Capítulo 22: Buen amigo

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Su primer día de clases en el internado no estuvo bien del todo

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Su primer día de clases en el internado no estuvo bien del todo. Le pusieron una amonestación por saltarse una clase y tendría que presentarse luego ante el director de conducta, que era un sacerdote, por cierto. Riley supuso que Cassian acabaría enterándose de todos modos, así que ya se le ocurriría algo. Luego entró a clase de química e hizo el ridículo, pues no respondió una pregunta básica por andar pensando en la conversación que tuvo que Max. Lo único que quería era que se acabe ese maldito día.

Durante el almuerzo se encontró con Jazmín, y eso al menos la distrajo un poco. Entraron juntas a una clase de literatura y luego tendría que ir a la oficina del director de conducta para hablar sobre la clase que se saltó. Lo único que esperaba era que no la hagan rezar ni nada, ella le dejó claro a Cassian que no entraría en la religión solo por estar en esa escuela. La idea de que la sermonearan con biblia la ponía de mal humor, así que decidió acabar de una vez con eso y se fue a recibir su amonestación. Quería inscribirse en el equipo de natación, al menos eso le daría algo para distraerse.

A esa hora de la tarde el internado estaba más tranquilo. La gente estaba en las salas de estudio o en los talleres escolares, no pasaban muchas personas por los pasillos. Por eso le llamó de inmediato la atención ver ahí a Howard, se atrevería a decir que la estaba esperando. Al verla, el vampiro se puso de pie y la miró fijamente. Sin querer se sintió un poco nerviosa, ellos apenas se conocían y no tenían mucho que hacer a solas.

—Hola, Riley —le dijo él con una sonrisa amable.

—Hola —saludó ella mientras daba un rápido vistazo alrededor. No había nadie cerca.

—Te va a parecer muy raro lo que voy a decirte ahora mismo, pero necesito que vengas conmigo.

—¿Qué? —preguntó sin entender, hasta empezó a asustarte—. ¿Para qué?

—Tranquila, no pasa nada. Bueno, no pasará nada —le dijo él, parecía relajado y ella no sabía si creerle.

—Eres un vampiro.

—Y no tengo hambre en este momento, por cierto —aclaró él—. Y aunque estuviera famélico, créeme que el tuyo sería el único cuello que no mordería. Soy fan de no morir envenenado con sangre mágica, ¿sabes?

—¿Cómo....?— Ok, Max tuvo razón. Ni siquiera completó su pregunta, ya sabía quien le fue con el chisme a Howard, obviamente fue Jazmín.

—No solo ella —agregó Howard como si hubiera leído sus pensamientos—. Ya te conté que soy parte del clan Edevane, tenemos prohibido hacerte daño, son órdenes de nuestro líder. Al contrario, tenemos que hacer cualquier cosa por protegerte, así nos cueste la vida. Pero ese no es el punto, Riley. De verdad necesito que vengas conmigo ahora, no tenemos mucho tiempo.

—¿Para qué? No puedes esperar que simplemente confíe en ti —le dijo muy firme. Apenas conocía a Howard, no iba a desaparecer a solas con él. Puede que no se atreva a matarla, pero había otras formas de lastimarla.

Reina Escarlata I: Guerra de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora