Sin City

By AceiteyAgua

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-Lo sé, ¡¡Por el amor de Dios!! Pero no podemos hacer tonterías -protesta Aziraphale, preocupado. -Tampoco no... More

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By AceiteyAgua

Es una nota en papel blanco de alto gramaje escrita en letras doradas con caligrafía cuidada que bien podría ser una invitación a una boda real, salvo porque el texto no habla de ningún código de vestimenta o da la dirección de un restaurante, si no que se lee:

Misión: Matar al demonio Crowley.

No está firmada.

Bien, al menos valió la pena preparar el té, que sale DESPEDIDO de manera hermosa por los aires como si de uno de los aspersores de Crowley se tratará.

MATARLE! MA TAR LE! Es que no cabe del maldito asombro. Son... son... SON! Es inefable lo que está pensando sobre ellos.

Si hace falta vendrán a instalarte un grifo de agua bendita.

¡No! ¡No quiere... no! ¿¡Pero qué clase de... MONSTRUOS son?!

Estás teniendo esta conversación del modo equivocado.

¿¡Cual es el modo correcto?!

Pues con tu estúpido marido. Por cierto, no puedo creer que hayas subido al cielo con el anillo en el dedo. Tremendo.

Estaría hablando con Crowley si no... ¡Si no estuviera a saber Dios dónde!

Crowley acelera de nuevo por la calle, enfadado porque esto va a ser un desastre y si el bloody ángel lo puto escuchara alguna vez no tendría ahora que estar haciendo planes para beberse toda una colección de una bodega de quién sabe cuánto de antigua malditamente SOLO.

No ha sido su culpa... ¿qué es lo que... no ha escuchado?

El coche y la ropa se vuelven negros otra vez con un chasquido de dedos, también las gafas dejan de ser de corazones mientras sigue conduciendo como ja-ja alma que lleva el diablo. De hecho vuelve a llevar manga larga por que el puto clima de Londres.

No ha tardado ni un minuto de blanco. Qué poco aguante.

—Dispíditi mijir di mi —le imita en falsete para sí mismo, enfadado además porque querría haberle dado un beso. Sí, otra vez. Pero tenía miedo de que eso vaticinara una despedida definitiva, así que lo había vuelto a mandar a la muerte con un "fuck you." Bloody hell, la eternidad iba a ser horrible con ese maldito sentimiento de culpa.

Ya, ya... Es una despedida un poco dura. Sí

Para el coche literalmente delante de la barra del primer bar que encuentra, haciéndolo atravesar las puertas de madera y cristal de un modo extremadamente dramático y luego lo repara todo con un chasquido de dedos para que nadie se cuestione como ha conseguido mantener entero un coche desde el veintiséis cuando hace esas entradas a los sitios.

Amas el drama, Crowley.

Será mejor que empiece con la ginebra antes de que se dé cuenta de lo que está haciendo.

Y pasa una cantidad de tiempo indefinida, la verdad, antes de que... Hastur aparezca en alguna tele de por ahí que estuviera pasando el fútbol.

—¿Qué haces, Crowley?

Crowley, que estaba ya sentado a la barra amorrado a otra botella de algo porque... dafuq con los personajes británicos y sus incipientes problemas de bebida. Todos con ese problema. Hasta el ángel. Deben ser las islas...

What the fuck are you doing, Crowley? —es más aproximado a la pregunta correcta.

—Bebo en un bar. Soy un adulto y bebo en un bar, Hastur. ¿A ti qué coño te parece que hago? —protesta Crowley porque además está haciendo esto en un lugar público con más gente mirando la televisión atónita.

—Tienes que bajar URGENTEMENTE. Belcebú quiere... —risita—. Pedirte algo.

Crowley vacila, se nota que está deteniéndose a sí mismo de responderle "Belcebú puede ir besándome el..." con el corazón acelerado. Congraciarte con ellos otra vez, Crowley.

—Parece ser que o haces algo que no te va a gustar o... bueno. Ya te lo dirán. Anda, apura.

—¿O qué? —pregunta un poco desafiante porque... ¿qué le van a amenazar de nuevo con el agua bendita? Aprieta los ojos. "Congraciarte, Crowley" se repite a sí mismo.

—O bajas o no volverás arriba nunca.

Ugh. Tocado y hundido. Aprieta los ojos.

—Vale, vale, vale... Dile que vaya matando el cordero para el regreso del hijo pródigo —cualquier día te van a condenar peor y será por tus CHISTES ESTÚPIDOS.

—Ya no eres ningún hijo pródigo... eres un fraude.

Yes... yes... whatever —se vuelve a su botella fingiéndose tranquilo. Hastur se vuelve a reír antes de desaparecer de la pantalla

Y alguien comenta que las entrevistas a los jugadores de futbol cada vez son más raras y los jugadores cada vez más excéntricos.

Extranjeros, seguro. Posiblemente franceses.

Crowley sigue mamando de su botella que por lo visto es cerveza y no me lo había dicho hasta ahora mientras piensa que ahora tiene que bajar él al infierno y lo van a matar a él. Bloody hell. Debieron cambiarse. ¡Como lo descorporen va a ir y lo va a poseer a él! ¡Aunque exploten!

Maldita sea. Todo por no querer esperarse veinte minutos. Y además se ha quedado sin escena dramática.

Y sin beso.

¡ADEMÁS!

Eso ha sido tu culpa, te has despedido con un fuck you.

Ugh. Si solo se hubieran cambiado. O sea, a saber los gilipollas del cielo, pero en el infierno eran puto capaces de ser tan densos de estar preparándole el bloody baño una y otra vez hasta matarlo de limpieza si hacía falta.

Aunque habían implicado que volverías... Insinuado.

Sí, bueno. ¿Y quién se fía del bloody infierno? Es el BLOODY INFIERNO. Bloody Hell!

Ya... ya. Sí lo es.

Se lleva su botella de cerveza hasta el coche y se sienta, en mitad del berrinche. Pues no iba a ir.

Van a ir por ti, darling.

Shut up, angel. Esto es tú culpa. Pero por otro lado, mejor, porque ahora seguro mandaban a uno de esos... a Hastur quizás a ocupar su lugar y entonces, si acaso Aziraphale seguía con vida, iba a saber lo que era un infierno de verdad.

¿Y por qué querrías que el supiera lo que es el infierno?

Por idiota, por haberse ido ahí solo y sin cambiarse, por dejarlo a él ahora solo, por joderle la escena dramática y POR NO DARLE UN BESO.

Te ha dado uno en la mejilla

¡No me jodas, ángel, que voy camino del paredón!

¡Tú ni siquiera te bajaste del coche!

¡Tú no quisiste cambiarte!

Intentaba protegerte.

¡Esto pesará sobre tu consciencia!

—Crowley —le interrumpen en el radio.

What the hell?

—Estamos esperando.

—Estoy parado en el tráfico —protesta poniendo los ojos en blanco.

—Evítalo.

Crowley fulmina la radio, apagándola, irritado. Y le da una palmada al volante... y luego un golpe con el puño cerrado al cambio de marchas. Y luego patalea y grita un poco porque LOS ODIA.

Respira intentando tomar aire y se calma un poco. Enciende el coche y se dirige hacia ahí, renuente.

Aziraphale te quiere (O eso me ha dicho que no te dijera).

Ya lo sabe. Eso no quita que sea un IDIOTA. Ugh. Vale, aparca el coche y va a las puñeteras escaleras de bajada repitiéndose a sí mismo que tiene que calmarse.

Sí, sí tienes que calmarte, querido.

Además, puede que no lo maten, pero ahí abajo son los especialistas en tormentos eternos.

Este parece que no será eterno.

Llega abajo, se pasa una mano por el pelo y se le engancha un poco en la alianza que lleva, recordándole que la lleva. La mira y cuando va a chasquear los dedos para hacerla desaparecer... se detiene y solo se la quita, guardándola con la ficha de Aziraphale.

Mucho más razonable esto... ahora resulta.

Shut up.

Pues más bien era una crítica al inútil de Aziraphale. Lo que pasa no es que Crowley sea más astuto, es que es un fashion victim.

Fashion? Really?

Eh... bueno, ¿van a ir por él o no? ¡Ya está ahí! Ahem.

Ya, ya... creo que alguien va a ir por él y a arrastrarle hasta Belcebú.

—Oh, la sala del trono... cuanto protocolo... Lo agradezco, chicos, pero no creo que merezca yo tanto... —empieza, por que sieeempre le pierde la boca.

—¡Cállate y escucha!

Crowley levanta las manos en gesto de inocencia y luego como si cerrara una cremallera en los labios.

—Hemos decidido... que hay una cosa más que debes hacer en la tierra —sonríe de lado, malignamente, que raro.

—Ah... qué... bien. ¿Otro bebé que entregar? ¿Quizás un... Contrincante. Destructor de presidentes. Encargado a medio tiempo del pozo sin fondo. Marqués de Este Mundo, tío de las Mentiras, vecino de Satán y amigo no-muy-cercano de las Tinieblas esta vez? —propone haciéndose el graciosillo. De verdad que no sé cómo no te matan.

Shut-up. NO! Evidentemente en eso eres un completo desastre y ya has demostrado que no hay manera alguna de que se te vuelva a encargar una actividad así.

Crowley se humedece los labios, nervioso.

—Sin embargo, sí hay una cosa que puedes hacer para demostrar que quizás, sólo quizás... no eres la peor vergüenza de nuestro gremio.

—Bueno... ese puesto siempre está muy solicitado... —susurra.

SILENCE!

Vuelve a levantar las manos y a cerrar los labios.

—Tienes que matar...

Crowley abre la boca y luego arruga la nariz con fastidio porque desde luego que esa no es su maldad favorita, echándose hacia atrás un poco y deseando que no sea a un niño, sin atreverse a protestar de todos modos. Ni a una niña, vamos, que viene siendo lo mismo. Ni a... varios, ya que estamos puestos en ello.

—Nuestra paciencia se agota... si es que alguna vez tuvimos alguna. Denle el comunicado.

Ahí se le acerca uno de esos demonios cualquiera con escamas en la cara y un peinado peculiar a base de algún reptil aleatorio con un pliegue infinito de hojas perforadas de máquina de escribir de mala calidad.

Crowley parpadea un poco y levanta las cejas de la manera más sutil que puede porque esa parece una lista larga.

—Y espera a ver a quien tienes que matar —murmura Hastur por ahí detrás que parece le han contado el chisme.

Crowley le mira de reojo tomando el informe burocrático y echándole un vistazo por encima al texto escrito en comic sans.

—Ehm... —de las cinco palabras que llega a ver, está seguro que tres no se escriben así y al menos dos de ellas no significan lo que parece que el escritor piensa que significan—. ¿Podría solicitar un... resumen extraoficial? Digamos para... ahorrar tiempo.

Es que Hastur no puede contenerse...

—¡Tienes que matarle a él! —se ríe idiotamente y a gritos. Crowley le mira de reojo con eso.

—¿Qué? —no pueden querer que mate... no, habrían dicho ella. O sea, no le pueden pedir que mate a Dios... (y tú no puedes ser más idiota, querido).

—Bueno, consideramos que LA traición puede... ser un poco menos irritante sí... limpias los restos —explica Belcebú, sonriendo un poco.

—Los... restos —vuelve a hojear el laaaaaargo informe.

—Los asquerosos restos de tu traición.

—Bien... bien. Ya tengo lectura para hoy antes de dormir —sonríe falsamente—. Ehm... y ahora, chicos, si no os importa...

Belcebú hace un gesto con la cabeza frunciendo un poco el ceño pero Hastur está indignado, abriendo la boca. Es decir, no era esa ni de cerca la reacción que esperaba porque su estupidez le protege.

Claramente Hastur no ha entendido que él no ha entendido... Todos tan listos.

Crowley hace un gesto con los dedos saludando para irse.

—Crowley... —le detiene Belcebú. El nombrado se detiene, ahora que ya estaba de espaldas, aun con el brazo en alto y a mitad de movimiento de cadera—. Esperamos esto rápido. Nada de seis mil años pensándote cómo.

Crowley se gira solo como un cuarto de vuelta, hace un gesto de asentimiento y vuelve a empezar a andar alejándose.

Bueno, pues eres libre por ahora, ve corriendo a buscar a tu marido, anda.

De momento se va corriendo a buscar el amor de su vida. El coche. Luego ya veremos sobre relaciones más complicadas.

Claro, claro.

Ahí, donde ya se siente más seguro es que empieza a intentar descifrar el horrible texto infinito. No es muy difícil, busca el nombre que no debería estar ahí y tendrás tu respuesta.

Debe estar hasta mal escrito: Azeerapheal.

De hecho está varias veces y cada una de ellas está diferente a las otras.

Aunque eso se presta a malas interpretaciones, listando todas las causas...por las que debe matarlo, en el blablabla infinito. ¡Igualmente no vemos que le esté dando un infarto como es debido!

Crowley palidece cuando identifica el nombre, si es que acaso los demonios pueden hacer eso y se lleva la mano sobre los ojos apoyándose en el volante del coche en postura dramática unos instantes. Luego mueve la mano y se cubre la boca con ella volviendo a leerlo, solo para asegurarse. Casi prefería matar a Dios.

Ya... ya. Ya. . ya.

Los muy... los cabrones. Como no habían podido ellos... debían haberse enterado ya del truquito. O tal vez no, si no solo del paralelismo. Debían haber pensado que si Crowley sabía cómo evitar la muerte por agua bendita, sabría también cómo podría no evitarla y ya que en el cielo querían quitarse de en medio al ángel... pues porque no llegar a un trato.

Sinceramente... es una brillante idea. Pero ya te lo dirá Aziraphale.

¿Le habrían pedido a Aziraphale lo contrario? Estaba casi seguro. Demonios, ¿¡pero cómo iba a matarlo!? Y encima le habían dicho que no se pasara seis mil años más para hacerlo...

Busca el teléfono porque tiene que tener esta conversación con ÉL. EN PERSONA. Pero se detiene a si mismo con el nombre brillando en la pantalla antes de darle al botón de llamar...

No podían verle con él así nada más darle esta noticia, seguro SEGURO sospecharían algo. Además... qué pasaba si le habían pedido a Aziraphale que le matara a él y... ¿lo intentaba?

No seas imbécil.

Luego el ángel tenía una fidelidad y a veces confianza en el plan inefable un poco ciega.

Es cierto que todo el asunto del fin del mundo le había hecho cambiar mucho esa perspectiva, más de lo que Crowley había logrado nunca hacérsela cambiar, pero... el ángel solo tenía que recitar unas palabras y bam! Agua bendita, suelo consagrado y todas esas otras mierdas.

Pues mientras está en esas disertaciones es que Aziraphale vuelve a llamarle.

Pega un grito y lanza el teléfono al asiento porque está muy tenso. ¡A lo mejor hasta podría hacerlo por teléfono! Bentleycito de mi vida, tu eres niño como yo, por eso te quiero tanto y te doy mi corazón y a la mierda correr por el centro de Londres, a la mierda Queen, a la mierda aparcar a la puerta de los sitios y a la mierda las entradas dramáticas derrapando.

¿¡Desde cuándo Aziraphale quiere matarte!?

Pues ahora se lo han pedido, ¡quién sabe! Salta otra vez el contestador.

—Hola, soy Anthony Crowley. Eeh... ahora...

—Crowley! Ya sé que eres tú, ¿dónde estás?

—...no estoy en casa probablemente, o estoy durmiendo, o trabajando o lo que sea, pero...

El demonio se humedece los labios un poco asustado, sinceramente, pero estira la mano al teléfono dándole a descolgar.

—No, como... ¡no me vuelvas a decir eso! —y es que suena histérico y desesperado—. ¿Dónde estás? ¡Tengo que decirte algo!

—Ehm... Hello, Aziraphale...

Hello! Crowley! —es que casi llora solo de oírle—. ¿Dónde estás? Necesito hablar contigo... ha pasado algo, algo gordo y horrible y...

—L-Lo... ehm... sé.

—¿Lo sabes? ¿Cómo lo...? ¡No! ¿Te han pedido a ti también?

—Pues estaba yo... en el infierno.

Goodness... te... te han...

—Llamado, yes.

—Necesitamos vernos, Crowley.

—Probablemente no haya peor momento que este...

—¿A... a qué te refieres? —pregunta un poco descolocado con esto.

—No sé si van a estar vigilando lo que hacemos...

—¿Y qué... sugieres?

—¡No lo sé!

—¿Y qué? ¿No vas a volver a verme nunca?

—No, pero... —aprieta los ojos—. ¡Es que no podemos simplemente ir al lugar de encuentro número dos y fingir que ha sido un accidente encontrarnos!

—Pues hay que... inventar un nuevo lugar. Me da lo mismo. Aunque sea en tu casa, voy a ir ahora. ¿Dónde estás?

—¡Y van a saber... que hemos hablado!

—¿Y qué sugieres?

—¿Esperar unos... días?

Aziraphale frunce un poco el ceño sin esperarse esa respuesta. Crowley se quita las gafas y se pellizca el puente de la nariz porque no está seguro que eso funcione.

—¿Qué propones tú?

—NECESITO verte. Y hablar. Pero si quieres dejar pasar unos días y no hablarme mientras, pues... vale —tan ofendido.

Angeeeel, ¡esto no es de lo que yo quiera!

—Pues tengo que explicarte cosas y aunque sea muy lógico lo que me dices, no puedo solo... ¡esperar!

—Ya lo sé... YA LO SÉ —aprieta los ojos.

—Pues voy a ir a verte. ¿Dónde estás?

—No, ¡no! Espera, espera, pensemos esto con calma.

—Es que... lo que me acaban de pedir, no lo... no... Que quizás... ¡me dé lo mismo que me vean!

Crowley parpadea ahora, porque quizás le han pedido una cosa distinta a él.

—¿Qué te han pedido?

—Necesito verte en persona, Crowley. No te voy a decir esto al teléfono.

El demonio se gira de un lado otro dentro del coche y da golpes al volante.

—Vale... vale. Voy a hacer algo. Va a tardar un poco, pero voy a ir, ¿de acuerdo? Ten paciencia.

—¿Qué vas a hacer? ¿¡A dónde vas a ir y cuanto es tardar un poco?!

—A la librería, ¿no estás ahí?

—¿Qué vas a hacer que va a tardar un poco? ¿Y cuánto es tardar un poco? —es que está HIS TE RI CO.

—Tú ten paciencia —se muerde el labio porque es que no lo sabe.

—Espera. Crowley... debería ir yo.

—¿Tú?

—No... Suelo ser yo quien aparece en tu casa. Es menos obvio.

—Van a seguirte a ti también. Y es que si voy... si voy sabrán que he ido.

—¿Pero es que cuanto tiempo es esperar? ¿Cuánto tiempo es esperar mucho hasta el punto en que deje de importarles? Lo que me han pedido... lo mínimo que puedo hacer es ir a decírtelo en la cara.

—Es que... podrías ir a Trafalgare Square. Siempre hay gente ahí. Hablar con personas... y aun así sabrían que estás hablando más con alguien de lo que... vale. Angel. Tengo una idea. Ve a visitar a alguien. Alguien con quien te lleves bien y que parezca natural que irías a ver después de algo así.

—Es EVIDENTE... Ugh. Vale.

—¿Qué es evidente?

—Voy a ir al barbero —refunfuña.

—Al... —vacila un poco incrédulo de la elección pero ahora no es momento de estar juzgando—. Vale.

—Y de TODAS las veces que has insistido, no puedo creer que ESTA sea la vez que elijas para REALMENTE ser tan puntilloso.

Crowley parpadea sin entender eso.

—¿¡Desde cuando tengo que ser YO el que insiste en vernos!? —sigue.

—¡Solo ve al bloody barbero! —protesta.

A Aziraphale le gustaría decirle, como le ha dicho a él un rato antes, un "fuck you!" a gritos histéricos.

—Linda tarde... —murmura antes de colgar.

Crowley echa la cabeza atrás en el asiento del coche y aprieta los ojos tirando el teléfono al otro asiento.

Y que sepas que... si estabas nervioso por la cita del otro día (no sé si lo estabas, en realidad). La expectativa de este evento es TERRIBLEMENTE elevada. Espera que... sea bastante épica.

Eeeeh... Vale. No sé si se va a decepcionar.

Quizás. Pero no importa. Se va todo enfadado con el barbero, pensando que este está siendo un día de perros y hace MUCHO tiempo que no pasaba tantas horas enfadado.

Crowley conduce hasta su casa, aparca. Sube a su piso. Cierra la puerta con cuidado y especial dedicación. Ignora a las plantas y se tumba en la cama con un cartel que dice "I ATEN'T DEAD"

(El cartel en castellano dice "NO ESTOI MUERTO")

Es que no se puede creer que vaya a dormirse. Pues ahí se va Aziraphale al bloody barbero a qué le rasure.

Me encanta lo absurdo de todo esto. "Mata a tu marido" ah, sí... pero primero me echaré una cabezadita. ¿Sabes? Yo creo que debería cortarme las puntas, hace días que lo digo y al final nunca lo hago.

El ángel sigue en su camino pensando además, precisamente, que pedirle matar a alguien está PERFECTAMENTE MAL. Claro. A cortarse el maldito pelo, dado que no tengo nada mejor que hacer.

El barbero de Aziraphale, Mr... Todd, levanta las cejas al verle en la barbería a estas horas y en este día, porque suele ser bastante constante en sus visitas y suelen ser siempre el mismo día y la misma hora.

Aziraphale le sonríe afablemente y creo que hasta le saluda de doble beso porque... así le hacen en Francia. Y Todd creo que no lo sabe.

parpadea efectivamente tomado por sorpresa.

—Quiero... cambiar de look completamente.

—¿Se encuentra usted bien, Mr. Fell?

—¡Por supuesto! ¡POR SUPUESTO! El mejor día del milenio —eso podría sonar menos sarcástico.

—Ehm... maravilloso. Justo ahora no hay nadie, si quiere pasar...

—Desde luego que quiero pasar. Nada mejor que pasar —sigue sonando EXCESIVAMENTE animoso.

—Claro, claro —ahí se va el barbero a por una bata para él.

—No sabía que en las mañanas esto estuviera tan tranquilo —se sienta.

—Es horario comercial y la gente suele estar trabajando.

—Eso hace perfecto sentido —le sonríe aun forzadamente.

—Entonces... ¿qué va a ser hoy?—pregunta poniéndole el babero.

—Corte, peinado, rasurado. Si puede de una vez pasarse un poco la mano y cortarme aquí... —se señala el cuello

Mr. Todd vacila un poco porque normalmente Mr. Fell es solo un poco amanerado y pedante, pero no suele pedir cosas sin sentido.

Es una broma que no tiene gracia. Suspira.

De todos modos se va a atrás a por su navaja y a preparar la espuma. Aziraphale se mira al espejo... y se humedece un poco los labios pensando que se ve FATAL. Tiene los ojos rojos e hinchados, lo que hace que se vea triste y malhumorado. Bueno, y también estaba triste y malhumorado

Al cabo de unos minutos, el barbero vuelve con aire agitado y suspira de alivio al verle.

—¿Qué pasa?

Le abraza casi sentándosele encima y Aziraphale... levanta las cejas. Y del mismo modo en que lo ha hecho se separa. Aziraphale parpadea porque...

—Por todos los infiernos, angel, esto es un DESASTRE —asegura Mr. Todd dramáticamente.

Aziraphale sonríe con eso y le salta encima, abrazándole ahora él. Lo sentimos, no hay tiempo para ser tsundere. Le deja hacerlo, durante unos instantes.

—¿C-Cómo.... Cómo? —es que no te besa porque no eres SU Crowley, pero... sí que le acaricia un poco el cuello y la espalda.

—Suelta, suelta que va a ser sospechoso —protesta aunque no quiere que le suelte.

—¿Qué van a saber ellos? —susurra solo por un momento—. ¿Y tu cuerpo? Tienes... si tienes, ¿verdad?

—Está en mi casa. En mi cama. Esto es una posesión demoníaca.

—Estoy seguro de que esta no debería parecerme una idea todo lo buena que me parece —le aprieta un poco más contra él.

—¡Pues haber propuesto tú alguna! —protesta el barbero.

—¡Te estoy diciendo que la idea es buena! —renuentemente se le separa.

—De todos modos no tenemos mucho tiempo, no sé cuánto voy a aguantar.

Aziraphale asiente un poquito... y quiere decirle tantas, TANTAS cosas a la vez.

—No voy a hacerlo... y eso implica, Crowley, que... —empieza sin explicarle lo que dice la carta y... sin mirarle—. Va además, contra TODAS las reglas

—¿Qué te han pedido? —le mira con aire preocupado.

—No voy a hacerlo —insiste y aprieta los ojos—. Pero me han pedido matarte.

Bloody hell! —Mr. Todd se lleva el punto a la boca mordiéndolo con un gruñido de protesta.

—Y yo considero que... va contra todas las reglas celestiales. Así que... por ello no voy a hacerlo —solo por ello. NADA Que tenga que ver con que eres mi mejor amigo, mi marido, parte de mí y te amo profundamente. No.

—Deben haber llegado a un bloody acuerdo. Es que no tiene otra. O deben pensar que si ambos hemos trascendido nuestra naturaleza, debemos ser los únicos que saben cómo matar al otro.

Aziraphale suspira.

—¿Te han pedido a ti lo mismo? —pregunta con temor, porque ya había supuesto que algo así podía haber pasado.

—Sí, que me suicide... ¡No! Claro que me han EXIGIDO que te mate —protesta porque él también está histérico e irritable.

—Esto... es brillante.

—Esto no es brillante, ¡estamos jodidos! ¡Y ni siquiera podemos hablar porque van a saber que no estamos trabajando en ello sino aliándonos!

—O buscando como matarnos. Esta... esta idea es mucho mejor que el promedio de ideas que tienen ellos. Es... poética. Y ellos están haciendo EXACTAMENTE lo mismo que estamos haciendo nosotros.

—Ugh, ¡no puedo creer que estés dejando influenciarte por la supuesta puta poesía justo ahora!

—No me estoy dejando influenciar, solo... es una idea horrenda. Y buena.

El barbero empieza a dar vueltas por la barbería, va a acabar con una luxación de algo.

