After [Emiliaco]

Da pinacocoMS

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Emilio y Joaquín tenían una relación secreta. Siete años después cuentan su historia. ¿Qué pasó después? Desp... Altro

PRÓLOGO
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EPÍLOGO/ Las Cartas
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Da pinacocoMS


JOAQUÍN

El día del concierto el 22 de noviembre todo corrió con normalidad. Nada raro pasaba, o al menos eso pensé.
Hoy en día es que pienso en que nunca supe si Emilio estuvo de acuerdo con su padre o no, ¿por qué no hablamos las cosas? Creo que entre los dos hubiera sido más fácil solucionar todo, pero él quiso cargar con el paquete solo. Y no pudo.

Yo amaba a Emilio, de eso no había duda y creo que si hoy pudiéramos regresar el tiempo para que todo saliera como pensamos desde un principio lo haríamos. Aunque está claro que de los errores se aprende, pero hubiera sido mejor arreglar la situación en ese entonces, no ahora, siete años después.

Aunque la verdad todo este tiempo nos sirvió para madurar y darnos cuenta de lo que queríamos en realidad.

EMILIO

Pasó el concierto del 22, vi a mi novio ese día y no quise decirle nada del problema con mi padre, después de todo era un tema que me hubiera gustado resolver solo. Nunca imaginé que me sería imposible.

Debido a que mi padre ya sabía que tenía una relación con Joaquín no nos dejaba solos ni un rato, aunque le agradezco que tampoco le hubiera reclamado a él, mi novio no tenía la culpa de nada.

Cuando por fin tuve un momento a solas con Joaco fue que le dije la verdad; bueno, no toda.
— ¿Pasa algo entre tú y tu padre? Hay mucha tensión aquí, hasta puedo cortarla —él inició la conversación simulando con sus dedos medio e índice un par de tijeras.

— Ya lo sabe todo —hablé entre dientes.

— ¡¿Qué?! —exclamó él, no supe si en realidad no escuchó o quería corroborarlo.

— Sabe que estamos juntos —suspiré.

— ¿Y quién le dijo? ¿Fue Niko? ¿Roy? Porque si es así te juro que... —

— Tranquilo. Fui yo, yo le dije todo —lo interrumpí.

— ¿Por qué? No se suponía que mañana... —lo volví a interrumpir.

— Eso pensamos pero tuve un problema con él y tuve que decirle —

— ¿Otro problema? ¿Qué pasa? Ahora que lo pienso hace días estás raro, como preocupado o no sé —

— Nada grave, tranquilo bonito —le regalé una caricia en su mejilla.

— Emi, ya sabes que puedes decirme —posó su mano en mi hombro izquierdo.

— Tranquilo, en serio no es grave, yo lo solucionaré —una mentira que salía de mi boca.

— Dices que tuviste que decirle a tu padre que estamos juntos ¿Y no es grave? —levantó un poco la voz— Pero está bien, son tus cosas y si no me quieres contar, allá tú —se dio media vuelta dándome la espalda.

— Amor, no quiero que peleemos —suspiré— Nunca sabremos cuándo será el último día que compartiremos escenario y no quiero pasarlo cantando sabiendo que estás molesto conmigo —lo abracé por la espalda.

— Al menos dime porqué si ya sabe todo no me ha reclamado nada —

— No lo sé, supongo sabe que el concierto es importante para mí y no quiere armar un pleito ahora —dirigió su mirada a mí.

— ¿Seguro que todo bien? —sonrió e hizo esa cara de ternura que me mataba cada vez que la hacía.

Es que ¡Dios! se veía tan lindo.

— Sí amor, todo bien —una mentira más, nada estaba bien pero no quería embarrarlo con mis problemas.

Salimos al escenario para cantar las últimas canciones de la noche y después retirarnos, no sin antes ayudar a recoger todo con el staff.

Pensé en ir a cenar con Joaquín, al parecer era la última vez que lo haríamos. Pero mi padre de nuevo lo impidió como ese mismo día por la mañana.
"Tenemos cosas que hablar", esa frase ya se había convertido en su favorita los últimos meses. Como pude me despedí de mi novio y me dirigí al auto de papá, él me llevaría a mi casa.

JOAQUÍN

¿Tenemos cosas que hablar? Perdí la cuenta de las veces que Juan había dicho eso a su hijo, ¿y cómo iba a pensar que era algo malo? Era su propio padre, nadie debería tratar mal a sus hijos y obligarlos a hacer algo que no quieren. Lo primero es su felicidad.

El punto es que me despedí de Emilio, en la mañana tampoco habíamos podido salir a desayunar juntos; pero estuvo bien, lo único que quería era descansar, el día había estado agotador y al siguiente sin duda sería igual. Era una fecha que nos marcaría a todos, en ese momento no supe de qué forma pero no había dudas de que así sería.

Tal como se lo dije a Emilio, ese día y varios atrás, había estado muy pensativo. Se notaba que algo le preocupaba pero no quería o quizá no podía hablarlo.

Llegando a mi casa solo cené algo rápido y subí a mi habitación para poder descansar.
Hice mi rutina de noche, me puse la pijama y me recosté a dormir. Ahora pienso en que quizá el destino me estaba avisando de algo porque puedo jurar que esa noche tuve un sueño que, ahora sé, no estaba muy lejano de la realidad.

"Me encontraba sentado en la banca de un parque esperando a Emilio, ya que me había prometido ir por un helado juntos, queríamos alejarnos un rato de los problemas del trabajo. Pero de pronto él llegó, pasó frente a mí y no sé si no me vio ahí sentado o no quiso voltear la mirada. Pero no iba solo, iba de la mano de una mujer que se veía un poco más alta que él. Su cara no era de felicidad, de hecho ninguno de los dos lucía feliz, solo pasaron por ahí caminando de la mano del otro al parecer sin rumbo fijo."

Al despertar, no logré recordar el rostro de la chica con la que Emilio caminaba. Solo me detuve unos segundos a pensar en porqué había soñado eso. No encontré un motivo, al menos no esa mañana; así que me dispuse a realizar mi rutina mañanera porque ese día sería nuevamente agotador y esperaba fuera un buen día, el comienzo de una vida al lado de Emilio.
O al menos eso pensé.

EMILIO

La noche anterior al día del concierto del 23, al llegar a mi casa me dispuse a subir a mi recámara y descansar pero mi padre lo impidió.
— Aún no subas, te dije que tenemos que hablar —inició la conversación al tiempo que cerraba la puerta principal cuando él entró.

— Papá necesito descansar —bufé.

— Y lo harás, solo que necesito presentarte a alguien. Ya no tardan en llegar, les dije que los veríamos aquí a esta hora —comenzó a caminar en dirección a nuestra sala. A pesar de que se había separado de mamá hace tiempo, no perdían la confianza de estar en la casa del otro.

— ¿Los? —lo miré extrañado.

— Sí, a ella y a su mánager. El contrato ya está listo —

"El contrato ya está listo", fueron palabras que removieron muchas cosas dentro de mí, por un momento tuve ganas de salir corriendo de ahí, de huir y no volver a saber nada de todos los que estaban en esa casa. Pero no tenía a dónde ir, no quise molestar a Joaquín con mis problemas a esas horas de la noche, y no tenía a ningún amigo real como para que me ayudara en esa situación.

No sé si lo imaginé o en verdad pasó pero sentí una lágrima rodar por mi mejilla al escuchar esas palabras salir de la boca de mi padre.
No pude decir ni una palabra más cuando escuché que habían tocado el timbre de nuestra casa. Supuse eran ellos.

La persona que nos ayudaba en casa se encaminó a la puerta.
— Lo buscan, señor —habló en dirección a mi padre, quien solo exclamó un "Hazlos pasar, Itzel. A la sala, por favor"

Vi entrar dos figuras, la primera: un hombre al parecer de la edad de mi padre pero un poco más alto, traje negro y corbata del mismo color. Barba bien rasurada, cabello castaño oscuro y peinado hacia atrás. Zapatos bien lustrados y un portafolio en la mano derecha.

A su lado la segunda figura, después de haber pasado la tarde anterior viendo fotos del resultado de mi búsqueda: "Bercht", supuse era ella, la misma. Portaba una falda negra a juego con su blusa del mismo tono y detalles dorados, zapatos de tacón de aproximadamente 5 centímetros, su cabello rizado lo llevaba suelto, solo una peineta en color dorado lo acompañaba. De su hombro izquierdo colgaba una bolsa con un logo en un tono plateado. Pero lo que resaltaba era su maquillaje, sin duda se veía mayor que yo.

Mi padre abrió la conversación.
— Licenciado, pasen por favor. Buenas noches señorita —habló mientras saludaba con la mano a cada uno.

— Buenas noches —habló el hombre de nombre desconocido para mí. Después la chica dijo lo mismo.

A este punto mi madre ya se encontraba bajando las escaleras.
— Buenas noches señora Marcos —habló la señorita cuyo nombre sí era Seydi. Lo supe después de que su mánager la invitó a tomar asiento llamándola así.

— Hola, buenas noches. Están en su casa —

Los invitados de mi padre ya estaban acomodándose en el sofá doble de la sala; mis padres y yo hicimos lo mismo.

Al estar todos sentados el hombre de traje del cual ahora sabía su nombre era Raúl tomó la palabra.
— Ya está aquí el contrato —abrió su maletín— traje la copia para que Emilio lo lea y siga todas las reglas.

— Ten por seguro que lo hará —exclamó mi padre sin siquiera dignarse a dirigirme una mirada y hojeó aquel documento.

— Al parecer tú eres Emilio, seremos novios —Seidy habló está vez mirándome a los ojos.

— Trabajaremos juntos, sí —crucé mis brazos y volteé la mirada hacia cualquier parte de la casa que no fuera ella.

— Emilio, ¿podrías ser más amable con la señorita? Por favor —esta vez habló mi madre.

Giré los ojos por dentro y sonreí forzadamente.

Mi padre se levantó de su lugar e invitó a los adultos a pasar al jardín y tomar algo de vino para celebrar.
¿Celebrar qué papá? ¿Celebrar que le estás matando la felicidad a tu hijo?
Vaya celebración.

Al quedarnos Seidy y yo solos en la sala ella se levantó de donde estaba y tomó asiento a lado mío.
— Tendremos que parecer enamorados —colocó una mano en mi rodilla y habló a mi parecer en un tono coqueto.

Me levanté bruscamente dejándole en claro que no quería estar con ella. Yo tenía a mi novio.

Al estar de pie le respondí.
— Bien, mira, quizá mi padre quiere hacer esto por alejar la imagen que la gente tiene sobre mí —suspiré— Pero yo tengo novio y quiero dejarte muy en claro que si esto se lleva acabo, fuera de cámaras no seremos nada.

Se levantó creo que algo molesta y habló entre risas.
— ¿Y tú crees que eso a mí me importa? —se señaló— A mí igual van a pagarme, te vea o no, salgamos juntos o no, nos besemos o no. Solo tengo que llegar mañana y lucir feliz a tu lado.

— Bueno, entonces creo que no tenemos nada de qué hablar —solté para cerrar la conversación y dirigirme a mi habitación con las copias aún en las manos.

Cuando subía las escaleras escuché un "Ya, madura, no seas infantil, verás que la vamos a pasar bien".

Al llegar y entrar a mi habitación caí en cuenta de la palabra que ella había usado: Mañana.
¿Será que mi padre había planeado confirmar mi "relación" con ella ese día? Aún no lo sabía, pero esperaba que no.

Ese día lloré, otra vez, hasta quedarme dormido. Creo que desde mucho antes yo ya sabía que todo estaba perdido pero no quería aceptarlo. Seguía pensando en que aún encontraría una manera de estar con Joaquín. De que nuestro amor no se rompiera.

Esa noche, por fin, después de meses cargando ese problema pensé en que debía decírselo a mi novio. Aunque ya no habría remedio. Ya habíamos perdido todo. Y todo por mi culpa.

Decidí escribirle un mensaje antes de dormir.

Después de enviarlo por fín descansé, o al menos eso intenté. Perdí la cuenta de los días que llevaba esperando despertar de esa pesadilla y que mi novio estuviera ahí conmigo o que nunca lo hubiera conocido para no herirle de la manera en que lo hice.

★★★★★★★

Gracias por leer, que tengan lindo día o dulces sueños dependiendo de a qué hora lo lean.

—piñacocoMS 💟

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