Capítulo 26: Delirio místico

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Marcus Sallow miró atento cómo Philippa Dagger ejecutaba aquel hechizo

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Marcus Sallow miró atento cómo Philippa Dagger ejecutaba aquel hechizo. La forma en que decía el encantamiento era suave, casi un susurro. Y no era solo eso, había algo sensual en su forma de hablar. No pudo evitar pensar en eso, era como si Philippa quisiera seducir con sus palabras en aquel viejo idioma. Él apenas entendía lo que hablaba, pero sabía que aquello era delicado. Los dedos de la bruja se movían suavemente sobre la bandeja de plata, ahí la sangre revoloteaba sin parar. Se mezclaba hasta hacerse una sola. Qué complicado podía ser realizar un hechizo que llevaba a algo tan simple para cualquier persona. Provocar deseo sexual.

Cuando Philippa terminó, la sangre en la bandeja se separó poco a poco. Las gotas estaban muy cerca una de la otra, pero ya no mezcladas como hace un rato. Solo entonces Marcus notó la diferencia, la de la derecha era más oscura que la otra. Y él nunca sabría cuál de las dos era de Cassian.

—¿Cómo ha ido hoy? —preguntó el vampiro.

—Perfecto. Aunque las cosas serían mucho mejor si tuviéramos la sangre de Riley. Esta es la sangre de su padre, no es lo mismo. Esa esa la razón por la que la muchacha se resiste. De lo contrario hace mucho estaría en los brazos de ese miserable.

—Ya veo —dijo sin mucho agrado. Todos los días Philippa renovaba el hechizo de vinculación entre esos dos para lograr que al fin hicieran lo que les tocaba. Necesitaban que se cumplan los planes y que esa muchacha se embarace de una vez de la niña que necesitaban para hacer el ritual.

—No seas pesimista, Marcus. Va a funcionar —le dijo tranquila la bruja—. Esa chica ha heredado la sangre de Cassandra, su vida y su esencia. Ella vive dentro de Riley, si se resiste es solo porque la muchacha aún puede pensar por ella misma. Pero sus mentes tienen que fusionarse, y entonces ya no habrá marcha atrás.

—Si, supongo que todo es parte del plan maestro de los Dagger. Recuerda que prometiste que si te ayudaba tendría la cabeza de Cassian en mis manos. Tienes su sangre y solo la has usado para ese ridículo hechizo, sé que podrías hacerle más daño. ¿Por qué no lo haces? —reclamó. Esa era una de las cosas que lo frustraban y mucho. Los Dagger y los Sallow trabajaban juntos para ganar esa guerra, pero en el fondo ambos bandos tenían sus propios planes. Los brujos querían a su nueva reina escarlata y harían cualquier cosa que sea necesaria para eso. En cambio los Sallow querían desaparecer al clan Edevane, querían ver muertos a cada uno de ellos, en especial al líder. Marcus sabía que con la sangre que tenían de Cassian se podrían ejecutar hechizos mortales que debilitaran al vampiro y así tomar ventaja en la guerra. Pero no, la prioridad de los Dagger era hacer que el miserable se acueste con una muchacha pelirroja que llevaba en las venas la marca del pecado de Cassandra.

—Voy a cumplir con eso, Marcus —contestó Philippa restándole importancia—. Mi aquelarre no ha olvidado sus promesas, y en cuanto consigamos que Cassian y la chica esa tengan a nuestra nueva heredera, las cosas cambiarán. Él no será necesario nunca más, y ustedes podrán acabarlo. No sabes lo mucho que ansío que llegue ese momento.— El vampiro asintió. Al menos eso lo creía. Los Dagger odiaban a Cassian intensamente, para ellos, mantenerlo con vida era casi un pecado. Necesario claro, pero era una idea que detestaban.

Reina Escarlata I: Guerra de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora