Capítulo 77

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George me tomó de la mano a la salida del bar al que habíamos ido

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George me tomó de la mano a la salida del bar al que habíamos ido.

Era la primera vez que teníamos una cita de noche en Londres, del lado muggle de la capital. Fue toda una experiencia nueva, sobretodo verlo pagar con dinero normal y, sorprendentemente, hacerlo bien.

Fred también tenía una cita con una chica que conoció en la tienda. Ya habían salido un par de veces y en esta ocasión le dijo a George que no lo esperase despierto, que llegaría tarde. Así que lo bueno era que nosotros dos sí podíamos aprovechar el estar temprano en el departamento... para hacer manualidades.

— Para nuestro segundo aniversario deberíamos ir a la playa —dijo George, mientras caminábamos por las cálidas calles hasta llegar al Caldero Chorreante.

— ¿A la playa? —Lo miré confundida— a ninguno de los dos nos gusta —él se encogió de hombros.

— Lo sé, pero sería lindo unas vacaciones a solas. ¿No crees?

— Eso sí. Pero hay tantos lugares para ir que no sea —me interrumpió.

— En la playa puedo ver tu trasero.

— George, cielos... —se encogió de hombros— además puedes verlo siempre.

Me miró con una sonrisa pícara y me guiñó un ojo. Me sonrojé y atravesamos la puerta del bar, mientras saludábamos a su dueño.

Caminamos hacia la parte trasera y tocamos los ladrillos de la pared mágica en orden, para que nos abriese la barrera entre nuestro mundo y el muggle. George aprovechó el tiempo muerto de espera para plantarme un corto y fugaz beso en los labios, dejándole un leve rastro de color rojo en los suyos. Me reí por lo bajo.

El callejón Diagon estaba desierto, no había ni un grillo dando vueltas por allí.

Tratamos de caminar hasta el departamento en silencio para no causar revuelo ni disturbios ni despertar a la gente, pero lo que habíamos tomado durante la velada nos estaba pagando factura y, a decir verdad, tratar de estar callados lo hacía peor de la cuenta.

George chistaba poniéndose un dedo en la boca en señal de silencio, pero a la vez se reía por lo bajo. Yo intentaba aguantarme de soltar alguna carcajada sonora pero igual se escapan ciertas risotadas. George trataba de callarme cuando eso pasaba, mientras él reía, pero eso aumentaba más todavía mis ganas de reír.


Por lo tanto así fuimos caminando las dos cuadras que había hasta Sortilegios Weasley... Creando más alboroto del que hubiésemos querido y del que pensábamos que estabamos haciendo.

Porque sí, en ese momento nos creíamos dos ninjas. Pero Fred nos lo dejó bien claro que era todo lo contrario.

Ojalá mi hermano vuelva en tres días —susurró George volviéndome a besar, al tiempo que abría la puerta lateral de la tienda, donde una larga escalera nos llevaría hacia arriba al departamento que compartían Fred y George.

Una Black de ojos violetas ➳ (George Weasley)Where stories live. Discover now