-Levántate, vamos. -Maddie se quejó, tomando a Vee de la mano.
-No estoy segura de querer ir. -murmuró la pelinegra. Su amiga siguió estirándola.
Maddie era una de las pocas personas con las que salía regularmente. Era la única amiga del instituto que mantenía. Desde que había abandonado la escuela, decidió dejar de hablar con todos sus amigos ahí, pues al haber sido casi obligada por Laura a dejarla se sentía muy mal cuando hablaba con ellos.
-No estoy segura de quiénes irán, no tengo nada qué ponerme y sinceramente no me importa estar ahí. Ni notará mi presencia.
-Por eso me vas a acompañar a que compre, de paso compras algo lindo. Si el dinero es el problema, yo pago. Y te aseguro que si compramos lo adecuado, será imposible que no lo haga. -una entusiasta Maddie insistió. Vee la miró mal.
-Sabes que no es eso. -negó. La mirada en su amiga reflejaba que no se iba a dar por vencida, así que se rindió ella. -Está bien, vamos.
Las chicas se pusieron en marcha hacia las tiendas de ropa que había en el centro de Riverdale, pues no quedaba lejos de la casa de Maddie. Podría decirse que Vee estaba algo lejos de la suya, pero seguía siendo el mismo distrito, al fin y al cabo. Apenas llegaron a las tiendas, Maddie hizo que la pelinegra se probara infinidad de vestidos para que acudiera a la fiesta a la que Chris le había invitado; celebraba su cumpleaños número treinta y uno, y Vee estaba segura de que ella no iba a ser nada especial ahí, por lo que no quería ir.
-Dios mío. Ese es. Te lo llevas. -Maddie miró con la boca abierta a Vee. -Hoy rompes uno o dos corazones, amiga. Tenlo por seguro.
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El taxi dejó a Vee frente a la casa de su jefe, ella miró boquiabierta la casi mansión que se encontraba frente a su persona. Contrario a todo lo que parecía, Chris venía de una familia adinerada y la misma era dueña de distintas tiendas en Manhattan, los bares eran cosa exclusiva de Chris y su hermano. Al entrar por la puerta principal se dió cuenta de la magnitud de la celebración, había muchísimas personas y se alegró de poder encontrar a Sky entre todo el gentío.
-¡Viniste! -exclamó la pelirroja.
-Vine. -respondió Vee sonriendo. -Y más vale que no me dejes sola, no conozco a nadie.
-Claro que no, tonta. Kia y los muchachos están por acá, vamos. -le tomó la mano y la hizo caminar entre las personas que comenzaban a ocupar la pista de baile. -Mírate, te ves espectacular. -mencionó, mirándola mientras aún caminaban.
-Gracias, tú igual. -fue todo lo que dijo, hasta que llegaron a un lugar donde había una pequeña mesa rodeada de sillas y pequeños sofás. Era como un lugar VIP, y había muchos de esos por todo el gran salón. -Hola, chicos.
-¿Vee? -dijo Rob con asombro. Todos le miraron y le dieron la misma reacción. -Demonios, deberías vestirte así más seguido.
-¿En el bar, a medianoche y de regreso a mi casa? No soy una suicida. -rió Vee. -¿Chris está cerca?
-Se acaba de ir, linda. Pero yo misma lo busco, quiero ver su reacción cuando te vea. -decía Kia, quien también se veía muy bien. -Toma una copa, entra en ambiente.
Aquello no era lo que esperaba de una fiesta de Chris, pero entendía porque podía ver a algunas parejas mayores que creía eran de su familia. Los meseros pusieron gran variedad de platillos en la mesa, sirvieron vino del cual Vee bebió dos copas y luego les avisaron que la mesa de postres estaba del otro lado del salón, para la glotonería de cada quien. Conforme la noche avanzaba, los invitados fueron siendo sólo jóvenes, y algunas de las personas mayores que se quedaron parecían saber divertirse, así que la música fue subida de volúmen y el lugar se volvió casi un bar, un ambiente que no incomodaba nada a Vee.
Todos sus compañeros de trabajo estaban en la pista de baile, incluyéndola a ella. Nadie se encontraba comprometido sentimentalmente con nadie, así que todos bailaban con todos, por aquí y por allá. De un momento a otro nadie sabía dónde estaba, y Vee terminó bailando con un primo de Chris que ya estaba un poco pasado de copas, así que en medio de todos las personas, cuando el idiota intentó tocar su trasero y besarla, ella le propinó un buen golpe en la entrepierna y salió de la pista por donde Dios le dió a entender. Estaba molesta, pero su semblante no dejaba ver nada y una vez que estuvo en las laterales de la pista de baile sonrió y se ajustó el vestido. Ahí fue cuando ellos la vieron.
Los cuatro se escandalizaron al verla, y vaya que esa noche habían visto a muchas chicas. Paul le miró bien; usaba un vestido de terciopelo color azul grisáceo, era corto y abrazaba sus curvas como si nunca hubiera pertenecido a otro lugar, el contraste que hacía con su piel morena, naturalmente bronceada, era sensual y a la vez hacía que sus ojos adoptasen el mismo color intenso del vestido. Sus piernas eran más largas que todo Nueva York, fue eso lo que Gene murmuró, y las plataformas altas que usaba sólo le hacían resaltar más. Cuando se dió la vuelta no fue para menos, su cabello ondulado enmarcaba aquel atractivo rostro que apenas tenía una fina capa de maquillaje encima, y Paul estaba muy seguro que no la necesitaba. El rostro de la chica se vió desconcertado por las luces un momento, y ese gesto tan natural fue el que terminó de encantar al chico estrella, que habló antes de que alguno de sus compañeros lo hiciese.
-Bueno, ¿no es esa nuestra barista favorita? -su voz se alzó sobre la música. Vee giró hasta verlos, un atisbo de sonrisa cruzó su rostro.
-Tuya, puede ser, pero estoy segura que la del guitarrista es Kia. -dijo en broma, quedándose en su sitio. Ace sonrió y no dijo nada.
-Si estás perdida, quédate un rato con Kiss. Te cuidaremos hasta que mamá regrese. -mencionó Paul, haciendo un ademán.
Vee dudó un segundo. Si no buscaba a sus amigos en ese momento, tal vez los perdería por el resto de la noche, pero por otro lado estaba cansada y lo único que quería era un trago y descansar, y los chicos no parecían tener planes de levantarse a bailar esa música disco que a decir verdad, ni a Vee le gustaba. Además habían sido educados hasta el momento.
-Huh, ¿me crees tonta? Los chicos de Kiss tienen la cara blanca, y utilizan trajes de piel, no corbatas. -mencionó acercándose hacia ellos, quienes comenzaban a amar su personalidad. -Pero si sólo están ustedes, creo que puedo digerirlo con una o dos copas. -dijo, haciendo clara referencia al vino que tenían en la mesa.
Peter tomó una copa limpia y vertió vino en ella, luego se la entregó y Vee se sentó frente a ellos, cruzando la pierna y haciendo que el vestido se levantara. Eso llamó la atención de todos, pero sabían comportarse y no la quisieron hacer sentir incómoda. Ellos comenzaron a hablar.
-Estoy alegre de verte aquí, he estado alucinando con que me enseñes a lanzar fuego así. -dijo Gene.
-Y lo dice en serio, incluso se incendió el cabello intentando imitarte. -dijo Peter, causando la carcajada de Ace y las risas de Gene y Paul. Vee sonrió.
-No es nada especial, pero no puedo hacerlo fuera del trabajo. -mencionó Vee, divertida. Los notaba un poco ansiosos, tal vez esperaban que les hablara de la manera que lo había hecho la otra noche, así que dijo: -No soy la misma en el bar que fuera, cariño.
-Lo sé, por eso no te he llamado Vee Kay. -rió Gene.
-¿Nos dirás tu nombre real? -cuestionó Paul, sonriendo.
-¿Me dirán el suyo? De ustedes no sé ni siquiera el falso. -sus labios se movieron al mismo tiempo que su copa, mientras señalaba al guitarrista y al batería. El Catman habló.
-Las damas primero.
-Bien. Mi nombre es Venus, como la diosa de la fertilidad... Pequeña diferencia: yo soy la de su virilidad. -soltó divertida, fingiendo arrogancia y bebió de su copa. Paul la miró sonriendo, era un nombre interesante y bonito, como ella. -¿Han escuchado la expresión "tiene el cuerpo de Venus"? Bueno, la inventaron el día en que nací.
-Ya veo. -dijo Paul, recorriendo fugazmente su figura. -¿Y nuestra Diosa tendrá un apellido?
-Por supuesto, no soy una Diosa cualquiera. -respondió riendo. -Venus Kay Ramos, y Kay es un segundo nombre. -aclaró al demonio. -¿Ahora suena más auténtico, señor Simmons?
Los chicos comenzaron a presentarse, uno a uno. Todos aclararon que podía llamarles con su nombre artístico, por comodidad, y la misma razón la llevó a decirles que podían llamarle Vee. Hablaron un largo rato, cuando Vee se enteró de la hora tomó su bolso y se levantó.
-Tengo que irme...
-¿Ya? -preguntó Peter, mirando el reloj de Ace. -¿Cómo vas a irte?
-Tomaré un taxi.
-De ninguna manera, nosotros te llevamos. Igual visitaremos todos los distritos... -mencionó Paul, tomándole el hombro para conducirla a la salida.
Aquello le enervó, y hubiera estado muy agradecida de saber que ninguno de ellos tenía planes de seducirla -al menos no esa noche-, pues al día siguiente verían a su representante temprano. Caminaron hasta el auto que la banda compartía; Gene manejaba, Paul era el copiloto (lo cual odió al pensar en que ella se sentaría entre un experimentado Peter y un seductor Ace), y ella junto a Peter y Ace, se sentaría en la parte de atrás. Ace le abrió la puerta, pero dudó un segundo en entrar.
-¿Qué pasa, linda? -cuestionó Paul al verla dudar. -¿Estás bien?
-Eh, sí. Es sólo que es tarde y de verdad no los quiero molestar, voy a tomar un taxi... -decía alejándose. Gene se detuvo de entrar al auto.
-No, ¿dónde vives? -preguntó intrigado.
-Bronx. -fue lo único que dijo y todos entendieron.
-¿Qué parte? -la voz de Ace se escuchó por primera vez en mucho tiempo. Vee notó que era algo introvertido y que si había hablado con él tanto aquella noche, era gracias al alcohol.
-Si van por el puente principal pueden dejarme en University Heights, de ahí yo iré a Fordham y...
-Vee, dínos el lugar. No vamos a dejarte en otro lugar que no sea tu casa. -sentenció Paul.
-La entrada de Melrose.
Todos miraron a Ace, quien sin querer dejó escapar una mueca.
-Sé dónde es, South Bronx. -murmuró algo preocupado. Vee comenzaba a alejarse y Ace negó, tomándola débilmente del brazo. -No, está bien. Vamos.
El auto se puso en marcha y el camino se hizo corto gracias a la música y la charla. La entrada del Bronx era tan normal como Manhattan y hasta ahí todos se sentían seguros, pero a medida que se adentraban en las calles el paisaje se deterioraba y las pandillas comenzaban a asomarse en las esquinas de los distintos barrios. Vee estaba muy nerviosa, sentía que los ponía en peligro y cada tanto mencionaba que estaba bien si se quedaba ahí, todo antes de meterse de lleno en South Bronx, pero claro que ellos nunca accedieron.
-En la siguiente esquina. -dijo, mostrándole a Gene el lugar con la mano.
Gene acató las órdenes, tan pronto como el motor dejó de escucharse los gritos de aquellos lugares se mezclaron, cosa que no les asustó pero que les hizo pensar demasiado en lo que pasaba por esos rumbos. Vee bajó del auto y se inclinó en la ventana de Paul.
-Muchas gracias, chicos. Supongo que los veré en el bar en algunos días. -dijo a modo de despedida, junto con una cálida sonrisa. Comenzaba a marcharse pero regresó y miró hacia la parte de atrás del auto. -Ace, no vayan por otro lado que no sea la avenida principal. -pidió con genuina preocupación. El Spaceman asintió. -No se detengan si no tienen que... Y manténganse a salvo. Gracias de nuevo.
Las indicaciones de la morena les sacó una sonrisa, aunque también dejó una pequeña semilla de preocupación en la mente de los no pertenecientes a aquel lugar. Sus vistas se fijaron en la figura de aquella chica que caminaba apresurada por entrar a su casa, y cuando lo hizo, se marcharon.