More than this | Fan-fic de L...

By judiLimon

663K 25K 3.5K

"Nuestros ojos chocaron por sexta vez en la noche y me estremecí. ¿Qué había en ellos? ¿Estaba viendo deseo e... More

More than this
I. Miradas
II. Nunca había hecho esto
III. Cuenta hasta diez
IV. Sabes perfectamente la respuesta
V. Me gustaría mucho que fuera contigo
VI. Calma, preciosa
VII. Dime si quieres que me quede
VIII. ¿Eso es humillante?
IX. Desnúdate
X. Creo que somos muy parecidos
XI. No voy a llevarte a ninguna parte
XII. Esto es muy intenso
XIII. Nunca
XV. Lo prometo
XVI. ¿Y si se quedaba conmigo?
XVII. Poniéndome a prueba
XVIII. Puedes hacer lo que quieras conmigo
XIX. No eres tan duro como aparentas
AVISO
XX. Mía
XXI. Algo que he querido hacer para ti
XXII. El cuartel general
XXIII. Mucho, pequeña
XXIV. Hasta que me besó
XXV. ¿Qué me estaba pasando?
XXVI. Miedo
XXVII. Confía en mí (1/3 maratón)
XXVIII. No lo permitas (2/3 maratón)
XXIX. Gracias por cuidarme (3/3 maratón)
XXX. Especial
XXXI. Necesitaba sentirla mía
XXXII. A su lado
XXXIII. Querida
XXXIV. ¿Lo has hecho por mí?
XXXV. No quiero que nos vayamos ninguno
XXXVI. A cada paso que daba sin él
XXXVII. El muro, la fuerza y la valentía
XXXVIII. Tuyo
XXXIXL. Sólo sexo
XL. Ganamos los dos
XLI. Historia de amor
XLII. Blanco o negro
XLIII. No puedo
XLIII. Negro
XLIV. ¿Por qué no podía dejarme sola?
XLV. Haz conmigo lo que quieras
XLVI. Paraíso
XLVII. La decisión
XLVIII. Y siempre lo voy a ser | FINAL |

XIV. ¿Por qué eres así?

11.6K 435 39
By judiLimon

Viernes 14 de marzo de 2014

Alice

No tardé demasiado tiempo en retirar de mi cabeza lo ocurrido con Benedict. Siempre había sido muy dada a malinterpretar las cosas y, tras pensarlo fríamente, decidí que sólo había tratado de ser amable conmigo. Estaba sacando las cosas de quicio.

Katherine, junto a su marido, se despidió de nosotros poco tiempo después y Thomas y yo reanudamos una conversación anterior acerca de la nueva literatura que estaba surgiendo en los últimos años. Y la mañana transcurrió como cualquier otra.

Pasadas las tres de la tarde, Perrie me escribió para informarme de los planes concretados por los chicos que ya se habían convertido, al parecer de manera oficial, en mi nuevo grupo de amigos londinenses. Algo que, por otro lado, a mi prima no parecía hacerle excesiva gracia. Me aseguró con cierto mal humor que descartaba salir esa noche y que esperaba que yo hiciese lo mismo. Reí en mi fuero interno al entender el temor en sus palabras, probablemente suscitado por la posibilidad de que Louis y yo fuéramos a encontrarnos de nuevo; algo que no dejaba de ser una soberana tontería: no necesitábamos la excusa de una fiesta para volver a vernos. Ya no.

Aquella noche saldría con ellos. Y no sería la única.

Con ese pensamiento, me escapé del trabajo a la velocidad de la luz pasadas las seis y media de la tarde. No tenía demasiada intención de arreglarme hasta el exceso pero, desde luego, no iba a perder una sola oportunidad de despertar en Louis algún tipo de interés, y eso conllevaría su tiempo.

Perrie seguía protestando cuando me presenté en su casa, sin previo aviso, dispuesta a llevarla conmigo.

– Cámbiate, ¡nos vamos de fiesta! –Exclamé, divertida. Enarcó una ceja y giró su cuerpo. Sacudí sus hombros cuando tuve oportunidad de acercarme a ella–. ¡Venga, la noche es joven!

– ¿Te has puesto así de guapa para ver al estúpido de Tomlinson? – Reprochó, con los brazos cruzados.

Me coloqué frente a ella y borré todo rastro de diversión de mi expresión y de mis palabras.

– Me alegra enormemente que sigas preocupándote por mí como siempre has hecho, pero no abuses de ello. No puedes decir esas cosas de Louis, ni puedes enfadarte conmigo sólo por que no siga tus consejos al pie de la letra. Agradezco tu preocupación, pero es mi vida, mis intereses y mis deseos. Sobre todo mis deseos –añadí, ladeando la cabeza–. No voy a dejar de ver a Louis –aseguré–, así que cambia el concepto que tienes de él, de nosotros, o creo que tendré que dejar de confiar en ti para contarte ciertas cosas –se hizo el silencio–. Y me he puesto así de guapa para irnos de fiesta, así que quítate ese horrible pijama y vamos a divertirnos.

Mis palabras consiguieron el efecto pretendido y apenas media hora después de ese innesario encontronazo salimos de su casa para hacer frente a una fiesta a la que, por primera vez, Perrie se había dejado arrastrar por mí.

Zayn, Niall y Chloe nos recibieron en el local. Recibí un caluroso abrazo de Chloe, con quien no había perdido el contacto en los últimos días, y susurró un "tengo noticias para ti" que despertó todos mis sentidos. Dejamos a Perrie en manos de los chicos y nos apartamos con disimulo, dirigiéndonos hacia la barra de madera que ocupaba parte del espacio de la estancia en la que nos encontrábamos.

Un camarero de impresionantes ojos verdes se encargó de atender nuestras peticiones y me pregunté si algún día volvería a admirar los ojos de otra persona que no fuera Louis. Tragué saliva tras empaparme de ese pensamiento que iba mucho más lejos de lo que me hubiera gustado. No sabía qué estaba haciendo conmigo.

Ambas nos sentamos en dos sillas altas, elegantes, con las que resultaba imposible rozar el suelo. No comenzó a hablar hasta que no tuvimos una copa en la mano.

– Louis tuvo novia.

No hubo anestesia para tal información.

– Hace unos siete milenios, imagino, cuando era una persona completamente diferente –bromeé, sin encontrarle, en realidad, demasiada gracia al asunto.

Era difícil de creer que alguna vez hubiera estado comprometido.   

– Por lo que veo, vas conociéndole.  

Asentí.

– Lo empiezo a hacer, sí.

Pedí con la mirada que continuase.

– Estuvo saliendo con una chica bastante tiempo. Lo dejaron poco después de que el grupo se juntara –eché un vistazo hacia el lugar en el que se encontraban los chicos, a los que se había unido Harry–. Niall apenas la conoció.

– Creía que ninguno de ellos había conocido a Louis con novia.

– Eso pensaba yo también –se disculpó, mordiéndose el labio–. Mi cabeza empieza a fallarme. Niall insiste en que me habló de ello, poco después de conocernos. Debo haberlo olvidado –se encogió de hombros–. Creo que lo pasó muy mal, Alice.

Enmudecí. Resultaba difícil imaginar a Louis inmerso en algún tipo de compromiso, pero se me antojaba directamente imposible que hubiera sufrido algún daño por ello. Por una chica.

– ¿Louis? –Pregunté, finalmente, sin dar crédito.

– Sí. Debió de portarse mal con él, porq...

Se detuvo de repente y bajó la cabeza. No entendí aquel gesto hasta que una mano se posó en mi espalda.

– Hola.

Louis me saludó con una sonrisa. Apoyó sus labios en mi oído para repetir el saludo, convirtiéndolo en algo íntimo, y seguí respirando sus palabras aun cuando se alejó de mí para dejar un suave beso en la mejilla de Chloe. Despertaba tanto, de tantas formas diferentes, en mí, que mi comportamiento en su presencia podía resultar ridículo.

Pero todo adquiría sentido de nuevo cuando sus ojos se posaban sobre los míos. Apoyó sus dos manos en mi pierna derecha y se inclinó hacia mí, sugerente. Era obvio que nuestra no-soledad le importaba más bien poco.

– Los baños de este lugar suelen estar siempre muy ocupados. Es una pena, ¿verdad? –Reí a carcajadas ante su insinuación, que escondía tantas intenciones como guardaba yo dentro de mi ser–. Luego puedo llevarte a casa, si te apetece –asentí. Sonrió–. Genial.

