Él sigue en la cocina, tomándose el café desnudo, aparentemente y dándole vueltas al teléfono.
Aziraphale entra y le mira, sobre todo el teléfono en la mano. Se le cae un poco torpemente al oírle entrar.
—Mmmmm.
—Ah... estás aquí.
—No me he ido. ¿Eso esperabas?
—No —Crowley frunce el ceño—. Aunque quien sabe, a lo mejor decidías ir tu sola a poner otro Ozzy en tu vida.
—Yo no soy el que tiene el teléfono en mano para llamarle.
El demonio traga saliva... y se lo tiende. Ella se humedece los labios y extiende la mano, así que se lo da y la ángel mira la pantalla.
—¿Qué quieres que haga con esto?
—No lo sé, te quejabas de que tenía yo el teléfono, ahora lo tienes tú.
—¿Le has llamado?
—No.
—¿Por qué?
—Ya te he dicho que no quiero invitarle a cenar —se encoge de hombros.
—Y que yo ni me le acerque, si... ya lo has dejado más que claro —mira su taza de café y SONORAMENTE le ruge el estómago.
—Voy a bañarme yo y vamos a desayunar.
—¿Seguro? Eso implica salir a la calle y que te vean conmigo.
—Teniendo en cuenta la alternativa...
—Ya... —pone su teléfono en la mesa y le fulmina.
—Aunque siempre podemos...
—¿¡Qué?!
Chasquea los dedos y ahí la convierte en el outfit de Sandy al final de "Grease" pelo incluido.
Aziraphale levanta las cejas.
Crowley sale de la cocina dejándola sola con sus pantalones de cuero y sus zapatos rojos de tacón infinito. Haciéndola que se sonroje un poco la verdad porque va desnudo y... se ve guapo. Al dar un paso casi se mata con los tacones.
Él no tarda mucho en ducharse pero si en decidir cómo vestirse, como siempre en estos casos.
Al final se decide por algo medio marinero con rayas negras y grises porque están en una casa de la playa.
Aziraphale ensaya un poco el caminado... y decide chasquear los dedos y aprender a hacerlo bien milagrosamente después de casi matarse en dos ocasiones.
Mira que bien, pues ahí vuelve él.
Pues es que si no vas a tener que cargarla medio día. La verdad, levanta las cejas al notar que no ha vuelto a cambiarse.
Ella se ha puesto igualmente su pajarita de tartán al cuello solo como señal de protesta. Lo cual no ayuda a verse menos...
¡Ahora tampoco puede llevar la pajarita! Pues la lleva solo por protesta. Está sentada en la mesa, con la pierna cruzada tratando de... no estar nerviosa con estos pantalones de cuero.
¡Pues no pega mucho!
No, no pega NADA.
Y camiseta negra con los hombros descubiertos. Sí, sí... igualmente está nerviosa con los pantalones de cuero. Buena suerte para que no se te salgan los pechos de ahí.
Ugh. Pues hala, con esto es con lo que no le da vergüenza a Crowley por lo visto. Su mujer con los pechos desbordantes.
Es que la pajarita nos hace pensar aún más en una conejita playboy.
—Oh... —Aziraphale levanta las cejas al verle
—¡Ah! —él vacila. El ángel le sonríe un poquito sin poder evitarlo—. No te has... cambiado
—Asumí que así querías que fuera... aunque no estoy seguro de verme bien.
—Es tu ropa y tu cuerpo —ojos en blanco.
—¿Eso es que no me lo veo?
—No.
—¿Bien o mal?
—No creerás que te ves tan mal si no te has cambiado.
—Pues... —se sonroja un poco y se ajusta la pajarita. Crowley se sonroja un poco cuando ve que la mueve.
Aziraphale se humedece los labios con la mirada de Crowley. Ya, ya. Todos sabemos que son capaces de generar bastante tensión sexual. No es necesario presumir.
Es que la estúpida pajarita. Carraspea y se gira buscando donde dejó ayer las llaves del coche.
—¿En dónde desayunaremos?
—No sé, vamos a investigar que hay en este pueblo.
—Espero que haya mucho y nos encante.
—No lo creo... estás muy acostumbrado a vivir en el centro de la ciudad más grande del país.
—Igualmente esta es nuestra casita de campo... a menos que ahora quieras venderla para adquirir una con una estrella de rock.
—Ah, ya veo que sí que va a venir aquí a cenar todo el mundo. ¿Qué día va a ser el feliz evento?
—¿Qué feliz evento? ¿Tú con el músico de segunda?
—Tú, cenando con un montón de gente rara que no te caerá bien.
—¿Por qué estás tan agresivo? —protesta ella como si no estuviera agresiva. Ya, ya lo sé.
—¡Pues porque vas a tu bola!
—¡Solo estoy nervioso y no me gusta pelear! —protesta lloriqueando.
—Eso sí que no me lo creo.
—Me gusta discutir, no pelear y que te enfades y enfadarme y... no me gustan tus otros amantes —se le acerca un poco
—Entonces no les invites a cenar.
—Vale... vale. Vale. Nada de cenas con él —ojos en blanco—. Pero no me digas que no querrías conocer a Óscar si estuviera vivo.
—Claro que no, fijo que sería insoportable.
—Crowley! —Ojos en blanco, el nombrado se ríe y ella le mira y es que... se le escapa la sonrisa—. Te estoy hablando en serio, no me mientas
—No te miento, yo también hablo en serio.
—De que te iba a parecer insoportable, es verdad, pero eso no quiere decir que no quisieras conocerle.
—¿Para qué? Aguantaros a los dos haciendo chistecitos sobre el oporto y quien sabe que más —arranca el coche una vez están los dos dentro.
—Por pura curiosidad. Por ver como... te trata, que hace, como le llamas, como te llama, como te sonrojas... Ugh.
—¿Sonrojarme yo?
—Sí que te sonrojas de manera muy sexy.
—¿Por él?
—Ah... no. Por mi —Aziraphale sonríe y se le echa encima lo bastante como para que tenga que abrazarla.
—¿C-Cómo por ti?
—A mi si te me sonrojas... no sé qué harás con los otros.
—¡Nada! —igual la abraza un poco.
—Pues... no estoy seguro. Eres bastante sensible —le sonríe.
—¿Perdona? —le mira mientras conduce.
—Lo eres... mira el camino. Te olvidas de que siento las cosas.
—¿Y qué es lo que sientes?
—Afecto... y te veo sonrojarte cuando te avergüenza sentirlo.
Como ahora mismo. Boom. Aziraphale se ríe un poquito.
—Gracias por la demostración —besito en la mejilla.
—W-What? ¡No he demostrado nada!
—Ser un bombón, eso ha demostrado.
Crowley se vuelve a la carretera, aun sonrojado.
—Quizás...
—Yes?
—Gracias.
—¿Gracias?
—Sí. Gracias... por esperarme. Por quererme a pesar de todo... y por todo en general.
—No te quiero tanto cuando sueñas con Oscar.
—Solo soñé con él una vez.
—Solo dormiste una vez. A eso se le llama pleno.
—Crowleeeey... soñé contigo también.
—Mira por donde... los dos a la vez en un bonito menage.
—No me... ¡No! ¿Quién me crees, tu?
Sonrisita
—¿Eso quisieras? ¿Un menage conmigo y con... el Ozzy ese?
—¡No!
—¿Por? Ah... es verdad, ¡la vergüenza! ¿Qué? ¿Con él hacías cosas muy atrevidas y que te hacían ver como un horrible demonio?
—Vas a seguir insistiendo con esto —igual se sonroja porque... sí un poco van por ahí los tiros.
—La verdad... sí.
—Que bien. Una velada encantadora que vamos a tener.
—Como si tú no insistieras con Oscar.
—Es completamente diferente.
—¿Diferente cómo? Eso querría saber.
—Porque ya me imagino que tú veías a Oscar como tres veces por semana en tu club de caballeros por años y años y el día que no venía hasta debías molestarte. Seguro estaba en tu agenda marcado en cursiva y con color rosa. Los lunes, miércoles y viernes viene Ozzy. Corazoncito.
Aziraphale hace los ojos en blanco y se ríe.
—Y te debía mandar mensajitos... ¿Cómo te llamaba él a ti? Zira? Azi? Phale? Love?
—Se te olvida que Oscar era un hombre con una vida complicada, my darling. Y... no sé si quieras saber cómo me llamaba.
Ojos en blanco.
—Tenía demasiados problemas, una esposa, un amante celoso, un hijo...
—Un rollo con un ángel.
—La verdad, yo era el último de sus problemas y el último de sus intereses carnales, Crowley. Éramos mucho más amigos por otros temas.
—Sí, sí, toda una conexión intelectual y espiritual —es que eso casi que le jode más.
—De hecho hay una frase... que si es mía —sonríe un poco.
—Por supuesto, escribíais los libros a medias de lo bien compenetrados.
—No, tonto... hablo de que es una frase que me dedico a mí
—Ah, claro... Ahora que yo tengo una canción resulta que tú tienes una frase.
—Es una frase, no es un libro.
—Es una canción, no un disco.
—Una frase... y me la escribió desde la cárcel.
—So romantic...
—En realidad... te sentirás identificado también
Ojo en blanco
—Lo digo en serio... ¿quieres oírla o no?
—Debería decir que no y ver si te da un aneurisma
—Ugggh!
El demonio se ríe.
—Vale, ¡ahora no te lo cuento!
—Veeenga, no quiero pasar tres días en el hospital.
—No, no... Ahora no quiero que la sepas.
—Pues vale.
—¡No! ¿¡Cómo que pues vale!? ¡Tienes que insistir!
—No te voy a suplicar —le mira de reojo y es que la conoce.
—¡Nunca me das nada de lo que quiero!
—No cuando lo que quieres es ridículo
—¡No es ridículo!
—Si quieres decírmela, dímela, si no quieres, no me la digas.
—Uuuugh
—Venga, deja de protestar.
—"Pues aquel que vive más de una vida, más de una muerte tiene también que morir."
Le mira unos instantes y ella le mira de reojo.
—Yo te lo he dicho...
—Pffff
—¡¿Qué?!
—Menuda frase de mierda.
—¡¿Qué?! Oh
—Pues... Lo es. No puedo creer que no te tragaras la mía y esta sí.
—¿¡Que no me tragara qué?!
—Eh... nada. Que yo puedo hacerlo mejor.
—¿Cuál tuya?
—Cualquiera.
—Es... una frase importante que reflexiona sobre la muerte y ser inmortal. ¿Cuántas veces te tengo que decir que Oscar no era mi amante?
—Is ini frisi impirtinti qui riflixiini sibri li miirti
Ojos en blanco.
—Solo esa ya es una mejor frase.
—Hazme una mejor frase y quizás me case contigo.
—Ya lo estás.
—Así que no me puedes hacer una mejor frase.
—Incluso "Ya lo estás" es una mejor frase. Pero no me estás ofreciendo nada que no tenga.
—Hazme una mejor frase y te doy un hijo.
Crowley se sonroja.
—Espero...
—Y-Ya estas... S-Seguramente... O sea... N-No creo que sea una... buena idea igual, pero...
—¿Esa es tu frase?
—¡No!
—Porque si lo es mira que no...
—¿No qué?
—Pues... no es una gran frase. Puedes hacerlo mejor.
—Igual que la suya.
—¡No!
—Claro que sí.
—Aún no me haces una frase. Detente ahí que... parecen vender desayuno.
Crowley lo hace, humedeciéndose los labios y pensando. Aziraphale se estira un poco igual y le da un besito en la mejilla.
—Mmmm... —esto sería más fácil si se le ocurriera algo, la verdad.
Aziraphale puede ayudarte con... amor
Ugh, no, eso va a hacer que le salgan cosas puaj. Súper melosas y... "te quiero mucho como la trucha al trucho"
Eso estaría bien, eso le basta.
—¿Estás pensando?
—No, esta es mi cara de "me hago caca".
—Crowley!
Se ríe otra vez.
—Puedo ayudarte, solo digo.
—Veamos —ofrece mientras eligen una mesa en la que sentarse.
Aziraphale levanta la mano a su pecho.
Parpadea.
Ahí te va el afecto de golpe. No. AMOR.
Que es que hasta le quita el aire. Aziraphale le acaricia un poco el pecho.
—E-Ehm...
Le sonríe, esperando. Es que le derrite el corazón y le mira con ojitos. Como si a menudo le miraras con otros, pero sé exactamente qué ojitos.
Pues no es todo el tiempo, pero normalmente se los pone por algo, no así por las buenas. No los mereces ahora maldito... Angel!
¿¡Por qué no lo merece?!
No has hecho nada más que... ¡trampa!
Aziraphale aprieta los labios y le sonríe y es que lo creas que ahora echa menos amor ¡Y no es trampa! Vale, si es un poco de trampa... ¡Pero!
