Amor Fugaz ✓

By __ElizabethTorres

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Las historias de amor no siempre, duran por siempre. Pese a ello, puedo decir con certeza que la nuestra si l... More

Prólogo
2. Charla nocturna
3. Encuentro incómodo
4. Vistazo al pasado
5. El mejor regalo
6. Primera cita
7. Segunda cita
8. Elena no llores
9. El arrepentido
10. El lago de los sueños
11. Voto de confianza
12. Un triste recuerdo
13. ¿Me estás retando?
14. La Cena de Celebración I
15. La cena de celebración II
16. Malas noticias
17. El último adiós
18. La bicicleta
19. Los Villanueva reunidos
20. Viejo amigo
21. Superando miedos
22. Doble celebración
23. Confusión
24. Luz y Oscuridad
25. Acto suicida
26. Prisión
27. Buscando respuestas
28. Los Romero se reúnen
29. Sueño descifrado
30. La postal
31. La última cita I
32. La última cita II
33. El día de la boda
34. Después de la boda I
35. Después de la boda II
36. Final
Epílogo

1. Destinos Cruzados

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By __ElizabethTorres

—Vamos Carla, tengo prisa después de clases debo ir al teatro. —Insisto con precisión.

—Lo sé, hago lo que mis pies me permiten. —Carla se defiende.

Tener amigas con estatura baja es muy complicado, debes acoplarte a sus diminutos pasos, faltan tan solo cinco minutos para mi clase de oratoria, normalmente vengo sola, pero hoy se ha unido una de mis mejores amigas, ella siempre me ha acompañado en las presentaciones del teatro y ahora resulta que me ama tanto que hasta quiere estar en mi clase.

Es la tercera semana del curso, me siento muy emocionada porque estoy en Milán con mi equipo de trabajo y en los ratos libres (que son pocos) decidí aventurarme en aprender cosas nuevas, como pulir hasta el máximo mi oratoria.

Quiero destacar que hace un tiempo estuve en una relación con un chavo llamado Jon, llevábamos varios años de noviazgo, sin embargo, sus constantes dramas innecesarios y berrinches infantiles, me obligaron a tomar la decisión de ponerle punto final a lo nuestro, sabia decisión. —Susurra mi mente. Es por ello que entré a este curso, para emplear todo mi tiempo en cosas fructíferas y así evitar tristezas inútiles que no me dejarían nada bueno

Después de caminar durante algunos minutos con mi amiga tortuga llegamos al salón, la profesora ya está comenzando la clase, así que nos apresuramos a sentarnos.

—Buenas noches a todos, sé que ya saben la dinámica de cada sesión, sin embargo, hoy habrá un pequeño cambio. —Informa la profesora, que lleva por nombre Reyna.

Carla se mueve inquieta en su silla y me susurra. —Elena, esta es mi primera vez aquí y no estoy entendiendo nada.

—Cálmate, deja que la maestra termine de explicar. —Arguyo tratando de tranquilizarla.

Pero al parecer hablé más fuerte de lo que pensaba porque la profesora con el ceño fruncido me reprende. — ¿Puedo continuar, señorita Elena y compañía? —Nos lanza una mirada amenazante.

—Oh claro que sí, disculpe no volverá a pasar. —Aseguro con la mano en mi pecho, para hacerlo más creíble.

Está señora tiene un oído sumamente agudo, podría jurar que escucha hasta mis ruidosos pensamientos.

Ignorando mi comentario, vuelve a dirigir su atención al resto de la clase. —Cómo iba diciendo, hoy habrá unos pequeños cambios, quiero que trabajen con una persona que tenga la misma letra inicial en su nombre, es decir, si usted se llama Aladdin, trabajará con Adam. —Hace una pausa. Y la aprovecho para lanzar mi opinión.

—Profesora me temo que eso no será posible, en ningún salón los nombres pueden coincidir tanto como para encontrar pareja todos, además haciendo un cálculo matemático, aquí solo estamos 19 personas lo cual significa que su plan no funcionará. —Intervengo de forma educada.

—Ella me ofrece una mirada cansada. — Me dejarías terminar Elena.

—¿Otra vez me adelante? ¡Rayos! Perdón hoy juro que me callo. — Me disculpo tomando mi asiento.

—Bien solo lo diré una vez y presten atención. — Alza la voz y me da una mirada rápida. —Hoy se suma un alumno nuevo, bueno espero que venga porque ya pasó la hora, en fin, el listado de las personas ya está hecho todos los nombres coinciden. —Añade con simpleza.

Algo no me cuadra, conozco a todos por aquí y nadie lleva la E en alguno de sus nombres, y no hay manera de que el tipo nuevo lleve específicamente una E en alguno de sus nombres, esto es patético, no quiero ser la chica que se queda sola.

Levanto mi mano para volver a opinar. —Profesora... —Mientras trato de articular mi argumento un estrepitoso ruido me hace dar un brinco en mi silla, el sonido viene del otro lado de la puerta, la profesora sale a investigar.

Después de algunos minutos entra y trae consigo a un adolescente con varios libros, su cara grita inocencia y pubertad ¿qué hará alguien como él en un curso como éste? Todos aquí tenemos 21 o más años, él luce de 17.

Una sonrisa Pícara asoma en la cara de la profesora. —Bueno Elena parece que tu pareja ha llegado, él es Emanuel.

Silencio incómodo.

¿Emanuel? No, esto es una broma de muy mal gusto, o sea que yo voy a trabajar con el nuevo, por Dios es un bebé, y no quiero ser la niñera de nadie.

—Oiga no quiero sonar grosera, pero no tengo tiempo para trabajar con él o sea estamos en la tercera semana del curso lo cual significa que ha perdido todas sus clases y no tiene ni la menor idea de cómo funciona esto, no te lo tomes personal niño. —Vuelvo a ver al chico y continuo. —Solo que no tengo tiempo.

—Nadie ha pedido tu opinión, pero gracias, me ha surgido una idea fenomenal. —Levanta sus manos en un gesto demasiado teatral. —Serás la tutora de Emanuel mientras él se acostumbra a la clase. —Anuncia sin más.

¿Tutora? Es enserio, en mi vida he sido tutora, cómo se supone que se hace eso, debo aprender a callar mi bocota, vaya que sí.

—¿Pero porque tengo que ser yo? Carla también es nueva ella debería trabajar con él, aunque no vayan de acuerdo a su nueva gran idea. —Me defiendo.

Esto no le gustará a mi amiga y quizá después quiera matarme, pero no tengo opción.

—Me parece que no estás entendiendo, tu no tomas las decisiones aquí, Emanuel puedes sentarte con Elena mientras se ponen de acuerdo con todo. —Le ordena en un tono autoritario.

El chico obedece y en silencio camina hacia mi lado, pero sin dirigirme la mirada, no dice ninguna palabra y se limita a sentarse, es imposible no observarlo, viene con su camisa gris, pantalón negro, cabello semi-largo despeinado y sus libros, es aparentemente extraño, sus ojos no tienen ningún brillo y su expresión es tan simple como un pedazo de hielo, yo soy una bomba ruidosa, mientras que él es tipo sereno, calmado y a decir verdad me molesta tanta calma.

La Profesora en un extenso deseo de ponerme por los suelos proclama. — Les pido una disculpa por todo este escándalo estudiantes, pero ya conocen a Elena ella siempre anda armado alborotos.

Todos comienzan a reír, yo no le encuentro la gracia, nadie entiende que tengo mucho trabajo con el teatro, damos 3 funciones a la semana en el teatro nacional, es hermoso, pero es cansado, me metí en estas clases para olvidarme de Jon y vaya que funcionará no tendré tiempo para pensar ni en mí.

Observo a toda la clase y parecen estar trabajando, imagino que también debo hacerlo ¿no?

Sin más opciones en mi tablero me inclino hacía el chico y le susurro. —Okay, sólo para aclarar soy una mujer muy ocupada y bueno...

Sin dejarme acabar él se dispone a hablar. —Si no quieres hacer esto, simplemente no lo hagas no tengo problema con eso, lo que menos quiero es establecer lazos amistosos con alguno de ustedes. —Responde en tono agreste.

—Cálmate pequeño, solo quería que habláramos un rato. —Manifiesto con tranquilidad.

Se gira para verme a los ojos y pensándolo mejor de cerca es bastante atractivo, aunque eso no cambia el hecho de que es un adolescente. — Deja de llamarme "pequeño" en primer lugar no soy un niño, y en segundo detesto los apodos. —Replica de mala gana, acomodándose más en su silla.

—A ver, ¿qué onda contigo? Eres así de irritante todo el tiempo. —Husmeo.

—Define irritante. — Interpela con una leve sonrisa, casi es una burla ¿acaso piensa que soy estúpida?

—Molesto, mal hablado y desagradecido. —Argumento con toda la intención de que se sienta identificado.

Pero él ni siquiera se conmueve, es más, coloca sus brazos sobre la mesa con una lentitud agobiante para luego decir. —¿Yo soy el mal hablado? Antes te escuché decir de todo con tal de no trabajar conmigo, acaso crees que no estoy a tu nivel Elena Romero. —Ataca sin preámbulos.

Elena Romero, sí es mi nombre, pero, ¿cómo es que este mocoso lo sabe? ¿Me ha visto actuando?

—Veo que sabes mi nombre, ¿vas al teatro para admirar lo que hago? —Husmeo con una sonrisa en mí rostro.

Su respuesta no es precisamente agradable.

—He ido de vez en cuando, para apreciar el arte, que tu estuvieras ahí solo es una casualidad. — Agrede sin escrúpulos.

Ya me harté de este enano es tan molesto, pleitista, opuesto y no va al teatro por mí, bien esto solo alimenta mi lado competitivo.

Nadie me ha cuestionado tanto, hasta ahora.

—Para ser un bebé sabes cómo defenderte bien Emanuel, hagamos esto fácil y rápido lo primero que haremos será... — Intento ordenarle, pero él refuta mi orden.

—Te gusta dar órdenes, ¿no es así? Soy tu compañero y quiero que tomes en cuenta mi opinión, por cierto, tengo 21 no subestimes mi apariencia puedo ser más hombre de lo que crees. — Expone con una fluidez impresionante.

Pero ¿qué mierda? ha dicho ¿21? Les juro que parece de 17 que raro es el mundo, ¿más hombre de lo que creo? Simularé no haber escuchado eso.

—¿Me dijiste mandona? Enserio, apenas te conozco y me estas irritando demasiado.

—Tómalo como quieras, solo terminemos esto. —Habla desganado.

Bien, trataré de ser amable por una vez en la vida, sólo trataré.

—Bueno, ya calmémonos un poco, hay que organizar, que días nos veremos para trabajar y que tú te acoples a todo esto. —Espeto en tono amistoso.

Ahora su rostro luce divertido. —Se te da bien el actuar eh. — Guiña un ojo.

—¡No estoy actuando, joder! Solo trataba de ser amable, por lo menos colabora.

—Como tú digas pequeña. —Hace énfasis en "pequeña" como burlándose de mí. Lo odio.

Como era eso de "detesto los apodos" es un mentiroso, solo quiere molestarme, pero no le daré ese gusto, no señor.

—Creí que odiabas los apodos, en fin, que días puedo verte. —Mi interés decrece.

—Cuando tú lo prefieras, no es que tenga mucho por hacer. —Confiesa distraído, mientras saca lo que parece una agenda personal.

—¿Eres un flojo? No tienes muchos amigos verdad, ¿sales a fiestas o algo de humanos Emanuel? —Lo molesto.

—Supongo que tú tienes miles de amigos ¿no? Es decir, todos los que te hablan sólo por ser una figura pública, esos que se acercan a ti por interés. —Ataca en tono grotesco.

Debo confesar que eso dolió.

—No hables como si me conocieras, no sabes nada de mí. — Me defiendo. Literalmente es cierto, él a penas y sabe cómo me llamo.

—Sé lo que necesito saber, aparentas seguridad, pero no es así, eres frágil y de vez en cuando lloras. —Sostiene como si en verdad fuera una carta leída ante sus ojos.

