El inesperado despertar a tu...

By Aomame_kz

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Tony tiene un accidente. Steve vive con un accidente. San Pedro es muy voluble. Y bueno, los pecados no sie... More

Año Nuevo
San Pedro
Camino
Despertar
Azul
Culpa
Aleluya
Tony
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Cita
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Corazón
Rogers
Contigo
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As
Desplome
Intacto
Siempre

Brooklyn

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By Aomame_kz

Para empezar, tenemos a Tony corriendo despavoridamente por una avenida de Nueva York, detrás de él, está Pepper, quien se ha quitado los tacones y corre con ellos en las manos.

—¡Tony! ¡Te voy a matar!

—¡Ponte en la fila, Pepp!

Para comprender que es lo que ha pasado, será necesario retroceder un poco.

Llegó el martes esperado. Steve se levantó temprano como siempre y Tony, medio dormido, escuchó sus pasos en el pasillo, después sobre la escalera y por último, escuchó la puerta cerrarse con un chasquido. Se dio la vuelta entre el edredón y se dijo que pasaría una hora más, al menos, antes de que volviera. En el poco tiempo ahí, se había dado cuenta de una cosa: Steve era una criatura disciplinada, tenía un par de rutinas que no solía romper y también, un espacio para improvisar. Tenía un equilibrio que Tony jamás había tenido.

El día anterior, Tony lo había gastado en trabajar. Hizo planes para el proyecto I.M., que incluyeron el presupuesto que Pepper le había pedido. Todo el día lo pasó dándole tareas a Jarvis y ocupándose él de otras. Había sido prácticamente un día normal en la vida de Tony Stark, excepto porque no estaba en su taller, ni en su cuerpo y tenía que estar pendiente de la llegada de Steve o cualquier visitante. Para ello, había pedido por internet unas pequeñas cámaras con tecnología propia; las había colocado en lugares estratégicos y las había conectado a JARVIS, así, éste tendría un panorama para operar.

Steve llegó más tarde de lo normal, puesto que tuvo que "alistar los últimos detalles de la misión". Ya había cenado, Tony también. No hablaron mucho, ambos estaban ocupados. Steve subió a su habitación, y Tony lo escuchó ir y venir en el piso superior de la casa. Mientras él, en la sala, volvía a abrir la laptop y seguía trabajando, aunque de manera más discreta, sin llamar a JARVIS en voz alta.

Steve se despidió antes de medianoche, diciendo que tenía dormir un par de horas más. Tony le deseo buenas noches, mientras se bebía la cuarta taza de café. Pero Steve no se fue de inmediato, se le quedó mirando desde el marco de la puerta.

—¿Qué es lo que haces?—le preguntó.

Tony no esperaba esa pregunta. Tuvo que poner los pies en la tierra y recordar que no estaba en su casa, por más cómodo que se sintiera, y que él, no era del todo él. Antes, esa pregunta se respondía sola: trabajando. Pero como Sharon, usurpando parcialmente la vida de ésta, no había algo como "trabajando", al menos que supiera.

—Steve...—dudó un poco—... recuérdame... ¿tengo empleo?

Steve frunció el ceño, al parecer, él había olvidado las supuestas lagunas mentales que sufría su mujer. Negó lentamente desde donde estaba, Tony lo agradeció porque si no, habría visto una serie de planos extraños en la pantalla de la laptop.

—Trabajaste un tiempo en un jardín de niños—le dijo Steve—, pero renunciaste cuando nos casamos.

—Pobres niños—murmuró Tony, pero luego, alzando la voz, añadió—: Pues, estoy buscando uno.

Steve frunció el ceño un poco más, Tony leyó su mirada sin problemas.

—Hablo en serio... sólo que no es tan simple... y es que me aburro si no hago algo ¿sabes? ¿Acaso no te gusta la idea?

Steve esbozó una leve sonrisa.

—Nada de eso, si eso quieres hacer, está bien—le dijo—. Siempre te dije que no tenías que dejar tu trabajo para estar conmigo.

—Eres un maldito buen hombre, eh—murmuró Tony de nuevo—. Pues veré si encuentro algo.

—Pero no tienes que desvelarte por eso—dijo Steve—. Estás recuperándote, tómalo con calma.

—Bueno... sí—Tony se rascó la nuca—. Olvidé como se hace un curriculum—mintió.

—Te puedo ayudar, si quieres—Steve hizo amago de ir a su lado.

—¡No!—lo detuvo Tony en seco—Tú tienes que ir a dormir, no quiero que fallé la misión por mi culpa.

Steve asintió y regresó los pasos dados, dándole alivio mental a Tony.

—Está bien, pero ve a dormir pronto.

—Sí... —Tony vio como el capitán giraba sobre sus talones, dispuesto a subir las escaleras— Oye, Steve...

—¿Mmh?—una vez más, Steve, regresó los pasos dados.

—¿A qué hora te vas? Dijiste que en la tarde pero...

—A las siete. Iré temprano a SHIELD, pero volveré a esa hora por mis cosas.

—Está bien. Yo veré a Pepper, pero volveré a esa hora para decirte adiós.

Steve asintió y le dirigió una breve, pero entrañable sonrisa. Tony sintió como si algo le atravesara el pecho, se desconectó por un breve momento y siguió la espalda de Steve hasta que éste se perdió escaleras arriba. JARVIS le habló en voz baja, y entonces, sacudió la cabeza y regresó al trabajo, el cual terminó cerca de las tres de la madrugada. Hora a la cual arrastró los pies de Sharon a la cama. Se dijo que no le importaba desvelarse puesto que la que iba a envejecer era aquella y no él... aunque el desvelo era una costumbre suya.

Era así que, la mañana del martes, tumbado en la cama esperó escuchar de nuevo la puerta de entrada, los pasos en las escaleras y en el pasillo. Pero se quedó dormido antes de poder hacerlo. Lo despertó JARVIS:

Señor, son casi las 10 de la mañana. El señor Rogers ya se ha ido, y la señorita Potts ha llamado dos veces.

—Me muero—Tony se talló los ojos y bostezó largamente—, este cuerpo no está acostumbrado a dormir tarde.

Será un buen cambio para su salud, señor.

Shh, no quiero sermones. Llama a Pepper y dile que voy algo tarde.

Sí, señor.

***

Pepper lo esperó a las afueras de Central Park, vestía un traje sastre sencillo, no tan elegante como los que solía usar, por no decir que más barato. Aquello sorprendió un poco a Tony, pero sin duda él iba menos que elegante, llevaba ropa casual y sneakers, sin olvidar, por supuesto, la chamarra. Era un día nublado, un poco fresco, no parecía que fuera a nevar. Enero había terminado y febrero empezaba con sus impredecibles cambios de tiempo, así que era mejor no confiarse.

—¿A dónde vamos, Pepper?—preguntó nada más llegar—¿Dónde está el auto?

—No hay auto—dijo su amiga y suspiró—. Iremos a en taxi.

—¿Por qué?

—Porque me creas o no es más seguro.

Tony arqueó una ceja no muy convencido.

—¿Pues a dónde vamos?

—A Brooklyn.

—¡A Brooklyn! ¿Y por qué carajos vamos a ir a meternos ahí?

—¿Quieres volver a tu cuerpo o no?

—Pues sí

—Pues me dijeron que ahí hay una espiritista que puede ayudarte.

Tony frunció el ceño y metió las manos en los bolsillos de la chamarra. Abordaron un taxi y atravesaron las calles de Nueva york hasta internarse en el barrio de Brooklyn. Tony observó que como en todos lados Brooklyn tenía partes de apariencia tranquila y otras no tanto; el paisaje se volvía un poco más sórdido mientras más se internaban en él.

El taxi se detuvo frente a un local con luces de neón en forma de mano rosa en cuyo centró había un ojo color violenta. Tony frunció el ceño, no muy seguro de a dónde había ido a parar.

—¿Quién te dio está dirección?

—Mi secretaria, ella suele venir a que le lean el tarot. Y honestamente Tony no se me ocurre otro especialista al cual acudir.

—¿Especialista?

Tony tenía muy claro lo que él consideraba ser un especialista y no le cuadraba para nada. Bajó del taxi y junto con Pepper entró a aquel establecimiento. Les recibió el sonido de campanillas al abrir la puerta, y un aroma apabullante a incienso. Tony estornudó y miró a su alrededor. Colgaban de las paredes amuletos extraños, tras un mostrador había botellas cuyo contenido era dudoso. Había muchos objetos dorados, cuyas imágenes reconoció de muchas y variadas culturas. Un ojo de Horus por ahí, pulseras de ojos turcos, figuras de santos, runas vikingas, algún dios de la India... toda una mezcla.

—¿Sabes Pepp? No creo que esto...

—No perdemos nada con intentarlo.

Tony se encogió de hombros y se sentó a su lado, para esperar su turno. Había unas cuantas personas antes que ellos. Pero quién más llamó su atención fue una anciana de cabello blanco y que vestía de luto. Imaginó la razón por la que estaba ahí, y no la culpó por que querer hablar con quién sea que hubiera perdido, pero...

Tras un par de personas que entraron por la cortina que estaba hasta el fondo, dorada y roja, ésta se abrió, para dar paso a una mujer de aspecto solemne que miró a los que todavía aguardaban. Pereció analizarlos, puso los ojos en blanco, y Tony levantó una ceja lleno de incredulidad. Cuando la mujer volvió los ojos a su lugar, lo señaló a él y a Pepper, o más bien a ésta última.

—Adelante—dijo.

—¿Qué no íbamos en orden?—Preguntó Tony, sin dejar de ver a la anciana, al tiempo que se ponía de pie.

—Su aura indica que son las siguientes—contestó la mujer.

Tras cruzar una breve mirada con su amiga, Tony pasó por debajo de la cortina aquella. La habitación detrás de ésta, estaba más oscura, olía más a incienso, incluso se podían ver los rastros de humo flotando en el ambiente. Por mobiliario sólo había una mesa redonda con un par de sillas enfrente y una bola de cristal en el centro, de la cual provenía casi la totalidad de la luz. Detrás de la mesa, estaba sentada una mujer que permanecía con los ojos cerrados, y en cuyo centro de la frente lucía una piedra preciosa, vestía una túnica del mismo color dorado que la cortina y varios collares y pulseras.

Tony y Pepper tomaron asiento. La mujer que les había hecho pasar se retiró en silencio, casi como una sombra. Ambos compartieron una mirada y guardaron silencio. La mujer, quien debía ser la espiritista, no se movió por un rato. Tony estaba a punto de largarse, cuando de ella, salieron unos extraños sonidos guturales; y abrió los ojos de golpe, muy grandes.

—Han venido aquí para escudriñar en el mundo del alma—les dijo—en el plano espiritual. ¿Con quién desean hacer contacto?

Tony frunció el ceño y no sabía si reír o qué. Miró a Pepper a su lado y estaba seria, al parecer ella tenía esperanza en todo ello, pero Tony... no.

—Dime algo sobre el alma de este cuerpo—pidió Tony.

La espiritista parpadeó por fin y volteó a verle un poco confundida.

—¿Disculpe?

—Sí, quiero contactar con el alma de este cuerpo.

La mujer frunció el ceño.

—Su alma se encuentra inquieta—dijo dirigiendo sus manos hacia Tony—. Alma doliente, algo has perdido ¿Cierto?

—¿Qué perdí?—Tony estaba dispuesto a hacer más preguntas que a responderlas.

—El amor, la paz, alguien querido...

—Son muchas cosas. ¿Puede ver y escuchar al espíritu, cierto?

—Así es.

—Entonces, dígame que le dice.

La mujer se le quedó viendo por un breve instante, algo calculaba; Tony sonrió de medio lado.

—Con quien quiere comunicarse está aquí—dijo aquella, y esa no era la respuesta correcta, pero quizás si la más esperada.

Tony aguardó. La mujer puso los ojos en blanco y comenzó agitarse como si tuviera convulsiones.

—Ridículo—farfulló Tony a Pepper—, esto es una patraña, Pepp.

Pero al parecer fue oído.

—¡No vendrá si no cree!—bramó la espiritista—¡El espíritu está molesto porque no quiere usted escucharlo!

—¿No me diga?—Tony se burló.

Entonces la mesa comenzó a temblar. Pepper lanzó un gritito y se puso de pie.

—¿Tony, qué...?

—¡Tony!—rugió la mujer levantando los brazos—El espíritu que busca le pide que crea...

—Y deposite ¿cuántos dólares?

La mujer abrió los ojos, su semblante cambió.

—Eres tan insensata—dijo con una voz impostada—, pero tengo algo importante que decirte, escúchame...

—¿Eres hombre o mujer, espíritu que quiero contactar?

La mujer hizo una pausa.

—Por supuesto que soy hombre.

—Ja, ja, ja—Tony estalló en carcajadas.

Entonces unas luces que antes no estaban, empezaron a parpadear, la mesa se bamboleó más y la bola de cristal brilló fuertemente.

—¡Tony!

—Calma, Pepper. Es puro teatro. Mira—Tony apartó su silla, y levantó el mantel de la mesa—Un sistema de pistones muy simple, desde aquí puedo escucharlos trabajar. Y mira—sujetó la bola de cristal, la levantó y le mostró los cables que había debajo—es como un capacitor, acumula energía y los focos dentro brillan cada vez más, según se libera la energía. Debe haber más de uno—al decir eso tiró más de la bola y la arrancó por completo, al perder su fuente de poder se apagó y echó chispas.

—¡¿Pero cómo se atreve?!—gritó la espiritista, abandonando por completo su papel.

—¿¡Cómo se atreve usted!?—Tony sopesó la bola de cristal entre las manos—Engañar a la gente, beneficiarse de su dolor... es un fraude, una charlatana, ¡intento de Whoopi Golberg!

—¡Tony!—Pepper lo llamó.

Tony estaba ten metido en lo suyo que no se dio cuenta que las luces se habían encendido y que tras la cortina se asomaban varias caras, entre ellas la de la anciana. Se giró hacia ellos y les soltó un sermón sobre las cosas esotéricas. Pepper intentó callarlo, pero le resultaba imposible. La espiritista y ayudantes, por su parte, se estaban enfureciendo más y más. Pepper vio a un hombre, que había permanecido oculto en las sombras de la habitación, golpear su palma con un puño.

—To... Tony...

—Ahora no, Pepper, deben saber que...

—¡Tony!—Pepper le tiró del cabello,Tony giró para quejarse, entonces, vio a la horda de personas que tenían detrás.

—Ven, esos son lo utileros de la obra de teatro—dijo y lo siguiente que hizo fue tomar la mano de Pepper y abrirse paso entra las personas.

Alcanzaron la salida y vieron a los ayudantes de la espiritista abrirse camino también.

—Tony, ¿no podías quedarte callado?—le dijo Pepper cuando cruzaron la puerta.

—¡Jamás!—Tony, que aún tenía la bola vidente en la mano, decidió aventarla contra el cristal del establecimiento.

El proyectil hizo trizas el vidrio, se estrelló contra las luces de neón y provocó nuevas chispas. Aquello provocó confusión e interrumpió por unos breves segundos la carrera de sus perseguidores, segundos que Tony y Pepper usaron para echar a correr.

Así es como llegamos a este punto. Tony y Pepper corriendo por sus vidas, casi literalmente. La pelirroja pensó que definitivamente había errado en llevar a Tony a un lugar así, pero ¿qué más podía hacer? Un error ir a Brooklyn, un error...

—¡Tony, cuidado!

Tony se estrelló contra una mole y rebotó contra la acera. Pepper le alcanzó, se detuvo para mirar detrás de ellas, y ahí venían aquellas personas, furiosas en verdad. Quería apurar a Tony, pero entonces, la mole habló.

—¿Qué diablos haces aquí, Sharon?

Tony levantó la vista al tiempo que tomaba la mano de Pepper para incorporarse.

—¿Bucky? ¿Tú que carajos haces aquí?

—¡Nos persiguen!—dijo Pepper e instintivamente se puso detrás de Bucky, tirando de Tony con ella.

No hubo tiempo de decir nada más. Sus perseguidores les alcanzaron, pero se detuvieron en seco al ver a Bucky.

—¡Barnes!—dijo uno de los hombres—A un lado, esas mujeres...

—¿Qué tal Mike? —Bucky sonrió—Hace mucho que no te veía... pero no has cambiado mucho, siempre molestando a lo demas, eh.

—Acaban de contar los secretos de la vidente...

—Ah, ¡qué bueno! Eso que hace ella, también, es molestar a los demas.

—¡Hazte a un lado Barnes!

—¿Quieres que le llame a Steve, Mike? No lo sabes, supongo, pero esta mujer es su esposa.

Tony y Pepper vieron como la cara del tal Mike se contraía de manera extraña ante esa última oración. Bucky rió por lo bajo.

—No creo que vivas para contarlo, si le haces algo—continuó—. Y por supuesto, yo tampoco te dejaré ir en blanco.

Mike pareció pensarlo, los otros que lo acompañaban esperaban su resolución, al final, Mike dio un paso de costado.

—¡Qué no vuelvan aquí!—dijo señalándoles amenazadoramente y dio media vuelta, seguido de los demás.

Pepper suspiró aliviada, tomó a Tony de las solapas de su chaqueta y le zarandeó.

—¡Maldita sea, Tony, casi nos matas!

—¡Tenía que decir la verdad!

—¡Estamos en Brooklyn, Tony, esto no es Manhanttan!

—¡Pero tampoco es el Bronx...!

—Bueno, basta—Bucky intervino—¿Qué haces aquí, Sharon? Pensé que visitar el antiguo barrio de tu marido te daba asco.

Tony frunció el ceño.

—En primer lugar, es Tony, To-ny, a ver si ya te lo grabas. En segundo lugar, no vine por gusto y en tercer lugar... no sabía que aquí había crecido Steve.

Bucky rodó los ojos, y se recordó acerca de las lagunas mentales de la mujer de su mejor amigo.

—Bueno, entérate, de nuevo—Bucky sujetó una maleta y la colocó sobre sus hombros—. ¿Qué hacías aquí?—preguntó mientras echaba a caminar con las dos mujeres por la acera.

—Acompañaba a mi amiga a que le leyeran el tarot— Tony mintió con rapidez y recibió una mirada dura de Pepper, quien tuvo que presentarse a falta de la cortesía de Tony de hacerlo—¿Y tú?

—Viene por algunas cosas a mi casa paterna...

—¿Qué no irás con Steve a la misión?

—Claro que sí, de hecho, voy a casa para dejar esto e irme con él.

—¿Qué hora es?

—Las seis...

—¡Vas tarde, estúpido!

—¿Cómo me llamaste?

Tony no le contestó, echó a correr hacía la avenida más cercana en busca de un taxi.

***

Para terminar, tenemos a Pepper riendo en el sofá de la, ahora, casa de Tony, al tiempo que repite una y otra vez un vídeo en la pantalla; mientras tanto, Tony le mira con los brazos cruzados, completamente enfurruñado.

Para comprender el porqué, es necesario, una vez más, retroceder un poco. 

En cuanto el taxi se detuvo, Tony saltó fuera, dejándole a Bucky la tarea de pagar. Pepper le siguió un poco dubitativa sobre que hacer, en su fuero interno pensaba que lo mejor era retirarse a su propia casa, pero aún tenía asuntos pendientes que tratar con Tony.

Bucky despidió al automóvil y se giró con su maleta en mano, hacia las dos mujeres.

—Sharon, dile a Steve que sólo me cambio y paso por él.

—Ajá...—Tony frunció el ceño—y dime Tony, ¿cuántas veces te lo tengo que decir?

Bucky sonrió maliciosamente y empezó a caminar hacia su casa.

—Dale mi recado, Sharon.

Tony lo siguió con la mirada, mientras murmuraba mil y un insultos; Pepper, por su parte sólo suspiró y dio un respingo cuando aquel giró sobre sus talones y echó a caminar hacia la entrada de la casa. La pelirroja se tomó su tiempo para seguirle,  y contemplar el hogar que ahora habitaba el gran Tony Stark. Una casa de aspecto tradicional, en un barrio tranquilo. No tenía que ver con lo que a Tony solía gustarle, pero no parecía faltarle nada.

Steve bajaba las escaleras con su mochila de viaje cuando Tony entró como un huracán a la casa.

—¡Hey! ¡Te alcancé!—le dijo.

—¿Vienes corriendo?

—Se me hizo algo tarde.

—No era necesario que...

—Te prometí que vendría a decirte adiós.

Steve asintió y ocultó, no con mucho éxito, una suave sonrisa.

—¿Ese es tu uniforme?—preguntó Tony.

Steve lanzó una breve mirada a sí mismo, llevaba el uniforme marrón clásico y sencillo del ejército. Sin embargo, a su asentimiento le siguió una acotación.

—El de combate es otro—al decirle eso levantó un casco azul que colgaba de su mano.

—Te ves bien.

—Gracias.

En ese momento, Pepper apareció y carraspeó. Tony volteó a verle, su expresión casi parecía la de quien se ha olvidado de algo, en este caso, que no iba solo.

—Ah, sí—dijo—Steve, ella es Pepper.

Steve y Pepper, entonces, se miraron con atención.

—Creo que ya nos conocíamos—dijo Steve al tiempo que le tendía la mano—¿Virginia, cierto?

Pepper asintió y estrechó esa mano. —Un gusto verle de nuevo, Mr. Rogers.

—El mundo es muy pequeño, al parecer.

Pepper rió un poco.

—De haber sabido quién era su esposa...—Pepper lanzó una mirada suspicaz a Tony, quien le miraba con el ceño fruncido.

—¿De dónde se conocen?—preguntó con cierto tono malhumorado.

—En el hospital—explicó Steve—, su esposo tiene al mismo médico que tú tenías.

—Bueno, no es mi esposo—apuró Pepper a puntualizar—, es mi jefe y amigo.

Steve se disculpó por su error, y tras asegurarle que no importaba, Pepper le informó sobre el estado del paciente, intercambiaron un par de palabras y sonrisas, hasta que escucharon un grito proveniente de afuera.

—Es Buck,  hora de irme—dijo Steve.

Volvió a sujetar su mochila y se dirigió a la puerta. Tony le siguió por el vestíbulo hacia la puerta, donde Steve se detuvo y volteó a verle.

—No es necesario que salgas—le dijo

—Está bien—Tony asintió, cambio el peso de su cuerpo de un pie a otro y decidió que era buena idea sonreírle—. ¿Cuándo vuelves?

—No lo sé—Steve suspiró—, estas cosas suelen llevar unos días, pero espero que no sea mucho tiempo.

—Yo también... quiero decir, para que termines pronto y esas cosas...

Steve asintió, levantó la vista hacia Pepper, quien los había seguido discretamente y así mismo se había quedado unos cuantos pasos detrás de ellos. Steve se despidió con la mano de ella e hizo amago de retirarse; pero antes de poder, siquiera, tomar el pomo de la puerta, sintió como Tony tiraba de su brazo, más específicamente a la tela de su camisa.

—Cuídate

Le escuchó decir y él por toda respuesta, estiró su otro brazo, le acunó el rostro con la mano y le besó en la boca. Un beso suave, un mero y breve  contacto entre sus labios.

Tony se paralizó; aquello lo había tomado por sorpresa, había sido tan inesperado que, tampoco, pudo decir ni hacer nada cuando Steve se apartó y salió de la casa. Se quedó quieto, con la mirada fija en la puerta y boquiabierto. Pero no era el único en shock, Pepper detrás de él, se había llevado las manos a la boca, para ocultar su asombro y también su risa.

—Y decías que no era tu marido—le dijo poco después.

Aquel comentario bastó para que Tony reaccionara.

—¡No lo es!

—No es lo que yo vi.

—¡Lo hizo por su cuenta!

—Y no hiciste nada para evitarlo.

—¡Me tomó por sorpresa!

Pepper echó a reír y siguió a Tony, quien con pasos rápidos y firmes cruzó el vestíbulo hacia la sala.

—¿Jarvis?

—¿Sí? Señorita Potts.

—Dime, por favor, que grabaste eso.

-+-+-+-+-+-+-

Espero que les haya gustado.

Un par de cosas, les quiero decir (XD) 

En primer lugar, con Whoopi Golberg, Tony se refiere al personaje que hace ésta en la película Ghost: la sombra del amor, imaginen algo así con esa adivina, vidente, espiritista o lo que sea que fue a ver.

En segundo lugar, como ya saben, se estrenó IW, ya la vi, me gustó, pero me dejo con sentimientos encontrados... no diré más, porque prometí guardar silencio por una semana, aunque internet esta lleno de spoilers jaja  Por cierto, gracias por no contarme nada XD, les quiero!

¡Nos estamos leyendo!

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