Play with me // Jimin // En e...

By xWangPuppyx

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"Desde ahora serás mi muñeca, vamos a jugar". Lo que ella no sabía, es que nadie podía escapar de Park Jimin... More

Prólogo
Capítulo 1 / Editado
Capítulo 2 / Editado
Capítulo 3 / Editado
Capítulo corto 1 / Editado
Capítulo 4 / Editado
Capítulo 5 (Parte 1) /Editado
Capítulo 5 (Parte 2) /Editado
Capítulo 6 / Editado
Capítulo 7 / Editado
Capítulo 8 / Editado
Capítulo corto 2 / Editado
Capítulo 9 / Editado
Capítulo 10 // Editado
Capítulo 11 // Editado
Capítulo 12 // Editado
Capítulo corto 3 // Editado
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo corto 4
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo corto 5
Capítulo 23
Capítulo 24 (Parte 1)
Aviso
Capítulo 24 (Parte 2)
Capítulo corto 6
Capítulo 25
El teatro de las sombras// Parte 1
El teatro de las sombras // Parte 2
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo corto 7
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo corto 8
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo corto 9
Capítulo 35
Final
Epílogo
¿Sorpresa?
Secuela/ Who are you?
Extra: El teatro de las sombras (I)
Extra: El teatro de las sombras (II)
Extra: El teatro de las sombras III
Extra: El teatro de las sombras (IV)
Extra: El teatro de las sombras (V)
Extra: El teatro de las sombras (VI)

Capítulo 22

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By xWangPuppyx

Jimin estaba intentando abrir una de las puertas de su auto, mientras escucho los pasos de Jungkook cada vez más cercanos.

Recogí las llaves y con rapidez me dirigí a abrir el asiento del acompañante; todo lo había logrado justo a tiempo, porque Jungkook se acercó a Jimin, quien lo vio confundido.

—Tu chica dejó su bolsa, seguro lo olvidó... ya sabes, por lo que pasó —le sonrió, al igual que Jimin.

—Gracias.

Taehyung aparece y rodea los hombros de Jungkook, y lo entiendo, todo comienza a tomar sentido para mí. En realidad lo había visto uno de esos días en los que me encontré con Kookie, él era uno de sus amigos, lo que no había acabado de decirme cuando me ofreció huir con él era que lo hacía por su amigo, porque estaba preocupado por mí.

Sentí mi corazón estrujarse en mi pecho. Si tan solo él supiera que la persona que tenía frente a él había sido el encargado de hacerme desaparecer, mientras que quien lo rodeaba de los hombros también era amigo suyo; hasta cierto punto había sido envuelto en algo que no debía, de manera injusta.

Tae los observaba a ambos de manera incómoda, luego le hizo a su amigo una señal para que regresaran y Jungkook se despidió amablemente de Jimin.

Quité el seguro de la puerta del asiento del conductor para que Jimin ingresara, y así lo hizo, posteriormente le di las llaves y él me observó.

—Él era solo un amigo.

—Entonces uno que te gustaba.

—Pero ya no lo hace.

—Lo sé —sonríe con seguridad y no puedo evitar también hacerlo —Te gustaba, pero a mí me amas —añadió, e hizo que me sonrojara.

Tomó mi mano y la estrujó por un momento, luego la dirigió hacia la palanca del auto para ponerlo en marcha.

Apenas llevábamos quince minutos de recorrido, cuando el auto se detuvo de la nada y Jimin me observó con preocupación.

En cuanto bajó del auto y abrió la tapa, se hizo una nube de humo, generando que comenzara a toser, por lo que decidí también salir y preguntarle si necesitaba ayuda en algo.

—No lo sé. En realidad lo único que sé de autos es conducir y que debo ponerles gasolina para que funcionen —se encogió de hombros con simpleza, y en mi interior quería golpearlo.

—Llama a un mecánico o algo por el estilo —sugerí.

—No tengo el número de ninguno.

Le arrebaté el celular y marqué a la guía telefónica, en la que me dieron algunos números y Jimin intentó memorizarlos.

—Dime que memorizaste alguno.

—Claro que sí, el más fácil.

Marcó el número y para nuestra suerte, dijeron que vendrían en unos cuarenta minutos.

—Tal vez deberíamos entrar mientras tanto.

—No, después explota o algo así —respondió con seriedad, haciéndome reír, —Mejor abrázame —abrió sus brazos y así lo hice.

Suspiró y dejó un beso en mi cabeza.

—Arruinaste el momento, Soo Min —suspiró, y lo observé.

—¿Por qué?

—Cuando apareció ese chico iba a pedirte que fueras mi novia, hasta te iba a entregar el algodoncito de azúcar con forma de corazón —hizo un puchero y no pude evitar comenzar a reír, pero él me vio indignado, —Era una forma romántica.

—Por supuesto —respondí, pero no pude evitar seguir riendo.

—Soo Min, no te burles de mí —ahora se encontraba serio.

—No lo hago, solo me pareces adorable.

—¿Y eso es bueno o malo?

—Para mí es bueno, eso me gusta de ti.

Sus mejillas se sonrojaron y me abrazó con más fuerza, aunque las personas que pasaban por el lugar a pie o en auto nos observaban con curiosidad, a Jimin no le importaba, hacía como si solo fuese él y yo.

Unos cuantos minutos más tarde la grúa llegó al lugar y Jimin habló con el señor.

—Creo que tardaré un par de días arreglando su auto, en cuanto lo haga me pondré en contacto.

—Está bien, muchas gracias.

Llamó al chofer, pero aparentemente se encontraba bastante lejos y no podía venir por nosotros.

—Creo que vamos a tener que ir a un hotel —sugerí, aunque sabía que no era exactamente la mejor de las ideas, siendo sitios en los cuales acorrían generalmente las parejas para satisfacer sus deseos sexuales.

—Supongo que sí.

Jimin llamó un taxi y simplemente pidió que nos llevaran al hotel más cercano, y así fue; sin embargo era uno enorme y bastante lujoso, pero eso parecía darle igual.

Una de las recepcionistas nos recibió y atendió con amabilidad. En cuanto Jimin se dirigió para cancelar el monto con su celular, ella me sonrió, pero después susurró algo para que Jimin no lo escuchara:

—Tienes suerte, hoy canceló una pareja.

—Pero... —intenté excusarme avergonzada.

Jimin regresó y ella simplemente nos entregó una tarjeta para abrir la puerta de la habitación 69, sí, sé que el número tampoco ayudaba a mis pensamientos, ella me vio con picardía y nos deseó una "buena noche".

En cuanto ingresamos a la habitación, Jimin inspeccionó con suma atención todo el lugar, mientras que mi nerviosismo había incrementado al ver el vino, una caja de chocolates, corazones por todas partes, la mayor parte de la decoración con tonos rojos y blancos.

Lo vi abrir un cajón y revolverlo con curiosidad, hasta que sacó el empaque de un preservativo, haciéndome querer desaparecer. Vio el empaque con el ceño fruncido y lo abrió.

—Mira Soo Min, es un globo con olor a cereza —sonrió, —No sabía que a los globos también se les decía condones.

—Porque no es un globo, es un preservativo —dije, aunque deseaba que no me hubiese escuchado.

—¿Preservativo?

—Los chicos se los ponen en su... pene —logré decir finalmente.

—¿Pero para qué?

—Para no dejar a las chicas embarazadas.

—Aaaaah, ya entiendo. Pónmelo —mencionó con seriedad de pronto, haciéndome casi asfixiarme con mi propia saliva.

—No lo haré.

—Ay, ni que fuera la primera vez en tocarme, solo tengo curiosidad.

—Allí está la contraseña de la conexión wifi, busca cómo hacerlo en internet.

—¿Para qué en internet cuando puedes ayudarme? De todas formas algún día lo haremos...

—¡Jimin!

—Soo Min, —se cruzó de brazos, —voy a seguir insistiendo.

Pero no lo hizo, sino que observó hacia un lado, tomó con felicidad una pequeña taza de vidrio con fresas y cerezas, en la cual agregó un poco de sirope de chocolate y unos pequeños chocolates con forma de corazón.

—Entonces ven, come conmigo —intentó sonreír con inocencia, aunque algo en sus ojos me decía que lo estaba haciendo al propósito, una travesura

Lo dudé por un momento, pero finalmente me acerqué a él, sentándome en la cama, colocando mi espalda en el respaldar de esta, para después cubrir mis piernas con la manta roja.

Jimin colocó una de sus manos sobre mi muslo izquierdo, para luego extenderme la taza, haciendo que tomara algo dudosa una de las fresas bañadas en chocolate, la cual no tardé mucho en introducirla en mi boca, mientras él lamía el chocolate de una de las cerezas y luego la mordía, sabía que ahora no dejaría de verlo, ese era su plan, había logrado mantenerme cautiva de sus acciones.

Intenté ignorar sus sensuales labios devorar las cerezas, comiendo algunas fresas para alejar los malos pensamientos, pero él se acercó a mí y mordió parte de la fresa que tenía en mi boca, para luego lamer la comisura de mis labios.

—Me gustan más las cerezas —arrugó su pequeña nariz, lo que me pareció sumamente adorable, a pesar de que había cortado mi respiración.

Tragué saliva y llevé otra fresa a mi boca en un intento de disimularlo, él recostó su cabeza en mi hombro para seguir comiendo; sin embargo, una de las cerezas se resbaló de su mano, salpicando un poco de chocolate en mi cuello, pero él se apresuró a tomarla, aunque luego su mirada se centró en mi cuello, el cual lamió para quitar el resto de chocolate.

Creía que se detendría, pero colocó la taza a un lado de la cama, mientras continuó trazando una línea con su lengua hasta llegar a mi barbilla, la cual mordisqueó de forma juguetona, hasta presionar sus labios contra los míos.

Abrió sus ojos y observó los míos, como si estuviese pidiendo permiso para continuar, pero no podía negarme, sino que puse una de mis manos en su cadera y la otra sobre su pecho, aunque él se puso de rodillas, colocando una de sus manos al respaldar de la cama y la otra sobre la mía que se encontraba sobre su cintura, guiándola hacia debajo de la tela de su camisa, invitándome a acariciar su abdomen, lo cual hice gustosamente, sintiendo sus abdominales algo marcados.

Unió nuevamente nuestros labios, pero esta vez en un beso más apasionado, mientras algunos de sus cabellos acariciaban mi frente, y su respiración comenzaba a ser agitada, como la mía.

Tomé el borde de su camisa y la deslicé hacia arriba, pero él la sacó por completo de su cuerpo y me observó atento, mordiendo uno de sus labios, para luego relamerlos.

Esta vez fue él quien tomó mi camiseta entre sus dedos, algunos de ellos decorados por anillos, para luego lanzarla al piso; posteriormente, me tomó de la cintura y me deslizó por la cama, hasta quedar completamente acostada y él posicionarse sobre mí.

Tomó una cereza y la colocó en mi boca, haciéndome una seña de que no la mordiera, después introdujo uno de sus dedos en el chocolate y lo lamió, regando el resto del líquido sobre mi abdomen, cuello y pecho, pero este no tardó mucho tiempo en ser limpiado con su lengua, haciendo mi cuerpo temblar ligeramente por el contacto.

—Soo Min, el chocolate sabe mejor en tu piel —su suave aguda voz se ha convertido en una más ronca, erizando cada centímetro de mi piel.

Algunas gotas de chocolate se deslizaron por el valle de mis senos, y él hizo que levantara un poco mi espalda para quitar mi sostén, y aun cuando logró hacerlo, me observó a los ojos, y le asentí en respuesta, lo que pareció gustarle porque en sus labios se formó una pequeña curvatura, pero luego lamió esta parte y finalmente acercó su boca a la mía, comiéndose la cereza.

—En realidad la curiosidad me mató, terminé viendo la escena de la película que me dijiste que no viera, ¿no crees que me he portado mal y deberías castigarme? —Soltó, dejándome boquiabierta, —Soy muy curioso, muñeca. Si me dices que no debo ver o hacer algo, más rápido lo haré, pero puedes castigarme como todo niño que ha hecho algo mal, pero con castigos distintos, que nos beneficie a ambos —introdujo su lengua en mi cavidad bucal con torpeza.

Jimin estaba intentando ser sexy y acaparar mi atención con sus palabras; sin embargo, en su accionar era torpe, al igual que yo, incluso sabía que él no tenía la más mínima idea de cómo continuar, su mirada seductora me lo decía.

Enredé mis dedos en su cabello y lo acerqué más a mí, lo que pareció gustarle, porque de vez en cuando dejaba salir de sus exquisitos labios suaves gemidos, que en realidad lograban excitarme todavía más.

—Te amo, princesa —murmuró, para unir nuevamente sus labios, pero se detuvo cuando no le había contestado de vuelta.

Me observó con su ceño fruncido, esperando alguna respuesta de mi parte, pero yo solo esperaba ser capaz de pronunciar alguna palabra, pero mi respiración me lo impedía.

—Yo también, Jimin —logré pronunciar con respiración entrecortada.

Aquella simple respuesta parecía haber sido lo suficiente para invitar a Jimin a seguir llevando acabo lo que quería, y muy en fondo lo que yo también deseaba desde tiempo atrás pero no me animaba, y en esta ocasión estaba la diferencia de que ambos nos encontrábamos en la cama y no en el piso.

Se deshizo de su pantalón con suma rapidez, un tanto, o más bien bastante desesperado, dándome la idea de que era bastante hormonal, al igual que yo, no podía negarlo.

Llevó sus manos a mi enagua y también la removió con rapidez, para luego posicionarse sobre mí y continuar con sus besos, aunque esta vez fueron en mis senos, mordisqueando y lamiendo de vez en cuando mis pezones, sacándome a su vez unos cuantos gemidos.

Dirigió su rostro nuevamente al mío, pero pellizcaba con una de sus manos mi pezón, pero con su otro brazo apoyaba su cuerpo.

Comenzaba a sudar, incluso algunas gotas de su sudor se deslizaban por mi cuerpo y no me molestaba en lo absoluto, más bien lo atraje más hacia mí, tanto que nuestros cuerpos calientes, desnudos en su mayoría se acariciaban, nuestro aliento y sudor se combinaba, nuestros labios se unían y nuestros sexos se tocaban, uno deseoso del otro.

Jimin dejó salir un gemido algo doloroso de sus hinchados labios, y sabía que eso era producto de su excitación, porque su pene estaba demasiado erecto, rozando uno y otra vez su intimidad con la mía, siento tortuoso para ambos, pero algo me hacía creer que era todavía más difícil para él.

Se levantó y se sacó la ropa interior, haciendo luego lo mismo con la mía, acariciando mi clítoris con uno de sus dedos, haciéndome soltar un gemido de forma involuntaria.

Justo esa posición era una de las mejores que había visto de Park Jimin, quien ahora se había transformado en un hombre que irradiaba sensualidad, viéndose su piel tan perfecta bajo la luz de la habitación, brillosa por el sudor, sus labios hinchados y su virilidad deseosa de calmar su deseo y dolor.

—¿Estás segura? —Se atrevió todavía a preguntarme, cuando su cuerpo lo necesitaba y pedía a gritos.

—Sí —me senté, acariciando su abdomen e incluso sus voluptuosos glúteos, —Sé que realmente quieres...

—No se trata de mí, sino de ti Soo Min. No pienso lastimarte.

—Confío en ti.

Él me sonrió y me entregó el preservativo, el cual saqué del empaque para finalmente colocárselo.

*****

Sin comentarios, nunca esperé escribir algo así y ni siquiera lo he terminado gg.

Espero que les haya gustado y comenten qué les ha parecido este otro intento de lemon por el momento.

Subiré pronto el capítulo 23.

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