(Narra Kris )
— Vas a terminar mareándome si sigues dando vueltas, Kris.
— No puedo evitarlo.
— Debes de calmarte.
— ¡NO PUEDO!
— Está bien, está bien, no lo hagas.
—Es que tú no me entiendes, Kevin…
— Por supuesto que entiendo. Entiendo que no pensarás adecuadamente si tienes la cabeza caliente.
— …
— ¿Tengo razón?
— ¿Qué quieres que haga?
— Propongo que te tranquilices, o al menos trates, y me digas detalladamente qué es lo que quieres que investigue.
— Todo sobre él.
— ¿Él?
— El “padre” de Luhan.
— Ahhh… ya veo… Espera, ¿TODO? ¿Estás seguro de eso? “Todo” es mucha información.
— Necesito saber con claridad a lo que me enfrentaré. Necesito saber todo acerca de su historial para obtener una debilidad en la que pueda apoyarme…
— Pues, podemos empezar por sus fraudes.
— ¿Fraudes?
— Sí. Mientras todavía vivía con mis padres a mi computadora le llegaba información sobre él.
— ¿Qué tipo de información?
— Acerca de sus negocios, tratos internacionales. Cabe mencionar que son los más “crueles”, si se podría decir.
— ¿Crees que podríamos tomar ventaja de ello?
— Quién sabe. Me tardaría horas comprobando si son útiles o no.
— ¿Qué tal de sus problemas?
— ¿A qué te refieres?
— Algunos escándalos en los que ha estado y no ha podido resolver.
— Puede ser… Sería mucho mejor ver cuáles son.
— Perfecto. ¿Puedes hacerlo?
— Dame el resto del día.
— De acuerdo.
Una vez dicho eso, Kevin prosiguió a mover sus manos sobre el teclado de la computadora y no se separó de ahí en ningún momento. Yo tuve que salir a tomar aire porque sentía que la cabeza me explotaría en cualquier momento. Me dirigí al botiquín de primeros auxilios y saqué unos tranquilizantes. Los tomé con calma y abrí la ventana más cercana para tratar de tranquilizarme. Fue en ese momento cuando vi a Amber acercarse.
— ¿Te encuentras bien? –preguntó.
— Creo que no…
— ¿Ya tomaste algo?
— Sí. No hace mucho.
— Ya veo…
— ¿Y tú?
— ¿Eh?
— ¿Te encuentras bien?
— P-por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?
— Porque te ves mal; incluso más que yo.
— …
— ¿Qué tienes?
— Es sólo…
— ¿Qué?
— Estoy preocupada por ti, Kris.
— …
— ¿Harás todo lo posible por salvarlos?
— Absolutamente.
— Lo imaginé. Tao debió haber tenido algo demasiado valioso como para que se haya convertido en lo más preciado para ti…
— Hay otras personas que también lo son.
— Sí… Sólo… hazme un favor, ¿quieres?
— Dime.
— No salgas lastimado de esto…
— Lo prometo.
Amber me dio un ligero apretón en el hombro y regresó a su cubículo. Jamás la había visto tan cabizbaja. Aparentemente todos mis asuntos estaban afectando a terceras personas, así que lo único que podía hacer era eliminarlos para que no causaran más bruma. Tomé un vaso de agua y lo bebí. Me asomé un poco para ver mi oficina y Kevin seguía ahí buscando, por lo que no lo molesté y salí de mi oficina.
Subí a mi auto y manejé lo más rápido que pude a la casa. Ese maldito seguramente estaba tan concentrado en pensar cuál sería su siguiente movimiento que ignoraba mi paradero. Llegué rápido a mi destino y abrí con cautela la puerta. Me aproximé a pasos lentos a la sala y me encontré a Estela. Justo cuando iba a hablar ella puso su dedo índice en sus labios y me indicó que la siguiera hasta mi cuarto. En la cama yacía Tao, sudando y temblando.
— Llegué y lo encontré durmiendo en el sillón. Cuando pude traerlo aquí me di cuenta que tenía fiebre.
— ¿Por qué regresaste?
— Jamás le pregunte a una mujer cómo funciona su sexto sentido, joven Wu.
— ¿Presentías algo?
— Absolutamente.
— …
— Llegué a tiempo, al parecer.
— Gracias… Estela.
— No me agradezca algo que hago con el corazón, joven Wu.
— …
— Con su permiso, iré a traer más agua.
Estela desapareció del cuarto dejándome solo con Tao. Dirigí mi mirada a su rostro sonrojado y un poco brilloso por el sudor que emanaba su frente. Una especie de culpa me invadió en ese momento. Si tan sólo no hubiera contratado a Tao… Si no le hubiera propuesto venir aquí… Si tan sólo él y sus hermanos no se hubieran vuelto mi familia nada de esto estaría pasando… Mis pensamientos pesimistas se vieron interrumpidos por los pequeños ruidos que hacía Tao al momento de despertar. Al verme, sus ojos comenzaron a dejar salir lágrimas. No pude contenerme y abrazarlo.
— Estás… aquí…
— Claro que sí…
— Soñé… soñé que te ibas…
— Fue sólo una pesadilla.
Tao temblaba en mis brazos. Yo me sentía impotente por eso. No ser capaz de transmitirle la suficiente confianza a Tao para que se tranquilizara me hacía sentir débil; frágil y desprotegido. Sin embargo, debía de ser fuerte. Me prometí a mí mismo que ellos no sufrirían por los sucesos de mi entorno, y lo iba a cumplir. De repente, mi celular empezó a sonar y tuve que separarme de Tao. Contesté, no sin antes arropar a Tao con las cobijas.
— ¿Sí?
— Kris, necesito que vengas en este mismo instante.
— ¿Para qué?
— Es urgente.
— Mira, Kevin, creo que no puedo ir…
— Kris, de verdad es urgente.
— ¿No me lo puedes decir por teléfono?
— No creo que sea conveniente.
— Kevin, deja de hablar con rodeos y dime de una vez qué pasa.
— Bueno… he descubierto algo muy importante.
— Sí.
— Revisé rápidamente artículos que lo involucraban a él como causante de crímenes. Imagínate, su historial también está manchado con eso.
— Ve al grano, Kevin.
— Está bien… Resulta que descubrí que él fue el causante de un accidente automovilístico sucedido hace 8 años.
— ¿Qué tiene que ver?
— Kris… Ese accidente es el mismo en el que estuvieron involucrados tus padres…
— … ¿q-qué? Pero…
— Dio órdenes para que un auto chocara con el de tus padres. Puso en riesgo la vida de sus ayudantes sólo para poder cumplir su objetivo…
— Asesinar a mi padre…
— Exactamente. Según algunos de sus ayudantes que atestiguaron, lo hizo porque toda su fortuna sería cedida a ti, así que, como él había pensado que tú también ibas ahí pero luego se percató que no, fue él quien te asignó al profesor particular, de esa manera tú tendrías que estar de su lado.
— N-no puede… ser…
— Así son las cosas. Hasta ahora el caso del accidente no se ha cerrado. Investigué y en cada juicio él ha sobornado a los jueces… Nadie ha probado su inocencia legalmente…
Kevin seguía pronunciando palabras pero yo no las podía escuchar. Mi consciencia dejó de funcionar de un momento a otro. No podía creer que el accidente de mis padres resultó ser un homicidio, cometido por mi propio tío, quien a pesar de haber mostrado una cara apenada en el velorio de mis padres, internamente se estaba imaginando a él mismo con el dinero heredado entre sus manos…