Sí es trampa. Así que puede que lo que le diga sea algo tan tonto y simple como...
—I love you.
Aziraphale sonríe sinceramente y no necesita más.
—Ay, Crowley... —se sonroja un montón.
Parpadea un poco saliendo del embrujo. Es que ahí me la tienes toda avergonzadita
—¿Qué?
—I love you too, you sweet... fool.
Ahora se sonroja el otro. En serio, sois como para vomitar arco irises. Lo bloody peor.
Aziraphale se ríe un poco, embobadita. Y es que repentinamente todos los celos y el enfado y... whatever, ya no existe y todo está bien.
—Era yo.
—¿Tú? —susurra sin entender.
—Oscar, en tu sueño —explica un poco más y es que el embrujo. Aziraphale le toca la cara y los labios, levantando las cejas.
—¿Eras tú... en mi sueño?
—Sí, me metí en tu sueño para verlo.
—Ohhh... oh! ¡Tú! —el muy inocente no lo había notado—. But... Crowley!
—What?
—¿Cómo te metiste en mi sueño? —susurra... pensando—. ¡Eras tú y no Oscar! ¡Con razón!
—Pues como los demonios se meten en los sueños de los humanos para ser los demonios de la paralisis del sueño.
—Oh my... God... —susurra un poco aliviado—. ¡Y llevas... toda la mañana reclamándome soñar con el cuándo eras tú!
—¡No te reclamo el soñar con él!
—Claro que sí... si eras... con razón y... —se sonroja bastante—. Te abrace y te dije... ugh!
—What?
—Ahora todo hace sentido.
—¿Qué es lo que hace sentido?
—Que estés... así. Que estés sacando todo tanto de proporción...
—No estoy sacando nada de proporción, ¿tú viste lo que les hiciste? —Crowley protesta un poco.
—¿Qué les hice? —pregunta Aziraphale mirándole.
—Pues... a... ¡todos! De todo, estabas ahí... siendo encantadora.
—E-Encantadora
—Pues... ya sabes.
—No, no se... ¿les hice algo? —Le sonríe un poquito porque cuando Crowley se pone dulce, es mono.
—Ugh —sigue protestando, en realidad no sabe de qué se queja
—Yo creo que lo que sea que hago a ti te lo hago más fuerte.
—¿Q-Qué? ¿Qué quieres decir?
—Bueno que... Mis encantos, gracias a Dios, parecen funcionar especialmente bien contigo.
—¡Ni te sientas tanto!
—¿Por? No vas a conseguir que no me sienta tanto de cautivar a mi marido.
—Ugh —vuelve a sonrojarse
—Como si los tuyos no funcionaran conmigo.
—Pues siempre se te ha dado extremadamente bien ignorarlos.
—Resistirme activamente a ellos es bastante distinto a ignorarlos
—A fines prácticos es lo mismo.
—Hmmmm... no. Porque ignorarte hubiera sido fácil e ignorarte no nos hubiera traído aquí jamás.
LA MIRADA, Aziraphale le toca la mejilla con la mano.
—Siempre pensé que estaba haciendo lo mejor para ambos...
—Ya, claro —se aparta un poco—. Yo era el ridículo obvio y tú que lo sabías todo y podías resistirte tan fácil a mis penosos... whatever. Pues ni estaba intentando nada. Ni siquiera hace tanto que pensé en esto.
Aziraphale aprieta los ojos y se sonroja.
—Ughhhh... deja de enfadarte conmigo todo el tiempo. Todos sabemos que... yo...
—Solo escucha lo que dices, angel —se resbala un poco más en su sillla mirando hacia otro lado.
—¡No puedes culparme por intentar salvar una poca de dignidad! —chillonea un poco
—Ah, sí, claro, muy digno tú.
Aziraphale hace los ojos en blanco
—Vale, está bien, Crowley. Pongámoslo con palabras entonces. YO soy un idiota. La mitad del tiempo no me he enterado de nada, la otra mitad he tenido terror siquiera de pensarlo.
—No, no, donde vas a parar, mejor que el idiota sea yo. Es así como funciona siempre, ¿no? Tú eres el listo que lo sabe todo todo el tiempo.
—Eso no es verdad y lo sabes. Tú eres rápido, sabes siempre lo que quieres y HACES cosas. Yo... lo sé todo en teoría, porque lo he leído...
—Yo voy demasiado rápido, quiero cosas imposibles y hago cosas ridículas. Y tú eres el sosegado que se dedica a verme hacer el imbécil y a leer.
—No. Please do not get mad at me again —Aziraphale suspira.
—Pues que sepas que hay más gente que ha opinado a lo largo de la historia que el equivocado eras tú de la que hay que ha opinado que lo era yo.
Aziraphale le mira, inclinando un poco la cabeza y tomándose una mano con la otra, apretándolas.
—Ya lo sé —susurra aguantándose el regaño, sonrojándose... porque sí, sí había tomado un montón de decisiones incorrectas en su vida, con muchísimos fallos de cálculo. Había creído estar haciendo lo correcto todas las veces, asumiendo que tenía LA RAZÓN
—Supongo que eso tampoco ayudaba —Crowley suspira.
—¿El qué? —pregunta casi sin atreverse a mirarle, pensando que es que no solo estaba equivocado... sino ha sido toda la vida un hijo de puta al respecto.
—Pues todo el mundo... incitándome
—Incitándote a...
—Pues a insistirte y a preguntarte y...
—Quizás yo y mi cabeza dura necesitábamos eso y sin eso no habríamos llegado aquí
—Tal vez...
—Yo debería... estar haciendo que estés seguro de que haya valido la pena —le mira y se muerde el labio.
—Eso... mira, eso es verdad —sonríe.
—Que no pienses ni por un minuto... llevo toda mi vida perdida por culpa de este... tonto ángel, sino que pienses que cada no, cada... vacilación, cada vez que fui imposible contigo, valió la pena porque llegamos a algo tan... —le mira y le sonríe un poco, el demonio levanta una ceja—. No quiero fallarte —Le pone unos ojitos...
—Vaya...
—Aunque parece que constantemente lo hago —suspira abriendo la carta para pedir, tragando saliva con la respuesta.
—Te avala mucha experiencia
La ángel baja la cabeza con ese comentario.
—No me pongas esa cara de perro abandonado.
—Es que... no has dejado de decir que soy horrible y lo muy mal que lo he hecho y lo hago... y ¡ya no sé qué decirte! Perdóname
—Tú eres el que se está regodeando en la miseria.
—Y no te parece lo suficiente.
—En realidad estoy esperando a ver cuánto tardas en acabar.
—Yo estoy esperando que me detengas y digas "Vale, ángel, no seas duro contigo" —se cruza de brazos y gira la cara.
—Oh, ¿yo tengo que pararte?
—Yes, ¡tú deberías pararme!
—¿Y eso por?
—¡Porque eres tú el que en este momento está haciéndome admitir estas cosas!
—Entonces continua.
—No seas maloooo
—I'm a demon —sonríe.
—Cuando te conviene.
—Always!
Aziraphale le sonríe de lado.
—¡No empieces! —le señala con el dedo antes que pueda siquiera decir nada porque ya conocemos esa sonrisa de ladito.
—¿Y eso por? —pregunta riéndose un poquito y relajándose un poco ahora.
—Porque ya sé lo que vas a decir y es mentira.
—Ah ¿sí? ¿Qué es eso que voy a decir y es mentira?
—Lo sabes bien —entrecierra los ojos.
—Se me ocurren muchas cosas que decir.
—Mejor no digas ninguna.
—Ley mordaza —protesta sonriendo otra vez de lado.
—Sí, anda, muy callada que te estás tú.
—Siempre. Tanto como tú sonriente y sin enfadarte —sonríe cuando AL FIN les traen la comida que ha pedido como para tres personas.
Crowley mira todo lo que van dejando sobre la mesa con cara de... bueno, pues nada, feliz navidad a todos. Aziraphale se humedece los labios y... es que empieza a comer como loca.
Crowley la mira sin decir nada con su café en la mano y Aziraphale va recuperando su sonrisa a cada bocado que da.
—No está TAN Bueno.
—¿No?
—Mmmm es desayuno normal —menos mal o te comerías también hasta la mesa—. Creo que... deberíamos arreglar la casa hoy. Aunque... no sé si sea un buen día.
—¿Por qué no?
—Porque tú estás todo enfadado y de malitas, no me vas a dejar poner ni un solo querubín —sonríe un poquito.
—No necesito estar enfadado para no dejarte poner querubines.
Hace carita y se ríe, pegándole un poquito la risa.
—Compramos una casa, Darling.
—Sí... ya lo sé.
—Una juntos... Los dos —Aziraphale sonrí carraspea un poco.
—¿Estás bien? —pregunta Aziraphale terminando un plato y tomando el siguiente.
—Sí, sí... es que... estaba pensando en los querubines y en lo que no lo son.
—¿En los querubines es y los que no son querubines?
—En las cosas que vas a poner... vas a llenarlo todo de mierda.
—Eres TAN exagerado —hace los ojos en blanco —. Voy a ponerle algunas cosas. Para ti, cómo está, estaría completo.
—Básicamente solo falta una tele.
—Y un sillón y más muebles... ¡la casa está vacía! ¿Qué hay de algunas plantas?
—Mmmm... Bueno, tal vez algunas plantas.
—Y libros.
—Un máximo de cincuenta —Le señala con el dedo—. O estarán escondidos. O en tu cuarto.
—Ohhh ¿Cincuenta? Ni una semana... oh, Crowley, come on! No me caben los libros en "mi cuarto", podríamos poner unos cuantos libreritos en la sala.
—Cincuenta. El resto en tu cuarto o escondidos.
—¡Eres más duro que Gabriel!
—¿Por tener los libros escondidos? ¡Si igual van a acabar por todos lados! ¡Imagina si te dejo hacer eso desde cero!
—No, no van a acabar por todos lados, ¡No seas dramático! Igualmente es probable que yo termine con plantas temblorosas en todos los sitios.
—A las que vas a ir a apapachar en cuanto me dé la vuelta, como si no te conociera.
—Lo que no puedo creer es que tú me llames a mi quejumbroso... cuando eres TÚ el que se queja de TODO. Ahora la queja es de mí apapachando a tus plantas. Puede que lo haga un poco... solo un poco —Aziraphale se ríe.
—¡Pero si hasta estás confesando!
—Pues pobrecitas, ¡qué culpa tienen de tu reinado del terror!
Ojos en blanco.
—Venga ya. Es que ya te veo yo el día que nazca el infante...
—What? —Crowley se sobresalta de golpe con eso, descolocado.
—Dándole dulces a mis espaldas y correteando tras él.
—¿Yo? ¿Dándole dulces yo? De los dos... YO.
—Bueno, puede que no dulces, pero travesuras.
—¿Y eso qué?
—O, peor aún, echarlo a perder con tantos apapachos —sonríe igual solo de imaginarlo.
—¿Disculpa?
—Sabes que no miento ni exagero.
—Estabas quejándote hace un minuto de que soy muy duro.
—Una cosa es conmigo y otra muy distinta con un niño. Te he visto con los niños, eres consentidor, divertido y suavecito.
—¡Que va!
—Y te aman... TE AMAN —sonríe de ladito otra vez.
—Bueno, eso sí, pero...
—Anda ya, ¡ahora quien confiesa! —Aziraphale se ríe
—¡Pero no es por eso!
—¿Por qué es si no? —pregunta estirándose para tocarle y tomarle de la mano.
—Pues porque soy un demonio, tengo que gustarles a los humanos, ¿cómo si no iba a tentarles al pecado? —se defiende dejándola.
—Me parece, my darling, que proteger a los niños no está en tu descripción de puesto.
—¿Protegerles?
—Ay, por Dios, te he visto hacerlo cientos de miles de veces. Estoy seguro de que incluso hoy mantienes niños.
—¿Q-Qué? ¡Claro que no! ¿A qué niños voy a mantener?
—Somos pocos, pero nos conocemos mucho
—¡Ni siquiera sabes!
—No lo sé... no sé cómo ni dónde ni cuándo ni cuanto... Pero sé que ocurre como que me llamo Aziraphale.
—Pues... debes llamarte de otro modo —se sonroja.
—Pfff... Es algo bonito.
—Lo sería si pasara, pero no pasa.
—Claro, claro...
—Bueno, entonces nada de querubines —cambia de tema, nervioso.
—Vale... negociemos. Nada de minimalismo.
—Nada de llenarlo todo de mierda.
—Define... desechos humanos
—Un máximo de cuatro muebles por sala y tres piezas decorativas por pared.
—Cuatro... muebles. Pareces haberte pensado esto muy bien
—No, pero...
—Tonos claros.
—Con contrastes.
—Más claras que oscuras.
—Con derecho a veto.
