Sin City

Door AceiteyAgua

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-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco no... Meer

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Door AceiteyAgua

—CROWLEEEEEEYYYYY! —se puede oír gritar a Belcebú en la calle, frente a la librería.

El nombrado pega un salto en el sofá y se hace una serpiente del tamaño de una nuez metiéndose bajo el sofá.

Muy útil...

WHERE THE HELL ARE YOU?! —puede que vuele la puerta y lo incendie todo.

Se mete dentro de los calcetines de Azrael. No te enfades, ángel, él estaba más cerca.

Azrael creo, la verdad, que al primer indicio de fuego infernal va a desaparecer de golpe. Uriel se caga del miedo buscando un crucifijo por ahí y Aziraphale tiembla cuando, a falta de Crowley, Belcebú chasquea los dedos y le levanta a ella como dos metros.

NO! ¿Azrael ya se ha desaparecido con él? Ugh ugh ugh ugh. Shitshitshitshitshitshit.

Uriel sigue gritando rezos. ¿No habían consagrado este sitio?

No te hacen descuento por tantas veces secuestrado, ni te van a dar una tarjeta VIP de cliente habitual, ángel.

Oh... ¿Seguros? Jo... Ella esperaba ya una membresía.

Claro que no. Ugh.

Un montón, MONTÓN de moscas rodean a Uriel sin realmente verse muy afectadas con sus rezos, lo siento. Yo dejaría eso y mejor cerraría la boca porque ya sabes lo que dicen sobre la boca cerrada.

Ella empieza a gritar intentando espantarlas a todas a la vez y dando vueltas alrededor.

Pero el foco real de Belcebú, claramente no es Uriel. Con los ojos brillantes y anaranjados de fuego infernal, se crece lo bastante como para que toda su actitud, su presencia y sus moscas llenen lo que queda de la librería entera.

—¿DÓNDE ESTÁ CROWLEY?

Y el asunto es que... Aziraphale no tiene ni idea

—L-Lord Belcebú... ¿qué ha pasado? —Aziraphale intenta sonar tranquila pero la verdad la voz le tiembla. Ella entera tiembla, sin entender qué pasa.

—¡NO LE ESCONDAS! ¿DÓNDE ESTÁ?

Uriel sigue gritando y ahogándose como una idiota.

Te dijimos que cerraras la boca.

Sí, pero es idiota.

—N-No lo sé... estaba aquí—confiesa la ángel, apoderada del miedo—. ¿Q-Qué ha pasado?

—¡ESTABA AQUÍ!

Belcebú le mira agobiada porque sí es verdad y no sabe dónde está, y tiene miedo y algo terrible ha pasado por lo visto.

—¿H-Ha pasado algo con Gabriel? —susurra Aziraphale como pregunta arriesgada.

You, filthy rat. Tú TAMBIÉN —grita tomándola de las solapas y estampándola con la pared con genuina FUERZA.

Ay, Aziraphale empieza a pensar que esto de usarle como piñata les gusta. Enamórate de un demonio, decían, será divertido, decían. ¿Quién te engañó, Roger Rabbit?

—TÚ has hablado con él también. ¡Les dije que no lo hicieran! —le mira a los ojos con un revoltijo de sensaciones y sentimientos encima, lo bastante intensos como para que Aziraphale les sienta. Es... ¿es eso amor otra vez?—. Él no te quiere, ni te querrá, solo trabaja para mí. Él quiere destruirte.

Aziraphale parpadea aún un poco descolocado con el amor que siente claramente venir de ella, esta reacción solo la frustra más.

—NUNCA más van a estar juntos, NUNCA —le grita, un poco desesperada y esto si congela a Aziraphale, la verdad.

Belcebú busca, en su propia cabeza, qué hacer ahora. ¿Torturar al ángel? ¿Matarle? ¿Engullirle en fuego infernal? ¿Descorporizarle? ¿Secuestrarle? ¿Interrogarle? ¿Subírselo a Gabriel en son de paz?

¿Qué putas va a hacer con Gabriel, además? Sabe lo que ha dicho y sabe lo que ha hecho y... entonces tiene una idea. Una idea sumamente tonta y sumamente arriesgada. SUMAMENTE bestia.

Creo que Uriel se ha desmayado.

Pat Pat. Vas a estar tosiendo moscas todo el próximo mes.

So cute.

Belcebú se humedece los labios y toma a Aziraphale de la muñeca, con fuerza. Le pone la otra mano en el cuello, apretándole.

—Haz un milagro. Necesito una delgada daga de hierro.

Aziraphale TIEMBLA, pensando en horribles cosas... horribles, como que va a obligarle a matar a Crowley con la daga o algo por el estilo.

—B-Belcebú... p-puedo ayudarte —susurra medio ahogada.

¡No le hagas la bloody daga!

—HAZ LA DAGA O TE SUMERJO EN AZUFRE! —le sacude, apretándole más el brazo

¡No lo hagas, no lo hagas!

—¿P-Para... q-qué... ?

La mano de Belcebú empieza a quemarle a Aziraphale la muñeca, haciendo que pegue un buen grito.

Ugh, vale, ¡Vale! hazla, ángel, ¡no seas idiota!

Aziraphale chasquea los dedos debió mente, y una daga genuinamente delegada aparece en su mano. Lisa y brillante (y con empuñadura de oro...), pero lo bastante delgada como para que aparentemente nadie pueda infligirle una herida mortal con ella a... nadie más. Especialmente si eres un demonio llamado Crowley.

Por todos los infiernos, ¿no querías ponerle algunas molduras retorcidas barrocas?

Es posible que las tenga en la empuñadura. Alas y serpientes. Está pensando demasiado intensamente en ti.

Belcebú mira la daga y se humedece los labios, acercándose al oído de Aziraphale. Chan Chan chaaaaaan

NoSeLaClavesAEllaNoSeLaClavesAEllaNoSeLaClavesAElla. No se la claves a ella que no sabemos si está embarazada.

This means nothing —susurra Belcebú dirigiendo el brazo de Aziraphale hacia sí misma y clavándose la daga... bastante convenientemente, en un sitio en el abdomen donde supone no será mortal pero será asquerosamente doloroso y bastante cerca de ser... bueno, espera poder volar.

WTF?

Y se escucha el chillido, zumbido bastante ensordecedor. Y es que maldita sea, la estúpida daga angelical duele como putas pocas cosas. Saca las alas y mira a una... absolutamente SORPRENDIDA Aziraphale.

S-Shut... up —susurra Belcebú con voz quebrada, antes de levantar el vuelo, y medio caerse por un momento, pero... vale, lo consigue.

Ehm... Vale... Se te va la olla.

Aziraphale está genuinamente consternada con el concepto "acabo de apuñalar a la fuerza al príncipe del infierno."

Belcebú por supuesto va a ir a que Gabriel la cure. A medio morirse y agonizar en su escritorio hasta que aparezca.

Azrael ha ido al cielo a hacer un mitote enorme en plan "el infierno nos ataca".

—Gabriel! GABRIEL!

Crowley salta fuera de su calcetín y se vuelve humano en el suelo, sin hacer mucho caso de los gritos.

Hala, inesperado. Azrael pega un salto cuando lo ve, poniéndose en guardia.

—¿Dónde estamos?

—¿Qué haces aquí, demonio?

—¡Huir! ¿Qué es esto? ¿Estamos en el fucking cielo?

—Sí, sí estamos en el cielo. ¿Qué ha pasado?

Shitshitshitshit.

—¿Era Belcebú quien gritaba? ¿Y... Gabriel?

—¿Cómo voy a saberlo?

—No lo sé. ¿Es esto parte de un plan del infierno? —seguro si lo fuera te iban a decir que sí, inocente Azrael.

—Un plan de mierda, será. Ugh. Al menos no va a venir por mi aquí —eso es lo que tú te crees.

—¿Pero qué... qué pudo haber pasado?

—Tío, cuando tu jefa, ama y señora del infierno, entra rompiendo puertas, quemando cosas y gritando tu nombre cabreada de ese modo, uno no pregunta, ¿sabes?

—Ya, ya... pero... ¿no estaba con Gabriel?

—Pues yo qué sé. Habrá ido algo mal.

—¿Y quizás se lo ha comido? ¿Tú que culpa tienes en todo esto?

—¿Comérselo? ¿Por qué iba a hacer algo tan idiota?

—¡Pues yo qué sé! ¿¡Dónde está?! Quizás lo ha matado o algo.

—Pues a lo mejor aún está ahí abajo.

—O ha subido.

—Bien, ve a buscarle.

—¿Mientras tú... capturas una parte del cielo y mañana nos invaden? No. Tú vienes conmigo o te sales de aquí.

—¿Yo? Ni siquiera quería venir aquí, desde luego que me voy.

Azrael se humedece los labios pensando que dejarle ir así, quizás no es la mejor de las ideas

—Espera. Ella quiere algo de ti, quizás pueda intercambiarte por Gabriel.

—¿Q-Qué? ¡No! Ella probablemente quiera... ¡matarme!

—Probablemente ella también quiera matarle a él.

—¡Claro que no! Lo que digo es que ya le parecerá bien que me matéis vosotros.

—No vas a irte hasta que llegue Gabriel.

—No voy a quedarme a esperarle.

—No es pregunta. Si algo le hicieron tú serás la moneda de cambio.

—¿Y cómo vas a saber si le hicieron algo?

—¡Esperando a ver si llega!

—Para cuando lo notes entonces ya será demasiado tarde.

—¿Demasiado tarde para qué?

—Pues para evitar que se lo hagan.

—¿Qué sugieres, demonio?

—Es que no le van a hacer nada. Si acaso él debe haberle hecho algo y ella de algún modo debe creer que es culpa mía.

—¿Porque sería culpa tuya?

—¡Qué sé yo!

—Ha atacado un lugar de un ángel... quizás deberías ir a buscarla y averiguar qué quiere —ojos en blanco. Claro, claro, y meterse a la boca del lobo. Genial. Azrael, no tienes ni idea de que hacer ni sabes si debes o no hacer algo.

—Créeme que mi última prioridad es saber que... Wait!

What?

—Aziraphale! Se ha quedado ahí.

—¿No ha subido?

—No lo creo... fuck, como la haya llevado otra puta vez al infierno... ¡Tengo que ir!

—¿¡A dónde?!

—¡Pues a por ella!

—¿De verdad no estará por aquí?

—¡No!

Ojos en blanco de Azrael. Crowley se lleva las manos al pelo nervioso y se va a la puerta a grandes zancadas.

—Quizás... Uriel también se quedó ahí... —protesta un poco.

—¡Pues muévete! ¡Venga! —hace un gesto para que le siga.

—¿A dónde vas a ir? ¿Otra vez ahí a ver si te mata?

—¡A sacarla de ahí si la está matando a ella!

Bloody demons. Ven.

Crowley vacila un poco pero ahí va y Azrael va a bajarle como baja Gabriel, pero creo que sin rayo.

El demonio mete un grito porque esperaba ir por las escaleras, pero vale. Deben llegar al final y no ver nada, dado que todo aún está lleno de moscas.

Crowley mira por la ventana medio escondido por lo menos así vera si se la lleva o no.

Todo está lleno de moscas... Hasta que... deja de estarlo. De golpe se para todo y desaparecen, moscas y Belcebú, dejando caer a Aziraphale desde las alturas al largarse. Aziraphale insiste con el asunto de... la piñata.

Crowley suelta un gritito porque cree que la ha dejado caer muerta o algo en una línea dramática similar. Sale corriendo a la entrada de la librería

Pues más o menos muerta de miedo si está aún, tirada en el piso. Él se acerca a ella casi resbalando de rodillas por el suelo.

Aziraphale se queja de todo en general, tiene una quemadura horrible en el brazo y se ha dado un buen batacazo. Ehm... no hablemos de lo que acaba de ocurrir además.

—¿Estás bien? ¿Estasbienestasbienestasbien?

—C-Crowley? Oh, God... el brazo... lo que... acabo de hacer.

Le arremanga para verle los brazos, ahí está la manota de Belcebú marcada... y la daga que sigue en su mano.

—Crowley... yo no... Yo no quería —O sea es que... acaba de matar a Belcebú. O algo así. Mira la mano y aún tiene la daga en ella. ¡Pero de verdad que ella no quería!

—¿No querías?

—No... No. ¡No! Claro que no quería, no sé ni cómo ha... Ugh... esto me duele —intenta curarse con la otra mano.

—¿Pero qué ha pasado? ¿Qué te ha dicho? —aprieta los ojos al ver la quemadura.

Ya, ya... si es que últimamente todos prueban formas de lastimar ángeles con ella.

—Que no me quieres y que por qué hablamos con Gabriel... y que esto no significa nada. God, Crowley! ¿Y si se muere? ¿Por qué hizo eso? —pregunta haciendo para levantarse del suelo y sentarse en algún sitio, mirándole y alrededor—. ¿Que no has oído?

—Nada, desaparecí en cuanto llegó, creí que tú harías lo mismo.

—¿Desaparecer? ¿A dónde? —Aziraphale levanta las cejas.

—A... eso no importa.

—No lo pensé.

—¿Qué pasó entonces?

—Pues como no te encontró a ti, se vino sobre mí, a preguntar dónde estabas —se toca el cuello y la nuca porque también la lanzó contra la pared e intentó ahorcarla en algún punto, curándose—. Al parecer Gabriel le dijo que sabía cosas.

—¿Cosas?

—Que habíamos hablado con él... ella lo sabe. Se sentía... amor. Luego me ha dicho que no me quieres, que solo quieres destruirme y que nunca más íbamos a estar juntos —le mira a los ojos.

Crowley le besa porque por un momento ha pensado que la había matado. Aziraphale cierra los ojos y le besa de vuelta, angustiada.

Él la abraza y es que va a llorar en cualquier momento, lo siento, pero es que todo los que les pasa es siempre muy agobiante. (Y Aziraphale es un chilletas) Pero le aprieta del todo teniendo que separarse un poco del beso por el drama.

—No, no me beses, hice algo horrible

—Que va, venga... —La apapacha.

—Horrible, horrible. Creo que la he matado —asegura dejándose apapachar, apretándole contra sí, tan agobiada.

—¿Matarla? ¿A quién?

—Me pidió una daga de hierro... y yo no quería, Crowley, te lo prometo.

—¿Pero de qué hablas?

Aziraphale mueve la mano, porque aún está empuñando la daga y se separa un poco de él.

—Creo que la he... que... ¡ella lo ha hecho!

Crowley ve la daga llena de sangre y no es tan difícil sumar dos más dos.

—Y-Yo no lo he... —la suelta, apretando los ojos.

—Solo te defendías, está bien.

—No. No. Lo ha hecho ella... con su mano. Me ha quemado pero... Crowley es Belcebú.

Es... era... un demonio. Y-Un ser... vivo, completo, con ideas, pensamientos, sueños...

—Relájate, solo te defendías.

—Van a matarme... vas a... creo que... Crowley —niega con la cabeza.

—¿Qué?

—Necesitas encontrarla.

—Ni hablar.

—¿Y si la maté? O... y si... Y si viene a matarme ella después. O Gabriel. Crowley... ¡clavé eso al príncipe del infierno!

—Te estabas defendiendo. Les plantaremos cara.

—Ella lo hizo —le abraza otra vez.

—Cálmate, cálmate.

—Ella... Es que no se que hacía. Se clavó la daga, con mi mano, Crowley, ¡es verdad!

—¿Por qué?

—No sé. No sé por qué se lo clavo a si misma. Pero estoy seguro.

—¿De qué?

—¡De que ella se clavó la daga!

—Probablemente quería destruirte, que te sintieras culpable. Bloody hell! —aprieta los ojos.

—¿¡Matándose?! Y de hierro... era de hierro. Voy a matarla.

—¡Pues tú te sentirás peor que si te la hubiera clavado a ti!

—Pensé que eso iba a hacerlo.

—Pues...

—Pensé que... me mataría. Que me prendería fuego.

—No sé cómo no lo hizo. Creo que cree que esto es peor.

—Q-Quizás lo es.

—En cierto modo creo que sí que lo es.

—Yo no quería —le aprieta contra si—. ¿Tú me crees?

—Claro que te creo.

—¿Qué hacemos?

—No lo sé, ¿A dónde ha ido?

—Se ha ido volando. Me dijo... me dijo que esto no significaba nada. Y que me callara.

—No lo entiendo...

—Yo tampoco. No sé qué está pasando... pero Gabriel podría matarme, acabo de matar a su novia.

—No... No veo aquí un cadáver. Además, si la has matado tienes que decirles a todos. Eso hará que te reconozcan y Gabriel no pueda hacerte nada.

—¡No voy a decirle a nadie!

—¡Es que entonces Gabriel sí podrá vengarse!

—Solo me falta matar a alguien... oh, Dios mío. Ahora si voy a caer.

—¡Ha sido en defensa propia! Además, un ángel no cae por matar un demonio.

—Yo no lo he hecho, ¡me estaba ahorcando!

—Pues ahí lo tienes.

—No quiero que esté muerta... es como si Gabriel te matara a ti.

—¿Y qué quieres? No voy a bajar al infierno a ver si está viva.

—No. No. no... Tenemos que huir.

—¿Huir?

—Lejos. A dónde no me encuentren.

—Volvamos a la casa de la playa y esperemos ahí.

—Gabriel me dijo que le fuera a ver mañana...

—Y que entretuvieras a Azrael y aquí estamos —se humedece los labios. Temo decirles, chicos, que Azrael está ahí también, curando a Uriel de los... moscasos que recibió.

—Uriel... Uriel gritaba —se incorpora un poquito con ciertas dificultades.

—¿Eh?

—Estaba por aquí, solo oía sus gritos.

Crowley mira alrededor también. Nada, no hay nadie. Eso tranquiliza un poco a Aziraphale, de hecho.

—Vamos... sin milagros.

—El Bentley está ahí

—Noooo —lloriquea cubriéndose la cara con las manos—. Vamos en... vamos en autobús y no sé... no sé qué voy a hacer mañana. No puedo ir al cielo así, pero tampoco puedo no ir.

—¿Y si el milagro lo hago yo?

—¿Y si eso sirve para localizarte? Ella... ¿y si no la he matado? —Aziraphale en modo catastrofista.

—¿Pero cómo?

—No sé... no sé.

—Vámonos, tienes que calmarte y aquí no lo vas a lograr.

Aziraphale asiente suavecito, pensando que necesita confesarse urgentemente. Crowley se levanta y la ayuda a levantarse a ella también para llevársela.

—¿Quién sería el nuevo príncipe del infierno, Crowley? ¿Ha-Hastur? ¿O se organizaría una guerra? Van a llamarte a filas. Hastur no va a dejar que...

—Nadie va a llamarme a ningún lado, cálmate. Ella... debe saber lo que hace. Si no la han podido matar los demonios en todo este tiempo no vas a haberla matado tú.

—Yo soy un ángel. La daga era de hierro... la hice delgada pensando que me haría matarte con ella pero volaba fatal cuando se ha ido, ¡y el grito que ha pegado! —le da un escalofrío.

—Pues debes haberla herido fuerte, pero...

—¿Dónde está la daga... ? ¿La has traído? —pregunta mientras camina a su lado bastante desubicada y desorientada, con los ojos más abiertos de lo normal.

—No... se debe haber quedado ahí.

—Ay... ay. Si Gabriel me busca acá ahí la verá y sabrá que la he matado yo y vendrá a matarme él y tendrá razón.

—Vale, vale, volvamos —da media vuelta.

—No, no, no... Vámonos sin ella —le toma del brazo—. No quiero volver. Perdona, sólo estoy asustada.

—Tienes que calmarte —pide un taxi, porque no pretende ir en bus, eso desde luego. Es tan fifí.

—Sí, sí, me calmo. Me calmo. Quizás... de algún modo... esto sea algo bueno.

La mira y ella se mira la mano asesina, mientras intenta encontrar UNA cosa buena de esto.

—Mira... si la has matado... todos van a corearte en el cielo y van a ascenderte.

Aziraphale aprieta los ojos y el chofer del taxi les mira por el retrovisor.

—No todos. Gabriel no y tendrá toda la razón. Quizás... quizás Hastur me tenga miedo.

—Pero a nadie le importa. Gabriel pasará a ser un segundón con además una relación secreta y penada.

—¿Un... segundón? Yo tendré además una relación contigo y... a ti el infierno querrá matarte otra vez, por traidor. ¿Segundón de quién? ¿Relación con quién? Con una muerta.

—Pues estará por detrás de ti, que mataste al príncipe del infierno.

—Oh, Dios mío... —le mira.

—¿Qué?

—¿Yo arriba de él? Y... Ugh —se lleva las manos a la cara—. ¡Todo el trabajo horrible que él hace!

—Tal vez no... Tengas que hacerlo.

—Yo solo quiero... ir a casa contigo ¡Una vida normal! —se recarga en la puerta del taxi y cierra los ojos.

—A eso vamos, a lo mejor no te... ascienden tanto si no quieres, puedes hacerte la súper humilde.

—Prefiero pensar que Belcebú no va a morirse.

—Y por el infierno no te preocupes, no es el primer príncipe del infierno que tenemos. Aunque sí es la que había durado más.

—Ugh... ¡Esto es un desastre!

—No tanto, ya verás.

Ella le mira y le sonríe un poquito porque Crowley sieeeeempre la tranquiliza.

—Gracias por volver por mí.

Él se sonroja un poco y gira la cara a la ventanilla del taxi, ella le pone una mano en la pierna así que se gira a ella otra vez. Quien se le acerca un poco para acurrucarse contra él.

