No me gustas

By flores261

8.4K 376 64

Nueva ciudad. Nueva escuela. Nuevos amigos. ¿Qué significa esto para Nia? Significa que tendrá que comenzar... More

Prólogo
Capítulo 2. Primeros problemas.
Capítulo 3. Inminente final.
Capítulo 4. Doble invitación.
Capítulo 5. Los Laurent.
Capítulo 6. Fiesta en San Francisco
Capítulo 7. Enfrentar consecuencias.
Capítulo 8. No me agradas.
Capítulo 9. El mismo odioso.
Capítulo 10. Ajedrez y fotografías.
Capítulo 11. Pelirroja fastidiosa.
Capítulo 12. Pensamientos ridículos.
Capítulo 13. Patos al agua.
Capítulo 14. Juego de niños.
Capítulo 15. Propuesta.
Capítulo 16. Ya te amo, pelirroja.
Capítulo 17. Convertirme en su amigo.
Capítulo 18. Una simple conversación.
Capítulo 19. Feliz cumpleaños.
Capítulo 20. Amor eterno.
Capítulo 21. Por ser arrogante.
Capítulo 22. La mejor historia de amor.
Capítulo 23. Una promesa.
Capítulo 24. Romántico y tímido chico de libro.
Capítulo 25. Solo somos amigos.
Capítulo 26. ¿Bailamos?
Capítulo 27. Bebé gigante.
Capítulo 28. Jay al rescate.
Capítulo 29. Helado de fresa y limón: parte 1
Capítulo 30. Helado de fresa y limón: parte 2
Capítulo 31. Ella se fue.
Capítulo 32. No seas tan cruel
Capítulo 33. Odio a Heathcliff.
Capítulo 34. Mal perdedor.
Capítulo 35. Fue culpa de Nia.
Capítulo 36. Quiero que sea feliz.
Capítulo 37. Ultimátum.
Capítulo 38. Un sueño (Final).
Epílogo

Capítulo 1. Chicos populares.

621 20 8
By flores261

Todo saldrá bien.

Ese es mi mantra.

Hoy comienzan mis clases en un nuevo instituto y estoy más nerviosa que en mi primera cita. No puedo creer que esté aquí. Este último mes se pasó volando y ni siquiera lo sentí con todo ese asunto de la mudanza. Finalmente llegó la hora y debo enfrentarme a mi nuevo destino.

Nueva ciudad. Nueva escuela. Nuevos amigos. Allá voy.

Me bajo del auto de mi padre una vez ha estacionado delante del instituto.

—Que tengas un buen día, hija. Te amo —enuncia él como despedida.

—Tú también, papá. Te amo.

Le lanzo un beso. Él me sonríe cálidamente y luego arranca hacia su nuevo trabajo. No soy la única aquí que debe enfrentarse a nuevas cosas. Bien, eso es suficiente apoyo para tener el valor de hacer esto.

Todo saldrá bien.

Vuelvo a repetir en mi cabeza. Camino hasta la entrada del edificio. Es bastante grande, muy moderno y en cuanto veo la cantidad de estudiantes, me siento algo intimidada. Mi antigua escuela era un poco más pequeña, algo vieja y había pocos estudiantes. Todo aquí luce más grande, imponente y aterrador. Hace unos días que conseguí mi horario. Vine con mi papá a ver las instalaciones para no perderme en mi primer día. Sé a dónde debo ir y eso para mí es suficiente. Sin embargo, aquel día en el que no me tocó enfrentarme a ello no estaba nerviosa. Hoy, creo que olvidé dónde quedan mis salones. Benditos nervios que no hacen nada más que provocarme ganas de hacer pis.

Camino por el pasillo entre la gran cantidad de estudiantes. Algunos me miran con curiosidad y otros me ignoran. Unos pocos me sonríen —cosa que, sin ellos saberlo, me hace sentir bienvenida—, y otros pocos me hacen un escaneo en segundos, haciéndome sentir un poco incómoda.

Joder, Nia. ¿Qué te sucede? Pareces un ratón asustado. Nunca tuviste miedo de nuevos retos. Siempre fuiste valiente, ¿qué rayos te sucede ahora?

