For you I knew the love and t...

By MonseMartinez275

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Todo comenzó con un simple anuncio que ambos les cambió la vida.... More

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By MonseMartinez275



(Narra Kris)

Definitivamente me estaba volviendo loco… Y a este paso yo creo que me convertiré en un demente sin retorno. Todo el día estuve contando las horas para poder regresar a casa, exactamente sin alguna razón aparente. No sabía si quería regresar por Tao o para verificar si mi casa estaba hecha un lío, aunque sabía que la primera tenía más peso que la segunda.

Ahora, me encontraba en una situación inimaginable. Hasta hace rato estaba besando tranquilamente a Tao, pero de un momento a otro lo arrastré hasta la cama y me senté en ella, haciendo que Tao pasara sus rodillas a cada lado de mis costados y yo pudiera tomarlo firmemente de su cintura y él me agarrara por los hombros.

- K-Kris… –se alejó un poco.

-   No digas nada…

Poco a poco fui subiendo su playera hasta el punto de tenerla a la altura de sus pectorales, muy bien formados por cierto. Una de mis manos dejó su playera a esa altura y la otra lo volvió a agarrar de su cintura. Tao me agarró del cabello y condujo mi cabeza a su pecho, el cual no dudé en empezar a lamer.

Tao soltaba suspiros y le costaba respirar, lo cual provocó un problema muy grande en mis pantalones. Pero como todo, no siempre las cosas buenas pueden durar mucho, y de eso me di cuenta cuando el hermano de Tao se encontraba en la entrada, con la boca abierta y mirándonos fijamente. Solté a Tao e hice que se parara.

-  ¡S-Shaoran! ¿Qué haces aquí? –dijo Tao.

-  ¡Quise que me acompañaras al baño y ahora te encuentro con el gigante!

-  Qué maña de decirme gigante –suspiré.

- C-como sea, vamos al baño.

Tao salió con su hermano, tomados de la mano, y me ha dejado solo y con un problema. Ni modo. Fui a darme un baño rápido de agua fría y así poder relajarme. Salí del baño y la niña iba entrando. Al instante se tapó la cara y se volteó.

-   P-peldón.

-  No hay problema. No tienes que estar apenada.

- Mi helmano me ha dicho que no vea a los hombles.

-   ¿Ah sí? ¿Por qué? –me estaba vistiendo.

- No sé.

- Entiendo… Ya puedes voltear.

La niña se dio la vuelta y pude ver que sus ojos estaban un poco rojos. Le hice una seña con la mano para que se acercara y ella lo hizo de inmediato. La cargué y la senté al lado de mí. La miré un rato y ella se tallaba los ojos. Al parecer tenía sueño, pero no estaba muy seguro.

- ¿Tienes sueño? –pregunté.

-Sí… –me miró y sus ojos brillaron.

-  ¿Y por qué te levantaste?

-   Mi helmano no estaba y a mí me da miedo estal sola.

-   ¿Por qué?

-      Los monstluos me van a comer.

-     ¿Monstruos?

-    Sí, salen de la cama y te comen.

- Jajaja, si tú lo dices.

-     Jeje –rio un poco.

-   ¿Qué hace Tao para que te duermas?

-Nos cuenta un cuento.

-  Oh… ya veo…

-  ¿Me puedes contal uno?

-   ¿Yo? No me sé ninguno.

-  No impolta. Ven.

La niña sonrió y me tomó de la mano para llevarme a su habitación. Ya dentro, buscó una pequeña libreta y volvió a tomarme de la mano para acercarme a la cama y hacerme sentar mientras que ella se acurrucaba en su lugar.

-    Mi helmano hizo algunos cuentos pala nosotlos.

- ¿Tao?

-    Ajá.

-    Bien, aquí voy.

Comencé a contar el cuento de una forma tranquila, pero la niña me ponía nervioso porque tenía su mirada muy fija en mí y se veía entusiasmada en lo que yo contaba. Fue cuando ya después de haber contado todo me di cuenta que la niña estaba dormida. Cerré la libreta y la puse en el buró a su vez que tapé bien a la niña.

Jamás creí que mirar a un niño dormir te brindara tanta paz. Verla tan frágil y delicada me hacía sentirme mal por ella. Después de lo que me contó Tao, en aspectos generales, sobre su vida me imagino que la niña es la que más ha sufrido. Tener que ser dependiente de alguien a tan corta edad ha de ser duro…

Sin más, me levanté de la cama y salí del cuarto. Tao estaba afuera con su hermano en brazos y sólo me hizo una seña de que lo iba a acostar, por lo que se metió al cuarto y yo me dirigí al mío. Ya ahí, me acosté boca arriba dejando mi cabeza sobre mis brazos y me la pasé mirando al techo hasta que Tao entró a la habitación.

-          Yo… lamento la interrupción… –se sonrojó.

-    Por tu culpa tuve que hacer algo muy arriesgado. Casi me congelo en el baño.

- L-lo lamento…

-   Bien, todavía estoy algo frío, así que ven acá.