Dejó un beso en la comisura derecha de mis labios y lo observé mientras se alejaba. Hasta que mi mirada se encontró con la de Perrie, que me observaba con una mueca de desagrado más que evidente. Carcajeé sin poderlo evitar.

– ¿Qué pasa? –Preguntó Chloe–. ¿Qué te ha dicho Louis?

– ¿Has visto a mi prima enfadada alguna vez? –Devolví la pregunta, sin dejar de reírme–. Porque estás a punto de hacerlo.

No fallé en mi apuesta y un torbellino de reproches se acercó hasta donde estábamos. Me llené de paciencia para lo que se avecinaba y recordé que, a pesar de todo, seguíamos siendo familia.

– Ya he comprobado que las amenazas no funcionan contigo, así que voy a pasar a la siguiente estrategia, que es la súplica. Por favor, olvídate de Louis –rodé los ojos y di un trago a mi copa–. No quiero verte con él.

– ¿Estás celosa? –Pregunté, divertida.

– No bromees, estoy hablando en serio. ¿Te das cuenta de cómo le miras? Porque yo sí lo he hecho –acepté sus palabras. Sabía cómo le miraba–. Va a hacerte daño. ¿Por qué no terminas con esto ahora que puedes? ¿Por qué no me escuchas? Te conozco bien, sé qu...

– Campana y se acabó –agité las manos entre nosotras y di por finalizado su discurso–. Nadie va a hacer daño a nadie. Quiero con él exactamente lo que tengo con él. No me hagas explicártelo con detalles porque puede resultar algo incómodo teniendo en cuenta que somos familia y suponiendo que no quieres imaginarme de esa manera –Chloe dejó escapar una pequeña risa–. No busco nada más que eso, Perrie. ¿Por qué no puedes creerme?

– Ya te lo he dicho.

"¿Te das cuenta de cómo le miras? Porque yo sí lo he hecho", sus palabras resonaron en mi cabeza. Las ignoré.

– Chicas –intervino Chloe–, vamos a divertirnos, hemos venido para eso. Olvidaos de lo demás.

El paso de los minutos consiguió que la preocupante conversación que acababa de tener lugar quedara en el olvido, como Chloe había pedido. Las horas pasaron sin rastro alguno de ese tema que tan angustiada tenía a mi prima y dejé que el alcohol que había consumido me embriagara, que la música que nos rodeaba me envolviera por completo y que el ambiente existente se hiciera dueño de mí, mientras las miradas de Louis en la distancia me recordaban que no acabaría esa noche sola.

Así fue todo con él en aquel lugar: distante. Se mantuvo alejado de mí prácticamente en todo momento. Tuve que conformarme con contactos breves que dejaran constancia que seguíamos compartiendo intenciones y deseos. Y con sus miradas. Siempre sus miradas.

En cierto modo, agradecí ese comportamiento por su parte. Sabía que sólo estaba evitando una nueva disputa que pudiera acabar de malas maneras y no tuve duda alguna de que el motivo por el que guardaba esa distancia era el respeto que tenía hacia mi prima. Esa noche, conocí una nueva faceta suya; también era considerado. Y me gustó.

Harry me hizo dar vueltas sobre mí misma hasta que acabé cayendo en sus brazos, mareada, con su risa acompañándome de fondo. No recuperé la compostura hasta que no observé la silueta de mi prima acercándose a mí; procuré prestarle tanta atención como pude.

– Ven conmigo, anda –me pidió–, quiero presentarte a alguien.

Acepté y Harry me liberó de su abrazo después de dedicarle una mirada que indicaba, claramente, que estaba dispuesta a vengarme por lo que acababa de suceder.

– Vas a conocer a un chico muy simpático –explicó Perrie mientras caminábamos, tratando de elevarse por encima de la música–. Estoy segura de haberte hablado de él alguna vez.

– ¿Cómo se llama?

– Simon.

No recordaba su nombre pero, en realidad, no estaba en condiciones de recordar muchas cosas.

Perrie se detuvo tras un joven de altura considerable, que hacía un pésimo intento de bailar al son de la música. Apoyó las manos en sus hombros y, acto seguido, el aludido dio media vuelta. Sonrió con amplitud al ver a mi prima.

