Reina Escarlata I: Guerra de...

By katiealone

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Riley Hudson tiene dos problemas: El chico popular de la escuela es un vampiro, y su nuevo mejor amigo es una... More

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Dedicatoria
Saga Reina Escarlata
Sinopsis
Guía de personajes
La leyenda
Capítulo 1: Estúpido Max
Capítulo 2: ¿Por qué eres así?
Capítulo 3: Te pasas de fresco
Capítulo 4: Qué sorpresa
Capítulo 5: Un arma peligrosa
Capítulo 6: Inesperado
Capítulo 8: Antonette
Capítulo 9: Diferente
Capítulo 10: El origen
Capítulo 11: Ataque sorpresa
Capítulo 12: Novedades
Capítulo 13: Mi héroe
Capítulo 14: El chico de los mandados
Capítulo 15: Vinculados
Capítulo 16: Planes secretos
Capítulo 17: Detrás del vínculo - Parte 1
Capítulo 17: Detrás del vínculo - Parte 2
Capítulo 18: Entre nosotros
Capítulo 19: Atrapada en el medio
Capítulo 20: Aclaremos algo
Capítulo 21: Hora de hablar de los ex
Capítulo 22: Buen amigo
Capítulo 23: Nunca
Capítulo 24: Deseos prohibidos
Capítulo 25: Anhelo
Capítulo 26: Delirio místico
Capítulo 27: Sospechas
Capítulo 28: Enfrentados
Cambio de imagen
Capítulo 29: Dictadura
Capítulo 30: Thierry es un anciano
Capítulo 31: Vaga esperanza
Capítulo 32: Caballo de Troya
Capítulo 33: Impotencia
Capítulo 34: Piezas del rompecabezas
Capítulo 35: Aefentid
Capítulo 36: Danza de brujas
Capítulo 37: Ha empezado
Capítulo 38: Zona de guerra
Capítulo 39: El día de la caída
Capítulo 40: Desolación [Final]
Notas de la autora
No han visto lo último de mí
Spill the T - Vol. 4
Otras obras de la autora

Capítulo 7: Peligro

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By katiealone


Se le había hecho un poco tarde con eso de buscar al miserable de Kyle por toda la ciudad, y solo se sentía frustrado de no encontrarlo por ningún lado. También buscó a Jesse y sus tíos, pero estos se habían esfumado. Max aún se sentía extraño después de tener esa daga hechizada clavada en su cuerpo, pero con el pasar de las horas la sensación de sentirse enfermo fue disminuyendo.

Cuando tuvo la daga clavada en el pecho no fue como simplemente dormir, fue una tortura. No estaba despierto, no era consciente de lo que pasaba alrededor, pero podía sentir cosas. Como el dolor que le provocaba esa cosa hundida en su carne, y quizá si la daga estuviera en buen estado, hubiera sentido como el veneno de la sangre de la reina escarlata entraba a su cuerpo para matarlo. Era una suerte que los juguetes de los Dagger estén tan desgastados, porque pudo morir esa tarde.

Había sido un día largo y complicado, hasta acabó con Riley descubriendo su verdadera naturaleza. Le daba rabia tener que hacerse cargo de Kyle y Jesse, perder su tiempo en lugar de estar con ella y explicarle con calma todo. Le daba más rabia que ella lo haya descubierto derrotado en el piso de una forma que jamás debió verlo, si de todas maneras ella se iba a enterar que era un vampiro al menos pudo contarle de otra forma, no así.

Aunque dentro de todo Riley había reaccionado bien. En un principio incrédula, después asustada, y luego había superado el susto, o eso parecía. Por supuesto que seguía desconcertada e incrédula con todo ese asunto. ¿Y quién no? Para un mortal común y corriente eso de los vampiros podía sonar genial cuando veías las películas de moda, pero cuando te das la cara con lo real empiezan los problemas. Por eso le urgía tanto ir donde Riley, mostrarle un poco de él y que lo tome con calma. Pero principalmente, que no le tema y que no crea que va a lastimarla porque jamás haría algo así.

Y justo cuando creyó que al fin se la había ganado, había un retroceso entre ellos. Pero vamos, no va a negar que sintió una cosa rara y fea en el pecho cuando la vio llorar a su lado por él, y que su corazón de pronto empezó a latir con rapidez cuando al despertar ella lo abrazó y besó emocionada por verlo bien. Puede que ella aún esté indecisa o temerosa, pero él sabía que le gustaba. ¿Y él? ¿Qué había del frívolo corazón de Maximilian Edevane? ¿Resumen? Latía alocado cuando Riley Hudson estaba cerca. Listo Max, quizá esto no es sólo un gusto y te has clavado con la chica. Felicitaciones.

Se acercó a la casa de Riley, estaba todo muy oscuro, como si no hubiera nadie. Afuera había dos autos desconocidos, cosa rara. ¿Había visita? Y si era así, ¿por qué estaba todo apagado? Afinó el oído en busca de señales de vida en esa casa. Escuchó que alguien estaba viendo la televisión en el primer piso, en el segundo alguien dormía, y de pronto frunció el ceño cuando lo oyó. Un llanto disimulado, pero lleno de dolor y rabia. Riley estaba llorando. Apretó los puños y sin pensarlo más se metió rápido a la casa.

La puerta de la habitación de Riley estaba entreabierta, así que la empujó suavemente y ahí la encontró. Sentada en su cama, dándole la espalda y llorando amargamente. ¿Por qué estaba llorando? ¿Acaso sería por él? ¿Tenía miedo por lo que había descubierto? Esa idea no le agradó nada y se le hizo un nudo en la garganta. Imaginar que Riley podía estar sufriendo y llorando por él era horrible, no quería eso para nada. Sin perder más el tiempo se acercó a ella, ella sintió su presencia, se giró y se secó las lágrimas de inmediato

—¿Max? ¿Qué haces acá? —preguntó en voz baja.

—Soy un vampiro, ¿recuerdas? Super velocidad y todo eso.

—Si, si... ya recuerdo. Sé que dijimos que íbamos a hablar, pero de verdad no creo que ahora sea el momento. Por favor, vete Max.

—¿Quién te ha hecho eso? —preguntó muy serio. Mientras Riley hablaba, él se fijaba en todos los detalles. Tenía un labio partido y en la parte inferior de su rostro había un moretón.

—¿Qué? No, ¿qué dices? —se puso nerviosa y eso sólo lo molestaba más. ¿Pero quién demonios se había atrevido a hacerle eso a su chica? Y peor aún, ¿por qué ella lo ocultaba?

—Riley, me vas a decir ahora mismo quien te ha hecho esto o si no...

— ¿O si no qué? No eres mi dueño, Max. Ya vete que quiero estar sola —se hacía la dura ahora, pero no señor. Esto no se iba a quedar así. Se acercó a ella y Riley retrocedió. Max tomó su mentón despacio, la chica se quedó quieta. La miró a los ojos, no se iba a ir a ningún lado sin saber la verdad.

—¿Qué pasó contigo, Ri? ¿Quién te ha hecho daño? —preguntó suavemente cuando por dentro moría por moler a golpes a quien quiera que se haya atrevido a tocarla.

—No es nada Max, solo me caí... es todo. Soy una torpe.

—¿Esperas que crea esa tontería?— Ella lo quedó mirando silenciosa y bajó la mirada. De pronto sintió que una lágrima mojó sus dedos, ella se había contenido para no llorar pero ya no pudo evitarlo.

—Vete, ¿quieres? No puedes estar aquí —decía con voz entrecortada.

—No me voy a ir a ningún lado, así que me vas a tener que soportar —Riley suspiró. Entonces lo abrazó con fuerza y empezó a llorar. La sintió tan frágil, tan sensible y destrozada que lo invadió de pronto una especie de pena y culpa, un sentimiento que creía haber dejado atrás hace mucho. Max acarició sus cabellos despacio y la apretó con fuerza a sí, quería consolarla, calmarla, quería que parara de llorar, no soportaba verla sufrir.

—Fue papá —soltó al fin—, está abajo. Volvió, no sé por qué, no entiendo... está diciendo locuras. Nos tiene encerradas a mamá y a mí, no hemos podido llamar a nadie por teléfono y tampoco podemos salir de la casa. Está loco, Max. ¡Tengo tanto miedo!

—Shhh... tranquila cielo, todo va a estar bien —dijo y le dio un beso en la frente para volver a abrazarla. Así que su padre, ¿no? Él había averiguado un poco del tipo. La madre de Riley le había puesto denuncias por maltrato y ellas lo abandonaron hace mucho pues la convivencia se hizo insoportable. Y de pronto el tipo volvía a dárselas de macho y golpear a la mujer y a la hija. Pero él le iba a enseñar a punta de golpes lo que era ser hombre—. Escucha, Riley— dijo tomando sus mejillas despacio y hablando con suavidad—, ve con tu madre y salgan por la puerta trasera, yo me encargaré de distraer a tu padre, ¿si? Las llevaré a hacer la denuncia y todo, van a estar a salvo, te lo aseguro.

—Es que Max, no podemos salir —dijo ahora con más miedo y nerviosismo—. Él vino con un tipo, dijo que hechice las puertas o algo así. Creí que era una tontería, pero creo... no sé. Creo que el tipo es como un brujo, eso escuché. Dice que nadie puede salir de la casa hasta que venga alguien a quien están esperando para no sé qué, pero me quieren llevar con ellos. No creí nada, pero cuando intenté escapar por la ventana me di cuenta que no podía. Mierda Max, los vampiros son reales y la magia también, ¿qué es esto?

—Calma...—le dio un nuevo beso en la frente, pero ahora si estaba con ganas de joderse a todos. El padre había llevado a un brujo para encerrar a su familia hasta que se le dé la gana. ¿Y qué quería exactamente? Él lo iba a averiguar—. Riley, esto es lo que vamos a hacer. Ve con tu madre y enciérrense en su habitación, no salgan por nada del mundo, ¿me has entendido? —ella asintió, aunque no se veía muy convencida—. Yo sé lidiar con este tipo de cosas, confía en mí. No salgan por más ruidos que escuches. De tu padre y de su brujo yo me encargo, pero vas a salir de esta, ¿sí? —volvió a asentir. Pobre de ella, las cosas horribles por las que estaba pasando ese día, demasiadas novedades a la vez.

—¿Qué vas a hacer, Max?

—Todo va a estar bien, ya te lo dije. No mancharé tu piso de sangre, eso es seguro.

—Solo no hagas ninguna locura, ¿sí? Prométemelo

—Prometido —dijo él con una media sonrisa y levantando la mano en alto como en un juramento—, ahora ve a hacer lo que te pedí —Riley volvió a asentir y salió de la habitación para ir donde su madre.

Bien, hora de ir a partirle el culo a ese miserable. Qué bien se había contenido delante de Riley para no echar maldiciones ni destrozar todo de la rabia de saber que ese tipo la había golpeado. Nadie toca a su chica, nadie le hace daño. El que se atreva siquiera a arrancar uno de sus cabellos las iba a pagar bien caro. Bajó sigiloso a la sala donde estaba el tipo. Sentando en un sofá veía una estúpida película. Muy distraído, seguro de su triunfo. Así que se paró a su costado y apagó el televisor. El tipo al verlo se paró asustado y retrocedió incrédulo.

—¿Co... cómo entraste? Eres.... Eres un vampiro, ¿no? —dijo nervioso. Así que un tipo familiarizado con lo sobrenatural.

—No me digas —dijo irónico y lo miró seriamente—. Escucha, animal inmundo, vas a hablar antes que te mate. Tu vida me importa menos que la vida de una mosca, así que habla de una vez —se acercó a él con rapidez, no estaba para tonterías—. Me vas a decir qué es lo que tramas ahora mismo.

—Nada —contestó el tipo. Y eso sólo le dijo una cosa, el muy desgraciado era igual que Riley, no podía ser sometido. Había que sacarle las cosas por la fuerza.

—¿Nada? —lo cogió fuerte del brazo y se lo torció, el tipo lanzó un fuerte quejido de dolor—. ¿Estás seguro de eso?

—¡El brujo ya viene! ¡La vas a pagar todas! —decía aún en medio de su dolor.

— Ah...encima me amenazas.— De un rodillazo lo hizo caer sobre la mesa de centro con violencia, haciendo que el vidrio se destroce de inmediato y que se hiciera algunos cortes. Max cogió un pedazo de vidrio y le hizo un corte en la pierna. El hombre gritó de dolor, solo esperaba que Riley no bajara porque ahí si se le jodía la tortura—. Mira, imbécil, me estoy ensuciando mucho las manos así que habla de una vez.— Y amenazante, llevó el vidrio a su cuello, el tipo lo miró lleno de miedo pero al menos parecía ceder.

—¡Yo no quería volver! —soltó al fin cagado de miedo—. ¡Fue esa bruja! ¡La bruja me dijo que tenía que llevarme a mi hija para su ritual!

—¿Qué bruja?— ¿Ritual? ¿Riley en un ritual? ¿Qué demonios quería decir eso?

—¡Una bruja! Me buscó de la nada...Philippa. ¡Se llama Philippa!

—¡Dímelo todo! —gritó furioso. Ahora sí que se sentía completamente fuera de sus cabales. Esa maldita desgraciada, la líder de los Dagger, estaba metida en todo esto. La única bruja llamada Philippa que conocía era ella y no podía ser coincidencia.

—¿Quién eres tú? ¿Por qué estás interesado en todo esto? Si sigo hablando la bruja va a...

—Me importa una mierda con qué te amenazó esa zorra. Quiero que me digas qué está tramando y por qué quiere a Riley.— La rabia lo estaba enloqueciendo. Philippa, Riley, un ritual...Maldita sea, no iba a dejar las cosas así. Le clavó el vidrio en el otro brazo haciendo que gritara otra vez—. ¡Si no hablas ahora te mueres!

—Ella quiere hacer un ritual con nuestra sangre. Necesita la sangre para no sé qué cosa —decía asustado, meado en los pantalones literalmente—. Escucha, no sé quién eres, pero te digo la verdad. Ella quiere algo para enfrentarse a otros vampiros, hacer justicia... ¡No lo entiendo! Riley y yo tenemos la sangre que ella necesita, que es especial...

—¿Especial por qué?

—Dijo que somos inmunes a todo control de los vampiros... es eso... digo la verdad, lo juro —decía llorando desesperado.

—Chillas como un cerdo —dijo haciéndose a un lado mientras encajaba todo. Vaya, ahora si lo entendía. La inmunidad de Riley ante su control, y ahora eso. Su chica tenía una línea de sangre especial para los planes de su Philippa. Aquello solo quería decir una cosa, ya Jesse se lo dijo. Puede que la familia Hudson tenga en sus venas la herencia de la reina escarlata—. Y me dices entonces que ella viene para acá —preguntó Max en referencia a Philippa.

—Si, el brujo ha hechizado las puertas para que nadie salga. Ella llegará mañana. Pero si quieres puedo llamarlo para que quite el hechizo y podamos salir.

—Eso sería muy útil. ¿Como se llama el tipo?

—Dominic, está en mi teléfono.

—Descuida, yo lo llamo —dijo con una sonrisa siniestra. El tipo estaba sangrando, herido, muerto de miedo. Una desgracia. Apenas se puso de pie y Max le dio una patada que lo hizo caer de rodillas sobre los vidrios—. Eso es por atreverte a golpear a Riley.

—¿Tienes algo con mi hija?

—¿A ti que te importa?

—Bueno... es que... solo decía...

—Una cosa más. Me dices que la bruja Philippa quiere usar tu sangre y la de Riley para el ritual, ¿no?

—Si, si... eso dijo. Que nos necesitaba a los dos.

—Oh vaya. Qué buen plan, ¿no? —dijo Max apoyando las manos en los hombros del tipo—. Sería una lástima que alguien se lo arruinara.— Y antes de que el padre de Riley pudiera decir algo más, Max le rompió el cuello matándolo de una vez—. Lo siento Philippa, plan arruinado.

Ahora que sabía que Riley era especial para los asquerosos planes de los Dagger, y que además estaban encerrados en esa casa, había que ponerse las pilas inmediatamente. No quedaba de otra, tendría que llevarse a Riley de ahí como sea. Se quedó unos segundos mirando hacia la escalera, de seguro Riley había escuchado todo el desbarajuste que armó, pero de momento no había bajado. De momento, pero no podía dejar el cadáver de su padre ahí, tenía que ponerlo al menos de manera decente, así que lo cargó y lo dejó sobre el sofá.

Bueno, Max, ¿ahora qué? La cabeza le daba vueltas. Quizá debió ir más lejos en sus investigaciones cuando se dio cuenta que Riley era inmune al control, quizá así hubiera llegado al fondo del asunto mucho antes para estar prevenido. Ahora lo sabía, la sangre que corría por las venas de su chica tenía muchas posibilidades de ser herencia de la zorra escarlata. Eso explicaba que Jesse esté en la ciudad, esa fue siempre su verdadero motivo.

Lo urgente era que seguían ahí encerrados, pronto llegaría el brujo Dagger que había puesto el hechizo en la casa, y quizá al amanecer Philippa estaría ahí para verificar si tenían una nueva reina escarlata. Tenía que reconocer que no podría solo con eso, enfrentar al aquelarre Dagger sin ayuda sería un suicidio. Ahora tenía que pensar con calma, si se había dado en la cara con el nuevo plan macabro de Philippa había que averiguar bien todo. No le quedaba otra que llamar a los Edevane. ¿Llamaba a Ettiene para que llegue a destrozar todo como siempre? ¿A Cassian? ¿Para que cuando se entere que esa chica tenía una sangre especial la mate sin dudarlo? Eso jamás. ¿Qué le queda entonces? Antonette. Vamos, ella es la única que de momento podía darle una alternativa. Así que marcó su número y miró hacia la escalera esperando que Riley no bajara por nada del mundo.

¿Qué pasa? —preguntó ella apenas contestó

—Pequeña Anto, ¿cómo está mi hermana favorita? —le dijo en el tono más cariñoso que pudo hacer. Ella siempre había sido muy pegada a Ettiene, pero aún así se las habían arreglado para guardarse secretos entre sí. No dudaba que ella lo apoyaría con este asunto. No dejaría que nada le pasara a Riley, así que había que ir con cuidado antes de contarle la verdad a Cassian.

¿Qué has hecho ahora? —preguntó ella, como adivinando sus intenciones.

—No hay mucho tiempo para explicaciones, pero ahí te va el resumen: Descubrí el nuevo plan de Philippa contra nosotros.

¿Pero cómo...?

—Dije que no hay tiempo de explicar, tenemos que actuar rápido. No quiero que le cuentes nada a Ettiene y menos a Cassian, ¿entendido? Absolutamente nada, no quiero que él sepa hasta estar seguro.

Entonces, ¿en qué puedo ayudarte?

—Necesito una bruja de confianza, consigue a alguien pronto.

Claro, super fácil. Porque las brujas son super colaboradoras con nosotros, nos re adoran —dijo con sarcasmo.

—Pide ayuda a los Relish, pero sé discreta, ¿si? Cuando digo que nadie puede enterarse de esto, es en serio.

Bien, no sé qué demonios te traes entre manos, pero espero no sea nada estúpido. Vas a tener que comprarme unos gramos más por esto.

—¿Cocaína?

No sé, sorpréndeme.

—Voy a hacer como que no escuché nada. Voy de salida hacia allá, nos encontramos en la ruta, te enviaré la ubicación cuando esté más cerca. Llevas a la bruja, necesito que nos dé unas respuestas. Si salimos hoy mismo en auto llegamos para mañana al mediodía.

Si claro, una pregunta, ¿sabes conducir en carretera?

—Eso no importa, ya me las ingeniaré.

Que sepas conducir importa. Consíguete un piloto. ¿quieres?

—Ya la tengo —dijo pensando en la madre de Riley, si iban a huir de ahí estaba seguro que la chica no querría irse sin su madre, y por supuesto la madre podía ser influenciada por un vampiro—. No perdamos más el tiempo Anto, esto es de vida o muerte.

Si, si... entendí. Entonces date prisa que en un rato ya salgo.

—Nos vemos entonces —colgaron el teléfono. Bueno pues, ya estaba esa primera fase, ahora había que salir de esa maldita casa hechizada. Subió rápido a la habitación donde estaban encerradas Riley y su madre. No había tiempo para las formalidades, pero igual ambas lanzaron un grito de sorpresa al verlo entrar a esa velocidad.

—Max, ¿qué ha pasado? —le preguntó Riley angustiada.

—No hay tiempo —se acercó a la señora Hudson, tenía que calmarla. La inmunidad de Riley venía de lado de padre, con esa mujer podría actuar libremente—. Todo va a estar bien, guardarás la calma y harás todo lo que yo te pida porque sé lo que hago y es lo correcto.— Usar el dominio mental en humanos era algo muy sencillo. Una forma de calmar a la presa, o al menos así fue en un inicio cuando los vampiros solo se dedicaban a cazar sin llamar la atención. Luego lo usaron para hacerse con posiciones de poder en el mundo humano. Y ahora lo usaban para salirse siempre con la suya.

—Si... —dijo la mujer, estaba tranquila tal como lo pidió.

—Muy bien, chicas, no hay tiempo para hablar. Tenemos que largarnos ya. Señora, tome una maleta y metan sus cosas más importantes, documentos, dinero, tarjetas, algo de ropa, lo que quieran. Pero tenemos que irnos ya. Riley, has lo mismo y no olvides la daga que te di.

—¿Cómo que tenemos que irnos ya? —le dijo ella acercándose a él mientras la madre ya se estaba poniendo en acción—. ¿Y qué demonios le has hecho a mamá? ¿La has hipnotizado? ¡Max, responde!

—Escúchame bien, Riley —dijo con seriedad. Ella se quedó petrificada, asustada a decir verdad—. Estoy haciendo todo lo posible por mantenerte a salvo y con vida, a ti y a tu madre. Esa "tontería de la magia" es real, y si no nos vamos ahora te van a hacer daño. Riley, quieren usar tu sangre para un ritual, ¿ahora entiendes el peligro?

—No puede ser cierto...—contestó asustada y llevándose las manos a la boca. Max sabía que a pesar de lo rara de toda la situación, ella le creía. Lo había visto hacer cosas de vampiro y encima había notado que no podía salir de la casa por culpa de la magia—. Pero Max, ¿cómo vamos a salir? Estamos encerrados, ¿y papá? ¿Ya te hiciste cargo de él? —Max asintió, aunque no estaba seguro que Riley se refiriera a haber matado a su padre—. ¿Qué vamos a hacer? Max, tengo miedo...—decía temblorosa. Y le dio tanta pena verla así, tan vulnerable y temerosa.

—Todo va a salir de mil maravillas, solo confía en mí. Me voy a hacer cargo de todo, tú solo has lo que te pido, ¿sí? —ella asintió. No estaba seguro que Riley confiara en ese momento del todo en él, pero era lo que le quedaba. De pronto entró la madre con una maleta llena de todo lo que le indicó .

—Ya está listo Max, ¿a dónde nos vamos? —preguntó.

—Vengan conmigo. El brujo que estaba con tu padre está por llegar, lo obligaré a romper el hechizo. Ustedes deben estar listas para correr apenas sea posible salir.

—Esperen, voy por mis cosas —les dijo Riley. Al cabo de unos minutos ella volvió con una maleta, y también el morral que llevó a la escuela. Ahí estaba la daga.

Max no estaba seguro si en realidad podría obligar a un brujo Dagger a romper un hechizo como ese, no creía que aquello fuera cosa de juego. Si de verdad Philippa sospechaba que la familia de Riley tenía la sangre que necesitaba para renovar el poder de la reina escarlata, entonces no iba a mandar a cualquier persona a hacerse cargo de eso. Esa tarde llegaron Kyle y Elliot, y el infeliz de Kyle seguía vivo, quizá él también aparezca por ahí.

Bajaron juntos las escaleras, pero a medio camino se detuvieron. Max escuchó ruido abajo, alguien estaba recitando un hechizo. Les hizo una seña para que no bajaran, él se adelantó. Para su sorpresa, era Jesse quien estaba en la entrada de la puerta. Quizá Riley reconoció su voz, pues bajó las escaleras y dejó su maleta a un lado.

—Jesse...—dijo ella en voz baja. Ahora que sabía que era un brujo quizá desconfíe de él.

—Ya pueden salir, he roto el hechizo. Solo un Dagger podía lograrlo, y ya está hecho. Váyanse ya.

—¿Qué ha sido todo esto? —preguntó él.

—Ya debes saberlo, cosa de mi madre. Y ya te dije, Max. Ella y yo no estamos en el mismo bando, llévate a Riley, no voy a dejar que la tengan. Ya se van a entretener bastante con su padre.

—Ah... sobre eso, ya no hay padre. Está muerto —Riley y su madre lanzaron un grito de sorpresa. Jesse entrecerró los ojos y soltó un suspiro molesto.

—Solo llévatela de aquí, ponla a salvo. Los buscaré luego, mi madre está en camino, así que me dedicaré a distraerla.

—Jesse, ¿no vas a explicarme nada de lo que está pasando? ¿Es verdad que eres brujo? —Riley se acercó más al chico. Max quiso detenerla, pero ella fue rápida, directo a su amigo.

—Si, soy brujo —admitió Jesse mientras la miraba—. Pero no voy a hacerte daño, Riley. No estás a salvo aquí, tienes que irte rápido. Yo los alcanzaré apenas pueda, voy a explicarte todo, ¿si? Mi número es el mismo, llámame cuando estés a salvo.

—Si.— Para su sorpresa, Riley abrazó fuerte a Jesse, él correspondió. No pudo contenerse y soltó un bufido. Él iba a rescatarla, pero el otro se llevaba el crédito.

—Jesse querido, no se me ha olvidado que me clavaste una daga en el pecho para envenenarme —le dijo con rabia cuando esos dos se separaron.

—Pero no te hizo mucho daño, así que no te quejes. Además, tú te pusiste agresivo, solo me estaba defendiendo. Por cierto, ¿dónde está mi daga? Tú no podías tocarla.

—La tengo yo —dijo Riley. A Max le pareció notar su gesto de sorpresa, se quedó sin palabras por unos segundos.

—Bueno... eso... eso no me lo esperaba —dijo titubeando—. Ya no importa, solo váyanse de aquí.

—¿Cómo nos encontrarás? —le preguntó Riley.

—No te preocupes, sé como hacerlo. Vete Riley, sálvate.

—Si —dijo ella nerviosa. Antes de irse volvió a abrazarlo y le dio un largo beso en la mejilla—. Me debes una cita en el cine.

—Iremos juntos cuando todo esto acabe, te lo prometo.

—Vámonos —interrumpió él molesto, no tenía ganas de soportar la miel entre ellos dos.

Las mujeres Hudson y Max salieron al fin de la casa. Subieron al auto de la madre de Riley, él iba a conducir buena parte, pero luego prefería que lo hiciera la señora Hudson. No sabía si estaban a salvo o no, solo les quedaba correr y esconderse pronto. Y buscar respuestas con la bruja que llevaría Antonette.  


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Fuertes sucesos y declaraciones

¿Qué pasará ahora con Max y Riley? ¿Podrá ayudarlos Antonette? No te la pierdas.



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