No quiero decirlo porque luego lo digo y ni vale la pena pero yo creería que una vez que Raguel está a gusto con los besos y el... asunto manual va a querer quedarse ahí para siempre.
De hecho, no hemos hecho la despedida y menos mal porque nos hubiéramos pasado dos meses en eso
¿No se hubiera querido ir? Es decir... es bueno tenerlo de antecedente en realidad
Es útil saber que a Aamón le costó dejar ir a Raguel, en las próximas ocasiones quizás tome alguna previsión como... despejar quince días su agenda antes de bajar. O... decir que va a algo muy largo en el cielo, digo. Para que no... supongan que ha bajado. Aamón, ¿cuántas veces más le vas a dejar ir sin tirártelo bien?
¿Quién sabe?, el que manda es Raguel.
Raguel dice que él va a estar súper feliz haciéndole como hasta ahora. Puede que puedan perder algunas prendas, pero poner A en B... ni siquiera lo va a pensar hasta que a Aamón se le ocurra. Igual y se le ocurre a la siguiente vez.
Hombre, si van a tener una cita de quince días igual y se le ocurrió al día siguiente.
¿Vamos a... suponer que Raguel tuvo... la pericia de que no pasara en toda esa cita?
Si fue una cita de quince días...
Quizás no fue una cita de quince días, yo creo que Raguel... le dijo que tenía que volver al cielo, porque tenía que hacerlo, al día siguiente, Máximo dos días después.
Aamón no tiene que ir a ningún sitio, que le den a todo el infierno. Es que Raguel no puede desaparecer así del cielo sin que se preocupen.
Que mal por él. A Aamón no le importa que se preocupen.
¡A Raguel le preocupa que se pregunten dónde está! Igual entendemos que insista a que no se vaya.
—Pero... lo saben ¿no? Les dijiste que venias a la tierra —pregunta el demonio.
—¿Que estoy aquí abajo? Sí, pero no les he dicho con quién.
—Miguel es lista, debe imaginarlo.
—Sí, eso... van a suponer que estoy contigo. Y... No puedo pasar tantas horas aquí, van a preocuparse.
—¿Por? No han bajado a buscarte.
—¡Pero van a acabar por bajar! Y no... No siempre saben que estoy contigo.
—¿Y qué les has dicho?
—¡Pues es que justamente ahora si saben!
—¿Y?
—¡Y van a saber que llevo contigo todo este tiempo! Van a decir que estoy loco por estar besando a un demonio como si fuera un ángel.
—Sí, pero eso lo dirán igual te vayas o no.
—No... van a enterarse de que te he besado.
—Si les ocultas eso también, pues no.
—No creo que les parezca bien lo de los besos. Nadie va a etenderlo.
—¿Entonces vas a ocultarlo?
—N-No debería.
—Mmmm... ya. Pero no vas a mencionarlo.
—T-Tampoco puedo mencionarlo —se revuelve.
—¿Eso no es mentir? —sonríe.
—Eso es... no voy a contarles porque nadie va a imaginar que te he besado —se sonroja.
—Mmmm... Me parece que eso es tergiversar un poquito las normas.
—¡Si me... preguntan les diré la verdad!
—¿Y si no?
—No veo por qué...
—Así que si... mataras a alguien...
—¿Qué querrías exactamente que les dijera? —le mira.
—¿Yo? —se señala a si mismo levantando las cejas—. Nada en absoluto —hace un gesto con la mano.
—Me estás diciendo que sí. Que está mal que no les diga.
—No, te estoy diciendo que según tus reglas morales...
—Quizás no debería hacer algo que no estoy dispuesto a decirles —Es que le TENSA. Aprieta los ojos.
—Pero has dicho que les dirías si te preguntan.
—No podría mentirles.
—O sea, que se lo dirías.
—No lo sé. No... ¡No sé! —Se muerde el labio porque ni querría decirlo.
—Cálmate, cálmate —estira las manos hacia él para abrazarle.
—¡Esto es complicado! —Le aprieta contra sí.
—Nah.
—Lo es mucho más... de lo que es para ti. Hay reglas, Aamón. Quizás debería decirles.
—Entonces diles.
—No van a entenderlo... —susurra.
—Probablemente no.
—No van a conocerte lo bastante, no van a esperar a hacerlo para saber que eres... tú.
—Probablemente me culpen a mí.
—No es tu culpa. Eso me haría a mí una víctima.
—Y... ¿eres cómplice?
—Soy... responsable de quererte.
—Cómplice de los besos.
—No me digas esas cosas como si fueran malas —Aprieta los ojos.
—Te suenan malas porque crees que lo son
—Ugh... ¡No quiero creerlo!
—Pues no lo hagas, tú mismo lo has dicho, no hay nada malo en el amor.
—Lo hay cuando el demonio me califica de cómplice.
—¿Ser cómplice es el problema?
—Que todos, incluyéndote a ti, consideren que esto es algo levemente malo, es el problema.
—Yo no considero que sea malo.
—Oh, ¡así que nada más estás picándome a ver si enloquezco! —medio protesta aunque sonríe.
—No, nunca dije que fuera algo malo.
—¡Pero perfectamente sabes que yo lo voy a considerar algo malo!
—Pues... tú eres quien dice que los tuyos lo harán y por eso piensas esconderles.
—Ya en serio... ¿tú no piensas esconderle al infierno?
—Pues claro.
—Entonces por qué me haces sentir mal por quererlo esconder al cielo.
—Tú te haces sentir mal a ti mismo.
—Quizás debería subir al cielo... —Raguel aprieta los ojos.
—¿Pero por qué?
—Porque... porque esto... nunca había tenido la tentación de mentirles a mis compañeros.
—Y no sé porque ibas a empezar ahora, eso digo.
—Solo es que me imagino a Miguel... "¿Que has hecho qué con... qué? ¡¿Por qué ibas a darle amor!?" —Raguel se revuelve en su sitio.
—¿Y? —igual se sonroja.
—Lo que no quiero, Aamón, es que mañana me acusen de no ser objetivo con ustedes solo porque tú me has engatusado —Le sonríe y le acaricia la mejilla.
—¿Engatusarte?
—¿Tentarme a... quererte? —se ríe un poco—. ¿Será eso posible?
—¿Yo? ¡Lo hiciste porque quisiste!
—¿Tú no tuviste nada que ver? ¿No hiciste cosas lindas y adorables que lo... precipitaran? —se muerde el labio.
—W-What? —se sonroja de nuevo.
—El amor no solo se da, se gana.
—Bueno, pero no necesariamente con cosas lindas y adorables.
—En tu caso... Quizás eres el príncipe de las tinieblas, pero yo no puedo quejarme de que no seas lindo y adorable conmigo.
Aamón traga saliva.
—No pretendo compartir esa información con nadie.
—Esa sí sería una mentira —protesta el demonio.
—Eso creerían todos —Raguel le mira y levanta una ceja. Él asiente—. Nadie podría llegar a suponer que detrás del Príncipe de la Ira hay un demonio suave y de buenos modales —le sonríe, volviéndole a hacer un cariño en la mejilla y dándole amor con los dedos.
El demonio frunce el ceño.
—No me pongas esa cara.
Le toma de la cintura y se le echa encima para tirarle. Raguel chasquea los dedos y hace que leviten a unos centímetros del suelo, sacando las alas y abrazándoles a ambos con ellas porque le ha asustado.
—Mira qué bonito —comenta el demonio parpadeando un poco.
—¿Te lo... parece?
—Pues tus alas.
—Gracias.
Oootro sonrojito
—¿Estabas probando un punto? —Le acaricia la espalda con ellas.
—Estaba... intentando asustarte
—No lo has conseguido... —qué hay de las mentiras, Raguel...
—Tendré que seguir intentándolo —sonríe.
—Nooo...
—¿Cómo que no? —ahí va... fuego por todos lados.
Raguel aprieta los ojos y las alas alrededor de Aamón, haciéndose bolita contra su cuello.
—Eres incapaz de hacerme daño.
—¿Eso te repites a ti mismo? —le abraza.
—No... solamente lo sé. Lo sé perfectamente bien, confío en tí.
Aamón se humedece los labios y le besa otra vez. Raguel le deja, desde luego, sonriendo y devolviéndole el beso que cada vez es menos casto, hemos de decirlo.
You are falling.
Ugh, no!
Oh, sí
Que nooooo. No más de lo que está... ehm... Aamón. Va a costarle un huevo y la mitad del otro subir al cielo y no volver a bajar.
Exacto. Faaaalling, yes I am falling... and she keeps calling, me back again.
No se burlen de él... pero es que sí, está bastante perdidito el muchacho.
Siento que estamos como... un poco perdidos, o sea están en ese bonito momento de... todo es hermoso y está bien... Y no acabe nunca de entender si le dejó ir al cielo después de esa primera cita.
Pues... que... pase. Si es por Aamón, no.
Raguel me insiste que sí, pero me insiste que sí y luego... se queda ahí con cara de bobo aun abrazándole sin hacer el más mínimo esfuerzo por irse de verdad y el otro sigue dándole besitos.
¿Van a pasarse quince días en lo mismo? ¿En el mismo cuarto/cojines/besitos? Bueno ahora en las alas de Raguel. Insisto, si va a pasar tiene que hacerlo Aamón, a Raguel ni siquiera se le ocurre.
De hecho, ¿sabes? creo que... Un rato no tan largo como quisieran más tarde, es que... se escucha la voz de Miguel venir de... el reflejo de alguno de los cristales de la vidriera.
Nooooooooo ¿Pero están ya en eso o solo besos?
Espero que besos. No sé con cuanta ropa, pero besos serían.
—¿Raguel? ¿Estás ahí?
No, si solo son besos aun están vestidos.
Quizás... son besos en oro lado. Eso puede que... eso le ha gustado a Raguel la vez pasada así que puede incluso que se lo pida
¿El qué? ¿Besos ahí?
