Capítulo 20: Aclaremos algo

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El desayuno para las únicas humanas del Palacio Arzobispal se sirvió a la hora indicada, a las ocho en punto

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El desayuno para las únicas humanas del Palacio Arzobispal se sirvió a la hora indicada, a las ocho en punto. Había notado que Cassian era bastante puntual con eso, el día anterior pasó lo mismo. Llegó cinco minutos después de las siete y la comida ya se estaba sirviendo, la encontró algo fría y nadie fue a calentarla. Por eso, aquella mañana Riley y su madre llegaron a la hora exacta para el desayuno. Todo se sirvió en orden y sin contratiempos. Los empleados encargados del desayuno solo las saludaron y no dijeron nada más, solo algunas preguntas casuales sobre si querían más café o si quizá preferían edulcorante.

Riley desayunó en silencio, mamá hacía lo mismo. Y Max, que no era humano y nadie lo invitó, igual estaba ahí con ellas. Solo quería hacerles compañía, eso lo sabía. Pero lo que de verdad quería Riley era saber qué rayos iba a pasar con ella. Si, estaba en ese lugar seguro que tenía una escuela y todo, pero no tenía idea de qué sería de su vida y cuáles eran los planes de los Edevane para ella. Sabía también que Max no tomaba las decisiones ahí, el que estaba a cargo de todo era otro. Uno al que, por cierto, besó en el cuello el día anterior. Tenía que hablar con Cassian y le daba miedo pensar en eso porque no tenía alternativa.

El desayuno transcurría con normalidad, cuando de pronto la puerta se abrió de golpe, haciendo que casi se le escape un grito. Si hasta derramó un poco de su café y a mamá se le cayó una cuchara al piso. Era Ettiene.

—Max, muévete. Tenemos que hacer.

—Buenos días, hermano Maximilian, ¿cómo has amanecido? —le dijo Max en un tono de cortesía fingida.

—Mueve el culo y cállate —ordenó Ettiene en ese tono tosco de siempre.

—¿Y por qué debería hacerlo? Ni siquiera has saludado a las damas. Qué falta de respeto —Ettiene soltó un bufido, Riley sabía que la odiaba y que quizá no le gustaba que esté ahí. Bueno, odiar es una palabra muy fuerte, pero de hecho que no le agradaba. Suponía que saludarla estaba en su lista de cosas que le importan una mierda.

—Buenos días —les dijo a ellas sin mirarlas—. ¿Ya te mueves?

—¿Qué vamos a hacer hoy?

—Liberar a Kyle —escuchar eso casi hace que Riley se atragante con el café. Suponía que ya habían sacado de él todo lo necesario para poder defenderse de los vampiros Sallow. Además, Cassian había prometido a esa tal Maxine que dejaría vivo al muchacho. Ah vamos, que ese de muchacho no tenía nada, casi hace que los maten a todos—. Y porque soy un hermano muy considerado pensé que querrías venir a desangrarlo un poco, para que veas que te tengo aprecio y tú solo me señalas los modales. La próxima te mando a la mierda directamente y se acabó.

—Hubieras empezado por ahí —dijo Max poniéndose de pie.

—¿De verdad te vas a ir para eso? —preguntó ella—. Y también buenos días, Ettiene.

—Si, como sea. ¿Vienes o no? —insistió el vampiro.

—Claro, voy de una vez. Tranquila Ri, solo le daré una lección a ese infeliz.

Reina Escarlata I: Guerra de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora