Reencuentros amorosos

By sweet_svu

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Olivia, madre y mujer trabajadora, comprometida con su trabajo, nunca imaginó que su vida cambiaría por el re... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29 (+18)
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34 (+18)
Capítulo 35 (+18)
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43 (+18)
Capítulo 44 (+18)
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47 (+18)
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51 (+18)
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56 (+18)
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60 (+18)
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65 (+18)
Capítulo 66
Capítulo 67 (+18)
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75 (+18)
Capítulo 76
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
Capítulo 84
Capítulo 85
Capítulo 86 (+18)
Capítulo 87
Capítulo 88
Capítulo 89
Capítulo 90
Capítulo 91
Capítulo 92 (+18)
Capítulo 93
Capítulo 94
Capítulo 95
Capítulo 96
Capítulo 97
Capítulo 98
Capítulo 99
Capítulo 100
Capítulo 101
Capítulo 102
Capítulo 103
Capítulo 104
Capítulo 105
Capítulo 106
Capítulo 107
Capítulo 108
Capítulo 109
Capítulo 110 (+18)
Capítulo 111
Capítulo 112
Capítulo 113
Capítulo 114
Capítulo 115
Capítulo 116
Capítulo 117
Capítulo 118
Capítulo 119
Capítulo 120

Epílogo

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By sweet_svu

Olivia caminaba nerviosa de un lado a otro en su habitación, vestida tan solo con su bata de baño blanca. Su habitación tenía una gran ventana que daba justo al jardín y decidió asomarse por ella para ver como marchaba todo en el jardín de su casa. Todo estaba en su lugar ya. Las sillas, los arreglos florales, la mesas y lo más importante, el altar, estaban perfectamente colocados donde habían quedado que estarían.

Respiró profundo y se paró delante del espejo. Ya estaba maquillada y peinada, sólo faltaba que se pusiera su vestido que estaba sobre la cama.

—Este es el día que tanto esperaste por más de 15 años, Olivia —se dijo limpiando una lágrima que había descendido por su mejilla que por supuesto era de felicidad.

Tomó el vestido y se lo midió por encima de la bata. Había demorado tanto en encontrar un vestido con el que se sintiera cómoda, ideal para esa ocasión. Un vestido blanco con un pronunciado escote en v con un fajín dorado justo debajo de su busto, lo que lo hacía un poco más pronunciado que antes debido a que seguía dando de lactar a sus bebés. 

Hace siete meses, luego del parto, no se sentía muy segura con su cuerpo pero poco a poco fue retomando sus curvas y su seguridad regresó. Elliot se la pasaba diciéndole lo hermosa que era pero el espejo no le decía lo mismo por lo que esperaron todos esos meses después del parto para la boda. Además que estaban mucho más preocupados en la salud de los gemelos que de cualquier otra cosa. Después de que Ethan y Livi nacieran... sí, Elliot se había salido con la suya y habían terminado llamando a la bebé así por todo lo que había pasado durante el parto con ella y con su madre, los bebés se habían quedado en incubadoras por un mes. Olivia no estaba dispuesta a irse a casa sin sus hijos pero había terminado aceptando porque no podía descuidar de Noah tampoco. Todos los días por reloj, Elliot y Olivia iban a ver a sus hijos durante el tiempo que Noah estuviera en la escuela y después de eso se turnaban para ir con los bebés. Los doctores al principio decían que tendrían que estar dos meses en la incubadora pero crecieron tanto en un mes que les dieron el alta diciéndoles que de prematuros ya no tenían nada. 

—¡Mami! ¡Mami! ¡Mami! —gritó Noah del otro lado de la puerta, sacándola del mar de recuerdos en el que había ingresado. Por lo general su hijo ingresaba a su habitación seguido de los gritos pero esta vez no lo hizo así por lo que dejó el vestido cuidadosamente sobre la cama y fue a abrirle la puerta.

—Cariño, esta abierto —contestó antes de abrir la puerta y notar por qué no había entrado como un torbellino—. Así que sólo vienen los tres —añadió ayudando al pequeño con el coche donde estaban los gemelos—. Hola mis amores.

—Ma, ma, ma —dijeron a la vez los gemelos y luego Ethan dio un gritito de felicidad.

—Están muy guapos ustedes tres, eh.

Sonrió.

Sus tres hijos estaban vestidos muy formal. Noah e Ethan con traje beige, camisa blanca y un corbatín, mientras Livi estaba con un vestido color beige tipo tutu y un gran moño en su cabeza.

—¿Dónde está papá?

—Papi te mando... ¡dos regalos, mami! —saltó Noah y tomó las cajas que tenían sus hermanos sobre las piernas.

—¿Dos regalos? ¿Y dónde está? ¿No viene con ustedes? —preguntó tomando las cajas.

—No. Es de mala suerte mami —respondió pensativo—. Eso dijeron mis hermanas. Ellas lo ayudaron y a nosotros tres. 

—¿Están en la habitación de los chicos? 

Él asintió.

—Vamos a ver los regalos de papi.

Abrió primero la caja pequeña, eran unos pendientes largos y hermosos de oro. La segunda caja la sorprendió un poco más, era un tocado de cadena para su peinado, Elliot lo había visto en una revista de novias que alguna vez vieron juntos y que a Olivia le había encantado por lo que se lo compró.

—¡Papá quédate quieto! —pidió Maureen intentando hacerle el nudo a la corbata de su padre. 

—Parece que fuera la primera vez que te casas —rió Richard—. Ni te sale un nudo de corbata.

—No es la primera vez pero es la primera vez con Olivia. Necesito que todo este perfecto.

—Y lo está —aseguró Kathleen sonriendo—. Tienes una embarazada bastante mandona ahí abajo y también a una abogada que no acepta un no como respuesta, ultimando detalles —añadió refiriéndose a Amanda y a Alex. La primera tenía casi cinco meses de embarazo, el padre era Carisi y por fin él había logrado convencerla para que vivieran juntos.

—Es cierto. Ellas no van a permitir que nada salga mal —murmuró intentando convencerse—. ¿Cómo se ve Olivia? ¿Está feliz? Debe estar hermosa... más que siempre, ¿no? —preguntó dirigiéndose a sus hijas que habían ayudado a Liv con el peinado mientras Alex hacía lo suyo con el maquillaje.

—No vas a tener palabras cuando la veas —respondió Maureen terminando con el nudo de la corbata. Pasó sus manos suavemente por los hombros de su padre acomodando su camisa y tomó la leva de su traje, era color beige al igual que el de Noah y el de Ethan.

—El juez y el...

—Sí, van a llegar a tiempo los dos —lo interrumpió Elizabeth y dejó un beso en su mejilla—. Te ves muy, muy guapo.

—El tocado de Liv... ¿cómo...

—Ya vamos a ayudarle con eso. Tú baja papá y recibe al juez y al sacerdote que deben estar por llegar —dijo Kathleen saliendo de la habitación de Richard y Eli en compañía de sus hermanas.

Olivia había aceptado finalmente que un sacerdote fuera a bendecir su boda, no quería una boda por la iglesia en sí ya que no era muy creyente pero Elliot lo era por lo que estuvo de acuerdo en que lo hicieran.

Kathleen, Maureen, Elizabeth y Alex fueron a la habitación de Liv para ayudarla a que se terminara de arreglar pero ella no estaba ahí, se había pasado al cuarto de los gemelos ya que la habían dejado sola con sus tres hijos. Jugó un poco con ellos y luego de dejar a los bebés en las cunas y a Noah jugando sobre un sofá que había allí, se metió al baño para ponerse el vestido. Las chicas la encontraron antes de infartarse y le ayudaron con el tocado, faltaba poco para que empezara la ceremonia y tenían todo listo. Los invitados también habían llegado y estaban en el jardín.

Los hijos de Elliot ingresaron primero con los gemelos en brazos y se sentaron en las primeras filas. Luego ingresó Noah con una gran sonrisa y la almohadilla donde iban los anillos, estaba feliz de por fin poder hacerlo ya que lo había practicado por meses. Alex y Fin estaban adelante también ya que eran los testigos de la boda.

Olivia se paró justo donde iniciaba el camino que daba al altar y suspiró, todo eso era mejor de como se lo había imaginado, deseado, añorado por tanto... Sus ojos brillaban enamorados.  El rostro de Elliot lucía ansioso y emocionado a la vez lo que contrastaba con la serenidad, felicidad y majestuosidad con la que en ese momento Liv había empezado a tener, avanzando por ese pasillo. 