—Cinco derechos a veto por persona.
—Más.
—Diez... qué poca fe me tienes.
—Ninguna.
—Pues para tan poca fe... seis mil años...
—¡Eso no tiene nada que ver con la fe! —vueeeelta a sonrijarse
—Y compraste una casa.
—¡Eso tampoco!
—¡Conmigo!
—Sí, bueno...
—¡No hagas si bueno así! —se relame los bigotes AL FIN terminando y mirándole con media sonrisita—. De acuerdo o no con diez vetos.
—Vale, vale... Aunque aún me parecen pocos.
—Bueno cuando se acaben los Diez discutimos y dependiendo de lo mucho que te quejes los aumentamos o no.
Ooooooojos en blanco
—Quizás te gusten mis elecciones... un bonito chaise longue de brocado rosa...
—Veto desde ya cualquier cosa rosa. Y los brocados. Y eso que no sé ni lo que es.
—¿Y si es niña? —le mira entrecerrando los ojos.
—Va a ser un ángel, no empieces con mierdas que a nadie le importan.
—Estás particularmente regañón. ¿Quieres un postre?
—Y él o ella o lo que quiera va a ser diferente, estos vetos son para ti.
—Oh... ahora resulta que el niño o niña, va a tener derechos que yo no.
—POR SUPUESTO.
—¡¿Eso es injusto! ¿¡Por qué va a tener más derechos que yo un niño mío?!
—Porque será mío también.
—Nuestro —Aziraphale se cruza de brazos—. Pero IGUALMENTE, se supone que antes de otra cosa tú y yo somos un equipo, ¿no has dicho toda la vida eso?
—Sí, claro.
—¡Debería tener los mismos derechos yo!
—Mmm... No, tiene unos diferentes.
—Derecho a poner cosas rosas en la casa.
—Por ejemplo.
—Y yo tengo derecho a pedirte un beso cada que quería uno.
—No, eso podrá hacerlo también —Crowley se sonroja porque hace rato que está viendo cómo hacer para darle uno y no lo consigue.
—No el mismo tipo de beso —frunce un poquito el ceño.
—Bueno...
—¿Qué cosas sí puedo pedirte yo entonces que no pueda pedirte nuestro hijo?
El demonio la mira con cara de circunstancias.
—¿¡Estás pensando en sexo?!
—No, en ir a la ópera... ¡Pues claro que estoy pensando en sexo!
—No se supone que... ¡Ugh! Vale, vale... ¡eso claramente solo conmigo! —Aziraphale aprieta los ojos y se sonroja.
—¿Ves? Tú también tienes derechos especiales.
—Ese es EL derecho especial de un marido. Quizás debamos hablar de los derechos que tú vas a adquirir como padre
—¿Y cuáles son esos? —levanta una ceja.
—El derecho a recibir todos los mimos que quieras mientras estés con el bebé.
—¿Y si no lo estoy?
—Si no lo estás y lo estoy yo, necesitaré ser yo quien los reciba. ¿Quieres mimitos?
Gira la cara pero no responde, ella sonríe de lado.
—También se te puede llamar papá o papito todo el tiempo en vez de Crowley —estira la mano hacia él.
—NO.
—¿No quieres nombres de cariño?
—Tú no. Ese es un derecho suyo.
—¡No! ¡Es un derecho tuyo que se te llame así!
—No. Él o ella puede hacerlo, pero tú no.
—Papá Crowley suena hermoso.
—Tú no puedes.
—¿Ni con mimitos?
—N-No.
—¿Ni durante el sexo? —la sonrisita PARTICULAR
—¿E-En serio quisieras llamarme "papá" durante el sexo?
—No lo sé, en ciertas circunstancias podría tener gracia un... "oh yes, daddy, yes... just like that, daddy... mmm" —y muérete porque lo hace con ese tonito...
—"Forgive me because I was naugthy" —añade mirándola casi sin parpadear.
—Exactamente... ¿Ves? Eso y un par de palmadas en el culo y vas a ver...
—Me hace más bien pensar en qué piensas tú durante el sexo —sonríe un poco.
—Pues en que voy a pensar...
—Óyete lo que dices.
—P-Pues...
—¿Aja?
—E-Ehm... el... sexo es un poquito naughty.
—Un poquito.
—Es también amoroso y la forma que Dios eligió para que los humanos tengan placer y se reproduzcan.