Besos... en el hombro o cuello o pecho.
De hecho eso era el siguiente paso, darle besos hasta llegar... ahí.
Puede que hayan llegado a eso.
Pues disfruta de las vistas, Miguelito.
No! No quiero hablar del SALTO que va a pegar Raguel cuando la escuche. Aamón cree que le ha gustado ese movimiento de lengua. Sí que le ha gustado pero...
—¿¡Raguel?! No alcanzo a... ver bien, está esto un poco borroso. ¿Estás bien?
Así que el demonio solo sonríe dispuesto a repetirlo y se paraliza.
—Raguel tarda como cinco segundos en... entender que es lo que está ocurriendo.
Aamón se gira a mirar hacia la voz. Ahí está, medio borrosa... la chica de la armadura dorada.
Aamón se desvanece en una nube de humo convirtiéndose en búho, aleteando.
—M-M-Miguel... ¿¡qué haces aquí?! —pregunta Raguel absolutamente histérico.
—Buscándote. Se suponía que teníamos junta hace dos horas... todos están preocupados.
Las misaaaas, por lo visto.
—Ahh... eh... sí..., sí es verdad, sí. Estaba... me he liado con una cosa...
—Vale; ¿te esperamos, entonces? ¿Necesitas ayuda? No será algo con el infierno y ese pesado de Aamón, ¿verdad?
—Ehm... S-Sí. Sí. Dame unos minutos y ahora subo.
El búho está sobre... lo que sea en lo que ha aparecido Miguel, levantando una ceja, si acaso los búhos pueden hacer eso.
—Vale. Es... ¿¡estás desnudo?!
—Ehhh... estaba dándome un... baño. Miguel, ¡ahora subo!
Miguel especialista en encontrar a todos los ángeles desnudos.
Por lo visto. Miguel desaparece de la vidriera y Raguel aprieta los ojos, poniéndose de pie.
Aamón baja de un salto al suelo, volviéndose humano antes de tocarlo. Raguel chasquea los dedos, vistiéndose del todo, súper nervioso.
—Le he mentido... le he mentido.
—Cálmate, no pasa nada, es una mentira piadosa.
—¿P-Piadosa? No es una... ¡es una mentira!
—Piadosa, para que no se preocupe por algo que no tiene que preocuparse pero no va a entender.
—Igualmente es horrible mentirle. Pero tienes razón... se preocuparía sin razón —se gira a mirarle.
—Entonces no le mientes porque haya que ocultarlo, sino porque no hay necesidad y decírselo no traería nada bueno.
Raguel suspira, mirándole y agradeciéndole el ayudarle a racionalizar esto, aunque con cierta sensación de agobio que no puede quitarse de encima.
—Lo hago por ella... —susurra asintiendo.
—Exacto —asiente también.
Levanta los brazos para abrazarle y él le rodea de la cintura.
—Tengo miedo —se le esconde en el cuello.
—¿De qué?
—De todo. De mentirles. De que reaccionen mal. De que te hagan daño...
—Ya sabes cuál es su postura con esto, por eso las mentiras piadosas.
—Tengo que irme.
—¿Cuándo vuelves? —Le abraza más fuerte porque eso sí que no quiere.
—No lo sé. Supongo que... ¿en una semana, como siempre?
El demonio asiente un poco con la cara en su cuello.
—¿Vas a estar bien?
Asiente otra vez.
—¿Seguro?
—¿Quieres que no lo esté?
Raguel se ríe.
—Puedo no estarlo.
—No digas tonterías. Voy a extrañarte.
—Que va, vas a subir ahí y a ponerte a escribir... todas esas cosas. Aun quisiera saber cómo describes esto.
—Ugh... como... un acercamiento espiritual.
—Espiritualisímo —se ríe y le mete mano un poco. Raguel pega un salto.
—Deja de hacer algo raro de esto —protesta un poco, sonriendo—. Sabes que lo es.
—A mí me parece más físico que espiritual, es lo único que digo.
—¡No es más físico! ¡Es amor!
—También. Ambas.
—Amor físico... No son cosas separadas
—Exacto.
—Igualmente tengo que irme —le da un besito en la mejilla.
Se sonroja un poco y traga saliva. El ángel le pone una mano en el pecho y ahí le va una dosis concentrada de amor para que le dure.
¡Ala! Tiene que dar un paso atrás y todo.
—¿Demasiado?
Niega con la cabeza
—En cinco días y sus noches nos vemos —le sonríe. Él suspira y Raguel le acaricia la cara y le da un besito en los labios—. No me extrañes demasiado.
—Más me vas a extrañar tú.
—Eso es bastante probable —besito en la mejilla y se ríe.
Aamón refunfuña un poco. Raguel chasquea los dedos para llevarse su tablero de Backgamon... y sus flores.
—Sé buen demonio... —da un pasito atrás... y crack desaparece con un rayo.
—¡No voy a ser un bloody buen demonio! —le grita a quien le escuche.
Probablemente Raguel se ría desde el cielo.