—¿Practicas brujería o algo así? tienes esa pinta de ocultista. —Dejo por un lado los rencores e intento bromear de nuevo.

Lo siguiente que veo son sus dientes blancos y perfectos se ha reído, ¡santo cielo! ¿eso pasó?

Lo acabo de conocer, pero nunca creí vivir lo suficiente como para verlo reír alguna vez, salvo para burlarse de mí, debo admitir que tiene una sonrisa hermosa, a sus mejillas las acompañan dos hoyuelos que lo hacen lucir de cierta forma tierno.

¿Me pregunto quién es él en verdad? Es decir; fuera de esa mascara de sabelotodo, chico frío y Dark inalcanzable suena demasiado cliché lo sé, pero es cierto.

—Soy de todo un poco, nada impresionante. —Acepta con modestia.

A partir de ese momento solo le respondo a todo lo que me dice, así sin más perdí el gusto a pelear con él.

Quedamos en vernos los días que no voy al teatro, es decir; los viernes y sábados, sé que Emanuel significa trabajo extra, pero me esforzaré porque no hay nada que yo no pueda hacer.

Siendo sincera me agrada un poco la idea de ser su tutora porque significa que tendrá que hacer lo que yo le ordene, no es como que disfrute andar por doquier ordenándole a la gente que hacer, pero por este chico debo hacer el sacrificio.

Al salir de clases me reúno con Carla, quien se ve complacida por haber trabajado con Carlos González.

—Elena ¿cómo te fue con el nuevo? —Pregunta divertida.

—No es obvio, somos como el agua y el aceite, nada compatibles. Pese a todo eso voy a tomarme la libertad de ser una buena tutora.

—Vas a esforzarte eso es nuevo, luego de Jon no has intentado nada. — Menciona yendo por otro rumbo.

—No comiences a confundir las cosas él no es el tipo de chicos que me gusta, además es muy raro quizá nunca haya salido con alguien.

—Nunca subestimes a un chico por su apariencia. —Me regaña ella.

—¿Y qué si lo hago? Está claro que después de esas clases extra no volveremos a hablar.

—Supongo que es lo mejor, después de todo no te gusta nada ¿verdad? —Pregunta al mismo tiempo que levanta sus cejas.

—Ya cállate, que no me gusta. —Ruedo mis ojos. A veces Carla puede ser muy insistente.

Me retiro a el teatro donde me esperan mis compañeros para nuestros respectivos ensayos, la mayoría de veces es necesario repasar la misma escena una y otra vez porque de lo contrario se puede ver reflejado en nuestras presentaciones y sálveme Dios de que eso pase.

Al cabo de unas horas por fin llego a el hotel donde me estoy hospedando actualmente, me da la bienvenida un cuarto vacío y sin vida, me siento sola, cansada y atrapada.

Hago memoria de la conversación que tuve con el chico nuevo y creo que tiene razón, a veces quisiera dejar el trabajo, irme de vacaciones y hacer amigos por mí misma, no por conveniencia, todos creen que "ser reconocido" es algo hermoso y perfecto, pero no siempre lo es a veces es solamente una farsa, no puedes ser tú mismo porque "tienes que ser un ejemplo" es jodido estar al pendiente de todos menos de ti.

Me pregunto que estará haciendo Jon, supe que estaba saliendo con alguien más, nos separamos hace un mes y bueno él ya está "siendo feliz". —Nótese la ironía.

Eligió a Karen por ganar un concurso de belleza, es un aprovechado que solo quiere incrementar su fama, todavía sigo sin entender como pude aguantar tantos años a su lado, solo me utilizaba para crecer y superarse así mismo.

Aburrida de pensar en el pasado me levanto para caminar en círculos por un largo rato, teniendo las típicas conversaciones dentro de mi cabeza, a veces creo que mi mente tiene más vida social que yo, el hecho de que sea actriz no quiere decir que sea un ser super social, es cierto que a veces soy muy parlanchina y todo el rollo, pero es solo con la gente de mi circulo, las demás terminan valiendo.

Me dispongo tomar dos cervezas del congelador, me acomodo en el suelo con la espalda recostada en la cama y trato de ordenar mis ideas.

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