El día que Isadora Joanne Black vino al mundo, no sabía con lo que se iba a encontrar.
No sabía que la magia corría por sus venas, ni que sus aventuras serían las más alocadas.
No sabía que conocería gente maravillosa en el camino, ni sabía que perd...
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— ¿Qué hace una linda chica como tú acá dentro en un día tan lindo como este? —preguntó alguien detrás de mí, imitando una voz grave masculina.
— Intentando alejarme de George Weasley tal vez —contesté sonriendo.
— Williams —me susurró en el oído.
¡Cierto!
— Lo siento —me giré a verlo— a veces me olvido de ese pequeño detalle. Aunque pocas veces.
— Ahora sabes lo que se siente —dijo sonriendo y parándose enfrente mío— ¿Alguna novedad de ya sabes qué?
— ¿El giratiempo? —Afirmó con su cabeza— nada todavía, cuesta trabajo hacerse amiga de alguien y más si es tu madre.
— Sólo espero que esto no dure mucho. Ya casi pasó un mes y extraño mucho a Fred.
— Lo sé. Yo también —dije con tristeza— lo que hubiera sido esto si él también hubiera logrado venir.
— ¿Te lo imaginas? Nosotros dos y esos cuatro ¡Volaríamos el colegio en mil pedazos! —ambos reímos.
— ¿Ya se llevan bien entre ustedes?
— Si —se encogió de hombros— bueno no, en realidad, ya sabes —George se sentó a mi lado en el sofá de la sala donde me encontraba— James me cae bien, Sirius también aunque siga intentando coquetearte, a veces. Peter es bastante más tímido que los demás y prefiero no hacer amistades con él.
— Ni yo —agregué.
— Y Remus, no es que me caiga mal, al contrario, debería amarlo por siempre hacerme la tarea de transformaciones, pero tiene algunas actitudes que no me gustan.
— ¿Le obligas a hacerte la tarea de transformaciones?
— Se comporta de forma extraña muchas veces —dijo haciendo caso omiso a mi pregunta— y no me refiero a que sea un licántropo.
— ¿Y entonces?
Antes de que George pudiera contestar, James y Lily entraron por el retrato de la Señora Gorda a los gritos. Peleándose como de costumbre. Respiré hondo, porque sabía que cuando estuviéramos en la habitación de mujeres la pelirroja no pararía de quejarse de James y las idioteces que había hecho hoy.
— Vamos Lily ¡Déjame intentarlo! —le suplicaba el chico— ¡Una vez sola!
— No me hagas enfadar más —contestó ella caminando con paso firme hasta el medio de la sala común.
— Aunque sea una vez —repitió agarrándola del brazo.
— Ya te dije que no Potter —contestó la pelirroja soltándose de la mano de James que la aprisionaba.
