Respira, completamente sudado y adolorido. Parando un instante. Mueve los hombros estirando los músculos y se siente las heridas abiertas.
—¿Sí?
—Disculpe, señor... —es su secretaria o secretario. El angelito de poca pinta que le organiza las sillas y le limpia el escritorio en el despacho.
—¿Qué? —pregunta, sin abrir la puerta ni quitar el glaseado.
—Está aquí el Arcángel Azrael para verle...
—Ugh... —protesta demasiado en alto.
—Me está costando hacer que espere afuera... está muy insistente.
—Sí, sí... un minuto —suspira profundamente
—Gracias.
Odia a Azrael, se protesta a si mismo mientras se pone de nuevo la camisa y la chaqueta, sin curarse. ¿A qué tiene que venir aqui justo ahora el muy imbécil? Esto tiene que ser un castigo divino... oh. Claro. Vale. Muy aguda.
Y ahí viene Azrael, tan sonriente y presumido. Levantando la nariz.
Gabriel vuelve los cristales transparentes y abre el despacho, después de asegurarse haber guardado el látigo, preparando su mejor sonrisa falsa, desde luego.
—Oh, ¡Gabrielito! ¿Cómo estás? —le saluda abriendo la puerta, Azrael, acercándose para abrazarle.
—Azrael... que gusto verte —le sonríe abriendo los brazos para recibirle
Hasta un par de besos le va a dar y, lo siento, un par de palmadas en la espalda bastante energéticas.
Ya, ya, nos lo imaginábamos. Aprieta los ojos aguantándoselas sin dejar de sonreír. Tómalo como un par de flagelaciones más...
—¿Cómo estás?
—Bien... Bien. Siéntate, por favor, hace un montón que no vienes por aquí. —sonríe con cara de "me pregunto por qué has decidido cortar la racha, con lo bien que íbamos."
—Oh, yo lo sé. Hace un montón que no tenía ningún motivo para venir —sonríe, sentándose y cruzando la pierna—. ¿Cómo va el negocio de paquetería?
—Ja, ja, ja. Bien, bien... gracias. ¿Motivo para venir?
—Un par, un par... por ahora, te traigo una cosa —le muestran un paquete negro que trae en la mano. Sonríe.
—Mira por donde, se cambian las tornas, tendré que ir yo a matar a alguien.
—¿Tú? No me hagas reír, office boy.
—Sí, sí... ¿quién lo manda? —tiende la mano para que se lo dé.
—Realmente no lo sé... Tiene una tarjeta con un mensaje críptico —se lo tiende
—La has leído, entonces... por eso es que esto no es lo tuyo —Lo toma yendo a sacar la tarjeta.
—Claro que no es lo mío... ni quisiera, Gracias. Me parece peculiar que estés recibiendo regalitos.
—Es lo que pasa cuando haces cosas bien —lee la tarjeta
"Siempre serás un perfecto Arcángel. B"
WTF?
Es una tarjeta de consuelo...
Gabriel se sonroja un poco, carraspea y lo guarda, junto con la tarjeta en el cajón de su escritorio volviéndose a Azrael, que levanta las cejas y sonríe de lado.
—¿Quién la manda?
—Eso iba a preguntarte, si sabías quién te la dio.
—Me lo dio tu secretaria, me han dicho que lo ha subido un... mensajero. ¿Qué es el paquete?
—Seguramente no es nada. Alguien a quien le he... hecho un favor —carraspea de nuevo con esa manera de ponerlo y mueve la espalda haciéndose daño a si mismo otra vez.
—Oh, venga ya. ¡Queremos verlo! ¡No me vas a dejar con la duda! —Azrael se ríe.
—Probablemente es de Bisariel, le presté una biblia hace poco, seguramente me la devuelve —mentiras piadosas, de verdad.
Bastante elaboradas.
Mueve la espalda otra vez, ¿contentos?
—Vaya... que amable de tu parte prestarle a Bisariel una biblia. Raro que no tenga la suya. Y que la envuelva de ese color tan... particular. ¿Cómo has estado además de esto?
—Será que... no le quedaba papel blanco. Se la olvidó en... no recuerdo donde.
—Ya, ya... claro —Azrael se ríe haciendo un gesto con la mano—. Una de esas cosas...
—¿Una de qué cosas?
—Que a ti te pasan. Olvidar Biblias... necesitar que te carguen al cielo...
Gabriel se queda paralizado con eso, sonrisa congelada. La sonrisa de Azrael no mejora... la verdad.
—Eso fue... un evento.
—Venga, Gabriel... ¡Cuéntame! ¿Qué evento?
—No hay nada que contar. No fue nada más que... ostentación.
—¿Ostentación tuya o suya?
—Mía.
—Vaya —se ríe.
—¿Qué?
—Nunca me pareciste del tipo de subir cargado por alguien al cielo, mucho menos por un demonio, mucho menos por el peor de los demonios... mucho menos tras lo que dicen
—¿Qué es lo que dicen?
—Sobre ciertos intereses que tiene ese demonio...
—¿Qué intereses? —Levanta las cejas.
—Unos bastante... personales y tiernos. Tanto como para ir por ahí diciendo que sí que tiene alma. Corrupta, pero alma.
—Mmmm... No he oído esos rumores.
—Pensaría uno que deberías estar más informado... —Azrael se ríe.
—Los que he oído son otros, a lo mejor con algo más específico.
—Pues... vamos, es que el oír por ahí que el príncipe del infierno, el señor de las tinieblas... el tipo ese asqueroso lleno de moscas, tiene un interés personal por ti, Gabriel... la verdad me da curiosidad.
Se paraliza de nuevo, intentando no poner ninguna expresión.
—Sinceramente pensé que lo mejor que podía hacer era venir a aquí a escucharlo de primera fuente...
—Pues la primera fuente puede decirte que no es eso lo que ha oído.
—¿Qué ha oído la primera fuente?
—De sus propios labios, que su interés es por arcángeles con misiones más ad hoc a ella misma. Así que entenderás mi sorpresa al verte justo aquí a ti ahora.
Azrael parpadea.
—Te ha dicho a ti que su interés es... —se muere de risa. Gabriel frunce el ceño.
—Os ha mencionado a algunos, sí.
—¡Ya bastante gracia me hace que hables con ella de estas cosas! Yo solo digo que, obviamente, siendo que te sube al cielo en volandas y luego están diciendo por ahí que tiene intereses románicos contigo...
—Desde luego que todo eso no son más que habladurías y cosas sacadas de contexto. No tiene ningún interés romántico, es un demonio, ¡por la virgen!
—Quizás el que tiene intereses románticos por ella eres tú, entonces.
—Otra vez sacas las cosas de contexto. No soy tan idiota —se sonroja poniendo los ojos en blanco.
—Vamos, es que he estado hablando por ahí y veo que... si tienes una relación con ella.
—Es una cuestión laboral, lo entenderías más si lidiaras con más demonios y no tantos infieles.
—No veo por qué razón tengas que lidiar tú con el infierno... y yo no lidio con ningún infiel.
—Son cosas que ocurren aquí, diversificamos tareas. A Miguel le gusta mantener a la gente informada y a cambio yo me ocupo de algunos asuntos del infierno.
—¿Tú atiendes a los demonios?
—En ciertos temas.
—¿Y te has hecho cercano a ellos? Mira tú... así que si hay parte de cierto en los rumores.
—No, ¡claro que no me he hecho cercano! —Se ríe como si eso fuera absurdo.
—Pues a lo mejor tú no lo crees pero ellos sí.
—Eso es problema de ellos. Me pregunto cómo estás tú tan seguro de lo que piensan los demonios.
—¡No tengo ni idea!
—¿Entonces cómo puedes afirmar tan severas acusaciones?
—¡Porque todo el cielo está hablando de ello!
—Hasta donde sé el cielo habla de... Aziraphale.
—De Aziraphale...
—¿No has oído sobre él?
—Sí, sí. Pensé que estaba siguiendo tu ejemplo.
—No, él es el desviado, de hecho. Creo que yo solo me estoy viendo salpicado por su influencia y sus ideas revolucionarias y anti-apocalípticas.
—Gabriel, venga ya... como vas a dejarte influenciar por uno de esos ángeles.
—Yo no. Los demás. De ahí las habladurías.
—Así que puras habladurías...
—Desde luego, la idea de per sé es ridícula —se ríe con un poco más de ganas de lo que ameritaría, forzadamente
—Nada de besos en la oficina o romances tórridos o... regalitos.
Gabriel se sonroja otra vez.
—Ni de sonrojos.
—No sé de qué me hablas —desvía la mirada.
—Menos mal. Odiaría verte arrastrado al pecado.
—Supongo que no para todos es tan fácil de asumir como para tí —Ojos en blanco, aunque se le ve nervioso con ese tema.
—¿Qué te hace pensar que yo soy un pecador?
—Bueno, no sé cómo será en esas... otras religiones que tanto te gustan pero en la verdadera, "No matarás" es uno de los mandamientos principales.
—Supongo que el sonido de la trompeta te nubla el pensamiento. Yo no los mato, yo solo les acompaño.
—Por supuesto. Supongo que todo es cuestión de perspectiva. Igual que los falsos dioses.
—¿Me estás juzgando? ¿A mí y al trabajo que me dio nuestra amada madre?
—Tanto como tú a mí con esas falsas acusación y advertencias maliciosas.
—¿Maliciosas? —levanta las cejas, inocente y se persigna—. Sabes que sería incapaz.
Ojos en blanco.
—Aunque me hagas esos ojos.
—Solo me sorprende que de todas las cosas que sí han estado pasando vengas con la única que no tiene fundamento.
—¡Anda!... ¿qué cosas sí han pasado?
—Pues... cosas no muy buenas tampoco.
—¿No vas a contarme?
—El asunto del apocalipsis, frustramos los planes del infierno.
—Ah, eso... —ojos en blanco, mueve la mano—. Escuché el rumor por ahí.
—Y por lo visto no captó tu interés.
—No tanto como un tórrido romance con el príncipe del infierno, no.
Gabriel vuelve a sonrojarse de golpe y pone los ojos en blanco. Azrael se ríe.
—Claro, las mentiras suelen ser más atractivas.
—¡Tienes que admitir que es uno de los mejores chismes de todos los tiempos!
—No, cuando no es cierto, pero para eso tienes a Aziraphale. Ese sí está confirmado y es real.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Porque lo he visto. He hablado con él.
—¿Y lo ha confesado sin más?
—También lo ha confesado.
—¿También? ¿Qué es lo que has visto, entonces?
—De donde han salido esos rumores que has ido sobre... ella —ahora quizás ha aumentado un poquito esa sensación de amor.
Azrael lo siente, claro que lo siente, dado que ha venido preparado para sentirlo. Pero es bastante indefinido. Le mira a los ojos.
—¿De dónde han salido? No entiendo.
—Pues qué te han dicho exactamente. Y quién.
—Oh, ¡me estás interrogando!
—Es curiosidad, tiene que ver con el devenir de los eventos.
—Ya sabes cómo funcionan estas cosas, Nuriel dice una cosa, escuchas otra por el pasillo... se dice todo tipo de cosas, unas más exageradas de las otras. La verdad, tuve incluso que reñir a algunos con lo que estaban diciendo...
—Reñir...
—No esperabas que les permitiera ir diciendo por ahí que tenías sexo apasionado con un demonio como si fueras un simple humano, ¿verdad?
Vuelve a sonrojarse y a emanar un poco el am... fecto y culpa. ¡¿Ugh con el afecto! Azrael sonríe maliciosamente
—Desde luego, pero eso no me resume nada.
—Ah ¿no?
