More than this | Fan-fic de L...

By judiLimon

663K 25K 3.5K

"Nuestros ojos chocaron por sexta vez en la noche y me estremecí. ¿Qué había en ellos? ¿Estaba viendo deseo e... More

More than this
I. Miradas
II. Nunca había hecho esto
III. Cuenta hasta diez
IV. Sabes perfectamente la respuesta
V. Me gustaría mucho que fuera contigo
VI. Calma, preciosa
VII. Dime si quieres que me quede
VIII. ¿Eso es humillante?
IX. Desnúdate
XI. No voy a llevarte a ninguna parte
XII. Esto es muy intenso
XIII. Nunca
XIV. ¿Por qué eres así?
XV. Lo prometo
XVI. ¿Y si se quedaba conmigo?
XVII. Poniéndome a prueba
XVIII. Puedes hacer lo que quieras conmigo
XIX. No eres tan duro como aparentas
AVISO
XX. Mía
XXI. Algo que he querido hacer para ti
XXII. El cuartel general
XXIII. Mucho, pequeña
XXIV. Hasta que me besó
XXV. ¿Qué me estaba pasando?
XXVI. Miedo
XXVII. Confía en mí (1/3 maratón)
XXVIII. No lo permitas (2/3 maratón)
XXIX. Gracias por cuidarme (3/3 maratón)
XXX. Especial
XXXI. Necesitaba sentirla mía
XXXII. A su lado
XXXIII. Querida
XXXIV. ¿Lo has hecho por mí?
XXXV. No quiero que nos vayamos ninguno
XXXVI. A cada paso que daba sin él
XXXVII. El muro, la fuerza y la valentía
XXXVIII. Tuyo
XXXIXL. Sólo sexo
XL. Ganamos los dos
XLI. Historia de amor
XLII. Blanco o negro
XLIII. No puedo
XLIII. Negro
XLIV. ¿Por qué no podía dejarme sola?
XLV. Haz conmigo lo que quieras
XLVI. Paraíso
XLVII. La decisión
XLVIII. Y siempre lo voy a ser | FINAL |

X. Creo que somos muy parecidos

15.7K 490 38
By judiLimon

Sábado 8 de marzo de 2014

Chloe

– Así que está decidido, vas a contárselo.

Sostuve entre mis manos un precioso vestido azul marino mientras me miraba en un espejo que se encontraba en medio del Springfield. Según me había dicho Alice, era su lugar favorito para probarse mil prendas de ropa y después no hacerse con nada; quería comprobar qué se sentía haciendo aquello, aunque era probable que acabara llevándome algo conmigo.

Coloqué el vestido sobre mí, cubriendo mi figura por encima e imaginando el efecto que podría tener en mí si realmente lo llevara puesto.

– Pruébatelo. Te va a quedar genial. ¡Vamos!

Cogió mi mano y, antes de que pudiera protestar, fui arrastrada hasta la zona de los probadores.

– ¿Tú no piensas ponerte ni un triste pantalón? –Pregunté, advirtiendo que Alice no había prestado un mínimo interés hacia las prendas que nos rodeaba.

Me miró con gesto serio y corrió la cortina que correspondía con el primer cuarto de esa pequeña sala.

– Entra y pruébatelo –ordenó, ignorando mi pregunta.

– Vale, sargento –hice lo que me pidió sin rechistar–. Entonces, ¿se lo vas a contar?

Escuché cómo suspiraba desde el otro lado.

– He quedado con ella para cenar esta noche. Supongo que acabaré durmiendo en su casa, es una costumbre que siempre hemos tenido, así que si no es hoy, será mañana.

– Mejor hoy.

Me coloqué el vestido adecuadamente y eché un vistazo al espejo que me devolvía mi propia imagen. Enarqué una ceja. No me gustaba nada. No tenía cuerpo para lucir esa clase de vestidos. Estaba convencida de que Alice se vería mucho mejor que yo con él.

– Sé que tengo que hacerlo pero de repente me siento muy cobarde –continuó Alice, ajena a la tortura a la que me estaba sometiendo–. Todavía no se me ha ido del cuerpo el miedo que Louis ha creado en mí. Está convencido de que va a matarlo.

– Va a hacerlo –aseguré, girando sobre mí misma.

Seguía sin gustarme.

– ¿Tú crees? No importa –se respondió a sí misma, al instante–. Sal, ¡quiero verte!

Tomé aire. Ese tipo de situaciones me daban una vergüenza más que considerable pero sabía que Alice insistiría hasta la saciedad para conseguir lo que quería. Así que aparté la cortina y dejé que nos encontráramos frente a frente. Aproveché para mostrarle mi mejor mueca de desagrado

– Sí, va a matarlo –comenté retomando el tema de conversación anterior, en un vano intento por quitarle importancia al hecho de que llevaba media hora haciendo un pase de modelos para ella.

Pareció no escuchar mis palabras. Avanzó hasta donde estaba y sujetó el borde del vestido, arreglado con un ligero vuelo, sin llegar a convertirse en volantes.

– Es precioso, Chloe.

– Claro que lo es, lo que falla es mi cuerpo.

Su mirada consiguió taladrarme.

– ¡Atrévete a repetir eso! –Exclamó, cerrando un puño en alto; algo que, por supuesto, me hizo reír.

Apoyó sus manos en mis hombros y, sin previo aviso, me empujó hacia adelante y comenzó a guiar mis pasos. Salimos de ese pequeño cuartucho a gran velocidad y dirigió mis movimientos hasta que quedamos frente al espejo que ya habíamos visitado con anterioridad. Soltó mis hombros, se colocó a mi lado y tendió una mano hacia adelante, instándome, imaginé, a que observara mi reflejo.

Lo hice. Y siguió sin gustarme.

– Mira tus ojos, Chloe, este es el color ideal para ellos. Te los resalta muchísimo –asentí. En ese punto llevaba razón–. El corte del vestido es perfecto. ¡Te hace unas piernas preciosas! ¡Pareces incluso más alta!

– Mmm...

– ¡Sabes que es así! –Protestó–. Además, este tipo de escote siempre resalta mucho los pechos –volvió a coger mis hombros y observé a través del cristal cómo guiñaba un ojo, así que acabé por reír–. Te queda muy bien. Pareces una princesa.

En cualquier otro momento, hubiera estallado en carcajadas, pero no lo hice. El trozo de tela que cubría mi torso estaba hecho a base de encaje transparente; nunca me había llamado demasiado la atención pero en esa prenda resultaba precioso. Bajo éste, a la altura de mis pechos, la tela adquiría una forma de corazón.

– Estás guapísima y lo sabes –insistió.

Por cuarta vez en el día, me sentí diferente. Y, por cuarta vez en el día, quedó demostrado que cuando se trataba de juzgar algo que me concernía era de todo menos objetiva. Era demasiado dura. Así que agradecía tener a mi lado a una persona como Alice, que sacaba lo mejor de mí. O, al menos, conseguía que yo misma me viera de una mejor manera.

– Creo que me lo quedo –dije, al fin.

– ¡Bien! Te queda muy bien. Niall va a estar encantado pero lo más importante es que tú lo estés.

– Gracias –sonreí, con auténtico agradecimiento.

– No se merecen –me devolvió una cálida sonrisa y juntó sus manos a la altura de su estómago–. ¿Miramos más ropa?

– ¡No, por favor! –Exclamé–. Llevándome todo lo que tengo pensado llevarme podría comer dos o tres semanas sin esfuerzo –reímos al mismo tiempo, mientras nos encaminábamos hacia los probadores de nuevo–. Vale por hoy.

– Vale por hoy –aceptó–. ¿Sabes cuál es tu único problema? No te ves a ti misma con claridad. Pero yo voy a conseguir que lo hagas.

Levantó el brazo en señal de fuerza y reí. No sabía exactamente cómo lo había hecho pero sí, lo había conseguido. Me sentía mucho mejor de lo que hubiera imaginado al salir de casa.

Domingo 9 de marzo de 2014

Alice

Había rechazado salir de la cama tantas veces como me lo había planteado. Estaba viviendo una auténtica lucha interna: mi conciencia y la valentía que, creía, seguía existiendo en mí, me obligaban a levantarme y a hacer frente a aquella situación. Pero mi cobardía vencía en aquel combate que se estaba produciendo y siempre acababa por retenerme. También había vencido la noche anterior, cuando había sido incapaz de confesarle a Perrie todo lo que estaba pasando.

– ¡Buenos días! –La puerta se abrió de golpe y una tímida luz inundó la habitación. A través de ella, pude ver la figura de mi prima–. Son las once de la mañana, ¿tengo que empezar a preocuparme por lo mucho que duermes últimamente?

Me cubrí el rostro cuando comprendí que la batalla interna había terminado. Ya sólo quedaba una opción.

– Estaba cansada –me defendí, cerrando los ojos de nuevo. Escuché sus pasos dirigirse hasta mí y, poco después, sentí cómo se hundía el colchón. Supuse que se había sentado a mi lado–. ¿Llevas mucho despierta?

– Una hora, más o menos. Me ha dado tiempo a prepararte el mejor desayuno que te hayan preparado en tu vida –reí con ella–. ¿Quieres probarlo?

Inhalé un par de veces seguidas con fuerza, armándome de valor.

"¡Vale ya!", me chillé a mí misma, "es tu prima, no puede ser tan malo".

Me aferré a esas palabras para incorporarme de inmediato, sin querer perder más tiempo. Estaba completamente despierta así que no necesitaba despejarme de ninguna manera. Se puso en pie y yo lo hice con ella. Caminamos hasta la cocina con la conversación típica de una recién levantada.

– ¿Qué tal hace?

– Frío. Y llueve.

Claro, estábamos en Londres.

Nos sentamos en nuestros sitios habituales y me tendió una taza de leche que agradecí con una sonrisa. Contemplé cómo la leche daba vueltas al ritmo que le marcaba la cuchara que sostenía mientras caía en la cuenta de que ni siquiera había elaborado un plan para contárselo de la mejor forma posible. Tendría que improvisar y eso lo complicaba todo mucho más.

– Si sigues dando vueltas a la leche la vas a marear –observó, con bastante acierto.

Resoplé tras ese toque de atención. Y decidí que había llegado el momento.

– Perrie hay algo que quiero contarte y lo voy a hacer de carrerilla porque sé como eres y no quiero que me preguntes mientras lo estoy haciendo, ni que me interrumpas, ¿vale? Así que te lo suelto todo de golpe con una advertencia antes: tampoco quiero que mates a nadie. No quiero que me mates a mí ni quiero que mates a Louis. Y te preguntarás, ¿por qué iba a Louis? Bueno, pues... porque me he liado con él.

El aire escaseó en mis pulmones tras la profusión de tantas frases juntas, a gran velocidad y sin espacio entre unas y otras. Su expresión varió de la sorpresa a la parálisis más absoluta, hasta que consiguió fruncir el ceño. Después, entreabrió la boca.

– Qué...

– Cinco veces –completé lo anterior.

Ladeé la cabeza. ¿Cinco? Qué rápido estaba sucediendo todo.

– Qu...

– No es tan malo, ¿verdad? –Le corté, consciente de que no era capaz de reaccionar y aprovechándome de eso mismo–. Seguro que te esperabas algo peor –traté de bromear, nerviosa.

Sus labios se transformaron en una fina línea y cerró los ojos. Me moví inquieta sobre la silla y junté las manos sobre mi regazo, esperando un veredicto que, con toda probabilidad, sería negativo.

– ¿Qué puede haber peor que eso? –Preguntó finalmente, con una inesperada calma.

Tragué saliva.

– Se me ocurren unas cuantas cosas. Por ejemplo, podrían haberme echado del trabajo el cuarto día. También, podría haberm...

– Para –detuvo mi intento de concederle humor al asunto–. No hay nada peor que lo que acabas de decirme.

– No digas eso.

– ¡Louis no es para ti! –Su grito consiguió que me sobresaltara–. ¿Cómo se te ocurre liarte con él?

Levanté las manos, en una señal de inocencia, como si quisiera quitarme toda responsabilidad.

– Pues... eh... ¡No sé! Surgió... ¡Surgió! –Concluí, sin saber bien qué decir.

– ¿¡Surgió!? –Volvió a gritar–. ¿¡Cuándo surgió!?

Negué con la cabeza.

– Eso, mejor, no lo preguntes. Créeme cuando te digo que no quieres saberlo.

Arrastró la silla hacia atrás y se levantó de ella alterada. No tardó en comenzar a dar vueltas sobre sí misma.

– Voy a matarlo.

La frase que más temía llegó hasta mis oídos y asentí.

– Sí, dijo que ibas a decir eso.

Se giró por completo, colocó los brazos en jarra y me miró como nunca antes me había mirado.

– ¿Os habéis estado cachondeando de mí?

– ¡No! ¿Qué dices?

Dejó caer sus brazos y su expresión cambió. Seguía habiendo enfado y sorpresa en ella, pero también puede percibir preocupación.

– Alice –comenzó, imaginé que en un intento por sonar más tranquila–, Louis, aunque no lo parezca, no sabe estar con una chica. No sabe comportarse bien y cuando se cansa de lo que pueden darle se aparta de ellas sin ninguna explicación. No es para ti. ¿Me oyes? –Pronunció cada palabra despacio.

– ¿Por qué? –Pregunté, ya cansada de sus constantes ataques hacia él–. ¿Porque sólo busca sexo? Es exactamente lo que busco yo en él –aclaré.

Y me sonrojé.

– ¡No! ¡Porque a veces no tiene respeto ni consideración por nada ni por nadie! Le da igual todo mientras pueda pasar un buen rato –abrí los ojos como platos ante la expresión que había empleado–. No puedo creer que hayas caído, te creía bastante más inteligente –me concedió un instante de silencio en el que procesé sus palabras–. Juro que voy a matarlo. ¿Cómo se le ocurre?

Apoyé los codos en la mesa y dejé caer mi cabeza sobre mis manos.

– Perrie, eres la exaltación de la exaltación. ¿Te quieres calmar?

– ¿¡Quieres escuchar lo que estoy diciendo!? –Gritó, de nuevo.

La miré.

– Te escucho perfectamente. Te está escuchando mi madre desde España –añadí.

Se cruzó de brazos.

– ¿Te parece gracioso?

– ¡Pues sí! –Me levanté llevada por un impulso y me coloqué frente a ella–. ¡Me parece gracioso cómo te lo estás tomando! ¡Mira cómo te has puesto!

– ¿Cómo quieres que me ponga? No quiero que juegue contigo, no quiero que te haga lo mismo que le ha hecho a tantas otras.

– Sí, eso ya lo has dicho. Se nota a kilómetros el aprecio que le tienes –refunfuñé.

Recordaba a Perrie hablándome muy bien de él. No entendía a qué venía todo esto.

– No, no es eso, Alice –respondió, cerrando los ojos de nuevo–. Quiero mucho a Louis...

– Menos mal –enarqué una ceja tras cortar su explicación–. No quiero imaginar qué es lo más dulce que puedes decirle a una persona por la que no sientes nada.

– Alice, quiero mucho a Louis –insistió–. Por todo lo que significa para mí, y por todo lo que significa para Zayn, pero cuando se trata de esto... –Negó con la cabeza–. Y menos si está relacionado contigo. Juega con las chicas, no quier...

– Oye –la interrumpí–, te aseguro que estoy encantada de que juegue conmigo.

Su cara, en esa ocasión, fue de terror.

– Oh, no. Te gusta.

– ¡No! No me gusta –contesté, al instante, tratando de paliar su miedo–. Bueno sí, sí me gusta, ¡claro que me gusta! –Me corregí a mí misma–. Me gusta como me tiene que gustar. Sé lo que hay entre los dos y no quiero nada más. El día que quiera un novio formal me olvidaré de chicos juguetones, te lo prometo.

Puso los ojos en blanco, probablemente ante el tinte divertido que seguían teniendo mis palabras y que a ella le resultaba insoportable. Seguía sin comprender la gravedad de la situación, más aún teniendo en cuenta que nunca en mi vida había sido capaz de querer una relación estable con nadie. ¿Por qué iba a acabar queriendo algo más con él?

– Te hará daño –aseguró, al cabo de unos segundos en silencio.

– No, no me hará daño –respondí, extasiada ante semejante demostración de protección por su culpa–. ¿Sabes? Empiezo a pensar que sabes muy bien de lo que hablas. ¿Hay algo que Zayn no sepa? ¿Tuviste una aventura con Louis? ¿De eso va todo esto?

Ya esperaba cualquier cosa.

– No, yo no –dijo, con seriedad–. La tuvo Jade. Y la hizo mucho daño.

La parálisis absoluta que había sentido minutos antes Perrie pareció trasladarse a mi cuerpo y cubrió cada músculo de mi ser. Si estaba pestañeando, ni siquiera era capaz de darme cuenta. Cuando conseguí abrir la boca, descubrí lo seca que estaba.

– ¿Jade? ¿Qué Jade?

– ¿Qué Jade? ¿De qué Jade crees que hablo? ¿Te enseño una foto suya? –Permanecí callada. Jamás me hubiera imaginado tal cosa–. ¿Ves? Esa es la cara exacta que se te va a quedar cada vez que descubras algo que él no quiere que descubras. ¿Crees que no se acuesta con otras chicas, por ejemplo?

Sus últimas palabras sonaron lejanas y entendí que tenía que reponerme de ese golpe. Moví la cabeza de un lado a otro y traté de salir de aquel estado aturdimiento. ¿Por qué Louis no me había contado lo de Jade? ¿Por qué no quería que llegara preparada a aquel encuentro que podía suponer el desencadenamiento de una guerra?

¡Era por eso por lo que temía tanto la reacción de Perrie! Porque ya había hecho daño a una persona demasiado cercana a ella, sabía que mi prima no permitiría algo así de nuevo. Estúpido oculta-cosas.

– Para empezar –me aclaré la voz–, puedo imaginar que se acuesta con otras chicas y no es ningún problema –aclaré–. No soy tan tonta, pero gracias por confirmarme que tú sí tienes ese concepto de mí –dejamos escapar un suspiro al mismo tiempo–. Me da igual que se vea con otras –insistí, sentándome de nuevo en la silla.

– Llegará un momento en que no te de igual.

– Sé lo que busco en él –repetí.

– Vas a engancharte a él –aseguró, consiguiendo que la mirase con estupefacción. Fue tan rotunda que por un momento creí aquello–. Te conozco y le conozco a él. Sé que te gustará.

– No, eso no va a pasar –contesté, con la misma seguridad–. En el momento en el que empiece a sentirme como no me tengo que sentir con él, cortaré esto. Créeme.

Perrie volvió a tomar asiento, después de la posición amenazante que había tenido en todo momento, y dio un mordisco a una de las napolitanas de crema que había sobre la mesa.

– Ya, pues hasta ese momento dejas de ser mi prima.

– No seas tan dura conmigo. Ya soy mayorcita para decidir por mí misma.

– No creo que haya salido de mi boca un "te prohíbo lo que estás haciendo".

– Supongo que porque sabes el efecto que tendrían esas palabras en mí. Es decir, no te haría caso.

Por primera vez en unos cuantos minutos, curvó sus labios hacia arriba.

– Sí, lo sé. Pero la razón por la que no te lo digo es porque no soy quien para hacerlo. Lo que sí puedo es aconsejarte.

– ¿Aconsejarme? –Pregunté, con algo de diversión. Señalé hacia el lugar donde instantes antes había estado de pie sermoneándome–. Eso de ahí no han sido consejos.

– Eres mi prima, te quiero y me preocupo por ti. Y si Louis no me gusta para ti, en ningún sentido, es mi deber decírtelo. Ya te he advertido cómo es, ahora... tú misma. Yo me desentiendo.

Me recosté contra la silla. Parecía calmada así que imaginé que era un buen momento, si es que había alguno que podía considerarse como tal, para hacer una última petición.

– No lo mates, anda.

Sus ojos azules se oscurecieron.

– Veré qué puedo hacer con estos impulsos asesinos.

Sonreí.

– Gracias por preocuparte por mí.

Asintió. Su evidente disgusto no se desvanecería de la noche a la mañana y en parte lo entendía, más aún teniendo en cuenta que ya había pasado por todo aquello con Jade, otra persona a la que estaba muy unida. Pero hubiera agradecido algo más de comprensión por su parte. ¡Yo era la víctima en todo aquello! Estaba indefensa ante Louis cuando me miraba de esa manera, no había nada que pudiera hacer para evitar que me enrolase en sus juegos.

– ¿Desayunamos y damos un paseo por el centro? –Preguntó, dando por zanjada la conversación.

– Me parece genial.

Sí, me parecía genial. Pero, siendo sincera,  no veía el momento de llegar a casa, ponerme cómoda y exigir la presencia de Louis. Tenía que explicarme unas cuantas cosas.

Louis

Subí las escaleras del portal de Alice prácticamente corriendo. Había llamado un par de veces al ascensor y parecía ser invisible para él así que decidí que él también había dejado de existir para mí. La ansiedad ya se había apoderado de mi cuerpo así que mi paciencia se había agotado.

Me abrió la puerta con una mueca y permaneció quieta, con una mano apoyada en la puerta y su cuerpo escorado hacia el otro lado, impidiéndome con ese gesto entrar.

Fruncí el ceño.

– ¿Me has llamado para impedirme el paso?

Su expresión cobró más enfado.

– Eres un estúpido –dijo, despacio.

Suspiré.

– Me alegro mucho de que sigas siendo tú misma, siempre con tantas ganas de insultarme y de...

Tiró de mi camiseta hacia ella, pegó mi cuerpo al suyo y cerré la puerta cuando tuve ocasión, aún sorprendido por ese recibimiento. Me miró durante un par de segundos, apoyó su mano en mi nuca y me besó con fuerza. La correspondí al instante, aunque no entendiera nada de lo que estaba sucediendo, y tardé medio segundo en rodear su cintura con mis brazos.

Y como si no tuviera claro lo que hacía, se revolvió en mis brazos con grandes aspavientos.

– Para –gruñó.

Me aparté de ella levantando las manos.

– Has sido tú quien me ha besado –me excusé con la verdad–. Y lo único que puedo hacer cuando me besas es corresponderte, así que no deberías protestar –su rostro volvía a detonar enfado–. ¿Qué pasa?

Silencio durante unos instantes.

– ¿¡Cómo se te ocurre ocultarme que tuviste una relación con Jade!?

Me tapé los oídos en un acto reflejo tras su escandaloso vocerío. En ese sentido, era igual que su prima.

Su prima. Perrie. ¡Se lo había contado!

– ¿Se lo has contado a Perrie? –Bufó, dio media vuelta y se alejó de donde nos encontrábamos–. ¿Se lo has contado? –Insistí, caminando tras ella.

Cogí su mano y la obligué a detenerse. Para entonces, sus mejillas estaban invadidas de un colorete precioso. Me preocupé cuando comprendí que probablemente fuera consecuencia del enfado que tenía.

– Sí, se lo he contado. No trates de cambiarme de tema. ¿Por qué no me dijiste nada de Jade?

– Eh... –Me encogí de hombros–. Se me olvidó.

– ¿¡Se te olvidó!? –Su mandíbula se desencajó–. Debería echarte a patadas de aquí.

Aprisioné su cuerpo contra el mío con un rápido movimiento y rocé su nariz con mis labios.

– Pero no vas a hacerlo –susurré–. ¿Verdad?

La besé con la delicadeza que sabía que necesitaba pero, pese a mis esfuerzos, no tardé en sentir una presión continua sobre mi pecho. Había comenzado a darme golpes sobre él y me aparté de ella de inmediato. El último que me propinó fue realmente fuerte.

– Algún día vas a hacerme un agujero de tanto pegarme, ¿sabes? –Me incliné sobre ella pero volteó la cabeza, impidiéndome que accediera a sus labios–. Alice –solté sus caderas y aferré su rostro con firmeza–, ¿me perdonas?

– No, no te perdono. ¿Puedes imaginarte mi cara cuándo me lo ha contado? ¡Ahora entiendo por qué temías tanto la reacción de Perrie! ¡Sabe de primera mano lo capullo que puedes llegar a ser!

Fruncí los labios.

– Qué bien, los insultos pasan a otro nivel.

– ¿Qué quieres que te llame? ¿Hermoso? –Preguntó, con ironía.

– Bueno, es un adjetivo que se corresponde con la realidad –inhaló aire, enfadada, y reí–. Ven aquí, anda –traté de abrazarla pero, una vez más, lo impidió agitando sus extremidades con energía–. Venga, Alice, no hagas esto –aferré con fuerza sus muñecas y sólo entonces se calmó. Su mirada seguía siendo severa pero al menos ya no ejercía de boxeadora contra mi persona–. ¿Quieres que te cuente lo que pasó con ella?

– Hubiera estado bien que me lo contaras antes de tener que enfrentarme a los sermones de mi prima, así al menos hubiera ido preparada. ¡Y con datos suficientes para poder contraatacar! –Reprochó.

– Vale, lo sé. Ya te he pedido perdón y lo siento realmente. No podemos volver atrás, pero puedo contártelo ahora –nos miramos durante unos instantes–. Vamos.

Sujeté su antebrazo y la conduje hasta uno de los sofás situados en la entrada del salón. Nos sentamos y me aproximé a ella todo lo que fui capaz, respetando algo de su espacio para no intimidarla.

– En realidad, lo de Jade no fue nada.

Arrugó la frente.

– Seguro que si le preguntas a ella no dice lo mismo.

Reí.

– Seguro. Estoy en primera posición en su lista de las personas más odiadas.

– ¿Ah, sí? Pues, fíjate, no se me puede ocurrir por qué.

Su ironía sólo consiguió molestarme a mí también.

– Tampoco soy como me pintan, ¿vale? Me gusta conocer chicas, sí, pero no hago ningún daño a nadie. No me gusta que pienses así de mí.

– ¿Cómo quieres que piense? Seguro que trataste muy bien a Jade para que mi prima hable así de ti y para que ella te tenga en su lista de personas más odiadas.

– ¡Pues sí! –Exclamé–. La traté muy bien, igual que trato a todas. ¿Te estoy tratando mal? –Permaneció callada–. Si crees eso, me voy.

Negó con la cabeza.

– Sigue.

– ¿Te estoy tratando mal? –Insistí.

Ella suspiró.

– No.

– Bien –tomé aire–. Fue hace un año, más o menos. Nos acostamos después de una fiesta, después quedamos... –Traté de hacer memoria. Había pasado demasiado tiempo–. No sé, cuatro o cinco veces. ¿Y sabes qué? Tenía novio.

Abrió los ojos con amplitud.

– ¿Jade?

– Sí, el mismo que tiene ahora. ¿Te das cuenta? Dice todas esas cosas de mí, pero al menos yo no he engañado a nadie. Primer punto a mi favor –sonreí conalgo de satisfacción–. Nos acostamos varias veces pero ninguno mencionó llegar a mayores. Yo no quería y daba por hecho que ella tampoco. ¡Tenía novio! –Exclamé–. Y llegó un momento en el que me cansé –fui claro–. Jade es muy guapa, pero no es para mí. Le expliqué que no quería que siguiéramos viéndonos. ¿Cómo iba a imaginar que iba a hacerle daño de alguna forma? Creía que sólo éramos lo que éramos. A día de hoy sigo pensando que lo único que herí fue su ego. Y aunque no fuera así... yo no tengo la culpa de que se confundiera con respecto a lo que teníamos.

Retiró su mirada de mí y los segundos siguientes se sucedieron en silencio.

– ¿Y por qué Perrie habla así de ti si eso fue lo que pasó?

– Eso me gustaría saber. No creo que pueda tener ninguna queja de mí después de todos estos años. He estado ahí para ella siempre que lo ha necesitado. Siempre que ocurre algo entre ella y Zayn el que intercede por los dos soy yo. No sé cómo puede tener esa opinión de mí.

– En realidad... me ha dicho que te quiere mucho.

Reí ante su intento de mejorar la situación.

– Eso parece, sí –agaché la cabeza y contuve un suspiro–. Oye, Alice, todo lo que he hecho en un terreno sentimental desde que empezó esta locura de viajar por todo el mundo ha sido conocer chicas y acostarme con ellas. Y no tengo ningún problema en reconocerlo. Pero nunca he querido hacer daño a nadie, esa no es mi intención. Jade es una excepción. Puede que haya dos o tres más, pero nunca he querido eso. Soy joven y quiero disfrutar, es lo único que quiero y no hago daño a nadie. También es lo que quiero contigo, y si llega un momento en que esto te supera en algún sentido, se acabará –asintió, despacio–. No quiero hacerte daño y confío en que eso no pase. Creo que somos muy parecidos, estoy muy a gusto contigo y quiero que sigamos así.

– Estoy de acuerdo.

Sonreí ampliamente, aunque algo trastocado por la conversación que acabábamos de tener. No solía dar explicaciones. En muy pocas ocasiones había tenido que hacerlo y resultaba extraño tener que recurrir a ello.

– Una última pregunta.

– Dime –me acerqué más a ella y acaricié su mejilla.

– ¿Hay alguien en este planeta con el que no te hayas acostado?

Reí.

– Pues, por ponerte un ejemplo, Perrie –ladeé la cabeza, recordando ciertas cosas–. Y eso que al principio...

– Vale –me cortó–, para. No quiero saberlo.
   
Arrugó su expresión pero no dejó de sonreír. Yo también lo hice ante ese gesto y me aproximé más a ella. Tardé poco en juntar mis labios con los suyos y desde ese momento sólo pensé en devorarla. La conversación había acabado.

______________________________________

   

   

¡Hola! :)

Contadme qué os ha parecido, vivo por y para leeros *reza para que comenten*.

¡Muchas gracias a todas y mucha suerte a las que estéis con exámenes! Espero veros a más de una en el WWAT por Madrid, ¡sólo queda un mes! :)

El de hoy está dedicado a Lau_tomlinson :) ¡Que lo disfrutes!

   

   

¡Mucho amor! xxx

Twitter:

@LookAfterYou28

   

   

Si

tenéis alguna duda, alguna pregunta, o simplemente queréis

comentarme algo, podéis hacerlo aquí ->

http://ask.fm/LookAfterTomlinson :-)

Continue Reading

You'll Also Like

13.2K 2.3K 6
Segunda parte de la historia "Infierno" "Yo te vi morir" - Su pecho se apretaba con cada respiración que daba. "No se de que mierda me estas habla...
902K 94.8K 139
1era y 2da temporada ♥️ Sinopsis: En donde Jimin es un Omega mimado y Jungkook un Alfa amargado, los dos se casan por sus propias conveniencias. ⚠️...
6.1K 237 25
Información sobre Black Veil Brides
1.4M 70.6K 85
Todo tipo de imaginas, mundos paralelos, chistes e historias cortas de One Direction que espero te hagan reír. La mayoría son de mi invención y los...