Reina Escarlata I: Guerra de...

By katiealone

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Riley Hudson tiene dos problemas: El chico popular de la escuela es un vampiro, y su nuevo mejor amigo es una... More

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Dedicatoria
Saga Reina Escarlata
Sinopsis
Guía de personajes
La leyenda
Capítulo 1: Estúpido Max
Capítulo 2: ¿Por qué eres así?
Capítulo 3: Te pasas de fresco
Capítulo 4: Qué sorpresa
Capítulo 5: Un arma peligrosa
Capítulo 6: Inesperado
Capítulo 7: Peligro
Capítulo 8: Antonette
Capítulo 9: Diferente
Capítulo 10: El origen
Capítulo 11: Ataque sorpresa
Capítulo 12: Novedades
Capítulo 13: Mi héroe
Capítulo 14: El chico de los mandados
Capítulo 15: Vinculados
Capítulo 16: Planes secretos
Capítulo 17: Detrás del vínculo - Parte 1
Capítulo 17: Detrás del vínculo - Parte 2
Capítulo 18: Entre nosotros
Capítulo 19: Atrapada en el medio
Capítulo 21: Hora de hablar de los ex
Capítulo 22: Buen amigo
Capítulo 23: Nunca
Capítulo 24: Deseos prohibidos
Capítulo 25: Anhelo
Capítulo 26: Delirio místico
Capítulo 27: Sospechas
Capítulo 28: Enfrentados
Cambio de imagen
Capítulo 29: Dictadura
Capítulo 30: Thierry es un anciano
Capítulo 31: Vaga esperanza
Capítulo 32: Caballo de Troya
Capítulo 33: Impotencia
Capítulo 34: Piezas del rompecabezas
Capítulo 35: Aefentid
Capítulo 36: Danza de brujas
Capítulo 37: Ha empezado
Capítulo 38: Zona de guerra
Capítulo 39: El día de la caída
Capítulo 40: Desolación [Final]
Notas de la autora
No han visto lo último de mí
Spill the T - Vol. 4
Otras obras de la autora

Capítulo 20: Aclaremos algo

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By katiealone

El desayuno para las únicas humanas del Palacio Arzobispal se sirvió a la hora indicada, a las ocho en punto. Había notado que Cassian era bastante puntual con eso, el día anterior pasó lo mismo. Llegó cinco minutos después de las siete y la comida ya se estaba sirviendo, la encontró algo fría y nadie fue a calentarla. Por eso, aquella mañana Riley y su madre llegaron a la hora exacta para el desayuno. Todo se sirvió en orden y sin contratiempos. Los empleados encargados del desayuno solo las saludaron y no dijeron nada más, solo algunas preguntas casuales sobre si querían más café o si quizá preferían edulcorante.

Riley desayunó en silencio, mamá hacía lo mismo. Y Max, que no era humano y nadie lo invitó, igual estaba ahí con ellas. Solo quería hacerles compañía, eso lo sabía. Pero lo que de verdad quería Riley era saber qué rayos iba a pasar con ella. Si, estaba en ese lugar seguro que tenía una escuela y todo, pero no tenía idea de qué sería de su vida y cuáles eran los planes de los Edevane para ella. Sabía también que Max no tomaba las decisiones ahí, el que estaba a cargo de todo era otro. Uno al que, por cierto, besó en el cuello el día anterior. Tenía que hablar con Cassian y le daba miedo pensar en eso porque no tenía alternativa.

El desayuno transcurría con normalidad, cuando de pronto la puerta se abrió de golpe, haciendo que casi se le escape un grito. Si hasta derramó un poco de su café y a mamá se le cayó una cuchara al piso. Era Ettiene.

—Max, muévete. Tenemos que hacer.

—Buenos días, hermano Maximilian, ¿cómo has amanecido? —le dijo Max en un tono de cortesía fingida.

—Mueve el culo y cállate —ordenó Ettiene en ese tono tosco de siempre.

—¿Y por qué debería hacerlo? Ni siquiera has saludado a las damas. Qué falta de respeto —Ettiene soltó un bufido, Riley sabía que la odiaba y que quizá no le gustaba que esté ahí. Bueno, odiar es una palabra muy fuerte, pero de hecho que no le agradaba. Suponía que saludarla estaba en su lista de cosas que le importan una mierda.

—Buenos días —les dijo a ellas sin mirarlas—. ¿Ya te mueves?

—¿Qué vamos a hacer hoy?

—Liberar a Kyle —escuchar eso casi hace que Riley se atragante con el café. Suponía que ya habían sacado de él todo lo necesario para poder defenderse de los vampiros Sallow. Además, Cassian había prometido a esa tal Maxine que dejaría vivo al muchacho. Ah vamos, que ese de muchacho no tenía nada, casi hace que los maten a todos—. Y porque soy un hermano muy considerado pensé que querrías venir a desangrarlo un poco, para que veas que te tengo aprecio y tú solo me señalas los modales. La próxima te mando a la mierda directamente y se acabó.

—Hubieras empezado por ahí —dijo Max poniéndose de pie.

—¿De verdad te vas a ir para eso? —preguntó ella—. Y también buenos días, Ettiene.

—Si, como sea. ¿Vienes o no? —insistió el vampiro.

—Claro, voy de una vez. Tranquila Ri, solo le daré una lección a ese infeliz.

—No puedes estar hablando tan tranquilo de ir a desangrar a alguien y esperar que lo tome como si fueras a recoger el periódico, hazme el favor —le reclamó ella. Nunca le había gustado la violencia, ya era bastante horrible saber que Max se alimentaba de sangre como para que le diga que se iba a poner en plan psicópata con ese Kyle.

—Eso sería válido si Kyle fuera "alguien", pero ese tipejo no lo es. Tú tranquila, no pasa nada. Me encargaré que no vuelva a molestarte.

Max decidió no dar más explicaciones y simplemente se fue siguiendo a su hermano. Riley suspiró, ojalá las cosas no tuvieran que ser así. Había tanto por aclarar, entre esas cosas estaba el beso que se dio con Max y definir qué iba a pasar con ellos. ¿Qué eran? Esa parecía ser la principal pregunta. ¿Novios? ¿Amigo con derechos? ¿Ella en verdad quería eso? Si antes no cedió a las provocaciones de Max era porque pensaba que para él solo sería una más en su colección de mujeres que cayeron en la trampa. Ya no estaba segura que sería así, sabía que ella tenía un lugar especial en su vida. No quería ser alguien pasajero, si iban a ser algo tendría que ser en serio. Él tenía que saber un par de cosas, como lo que pasó con su ex novio. O como el alma de Cassandra se le metió el día anterior para que se lance sobre su hermano. Sobre todo eso. Si Max quería seguir adelante a pesar de todo, entonces estaba bien.

Después de desayunar se despidió de mamá. Ya tuvo tiempo de hablar con ella la noche del día anterior. Le explicó la situación en la que estaban y le pidió calma, le dijo que pronto se resolvería todo eso y que era momentáneo. Por eso, y por más que estuviera nerviosa, tenía que aclararlo con Cassian. Necesitaba saber hasta cuando iba a durar todo aquello y qué sería de su vida. Fue de nuevo hacia los pasillos del palacio arzobispal y le preguntó a un empleado que trabajaba por ahí donde podría encontrar a Cassian.

—El padre Cassian —dijo con toda seriedad el hombre, como corrigiéndola de que lo llame por su nombre y no como lo que era en verdad, un sacerdote.

—Si, él —respondió ella esperando que esa conversación no tarde mucho.

—Lo encontrarás en la oficina principal del arzobispo. En el primer piso, hacia el pasillo principal. Vas directo atravesando el patio de la fuente y ahí encontrarás la enorme puerta. Si está dispuesto a atenderte lo hará de inmediato.

—Está bien, gracias —dijo ella y se alejó pronto del tipo. Todos los que trabajaban ahí eran o muy callados o muy densos, empezaban a irritarla.