—Pues ni me explica que has oído ni de dónde.
—¿Quieres saberlo para ir a reñirles tú? A ver, deja pienso... los chicos del purgatorio estaban muy impresionados con lo del vuelo. Creo que te vieron pasar.
—Sí.
—Sospecho que vas a tener que reñir al ochenta por ciento del cielo... ellos me han dicho que Belcebú te miraba con ojos de amor y hasta sonreía.
Gabriel suspiiiira por paciencia evitando su mirada como si esto le cansara muchísimo.
—Es que me parece que incluso tú eres lo bastante listo para saber que cuando el río suena, es que agua lleva.
—Todo esto es más delicado de lo que parece.
—¿En qué aspecto?
—Después del apocalipsis... —Toma aire otra vez con solemnidad.
—Que no pasó —interviene Azrael irritándole un poco.
—El ambiente en el infierno estaba alterado debido a nuestra obvia victoria —sigue, ignorandole. Azrael se echa atrás en la silla y se cruza de brazos—. Pero el asunto de Aziraphale con este demonio... Crowley.
—Ajá...
—Por lo visto les dio una idea nueva, consideran que pueden pervertir... —se detiene un momento apretando los ojos y volviendo a moverse—. A todos los ángeles como hizo Crowley con el principado.
—A TODOS los ángeles.
—A cuantos más mejor, por lo visto.
—Eso estoy viendo. Así que SÍ está intentándolo contigo.
—En realidad está... —traga saliva porque... joder—. Investigando en general por una estrategia.
—¿Y tú eres el objeto de esa investigación?
—No. Aziraphale lo es, por supuesto. Tuve que bajar a sacarle de ahí.
—¿A sacarle del infierno? —Azrael levanta las cejas—. ¿Fue ahí por gusto?
—Lo secuestraron.
—Anda ya... ¿Ahora secuestran ángeles? Has de tener cuidado.
—No me van a secuestrar a mí.
—Uno nunca sabe...
—Ya... ya.
—Así que bajaste a sacarle del infierno... vaya, eso aclara el concepto de por qué te subieron así.
—Exacto.
—Más bien aclara el concepto de: de dónde te subieron... no porque te subieron así. Aunque considerando lo que me dices...
—Ya te he dicho que he hablado con ella de este tema y te ha mencionado. He considerado que es mi deber advertirte.
—Quizás deberías decirle que ni se le ocurra —Parpadea con eso ahora un poco más nervioso.
—No es como que vaya a hacerme caso.
—Pues tú al menos hablas con ella mientras te lleva en volandas. Vamos, es que, que ni se le ocurra venir conmigo si no quiere que la desaparezca al instante. ¿Cómo podría un demonio siquiera empezar a tentar a alguien? Que tengas un principado débil no implica que todos los demás lo seamos.
Gabriel se revuelve porque está maldita sea de acuerdo con eso a pesar de lo obvio.
—No pienso que un demonio tuviera absolutamente nada que ofrecer.
—Está claro que no estas para nada acostumbrado a lidiar con ellos —responde como un comentario desafortunado en un momento inoportuno.
—Está claro que tú sí —Azrael inclina la cabeza.
—Sí, yo sí. No digo que tengan nada que ofrecer, porque no lo tienen... pero es mucho más fácil decir que los desaparecerías de lo que es hacerlo. Si no, no habrían sobrevivido seis mil años.
—Casi pareciera que les respetas, Gabriel.
—Desde luego que no los respeto, pero yo sí sé de lo que son capaces —tiene que mover otra vez la espalda para recordárselo.
—Vamos, es que me parece que les consideras imposibles de manejar o de desaparecer, no es que los consideres un mal necesario... a los que les permitimos existir.
—Es que no es que les... permitamos existir, Azrael.
—En gran medida, sí... son terriblemente útiles.
—Útiles... —repite.
—Desde luego, si no fuera por ellos esto estaría lleno de gente terrible e indeseable.
—No deberías hablar así de los infieles, al final te tienen bastante estima.
—No hablo de a los que tu llamas "infieles", que no lo son, hablo de los... que terminan en el infierno.
—Ya... ya, seguramente podríamos repartirnos ese trabajo, entre la gente que ya está acostumbrada a lidiar con esos conceptos.
—No me parece a mí que yo haría bien de demonio, pero tú pareces saber exactamente en qué consiste el que no sean útiles.
—Yo solo tengo que lidiar con ellos, pero mi trabajo no se parece en nada al suyo.
—No, tu trabajo es simplemente entregar paquetes y mensajes y tocar esa trompeta tuya
—Es evidente entonces a quién le sería asignado esto... pero ni siquiera vamos a especular —Se humedece los labios.
—Seguro tú podrías adquirir algunas tareas más de clasificación... a menos que te parecieran muy difíciles y que las tuviéramos que tomar los demás que realmente hacemos el trabajo.
—Seguro con la ayuda de Miguel y Uriel nos apañaríamos. Con dos Arcángeles como subordinados no debería tener problemas.
—Pues si solo para el correo necesitas DOS arcángeles además de a ti... me imagino que para una tarea real necesitarías a todos los demás.
—Será porque no solo nos encargamos del correo.
—Claro, claro... todas esas actividades interesantes que haces —se ríe un poco echándose atrás—. Que te da suficiente tiempo para que inventen historias picantes sobre ti.
—Ya quisiera verte a ti con subordinados en los que no puedes confiar —Tiembla un poco porque el adjetivo...
—¿Me estás diciendo que no confías en los arcángeles?
—No confío en el principado que suscitado todo esto.
—Eso no me extraña ni un poco. Pero me han dicho que... no es presa fácil
—¿A qué te refieres?
—¿No intentaron quemarle?
—Ah, sí... pero se arrepintió y tuvimos que ser compasivos.
—Compasivos, claro...
—Insisto, a lo mejor se te están nublando los conceptos con todos los textos paganos.
—Creo que te confundes... TÚ entre paganos y religiosos —Se ríe un poco.
—En fin... ¿algo más que pueda hacer por ti?
—¿Has hecho algo por mi hasta ahora? —sonríe y se le acerca otra vez para abrazarle de nuevo y despedirse—. Hazme un favor... si lo que tiene ese paquete, NO es una biblia... ven a contármelo.
Traga saliva con eso y se sonroja un poco y si... no fuera un maldito demonio capaz de haberle mandado las peores cosas imaginables lo abriría aquí frente a Azrael. Pero qué tal que es... quién sabe. Condones.
—Pero... he de decirte que las biblias no hacen ruido al agitarlas.
—¿Disculpa?
—No es una biblia —Azrael se encoge de hombros haciendo el movimiento que hizo el con la mano con el paquete.
—Tal vez vaya en una caja y haya golpeado las paredes de esta.
—Tal vez... tal vez sea otra cosa. Si yo fuera tú... lo vería. Porque esa bonita tarjeta... —se encoge de hombros—. Vendré luego.
—Seguramente no sea nada —¿podría chasquear los dedos y cambiar el contenido por una biblia? Tal vez podría hacer eso y luego chasquearlos de vuelta...
—Cuídate, Gabriel... y toca esa trompeta con fuerza —Azrael sonríe—. Pero si es algo, quiero que me lo cuentes —Hace un cejas, cejas igual.
—Está bien. Está bien... No tengo nada que esconder y cualquier cosa que te imagines será peor de lo que realmente sea —decide tragando saliva.
—Oh... vamos a ver, entonces... ya que para esta persona eres "perfecto" —La risita, y le brillan los ojos.
Gabriel le fulmina un poco y se sonroja otro poco más. Abre el cajón y se sonroja aun más como si la tuviera a ella misma ahí delante, tumbada y mirándole incluso un poco seductora.
—Al menos noto que tienes amor por quien crees que lo envía.
—Te he dicho que es Bisariel.
—Te manda notitas Bisariel...
—¡Y claro que no la quiero de ningún modo! —protesta notándolo. Azrael levanta las cejas.
—Ah ¿no? A mí no me engañas.
—Desde luego que no —carraspea recomponiéndose.
—Tampoco sería tan grave querer a Bisariel.
—Pues claro que quiero a Bisariel. Pero no del modo en que hablas —mira fijamente a Azrael intentando ignorar el paquete negro completamente inerte sobre la mesa que le llamaaaa y le hace sentir culpa otra vez.
"Aaaaaaaaabremeeeeee... " susurra la voz de Belcebú en su oído, tal como te ha hablado hace un rato
—Has dicho que no la quieres de ningún modo, Gabriel...
Ugh.
—De ningún modo que insinúes.
—Por supuesto solo estaba insinuando un afecto fraternal... a menos que haya algo que me quieras contar.
—Sí, claro —toma el paquete, con la mano un poco temblorosa.
Casi está hasta calientito como estaba el interior de Belcebú...
¡Ala! ¿Es en serio? ¡Porque lo va a soltar de golpe!
Estamos jugando con su cabeza, solo he dicho CASI.
Podría estarlo, ¡es un paquete del infierno!
No seas chillón.
Vale, vale.
Solo está tibiecito. Traga saliva mirándolo a pesar del calor psicosomático.
—Veo que estás siendo cuidadoso...
—Es... no parece una biblia.
—Claro que no parecía una biblia.
—Lo digo por el peso...
—Lo digo por todo.
—Lo que digo es que... hay gente últimamente con un humor... un poco raro.
—¿Crees que es un regalo de broma? No parece...
—Solo digo que podría ser, las cosas aquí en oficinas son un poco más... distendidas que en campo abierto.
Azrael le mira de reojo.
—Sabes a lo que me refiero.
—Sí, la atmósfera de diversión y de burlarse del jefe. A mí no me hacen eso.
—Fomenta la camaradería y el buen ambiente laboral —se defiende Gabriel.
—Hmm... ¿Qué otros paquetes como este te han mandado?
—A-Algunos otros. Nada muy importante.
—¿Qué contenían los otros?
—Notas parecidas. Hum... Nada... nada muy interesante —vaya que es difícil cuando no tienes imaginación, ¿eh, muchacho?
—¿Pero, qué? Para hacernos una idea...
—Material de oficina —Mira alrededor buscando alguna idea y no se le ocurre nada.
—¿Material. De. Oficina?
—Como este bolígrafo —toma uno de por ahí y se lo tiende.
—Wow...
—¿Qué?
—Que asquerosos regalos —mira la caja—. Espero que este no sea una cosa así de aburrida
—Una vez me regalaron unos zapatos —frunce el ceño.
—¿Zapatos? ¿Quién?
"Yo, a mí mismo. Tengo un gusto excelente regalándome cosas."
—Ehm... Sandalphon.
—Oh, Sandalphon. Qué bien.
—Sí... —se vuelve al paquete.
—Bueno, a ver...
Traga saliva y lo desenvuelve con cuidado, mirándole de reojo y de reojo al paquete.
Es una caja.
Mira a Azrael, porque maldita sea, no parece nada raro pero es que... sigue siendo todo puto negro.
—¿Como que huele a... azufre?
A maldad. A demonio, en efecto.
Serán los libros de Jeffrey Archer que se compró y guarda en su despacho por si alguien le hacía esa pregunta.
—W-What? —es que los gritos.
—Pues... ¿¡no?!
—No. ¡Estás condicionado mentalmente para pensar eso!
—Vale, vale... quizás —levanta las manos.
Gabriel se humedece los labios y abre la tapa con cuidado también. Sale un poco de humo negro, efectos especiales.
—Whoa...
Aprieta los ojos violetas porque no podrían ser un poco más discretos ahí abajo. Literalmente, Bloody hell. Lo aparta con la mano disipándolo.