—¡Hola! —grita alguien delante de mí, haciéndome dar un respingo y detener mi amonestación interna.

Una rubia con un traje de animadora me sonríe. Está a un metro de distancia y luce demasiado emocionada. Me pregunto si es un sentimiento verdadero, o simplemente lo hace porque es animadora y ese es su trabajo.

—Hola —respondo en un murmullo.

—¿Tú eres Nia? —cuestiona, acercándose más a mí.

Su actitud demasiado positiva me genera un poco de desconfianza. No puede haber en este mundo alguien tan feliz. Y mucho menos a las siete de la mañana.

—Eh... sí, soy yo —musito. Mi tono de voz hace parecer como si dudara de quién soy.

—Mucho gusto. Mi nombre es Maia Anderson. Soy la presidenta estudiantil y el director me informó de tu llegada. —Se presenta, estirando su mano hacia mí y sonriéndome ampliamente.

Bien, no es una loca que planea atraerme con su buena vibra para luego secuestrarme y vender mis órganos. «Dios santo, Nia, deja de ver tantas series», me reprimo.

—Mucho gusto, Maia —tomo su mano y le doy un suave apretón.

—¿Hay algo en lo que pueda ayudarte? ¿Necesitas ir a algún lado? —inquiere, haciéndose a mi lado para acompañarme.

—Eh... no, gracias. Sé a dónde ir.

Su sonrisa parece tambalear al descubrir que no ocupo de sus servicios, sin embargo se recupera pronto.

—Oh, bueno, no importa. Igual te acompañaré —dice, encogiéndose de hombros. Frunzo el ceño ligeramente—. Claro, si no te molesta.

—No, para nada —me apresuro a decir. Recién llego y ya quiero hacerme una enemiga. Pero qué bonito de mi parte.

Maia sonríe y comienza a hablarme sobre el instituto. Más que hablarme sobre las instalaciones, me cuenta la historia y algunas tradiciones que tienen. Siendo sincera, apenas presté atención al pasado de la institución. Solo sé que su actual director es descendiente de la familia fundadora del lugar. En cuanto a sus tradiciones, suelen vestir de azul el día antes de un partido en apoyo al equipo. Fue lo único que me dijo. Y la comprendo. Total, ella es animadora.

Maia parece una chica muy simpática. No es chillona como las animadoras de mi antigua escuela. Es la presidenta estudiantil, es parte del periódico escolar y, sorprendentemente, no tiene amigas. Según ella, las antiguas amigas que ha tenido la han traicionado, por lo que ahora se ha limitado a simplemente mantener una relación de compañerismo con todos a su alrededor. Eso es algo poco común considerando que es una chica muy popular.

Físicamente, Maia es unos cuantos centímetros más bajita que yo. Es muy delgadita, y no porque su trabajo como animadora se lo pida, sino porque son sus genes y nunca en la vida ha engordado —palabras de ella, no mías—. Su cabello rubio es muy cortito, le llega hasta los hombros y es completamente liso. Sus ojos marrones son pequeños, al igual que su nariz y su boca. Es muy inteligente y amigable. La haría mi amiga, si ella se permitiera tener amigas. Supongo que seguimos en la búsqueda.

Llegamos al salón de biología; que es la primera clase que me toca. Ambas nos detenemos junto a la puerta y ella se planta delante de mí para despedirse.

—Bien, hasta aquí llego yo —enuncia, sin dejar de sonreír. Dios santo, ¿no le duelen las mejillas?

—Muchas gracias por haberme acompañado —digo, siendo lo más honesta. Porque la verdad sí me la pasé bien con ella.

—Oh, fue todo un placer.

Asiento en concordancia.

—Nos vemos luego.

—Claro. Si necesitas algo, solo dime.

—Lo tendré en mente.

—Hasta luego, Nia.

—Hasta luego, Maia.