—He llegado a pensar que para no ser nada importantes últimamente somos demasiado importantes.

—Justo de eso me quejaba yo.

—¿No podría Lord Belcebú hacer que fuera Gabriel quien la apuñalara y no... yo?

—Eso no te destruiría a ti, que parece que es lo que quería.

—Ella... irradiaba amor —cierra los ojos y respira profundamente.

—Ya te dije que estaba enamorada —la mira.

—Sí, lo he confirmado. Y algo debe haber salido terriblemente mal con Gabriel.

—No tengo ni idea de qué.

—Tan terriblemente mal además. Esto debe ser culpa de Gabriel el insensible.

—Eso no lo dudo —suspira.

—De verdad que tú y yo no molestábamos a todo el cielo y a todo el infierno cuando estábamos flirteando —Aziraphale es quien suspira ahora. Crowley la mira de reojo con eso—. No lo hacíamos, ¡Pasamos seis mil años sin molestar a nadie! Y aún no molestamos a nadie con... esto.

Se sonroja porque... ¿acaba de decir que flirtearon durante seis mil años?

—Nadie está colgado del techo, nadie siquiera se enteraba de lo que pasaba —ahora pasaban muchas cosas por lo visto.

—¿C-Colgado?

—Hablo de la... del escándalo o de la... Bueno, me refiero a que en si nadie parecía siquiera enterarse. Tu seguro si que estabas colgado.

—¿Q-Qué? ¡C-Claro que no!

—Claro que sí y peor aún sin mi en tu cama.

El demonio casi se atraganta con su propia saliva.

—Oh, venga ya... fue una sorpresa para mi, debo admitirlo, pero es algo que tú has sabido todo el tiempo.

—¡C-Claro que no!

—¿Ahora eso te da vergüenza? Considerando tu naturaleza... No me parece algo tan extraño, admito que la primera vez casi me da un ataque al corazón —le mira un poco confundida.

—¿La primera vez que qué?

—Pues que te vi, así en la penumbra...

—¿A-Así?

—Colgado.

—¿C-Cuándo?

—Te diría que fue recientemente... pero vale, voy a confesar que... sería mentira.

Es que palidece y Aziraphale le mira completamente confundida.

—Venga, de verdad es algo que me parece... un poco raro, pero de alguna manera incluso lindo... sobre todo, insisto, dada tu naturaleza.

—Estás... ¡estás equivocada!

Parpadeo, vale, al menos la estás distrayendo de la realidad.

—¿Exactamente en que parte? ¿No te parece lindo? Venga, ya, de verdad no creo que se trate esto de amarrar a nadie a la cama ni nada así, creo que sería contraproducente.

Es que casi que se va a subir al techo del taxi ahora, demostrando absolutamente el punto de Aziraphale.

My dear boy, de verdad no tengo el más mínimo problema con ello ahora. Fuera de algunas dificultades técnicas.

—¡Pero yo sí!

—¿Por?

—Pues porque no es verdad que llevo seis mil años colgado de ti, ¡no sé de donde lo sacas!

Aziraphale levanta las cejas y le mira.

—Ohhh... —sonríe de lado.

—¡No! ¡No sonrías así! —sigue protestando Crowley, sonrojándose más.

—Eso es sumamente... —es que sonríe más y se sonroja un poquito—. Halagador.

—¡Te estoy diciendo que no!

—Eso me dices con esto —le toca los labios—, pero no con esto —mano al corazón.

Él se astusta y le aparta un poco la mano como si espantara moscas.

—Pero tengo que decir, my darling, que yo no hablaba de eso —se le echa encima igual y le da un besito en los labios.

—Ugh —protesta un poco intentando volver a su postura cool, nada me importa.

—Yo hablaba de ti durmiendo colgado de la pared o el techo... pero es bonito cuando me dices esas cosas.

W-Whatever, angel.

—No me salgas con "Whatever" como si te diera igual.

—Pues me da igual.

—No lo hace —besito en la mejilla.

—¿No estabas tú tan agobiada?

Parpadea, porque se había olvidado un poco de ello.

—Oh... —le cambia la cara porque al parecer hacer sentir culpable al novio/marido es parte de este asunto de ser ángeles.

¡No! Pero es que le está molestando demasiado.

Vale, vale... No ha sido intencional.

—Ugh! Pero ahora no... —la besa porque vuelve a sentirse culpable y ahora es culpa suya.

Ella le besa de vuelta, cerrando los ojos.

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