Esperando no cruzarse a nadie en el camino hacia la oficina del arzobispo, Riley bajó rápido las escaleras y fue hacia el pasillo señalado. Llegó al patio que le indicó aquel hombre, no había estado ahí antes. Era un lugar precioso en verdad, con un estilo único. Ese lugar parecía sacado de un libro de historia del arte renacentista, era una belleza. El sonido del agua de la pileta le daba calma, las enredaderas que caían delicadas desde los balcones del segundo piso y las flores le daban un toque especial a todo. También vio la enorme puerta de madera fina a la que se refirió el hombre que le dio las instrucciones. Tenía tallado un escudo antiguo, la letra E. Suponía que era una especie de escudo de los Edevane. No tenía idea de la edad de nadie ahí, sabía que era necesario saber más de la historia de esa familia. No podía seguir viviendo en la ignorancia, tenía que saber más.

Una vez que llegó, Riley se quedó parada frente a la puerta sin saber si tocar o no. Ni siquiera sabía si Cassian estaba ahí, no se escuchaba ningún ruido allá adentro. Después de varios segundos de duda levantó la mano para golpear la puerta, estuvo a punto de hacerlo, pero sintió algo extraño tras ella. Quizá era que ya se estaba acostumbrando a esas apariciones, o porque una especie de instinto se estaba despertando en ella, pero la chica se giró de inmediato solo para ver a Cassian parado tras ella. No es que pudiera evitar temblar en su presencia. Como si algo que no pudiera controlar ni entender vibrara dentro de ella.

—Buenos días, Riley, ¿me buscabas? —preguntó sonriendo de lado y ella solo asintió despacio mientras intentaba mantener la compostura.

—Buenos días, ¿podemos hablar?

—Por supuesto, sígueme —la chica se hizo a un lado para que él pueda abrir la puerta. Le hizo una seña para que ella entrara primero y obedeció. Se quedó admirada mirando el lugar, era increíble. A la mano izquierda Cassian tenía una biblioteca personal que parecía sacada de un sueño. Habían algunos cuadros que eran verdaderas obras de arte, estaba segura que así era. El enorme escritorio estaba perfecto y ordenado, nada fuera de su lugar. Había una cruz de madera y oro, lo cual le recordó que ese lugar era extremadamente católico. No le agradaba mucho—. Toma asiento, Riley. Ya podemos hablar.

—Claro —dijo ella despacio. Apartó una silla y se sentó frente al escritorio, Cassian imitó su gesto. Se quedaron unos segundos en total silencio, fue algo incómodo.

—¿Y de qué quieres hablar? —preguntó él al fin.

—Pues son varias cosas. Ya tengo dos días aquí y quiero saber cuáles son los planes. No soy tonta, entiendo que es necesario que esté en un lugar seguro, que hay brujas y vampiros que quieren atraparme. Eso lo sé, pero también tengo una vida, no voy a quedarme aquí encerrada y ya.

—Si, lo sé. Tienes una vida, no puedes desaparecer de pronto. Eres joven, tienes que estudiar. Y tu madre querrá seguir trabajando, que es lo justo. El tema es que no sé cuánto durará esto. Si meses o años.

—¿Años? —preguntó ella con miedo—. No puedes estar hablando en serio.

—Para los vampiros un par de años no significan mucho, Riley. Para ti es mucho tiempo, lo sé. Por eso he pensado en como solucionar tu problema.

—¿Ah si? —preguntó ella arqueando una ceja.

—Tienes una escuela aquí a tu disposición. Ya conociste a Sabrina, le pedí que se encargue de todo el papeleo para que estudies aquí, puedes empezar mañana si quieres. En cuanto a tu madre, no vendría mal una dentista en la clínica de la escuela. Puedo arreglar todo para que empiece a trabajar ahora mismo.

—¿Y has hecho todo eso sin consultarme? —preguntó con molestia—. ¿De verdad piensas que es bonito hacer todos los arreglos como si fuera a quedarme aquí para siempre?

—Ya te dije que no sé cuánto tiempo dure esto, por eso pensé que querías estudiar —siguió él, habló con serenidad.

—Yo no quiero estudiar aquí —dijo segura, hasta se cruzó de brazos.

