30. La postal

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Como es de costumbre todos los días a las seis de la mañana salgo a revisar el correo, envié solicitud a todas las Universidades que pude ya que Emanuel insistió en que lo hiciera, lo académico claramente no es lo mío, sin embargo, estudiar artes no suena tan mal.

Me siento en la mesa de la cocina a revisar todas las cartas, ninguna es de Universidades solamente facturas y más facturas.

Entre todas esas cartas, se encuentra una totalmente en blanco, sin nombre, sin identificación, solo en blanco, me pica la curiosidad y rompo el sobre para poder leer su contenido.

Mi corazón se pausa por algunos segundos, dentro del sobre hay una fotografía mía, en el reverso dice; tenías cinco años, te enseñe a patinar.

¿Qué diablos significa eso?

Con rapidez saco el papel que queda en el fondo del sobre, desdoblo sus esquinas y comienzo a darle lectura.

Antes de que rompas la postal, te pido que por favor la leas.

No fui un gran padre, siendo sincero ni siquiera tengo derecho a etiquetarme con la palabra "papá" literalmente porque no soy tu padre biológico seguramente mamá ya que contó todo lo que pasó, a lo mejor me detestes, me odies y desees con ansias mi muerte, no voy a culparte por ello.

Solo te escribo para pedirte perdón, soy un cobarde y no me atrevo a verte la cara para decírtelo en persona, amé mucho a tu madre, aunque no lo creas, la amé más de lo que podrías imaginar ella fue el sol que brilló en mi oscuridad, nada justificará jamás lo que le hice y me arrepiento cada miserable día de mi vida.

No soy quien para decirte esto, pero quiero que lo tengas en mente Elena, sé siempre muy valiente y no dejes que nadie ponga por el suelo tu carácter, si encuentras un amor de verdad, cuídalo y no le des motivos para dejarte.

Cuando te vi en la cárcel me asusté mucho, porque me di cuenta de lo mal padre que había sido, lo suficiente para terminaras como yo, pero cuando decidí escaparme y salí a la realidad me di cuenta de que fuiste liberada porque eras inocente en ese instante me emocioné mucho.

Voy a huir muy lejos de México, no volveré a cruzarme en tu camino jamás, para mí es preferible que pienses que estoy muerto.

Cuídate mucho.

Rubén Romero.

Estoy confundida y asustada, ¿Cómo puedes asesinar a alguien que afirmas haber amado?

Una parte de mí se siente triste, puede que Rubén haya sido malo estos últimos años, pero fue literalmente mi padre durante toda la vida, él me enseñó muchas cosas que ahora son mi escudo ante el mundo.

No obstante, dejaré las lágrimas para otra ocasión, leer en voz alta secó mi garganta, me acerco al grifo para servirme agua en mi vaso favorito, espero unos segundos hasta que este se encuentra lleno.

En el fondo de la casa escucho las pisadas de alguien que baja por las escaleras, me aproximo a echar un vistazo y veo a Emanuel bajando con una lentitud desesperante.

—Mi abuelo camina más rápido. —Bromeo.

Pero él no sonríe, viene tan perdido en sus propios pensamientos que me asusto.

—Emanuel. —Lo llamo en tono más alto.

Él alza la vista y su aspecto luce terrible.

He estado tan hundida en mis propios problemas que he ignorado mucho el hecho de que Emanuel está viviendo en la misma casa que yo, su cuerpo se ve más delgado y sus ojos muy hundidos.

Amor Fugaz ✓Where stories live. Discover now