Una Black de ojos violetas ➳...

By LuisaLane-

506K 38.9K 12K

El día que Isadora Joanne Black vino al mundo, no sabía con lo que se iba a encontrar. No sabía que la magia... More

Prefacio (Aclaraciones)
Introducción
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟭
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟮
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟯
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟰
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟱
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟲
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟳
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
𝗘 𝗣 𝗜́ 𝗟 𝗢 𝗚 𝗢
♡ Gracias ♡

Capítulo 36

5.6K 446 160
By LuisaLane-

George va a perder, George va a perder —canturreaba Fred mientras los tres nos subíamos al expreso de Hogwarts para regresar a casa durante las pequeñas vacaciones. George ya había golpeado a su hermano unas tres veces en lo que llevábamos de camino y a la cuarta logró que se callara.

— Pero que amargado eres Georgie —le dije entrando en un compartimiento.

— Amargado y cobarde —murmuró Fred frotándose el brazo donde le había pegado su gemelo segundos antes. Me senté al lado de la ventanilla junto con George y Fred quedó enfrente, lanzándole miradas de odio a su hermano.

— Sé que soy mejor y superior que ustedes —murmuró— así que no me molesta estar perdiendo.

— ¿Te has dejado la humildad en casa Weasley? —Pregunté levantando una ceja— pareces una diva —Fred se rió.

Mentira —susurró cruzándose de brazos— ¿Dónde pasarás las fiestas? —me preguntó para cambiar de tema.

— No lo sé —me encogí de hombros— seguramente nochebuena en la casa de mis tíos y navidad y año nuevo en la mía. Así fue siempre durante estos años ¿Ustedes?

— En casa —contestaron ambos al mismo tiempo.

— Quizás puedes venir algún día de estos —comentó Fred— mamá no tendrá problema en que nos visites, le caes muy bien.

— Porque cree que eres una santa —agregó George rodando los ojos— pero ya te desenmascararemos frente a ella y dejarás de ser la consentida.

— ¿Qué? ¿Yo hice algo malo? —Me hice la desentendida— pero si soy un angelito —los tres nos reímos— esperemos que mi madre me deje ir. Debe seguir enojada por lo del último partido de quidditch... ¿Saben qué locura me dijo? ¡Que no podría jugar más!

— ¡No! —exclamaron ambos al mismo tiempo.

— No puedes no jugar más —murmuró Fred— ¿Qué haríamos sin ti en el equipo? Terminaríamos quedando últimos en la tabla. Que espantoso.

— Oye, tienes que intentar convencerla o algo —habló George— eres la mejor cazadora que tenemos y sin ti no haríamos mucho que digamos. Alicia y Scott son buenos pero no se comparan contigo.

— Gracias chicos —murmuré— ya veré que hago. Seguro que puedo persuadirla un poco. Deséenme suerte.

— ¡Fred! —los tres nos giramos a la entrada del compartimiento, en donde estaba Lee sonriendo muy alegremente.

— ¿Qué pasa? —contestó el pelirrojo.

— Angelina acaba de decir que eres feo como una mandrágora —todos nos reímos excepto Fred— creí que debías de saberlo, me hizo mucha gracia. Jamás lo había escuchado antes.

— ¿Dónde está esa tonta? —Fred se levantó del asiento enojado y salió junto con Lee afuera, quien todavía seguía estallado en risas. Negué con la cabeza divertidamente mientras los perdía de vista a ambos.

— No me cae bien Angelina, pero tengo que admitir que fue muy gracioso eso —dije.

— ¿No se llevan bien ustedes dos? —George me miró confundido— creía que sí.

— Mm, no —hice una mueca con la cara— Alicia es bastante cariñosa y considerada, pero Angelina no es... digamos —me puse a pensar.

— ¿Amable? —Afirmé con la cabeza— a mí siempre me ha tratado de maravilla.

— Pero conmigo no. No lo sé —me encogí de hombros— al principio me odiaba y luego de aquella vez que ustedes la obligaron a hacerme una broma —fruncí el ceño— me empezó a tratar un poco mejor. Pero este año volvió a la primera fase, al odio hacia mí.

— Tal vez hiciste algo que no le gustó.

— ¿Qué cosa? —Dije confundida— jamás le hice nada malo.

— Le arrebataste a sus amigos —se señaló a sí mismo.

— ¿Es chiste? Yo no le robé nada. Ustedes se hicieron más amigos míos y nada más. No es mi culpa que ella no sea tan interesante como yo —George se rió.

— Igual te lo decía en broma. Por supuesto que nos íbamos a juntar más contigo. ¿En qué mundo Angelina es mejor que tú? Juegas al quidditch de maravilla, eres inteligente, eres muy buena pero a la vez muy mala —me reí— sabes hacer bromas y te gusta comer hasta explotar... ¿Cómo no quererte más que a ella? —sonreí.

— Creo que hice bien en darles otra oportunidad, ¿Cierto? No me imagino como hubiera sido todo esto sin ustedes y sus idioteces.

— Y estamos muy agradecidos de que nos perdonaras. Si no fuera por eso nos estaríamos perdiendo de tener una gran amiga, y muy hermosa por cierto —me reí torpemente— por dentro y por fuera —lo miré.

— Gracias por el cumplido George, pero no creo ser hermosa.

— Lo eres —me miró él también— ¿Por qué crees que no? —me encogí de hombros.

— No suelen decírmelo.

— ¿Y qué hace Oliver todo el tiempo? ¿No te dice cosas cariñosas?

— Alguna que otra vez me dijo linda —hice una pequeña sonrisa— pero habrán sido unas tres o cuatro, no más. ¿Debería de hacerlo más seguido?

— Muy mal de su parte. Sí. Debería repetírtelo a cada segundo para que se dé cuenta de que es un afortunado de tener a alguien como tú —me sonrojé.

Agaché la mirada para que George no se diera cuenta pero al instante tomó con su mano mi barbilla y la levantó. Estaba a centímetros míos, sentí como se me revolvía el estómago nuevamente.

¿Qué pretendía hacer?


Mi corazón dio un salto cuando terminó por acercarse para darme un suave y delicado beso. Todavía tenía los ojos abiertos por la sorpresa, pero apenas pude reaccionar los cerré de inmediato. Su respiración era lenta y cálida y caía justo sobre mis labios. La mano que antes estaba en mi barbilla terminó apoyada en mi mejilla, acariciándola suavemente. Comenzó a mover sus labios despacio y lo acompañé a su ritmo soltando un leve suspiro. Noté como George sonreía mientras me besaba.

¿¡Pero qué estaba haciendo!?

Puse mis manos en el pecho del pelirrojo y lo alejé de mí rápidamente.

Yo estaba saliendo con Oliver, cómo se me iba a ocurrir hacerle eso.


George seguía confundido mirándome. Escuchamos unos aplausos en dirección a la puerta y Fred estaba parado allí, observándonos con curiosidad.

— Felicitaciones George —murmuró él sentándose nuevamente donde había estado antes— supongo que al final no perdiste. Muy bien jugado. Hemos ganado los tres.

— Yo no-no estaba jugando —tartamudeó— sólo me —lo interrumpí.

— No pasó nada aquí —miré a la ventanilla— este beso queda oculto para siempre al igual que el anterior y no se hablará más del tema. Y ustedes dos dejen de comportase de esta forma porque les aseguro que no les saldrá barato.

— Bien —murmuró Fred— nadie se enterará de nada... Pero pobre Oliver, resultó ser un cornudo de aquellos —lo miré reprobadoramente.

— Y fue por culpa de ustedes —solté enojada.

— ¿Nosotros? —Dijo Fred sorprendido— acepto que yo tengo la culpa del primer cuerno, pero ¿George? —Pasó sus ojos hacia su hermano y luego hacia mí otra vez— no estabas muy interesada en despegarte de él que digamos. No sabía que —lo interrumpí.

— Fue porque me tomó por sorpresa nada más —agregué— y nunca más haremos una estupidez como esta de hacer retos... o por lo menos no cuenten conmigo para ellos.

— ¿Hace cuánto se estaban besuqueando?

— ¡Fred! —Lo miré enojada— dije que no se hablará del tema. Ninguno de los tres dirá más nada —antes de volver a mirar por la ventanilla pude notar que le hacía un guiño a su hermano y luego se reía.