—¿Por qué no? Es una de las mejores escuelas de la zona, del país en realidad. Tenemos un alto nivel educativo, nuestros alumnos pueden ir a las mejores universidades. El equipo es moderno, tenemos zona de gimnasia y natación. Apuesto a que te gustaría mucho.

—Es un colegio católico, no pienso bautizarme ni nada de eso. Menos admitiré que el Big Bang es cosa de algún Dios, o que las mujeres tenemos que ser sumisas para agradar a Dios. No pienso hacer nada de eso, que te quede claro —le dijo muy firme. Cassian la miró en silencio mientras hablaba, para finalmente soltar una risa.

—Tienes muchos prejuicios sobre nosotros. Está bien, lo entiendo. La iglesia católica tiene una pésima imagen en este país. Pero te aseguro que no encontrarás nada de eso en mi escuela. Te invito a probar, verás que será de tu agrado.

—¿Y si no me gusta?

—Pues veremos una forma de que estudies con profesores particulares o a distancia. No voy a forzarte a nada. Lo mismo con tu madre, si ella está de acuerdo con el empleo en la clínica entonces todo bien. Si no quiere hacerlo no la obligaré. Intento que no te sientas como una prisionera en este lugar, mi idea es que te sientas cómoda el tiempo que dure esto.

—Gracias —dijo despacio. La verdad pensó que hablar sobre eso sería más complicado, pero Cassian ya lo tenía todo planeado. Bien, un asunto engorroso menos—. Y supongo que podré empezar la escuela mañana.

—Perfecto, le di indicaciones a Sabrina y a la hermana Janice para que se encarguen de tu incorporación a la escuela. Encontrarás tu uniforme listo para esta tarde, ya tienen tus medidas.

—¿Cómo?

—Le preguntaron a tu madre, no te preocupes. Puedes descansar hoy, estoy seguro que te irá bien en la escuela. Me ha contado que eres una alumna brillante —enrojeció sin querer. Que él la elogiara se sentía bastante bien.

—Gracias —dijo otra vez. Volvieron a quedarse en silencio. Se suponía que ya tenía que retirarse, no quería quedarse más rato a solas con él. Cassian la miraba fijamente, Riley no olvidaba que un día antes se acercó a él y le dio un beso en el cuello, justo debajo de su oreja. Supo, sin entender cómo, que a él le gustaba mucho que lo besaran ahí. Que era una zona sensible, que eso lo incitaba. Pensar en eso no solo la hacía enrojecer, sino que le provocaba volver a hacerlo. Esa estúpida muerta de Cassandra era un engorro, estaba loca si creía que se iba a lanzar como gata fiera sobre él—. Creo que debo irme —dijo ella al fin, aunque no se puso de pie.

—Está bien, aunque nosotros aún tenemos un asunto pendiente. Y sabes que tenemos que hablarlo —sintió que se ponía a temblar de solo escuchar eso. Aquel tema era delicado y la ponía nerviosa.

—No sé si quiero hacerlo —dijo intentando que no se note su temor. Cosa bastante difícil, Riley estaba segura que eso era evidente.

—Solo hay una cosa que los dos debemos tener claro. Tú no eres ella, y yo no soy el Cassian que amó a esa muchacha hace muchos años. No somos los mismos, y por lo tanto, nada de lo que sucedió en el pasado va a repetirse. Espero que eso te deje más tranquila.

—Creo que si.— Aunque no estaba muy segura. Cassian habló con voz serena, él siempre le transmitía calma. Le pasó lo mismo en el bosque, bastó que él llegara para que tomara control de la situación. Y ahora él le decía que no iba a suceder nada entre ambos, quizá debería confiar en él y creerle. Pero no podía.

—Eres una chica joven, Riley. Tienes la sangre de mi hija, eres mi protegida. Yo te cuidaré como si de verdad fueras mi otra hija, la que nunca conocí. Apenas te conozco, pero sé que eres una muchacha lista. No importa lo que pase, no voy a hacerte daño y menos a forzarte a ningún tipo de relación. Es obvio que cualquier atracción que sientas por mí no puede ser real, es producto del vínculo mágico que tenemos.

—Si, es exactamente así. Nos estamos entendiendo bien.

—Aunque yo tengo entendido que tienes una especie de relación con mi hermano Maximilian.

—Ehhh... pues no es una relación exactamente.— Qué incómodo hablar de eso con él. Ni siquiera podía tratar el tema con Max, con su hermano era peor.

—Ya veo. Ustedes son como familia, no creo que sea una buena idea.

—¿Eh? Pero él y yo... Bueno, como que nos separan siglos de generaciones familiares, no creo que haya mucha relación ahí. No es como si él fuera mi tío.

—O quizá sí. Ya ves que nuestra relación es más estrecha de lo que debería ser, quizá él si tiene un parentesco contigo. Quizá sea mejor que lo evites.

—Quizá sea mejor que me vaya de aquí —dijo ella poniéndose de pie. Eso sí que le molestó, ¿Por qué de pronto Cassian hacía hincapié en eso? No creía que ella y Max fueran algo así como familiares. No era su sobrina, y que Cassian insinúe eso no iba a tolerarlo.

—Solo piensa en lo que te he dicho. No sé quién piensas que es Maximilian, pero te aseguro que no es lo que crees. Cuando te digo que lo mejor es que te apartes de él no es una broma.

—No me digas lo que tengo que hacer.— No quería mirarlo más. Solo salió de ahí sin despedirse. Abrió la puerta y se quedó en el patio cerca a la fuente. Posó sus manos ahí y respiró hondo. Ella ni siquiera estaba con Max como para que ya le anden diciendo que mejor lo deje. Es más, ni sabía si de verdad llegarían a tener algo formal.

No quería estar ahí, quizá lo mejor era volver a su habitación. Esperaba no volver a cruzarse a Cassian en todo el día. De pronto se sentía molesta con él, ¿quién se creía que era para pedirle que se aleje de Max? No tenía que obedecerlo, ella no era ninguna estúpida. Sabía que Max no era la mejor persona del mundo, pero tampoco era un monstruo que iba a dañarla. Una parte de ella estaba enojada con Cassian, no quería verlo. Pero otra parte de su mente, una muy pequeña y que iba ganando fuerza poco a poco, pensaba que no era así. Que estaba mal enojarse con él, que Cassian solo quería protegerla. Esa pequeña parte pensaba que quería volver a esa oficina y estar a su lado. Sacudió la cabeza. Oh no, Cassandra. Quédate quieta, que en este cuerpo no te vas a meter.

Riley empezó a caminar para salir del patio, iba a cruzar de nuevo hacia el pasillo. Pero un sonido le llamó la atención, era como si alguien estuviera vomitando. La chica se alarmó, quien quiera que sea parecía que no la estaba pasando nada bien. El sonido venía de otro lado, quizá otro patio. Dudó si ir para allá o no, pero finalmente cruzó por otro pasillo. No era precisamente un patio, era un lugar más pequeño. Pero había una fuente, y ahí estaba Antonette vomitando. La chica pensó en retirarse, pero cuando Antonette levantó el rostro notó que tenía la boca cubierta de sangre.

—¿Estás bien? —pregunta estúpida, se notaba que Antonette estaba pésima.

—Ayu... ayuda —dijo la vampiresa. Solo entonces Riley se acercó corriendo hacia ella y la ayudó a incorporarse. Ella se arqueó otra vez y volvió a vomitar en la fuente, Riley apartó la mirada. Eso se estaba poniendo peor.

—¿Necesitas que vaya por alguien? ¿Es grave? —Antonette se apresuró a negar con la cabeza. Cogió un poco de agua de la fuente y se limpió el rostro. Riley la ayudó a pararse, a Anto le temblaban las rodillas. Le dio mucha pena verla así. Débil, con ojeras, el cabello desordenado y al borde de un colapso—. ¿Qué es lo que te ha pasado?

—La sangre que bebí no estaba buena.

—¿Te han dado sangre de mala calidad?

—Creo que el contenedor no era de buena calidad —suponía que se refería a la persona de la que bebió. Qué raro sonaba todo eso—. Mierda, no debí salir.

—No entiendo de lo que hablas. Pero Max me contó que tú no tomas nada directamente de los cuerpos.