– Simon, quiero presentarte a mi prima, Alice.

– Oh, tu famosa prima –me gustó la sinceridad en su sonrisa y le tendí la mano–. Es un placer, Alice.

– El placer es mío –devolví la sonrisa–. Perrie, ¿quieres dejar de hablar de mí a todo el mundo?

Ambos carcajearon y Simon dio un paso hacia donde nos encontrábamos, para facilitar una conversación que empezaba a complicarse a medida que la canción que sonaba en esos momentos, con el sello inconfundible de Calvin Harris, aumentaba de ritmo y volumen.

– Sólo han sido palabras buenas, no te enfades con ella. Juraría que te adora –guiñó un ojo y asentí.

Yo también la adoraba a ella.

– No puedo negar eso –aceptó Perrie, con una extraña sonrisa–. Eh... mejor vuelvo con Zayn, antes de que me empiece a echar de menos. ¡Hasta luego!

Exhibió una amplia sonrisa antes de perderse entre la multitud y consiguió borrarme la mía. De nada sirvió que gritase su nombre, con una mezcla de enfado y sorpresa. ¡¿Qué pretendía!?

Ah, genial. Había cambiado de estrategia otra vez. Había pasado de las amenazas a la súplica para llegar a un nuevo estadio probablemente llamado "presentarte a otros chicos para que te olvides de Tomlinson". Un estadio que podría rebautizar como "hacerme pasar vergüenza inútilmente antes de que me fuera con Louis a casa".

– Parece que quería dejarnos solos –comentó mi acompañante.

– Sí, eso parece -corroboré, avergonzada.

No tenía ningún tipo de interés en ese chico de rostro agradable y medidas, aparentemente, perfectas, porque me esperaba algo mejor.

– ¿Qué te parece si te invito a algo? –Preguntó. Lo miré, pero no contesté–. Escúchame, tengo un plan. Tu prima quería juntarnos y creo ambos sabemos lo cabezota que es. Vamos a fingir que ha funcionado. Nos tomamos algo juntos y que nos deje en paz. ¿Hecho?

Suspiré, aliviada. Había entendido el juego de mi prima y estaba dispuesto a jugar con él y salir ganando mediante el engaño. Eso me gustaba, era lo que se merecía esa arpía rubia. Así que acepté.

Louis

Perrie había conducido a Alice hasta el que pude reconocer como Simon. Podría haberle pedido un millar de explicaciones por lo que acababa de hacer pero, siguiendo el consejo de Niall, opté por no discutir.

Me quería lejos de ella, esa era la única explicación que había. No le importaba lanzar a Alice a los brazos de otro hombre con tal de conseguir eso. Y me molestaba. Esa noche Alice era mía. Y quizá también querría que lo fuera la siguiente.

A las dos y cuarto observé el reloj por última vez antes de decidir que ya había aguantado suficiente observándola en la distancia. La quería para mí, cerca de mí, tanto como fuera posible.

Atravesé el círculo que habíamos construido y todos clavaron su mirada en mí mientras avanzaba decidido hasta el lugar donde se encontraba Alice. Sostuve su mano, rocé su espalda y, antes de darle tiempo a dar la vuelta, me coloqué a su lado. Agradecí que sus ojos color caramelo me mirasen con el interés de siempre. Alcé la cabeza a modo de saludo hacia Simon, al que prácticamente no conocía, y me lo devolvió con educación.

– Me voy a casa, ¿vienes?

Se colocó de puntillas para poder hablarme al oído.

– No lo sé, he conocido a un chico bastante guapo.

Reí a carcajadas. Así que quería divertirse a mi costa. Se retiró de mí y acaricié su pómulo derecho.

– Como quieras, preciosa –respondí, con dulzura–. Dímelo cuanto antes, si no quieres acompañarme tendré que buscar a otra que sí quiera hacerlo.

Observé cómo apretaba los dientes y se liberó de mis brazos casi con rabia. Volví a aprisionarla sin dejar de reír y ladeó la cabeza para evitar mirarme. Era justo lo que necesitaba para poder susurrarle sin impedimento alguno.

– Era broma, tonta. Hoy no quiero a nadie más –sus ojos volvieron a mí y pareció querer protestar, pero frunció los labios–. Ven conmigo.

No tardó demasiado en asentir. Entrelacé nuestras manos sin perder el tiempo y esperé pacientemente a que se despidiera de una persona que, como todas las demás, ya sobraba entre nosotros.

Caminamos hasta donde todos se encontraban y, sin soltar su mano, dirigí mis pasos hacia Perrie, convencido de lo que estaba a punto de hacer. Alice tiró de mi brazo cuando adivinó mis intenciones y me detuve a dos pasos de su prima.

– Coge los abrigos –exigió–, hablo yo con ella.

– No, hablamos los dos.

Negó con la cabeza pero la ignoré y me acerqué a Perrie, arrastrando a Alice conmigo.

– Nos vamos a casa, ¿vale? –Anuncié.

– ¿Vienes a cachondearte?

Arrugué el rostro.

– ¿Cómo puedes pensar así de mí? –Solté la mano de Alice en un impulso para pedir, también gesticulando, aclaraciones por ese desprecio que mostraba–. Soy yo, Louis. Soy tu amigo.

– Claro que eres mi amigo –habló despacio–. Por eso te aconsejo que tengas cuidado, no me gustaría cortarle sus partes más preciadas a un amigo –reprimí una risa por su comentario–. Es mi prima favorita, Tomlinson. Tú sabrás lo que haces.

– ¡Qué casualidad! De todas tus primas, también es mi favorita.

Observé cómo Perrie inhalaba aire y apretaba los labios y Alice se colocó entre los dos.

– Vale, vale. Suficiente por hoy –me miró–. ¿Nos vamos?

Asentí, algo divertido.

– He traído una cazadora vaquera, está allí –señalé hacia mi izquierda, un par de pasos por delante de donde estábamos–. ¿La coges, por favor?

Aprobó mi petición sin estar demasiado convencida, pero finalmente se alejó de nosotros. Me dirigí a Perrie con seriedad.

– Puedes estar tranquila, de verdad –aseguré–. No voy a hacerle daño.

– Contigo nunca se puede estar tranquila –acusó–. Cómo me gustaría patearte esa cara de autosuficiencia que tienes y poder dec...

– ¡Vale! –Alice se interpuso de nuevo entre nosotros y miró a su prima con desaprobación. Observé que mi abrigo colgaba de sus brazos–. Nos vamos. Tómate la noche libre, anda, querido guardaespaldas.

Atrapó mi mano y nos alejamos del resto tan rápido como fuimos capaces. Algo palpitó dentro de mí imaginando qué venía a continuación.

Alice

– Tú también podrías aprender a estar callado y no bromear con todo, ¿no crees?

Abrí la puerta de casa y Louis atravesé el umbral con una sonrisa.

– No puedo evitarlo, soy la alegría de la huerta. De todas formas, creo que empezaré a planteármelo. Cuando Perrie se pone así da auténtico miedo.

– Te has pasado de gracioso.

– ¿Diciendo que eres mi favorita de entre todas sus primas?

Apoyó una mano en mi estómago y me echó hacia atrás, haciendo que chocase con la pared. Me besó con furia y apoyé las manos en su nuca para hacer más fuerte nuestra unión, aceptando sus labios de buena gana. Aferró mi trasero con fuerza, me levantó del suelo y enrosqué las piernas en su cintura. Caminamos de esa manera hasta la gran mesa que se encontraba al fondo del salón, donde me sentó; él encontró cobijo entre mis piernas. Su boca dio con mi cuello y dejé escapar un gemido al tiempo que su cuerpo se pegaba con más fuerza al mío. Se separó de mí y me mostró una sonrisa. Aproveché su distracción para frenar todo aquello.

– ¿Por qué eres así? -Pregunté, de pronto.

Frunció el ceño.

– ¿De guapo? No lo sé, ¿por qué eres tú así de guapa? –Susurró.

Enganchó mi labio inferior, lo mordió y tiró de él. Introdujo de nuevo su lengua en mi boca y jugó con la mía durante unos instantes, pero presioné su rostro hacia atrás y le hice alejarse de mí.

– Espera...

– ¿Todavía no sabes que cuando se trata de ti no puedo esperar? –Se abalanzó de nuevo hacia mi boca y lo rechacé como pude –. Alice, por favor, ¿quieres que te suplique?

Sonreí y me agaché ligeramente para dejar un pequeño beso en su cuello.

– No, quiero que me cuentes algo.

– También deberías saber que eso no es lo mío.

– Igual que tú deberías saber lo insistente que puedo llegar a ser. Cuanto antes acabemos antes soy tuya.

Fue un chantaje en toda regla.

De forma inesperada, cogió mi mano y la colocó sobre su entrepierna, extremadamente abultada.

– ¿Quieres que explote?

Reí a carcajadas, algo sonrojada.

– Aguanta, campeón.

Sus ojos se volviero blancos por un instante y se alejó un par de pasos de mí.

– Tú dirás.

Se cruzó de brazos.

– Dime por qué eres así.

– ¿Así cómo?

Bajé de la mesa de un salto y me apoyé en ella, de espaldas.

– Así, como eres. Tus reglas, tus normas. Tus ideas acerca del sexo y del compromiso...

– Del no-compromiso –corrigió.

– Eso. Tus ideas del no-compromiso, del "no llevo a nadie a mi casa porque no quiero abrirme a nadie", del "nadie se pone encima de mí porque nadie puede controlarme". Todo eso, ¿de dónde sale?

Hizo un movimiento negativo con la cabeza.

– No lo intentes –arrugué la expresión–. No voy a hablarte de ello, ya te dije que no tengo por qué dart...

– Darme explicaciones –completé, haciéndole callar–. Sí, ya lo sé. Pero no quiero que me hables de ello como una explicación obligada, sólo... Cuéntamelo como una historia –me acerqué a él, coloqué las manos en su pecho y jugueteé con los botones de la parte superior de su camisa–. Tengo mucha curiosidad, de verdad. Nadie se vuelve así de la noche a la mañana.

– Yo siempre he sido así.

Enarqué una ceja. Las palabras de Chloe desmontaban su afirmación.

– No seas mentiroso.

Rió.

– ¿Qué te han contado de mí? Y, sobre todo, ¿quién ha sido?

– Se dice el pecado pero no el pecador –dejé un rápido beso en sus labios para mantener su paciencia–. Tuviste novia.

– Hace mucho tiempo de eso –contestó, de inmediato.

– ¿Y qué pasó?

No retiró su mirada de mí y me llené de esperanza. Pensé que ese gesto significaba un "no voy a huir de ello" pero el paso de los segundos sin una respuesta me hizo comprender que simplemente simbolizaba que no tenía problema alguno en mantener sus ojos puestos en mí en completo mutismo.

– Cuéntamelo, por favor.

– No, no es necesario.

– Sí, claro que lo es.

– Podemos hacer mejores cosas que hablar.

Se inclinó hacia mí, sugerente.

– Me gusta hablar contigo –frenó sus pretensiones de golpe y me miró de forma extraña–. ¿Me lo cuentas, por favor? Después haré todo lo que quieras –bajó la cabeza y suspiró–. ¿Qué pasó? –Insistí–. ¿Me lo cuentas?

Alzó sus ojos celestes y los clavó en mí. Acto seguido, asintió. Me di por satisfecha y concentré en él toda mi atención.

________________________________

¡Hola! :) Tengo poco que deciros hoy, prefiero leeros a vosotras.

Capítulo dedicado a GabyPaz5 :)

¡Mucho amor!

Twitter: @LookAfterYou28

Continue Reading

You'll Also Like

2.7K 63 8
t/n y su familia van cada verano a la casa de Cousins con Susannah (la mejor amiga de su madre) y sus hijos: Conrad (18 años), Jeremiah (17 años) y S...
202K 12.6K 32
*Historia corta *Capítulos cortos *CUALQUIER COPIA O ADAPTACIÓN SIN MI CONSENTIMIENTO SERÁ DENUNCIADA
13K 496 109
Todo lo que necesitas saber de ellos está aquí en este libro. Espero que les guste y que si tienen alguna sugerencia me la hagan saber ;)
237K 17.7K 40
Sabaku no ____, la hija de Sabaku no Kankuro, sobrina de Temari y Gaara, el Quinto Kazekage y prima de Nara Shikadai y Sabaku no Shinki, es la mayor...