—Eres una diosa, mi vida. ¿Cómo no me va a gustar todo lo que te pones? Y cuando no te lo pones... —le robó un beso y suspiró—, pues ni se diga.
—¿Me vas a explicar por qué tanto misterio y a qué se deben las sorpresas? —inquirió cruzando sus brazos detrás del cuello de Elliot.
—Ya lo verás —respondió, entendía que después de lo que les dijo Allan olvidara su aniversario por lo que su única intención era que ambos pudieran pasar una noche inolvidable—. Te vendaré los ojos.
—¿Otra vez?
Él asintió y le ató una venda color negro en los ojos.
Salieron de la habitación y habían más pétalos de rosas en el pasillo. Bajaron por las escaleras, donde habían más pétalos, muy despacio para que Liv no resbalara.
—¿Cenaremos fuera de la casa? —preguntó al sentir que él abría la puerta corrediza de vidrio que daba a la piscina.
—Ajammm —respondió y besó su mejilla.
—¿Todo el piso esta lleno de pétalos?
—Ya lo verás. Por el momento déjate llevar por lo que sientes.
—¿Puedo ver ya? —preguntó ansiosa—. Voy a caerme. ¿Y si me mareo?
—Claro que no te vas a caer porque yo te estoy llevando y no dejaría que pase —rió por su insistencia—. Sé que no te estás mareando. Ya llegamos. Ahora bajemos con cuidado estas escaleras.
—Son las que dan a la playa.
—Que perceptiva, Teniente.
Continuaron caminando, ambos seguían sintiendo los pétalos de rosas a sus pies. Llegaron hasta donde ya estaba armada la sorpresa y Elliot sonrió, había quedado tal y como lo había explicado. Él sólo había estado hasta la mitad de lo que armaban y se había tenido que ir a vestir a la habitación.
En la arena, unos metros lejos de la casa estaba una mesa y dos sillas. La mesa y las sillas estaban instaladas justo en el medio de un corazón formado con velas, dentro del corazón habían más pétalos de rosas rojas. Sobre la mesa ya estaba servida la cena y la botella de la bebida espumosa que había puesto a enfriar horas antes.
Elliot quitó la venda de los ojos de Liv y ella recordó la fecha que era y lo que estaban celebrando.
"Es nuestro aniversario... y lo olvidé por completo." pensó con tristeza y varias lágrimas bajaron por sus mejillas. —Lo siento —susurró y se giró para abrazarlo, pegándolo a su cuerpo lo más que su barriga permitía.
—Shhhh... mi vida, no llores —acarició su espalda y besó su cabello.
—Lo olvidé.
—No importa, cariño.
—Si que importa —sollozó mojando su camisa por sus lágrimas—. Olvidé nuestro primer aniversario.
—Liv, mi amor, en serio que entiendo que lo olvidaras —susurró intentando tranquilizarla—. Quería hacer esto para nosotros. Para que pasemos un día inolvidable. No para que te pongas triste.
—No estoy triste —respiró profundo y se apartó de él un poco pero bajó su mirada. Elliot besó su frente y levantó su barbilla—. Te amo. Tú, Noah y estos bebés son lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Te amo —contestó después de besar sus labios tiernamente—. ¿Esta lista para la mejor cena de su vida, futura Sra.Stabler?
Olivia sonrió y asintió.
Elliot como todo un caballero abrió la silla para ayudar a Liv a sentarse. Empezaron cenar en un ambiente agradable y sobre todo romántico. Olivia estaba mucho más relajada. Ambos estaban disfrutando de la velada.
Después del postre, que ella obviamente había disfrutado más que toda la cena, Elliot le entregó el regalo que le había comprado. Hace casi un mes había ido a una joyería y le había dado las indicaciones de lo que quería, una pulsera de plata con 4 dijes de corazones. Tres de esos dijes estaban grabados por detrás con los nombres de sus hijos, Noah, Ethan y Emma y el otro dije que era un poco más grande tenía varias piedritas en el centro y estaba grabado con las iniciales de ellos, "EO".
—Espero que te guste —susurró Elliot al entregarle la cajita.
—Es el mejor regalo que pudiste hacerme —empezó a llorar de nuevo—. ¡Ayy! Odio a las malditas hormonas. Lloro por todo —trató de sonreír.
—Yo amo todo de ti... incluidas tus hormonas —sonrió y besó su mano.
Él había planeado a conciencia todo lo que harían esa noche por lo que pidió a las personas que contrató para que se encargaran de la cena y los arreglos, que instalaran una cama balinesa algo cerca de la mesa. Su intención era quedarse con Olivia en la playa para ver las estrellas y seguir disfrutando de la noche. Quería hacerla olvidar de todo malo. Necesitaba que pensara, y él mismo necesitaba pensar, que nada malo pasaría con ella y los bebés.
Se quedaron casi una hora recostados ahí, en silencio, admirando la noche espectacular que hacía y dándose mimos. Olivia quería disculparse por como había actuado en los últimos dos días. Ella no era una persona derrotista y se había comportado como tal. No se lanzaba de lleno al dolor, todo lo contrario, era una persona luchadora que no se dejaba vencer por nada.
—Lamento mi actitud de hoy con tus hijos y tu madre... y de ayer —murmuró acariciando su pecho—. Yo...
—Liv... mi vida, yo entiendo que...
—Sí, me superó pero no soy así. Quiero estar bien... por ellos —él puso una de sus manos sobre su barriga y los bebés se movieron al instante—. Por mí, por nosotros. Quiero estar bien por nuestra familia y...
—Y lo vas a estar —interrumpió levantando su barbilla para que lo mirara a los ojos—. Intentaré no ahogarte con mis cuidados. Lo prometo.
Ella sonrió y negó con un movimiento de cabeza.
—No me malinterpretes —pasó su dedo índice por su nariz y él cerró los ojos sonriendo—. Amo que nos cuides pero no amo sentirme inútil.
—No lo eres...
—Hagamos una cosa —se sentó casi frente a él—. Te prometo que si me siento mal vas a ser el primero que lo sepa. No importa cuándo o dónde...
—De hecho siempre debería ser el primero.
—Sabes a lo que me refiero —tomó su mano y respiró profundo—. Y tu prometeras que no me vas a preguntar las 24 horas del día cómo me siento. ¿Promesa? —preguntó y levantó su dedo meñique para que él lo tomara y cerrara la promesa.
—Bien. Tú ganas —rió un poco al verla más relajada—. Pero si que preguntaré de vez en cuando.
Ella se volvió a recostar pero esta vez en medio de las piernas de él, sobre su pecho. Continuaron conversando de temas banales hasta que de un momento al otro la plática empezó a subir de tono al hablar de las locuras que cometieron cuando eran jóvenes y de las fantasías improvisadas que llevaron a cabo.
Elliot estaba en plan romántico, puro y casto pero Olivia no estaba teniendo los mismos pensamientos. Empezó a moverse hacia atrás y hacia adelante y a pasar lentamente sus manos por las piernas de él, haciéndolo estremecer de inmediato.
—Liv —llamó su atención en tono de advertencia. No sabía si era buena idea seguir por ese camino, se moría por hacerle el amor ya que hace algo más de una semana por una cosa u otra no habían tenido relaciones.
—Mmmmm... Quiero improvisar algo contigo —susurró en su oído y subió ambas manos a su entrepierna—. Ahora.
Se movió un poco para atrapar sus labios en un apasionado beso que dejó sin aliento a ambos.
Elliot la alejó un poco e impidió que se siguiera frotando contra él, no habían preguntado si podían tener sexo en el estado de Olivia y realmente le preocupaba no saber.
—Ya entendí —resopló y se alejó, sentándose lejos de él, al otro extremo de la balinesa—. Entiendo que no quieras hacer el amor conmigo si estoy enorme.
—¡Hey! No, Liv. No es eso —se acercó rápido a ella, su intención no era hacerla creee que no la deseaba porque era todo lo contrario. Puso una de sus piernas detrás de ella y la otra la pasó debajo de sus piernas, pegándola lo más que podía a él—. ¿No vas a mirarme? —preguntó y ella sólo se cruzó de brazos—. Cariño me muero por hacerte el amor...
—Pero. Porque hay un pero. Es porque estoy fea y parezco un mundo —le dio una mirada de muerte al escucharlo reír bajito—. Ahora te ríes de mí.
—Mi amor, no me río de ti —sonrió y apoyó su barbilla en su hombro—, me río de lo que dices. Eres la mujer más hermosa del mundo y estás embarazada de nuestros bebés lo que te hace más preciosa todavía, no un mundo.
Sonrió un poco.
—Sólo no estoy seguro si podemos hacerlo o no. Me muero de ganas, no sabes cuanto —se pegó un poco más a ella para que pudiera notar su erección debajo de su pantalón, la fricción que ella ejerció sobre su parte baja había dado resultados.
—Yo digo que si podemos —besó su cuello y fue subiendo lentamente hasta llegar a sus labios.
—Entonces vamos a la casa —se arrodilló para bajar de donde estaban.
Ella tomó su mano, negó con un movimiento de cabeza y lo guió nuevamente al lugar donde estaba senatado. Lo dejó ahí y empezó a desatar las cortinas alrededor de la balinesa para tener un poco más de intimidad aunque ya era muy tarde y no habían vecinos cerca de ellos que pudieran interrumpir o mirar lo que harían.
—Ahora sí podemos seguir en lo que estábamos —dijo Liv en tono seductor y con una sexy sonrisa.
Elliot la atrajo a él para besarla. Se arrodilló tal y como ella estaba y siguió devorando sus labios con necesidad, pasión, con amor. Poco a poco la fue recostando sin dejar de besarla, ni acariciarla. Una de sus manos tiró del lazo del vestido detrás del cuello de ella dejando libres sus pechos y los masajeó con cuidado, sabiendo perfectamente que estaban algo sensibles. Bajó por su cuello con besos para llegar a ellos. Mordió y lamió suavemente uno de ellos y segundos después siguió con el otro.
Su otra mano viajó hasta sus piernas subiendo por ellas y subiendo su vestido también hasta dejarlo a la altura de su barriga. Su mano regresó sobre su centro, tocándola muy despacio, haciéndola gemir tan sólo de estar a la espectativa de sus movimientos. Apartó un poco su tanga de encaje color blanca y buscó sus labios nuevamente para besarla.
—Eres perfecta —susurró con voz ronca y seductora al oído e introdujo uno de sus dedos en su interior.
—¡Ell! Mmm... —se aferró a su brazo que estaba a un lado de su cuerpo, impidiendo que todo su peso caiga sobre ella—. ¡Dios! ¡Sí! —gritó cuando él aumentó otro dedo.
Lentamente fue bajando hasta que su boca quedó justo frente a su centro que pedía por más. Ella asintió y él siguió con lo suyo haciéndola explotar minutos después con un orgasmo, el mejor que había tenido hasta el momento, según ella.
Cuando normalizó su respiración, se arrodilló y empujó suavemente a Elliot haciendo que se sentara. Sus manos se fueron directo a su pantalón y lo quitó junto con sus bóxer, también de color blanco. Mordió sus labios y sus manos regresaron a su erección, subían y bajaban por ella. Amaba ver todo lo que provocaba en él, aún cuando ella no se sentía tan segura de su cuerpo. Acercó su boca y lentamente metió su miembro en ella.
—Liv... ¡Oh sí! —gimió con los ojos cerrados, dejándose llevar—. ¡Dios! Cariño... tie... tienes que parar...
—¿Dentro de mí? —murmuró en su oído y mordió su lóbulo.
—Es lo que más quiero en este momento —contestó, ayudándola a quitarse la tanga, aún con el vestido puesto.
Olivia lo besó de nuevo y pensó rápido en cómo lo harían para que ambos siguiera gozando de la noche. Tomó su mano para hacer que se arrodillara y lo colocó detrás de ella. Se inclinó un poco hacia adelante, apoyándose en el respaldar de la balinesa y volvió a tomar el miembro de Elliot para introducirlo muy despacio en su interior.
Llegaron a un ritmo placentero para los dos y no tardaron en llegar a su clímax. Elliot la atrajo a su cuerpo todavía en su interior y la abrazó diciéndole cuanto la amaba y lo afortunado que era de tenerla en su vida.
—Ell... debo decir que estuvo increíble —rió, subiendo por las escaleras que conectaban la playa con la casa y con la ropa interior de ambos en sus manos.
—Increíble es poco —se contagió de su risa y besó su cuello—. Maravilloso y debo confesar que nunca lo hice en la playa.
—Yo tampoco —se sonrojó y lo besó de nuevo—. ¿Vas a decirme que tu intención no era hacer lo que hicimos, Sargento?
—No. Fui en plan romántico, con ternura incluida y terminé gratamente sorprendido.
—Entonces abusé de ti —soltó una carcajada e ingresó a la casa. Él se detuvo fuera y se quedó observándola, eso era lo que quería, verla relajada, tranquila, riendo, hasta podía jurar que feliz—. ¿Qué?
—Eres muy hermosa —aseguró sin quitar su mirada de ella, sólo alumbrada por la luz de la luna—, y amo cuando te sonrojas. Te amo.
—También te amo.
__________________________________
Bueee espero que les guste y lo siento si me pasé con lo pornoso aunque creo que ni tanto ahre. Espero que ninguna de menos 18 leyera esto y si lo hicieron pues ya fueee jajajaja.
Sweet