Mi cuerpo nunca ha estado entrenado para levantarme en la noche para ir al baño. Todas las mañanas me levanto como la torre Eiffel, corriendo para liberar la vejiga. A veces, mi sueño me hace la mala jugada de estar en un baño y... bueno, es un desastre.
Al regresar del baño, aún adormecido, reviso la hora de mi teléfono.
07:12 AM
¡Mierda!
Reacciono y salgo corriendo a la habitación del hermano de Stephanie, dónde debería estar Charlie. Al abrir la puerta, la consigo vacía. Corro de regreso a la habitación de Stephanie y comienzo a vestirme, mientras mi teléfono en altavoz indica que el teléfono de Charlie se encuentra apagado.
Voy al baño a cepillarme los dientes, regreso a tomar mis cosas y bajo las escaleras.
07:20 AM
No recuerdo haberme vestido tan rápido en otra ocasión.
Al llegar a la cocina, encuentro a la mamá de Stephanie haciendo el desayuno, sorprendida de verme tan temprano.
—¡Buenos días, tercer hijo! —me sonríe.
—Buenos días, mami segunda —le devuelvo la sonrisa—. ¿Charlie y Julio?
—Se fueron a las seis más o menos. Pensé que se iban juntos.
—Pensé lo mismo —digo más para mí que para ella—. Me voy. Stephanie que por favor me llame más tarde.
—¿No vas a desayunar?
—No, señora Carolina. Tengo que estar en esa iglesia a las ocho.
—Señora la vieja que te parió —me apunta con su espátula de cocina—. Ven a comer, yo te llevo. En bus igual no llegas a las ocho.
Lleva razón, así que me siento en la isla de la cocina y recibo unas tostadas con huevos fritos y café, recordándome el día en que el señor José me cocinó. Mientras como, intento llamar a Charlie otra vez, cayendo en la contestadora una vez más.
Termino de comer y ella deja un plato de comida en el microondas para mí amiga. Salimos de la casa y nos montamos en el carro pequeño que siempre le he visto, la camioneta la lleva su esposo.
Ella va hablando animadamente sobre Stephanie, aunque no le presto atención del todo a lo que me dice. Mi cabeza va pensando en Charlie. Es que resulta muy egoísta de su parte irse sin mi y más aún no atender mis llamadas o dejarme un aviso.
Mamá va a matarme cuando vea que llego sin Charlie.
Mamá va descuartizarme si él no llega a la reunión.
Me despido con un beso de la señora Carolina y entro a la Iglesia, donde ya están cantando para empezar la reunión. Desde la puerta ubico a mamá impaciente, esperando mi llegada. Sonríe al verme, para que luego se le borre cuando no ve a Charlie llegar donde los Benson.
Dejo el bolso en la piso y el portatrajes reposa sobre la silla.
—Jonah. Lessander. Boat. Swain —rechina entre diente.
Cuando mamá me llama por mis dos nombres, es para regañarme.
Cuando me llama por mi nombre y apellido, está muy molesta.
Cuando usa mis dos nombres y dos apellidos, está super molesta con principios de cometer un asesinato.
Al soltar un bufido como que fuese un toro molesto, también suelta la pregunta.
—¿Dónde está Charlie Benson?
La pregunta a la cual tampoco tengo respuesta.
Me encojo de hombros y miro a la pantalla que muestra las letras para fingir cantar. Esta es la única parte de venir a la iglesia que disfruto, pero no me puedo concentrar pensando en Charlie y el gran problema en el que estoy metido ahora con mamá. Casi seguro de que no me darán permiso para quedarme en la calle ahora.
Nos sentamos y no quiero ni voltear a ver la cara de molestia de mamá, las cuales son terribles cuando son fundamentadas.
La reunión avanza sin noticias de Charlie y me comienzo a preocupar. Me levanto para ir al baño a lavarme la cara y revisar el teléfono, dónde no tengo llamadas ni mensajes de Charlie. Saliendo del baño, me consigo al señor Benson.
¡Magnífico!
—¿Dónde está mi hijo, Jonah?
—Yo...
—Hermano Benson —acude mamá al rescate con una sonrisa falsa—, Charlie no se sentía bien, se quiso quedar en casa. Me dijo que se si se reponía, llegaba luego.
—Voy a buscarlo —intenta salir pero mamá se atraviesa.
—Llame antes. No vaya a ser que vaya a la casa y él esté en camino para acá, lo cual me parece ser así, ya que a mí no me atiende.
Saca su teléfono del bolsillo e intenta llamar varias veces, sin éxito alguno.
Si tampoco le atiende al papá, debe ser grave.
Le pide permiso a mi mamá y se retira. Mamá se queda viendo en su dirección emperando que desaparezca y luego se voltea en mi dirección.
—¿Puedes explicarme qué demonios pasa, Jonah Boat? Tú y Benson tenían que estar aquí a las ocho juntos, no uno sin el otro. Si te hubieses quedado tú, no me molesta tanto. Pero, ¿Charlie? ¿Y sin noticias suyas?
—Me levanté a las 07:12 y ya no estaba. La señora Carolina me dijo que salió a las seis más o menos con Julio.
—¿Quién cara...
Se calla la palabrota, recordando que estamos en la Iglesia.
—¿Quién es Julio? —cuestiona.
—Yo soy Julio, ¿por qué?
Mamá voltea y yo lanzo mi vista por encima de su hombro. Charlie está delante de Julio, mirándome también por encima del hombro de mamá.
Siento una paz gigante al ver que está bien.
—¿Dónde estaba usted, jovencito?
Me muerdo los labios para evitar reír ante la pregunta de mamá.
—En un bus, señora Crisálida. Se accidentó por un sitio y estuvimos esperando. Aprovechamos a desayunar por allá.
—¿Por qué no atendías las llamadas? —pregunto.
—Sin batería.
Mamá se da media vuelta y regresa su mirada a mí.
—Tienes prohibido volver a quedarte fuera de casa hasta que vayas a la universidad —sentencia y se da media vuelta para salir.
Mamá y sus castigos exagerados por nada.
Bueno, la hice mentir y casi decir una grosería, pero tampoco es para tanto.
—Esa mujer da miedo —admite Julio.
Que me lo diga a mi.
Camino en dirección a la puerta y le paso por un lado a Charlie, quien me toma del brazo. Le doy una mirada asesina y luego miro su mano como si la fuese a desintegrar así.
—Jonah, yo...
—Tú nada, Charlie. Llegamos juntos a casa de Stephanie, nos veníamos juntos de casa Stephanie. Eso era simple.
—Fue mi culpa, Jonah. Yo no...
—De ambos —los miro—. Es más, me retracto. La culpa es mía por haberte invitado —le digo a Charlie y arrebato mi brazo para salir del baño.
Llegó a mi puesto y me siento al lado de mamá, quien mantiene su vista fija en le plataforma con el hombre hablando. Ya está más tranquila en comparación a como estaba temprano al saber que Charlie llegó.
Estando por concluir la reunión, le escribo un mensaje a Charlie diciéndole que debe decirle a su padre por si pregunta por qué no llegó antes. Si cambia la historia, van a saber que mamá mintió y yo seré hombre muerto.
Después de la última canción, tomo mis cosas para salir. Julio y Charlie vienen en mi dirección, mamá se pone delante de mi y el primer chico se devuelve, el segundo continúa.
—Hermana Joanne, lamento mucho haber...
—No, Charlie —mamá le corta—. Usted y Jonah tenían un compromiso conmigo en llegar juntos y temprano, los dos me fallaron.
—De verdad lo lamento —baja la cabeza.
Mamá simplemente lo rodea y camina, ordenando no quedarme mucho tiempo. La verdad es que yo no quiero hablar con Charlie, por lo que camino.
—Jonah, por favor...
—¿Dónde estabas, Charlie? —me detengo.
—Yo no...
Con una mirada asesina, me doy media vuelta para salir de la iglesia.
Tanto drama me tiene mal.
Mamá va en silencio en el camino a la casa. Algo me dice que el regaño no será severo, igual ya el castigo fue dictado.
Al llegar a casa, subo a mi habitación de una vez. No quiero lidiar con mi mamá ahorita, aunque más tarde nada ni nadie me salva de ello.
Me quito la ropa y la lanzo en el cesto de ropa sucia, llevo el portatrajes a la habitación donde se guarda y regreso a la mía. Llamo a Kelvin para hablar con él, pero no atiende; debe seguir durmiendo. Llamo a Stephanie y me atiende con voz de dormida aún.
—¿Qué quieres? —bosteza.
—¿Así le atiendes a tu mejor amigo?
—Necesito dormir, Jonah Boat. ¿Necesitas algo?
—Quería contarte algo sobre Charlie, pero...
—Si me dices que se besaron, te mato.
En realidad sí ha pasado, pero eso no viene al caso ahora
—No, nada que ver. Te llamo más tarde para que puedas dormir.
—Ya me quitaste el sueño. Ahora habla.
—Julio y Charlie se fueron de tu casa a las seis, sin mí. Llegaron a más de la mitad de la reunión a la iglesia.
—¿Joanne no te mató?
—Evidentemente —me río—. Igual me castigaron.
—Sorprendeme. ¿Cuántas cadenas perpetuas te dieron?
—Hasta que me vaya a la universidad, no puedo quedarme a dormir fuera.
—¡¿Qué?! Voy a matar a ese tal Charlie en cuanto lo vea.
—Tranquila, amiga. Ya estoy en el lado oscuro.
—No me digas que vas a...
—Cuando sea necesario —la interrumpo—. Ya veré como hago.
—Sabes que cuentas conmigo siempre —me recuerda.
—Ñoños al poder —nos reímos—. Te dejo, amiga. Voy a bajar a comer. Nos vemos el lunes.
Recuerdos de la madrugada vienen a mi mente y me hacen sonreír por haberla pasado tan bien. No sabía que tanto se puede disfrutar de la vida nocturna. La manera en que Kelvin y yo bailamos, olvidados del resto de personas, disfrutando de la ocasión, nuestros cuerpos pegados, su miembro presionado contra mi abdomen.
Mi miembro ha cobrado vida y se mueve entre la fina tela de algodón. Nunca he sido una persona de auto satisfacción y, desde la primera vez que estuve con Kelvin y lo intenté luego, no me causa el mismo placer.
Tomo una foto así como estoy sin camisa y con el miembro duro y se la envío a Kelvin. Mi mente piensa un momento en enviársela a Charlie, deteniéndome a tiempo mi consciencia.
En su lugar, le coloco un emoji de fuego sobre la parte baja y uno de calavera en mi rostro, y la pongo como Estado en la opción de Solo compartir con...
Me levanto para ponerme ropa y bajar a ver si la comida está lista. Mientras voy por el pasillo, reviso a ver si Charlie vió la foto.
Lo hizo.
Charlie está Escribiendo...