El estruendo que produjo el sonido del teléfono fue como si alguien golpeara un sartén junto a la cabeza de Vee. Ella hizo una mueca de fastidio, aún sin despertar del todo. No era la primera vez que el aparato sonaba, así que con pesar se levantó a responderlo.
Era cerca de mediodía, una hora algo inusual para despertar, aunque se podría decir que se perdonaba por hacerlo ya que su trabajo la mantenía despierta hasta altas horas de la noche. Pero ese no era el caso de la mujer de treinta y dos años que se encontraba tendida en el sillón, oliendo como si se hubiera metido en una bañera llena de todo tipo de licor, así que la chica tomó un vaso de agua de la mesa de noche y sin pensarlo lo vació sobre aquella mujer.
-¡Ah! -gritó, despertando de golpe. Ese movimiento hizo que su cabeza fuera taladrada por el dolor. -Pequeña hija de perra. -soltó enojada, mirando a la pelinegra.
-Curiosamente estoy de acuerdo contigo. -dijo con desdén, luego levantó el teléfono que no paraba de sonar. -¿Diga? -la chica respondió. Esperó unos segundos, escuchando lo que decían y miró a la mujer que se levantaba lentamente del sillón. -Sí, por el momento no está, pero yo le avisaré. Gracias.
Colgó el teléfono y miró de nuevo a la mujer con molestia. Esta no se dió cuenta, e hizo su camino hacia la cocina en busca de pastillas para calmar el dolor. Vee habló.
-Es la señora Nixon de nuevo. Necesita su pago, para mañana. -decía caminando detrás de ella.
-Y lo seguirá necesitando...
-¿El pago que desde hace una semana debiste haber dado? ¿Con el dinero que te di? -dijo molesta. -¿Qué hiciste con él, dónde está?
La mujer la miró fastidiada. Una sonrisa se formó después de que tomara las pastillas junto con un trago de ron.
-Ayer en mi bolsillo, más tarde entró por mi boca y estoy muy segura de que en la madrugada se fue por el excusado. -dijo sin pudor. Vee le miró asqueada.
-Borracha hija de puta. No volveré a pagarte un centavo para que te lo bebas con ese cabrón.
-Hey, respétame. -dijo alcanzándola, clavando sus uñas en el hombro de Vee. Ella la alejó con una sacudida. -Aún soy tu madre.
-Y he esperado que te disculpes por eso desde que tengo conciencia. -escupió. Su rostro fue sacudido por una bofetada.
-Ese cabrón, como le dices, te da un techo. Y te lo da gracias a mí, así que cuida esa boca. Ahora lárgate fuera de mi vista y no me molestes.
La pelinegra la miró con desprecio. Podía seguir hablando todo el día, con los años había desarrollado una capacidad impresionante para responder y discutir, pero la verdad era que hablar con esa mujer que era su madre le causaba dolores de cabeza de proporciones gigantescas, y siempre terminaban en lo mismo: nada. Vee sólo chocó su hombro con el de ella al pasar a su lado, y Laura se quedó rabiando en la cocina cuando Vee ignoró sus insultos.
La pelinegra azotó la puerta de su habitación, y el grito de su madre le dió una gran satisfacción. Después se dispuso a descansar otra vez. Al menos podría dormir lo que quisiera ese día, pues no tenía que trabajar.
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-Veinte minutos tarde. -avisó Chris tan pronto como Vee cruzó la puerta.
-Y aún así estoy más temprano que todos los demás. -respondió ella, para nada preocupada por su hora de llegada. Igual el bar no abriría hasta hora y media más tarde
Se dirigió hacia detrás de la barra, ayudando a su jefe a preparar todo para la noche. Ese día Kiss volvería a presentarse y se esperaba un lleno total, así que no querían ningún contratiempo que pudiera ocasionar alguna molestia entre los idiotas borrachos que se encontrarían ahí más tarde.
-Le compré algo a mi madre. -mencionó Chris. Le gustaba hablar con Vee, siempre le escuchaba. -Mañana es su cumpleaños.
-Genial, ¿qué es? -preguntó con genuino interés.
Pasaron los minutos con los dos hablando. Chris le contaba a Vee lo que planeaba para sorprender a su mamá y ella se mostraba feliz. Ella era una chica sencilla, y muy a pesar de los problemas en casa, era alegre, comprensiva y amable. La mayoría de las veces y con quien le agradaba, pues también tenía un carácter que salía a relucir cuando se sentía molesta.
Vee entró hacia la bodega para comenzar a llevar botellas de todo tipo hacia el frente, pero cuando estaba a punto de salir escuchó la algarabía de chicos fuera y prefirió quedarse adentro. Seguro eran los de la banda y realmente no le importaba interactuar con ellos. Cuando escuchó que Chris los llevó hacia la parte trasera para que comenzaran a prepararse, ella salió y se dispuso a seguir preparando el lugar para la noche.
Toda la noche fue un caos. El lugar había estado a reventar, pero para la suerte de todos eran ya pocas las personas que seguían ahí. Vee se encontraba sentada en la bodega, descansando. Había estado atendiendo la barra en un principio, el resto de la noche se había encargado de las mesas y hacía tan sólo treinta minutos que le cedió su lugar a Sky, pues la pelinegra ya tenía suficientes propinas y ese no era el caso de su compañera.
Tomó de su botella de agua, suspiró y siguió haciendo trazos en su libreta, pequeños dibujos de lo que sea que cruzará su mente. La voz de Kia llamándole hizo que levantara la vista.
-Estoy aquí, ¿qué pasa? -respondió.
-Vee, querida, ¿puedes ocuparte de la barra? -preguntó, casi suplicando. -Tengo que recoger a mi hijo de la casa de mi mamá, al parecer está muy enfermo.
Vee asintió, no obstaculizaría el que alguien intentara ser buen padre. Kia agradeció, le dió un beso de despedida y se fue. Ella guardó sus dibujos en su bolsa, se miró en el espejo y salió hacia el bar mientras ajustaba su escote. Esos atributos siempre lograban que obtuviera más propinas.
-¿A dónde se fue la rubia? -escuchó que uno de los chicos sentados en la barra habló. -Quiero otra cerveza.
Vee se movió con rapidez, destapando una cerveza y entregándosela al apuesto joven.
-No te preocupes por las rubias, aquí son como pequeños bichos: salen de todos lados. -dijo sonriendo. -Y yo estoy aquí para darte todas las cervezas que quieras.
La corta charla hizo que el chico y sus amigos le pusieran atención. Ella los miró uno a uno, preguntándose por qué lucían familiares, y al llegar al último de ellos supo quienes eran: nada más, nada menos, Kiss.
-Señor Stanley, ¿algo más de beber? -preguntó mirándolo.
-Paul, cariño. Y creí que tenías algo más que ofrecerme. -comentó, su actitud arrogante, esa que usaba para atraer chicas, saliendo a flote.
-¿Algo más que bebidas? Necesitarás más que una propina para llegar ahí. -terminó con un guiño y luego se alejó.
Paul la miró con una sonrisa mientras ella atendía a otros clientes, tal vez creyó que comenzaba a atraparla, pero tardaría un poco en darse cuenta que en horario de trabajo ella solía ser así. Sus amigos estaban riendo por la picardía de la chica.
-¿La conoces? -preguntó Gene, notablemente interesado en ella.
-No, en realidad. Pero es mía. -recalcó. Todos reprocharon en el momento.
-Vamos, creí que lo tuyo era mío. -se quejó Gene. Peter les chistó.
-Cuando escuche cómo pelean como marido y mujer no querrá a a ninguno de los dos. -dijo, bebiéndose lo que quedaba en su botella. Ace rió. -Linda, ¿tienes fuego?
Tan pronto como Vee escuchó al Catman, caminó hasta estar frente a él.
-Para días, cariño. ¿Dónde lo quieres?
Peter levantó las cejas, y Paul lo miró con los ojos entrecerrados.
-En todos lados. -murmuró, mirando indiscretamente su escote. Vee luchó para no rodar los ojos.
No le agradaban mucho los chicos, en general. Eran todos iguales... Al menos en ese momento no conocía a ninguno que no fuera un cabrón. Pero estos eran chicos de una banda que probablemente daban muy buenas propinas, y de igual manera no podía ser grosera con los clientes, lo que había pasado con Paul había pasado fuera del horario de trabajo.
Los chicos miraron cómo sacaba cuatro vasos y vertía alcohol en ellos. Con una precisión impresionante los fue lanzando hacia al frente de cada uno de ellos, haciendo que a propósito el alcohol se derramara sobre la barra a su paso. Todos pensaron que era un error, pero cuando ella lanzó un cerillo en su dirección, haciendo que una línea de fuego se prendiera sobre la barra, todos sonrieron. Vee le tendió un cigarro a Peter, para luego sostener un cerillo encendido con sus labios e inclinarse para que Peter encendiera su cigarrillo.
-¿No te falta algo? -cuestionó Peter, retirándose el cigarrillo para exhalar el humo.
-Es todo el fuego que te puedo dar con mi ropa puesta. Pero tú amigo el del bajo seguro te puede dar más. -dijo haciendo un camino con su mirada hacia Gene, lo reconoció por lo alto que era.
La carcajada de Ace hizo que Vee lo mirara. A él fue al primero que atendió.
-Y por supuesto que tú también sacas chispas con esos solos, guapo. -dijo mirándole directamente. -¿Aún extrañas a esa rubia?
-Creo que no. -respondió divertido. La atractiva cara de la joven le hizo pensar en lo bien que se vería gimiendo su nombre más tarde.
-Entonces mi trabajo está hecho. -dijo, relamiéndose los labios a propósito.
-¿Cuál es tu nombre, bonita? -Gene habló. -Yo soy Gene Simmons, el bajo y complacerte es todo lo que me importa.
-Imagino que eres todo un caballero. -respondió ella con cierta ironía. -Vee Kay, amor. Para servirte todo lo que quieras llevar a tu boca.
Los chicos sonrieron. Era muy buena en darle doble sentido a las cosas, las imágenes que cruzaban por su mentes cada vez que decía algo daban fe de ello.
-¿Vee Kay? ¿Lo acabas de inventar? Es el nombre más falso que he oído en un bar. -le cuestionó el demonio. Vee se inclinó sobre la barra.
-Tú dirás; probablemente sea más auténtico que el nombre de un abuelo y el apellido del profesor de tercer grado juntos para darle identidad a un bajista en Nueva York. -le soltó de corrido sin mover la vista un milímetro. La risa de los músicos llegó hasta sus oídos. -Con esa lengua me esperaría un mejor trabajo.
-Pruébame. -dijo Gene divertido.
-Lo haría, si el chico estrella no me siguiera mirando como si no hubiera comido en días. -mencionó sonriendo. Su vista se fijó en Paul. -No conseguirás la disculpa, dulzura. Pero si me tratas como la dama que soy tal vez consigas esa otra cosa que quisiste tan pronto como me viste.
Otra risa de parte de los chicos. Paul sonrió, sonaba como una oferta que no se atrevería a rechazar.
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Feliz cumpleaños un poco adelantado al más precioso Catman, ever❣
Mucho amor para Peter😻