 —¿Estamos listos? —preguntó el juez quien estaba junto al sacerdote frente a Elliot.

—Sí, sí, claro que sí. Estoy listo desde hace mucho tiempo —respondió Elliot exhalando el aire retenido y sonriéndole a ella, por fin Olivia Benson se convertiría en su esposa.

La ceremonia empezó y ellos no dejaban de mirarse, profesándose así su profundo amor. La parte formal terminó y el sacerdote les pidió que digan sus votos matrimoniales para bendecir su unión antes de que firmaran el acta de matrimonio. Le dio la palabra a Elliot y él dejó las manos de Liv para sacar un papelito que tenía dentro del bolsillo de su pantalón.

—Tengo esto escrito desde que decidí regresar a New York —sonrió mirando hacia Liv y ella tomó una respiración, intentando controlar las lágrimas—. Liv, mi eterna compañera, mi eterna confidente. Lamento tanto no haber podido decirte antes todo lo que siento por ti. Te amé antes de saber que te amaba. Confío en que algún día podré hacerlo y cuando lo haga podré demostrarte que lo nuestro tiene un futuro, un futuro maravilloso en que me dedicaré en cuerpo y alma a hacerte tan feliz. Tu sonrisa iluminaba mis días, hasta los días más oscuros. Estuviste ahí incondicionalmente para mí, sin importar la hora, el día o el lugar, ahí estabas siempre —bajó la mirada unos minutos—, y no supe aprovecharlo, no supe que eras la dueña de mi corazón hasta que te perdí. Sólo pienso en ti, en lo que pudo haber sido y en que me muero por volver a ver esa sonrisa que reparaba el alma —guardó el papel y sonrió—. Eres mi todo, eres mi vida, eres la persona que me complementa... te prometo dedicar mi vida entera a ti y a nuestra hermosa familia. Prometo no dejar que nuestra amor se convierta en costumbre. Ser uno solo en las buenas y en las malas. No pienso volver a alejarme de ti nunca. Te amo.

—Olivia, es tu turno —indicó el sacerdote y ella asintió con los ojos llorosos.

—Siempre fuimos todo sin ser nada y eso me dolía pero aprendí a vivir con ello —rompió el papel donde tenía escrito sus votos y lo miró—. Aprendí a conformarme con tenerte cerca sólo las horas en las que trabajábamos. A veces sólo me levantaba de mi cama porque sabía que te iba a encontrar sentado en ese escritorio frente al mio y eso me bastaba, eso me bastaba para sonreír, verte me hacía sonreír. Estoy tan agradecida con la vida por regresarte a mi, por reencontrarme con mi gran amor, porque por fin pude reconocer lo mucho que te amo y lo importante que eres para mí. Esto siempre fue mutuo, el cariño, respeto, confianza y el apoyo incondicional —respiró hondo—. Ya no me tengo que conformar porque tengo todo contigo, todo lo maravilloso que imaginé imposible de tener lo tengo contigo y tampoco estoy dispuesta a perderlo nunca, no sin antes dar la pelea. Te amo y será así para toda la vida. Debo confesar que antes me asustaba eso de "para toda la vida" pero ahora sé que sólo era cuestión de encontrar a mi alma gemela y esa eres tú.

—Es realmente un honor ser presente de esto y dar la bendición a esta unión ya que no me queda la menor duda del amor que existe entre estas dos personas. Elliot —el sacerdote lo miró sonriendo—. ¿Aceptas como tu esposa para toda la vida a Olivia?

—Claro que sí acepto, padre.

—Olivia, ¿aceptas a Elliot como tu esposo para toda la vida?

—No —contestó Liv y todos pusieron cara de desconcierto, más Elliot al pensar que ella se echaba para atrás—. Bueno, no quiero decir que no lo acepto como esposo exactamente. A lo que me refiero es que no quiero a Elliot como mi esposo para toda la vida —sonrió y él la miró aún más confundido que antes—. Nuestro amor va más allá de todo, incluso de la muerte y sí acepto pero lo acepto como esposo para toda la eternidad.

Elliot no esperó un "puedes besar a la novia" y se lanzó a sus labios. Ella simplemente era increíble y no podía expresar con palabras todo su amor así que decidió demostrarle con un beso. El sacerdote terminó de bendecir su unión después de eso y pudieron firmar las actas en donde el juez les indicó, junto a los testigos. 

La recepción no duró muchas horas, antes del atardecer todos los invitados se habían ido deseándoles lo mejor a los recién casados. Bernie, los hijos de Elliot y Alex con Allan se había ofrecido a cuidar de Noah, Ethan, Liv y Oreo toda la luna de miel que sería sólo por cuatro días, fue lo máximo que Olivia y Elliot podían separarse de los pequeños.

Olivia dejó apuntado por todos lados los números de emergencia y de los doctores de los bebés y Noah, era la primera vez que se separaría tanto tiempo de ellos y estaba aterrada aunque en parte estaba feliz de poder tener un tiempo a solas con Elliot ya que no era muy fácil tenerlo con un niño de casi 5 años, dos bebés de siete meses y un golden gigante que destrozaba todo a su paso, en casa. Elliot estaba un poco más relajado, sabía que su madre cuidaría bien de sus hijos, sin contar que sus hijos estaban grandes y tendrían la ayuda de todos.

—Atenas... ¿en serio tendremos nuestra luna de miel en Atenas? —preguntó con los pasajes de avión en la mano. Él le había dicho que el lugar donde irían era una sorpresa por lo que recién se enteró unas horas antes de salir hacia el aeropuerto.

—¿No te gusta? —preguntó arrodillándose frente a ella, en el suelo ya que ella estaba sentada en la cama—. Podemos conseguir otra cosa si...

—¡Me encanta! ¡Te amo! —se lanzó a sus brazos haciendo que ambos cayeran sobre el piso de su habitación y lo llenó de besos—. Lo amo. Te amo. ¡Vamos a Grecia!

Volvió a besarlo profundizando el beso.

—Si no nos levantamos de aquí no voy a poder esperarme a la noche de bodas —susurró cerca de su oído—, y seguro perderemos el vuelo.

—Lo siento —rió bajito escondiendo su rostro en su pecho.

—Díselo a mi amiguito.

—¡Elliot!

—Tendré que ir al baño a... ya tu sabes.

—Creo que podemos hacer algo interesante en el avión... son muchas horas.

Ella volvió a reír y se puso de pie.

Antes de irse de viaje cenaron como una gran familia, todos en la mesa, incluidos los bebés que estaban con su biberón en sus respectivas sillitas de comer, la de Liv era rosa y la de Ethan azul. Ella tenía todo rosa o lila, absolutamente todas sus cosas eran de esos colores porque le llamaban mucho la atención y todo lo de Ethan era azul o rojo ya que le pasaba lo mismo. Siempre que salían de compras escogían juguetes de esos colores.

Llegó la hora de ir al aeropuerto y habían pedido un uber para que los llevara. Olivia se despidió mil veces de los gemelos y aunque odiaba sonar como una madre controladora repitió otras 10 veces todo lo que habían hablado sobre el cuidado de los bebés y las cosas de Noah.

—Ellos están bien —susurró Elliot cuando se dio cuenta que Liv no dejaba de ver por la ventanilla del avión.

—Lo sé —tomó aire—, y sé también que soné como una loca obsesiva y controladora repitiendo mil veces los cuidados de los gemelos pero es...

—Que son nuestros bebés y que no puedes estar tan lejos de ellos, menos de Livi —subió el apoya brazos que separaba sus asientos y la atrajo hacia su cuerpo—. No eres una loca obsesiva —besó su cabello—. Eres mandona, eso sí...

Ella golpeó su pecho y rió un poco.

—Pero eres mi mandona favorita. Nada malo les va a pasar porque son unos bebés grandes, fuertes y con muchas energías y tendrán muchos con quienes descargar toda esa energía.

—Siento que han crecido tan rápido.

—Siempre serán nuestros bebés aunque tengan 30 años y formen su propia familia, al igual que Noah.

—¿Te dije que dice que tiene dos novias? —dijo en tono de desagrado.

—Lo escuché —sonrió intentando no reír.

—Yo era la única —se quejó—. Y ahora dos niñas están atrás de mi pequeño. Quién sabe sus intenciones.

—Oh sí claro. Un par de caza fortunas deben ser estando en primer grado. Seguro lo aprendieron en el jardín.

Soltó una carcajada que tuvo que controlar porque todos a su alrededor dormían.

—Te ríes de mí. Vamos a ver si te parece igual de gracioso cuando Livi tenga novio y hablé sólo de él.

—Ella no tendrá novio, nunca —contestó seriamente—. Yo seré el único hombre en su vida.

Conversaron un momento más sobre los planes que tenían para esos cuatro días en Grecia. Elliot tenía todo pensado pero había elegido varias opciones para que Liv decidiera qué hacer primero.

Recién tenían cuatro horas viajando y tenían otras cinco para llegar. Olivia vio a su alrededor, no había muchas personas en los asientos alrededor de ellos y las pocas que habían estaban por el quinto sueño.

—¿Recuerdas lo que hablamos en casa? —preguntó Liv en un susurro al oído de Elliot, acercándose aún más.

—Mmm... Liv —gimió al sentir su mano subiendo por su entrepierna.

—Siempre tuve la curiosidad de si se podía o no hacerlo aquí arriba.

—Liv, amor no juegues con... —se mordió el labio. Ella ágilmente bajó el cierre y desabotonó su pantalón.

—Todavía nos queda cinco horas aquí... —sonrió—. Creí que podríamos aprovechar unos minutos al menos.

—Voy al baño.

—Voy en cinco minutos...

Por fin estaban en Atenas. El vuelo aterrizo a las 5 de la tarde y como ya tenían planes para ese día, llegaron a la habitación, dejaron sus maletas en su lugar y se metieron a dar un baño relajante para prepararse para la primera noche como marido y mujer que tendrían.

Jugueteron un poco en el jacuzzi de la habitación. Era un hotel cinco estrellas así que ambos estaban fascinados con eso, sin contar la hermosa vista que tenían de la ciudad. Elliot había reservado en la terraza del hotel una mesa para dos, una cena romántica con esa ciudad como testigo de su amor.

—Creo que ya no quiero cenar —dijo Elliot con una gran sonrisa mientras que recorría el cuerpo de Olivia con su mirada—. Si quiero cenar pero otra cosa tengo en mente.

—No me mires así —rió y se sonrojó. Elliot siempre causaba ese efecto en ella y aunque ya fueran esposos y llevaran ya bastante juntos pues no podía evitar ponerse roja—. Entonces si te gusta el vestido —dio una vuelta sonriendo. Era un vestido azul, sencillo pero que le hacía honor a su cuerpo sin dudas. Tenía un escote en v algo pronunciado lo que estaba volviendo loco a Elliot.

—¿Que si me gusta? ¡Eres una diosa!

—Gracias. Tú no estas nada mal eh.

—¿Tu crees?

—Hacemos una pareja hermosa, mi amor —besó sus labios con ternura—. Claro que soy yo la que te hace lucir bien.

Rieron y salieron tomados de la mano de la habitación.

Cuando subieron para dirigirse al restaurante y Olivia escuchó a nombre de quién estaba la reservación no pudo no emocionarse. Escuchar decir que estaba a nombre del Sr. y la Sra. Stabler le movió el piso. La mesa estaba lista y podían apreciar la Acrópolis de Atenas iluminada, un paisaje que nunca pensó que podría disfrutar y menos al lado del amor de su vida.

—Te amo —susurró ella abrazándose a su cuello—. Esto parece un sueño. Sr. y Sra. Stabler nunca sonó mejor que hoy que es mi realidad.

—Nuestra realidad mi vida. Te amo con todas mis fuerzas y para toda la eternidad.

Se besaron sin prisas, degustando los labios del otro, esos labios que desde ese momento hasta la eternidad serían suyos, esos labios que los enloquecían cuando no eran nada y de los que no podían alejarse ahora que eran todo.





__________________________
Prometí un epílogo y aunque me demoré pues aquí está. Espero que disfrutaran de el porque esta muy, muy, DEMASIADO INMENSO!!! jajajaja muchas palabras que a mi parecer merecía esta historia. Agradezco una vez más que hayan leído todos estos 120 capítulos que duró esto.

Sweet

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