Capítulo 34: Piezas del rompecabezas

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En cuanto Noelia abrió los ojos notó en su mirada el temor por lo que le esperaba

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En cuanto Noelia abrió los ojos notó en su mirada el temor por lo que le esperaba. Ella lo sabía, quizá ya hasta podía sentirlo. No ordenó que la llevaran a una sala de torturas, no sería necesario. Cassian sabía que ella iba a hablar, y que diría exactamente lo que quería saber. Si Jazmín estaba en lo cierto, entonces todo saldría como tenía que ser. El rumbo que había elegido para ganar esa guerra se empezaba a trazar en ese momento, y no podía fallar.

La vampiresa lo miraba asustada. Se arrastró de rodillas hacia un rincón de aquella amplia habitación con paredes y piso de fría piedra. Cassian caminó despacio a ella, Noelia temblaba. Le temía, y aun así fue capaz de traicionar su confianza. ¿Cómo pudo hacerlo? Su traición le molestaba, hasta podía decir que le dolía. Cuando Jazmín se lo dijo no quiso creerlo, se lo negó varias veces, pensó que esa bruja mentía. No Noelia. Apenas supo que había un traidor entre los Edevane llegaron a su mente varios nombres posibles, pero el de ella jamás. Siempre la tuvo en alta estima, siempre la favoreció. Y de esa forma le pagaba, conspirando en contra del clan.

—Quiero hablar —le pidió ella desde el piso—. Te lo diré todo, debes creerme.

—¿Ahora debo creerte? ¿Ahora que sé que eres una sucia traidora a tu sangre? ¿En serio crees que tienes derecho a pedirme eso?

—No, yo...

—Cállate —le dijo tratando de contener la rabia—. Te di mi sangre, te creé. Tu vida, tu alma, tu existencia misma. Todo lo que eres me pertenece, y creí que siempre lo tuviste claro.

—Aún lo tengo claro. Sé que soy tuya, sé para qué me creaste. Siempre lo supe, Cassian. ¿Acaso no he sido esclava de tu voluntad toda la vida? ¿Acaso no he sido todo lo que siempre has querido?

—Te di libertad, te di privilegios que nadie del clan tuvo.

—Me diste una ilusión de libertad. Fui libre hasta donde lo permitiste —sintió sus palabras llenas de rencor, y eso solo logró molestarlo más. Estaba asustada por el castigo que podía recibir, cierto. Pero no estaba sumisa. No se arrepentía de nada.

—¿Y por eso te vendiste al clan Sallow? ¿Por eso ayudarás a que este lugar sea destruido? ¿Por qué? ¿Es venganza? Si quieres destruirme, solo enfócate en mí. No metas al clan en esto, deja a los demás en paz.

—Tú eres el clan. Y el clan es todo para ti. Ellos saben que si destruyen todo lo que amas, acabarán contigo. Piensan que tu cordura no sobrevivirá cuando esto caiga —confesó ella. Aquellos miserables Sallow lo tenían todo planeado. Habían movido sus piezas cuidadosamente, se infiltraron gracias a Noelia, tenían todo preparado para destruirlo. Pero él no lo iba a permitir, ya sabía lo que tenía que hacer y hacia dónde dirigir esa conversación.

—Ellos. Los Sallow.

—Sí.— Noelia intentó ponerse de pie, las rodillas le flaqueaban—. Es eso lo que ellos quieren hacer. Y si no estoy encerrada en alguna celda de los calabozos, si no me has torturado aún, si no me has matado; es porque lo sabes de alguna forma.

Reina Escarlata I: Guerra de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora