Cuando las flores hablen por...

By AngieBrightside

67.2K 9.7K 16.2K

Cualquiera dudaría la existencia de una enfermedad provocada por amar sin ser correspondido, y mucho más si e... More

Sinopsis + Nota de autor
Capítulo #1: No todo lo rojizo es sangre
Capítulo #2: Situación incómoda
Capítulo #3: El peor descubrimiento
Capítulo #4: Con tres días de demora
Capítulo #5: Secreto
Capítulo #6: Espectador
Capítulo #7: ¿Cómo decirle?
Capítulo #8: Había que admitirlo
Capítulo #9: Pesares generales de tercer año
Capítulo #10: Decisiones importantes
Capítulo #11: Un cumpleañero no debe estar solo
Capítulo #12: El arte casi perfeccionado de amar en secreto
Capítulo #13: Transición
Capítulo #14: No confíes en las primeras impresiones
Capítulo #15: Respuestas para después
Capítulo #16: Estar para todo momento
Capítulo #17: Un capullo debe florecer
Capítulo #18: Toda la verdad o nada
Capítulo #19: Sugawara Koushi, un tramposo por perder
Capítulo #20: Esperanza fundamentada
Capítulo #21: Nada como una buena comunicación
Capítulo #22: Los indiscretos
Capítulo #23: Deséame éxito, no suerte
Capítulo #24: No es una cita si es casualidad
Capítulo #25: Sin marcha atrás
Capítulo #26: ¡Mi cuerpo está listo!
Capítulo #27: El confidente inesperado
Capítulo #28: Cambio de ambiente
Capítulo #29: Sin restricciones
Capítulo #30: El truco del consejo indirecto
Capítulo #32: Pensamientos y pensamientos
Capítulo #33: Imparable
Capítulo #34: Gustar vs. Amar
Capítulo #35: Deseos pendientes
Capítulo #36: Todo tiene un inicio
Capítulo #37: Lo que resta por saber
Capítulo #38: Por favor, espérame
Capítulo #39: La única opción es ganar
Capítulo #40: El futuro es una fotografía borrosa
Capítulo #41: Si es rojo, puede ser sangre
Capítulo #42: Adelantos dados por lentitudes
Capítulo #43: La última flor
Capítulo #44: Cuando las flores no tengan más que decir
Hanahaki & Hanakotoba

Capítulo #31: Alianzas silenciosas

1.1K 195 475
By AngieBrightside

El domingo se quedarían solo hasta algo después del mediodía, de modo que pudieran regresar a Miyagi a buena hora y descansar bien para un lunes escolar. Esa mañana empezó con calentamientos que podían realizar en la distribución que quisieran, por lo que había algunos equipos un tanto dispersos y mezclados. Daichi inició dirigiendo los ejercicios de sus compañeros, sin embargo, fue interceptado por el dúo de los dolores de cabeza para luego ser alejado de su grupo sin tanto disimulo. Suga se ocupó de reemplazarlo, así que no se preocupó mucho en regresar con los suyos.

—Sawamura, no creas que nos hemos olvidado de la razón por la que creamos el grupo —advirtió Kuroo sin parar de calentar.

—Solo pensamos que era mejor preguntar cada cierto tiempo para notar más el avance —añadió Bokuto mientras hacía sentadillas.

—¿Qué parte quieren que les diga? —Por su parte, Daichi daba saltitos como si emplease una cuerda.

—¿Cómo has seguido?

—Ustedes debieron notar que lo de ayer fue que tosí flores.

—Ah, sí —asintió el más alto, quien tocaba las puntas de sus pies con las puntas de sus dedos—. ¿Tenías que descansar por tanto tiempo?

—Normalmente no, pero la cantidad de ayer era para debilitarme. Fue pura prevención, en realidad.

—Así que presumo que sigues bien —concluyó el de Nekoma.

—Bueno, puede que no tosa tan a menudo como al principio, pero salen muchas cuando lo hago. Eso me debilita a la larga.

—¿No duele? —Bokuto preguntó.

—¿Qué parte?

—Toser flores. Suena doloroso.

—No tanto. —Daichi dejó de saltar e inclinó la cabeza de lado a lado un par de veces—. Digamos que lo que duele es la cabeza y la garganta después si tuviste que esforzarte demasiado por expulsarlas. —Pasó a hacer movimientos circulares con los hombros—. Mientras toses, te fijas más en la sensación de asfixia que en el dolor.

—¿Se te trancan las flores? —El de cabellos grises decidió imitar su ejercicio; era más sencillo conversar sin tanta agitación.

—Es bueno que casi nunca suceda, es espantoso. —Sintió un escalofrío por la espalda de solo recordar la escasez de oxígeno, las lágrimas involuntarias y las punzadas generales de esos instantes—. Tienen que golpearme la espalda para que salgan en esos casos. Esos que duelen.

—Ah —suspiró Kuroo, quien solo sostenía su rodilla derecha a la altura de su cadera con las manos—, ahí es donde puedes decir que el amor duele.

Daichi le envió una mirada que deseaba abrir fuego.

—Hey, creo que cruzaste la raya, Kuroo. —Bokuto respingó aun si no era con él.

—Lo siento, lo siento. —En lo que cambió de rodilla, levantó las manos en son de paz; aunque la sonrisa ladina que exhibía no lo hacía ver sincero o arrepentido—. De verdad que tu situación apesta, Sawamura.

—Esa es otra cosa que está de más recordar.

—Déjame terminar. ¿Has hecho algo para que no apeste tanto? Creo que no hemos sabido nada desde el festival, y dudo mucho que mejores si no has hecho nada desde entonces.

—Claro que he tomado acción. —Sus ojos se harían más pequeños de tanto que llevaba entrecerrándolos—. Creo que está funcionando.

—¡Así que pronto tendremos a un Sawamura más relajado! —Kuroo deshizo su posición y aplaudió una vez.

«Suficiente». Daichi no aguantó las ganas de sacarle el aire de un golpe. Qué satisfactorio fue que se doblara y abrazara su estómago para algo que no fuese reír.

—No es por nada, ¡pero lo tenías merecido! —Bokuto fue quien carcajeó en su lugar—. ¿Crees que se relaje un día? —Por su adición distorsionada entre risas, se ganó una versión suavizada del puñetazo en sus costillas—. ¡Ah! ¡¿Qué hice yo?!

—¿Qué más desean saber? —Ignoró la interrogante.

—Demonios, Sawamura —dijo Kuroo con voz débil, recién recuperándose—, ya entiendo por qué te temen.

—¿Hm? —Volteó a verlo con la sonrisa. Kuroo dio un brinco hacia atrás.

—Quiero saber sobre la persona. ¿Quién es? —Se aseguró de guardar distancia.

—No.

—¿No?

—No hay manera de que te cuente. —Cruzó los brazos.

—¡Oh, vamos! Ni somos de la misma prefectura, ¿crees que valga la pena esparcir el chisme?

—Tendremos cierto renombre cuando clasifiquemos a las Nacionales —declaró con seguridad.

—Tu determinación no tiene límites, ¿eh? —Silbó—. Nah, tampoco lo esparciría. Además, si no estás curado para entonces, no creo que vayas a hacerlo sin medidas extremas.

—¡Yo tampoco lo esparciría! —exclamó Bokuto.

«Me preocupa el volumen en el que contestarías si lo revelo».

—Me guardaré eso —insistió.

—¡Vamos! —El capitán de Fukurodani se acercó lo suficiente para pasar un brazo por sus hombros—. No es como si conociéramos a la persona y vayamos corriendo a decírselo para que termine de hacerte caso.

Daichi agradeció que regulara su voz estando a poca distancia de sus oídos, pero su alegato solo lo hizo girar la cabeza al lado opuesto con una expresión tan neutral como le fue posible mantener.

—No... —Kuroo levantó la mano derecha lentamente hasta llegar a la altura de su cabeza. Sus ojos algo entrecerrados alertaron a Daichi—. Conocemos a la persona. —Chasqueó.

Su mandíbula se tensó sin permiso.

—Déjense de trucos, no voy a confesar —masculló.

—Mira, no te vamos a culpar si es tu mánager. No creo que exista alguien que no se enamore aunque sea de su cara.

—Aunque hay muchos en tu equipo que morirían de envidia si salieran —comentó Bokuto mientras liberaba a Daichi de su agarre.

—En mi propio equipo hay un par que jamás lo superaría. —Recordó por un segundo la expresión de Tanaka cuando pensó que su idolatrada era quien lo había enfermado—. Solo para evitar malentendidos, puedo decirles que no es Shimizu.

—Ya vas cediendo —canturreó el más irritante—. Pero, si la nueva mánager no puede ser porque la conociste después, entonces no queda nadie que conozcamos que pueda ser. ¿Me estaba equivocando?

Daichi solo se encogió de hombros tratando de lucir más exasperado que nervioso. La astucia de Kuroo no solía darle buena espina. En ese instante, era como si acechase su secreto y ya estuviese a punto de correr a cazarlo.

—Oigan, no querrán ver a Daichi molesto. —Sus hombros se relajaron al oír la voz que siempre sería hermosa, aun si daba una advertencia.

—Ya nos golpeó, ¿puede empeorar? —El capitán de Nekoma se encogió de hombros, despreocupado.

—¿Eres masoquista, que te la buscas? —Suga arqueó las cejas luego de que Daichi soltase algo similar a un bramido de amenaza—. ¿De qué hablan?

—¡Queremos saber a quién ama! —Bokuto respondió.

—Buena suerte con eso. —Suga parecía a punto de reír—. Ni yo lo sé.

—¿Ven? No es porque sean ustedes —resaltó Daichi.

—No le cuenta a nadie. Les recomiendo rendirse, la verdad. Solo lograrán que se moleste con ustedes y no...

—¡En dos minutos arrancamos con los sets de práctica! —Escucharon a alguno de los entrenadores gritar—. ¡Vayan reuniéndose con sus equipos!

—¿Vienes? —Suga le preguntó a Daichi con un pie dando ya el primer paso fuera del círculo.

—Solo terminaré de decirles algo y voy.

—De acuerdo, ¡pero te apuras!

Daichi observó cómo trotó de vuelta a los suyos. No tenía nada que agregar a la conversación, solo no quería concluirla tan abruptamente por el tema que tocaban; así que les daba la oportunidad de declarar su retirada.

—Oh... —Kuroo murmuró algo más que no logró captar.

—¿Qué dijiste? —Volteó a verlo con las cejas hacia el centro.

—Pensaba que le haré caso. —Sus ojos seguían algún movimiento frente a él; Daichi estaba casi seguro de que era el camino que había tomado su vicecapitán, mas no lo comprobó. Cuando descendió la mirada hasta su rostro, dijo con una reverencia—: Discúlpame, te dejaré tranquilo y no preguntaré más.

Dio un paso atrás de la sorpresa. Ni cuando pidió perdón por irritar a Tsukishima en el campamento anterior había sido tan serio. No estaba tan harto para eso.

—¿Suga sí te convenció? —Cruzó los brazos.

—No ha sido él, fuiste tú. —Se enderezó. Daichi inclinó la cabeza a un lado.

—¿Por qué tan de repente? ¡No entiendo, Kuroo! —reclamó Bokuto.

—Puedes insistir si quieres, pero yo no seguiré.

—¿Y crees que debería parar?

—Sí. Es algo... delicado. Dudo que a Sawamura le agrade divulgar algo así.

—¿Dices que hemos sido insensibles? —Se llevó una mano al pecho.

—¿De dónde...? —Frenó. La sonrisa ladina que apareció después delató que había cambiado de opinión a mitad de camino—. Tal vez.

—¡Ah! ¡Lo siento mucho! —Pidió disculpas al instante y con alarme, agachando la cabeza frente a Daichi por solo dos segundos.

—No sé por qué Kuroo se ha puesto serio de la nada, no le creas tanto. —Daichi sentía que se estaba perdiendo algún detalle importante que no estaba seguro de querer averiguar cuál era—. Pero agradezco que paren; nadie en mi lugar querría que se sepa por quién se ha enfermado.

—Resulta vergonzoso, ¿no? Por eso me percaté de que debía detenerme.

—¡Oh, fue que te pusiste en sus zapatos!

—Exacto. Por eso, Bokuto, sigamos apoyándolo a ciegas, ¿sí? —Se acercó a él para apoyar su codo del hombro ajeno.

—¡De acuerdo!... Sí podemos seguir apoyándote y dándote ideas, ¿no? —Decidió asegurarse.

—No tengo problemas si no tratan de descifrar quién es. —Se encogió de hombros por un tiempo bastante breve—. Y ya deberíamos reunirnos con nuestros equipos.

—¡Hablamos más tarde!

Había algo sospechoso. A pesar de haber dado un motivo válido, la brusquedad del cambio de actitud no lo convencía. Algo de la intervención de Suga provocó la transformación; ¿qué cosa?, no dijo nada que alimentase sus ideas. Sin embargo, debía despejar su cabeza para concentrarse en el juego y por fin elevar el índice de victorias de Karasuno, por lo que apartó sus dudas durante las siguientes horas.

Esperó que alguno de los dos o ambos se dirigieran a él para abordar algo más sobre su condición, pero el único que le habló en el almuerzo fue Bokuto con una declaración que no vio venir.

—Debo felicitarte, tu equipo es uno contra el que nos gusta y no nos gusta competir.

—¿Qué? —La contradicción pudo con su capacidad comprensiva—. ¿A qué viene eso?

—¡Son muy impredecibles! —Empezó a gesticular con las manos y brazos amplios—. Cuando creemos que ya conocemos su estilo de juego, ¡aparecen con algo nuevo! ¡Es un dolor de cabeza y un desafío emocionante!

—¿Se supone que esto es un halago?

—¡Lo es! Son los que nos dan más problemas, aunque siempre terminemos ganando.

—Entonces ni tan problemáticos somos —murmuró Daichi con ojos un poco entrecerrados y brazos cruzando su pecho. Si de verdad trataba de darle una felicitación, sentía que recibía cachetadas en su lugar.

—Ganamos con una brecha pequeña, ¡claro que son problemáticos! Creo que cuando vuelvan en unas semanas podrán vencernos, ¡aunque no tan fácilmente! —Lo señaló con el dedo.

—No hará falta un deuce para definir su derrota. —Levantó la barbilla.

—¡Me gusta que seas tan confiado! —Le dio un manotazo en la espalda que lo envió un traspié adelante.

—¡Hey, cuidado! —Sobó el área atacada—. A mí no solo podrías sacarme el aire.

—¡Ah, perdón! —Juntó sus manos rápido, casi como un aplauso, y luego se inclinó con la misma velocidad—. Mi punto es que, como estás seguro de que vendrás con tu club a Tokio y yo estoy seguro de que vamos a ser uno de los representantes de la región, espero que podamos enfrentarnos también oficialmente... Y sé que están esperando ese partido, ¡así que será después de que derroten a Kuroo, ¿sí?!

—¡De acuerdo! —Mostró su palma para chocar los cinco y después los puños.

Que uno de los cinco mejores rematadores del país y capitán de la escuela más fuerte de la concentración fuera personalmente a expresar su deseo de jugar contra su equipo en la Copa de Primavera era un honor indescriptible. ¿Quién habría esperado que eso sucediera al inicio de su año? Era una excelente motivación, no solo para dar lo mejor y más de sí en el deporte, sino para curarse cuanto antes para poder cumplir con lo primero.

Cuánto deseaba poder abrazar a Suga con tanta emoción que girarían sobre sus pies y acabarían besándose al frenar la rotación. Hacerlo al final de un partido extenuante como celebración de su triunfo; olvidarse de los cientos de ojos que podrían observarlos. Para eso, debía curarse de la mejor manera.

Medio día de voleibol no los agotaba lo suficiente como para hacerlos caer rendidos en el transporte de regreso a Miyagi, pero la duración del trayecto bastó para que el aburrimiento hiciera el trabajo de dormirlos. Por eso, Daichi revisó su teléfono al llegar a casa. Se encontró con un chat inesperado con muchos mensajes pendientes.

«Sawamura, creo que te debo una explicación».

Solo la burbuja en la cima del montón le hizo seguir leyendo sin pausa y con calma. Se venía algo importante que no debía malinterpretar por leer apurado y ansioso.

«La única mentira que dije allá fue que me callaría porque me puse en tus zapatos.

No quiero decir que no lo haya hecho, pero esa no es la razón completa. Lo dije solo para que Bokuto cerrara el pico.

Ahora que me puse a releer la conversación del grupo, no puedo creer que no me fijara de que siempre te referías a quien amas como una persona y no como una chica para mantener la ambigüedad porque resulta que es un chico».

Dio un respingo con ese texto. Era de esperarse que, si alguien se percatara por su forma de decir las cosas, ese sería Kuroo; sin embargo, no reducía el impacto de ser descubierto.

«Sí me decidí cuando Sugawara nos interrumpió, pero no fue por lo que nos dijo. Vi cómo lo veías y logré ver la respuesta.

(el uso repetitivo de "ver" es intencional).

Es gracioso, ¿sabes? Intentas tanto no equivocarte al hablar, pero solo basta que te lo pongan al lado y ver tu mirada para saber lo que no quieres decir».

Daichi no sabía si enrojecer de enfado o de vergüenza. Solo agradecía que la conversación fuera por mensajes y no cara a cara.

«Me pregunto cuántas personas se habrán enterado así y tú ni idea de eso.

¿O sí?».

Y ahí hubo un corto pánico en su pecho. Su madre lo descifró porque «lo miraba como a las cosas lindas», o algo así había explicado. Al menos Suga no era una de esas personas.

«No te preocupes por esto. Ya viste que no pienso dejar que esto se me escape y que no planeo hablarlo donde puedan escuchar, por eso es que decidí escribirte. Tampoco tengo problemas con los gays. Podemos ser como siempre».

Llegó al final del chat. Daichi releyó todo solo para asegurarse de haber entendido cada línea y pensar una buena respuesta. Después de ese discurso, no podía salirle algo cortante ni nada similar a las típicas contestaciones que le daba a Kuroo.

«¿Mi mirada de verdad es tan obvia?», fue lo único que se le ocurrió decir.

El timbre de un nuevo mensaje sonó poco menos de un minuto después.

«¡Hasta que por fin apareces!

Sawamura, te lo juro que tu mirada es demasiado explícita.

... No malpensar».

«Decir eso solo provoca lo contrario».

«Lo sé».

«Idiota».

«Si te relaja, tengo una teoría.

Bueno, dos.

Una es que tal vez lo miraste así porque te había salvado de nosotros y el agradecimiento fue más grande que tu control.

La otra es que lo has mirado así desde el principio y por eso todos creen que simplemente esa es tu mirada habitual».

«La segunda explica mucho».

Kuroo envió un emoji sonriente y de ojos cerrados que interpretó como un sabiondo orgulloso, por lo que le contestó con una cara que lo miraba de lado con molestia.

«Oye, pero... Me preocupa. ¿Sí tienes oportunidad con él?».

«Sé lo que estoy haciendo.

¿Le puedes contar a Bokuto? Me sentiré mal por él cuando hablemos de cómo sigo por el grupo.

Claro, solo si sabes que no reaccionará mal».

«JAJAJAJAJAJAJAJAJA». Daichi arrugó el rostro de solo imaginar —sin quererlo— la risa estomacal del muchacho. «Bokuto?? Despreciando a alguien por eso????? GRACIAS POR EL CHISTE, JAJAJAJAJAJAJA».

«¿Cómo esperas que supiera eso?», colocó la misma cara molesta de antes al final.

«No había manera, pero no le quita lo gracioso!

Mierda, creo que siento tu aura asesina desde aquí.

Es que Bokuto es la primera persona que quiere que los demás se emparejen, no importa cómo ni con quién si se aman y si le agradan ambos. Dirá que yo soy el cursi, pero él es el idiota que se emociona».

«Sí parece ser de ese tipo».

«Es que ya me imagino lo genial que le va a parecer que el capitán y vicecapitán de un equipo sean novios».

«¿Le dirás?». Ignoró lo genial que le parecería que él y Suga fueran novios.

«Aprende a tener paciencia, Sawamura. Ya voy».

Lo que no encajaba hacía unas horas se había solucionado. El cambio de actitud fue lo que temió sospechar, mas no hubo repercusiones negativas. En su lugar, tuvo una prueba de que el capitán de Nekoma no era tan malo como aparentaba cuando los asuntos eran importantes —aunque era capaz de preservar una porción de su lado insoportable; no sería él si perdiera su cualidad de provocar, según su criterio—. Sentía algo más de comodidad al saber que tenía un grupo menos en el cual fuese necesario esconderse.

La siguiente vez que su celular cantó, alcanzó a ver palabras en letras mayúsculas antes de abrir el chat grupal. No hacía falta leer el nombre a color sobre el contenido enviado para saber quién lo había escrito.

«SAWAMURA, POR QUÉ NO LO DIJISTE ANTES??? SABES LO GENIAL QUE SERÍA QUE EL PAR A CARGO DEL EQUIPO FUERA PAREJA?? TIENES QUE LOGRARLO! TE APOYO CON TODO, HEEEEEY!!!».

Continue Reading

You'll Also Like

19.9K 1.4K 24
Shawn. Un chico alegre, divertido y popular que atraviesa una etapa compleja en sus estudios. Es remecido por la noticia de que uno de sus amigos est...
23.5K 2.9K 58
El instituto Kairos ha sido abierto desde tiempos remotos para todos aquellos magos, seres de magia, etc, dispuestos a controlar su magia y aprender...
767K 114K 36
El día que lo encontraste, no pudiste ignorarlo, tenías que hacer algo por él. E Izana, enseguida te aceptó como su madre desde entonces.
16.8K 976 20
Ayano aishi una de las estudiantes de akademi high school , quien está en el corazón y pensamiento de su profesor de educación física y literatura...