El transcurso del viaje fue tranquilo y por sobretodo silencioso. Los gemelos se habían puesto a jugar un juego de palabras que acababan de inventar y yo me dispuse a contar las gotas de lluvia que se pegaban en el vidrio de la ventana. ¿Divertido, no?

Pero es que no quería dirigirles la palabra y necesitaba ponerme a pensar en todo lo que estaba sucediendo.

Salir con Oliver... Que Fred me besara... Que George también lo hiciera...

Era mucha información para procesar y que no comprendía del todo. ¿Por qué no podían simplemente perder la apuesta? ¿Por qué tenían que besarme a mí? Lo hubiesen hecho entre ellos o con Lee si tanto querían ganar.

Que idiotas...

¿Y por qué mierda George había dicho todas esas cosas lindas sobre mí antes de besarme? Además continuó el beso como si tuviese ganas realmente de hacerlo. Al menos Fred fue rápido y no se aprovechó más.

Otro idiota.



Bajamos al andén 9 y ¾ y la señora Weasley estaba hablando animadamente con mi madre. Los alumnos mayores ayudaron a bajar el equipaje y apenas vi mi maleta la agarré. Me acerqué a ambas mujeres y las saludé con cariño.

— ¿Cómo has estado querida? —me preguntó Molly sonriendo.

— Bien, gracias —le devolví la sonrisa.

— Supongo que te divertiste mucho con mis hijos —miró a Fred y George quienes saludaban a mi mamá mientras tanto.

— Ah, algo así —contesté avergonzada. Justo en estos momentos no quería seguir pensando en ellos.

Charlie se apareció a mi lado riendo y me despeinó un poco el cabello.

— Aunque se porte mal sigue siendo mi jugadora favorita de quidditch —dijo él. Mi madre me miró con su típica cara reprobadora. Supongo que se había dado cuenta que no avisé nada sobre mi "renuncia" en el equipo de quidditch de gryffindor.

— Bueno Molly, ya debemos irnos —dijo ella saludando a la regordeta mujer— un gusto encontrarte.

— Oh, el gusto es mío —terminó de saludarla y yo también lo hice— le avisaré a Arthur eso que me has dicho.

— Gracias. Nos vemos —comentó mi madre para luego atravesar la pared hacia la estación de King's Cross, sin siquiera esperar por mí.

— ¿Dónde está Percy? —preguntó Molly.

— Ya debe venir —agregó Charlie— estaba hablando con una de ravenclaw.

— Nos vemos luego, chicos —saludé a los gemelos con la mano y me dirigí atrás de mi madre. No les daría la oportunidad de que se me acercaran.



La hora que había de viaje en auto hasta casa me la pasé durmiendo. Ayudé a bajar la pequeña valija medio somnolienta mientras mamá llevaba la lechuza y la escoba.

Cuando entramos dentro dejé todo tirado por el camino y me lancé en el sofá grande a continuar con mi siesta hasta que la cena estuviera lista.

Había fideos con albóndigas y salsa roja. Me encantaba la pasta, de cualquier tipo, así que cené como si nunca antes en la vida me hubieran alimentado. Cuando ambas terminamos de comer decidí que era tiempo de preguntarle sobre mi padre, la intriga me estaba matando desde hacía semanas.

— Mamá, tenemos que hablar nosotras dos.

— Por supuesto —dijo seriamente— ya te lo dije antes, espero que hayas leído mi carta, pero no volverás a jugar al quidditch —dejó de mirarme y posó sus ojos sobre el plato de torta que todavía no había engullido.

— Quedará para una charla futura. Ahora no estoy interesada en eso —me crucé de brazos— tenemos que hablar de mi padre.

— Isadora no comiences con el tema otra vez.

— ¿Cómo quieres que no te hable del tema si nunca me dices nada de él?

— Fue un gran hombre y lo quise mucho.

— ¡Y eso es lo que siempre dices! ¡Maldita sea! —grité.

— Cuida ese vocabulario Joanne —odiaba con todo mi ser que mi madre me llamara por mi segundo nombre, era como si la furia y la rabia subieran hasta el tope de mi paciencia, y ella lo sabía. Lo sabía muy bien y por eso lo hacía cada vez que me retaba— ¿Qué más necesitas saber?

— No lo sé —negué con la cabeza— quiero saber quién fue, qué le pasó. Dónde está el resto de mi familia.

— Ya lo hablamos hija, ya sabes todo lo que tenías que saber.

— ¡No! —Me quejé— no sé nada de nada sobre nadie. Ya tengo doce años y cumpliré trece, pero por supuesto que no puedo saber todavía quién fue mi padre. ¿Qué no tengo derecho a saberlo? —Bufé— si no me lo dices lo buscaré por mis propios medios. En algún lado debe haber información o registros sobre ese tal Regulus Black —ella giró su cara rápidamente y me miró, por fin, un poco aterrorizada.

— ¿Qué sabes de él? ¿Quién te dijo eso? —preguntó casi sin voz.

No es de tu incumbencia —murmuré— ¿Me lo dirás o me tendré que enterar por la boca de alguien más?

— Bien —suspiró y volvió a posar la mirada en el postre— sí, se llamaba Regulus Black. Tenía una cara bastante parecida a la tuya, pelo negro y ojos grises. Desapareció de un día para otro, estaba metiendo las narices en donde no debía y seguramente lo habrán asesinado. Pero nadie sabe con exactitud qué le sucedió —hizo una pausa para comer un trozo de pastel— tenía un hermano mayor llamado Sirius. Nunca nos llevamos del todo bien pero te quería mucho y desde que Regulus desapareció él me ayudó bastante. Cuando tenías unos tres años lo encarcelaron porque asesinó a trece muggles y a uno de sus amigos. Dicen que se había vuelto loco al ver el cadáver de su mejor amigo, James Potter.

— ¡Es mi tío! Por las barbas de Merlín —me levanté de la silla agarrándome la cabeza— ¡Mi tío es un asesino! Me mentiste —dije sorprendida— me has mentido todo este tiempo mamá. ¿No era más fácil contármelo? ¿Qué era eso de que no tenemos nada que ver con el famoso Sirius Black?

— ¿Y qué querías que hiciera Isadora? —Dejó caer el tenedor sobre el plato con fuerza, haciendo un gran ruido— ¿Que te lo dijera así sin más? Eras una niña, no hubieras entendido. Y ahora que te lo conté tampoco puedes comprender por qué te lo escondí.

— Claro y qué mejor cosa que ocultarme de dónde vengo y que mi familia está completamente loca —me crucé de brazos— ¿Algo más para contarme? Ahora me dirás que no eres mi madre, que Nymphadora es un invento de mi imaginación, que tengo otros ocho hermanos perdidos por el mundo, que Remus es —me interrumpió.

— Ve a tu cuarto —dijo de forma cortante.

— ¿Y así te libras de mí?

— ¡Ve a tu cuarto ahora! —gritó. Iba a volver a hablar pero no creí que fuera lo correcto. Nunca antes la había visto dirigirme la palabra de esa forma.

Me giré decepcionada sobre mis talones y fui trotando hasta mi habitación para encerrarme allí.

Y si así empezaban mis pequeñas vacaciones, digamos que no iban a ser de las mejores.



La navidad fue tranquila, como siempre lo había sido hasta ahora. Cenamos en la casa del tío Tonks en nochebuena y luego de unas horas compartiendo en familia nos volvimos para nuestros aposentos. A la mañana, como una nena de tres años bajé corriendo a abrir los regalos que estaban debajo del árbol de navidad. Este año eran más que el anterior.

Agarré el que tenía más a mano y lo desenvolví. Era una bufanda muy linda color lila, era suave y tenía olor a rosas, venía de parte de Oliver. Agarré el siguiente regalo, era de parte de mamá y traía un joyero de terciopelo azul marino.

Remus como era de esperarse me regaló un libro; "Romeo y Julieta". Los tíos y Nymphadora me obsequiaron una mochila pequeña color beige, a la cual seguro le daría mucho uso en las vacaciones de verano o en las próximas y muy esperadas salidas a Hogsmeade. Fred y George se habían tomado el trabajo de enviarme una caja con algunos dulces, grageas de todos los sabores, ranas de chocolate y varitas de regaliz. Y por último Cedric me había regalado un cd muggle de Ray Charles.

Si bien lo conocía y sabía quién era, no me llamaba mucho la atención, pero según la tarjetita de Ced: Tienes que escuchar la canción cuatro y verás que lo vas a amar al igual que yo. Supongo que podría dedicarle una tarde a la canción "You don't know me" que era la que me había recomendado mi amigo.