Adentro sobre un fondo negro están dos gemelos de oro... con forma de mosca. Parpadea un poco y levanta las cejas.
—Oh —sonríe, porque son bonitos. Y... el afecto. No puedo creer que seas así de fácil de comprar con solo regalos caros.
—¿Unos... gemelos? Oh... cielos, veo que te gustan.
—Son bonitos, mira —los saca y le tiende uno.
—Son... bueno, parecen finos. De oro —lo mira con atención.
Mira el otro sonriendo bastante orgulloso de ellos.
—Son moscas.
—¿Qué? —está un poco embobado.
—Y... tu amor.
—Son abejas.
—¿Abejas?
—Claro, mira el color. Son doradas, claro que son abejas —alguien necesita gafas y no es Aziraphale. Ese color morado de ojos no podía ser sano.
—Creo que hace tiempo que no ves una mosca... son moscas, Gabriel.
Ojos en blanco porque ha matado una hace una hora. Claro que sabe cómo es una mosca.
—¡Pues son moscas!
—Bueno, eso da lo mismo.
—No son feas, de hecho parecen caras.
—Seguramente solo es un regalo de agradecimiento —asegura tan tranquilo y luego piensa en lo que le está agradeciendo. Cielo santo.
Claro que es eso lo que te está agradeciendo. Ve tú tarjeta.
No, no, no, no, no.
Además te ha dicho algo bonito.
Preferiría su pureza de vuelta.
Belcebú considera, sinceramente, que esto es de las cosas más positivas que han pasado en su vida de demonio. Así que, no, no considera que prefiera devolverte tu pureza.
Pues Gabriel considera que esto es de lo peor que podría haberle pasado como ángel.
Ya... ya. Igualmente, te ha mandado eso con afecto.
El... afecto.
Vale, es que no va a decir que con amor infinito.
Hmmm... No, no... claro.
Pues no. Pero la verdad es... que... eres lo que más quiere.
Fíjate...
No pressure.
Es una cosa bastante bonita que querer.
Ojos en blanco.
Well, so...
—¿Quién te mandó esto?
—Pues alguien a quien le hice un favor. Hago muchos... soy un ángel —un FAVOR, ahora lo decimos así.
—¿A quién?
—A todo el mundo, podría ser cualquiera —No iba con doble sentido. Obviously.
Claro, claro... dice Belcebú que tampoco le hicieron tanto favor, la verdad.
—Pero esto no es de cualquiera.
—¿Por qué no?
—Pues porque no es de cualquiera. ¿Sabes? Parece de alguien en concreto...
Gabriel le mira porque... no puede haber pensado que ella...
¡Pues como que no!
—De alguien del infierno
Le mira unos instantes y luego se echa a reír.
—Pues huele y se ve...
—¿Tú crees que un demonio iba a mandar un regalo? —se sigue riendo como si fuera algo estúpido.
—Pues... entonces la pregunta es otra
—Lo será, entonces.
—Qué ángel... te mandaría ESO.
—Uno al que le hice un favor.
—Negro, con humo negro y olor a azufre...
—Es... parte de la broma probablemente—igual se sonroja—. Te dije que hacíamos esas cosas aquí.
—Oh, no entiendo la broma, sinceramente
—Es inofensivo, solo para que pienses justamente lo que tú.
—Bueno, en realidad sería para que tú pienses lo que yo, ¿no?
—Bueno, sí, exacto. Pero les conozco.
—¿Y las moscas...? Vamos, ¿cuál es la idea?
—No lo sé, yo aún creo que son abejas.
—Pensaba en... Belcebú —suelta así repentinamente haciéndole sonrojarse y mover la espalda de nuevo.
—Eso es evidente... pero los demonios no mandan regalos —no hay afecto porque se contiene a sí mismo, pero sí aparta la mirada sin poder sostenérsela
—Pero es Ba'al Z'vûv... el señor de las moscas.
—Los demonios no mandan regalos, Azrael, por muchos apostrofes que añadas a su nombre.
—Es una mosca en un regalo firmado por "B"
—Es humor. Probablemente ni siquiera sea de alguien llamado B... nada. Probablemente los use yo en algún evento y entonces sea cuando me entere de quién ha sido, no antes.
—Quizás debería averiguar con algún conocido ahí abajo, Gabriel...
—Averigua lo que quieras Azrael—ella tampoco va a admitir nunca haberme hecho un regalo, así que todo bien. Añade para sí mismo poniendo los ojos en blanco.
¿Ves como si tienes control?
No, pero coño, sí que la conoce.
—Igualmente me alegra ver que... te haya gustado el regalo que te han hecho.
—¿Por qué no iba a gustarme? Es un regalo.
—No, no... Yo te he regalado cosas en navidad que te ilusionan mucho menos.
—No seas modesto ahora —le sonríe.
—Es verdad... de haber sabido que te gustan las moscas... y más aún volar con ellas...
—No me gustan las moscas. Son abejas —ojos en blanco. Otra vez.
—Puede que te regale una corbata con pequeñas mosquitas este año
—Tal vez yo te regale a ti una corbata. Cualquiera —sin pasivo-agresividad ni nada.
—Un regalo muy útil para mí, sin duda —sonríe—. ¿Por qué estás enfadado, Gabriel? Venga... ¿No me has dicho que la camaradería es buena?
—No estoy enfadado, ¿no soportas una broma cuando te la devuelven? —sí, sí, que bromistas somos todos, que bien nos llevamos. Y ahora puedes largarte y dejarme disfrutar del regalo de mi NOVIA en santa paz. Gracias.
(Please, don't die)
(Belcebú DIES)
Azrael se ríe, desde luego, dándole unas palmadas en la espalda. Que le hace apretar los ojos y recordar porque no debe disfrutar esto, gracias. Lo necesitaba.
Ugh, nooo! Belcebú protesta.
¿No había muerto?
—Vale, chico, vale...
Murió y se fue a esperarle en el infierno.
¡No va a ir al infierno! Bueno, a lo mejor ahora sí.
No temas, si vas al infierno, ella, que piensa que siempre serás el perfecto Arcángel, te subirá al cielo las veces que sean necesarias.
So nice.
¡Y no digas que eso no es romántico porque lo es!
Dijimos nice. Por lo menos ella no tiene conflictos en ser nice siendo un demonio... aun.
—Ya has saciado un poco mi curiosidad el día de hoy... pero no has esclarecido mucho. A ver si afuera obtengo más respuestas de historias pecaminosas de las que tengo aquí.
—¿Mmm? Sí, sí, claro. Dios te bendiga, Azrael. Tanta paz lleves como descanso dejas.
—Que Dios esté contigo y recuerda... ella lo sabe todo.
Sonríe imperturbable. Joder, si lo sabe, mira lo que me está haciendo.
—Salam alaikum —se despide.
—Y en vuestro espíritu —responde de vuelta y al fin se va.
Dios mío, pensábamos que no lo haría nunca.
Drama king. Las moscas zumban un poco, de hecho puede que una mosca real le revolotee alrededor.
Bloody espías otra vez, really? ¿Dónde está ella ahora?
Creo que está encerrada en su despacho sonriendo como una tonta, cerrando los ojos y pensando en... sus besos. Lo calientito de sus labios. Sus manos. Es que no quiere olvidarse de nada.
Cuánto trabajo tenéis ahí abajo...
Y siente que si no lo repasa mentalmente todo otra vez, va a escapársele de la memoria.
Seguro, seguro.
Shut up. Trabajan los demás, ¡ella puede escaparse un ratito! Y en como coño conseguía Crowley que el ángel le besara así, le abrazara así y quisiera acostarse con él.
Okei, ese pensamiento es más peligroso, rápido que pase algo que la distraiga.
Es que igual aprieta los ojos y solo puede pensar en la idea de... volver a intentarlo. Mierda. Maldito arcángel y sus poderes de seducción.