué decir. Sabía que todos sus amigos bromeaban con eso, pero no eran más que bromas, ¿verdad?

—¿Y Nate?

—No lo sé, Kie —susurró Lee, bajando la mirada —. No se lo he contado a JJ.

—¿Por qué no?

—Porque no sé si debería aclarar las cosas con Nate y no quedar con él y centrarme en JJ, pero es que ni siquiera sé lo que siente él.

—¿Y qué sientes tú?

Antes de poder contestar, Kie aparcó el coche a uno cuantos metros de la entrada del desguace.

—Queda hoy con él y ves qué tal y luego, si quieres, te vienes a mi casa a dormir y me cuentas, ¿vale? —dijo Kie, antes de bajar del coche. Lee asintió, sonriendo.

Cuando las dos estuvieron fuera del vehículo, se miraron la una a la otra y cogieron aire, recolocándose el pelo y la ropa.

—¿Lista? —preguntó Kie.

—Lista.


_______________________________________

¡Hola!

No sé qué os parecerá, pero a mi este capítulo me ha hecho muy, muy feliz. 🥺

Ya sabéis que podéis comentar todo lo que queráis y, si os gusta, ¡no os olvidéis de votar!

¡Hasta el próximo!

🥰✨

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