For you I knew the love and t...

Par MonseMartinez275

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Todo comenzó con un simple anuncio que ambos les cambió la vida.... Plus

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Par MonseMartinez275

(Narra Kris )

No puedo creerlo, sencillamente no puedo hacerlo. Después de haber llegado lo único que hice fue darme un baño rápido e ir a la oficina de correos para enviar las llamas de peluche a la casa de Amber sin ser acosado sexualmente otra vez. Cuando regresé a casa me extrañé demasiado por no escuchar ningún ruido, así que le pregunté a Estela si sabía algo y sólo me dijo “tal vez el joven Tao haya ido a recoger a sus hermanos”.

Sin pensarlo dos veces, me metí a mi carro después de esperar más de dos horas en la casa. “¿Dónde rayos se fue Tao?” “¿Por qué tarda tanto?” “¿Y si le pasó algo?” “Iba con los niños… ¿Y si les pasó algo a ellos también?” Preguntas como esas abundaron mi mente todo el día y no estuve tranquilo. Busqué por todos los lugares en los que pensé que podría estar, pero no encontré nada. Se hizo de noche y mi única esperanza era que ya estuviera en casa.

¿Pero qué me encuentro? Un Tao feliz de la vida hablando con quién sabe quién afuera de mi casa. Debo de admitir que una parte de mí se sentía aliviada por ver que estaba bien, ¿pero quién rayos era ese tipo? Si iba a estar con él mínimo debió de haberme avisado, ¿acaso no podía? No sabía por qué me estaba empezando a alterar, así que salí de mi auto, justo después de que vi cómo ellos dos se estaban abrazando.

-          K-Kris, ¿en qué momento?

-          ¿Estuviste con él todo el día? –pregunté.

-          ¿Eh? S-sí.

-          Bien.

Pasé al lado de ambos y me dirigí luego luego a mi habitación. No soportaría verlos juntos unos segundos más. ¿Pero por qué no lo haría? Yo mismo fui el que dije que la independencia era un requisito. Si no lo dejo salir con quien quiera, lo estoy reprimiendo; en ese caso, ¿de qué me preocupo? Tao puede hacer de su vida lo que quiera, o al menos eso es lo que me gustaría pensar, pero mi cabeza me sigue torturando mostrándome repetidas veces la imagen de ellos dos abrazados…

-          Ah… a este paso me volveré loco… –dije para mí mismo.

-          Yo creo que ya lo está.

-          Oye, no me espantes así…

-          Lo lamento, gigantón.

-          Ya te dije que no me digas así…

-          No creo acostumbrarme.

-          Está bien… –me acaricié las sienes–. ¿Cómo te fue en la escuela?

-          Bien.

-          Qué bien… ¿Y a tu hermana?

-          No lo sé.

-          ¿Cómo que no lo sabes?

-          El salón de mi hermana está en la parte de debajo de la escuela.

-          Ah… ya veo…

-          Helmano… –apareció la niña.

-          Xia, vete a dormir.

-          No puedo…

-          Pero ya tienes sueño.

-          Sí, pelo...

-          ¡Cuidado!

La niña dio un mal paso y ya mero se cae. La sostuve a tiempo antes de que tuviera una caída de las escaleras. La subí a su cuarto y la senté.

-          ¡No hagas eso! ¡Pudiste haberte lastimado!

-          P-peldón…

-          ¡No basta con un perdón! ¿¡Qué hacía yo si te caías?

-          P-peldón… en selio… –empezó a llorar.

-          Ya, ya –la abracé sosteniendo su cabeza–. Sólo… no lo vuelvas a hacer… ¿sí?

-          S-sí… –la niña me sonrió.

No sabía exactamente cómo expresar mis sentimientos y emociones en ese momento… El pensar que le pudo pasar algo muy malo a la niña me dejó prácticamente sin aire. Le agradecí infinitamente a mis reflejos por haber actuado correctamente. Acosté a la niña y le conté un cuento corto de la libreta que tenían. El niño se había unido también, aunque me miraba con una especie de asombro, pero al fin y al cabo ambos quedaron dormidos.

Me dirigí a mi cuarto para darme un baño y acostarme lo más pronto posible. Mi cuerpo no estaba hecho para pasar todo el día en un auto. Me di un baño con agua fría, así mis músculos descansarían mejor. Me puse una toalla en la cintura y salí con otra en la cabeza. Al salir, vi que Tao apenas había entrado y, al verme, quiso salir inmediatamente, pero no lo dejé. Cerré la puerta y me puse detrás de él. Tao estaba viendo hacia la puerta, así que mi pecho se encontraba casi tocando su espalda.

-          ¿A dónde vas? –pregunté.

-          A… al baño…

-          Aquí hay uno.

-          P-pero te estabas bañando.

-          Pero ya salí.

-          A-además, iba a ver a mis hermanos.

-          ¿Ya recordaste que los tienes?

-          ¿Por qué lo dices?

-          La niña casi se cae de las escaleras y tú por lo mientras seguías chismeando con tu “amigo”.

-          ¿QUÉ?

-          Lo que oíste.

-          Debo ir a verla.

-          Tarde –lo volteé– ya están dormidos.

-          ¿Ah sí?

-          Sí. Afortunadamente estuve ahí para prevenir un accidente

-          Oh… –suspiró – gracias…

-          Ajá, lo que digas.

-          Bien, ahora si me disculpas…

-          No te he dicho que te puedes ir –bloqueé su camino.

-          ¿¡Quién te crees para no dejarme ir?!

-          Soy tu jefe, ¿lo recuerdas?

-          Que seas mi jefe no te da derecho a restringirme.

-          ¿Acaso no puedo robarte unos cuantos minutos para hablar?

-          Si tan sólo los pidieras, accedería con todo gusto.

-          Oh, tal vez deba pedírtelos con un abrazo afuera de la casa.

-          ¿Qué? ¿De qué hablas?

-          ¿Dónde estuviste todo el día?

-          ¿Qué? F-fui por mis hermanos…

-          ¿Y en eso te tardaste 8 horas?

-          N-no…

-          ¿Entonces te la pasaste el resto del día con ese?

-          Para tu información “ese” tiene nombre, y se llama Sehun.

-          Como se llame. ¿Qué es de ti?

-          ¿Acaso me vas a interrogar?

-          Si es necesario, sí.

-          ¡No puedo creerlo!

-          Créelo –me acerqué a su oído–. Regla número dos: “al firmar el contrato, eres mío”.

-          S-suéltame…

-          No quiero –besé su cuello.

-          K-Kris…

-          Ahora no es el momento…

A pesar de que mi cuerpo estaba semidesnudo, pronto se comenzó a sentir caliente. Abandoné el cuello de Tao para besar sus labios. Sin embargo, ahora mi beso no demostraba otro sentimiento más que uno egoísta. El tal Sehun jamás podrá hacer esto, aún si no se lo propone. Mis manos se concentraron en acariciar el torso de Tao por debajo de su playera, mientras que las de él se aferraron a mi cabello.

-          Espera…

-          No…

-          Yo… no me he bañado…

-          Perfecto.

Jalé a Tao hasta el baño y abrí la regadera. El agua fría calló en nosotros y después se convirtió en tibia, casi llegándole a caliente. La espalda de Tao estaba contra la pared y era a mí a quien le estaba cayendo el agua directamente en la espalda. Le quité la playera a Tao y bajé a lamer su pecho, mientras mis manos se encargaban de desabotonar su pantalón y bajarlo por completo.

-          K-Kris yo…

-          Lo sé…

Volteé a Tao para que se recargara en la pared y se inclinara un poco. Yo me quité la toalla y la abandoné en un lugar del baño. Tanteé la entrada de Tao, haciendo que él soltara gemidos u poco largos. El agua que salía de la regadera estaba provocando mucho vapor, el cual hacía que sudáramos más de la cuenta. Volteé a ver a Tao y este estaba mordiéndose el dedo índice. Me vio y asintió, como si con eso me diera la aprobación pertinente para que empezara mi trabajo.

Comencé a introducir mi miembro en la entrada de Tao y él soltó un gemido más alto que hace unos instantes. Por alguna extraña razón, no me importó del todo empezar a embestirlo más rápido de lo normal, ya que me sentía más excitado de lo normal, además de que la entrada de Tao estaba más estrecha, por lo tanto, succionaba más deliciosamente mi miembro…

-          T-Tao… debo de castigarte…

-          ¿P-por qué?

-          Me tuviste… preocupado… ¿sabías?

-          N-no… no lo sabía… ¡Ahh!

-          Por eso mereces que te castigue…

-          Si es así –me dedicó una mirada muy erótica– castígame todo lo que quieras…

Exactamente no sabía en qué momento Tao había sufrido una transformación para masoquista, pero definitivamente esas palabras no me dejaron tranquilo. Mis embestidas así como los gemidos de Tao se incrementaron. Mientras más entraba y salía él gemía más y más alto, y eso me encantaba. Bastó un rato más de ese modo para que pudiera llegar al orgasmo y Tao al suyo. El agua se llevó el resto de nuestros fluidos.

-          Ahh… ahh… –Tao respiraba con dificultad.

-          No me hagas castigarte otra vez…

-          Jaja, llámame depravado, pero espero que pase otra vez…

-          ¿Para qué darte la contraria si deseo lo mismo?

Tao me sonrió y después me pidió que saliera para que se pudiera bañar a gusto, lo cual hice. Me puse una ropa adecuada para dormir y estuve acostado en la cama hasta que Tao se terminó de bañar. Cuando lo hizo, se fue a acostar al lado mío y agarró uno de mis brazos como almohada. Se me quedó viendo con una sonrisa impregnada en su rostro.

-          Seca tu cabello antes de dormir –dije.

-          ¿Por qué?

-      Porque dejarás mi brazo oliendo a ti y no podré pensar en otra cosa.

-    Jamás me secaré el cabello, entonces.

Tao sonrió y me dio las buenas noches. Yo me quedé un tiempo más despierto para admirar su rostro dormido. En ese tiempo, me la pasé pensando en mis acciones del día. Suena algo loco cómo es que se “arregló” este asunto, pero no mentía cuando le dije que me había preocupado por él, aunque sé que eso está mal entre compañeros sentimentales…

-       Tao…

-     …

-    Si no tuviéramos esta clase de relación…

-       …

-      Y si te dijera que te quiero…

-       …

-    ¿Me creerías?

(Continúara)

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