—Necesitamos un lugar en el que hablar, Crowley. Más tiempo que solo cinco minutos. Así que está muy bien la posesión demoniaca pero... dime ¿dónde no van a seguirte a ti? ¿En una iglesia?

—Pues... no, claro. Pero...

—O dime un sitio en donde no entren los... seres celestiales como yo. Lo siento, pero debe haber un lugar... al que no vayan ni los tuyos ni los míos.

—No lo sé. No lo sé...

—Malditos ateos que no construyen templos... Veamos... ruinas, iglesias, centros budistas, gimnasios... farmacias. Tú debes saber algún sitio al que no vaya nadie, NUNCA. Un lugar al que nunca irías. Un... show de magia.

Mr. Todd le mira inclinando un poco la cabeza, porque acaba de estar en uno hace dos horas.

—Tiene que haber un sitio... algo que...¡ unos baños públicos!

—Esto no va de a dónde no van, si no a dónde no nos van a seguir ¿Por qué no iban a seguirnos en unos baños públicos? Esto vuelve a ser como el bloody siglo XIV.

—¿Qué parte exactamente?

—Todo.

—Ni siquiera en el siglo XVI nos pidieron ESTO, Crowley.

—Solo faltaría, entonces sí lo hubieras hecho. Pero me refiero a... la paranoia, la clandestinidad... Ni siquiera teníamos aun el acuerdo.

Aziraphale hace los ojos en blanco porque no, claro que no lo hubiera hecho. Pero es bueno que crea que sí.

—Desde luego que lo hubiera hecho. Y de hecho debería de poder hacerlo ahora.

Ojos en blanco del barbero.

—Esto NO debería de ser un problema real, debería ser fácil. Somos... un ángel y un demonio.

Se deja caer en la butaca de su lado haaaaarto de este discurso.

Lo siento, solo... es que está asustado y aunque siempre ha tenido que hacer cosas, tomar decisiones que hagan que sea obvio que el discurso es mentira...

—En realidad... —cae en la cuenta gracias a ello—. Tienes razón.

Esta decisión sí es como... toda una declaración abierta.

—¿Q-Qué?

—Esto. Es lo mismo de siempre. En realidad creo que lo es... Sí, va a complicar las cosas un poco otra vez, pero creo que... creo que si logramos que CREAN que estamos realmente intentando matarnos, siempre salvándonos en el último instante o casi de milagro... tarde o temprano... volverán a relajarse.

Aziraphale le mira de reojo.

—Volverán a pedir los informes y comprobar las cosas de... modo negligente. Hay demasiado trabajo de miles de otras cosas. Solo hay que ser convincentes... el tiempo suficiente.

—Pero es que como vamos a ser convincentes, si vivir o morir...

—Solo hay que... planear intentos de asesinato fallidos.

—ES que aún no me puedo creer que el cielo esté esperando que yo ASESINE... a alguien.

—No a... alguien. A un demonio.

—Igualmente me parece terriblemente decepcionante.

—Por lo menos esa sí es novedad —replica Mr. Todd sarcásticamente. Aziraphale frunce el ceño.

—Es que, aún tengo trabajar el perdonarles que lo último que esperarán que escuchara, era que te iban a matar... y ahora me pidan que lo haga yo. SABEN...

El barbero le mira.

—Pues, ¡es que ve las pruebas!

—¿Qué saben? —pregunta con más intensidad.

—No hay nada que saber —replica el ángel apartando un poco la cara.

El barbero le mira intensamente otra vez. Aziraphale se sonroja y es que además... odia hacer esto con alguien que no es él ni siquiera.

—Quizás... es... soy yo el problema —gira la cara y aprieta los ojos.

—¿Tú?

—¿Podríamos enfocarnos en esto? —pregunta en protesta.

Sonríe mirándole de una de esas formas en las que se le muere el "yo también" en respuesta a lo que no le ha dicho en los labios. Y la verdad, parece que debe ser un poco anticlimático que sea Mr. Todd, su barbero, quien le esté mirando así.

Sí! Mierda. Con lo guapo que se ve cuando le mira con los ojos de serpiente.

—¡No me... mires así cuando no eres tú! —protesta.

Parpadea un poco porque no ha notado estar mirándole de algún modo... diferente y sacude la cabeza.

—Bien, ¿cuál es el plan entonces?

—Que me casi mates sin matarme.

Mr. Todd se humedece los labios porque el... peligro de eso le incomoda y luego vuelve a patalear haciendo berrinche.

—Preferiblemente de una manera no dolorosa.

—Hay que... valorar esto con calma. Y trazar un plan. No estoy seguro que... no nos hayan metido en esto solamente porque pueden.

—Es un plan demasiado brillante como para haberlo pensado así como así. Igualmente... querría... —se lo piensa un poco el ángel y se incomoda.

—Lo que digo es que no pueden estar seguros que realmente nosotros sepamos cómo...

—No es solamente eso... Es un gana-gana. Si lo hacemos bien, nos neutralizan. Si lo hacemos mal tienen el pretexto para deshacerse de nosotros.

—No necesitan más pretextos para deshacerse de nosotros, si nos han pedido esto es porque, de hecho, no tienen ni idea de lo que están haciendo.

—Pareciera que lo saben demasiado bien —insiste Aziraphale, revolviéndose—. Quisiera encontrar... u-un motivó. Sé que para ti no es importante.

—¿Un motivo para qué?

—Desobedecer...

Mr. Todd parpadea unos instantes con eso, mirándole incrédulo.

—No que requiera un... No que no tenga YO motivos, Crowley. Uno más... oficial. Y quizás tú deberías tener uno también.

—No necesitas un motivo oficial para desobedecer porque no estás desobedeciendo oficialmente.

—Pero si algún día... Dios.

—¡Dios!

—Viene a pedirme cuentas de por qué no hice lo que se le mandó, querría tener la manera de demostrar por qué.

—¿Cuándo ha ido Dios a pedirte cuentas de NADA?

—Nunca aún, pero... —vacila un poco mirándose las manos.

—El día que venga Dios a pedirme cuentas de algo, ELLA va a tener que rendirme unas cuantas cuentas a mi primero.

—Ugh... Crowley —en realidad, es que estaba pensando en una idea bastante absurda y quizás carente de sentido, solo fruto del pánico seguramente—. Olvídalo.

—¿Qué? —Le mira desde la butaca en la que está tirado.

—Estaba pensando solamente... quizás es una tontería.

—¿El qué?

—Si llegara el momento en que DE VERDAD no tuviera otra opción más que matarte, quisiera tener un... seguro —susurra sonrojándose un poco y se mira las manos.

—¿Eh?

—Una razón REAL para no matarte.

—¿Cómo qué?

Aziraphale no le mira, pero el barbero sí le mira porque es terrible que le esté pidiendo esto, él tiene como un millón de razones MUY reales para no querer matar al ángel... o sea, vale, es posible que varios cientos de miles de esas se pudieran resumir en una sola y poderosa razón. Pero MENUDA razón.

—Tendrías que ser algo más que un demonio.

—¿Y qué quieres que sea?

—Quisiera en el último minuto poder justificar... por qué no PUEDO matarte. ¿Y a quién no podría yo matar?

—Espero que a nadie, ángel —responde enfatizando la última palabra por razones obvias aun sin entender.

—Ya... ya. Tú mismo lo has dicho, eres un demonio y quizás es por eso que siendo un ángel pueden pedirme que te extermine... pero si fueras para mi algo más...

—Ya soy algo m... —a mitad de la frase se abre la puerta de la barbería y entra un bigote con un señor bajito y gordo pegado.

—Mr. Todd, ¿cómo lo tiene hoy? —pregunta mirando la tienda y al barbero.

Mr. Todd mira al hombrecito y luego a Aziraphale de reojo, que está visiblemente incómodo, sonrojado con la presencia del hombre, porque le han interrumpido en un momento que...

La verdad, Mr. Todd se ha olvidado que ÉL es Mr. Todd. Y está esperando a que alguien haga algo.

—Crowley... —termina Aziraphale por entender unos segundos más tarde... y es que ÉL no se ha olvidado de que es Mr. Todd.

Mr. Todd se gira a Aziraphale cuando le llama, mientras el hombrecito le mira atentamente esperando a que le diga.

—Mr. Todd... le llaman.

El barbero frunce un poco el ceño... y luego cae en la cuenta ¡La posesión! Claro. Ehm... se vuelve al hombrecito.

—L-La verdad estoy un poco... ocupado. Este caballero —señala a Aziraphale—. Quiere que le haga un completo —a saber qué cree que es eso—. Y la verdad, lo necesita como... ehm... como... bueno, algo que necesite mucho otra cosa.

Aziraphale aprieta los ojos con esa explicación.

—Oh! Bloody hell. Bueno, no importa, esperaré. He estado procrastinando y aplazando mis abluciones capilares hasta que ya no puedo esperar más.

—Ehm... entonces no las aplace más buen hombre —responde Mr. Todd esperando que eso sirva para echarlo.

Aziraphale mira al hombre también... deseando que se vaya. Ya.

—Por eso, por eso —se mueve por la tienda y señala una butaca—. ¿Me puedo sentar aquí?

—Ehh... perdone señor, pero esa butaca está... ocupada —responde Aziraphale.

—Bien, entonces en esta —se sienta, buscando una revista—. Que tiempo de perros, ¿eh? —el tema favorito de cualquier inglés.

Aziraphale mira a Mr. Todd de reojo que vacila, porque no puede hacerle desaparecer, si tiene que mantener la coartada de que está en su casa durmiendo y este es solo Aziraphale visitando al barbero.

—Sí, sí... un tiempo terrible.

Mr. Todd vacila porque debería estar haciendo algo como... barbero, barbear o whatever, aunque no está muy seguro de qué, porque cualquier cosa relacionada con la estética y el cuidado personal, se lo hace él a si mismo con sumo cuidado y normalmente con un chasqueo de dedos y ya. Aziraphale se sienta, derechito, y espera un poco.

—Quizás el trapo caliente en mi cara sea buena forma de empezar... —le propone Aziraphale.

—Ehm... no creo que... Ah. Sí. Vale. Trapo caliente, claro —da una vuelta sobre sí mismo—. Trapo caliente, trapo caliente...

—Es usted el librero de la calle de abajo, ¿no es así? —interviene el hombre de nuevo.

—Sí, si lo soy –asegura el ángel y le señala el trapo a al barbero.

—Sí, ya me imagino, me sonaba usted mucho —sigue el hombre intentando hacer conversación.

Mr. Todd encuentra el trapo y la verdad, ahora no sabe cómo tiene que calentarlo. Aziraphale le sonríe.

—¿Usted en que trabaja? —pregunta en voz alta y luego baja el tono mirando a Mr. Todd de reojo—. Vapor...

—Pues trabajo en un banco pero... en realidad soy escritor.

Mr. Todd escucha lo del vapor con cara de WTF? Mira el trapo, pone los ojos en blanco y de una palmada ya está humedito, mullidito y calentito. Se acerca a Aziraphale y le va a envolver la cabeza entera, la verdad.

—¿Escritor? ¿Algo que haya leído? —pregunta Aziraphale sonriendo al ver el trapo y cerrando los ojos y, Crowley, esto es solo una pequeña idea del tipo de cosas que a Aziraphale le gustan... y esperaría de ti. Puede que no un trapo húmedo en la cara, pero sí cosas suaves, mulliditas, calientitas... bueno y puede que humeditas.

—No... no. Aun no consigo que nadie quiera publicarme nada. La gente de las editoriales son un poco especialitas en estos tiempos.

Así que ahí está Mr. Todd haciéndole un turbante entero y pensando en si esto sacado de contexto podría pasar por intento de asfixia.

Vale, vale. Aziraphale tiene que levantar las manos y detenerle porque empieza a no ser del todo un intento.

Pero... es que... play it cool, Crowley. Mr. Todd le pica en las manos para que le deje hacer.

—Mr. Todd... —la sonrisita—. Solo la cara... por favor.

—No se preocupe, es un tratamiento nuevo de... dóndesea. Paris —cuando le pica las manos nota que aun lleva el anillo puesto, tomándole esa mano para verlo.

—Si me preocupo que... —le deja tomarle la mano y luego... tira de ella cuando nota qué ve.

El barbero se ríe un poco cuando se guarda las manos en los bolsillos del chaleco.

—Focus, Mr. Todd... focus.

—Estoy más concentrado que tú —sigue sonriendo.

—¿Y en qué consiste este tratamiento? —pregunta el hombrecito.

—C-Cuéntale del tratamiento, a-anda —mira el interior de la toalla con esa actitud de irritación/vergüenza/preocupación que suele tener, tocándose la alianza en el dedo un poquito y pensando que... es que parece una estupidez, pero definitivamente NO lo es. La alianza es importante. Ahogado morirá, pero con su alianza.

—Es un tratamiento de desintegración de rostros por lo visto.

—Claro que no, es para abrir eso... los... comosellamen. E hidratar.

—¿Los poros? —pregunta el hombre—. A lo mejor podría hacérmelo a mí también, mi mujer siempre dice que no me cuido nada la piel.

—Eso tendría cierta gracia... —murmura Aziraphale.

Mr. Todd se humedece los labios y decide que vale, ¿por qué no? Va a por otro trapo para envolverle la cabeza al hombre.

Aziraphale se ríe, la verdad, porque es que mírale que mono es. Y mueve las caderas igual. Aunque este cuerpo no es ni remotamente como el suyo. ¡Aunque no le mire! Puede oírle mover las caderas.

La verdad, ya debería haberle dejado inconsciente, pero... no quería que fuera demasiado sospechoso.

Cuando le oye reírse mientras está haciendo el otro turbante entrecierra un poco los ojos y sonríe.

—Ahora deberían estar así durante diez minutos. Por favor, no hablen o se romperá la concentración y la relajación —anuncia.

El otro cliente sonríe dentro de su turbante intentando relajarse con esto que parece un tratamiento la mar de divertido. Cualquier cosa que implique estar tumbado y sin hacer nada puede atraer fácilmente a un hombre de mediana edad estresado e incomprendido.

Aziraphale sube su mano derecha (la que no tiene la alianza, hemos de decir), y se descubre un poco la cara para espiar al barbero.

Mr. Todd lo nota ni te creas que iba a estar haciéndole caso al otro tipo.

Cheater...

Come on... —protesta un poquito.

Se acerca y vuelve a taparle la cara, sonriendo. Luego le pone las manos en los hombros... y las desliza sobre su pecho, agachándose y semiabrazándole un poco otra vez porque es que... le han pedido que lo mate y... !

Es que debes sentirle el corazón. Y de hecho así es más fácil... sin mirarle, solo sintiéndole. Levanta una mano y se la pone sobre el brazo, apretándoselo un poco.

Apoya la cabeza sobre la toalla cerrando los ojos también.

Aziraphale vuelve a pensar en lo que iba a proponerle un rato antes... mordiéndose el labio. Era solo... una tecnicidad. Y realmente le parecía que quizás... ya no alguien más, pero al menos Dios podría entender...

El problema es que Dios NO va a intervenir.

Ya, ya... no lo va a hacer, pero el cielo tenía unas reglas y las reglas de Dios importaban. Aun cuando quisieran saltárselas...

Mr. Todd acaba suspirando porque... Aziraphale debió ir a su casa. De hecho debieron quedarse en Las bloody Vegas y pasar la noche en el estúpido hotel. Nadie debía llamarlos a pedirles que se mataran el uno al otro. ¿Tanto pedir era pasar unos días de vacaciones?

—Crowley... puede que esto te suene un poco...

—¿Eh? —se tensa y se separa, carraspeando un poco. No... De hecho le detiene un poco para que no se separe del todo, así que se para a medio camino

—Puede sonar absurdo... pero creo que... Deberíamos casarnos.

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