Me duché y me cambié porque Remus de seguro estaba ya en camino para venir a visitarnos. Y efectivamente cuando bajé a la sala de estar se encontraba allí, sonriente, hablando con mi madre.

Me abalancé para darle un fuerte abrazo y agradecerle el regalo. Se quedó a almorzar y después de un rato contándole todo lo que me había sucedido en Hogwarts decidí que era tiempo de subir a mi habitación para enviar cartas de navidad.

Una lechuza me esperaba picoteando el vidrio de mi ventana. Cogí la carta que tenía atada a la pata y vi que era de parte de Oliver.


Isa:

Feliz navidad. ¿Cómo la has pasado? Nosotros nos juntamos en casa de mi abuela, una reunión tranquila y en familia ¿Te gustó mi regalo? Gracias por todos los chocolates que mandaste, en unos días seguro me los acabo todos porque soy un gordo de alma.

Quisiera pedirte, más bien, preguntarte, si el viernes por la tarde quieres venir a una pequeña fiesta familiar que haremos por el cumpleaños de mi hermana, Meredith. Si no quieres no hay problema, entiendo que por ahí te dé mucha vergüenza o no deseas conocer a toda mi familia tan rápido (y a todos juntos) pero estaría encantado de que vengas a hacerme compañía un rato. ¿Qué dices? Espero tu respuesta.

Te quiero.

Oliver.



Volví a guardar la carta y me acomodé en mi escritorio para escribirle una devolución. Miré por la ventana como caía la nieve afuera.

Daría cualquier cosa por estar en estos momentos junto a Cedric en su patio trasero haciendo un muñeco de nieve, para que luego entremos a la casa y que la señora Diggory nos trajera té de naranja y masitas.

Qué delicia.

Y luego vendría Elvis, el perro de Cedric, ladrando para poner sus patas sobre mi regazo porque quería que lo acariciara mientras nosotros dos mirábamos alguna película.

O también podría haber estado junto a los gemelos teniendo una pelea de bolas de nieve en la madriguera, en la cual yo terminaría con la cara estampada en el suelo y ellos dos tiritando de frío porque se habían llenado mutuamente la ropa con nieve... 

La señora Weasley saldría gritándoles a todo pulmón y a mí, como siempre, vendría a ayudarme preocupada mientras seguía reprochando a los gemelos. Ginny se reiría desde la puerta de entrada y luego me enseñaría el peluche nuevo que le obsequiaron para navidad, al mismo tiempo que Fred y George se colocaban ropa seca para terminar los cinco, incluido Ron, frente a la chimenea jugando una partida de ajedrez mágico y tomando chocolate caliente.

Suspiré resignada y bajé mi vista al pergamino aburrido.


Oli:

¡Feliz navidad para ti también! Yo la pasé con mi prima, mis tíos y mi madre. Mi pequeña familia. Muchas gracias por el regalo, voy a darle mucho uso en el invierno.

Siento mucho no poder ir, no porque no quiera ¡Me encantaría! Pero mi madre me castigó... Larga historia. Siquiera nos estamos hablando estos días, para que veas lo mal que terminó todo. Supongo que me pasé un poco de la raya, pero no sé, creo que tengo todo el derecho del mundo en preguntar sobre mi padre y esperar alguna respuesta ¿No es así?

Además está el tema del quidditch, me quitó la escoba y no me dejará volver a jugar. Le pregunté si me dejaba visitar a Cedric o a Fred y George, que viven cerca de mi casa, y se limitó a decirme "Sólo saldrás para volver a Hogwarts". Ni me atrevería a preguntarle lo de tu fiesta porque además quiero que le caigas bien a ella y esta situación no ayudaría mucho.

Está arruinando mis vacaciones la verdad.

En fin. Supongo que nos veremos en el colegio entonces ¿No? Quiero muchos besos y abrazos, ¡No te los olvides en casa!

Yo también te quiero.

Isadora.


Le entregué la carta a Blinky y abrí la ventana para que pudiera salir a llevarla a destino. Cerré rápido porque hacía frío y bajé las escaleras con la intención de ir hasta la cocina a buscar algún aperitivo, pero me frené justo en la mitad donde desde la sala de estar no podían verme. Escuché música sonando, no podría reconocer quien era el autor, pero indiscutiblemente era un ritmo de blues. Me agaché sigilosamente en donde estaba y apoyé uno de mis brazos en un escalón más bajo para asomar mi cabeza en un lugar en el cual seguramente no me iban a ver.