Le hice una seña para que se acercara en lo que yo me sentaba en la cama y abría mis piernas para dejar un espacio entre ellas. Con los ojos le señalé a Tao que se sentara en ese hueco libre. Primero me miró con vergüenza, después con sorpresa y al final con resignación. Al momento de sentarse, yo rápidamente lo apreté con mis brazos y lo atraje hasta quedar muy cerca de mi pecho.

- Tu cabello huele a mi champú.

-      L-lamento haberlo utilizado…

-   Está bien. ¿Te agrada su olor?

-   Huele bien, aunque no me deja el mismo olor que a ti.

-  Eso es porque mezclo muchos aromas.

- ¿Cuáles?

-El del champú, la crema corporal, la espuma de afeitar, el perfume, desodorante, y lo más importante.

-  ¿Qué?

-   Mi masculinidad… –susurré.

Pude presenciar que Tao se puso nervioso y sus mejillas se tornaron rojas, aunque él no quería mostrarlas. Seguí oliendo su cabello y seguí abrazándolo por un poco más de tiempo. Cuando me di cuenta, ya eran las 11:00 de la noche, y mis piernas ya se estaban entumiendo de estar en esa posición.

-  Tao.

-  ¿Sí?

-   Cuéntame de ti.

-  ¿Eh?

-     Sí, cuéntame de ti. No creo que me hayas dicho mucho el día que tuvimos la entrevista.

-    Pues… no… ¿Qué quisieras saber?

-    Todo. Cuándo naciste, tu forma de vivir, tus pasatiempos, entre otras cosas.

-  Pides mucho.

-  Recuerda que tengo el derecho de saberlo.

Tao se volteó para verme directamente a la cara con las mejillas infladas. De una u otra forma me pareció lindo ese gesto, aunque he de confesar que no le llegaba a la ternura que tenía su hermana al hablar.

-     ¿Con qué debería empezar?

-  Cosas de ti.

-          Bien… Mi nombre ya lo sabes… Tengo dos hermanos, Shaoran y Xia Jun.

-      Ajá.

-    Mi cumpleaños es el 2 de mayo.

-    Buen dato.

-   Ah… He practicado artes marciales desde pequeño.

-   ¡Woa! ¿De verdad?

-   Sí, así es.

-   ¿Qué más?

-  Ah… le tengo miedo a los insectos.

-     ¡Ja! ¿De verdad?

-    Oye no te burles.

-   No es eso. Se me hace algo curioso.

- Pero te reíste…

-  Cuéntame de tus hermanos. ¿Por qué los cuidas?

- Mis padres murieron en un accidente cuando yo era adolescente…

-  ¿Desde entonces tú los cuidas?

-Sí.

Tao tenía la mirada perdida y un poco nostálgica, y en ese momento fue cuando me sentí culpable por preguntar. Jamás había conocido a una persona con esas características. Cuidar niños no es fácil, sin embargo, Tao lo ha hecho maravillosamente. No hay duda alguna que Tao ha tenido más problemas que yo… pero de la misma magnitud.

- ¿Y tú? –me preguntó.

-  ¿Qué?

-  ¿Qué hay de ti?

-   ¿Quieres que te diga sobre mí?

-     Sí.

-     Bien. Mi nombre ya lo sabes –lo imité – no tengo hermanos. Mi cumpleaños es el 6 de noviembre.

- ¿Y tus padres?

-   Mis padres… también fallecieron cuando yo era adolescente…

-  ¿Y qué has hecho?

-  Como era hijo único me heredaron todo. La casa, las empresas, todo.

-     ¿Y tú te encargas de todo?

-     Sólo de las empresas.

-    ¿Y te gusta?

Esa pregunta retumbó en mis oídos por pocos segundos… Mi respuesta era simple. No, no me gustaba manejar la empresa; no me gustó dejar la escuela por meterme a cursos intensivos de economía; no me gustó limitar mi vida de adolescente por hacerme cargo de asuntos de adultos; no me gustó permanecer las 24 horas del día encerrado en mi cuarto haciendo cuentas y escribiendo fórmulas… Definitivamente no me gustaba ese tipo de vida…

-  ¿Kris?

-  ¿Eh? Ah… me he ido acostumbrando.

-  Ya veo…

-   ¿Alguna otra pregunta?

-  ¿Sólo vives tú aquí?

-   Así es.

-   ¿Sin algún otro familiar?

-Estás en lo correcto.

-  ¿Alguna pareja?

-   ¿Pareja?

-   Sí –se sonrojó un poco.

-  Creo que estoy demasiado ocupado en mi trabajo para buscar una relación amorosa.

- Y-ya veo… ¿Pero no quieres a alguien? –se escuchaba nervioso.

La pregunta me hizo pensar en mi respuesta… Definitivamente no podría decir que quería a Amber. Con ella tengo una relación “amor-odio” que no la podría definir como “querer”. Sin embargo, y por extrañas razones, la imagen de la cara de entusiasmo de la hermana de Tao llegó a mi mente y sonreí sin pensarlo.

- Sólo tal vez… una linda mujercita se está adentrando a mi corazón.

(Continúara)

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