Entro al salón y pronto ubico un lugar vacío. Hay una mochila en el asiento de al lado. Dejo mi mochila en el suelo, a mis pies para que nadie tropiece, pero antes saco mi cuaderno y lápices. Comienzo a escribir la fecha cuando siento que algo golpea mi cabeza para luego caer sobre mi cuaderno. Es una bola de papel. La tomo entre mis dedos y alzo la vista para averiguar quién la ha lanzado.

—¡Anderson! —gritan del otro extremo del salón.

Mis ojos viajan hasta el punto para ver a un chico de tez morena apuntando hacia mí. Frunzo el ceño. ¿Qué clase de broma es esta? En ese momento alguien toca mi hombro, me giro para encontrar a un chico sentado en el banco de al lado, donde antes estaba una mochila. Su cabello rubio cae desordenado sobre su frente, sus ojos café miran directo hacia los míos y me brinda una sonrisa ladeada.

—Creo que eso es mío —musita, apuntando hacia el papel que tengo en mi mano.

Oh, por supuesto. De inmediato le devuelvo la bola de papel. Ahora comprendo por qué ese chico me apuntaba a mí sin ningún disimulo. No se trataba de una broma. Qué tonta.

—Disculpa a mi amigo —murmura, desenvolviendo el papel y leyendo su contenido.

—No te preocupes —contesto con una sonrisa, aunque sé que no me está viendo.

Vuelvo mi atención al libro sobre la mesa. De reojo logro captar cómo levanta su brazo y lanza de regreso la bola de papel.

—¿Cómo te llamas? No te había visto antes por aquí, ¿eres nueva?

—Soy Nia Hughes, y sí, soy nueva.

—Mucho gusto, Nia. Mi nombre es Jacob Anderson. —Él estira su mano en mi dirección, yo la tomo y siento cómo me proporciona un fuerte apretón—. Bienvenida a Mountain Range.

Jacob sonríe ampliamente, mostrándome una bien formada hilera de perlas blancas. ¿Será que su mirada me es familiar por algún anuncio de Colgate? Le sonrío de vuelta y suelto su mano. Vuelvo la vista a mi cuaderno y termino de escribir la fecha.

Un momento... Anderson... ese apellido, ¿dónde lo he escuchado antes? Anderson... Anderson... ¡Anderson! Maia Anderson. Por supuesto.

—¿Tú eres hermano de Maia Anderson? —pregunto, luciendo más entusiasmada de lo que debería.

Jacob despega la mirada del papel que tiene en manos y la fija en la mía.

—Sí, soy yo. ¿Por qué? ¿Se metió en problemas? —cuestiona, frunciendo el ceño y luciendo más molesto que preocupado.

Pronto me pongo más nerviosa. ¿Por qué lo hago?

—No, no. Nada de eso —me apresuro a decir—. Es solo que me la encontré al llegar, fue muy amable conmigo y me acompañó al salón.

Noto cómo las facciones de Jacob se relajan, al igual que los músculos de su cuerpo. Ese gesto me hace preguntarme cómo es la relación de ellos dos. Luce como si Maia le provocara muchos dolores de cabeza. Cosa que no puedo creerme ya que ella mostró ser una chica responsable y madura.

—Sí, ella es muy amable. No por nada es presidenta estudiantil —murmura. Soy capaz de notar cómo el orgullo se filtra por su voz. Dios, eso fue muy tierno.

—Pude notarlo —me limito a decir. No quiero hacer más comentarios sobre la actitud de Maia. La primera impresión y la reacción de su hermano me han dejado un poco confundida.

—Oye, ya que eres nueva y una potencial amiga para mi hermana, ¿qué te parece almorzar con nosotros?

No puedo creer que en mi primer día ya haya conseguido compañeros para el almuerzo. Creí que me tocaría sentarme sola durante toda la semana. Bien, creo que mi mantra está comenzando a hacer efecto. Al parecer, hoy tengo al universo de mi lado.

—Por supuesto —respondo, intentando sonar lo más relajada posible y no como una desesperada por tener amigos—. Me encantaría.

Jacob me da una sonrisa en respuesta. En ese instante el profesor entra al salón e inicia la clase. No puedo estar más feliz. Para mi suerte, los temas concuerdan con los que llevaba en mi antigua escuela. Al parecer vamos sincronizados y eso me facilita las cosas.