—No suelo hacerlo, prefiero sangre en copas. Por eso me he puesto mala... y bueno, no debí tomar esas pastillas. Estaban muy fuertes hasta para mí.

—¿Qué? ¿Pastillas?

—Drogas les dicen.

—Ohh...

—Es que me bebí a mi delaer, me pasé de idiota.

—Ajá...—Riley no supo como reaccionar a esa historia. Armó pronto el rompecabezas. Antonette se escapó esa noche del palacio arzobispal, se tomó unas drogas muy fuertes y acabó matando a su dealer para beber de él, por eso estaba tan acabada esa mañana.

—Ay disculpa, me olvidé que eres una niña bonita. ¿Te asusté con mi historia turbia de drogadicción?

—No lo sé —dijo con sinceridad—. Sé que está mal, pero... En fin, olvídalo.

—Nada, suéltalo. ¿Qué quieres decirme?

—¿Por qué lo haces? ¿Por qué te drogas? —Antonette solo se encogió de hombros.

—No lo sé.

—¿Es que no eres feliz?

—A veces. La felicidad no es un estado permanente, muchacha. Muchas cosas se acaban, en especial el amor y la felicidad. Sino pregúntale a Cassian. Yo lo adoro, pero no sabes como odiaba verlo enamorado de Cassandra y jurando que la amaría hasta el fin de sus días. Acá estamos, y ese amor ya no existe.

—¿De verdad lo crees?— Ahora Anto parecía más estable. La miró y sonrió de lado. Quizá ella también sabía de su origen.

—Anoche Jordan me contó sobre ti, que eres la reencarnación de Cassandra.

—¿Y tú qué opinas de eso?

—Pura mierda, no hagas caso. Tú dedícate a sacarle lo estúpido a Max, que eso se te da de lujo. Bueno, en realidad creo que se pone más estúpido contigo —bromeó ella—. Se muere por ti, ya lo creo. No te digo que lo aguantes, nadie tiene que soportar mierda ajena. Pero no te detengas a pensar en que hay un mambo místico que te une con Cassian, eso es basura.

—Está bien, gracias por tu consejo.

—Él no te ha contado, ¿verdad?

—¿Qué cosa?

—De nuestro sueño, de la maldición de la reina escarlata. Nosotros dormimos por casi cien años, Riley. Solo tenemos unos años para vivir una vida decente antes de que entremos en hibernación. Max ya ha vivido tres de esos años y no sé cuánto le queda. Quizá deberías aprovecharlo, porque cuando él despierte tú ya no estarás en este mundo.

—No tenía idea...—sintió que se le hacía un nudo en la garganta. Por alguna tonta razón pensó que si Max era un vampiro inmortal lo tendría por mucho tiempo a su lado. Pero ahora sabía que en realidad tenían los años contados. Quién sabe cuánto dure, quién sabe si quizá lo perdería antes de lo que esperaba.

—Si, así son las cosas. No soy la mejor cuñada del mundo, pero Max es mi hermanito y no lo quiero ver sufrir por una estúpida.

—Yo no soy una estúpida —se defendió ella.

—Demuéstralo —la retó Anto—. Y además vas a tener que ganarte tu nombre.

—¿Cómo es eso?

—Por ahora serás la nueva Noelia.

—¿Qué? —preguntó confundida. Se sentía como el personaje de Anne Hathaway en El diablo viste Prada cuando la llamaban la nueva Emily.

—Ya escuchaste, nueva Noelia.

—¿Y quién es Noelia? —Antonette se acomodó los cabellos. No respondió por varios segundos.

—Tú sabes quién es —Riley no dijo nada, pero ya le había quedado claro. Noelia era la ex de Max.


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Cualquier parecido de Antonette llamando a la nueva saliente de su hermano con el nombre de la ex, es pura coincidencia de la costumbre de Katie de hacer que sus cuñadas se ganen el nombre xddd

Es hora de hablar de los y las ex, ¿si o no? La gente quiere saber. Por cierto, Riley también le tiene que contar a Max lo que pasó con Cassian, ¿cómo reaccionará el niño? Preparen las navajas okno XD



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