—¿Y qué más?
—¿Qué más pienso?
—Sí.
Aziraphale se sonroja un poco y Crowley le sonríe, bastante cómplice.
—En qué te ves muy guapo... y que quiero que llegues al clímax, pero no pronto, y que quiero que pongas más cara de placer... pero...
Crowley se sonroja.
—¿Tú qué piensas?
—Normalmente me abrumas demasiado para eso...
—¿Te abrumo? —Inclina la cabeza—. ¿A qué te refieres? A que solo piensas... Aziraphale... Aziraphale...
—Más bien solo siento... a ti y todo lo que... proyectas.
Aziraphale sonríe un poco.
—Pero algo has de pensar, aun siendo un poco... inconexo. Yo no es que piense racionalmente.
—Nah... Solo es dejarse llevar.
Aziraphale se ríe.
—¿Q-Qué?
—Creo que en esto de verdad soy la mujer de esta relación... —levanta las manos hacia ella—. Quiero un beso.
—T-También me preocupa... hacerte daño o que... no te guste —sigue nervioso, ignorando un poco eso porque hace raaaaato que quiere uno y no sabe cómo lograrlo.
—Esas dos cosas... no suelen preocuparme a mí. Ni que me hagas real daño ni que... no nos guste —se estira un poco hacia él, tomándole del hombro y tirando un poquito a ver si se deja acercarla a ella.
Si se acerca ella mejor, la verdad.
Vaaaaale, vaaaaaaale. De acerca del todo a abrazarle. Pues es que son muchos años de querer un beso y... aguantarse.
No tienes que hacerlo, de verdad, a Aziraphale le gusta MUCHÍSIMO tocarte. Lo haría todo el tiempo si no creyera que te abruma. Igualmente a estas alturas le abraza del todo y otra vez... medio húndete en sus ajustados pero mulliditos pechos.
Ya, pero hay mañas difíciles de perder, de todos modos, ya teniéndola ahí, ir a besarla es mucho más fácil.
—I love you —es lo primero que le dice cuando le tiene abrazado porque... le hacía falta un abrazo. Porque han peleado y Crowley se ha enfadado mucho rato y no le gusta ser tonta y tampoco que Crowley se sienta mal al respecto y...
La calla, en serio.
Todo es más simple así.
Porque se han enfadado y peleado y... quería uno...
Aziraphale cierra los ojos y se deja llevar del todo.
Tras unos cuaaaaaantos segundos, se separa un poquito. Aziraphale abre los ojos para mirarle.
—El postre —susurra.
—La mejor parte —sonríe.
Se echa adelante y se esconde un poco, ella e aprieta contra si, acariciándole la espalda.
—Vale, a lo mejor podemos poner una o dos cosas rosas—susurra cuando le hace mimitos.
Sonríe porque sieeeempre se sale con la suya el muy cabrón
—Y Alguna de piel de víbora... —asegura sin parar de acariciarle la espalda y el cuellom
Si fuera un gato, ronronearía. Peeeero, no es un gato, si queréis un gato, ejem... es otra historia, así que como no es un gato hace... sonidos de serpiente feliz. Sean cuales sean estos.
Es que deberías ponerte un poco más a su alcance porque a este idiota le encanta, de verdad le encanta sobarte
—Y una tele grande... vamos, vamos a casa a poner todas esas cosas. ¿Podemos poner un... sofá grande y calientito enfrente de tu tele? —le acaricia más, la espalda y la nuca.
—Sí...
—Y una... biblioteca pequeñita.
Crowley se mueve para acercarse a su oído porque quiere susurrarle algo. Ella le deja, sin dejar de acariciarle y apretarle contra si, con los ojos cerrados.
—¿Crees que me dejen hacerte el amor en todos los sofás de la tienda para elegir el más cómodo?
Dios mío. Eso es logras con tus cosas de ángel.
—E-Ellos no... pero yo... yo... ¿Ha-Hasta en los feos y rosas?
—Sí, bueno, pero esos están descartados
—¿Y si son los más cómodos? —le aprieta contra si
—Ugh, lo teñiré de negro.
—Solo si me haces el amor una vez al día en él.
—Para eso tendríamos que estar ahí todos los días.
—Todos. Quiero estar todos contigo.
Ugh. Enough. Nos va a dar diabetes
Vengaaaaaa son monos. Ridículos. Pero monos.