El inesperado despertar a tu...

Da Aomame_kz

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Tony tiene un accidente. Steve vive con un accidente. San Pedro es muy voluble. Y bueno, los pecados no sie... Altro

Año Nuevo
San Pedro
Camino
Despertar
Azul
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Aleluya
Tony
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Rogers
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Da Aomame_kz

El despertar después de esa noche fue raro. Tony abrió los ojos sólo para descubrir que Steve no estaba ahí y, aunque al principio no le suscitó ningún problema, puesto que su esposo solía levantarse temprano para ir a correr; el recuerdo de las horas de angustia fue más fuerte que la cotidianidad. Se asustó, pensó que quizás la reconciliación no había sido más que un producto de su imaginación y, que por el contrario, Steve seguía molesto y ni siquiera había llegado a dormir esa noche. Su mente comenzó a elucubrar absurdas teorías. 

Se incorporó de golpe, tan así que cuando puso un pie sobre la alfombra, se sintió mareado. Se sostuvo de la mesita de noche y tragó saliva. Tenía sed, al parecer llorar deshidrataba. Se miró brevemente en el espejo del tocador y dio cuenta de lo hinchado de sus ojos. Pero aquello no le importaba, salió de la habitación en busca de Steve o en su defecto de Pepper o Nat.

—¡Steve!—llamó al tiempo que bajaba las escaleras, lo más rápido que su adormilamiento le permitía.

Steve lo escuchó desde de la cocina, donde compartía un café con Pepper y Natasha. Los tres voltearon en dirección a la voz.

—La bella durmiente ya despertó—bromeó Nat, poco antes de darle un sorbo a su café.

—Será mejor que aparezcas, Steve, o entrará en crisis—canturreó Pepper.

Steve rió, dejó su taza sobre la mesa y se levantó del banco. Tony estaba a pocos escalones del final de la escalera cuando llegó.

—Tony, ¿qué sucede?

Tony levantó la vista, se detuvo y estiró los brazos como un niño pequeño. Steve se acercó y al tenerlo cerca, Tony dio un salto, y se aferró a él como un koala.

—Pensé que no estabas—dijo Tony hundiendo el rostro en el cuello de Steve—, que te habías ido.

—No, cariño, hoy no fui a correr—Steve le sostuvo mientras reía suavemente.

—¿Entonces por qué no estabas en la cama?

—Vamos, Tony, no seas infantil—dijo Pepper unos pasos atrás, disfrutando del espectáculo y su taza de café.

Tony levantó la vista y miró a su amiga, o más bien, amigas; Natasha también estaba ahí, sonriendo suavemente.

—Tenemos visitas—se explicó Steve—, pero no quise despertarte.

—Hablamos con él—dijo Natasha—, te dije que no tenías de que preocuparte.

—Eres tan drama queen, Tony—se burló Pepper.

Tony les miró entre dormido aún, perplejo y divertido. Le gustaba que la dinámica de todos volviera a ser la misma, incluyendo los intentos bastante eficaces de Pepper de molestarlo.

—¿Todo bien?—Preguntó sin bajar de Steve.

—Perfecto—dijeron ellas.

—¿Quieres desayunar, Tony?—preguntó Steve, cargándole sin problemas ni objeciones.

Tony se incorporó un poco y le miró. También las atenciones de Steve para con él habían vuelto, más bien, nunca se habían ido. Se vio en las pupilas de Steve, el mar en ellas estaba calmo, brillaba el sol en esa playa particular, y ver eso lo tranquilizó aún más, le hizo sonreír.

—Sí, quiero.

—Entonces, te bajaré.

—Está bien.

Steve le dejó apoyarse en la duela despacio, y le dejó con las chicas. Tony se volcó a preguntarles que tanto le habían dicho a Steve.

—Lo de Stephen fue fácil—dijo Pepper—, bastó con que le dijera que era mi novio.

—Y con las fotos, bastó con explicarle que no se las mostré porque no tenían sustento y que, solo olvidé borrarlas—dijo Natasha.

—¿Y hablaste con tu hermana?—Preguntó Tony.

—Sí, Tony, no te preocupes. Además se va mañana, y ten por seguro que te pedirá disculpas, y a Steve también.

Tony asintió.

—Por cierto, les traje algo de la comida de ayer, así no se preocupan por la comida de hoy—añadió Nat y le tendió a Tony su taza vacía—. Yo me voy, tengo ensayo.

—Me voy contigo—dijo Pepper e imitándola le entregó su taza vacía a su amigo—. Ah, Tony, te veo en la oficina.

—¿Qué? No quiero ir. Quiero estar con Ste...

—Dije que te veo en la oficina, ya tendrás tiempo para lo demás.

—Steve tiene que ir a SHIELD de todas maneras, Tony—informó Natasha—. Me iré a despedir de él,por cierto. 

—Yo también.

Ambas dieron media vuelta para ir a la cocina.

—Demonios—masculló Tony—, pudieron llevar sus tazas ustedes.

Cuando Tony entró a la cocina, sus amigas iban saliendo. Dejó las tazas sobre la isla de la cocina y fue hasta la estufa, donde Steve se apuraba en prepararle algo de desayunar. Se abrazó a él por la espalda.

Beloved, ¿irás a SHIELD? ¿Me llevas antes a Industrias Stark?

—Sí, claro que sí, Tony.

—¿Qué preparas? Huele raro.

—Huevos revueltos, ¿no quieres?

Tony se asomó por un costado, en la sartén aún no estaban los huevos, sólo las cebolla sofriéndose, arrugó la nariz.

—Si quiero, pero la cebolla huele raro.

—¿Tú crees? Para mi huele como siempre.

Tony se encogió de hombros.

—Me iré a dar un baño, mientras está.

Steve asintió, y él echó a correr para ducharse rápidamente.

*** 

Como Pepper no llegaba, Tony se puso a jugar con los clips sobre su escritorio. Los iba desarmando para crear pequeños soldaditos de acero, que iba formando sobre una carpeta que su amiga tenía sobre otros papeles.

—Tony, lo siento, ¿tienes mucho aquí?

Pepper entró y cerró la puerta con pestillo.

—No mucho, mira—Tony levantó uno de sus soldaditos de clip—¿Crees que se parece a Steve?
Pepper rodó los ojos divertida, tomó el muñequito de alambre, y penso que Tony, enamorado, era la cosa más cursi del mundo, afortunadamente no había pasado nunca antes.

—No lo sé, tú conoces mejor su anatomía.

—Ja, ja, muy divertido Potts. Dame—Tony recuperó su muñeco y se reclinó contra el respaldo del asiento de Pepper—. ¿Qué era tan urgente?

Pepper se sentó en una de las sillas frente a su escritorio y suspiró.

—Verás... Sharon...

—Arruinó la junta.

—No, hasta eso se comportó. Lo que pasa es que después los miembros del consejo se obstinaron en ir a comer, para celebrar tu regreso y...

—Arruinó la comida, le afloró lo sangrona.

—No... déjame terminar—Pepper le miró por un breve momento con el ceño fruncido y luego, volvió a suspirar—. El punto es que después de ello, uno de ellos me interceptó para preguntarme sobre el asunto Vanko... también tenemos que hablar de ello...

—Por Dios, Pepper, ¿qué pasó?

—Steve estaba en una cafetería de a lado, Sharon aprovechó que yo estaba distraída y habló con él—dijo de corrido y casi sin espacios—. Lo siento, Tony, sólo la perdí de vista por un...

—¡¿Qué?! ¡¿Se atrevió a hablarle?!—Tony dejó de hacer sus figuritas y se puso de pie.

Pepper asintió. —Le dije que estaba trasgrediendo nuestro trato, pero es evidente que no le importa.

—¿Qué le dijo?

—No lo sé, Tony. Pero no creo que haya sido nada bueno, Steve no se veía bien... quiero decir, sabiendo lo que pasó con las fotos esas, era normal, pero había más ahí.

—¡Carajo! ¡Esa bruja hará que me odie!

—Le advertí que no puede volver a pasar.

—Ya me encargaré yo de recordárselo—Tony rodeó el escritorio y se dirigió a la puerta.

—Tony, ¿qué vas a hacer? ¿A dónde vas?

—A casa, a hablar con ella. A poner los puntos sobre las íes.

Pepper ya se lo esperaba, por eso había puesto el pestillo, para darse tiempo de alcanzar a Tony.

—Hay una cosa más, Tony.

—¿Qué cosa?

—Quiere fiesta de cumpleaños.

*** 

Sharon salía del jacuzzi, cuando Tony entró a su habitación hecho un bólido. La mujer, en su cuerpo, le miró indignada, mientras cruzaba la bata de baño contra su pecho.

—Deberías tocar, Stark—reclamó.

—¿Qué le dijiste?

Con calma, Sharon se dirigió al tocador y se miró en el espejo,

—Oye, es bastante raro ser hombre. Eso de hacer pis de pie es muy difícil. ¿Tienes algún consejo? Porque la verdad no tengo puntería.

Tony frunció el ceño, y le tomó del brazo para obligarla a verle.

—Te estoy haciendo una pregunta.

Sharon suspiró.

—¿A Steve?—Tony asintió, Sharon levantó la vista hacia Pepper, quien aguardaba de pie cerca de la puerta— Ya te fueron con el chisme.

—Rompiste el trato.

—¿Y? Tú también, sigo encerrada aquí; y eso que ya puedo caminar mucho mejor. Por cierto, me enteré que pronto será tu cumpleaños, así que quiero una fiesta digna.

—No me hagas perder la paciencia, Sharon. ¿Qué le dijiste a Steve?

Sharon sonrió y se sentó en la cama con toda calma y cinismo.

—Pregúntale a él.

—¡Te pregunto a ti! De una vez te advierto que si le dijiste algo que lo hiriera...

—¿Qué? No le dije nada que no supiera.

—¡Ese es el jodido problema!

—¿Y a ti por qué te importa tanto?—Sharon levantó una ceja y luego sonrió—Oh, ya veo—rió—; de verdad te gusta. ¡Oh, Dios! estás viviendo como yo en todos los sentidos. Disfrutas de él, ¿cierto?

—No hables de él como si fuera un objeto.

—Stark, si tú vives mi vida como yo, lo justo es que yo haga lo mismo con la tuya—Sharon ignoró las palabras de Tony.

—Yo no vivo como tú, yo vivo feliz. Si quieres vivir mi vida como yo, te decepcionarás.

Sharon rodó los ojos, desestimando las advertencias de Tony.

—Sea como sea, quiero una fiesta de cumpleaños por todo lo alto—se estiró sobre la cama en gesto dramático. O si no, le llamaré a tu amorcito.

Tony se adelantó, estaba a nada de darle un puñetazo, pero para suerte o no, Pepper lo detuvo. Se dijo que con esa mujer no se podía dialogar, era como hablar con la pared, pero aun así quería entender.

—¿Por qué, Sharon? Dime, ¿por qué lo odias tanto? ¿Qué pudo hacerte para que te comportes así con él? ¿Por qué disfrutas tanto de herirlo?

Sharon, quien miraba hacia el techo recostada en la cama, se incorporó lentamente. Ella y Tony compartieron una silenciosa mirada, tan hostil de un lado como del otro. Pepper no pudo dejar de pensar que la escena era tan extraña como la situación misma. Sólo esperaba que no comenzaran a romper cosas.

