Jane se despertó agitada, una fina capa de sudor cubría su cuerpo.
–Ce, ¿estás bien?–Mike se acercó rápidamente a ella.
–Debemos apurarnos.–
La chica se levantó y se dirigió a la cocina, donde la mayoría de los chicos desayunaba.
–¿dormiste bien?–preguntó Bev acercándose preocupada a la chica.
–Vi a Eso y al... Demogorgon. Estaban juntos.–
Los chicos se callaron de inmediato.
–Estás bromeando ¿verdad? Debe ser mentira.–exclamó Richie nervioso.
–Los amigos no mienten... Hay que hacer algo, ahora.–
–No sabemos dónde se esconde Eso... ¿Tú sí?–la chica asintió.
Steve entró con una caja llena de donas.
–¿comenzaron a desayunar sin mi? Auch.–
–Steve, prepara la camioneta. Debemos irnos.–soltó Dustin antes de tomar una dona y salir a la puerta principal.
°•°
Minutos después, ya todos estaban en la camioneta.
Jane guió a Steve por las calles de Derry, el recuerdo de su sueño aún era lúcido y recordaba a la perfección hacia dónde dirigirse.
–Aquí es.–tocó el hombro de Steve, quien detuvo la camioneta.
–¿la casa del crack? ¿Por qué Eso viviría en esta pocilga?–Richie acomodó sus gafas al bajar de la camioneta.
–No creo que le interese mucho el aspecto de la casa.–comentó su "gemelo" mientras se paraba a su lado.
Cuando todos los chicos estuvieron frente a la casa, una inseguridad les recorrió la mente.
¿Realmente harían esto?
Por parte de los perdedores, solo Bill y Bev estaban seguros de hacerlo. Y por parte de los chicos de Hawkins, sólo Jane tenía la certeza -o más bien la necesidad- de poder acabar con aquello.
–¿seguros de que podremos hacer esto?–preguntó Steve parándose en medio de los chicos.
–No, pero intentémoslo ¿qué podemos perder?–soltó Richie.
–Eh, no lo sé... ¿La vida? Yo no pienso entrar ahí.–
–Yo tampoco.–
Los niños comenzaron a armar un buen alboroto frente a la casa, debatiendo qué diablos harían a continuación.
–¿quiénes q-quieren quedarse af-fuera?–preguntó Bill, a lo que todos levantaron la mano, excepto Bev y Jane.
–Diablos, no quiero ser un cobarde...–soltó Dustin–. Iré.–
Al parecer, la mayoria pensó igual porque todos accedieron a entrar, todos menos Lucas, Mike Hanlon, Stan y Ben.
–Eres un cobarde, no mereces ser uno de los Cazafantasmas y menos un mosquetero.–exclamó Dustin subiendo por las escaleras.
–Cierra la boca...–Lucas se cruzó de brazos.
°•°
El grupo de valientes avanzó a paso lento a través de la sala, paranoicos hasta de su propia sombra.
–Bueno, al menos no hay luces que comiencen a parpadear...—soltó Dustin aferrándose a una madera que había encontrado en el suelo.
–No lo tientes, él puede hacer lo que sea.–Eddie se asustó de sus propias palabras.
Caminaron entra los destrozados muebles, para luego subir una gran escalera. Steve iba adelante, temeroso de que algo pudiera suceder en la parte posterior de la fila.
Al llegar al segundo piso, todos los chicos se reunieron en un semi círculo. Ninguno quería admitirlo, pero estaban demasiado asustados.
~Steve...~
Una voz conocida para el chico sonó a sus espaldas.
Algo sorprendido, Steve volteó a mirar el origen de la voz, encontrándose con cierta pelirroja.
~¿por qué no volvieron por mi, Steve?~soltó con tristeza fingida.
–Barb, yo...–
La colorada desapareció al final del pasillo, por lo que Steve corrió hasta cruzar el umbral. Casi de inmediato, la puerta se estampó de golpe.
~Me abandonaste, Steve.~la chica se paró frente al castaño~. Y por eso Nancy te abandonó a ti...~
La voz de Barb poco a poco iba distorsionándose.
Su rostro comenzó a desfigurarse, casi parecía estar derritiéndose. Aún así, una espantosa sonrisa adornaba su rostro y en ningún momento desapareció.
~Todo fue tu culpa, Steve...~
–No... No lo fue...–el chico estaba aterrado.
La desfigurada chica comenzó a caminar lentamente hacia Steve tratando de intimidarlo, cosa que estaba consiguiendo.
Steve retrocedió hasta que su espalda chocó contra la pared, entonces supo que sería su fin.
Había ido a ese lugar para proteger a los niños y al final él sería el primero en morir.
~Ya no eres un niño, Steve. Pero tienes un miedo particularmente interesante...~la voz de Barb era chillona y sus ojos se tornaron color amarillo.
Barb extendió sus ahora garras y cuando estaba por tomar el rostro de Steve, la puerta se abrió de golpe, dejando ver a una Jane bastante enojada.
–Déjalo en paz.–extendió su mano y casi de inmediato, el cuerpo de la desfigurada chica se estampó contra la pared.
–¿quién... Eres tú?–exclamó Barb mientras su cuerpo comenzaba a transformarse en el de un payaso.
Jane no respondió, mientras que sus manos comenzaron a cerrarse en un puño.
La pared detrás de Pennywise comenzaba a agrietarse, cuando de pronto un extraño portal -muy similar al que los niños usaban para cruzar al Otro Lado-, se extendió detrás de Pennywise, quien sonrió con malicia antes de ser absorbido por lo que parecían ser unas extrañas raíces que brotaban del portal.
–Nos veremos pronto, chicos.—fue lo último que se escuchó antes de que el portal desapareciera, al igual que el payaso.
Jane cayó de rodillas exhausta, mientras una gota de sangre se asomaba de su nariz.
–Gracias, niña.–Steve se acercó a Jane y apoyó la mano en su hombro. La chica solo asintió.
Los demás chicos no tardaron en aparecer en el lugar.
–¿¡qué paso!?–Mike se puso a la altura de Jane y la abrazó con fuerza.
–Ella acabo con esa cosa, fue asombroso.–Steve hablaba con emoción en la voz.
–No.–la chica se puso de pie con algo de dificultad–. Esa cosa no esta muerta.–
–¿q-qué? P-pero él dijo que lo mataste.–bill sonaba algo desesperado.
–No llegué a hacerlo, algo se lo llevó antes. Dijo que volvería.–
Un silencio se instaló en el lugar.
–¿todo fue en vano?–soltó Steve.
–No, Jane lo detuvo... al menos por ahora.–acotó Bev.
–Volverá.–
–Que vuelva si quiere, lo estaré esperando con estos dos hermosos puños.–soltó Richie, generando una contagiosa risa entre los niños, cosa que sirvió para alivianar la presión del momento.
–Ya, salgamos de aquí.–Steve sonrió de lado antes de guiar a los niños a la puerta.
Al salir de la casa, los cuatro que estaban esperando afuera se acercaron rápidamente a sus amigos.
–¿se acabó?–preguntó Stan.
–No gracias a ti, marica.–Richie se ganó un empujón por parte de su amigo.
–G-gracias por todo, ch-chicos.–soltó Bill.
–Agradecele a ella, nosotros sólo vinimos a dar apoyo moral.–Dustin palmeó el hombro de Jane, quien se apartó levemente.
–Lo mínimo que podemos hacer es invitarlos a comer algo, o mostrarles la ciudad que acaban de salvar.–Mike les dedicó una sonrisa.
–A mi me pareció ver una tienda de juguetes cerca de la entrada del pueblo, ¿será posible que tengan la nueva edición de calabozos y dragones?–preguntó tímidamente Will.
–¡claro! Si quieres puedo acompañarte.–Stan le dedicó una media sonrisa
–Solo era para saber, cuando llegue a casa le pediré dinero a mamá y vendré a comprarlo.–el de rulos negó.
–Te lo compraré, sera un obsequio.–Will abrió los ojos sorprendido–. Creí que los perdedores éramos los únicos que jugábamos calabozos y dragones, me alegra que ustedes también lo jueguen.–
–Pues, gracias...–
Los chicos volvieron a casa de Bev y tras alistarse y ponerse ropa que los perdedores les prestaron, el grupo de Hawkins recibió un tour por todo Derry.
°•°
–¿quiénes son estos?–Henry y sus amigos aparecieron frente a los chicos–. ¿Nuevos miembros del club?–
Jane notó la incomodidad de sus nuevos amigos, pero cuando estaba por mandarlos a volar, Steve se paró frente a ella.
–No quiero imaginar que ustedes, grupo de idiotas, está molestando a estos chicos.–Steve se acercó amenazante al rubio–. Si tienes algún problema, métete con alguien de tu tamaño... ¿Lo hay?–
–No... Ninguno.–agachó la mirada.
–Genial, da la vuelta y lárgate.–a regañadientes, los chicos se fueron del lugar–. Imbéciles... Chicos, si esos papanatas vuelven a molestarlos, no duden en llamarme. Nadie se mete con mis niños.–los perdedores sonrieron ante las palabras del chico.
°•°
Tras comprar algunas cosas, el grupo de chicos se dirigió a un parque donde almorzaron tranquilamente.
____ se encontraba sentada frente a un pequeño lago, mirando a una hilera de patitos que seguía a su mamá.
–Me recuerdan a ustedes y Steve.–soltó Richie sentándose junto a la chica, sacándole una risa.
–Sí, tienes razón.–ambos quedaron en silencio.
–¿Todavia... Está en pie lo de la cita?–la chica miró rápidamente al joven a su lado, quien miraba nerviosamente sus manos.
–Sólo si me prestas tus gafas.–el chico sonrió antes de quitarse los lentes y dárselos a la chica, quien se sonrojó al ver lo bonitos que eran sus ojos sin todo ese aumento frente a ellos–. ¡Caramba! No ves una vaca en un cuarto, amigo.–exclamó sorprendida la chica al ponerse las gafas.
–Puede ser, pero aún sin gafas, puedo ver lo bonita que eres...–la chica sonrió–. Ahora, ¿podrías devolvérmelas?, realmente no veo nada.–
–¿y cómo viste que era bonita?–soltó divertida la chica.
–Era un halago.–ambos rieron–. Además, aunque no tenga gafas, tengo tu imagen en mi mente.–
–¿ese fue otro halago?–
–No, eso fue serio.–
La chica recostó su cabeza en el hombro del chico, quien se tensó de inmediato.
–Vivimos demasiado lejos uno del otro, será raro si... Me encariño demasiado contigo y luego te vas.–
Algo dudoso, Richie tomó la mano de la chica y entrelazó sus dedos.
–¡Hey, aléjate de mi hermana!–Mike apareció enojado y apartó a la chica.
–Ya, tranquilo.–Richie se puso de pie–. Solo hablamos... cuñado.–
Mike corrió a Richie por todo el parque, lo cual no duró demasiado, ya que ambos estaban en muy mal estado físico.
Después de unas horas, ya era hora de irse.
–Gracias, por todo.–exclamó Eddie.
–No fue nada.–Jane sonrió levemente.
–Tenemos que volver a juntarnos algún día.–Bev abrazó con fuerza a Jane.
–Seguro.–
Tras repartir abrazos y despedidas, el grupo de Hawkins subió a la camioneta.
–Recuerden, si alguien los molesta, no duden en llamarme.–Soltó Steve mientras cerraba la puerta de la camioneta.
–¿¡who you gonna call!?–gritó Dustin.
–¡mommy Steve!–respondieron los losers entre risas.
Steve rió ante aquello y encendió la camioneta.
Cuando ya comenzaban a alejarse, Richie grito.
–¡son del grupo ahora! ¡Bienvenidos al club de los perdedores!–
Steve respondió con múltiples bocinazos.
Los unió una situación de peligro, pero una gran amistad acababa de surgir entre ellos y perduraría por muchos años.
Eso no tendría oportunidad frente al club de los perdedores.