¿Por qué hacer todo ese drama? Porque siempre que Remus y mamá estaban juntos escuchando música solían ponerse a charlar de cosas importantes. Y yo como toda chismosa que soy, quería espiarlos.

Ambos estaban bailando lentamente al ritmo de la música, que no estaba muy alta, y gracias a eso pude concentrarme en escucharlos.


¿Crees que hice bien entonces? —preguntó mi madre. Remus hizo que girara con delicadeza unas dos veces y luego la tomó por la cintura para volver a bailar.

Estoy seguro que si —contestó— deberá saberlo en algún momento y está en la etapa en la que empieza a convertirse en adolescente y tiene miles de inquietudes —Qué apropiado, estaban hablando de mí— pero no creo que sea apropiado que se entere.

Lo sé Remus. Pero temo que si pase mucho tiempo ella me odie más.

Sam —vi como él acariciaba su pelo mientras aminoraba el ritmo del baile— te ama, eres su madre.

Pero no entendería por qué se lo oculté —ambos dejaron de bailar y mi mamá agachó su cabeza. Me apoyé todavía aún más contra la baranda de la escalera para escucharlos mejor, si es que eso fuera posible, técnicamente ya estaba por atravesarla.

¿Y quieres que lo sepa? —Murmuró Remus— no es una buena idea, la atormentará día y noche esa noticia. Por lo menos esperemos unos años a que sea mayor y un poco más madura. Además quién sabe, tal vez lo encontremos antes de eso —se dieron un abrazo y la música dejó de sonar.

¿A quién tenían que encontrar? ¿Qué me tenían que contar? ¿Había más secretos? Ya no podía creer que mi vida prácticamente giraba en torno a un misterio completo.

Una nueva canción comenzó a sonar, me tomó por sorpresa que fuera más movida que la anterior y que comenzara con unas trompetas. Del susto mi brazo se resbaló del escalón y caí de frente unos cinco escalones más abajo.

Qué buena suerte la mía.

Vi a mi mamá mirándome con cara reprobadora y acercándose para ayudarme junto con Remus.

— ¿Te lastimaste? —preguntó ella dándome la mano para poder ponerme en pie y terminar de bajar el último tramo de escalera que todavía quedaba.

— No, no —dije peinándome un poco— me tropecé sin querer —mentí.

— Ten más cuidado —me miró extrañamente y se dirigió directo a la cocina. Como si sospechase que no había dicho la verdad.

— ¿Estás entera? ¿Sin huesos rotos? —me preguntó Remus.

— Por supuesto, soy dura como una piedra —reí. Él me tomó por la mano y me arrastró rápidamente hasta el centro del living— no tengo ganas ahora.

— ¿Y cómo harás para bailar en alguna fiesta? No sabrás ningún paso y no serás la envidia de las demás —sonreí torpemente y dejé que Remus me guiara para bailar un rato esa canción. Ya lo había hecho varias veces, mi padrino no era un gran bailarín pero se las arreglaba de muy buena forma y cuando yo estaba de mal humor solía hacerme bailar para alegrarme. Y es cierto, siempre lo conseguía, terminaba riéndome como una niña de cinco años.

Que buenas épocas aquellas donde no tenía de qué preocuparme...

Continue Reading

You'll Also Like

400K 36.5K 67
Freen, una CEO de renombre, se ve atrapada en una red de decisiones impuestas por su familia. Obligada a casarse con Rebecca, una joven que llegó a s...
13.8K 1.2K 8
Un universo alterno donde Mikey, Izana y Shinichiro se "convierten" en cupidos para juntar al capitán de la primera división Baji Keisuke, con él vic...
504K 81K 34
Park Jimin, un padre soltero. Por culpa de una estafa termina viviendo con un completo extraño. Min Yoongi, un hombre solitario que guarda un triste...
177K 8.2K 41
Un día, dos chicas se encuentran en el metro. Violeta, que acaba de ser abandonada, se está recuperando de un corazón roto, y Chiara está lidiando co...