—Es un hombre a la antigua—dijo Sharon, aparentemente, Tony, había hecho las preguntas correctas—, me asfixiaba, me aburría. Me pasaba el día en casa, no podía hacer absolutamente nada; no me dejó trabajar. Era como una prisionera en esa casa en los suburbios custodiada por sus dos amigos entrometidos.

Tony casi le hubiera creído... nah, no se habría tragado nada de eso.

—Mentira—dijo—, si estás insinuando que Steve es un machista de poca monta, de una vez te digo que estás equivocada. El maldito es el hombre más feminista que conozco. Basta con oírle hablar de su madre, de Natasha... él me dijo que nunca te pidió dejar el trabajo, y le creo porque no puso ni un solo pero cuando yo empecé a trabajar; es más, me acompañó y apoyó en cuestiones laborales; hasta le recordó a sus jefes que si querían hablar de proyectos de Industrias Stark, debían hablar conmigo, con la "experta", no con él. ¿Prisionera en tu casa? Steve no dice nada sobre la hora en la que llego, ni siquiera se molesta si me llevo el auto sin avisarle, hasta puedo jurar que lo compró para ti, para que lo usaras de la manera que quisieras, porque él casi no lo usa. Nunca me ha prohibido nada. Me deja ser y hasta me consiente. Me hace de comer y hace las compras; cuida de su casa, la arregla, ¡vamos! ¡Plancha y lava su ropa! ¡¿Tú qué demonios hacías?! ¡No me vas a engañar con ese teatro estúpido!

Pepper sonrió, ese era Tony defendiendo a capa y espada a su hombre, era gracioso por un lado y por el otro, le gustaba tanto que fuera así. Sharon, por el contrario, fue endureciendo su gesto, se notaba que tenía ganas de hablar, pero Tony no había terminado de enumerar las monerías de su esposo.

—Él es amable, detallista, atento, compresivo... sus amigos son geniales. ¡Maldita sea! ¡Es como un príncipe de cuento de hadas moderno! ¿De qué podrías quejarte? ¿Qué te hacía falta? ¡Nada! ¡Nada en absoluto! ¡Es el hombre perfecto! ¡La pareja de ensueño! ¡¡¿Qué carajos te podía hacer falta?!!

—Eso cansa, es aburrido—concluyó Sharon débilmente.

—No lo es, yo me rió mucho con él. No es que él sepa contar chistes, es malísimo para eso. Pero es tan inocente, tan sincero e inteligente que siempre tiene un comentario acertado, uno para hacerme sonreír, para mostrarme algo que no había visto. Siempre logra que me sienta alegre y, a veces, le basta una oración simple. Para mí que la aburrida eras tú.

Sharon se incorporó de la cama y se acercó a Tony.

—No tienes idea. ¡Has vivido unos meses con él, yo años!

—¡Me han bastado para saber cómo es, para saber que él no finge, que no es como tú o como yo! Además, San Pedro dijo que era bueno, ante él la mala eres tú. Y a ver, quiero ver, que contradigas a un santo. Ya te estoy viendo arder en el infierno.

—Entonces, Stark, si es tan "perfecto", ¿no debería darte envidia? Tú, como hombre, ¿no te sientes menos?

Tony frunció el ceño.

—Sí, a veces, pero ¿sabes qué? Estando a su lado, dan ganas de ser mejor. Yo soy mejor cuando estoy con él. Ese tipo de ser es él.

Sharon bufó y sacudió la cabeza.

—¿Es lo que te pasa a ti? —Tony le miró entrecerrando los ojos, como si la analizara— Es eso, ¿cierto? Te molesta que él sea mejor que tú, detestas sentirte inferior. Y lo que haces  sentir mal para que se sienta inferior a ti, aunque no sea así ¿verdad? Necesitas herirlo para tener poder y así sentirte por encima de él. Para que él crea que no es suficiente, que no te merece; cuando eres tú quién no lo merece, y lo sabes.

Pepper se dio cuenta que Tony había tirado del hilo correcto, se notaba en la mirada de Sharon, que era la de Tony, cierto espanto, como si le hubieran descubierto un secreto. No dijo nada, sólo se quedó ahí, intentando matar a Tony con la mirada. Éste, con calma, dueño de sí mismo, sonrió.

—Es eso y tu ambición por el dinero—sentenció.

—No me importa—respondió Sharon—, piensa lo que quieras. ¿Quieres que cumpla el trato? Quiero mi fiesta de cumpleaños.

Tony se encogió de hombros.

—Eso es fácil. Pero no quedará impune lo que hiciste ayer. 

—¿Ah, no? ¿Y qué vas a hacer? ¿Mandarme a mi habitación? ¿Me darás nalgadas?

—Ya quisieras—dijo Tony y sonrió más amplio, como quién tiene un as bajo la manga—. Sólo quería decirte que Pepper es tu albacea.

—¿Mi qué?

—Albacea. Significa que ella decide cuanto dinero puedes gastar, incluso si gastas o no. Ella administra el dinero para ti, que tampoco es mucho, no creas.

—Soy mayor de edad, puedo hacerlo...

—Tuviste un accidente, estuviste en coma... eso pone un poco en duda tu cabalidad. Y en caso de una emergencia como esta, lo tengo estipulado así en una carta poder que ella tiene. Le doy autoridad, casi total. Yo no me preocupó, Pepp es de mi entera confianza. Preocúpate tú.

—Revocaré esa carta, soy Tony Stark y...

—Y Tony Stark no puede hacer nada, hasta ser dado de alta—Tony sonrió aún más malicioso—. Y adivina qué, el único doctor que puede darte de alta es Stephen Strange, quien, para tu mala suerte, trabaja para mí y es novio de Pepper. ¿Sabes cuándo te dará de alta?

Sharon apretaba puños y mandíbula, furiosa e impotente.

—¿Lo sabes o no? ¿No? Fácil, pregunta de primaria, respuesta de primaria: cuando yo quiera.

—No puedes...

—Mírame—dijo Tony dando media vuelta—. Eso es por haber afeitado mi hermosa barba—luego, tomando la mano de Pepper salió de la habitación.

Escucharon el grito de frustración de Sharon tras la puerta.

Pepper suspiró.

—Bien, eso fue divertido—dijo.

—Lo sé.

—¿Se hará la fiesta?

—Me parece que sí. Una moderada. No por ella, sino para no levantar sospechas. Mi fiesta de cumpleaños es un evento social anual que muchos esperan.

—Es cierto.

—Sólo vigílala, no quiero pescar alguna enfermedad o morir de congestión alcohólica.

—Necesitaré vacaciones todo pagado cuando esto termine.

—Lo que quieras, Pepper.

—Hablando de cumpleaños, ¿cómo festejaras tú?

Tony se encogió de hombros.

—Quizás haga ver a Steve, Stark trek de nuevo, y comeré donas gourmet.

—Eso es sencillo.

—Es perfecto.

*** 

Cuando Tony volvió a casa, encontró su sala llena de cosas, maletas y ropa, que no parecía ropa del diario y, en medio de todo eso, estaba Steve.

—¿Qué es todo esto, capitán?—le dijo al entrar y dejar su chaqueta sobre el respaldo del sillón.

Steve levantó la vista y le sonrió.

—Lo siento, Tony. Es que estoy revisando mi equipo.

—¿Equipo de qué? ¿De trabajo?—Tony alcanzó un casco que tenía a la mano, era idéntico al que vio aquella vez que Steve salió de misión. Ante el asentimiento de su marido, Tony frunció el ceño—¿Irás a una misión?

—Sí, pero creo que no tengo lo que necesito.

—¿Por qué? ¿De qué trata la misión?

—No te puedo decir.

Tony frunció más el ceño y se sentó en la alfombra a lado de Steve, quien seguía revisando sus uniformes con gesto inconforme.

—Soy tu esposa, Rogers.

—Y aun así, no te lo diré.

—¡No se vale!

—Seguro que también tienes secretos—Steve rió y pero Tony sintió la puñalada directamente en el corazón—. Es información clasificada, cariño, no puedo hablar—explicó con calma, después.

Tony bufó inconforme.

—¿Qué te hace falta? ¿Alguna arma?—dijo pensando en alguna de sus bebés.

—No, eso no. Es por el lugar en donde será, que sé que no tengo lo suficiente.

—Tampoco me dirás dónde es ¿cierto? —Steve asintió y Tony volvió a bufar molesto, si era honesto consigo mismo, odiaba las misiones de Steve, ya con la primera había tenido un susto que no quería repetir—. Dame alguna pista, al menos. No diré nada, ¡Vamos, Steve!

Lo tomó del brazo y lo sacudió emberrinchado. Steve rió y tras zafarse de su agarre le dio la pista.

—Un lugar muy frío. Tal vez, con tormentas de nieve. Es todo lo que puedo decirte—Steve sacó una chaqueta que parecía acolchonada, propicia para un lugar como el del que hablaba—, estas cosas sirven, pero me dificultan el movimiento, y las cosas que me facilitan eso, son muy delgadas y poco térmicas.

—Yo lo arreglo—dijo Tony sin pensar—, te haré un traje ligero y que guarde el calor. Hay unas telas recién desarrolladas en Industrias Stark. Tecnología de punta.

Steve le miró un tanto curioso.

—No sabía que supieras corte y confección.

—Si puedo arreglar una podadora, te aseguro que sé usar una máquina de coser.

Steve rió.

—¿Segura? ¿No te traerá problemas en tu trabajo, si tomas esa tela?

—Sí y para nada, déjamelo a mí. ¿De qué color lo quieres?

—Azul marino.

—¿Algún adorno?

—No lo creo...

—Te pondré una estrella gigante, así podrás pedir deseos en caso de emergencia—bromeó Tony.

—¿Te burlas de mí?

—No qué va...

Steve tiró de él y lo derribó sobre la alfombra haciéndole cosquillas. Tony rió y se retorció queriendo escapar de su toque, pero a la vez, muy divertido como para querer que terminara. Sin embargo, en su escape, chocó contra algo metálico que estaba dentro de una funda. Se incorporó y abrió el cierre.

—¿Qué es esto?—preguntó mientras sacaba el contenido.

—Mi arma.

—¿Tu arma?—Tony sostuvo en sus manos un enorme disco de acero—¿Un plato? Steve, sé que sueles solucionar cosas con comida pero...

—Es un escudo, Tony.

—Ya lo sabía—dijo éste riendo—, pero esto no es un arma, Steve, es un jodido escudo, sirve para defenderte.

—Es muy versátil, te lo aseguro—dijo Steve riendo y volviendo sus cosas a sus respectivas maletas del ejército.

—¿No usas pistolas? ¿Qué rayos haces con esto?

—Uso pistolas también... lo que hago es, básicamente, lanzarlo como un frisbee.

Tony rió y se sentó a su lado con la espalda contra los bajos del sofá, y el escudo aún en sus manos.

—¿Cómo es que esto se convirtió en tu arma?

—Me hicieron pruebas antes y después de entrar a SHIELD, en ambas ocasiones, terminé usando un escudo como arma—dijo Steve—. Cuando me dieron a escoger armas, elegí eso. Bucky, por ejemplo, es un excelente tirador, él maneja cualquier tipo de arma de fuego, en especial si son largas; pero lo mío es un poco más el cuerpo a cuerpo.

—Innecesariamente peligroso.

—El escudo ayuda mucho. Es, al mismo tiempo, defensa y ataque—Steve pasó por alto el comentario de Tony.

Tony frunció el ceño mientras examinaba el dichoso escudo. No estaba muy seguro de lo que Steve decía, pero ver para creer.