[...]

La hora del almuerzo llega. Espero en la entrada de la cafetería como Jacob me dijo. La primera persona que reconozco es a Maia. Viene rodeada de otras animadoras que ríen por algún chiste, supongo. Sus ojos marrones se fijan en mí y una sonrisa amable se abre paso en sus labios.

—Hola, qué gusto verte de nuevo —dice ella una vez ha llegado hasta mí.

—Hola. Tu hermano me invitó a almorzar con ustedes —informo. Ella alza sus cejas en comprensión, por un momento me siento una intrusa, por lo que añado—: Claro, si no es una molestia.

—Oh, no. Por supuesto que no lo es, Nia —contesta instantáneamente.

Antes de que pueda decir algo más, su hermano aparece —rodeado de un montón de chicos—, y se acerca a nosotras. Entramos a la cafetería y lo primero que noto es que hay demasiado ruido. Camino junto a Maia hasta el bufet donde está la comida, tomo una bandeja y comienzo a servirme. Pago lo mío y espero a que los chicos terminen de pagar. Mientras caminamos hacia su mesa, observo cómo varias personas los saludan al pasar. Vaya, creo que los hermanos Anderson son muy populares aquí.

Llegamos hasta su mesa. Hay unas cuantas animadoras y algunos que parecen ser del equipo de la escuela.

—Oye, Anderson, ¿quién es tu nueva amiga? —pregunta una voz masculina un poco ronca. Busco con la mirada al dueño de dicha voz. Es el mismo chico que me lanzó la bola de papel por equivocación. Sus ojos azules están clavados en mí. No puedo evitar notar que es un chico muy apuesto. Me da una gran sonrisa que muestra sus blancos dientes.

Yo le respondo con otra sintiéndome un poco cohibida.

—Su nombre es Nia Hughes. Es nueva, así que te agradecería que no la asustes —advierte Jacob, en un tono que en lugar de asustar, más bien provoca un poco de risa.

—Bienvenida, Nia. Soy Marco Patterson. —Se presenta el chico de ojos azules y voz rasposa—. Si necesitas algo, no dudes en buscarme.

Marco me guiña un ojo, acompañado de una sonrisa coqueta.

—Gracias —murmuro, sintiéndome incapaz de decir algo más, o por lo menos seguirle el juego para lograr acoplarme.

—De haber sabido que vendría alguien nuevo, hubiéramos pedido a un jugador para reemplazar a Allan —habla un chico rubio a un extremo de la mesa.

—Nia no viene de intercambio, Austin, y Allan tampoco se fue por eso —menciona Jacob, viendo al chico.

Él se encoge de hombros y continúa comiendo su sándwich. Me giro hacia Maia, y curiosa, le pregunto:

—¿Quién es Allan?

—Nuestro amigo. Hace unas semanas se mudó a Canadá por el trabajo de su madre —explica, y luego añade—: Era el running back del equipo y aún no han encontrado un reemplazo.

Asiento, en comprensión. Me vuelvo a girar para seguir con mi almuerzo, mientras escucho las conversaciones y hago pequeños comentarios para acoplarme al grupo.

Continue Reading

You'll Also Like

817K 29.3K 53
[BORRADOR] Chicas y chicos populares, los dos líderes de cada grupo viven la vida a su manera. Él es el típico badboy, mujeriego, problemático, hijo...
21.2K 872 32
¿QUE SE SENTIRÍA AL SABER QUE ERES ADOPTADA POR UNA FAMILIA QUE NO TE TRATA BIEN Y QUE ADEMAS TE OCULTAN DE TENER UN HERMANO? ¿QUE SE SENTIRÍA QUE AD...
1.2K 124 19
*Triángulo amoroso entre Laia y sus nuevos hermanastros*. Cuando el padre de Laia se vuelve a casar, su vida cambia drásticamente. Instituto nuevo, c...
3.8K 220 20
tn es una vampiro original a estado oculta durante mucho tiempo pero ya no más, desde pequeña notaba una magia la princesa escarlata de los volturi ...