—¿De qué está hecho? Se ve que es muy resistente.

—Lo es, absorbe grandes impactos, además, es ligero. Es de vibranium.

—¡No jodas!—Tony lo miró sorprendido— Esa cosa es muy difícil de encontrar y de trabajar. ¿Quién lo hizo?

—No me lo creerías.

—Dime Steve, necesito hablar con quién lo haya hecho. No lo entiendes, esto es genial. ¡Dime!

Steve rió, antes de contestar.

—Stark, Howard Stark.

La sorpresa entonces se volvió de otra naturaleza.

—¿Qué? ¿Conociste a mi... al viejo...?

Steve asintió.

—¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?

—Estaba en una de las pruebas que hice. Yo era un adolescente, entonces. Después, cuando entré oficialmente a SHIELD y dije que quería un escudo, me mostró varias opciones, incluyendo ésta.

—¿Y te dio vibranium, así como así? No sabía que había eso en Industrias Stark.

—Era lo único que tenía.

—¡Y te lo dio! ¿Por qué?

Steve se encogió de hombros.

—Supongo que le caía bien.

—¿Hablaste con él? Steve, cuéntame.

Steve se sorprendió un poco por la curiosidad que mostraba Tony. Pero comenzó a narrar sobre lo poco que conocía a Howard Stark. En su percepción era un buen tipo, un poco arrogante, sin duda, pero también con sentido del humor. A él lo trataba como un amigo, a pesar de la diferencia de edad; Steve, bien habría podido ser su hijo. Pasaba mucho tiempo en SHIELD, y tampoco es como si se vieran mucho, pero en sus primeros años dentro de la organización mantuvo una relación cordial con él. Después, cuando murió, no pudo asistir al funeral, pero asistió después a su tumba para presentarle sus respetos.

Tony lo escuchó. Era extraño, muy extraño. Su padre jamás había mencionado a Steve, o quizás sí, ahora que lo pensaba, había escuchado algo respecto a un joven talento que querían atraer a SHIELD, tal vez, era de él de quién hablaban. Era casi como un entramado del destino. Siempre había estado a un paso de conocer a Steve, a un paso de él.

—Supongo que nunca mencionó a su hijo, ¿cierto?—Tony sintió una puñalada autoinfligida cuando dijo eso, pero su curiosidad era mucha.

—Sí, lo hacía—dijo Steve—, todo el tiempo.

—Pero nada bueno, ¿verdad? Todos saben que Tony Stark era una bala perdida desde joven.

—¿En serio? No lo sé, nunca atendí a las notas de sociedad. Pero Howard hablaba siempre cosas buenas de él.

Tony lo miró incrédulo, con la boca abierta, sorprendido de sobre manera.

—¿Hablas en serio?

—Sí... siempre decía que era más inteligente qué él y que sin duda llegaría más lejos. Dijo que un día me lo presentaría, pero murió antes de hacerlo...

—¿Eso dijo?

—Es lo que recuerdo—Steve se puso de pie, dispuesto a dejar limpia la sala de nuevo—. ¿Ya cenaste? Hay comida rusa en el refrigerador.

—No... ahorita... cenamos.

Steve asintió y sujetó sus maletas, para llevarlas de vuelta a su lugar. Tony se quedó en la sala, con el escudo entre sus manos.

—¿Qué demonios?—se dijo— San Pedro, ¿qué clase de juego estás jugando conmigo?

-+-+-+-+-+-

Espero que les haya gustado. 

Amo a Howard, sí. Y siempre intento reivindicarlo jajaja

Creo que era importante que pudieran entender el porqué de Sharon y además era una pregunta que me venían haciendo; no me gustan los personajes malos porque sí, al menos, me digo, deben tener cierto rencor, aunque éste sea estúpido XD

Qué más... bueno, hay algunos guiños por ahí... y spoilers (pero muuuy sutiles) 

Creo que ya.

¡Nos estamos leyendo!

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