Kookie:
¿Entonces nos veremos más tarde?
Yo:
Claro. En cuanto llegue te lo haré saber.
Kookie:
¡Qué bien!, por un momento pensé que te habías arrepentido. Entonces nos vemos luego. Y lo siento, debo irme, Suga quiere que me apresure.
Yo:
No soy tan desalmada como para dejarte plantado. Hasta pronto, mejor corre con él antes de que te asesine😊
Kookie:
Es bueno saberlo, ya me siento más tranquilo. Y sí, definitivamente seguiré las órdenes de mi amo😅
Dejé el celular sobre la cama mientras me terminaba de alistar. Tenía que comprar en el supermercado algunos víveres para sobrevivir durante la quincena. Me hice una cola alta, tomé un abrigo y guardé el celular en la bolsa de mi pantalón.
En realidad, no tenía que caminar demasiado, el supermercado quedaba bastante cerca, a unos siete minutos de mi casa. Pero últimamente temía encontrarme con Jungkook o alguno de sus amigos y que me viera en mi forma más usual, es decir, con mi pelo enmarañado, alguna pijama gigantesca y medias estampadas con sandalias. No estaba lista para eso.
En cuanto llegué al supermercado tomé una canasta y comencé a buscar los productos que anteriormente enlisté, aunque de vez en cuando me distraía con otras cosas que había entre los largos pasillos y no había degustado.
Tomé una botella de yogurt del refrigerador y la coloqué en la cesta. Continué con mi recorrido; no obstante, de un momento a otro comencé a escuchar unas pisadas detrás de mí, pero pensé que era mejor dejar mi paranoia a un lado. Estaba en un lugar sumamente concurrido, ningún criminal sería tan indiscreto, ¿verdad? Intenté convencerme de que no era nada para paniquear, aunque cada vez sentía a la persona más cerca de mí, hasta el punto de ser capaz de escuchar su respiración agitada. La piel de mi cuello se estremeció.
En cuanto me giré, no había nadie. Quizás los eventos anteriores me afectaron más de lo que imaginaba. Claramente, cualquier persona se sentiría alarmada después de encontrar una foto de su infancia pegada en un papel repleto de pequeños corazones, su juguete preferido del jardín de niños y notas que repiten una y otra vez "Soo Min, juega conmigo". ¿Qué clase de obsesivo demente era capaz de realizar algo así?
Anteriormente consideré a Park Jimin como una opción, por lo que decidí buscarlo en algunas redes sociales e internet. Mi fracaso fue rotundo. A pesar de que encontré artículos de noticias con dicho nombre, la mayoría de los hombres que aparecían en ellos eran distintos, y era obvio que no lo reconocería porque la última vez que lo vi era demasiado pequeña.
Su nombre resultó ser más común de lo que esperaba. Al menos pasé el tiempo leyendo problemas ajenos, los cuales iban de un chico que perdió a toda su familia, hasta un reconocido cantante que le fue infiel a su esposa con más de diez mujeres y la mitad de ellas quedaron embarazadas.
De un momento a otro, sentí que alguien cubrió mis ojos con sus manos. Aquella acción generó que me asustara y dejara caer la canasta.
Estaba entrando en pánico, hasta que escuché a alguien reír detrás de mí, Yugyeom. Si conocía una risa a la perfección era la de amigo. Al inicio era exageradamente escandalosa, y al final se escuchaba como si se estuviera ahogando.
—¡Casi me matas de un infarto! —dije, apartando las manos de Yugyeom. En mi interior me sentí bastante molesta. No estaba con el ánimo suficiente como para ser víctima de esa clase de bromas.
—Había olvidado lo divertido que era asustarte— mencionó, mientras recogía la canasta y unas cuantas cosas que se habían salido de ella, luego me la entregó, —. ¿Y qué hay de nuevo?
—En realidad supongo que nada, todo sigue igual, con la pequeña diferencia de que ahora mismo deseo estrangularte. ¿Qué hay de ti?
—¡Vaya salvajismo! Creo que nada, últimamente he estado bastante ocupado practicando algunas coreografías para la competencia— respondió, mientras se encogía de hombros, —. Por cierto,— ahora parecía estar recordando algo, luego me vio con una sonrisa maliciosa, subió y bajó las cejas en unas cuantas ocasiones, — ¿conoces a un Jungkook?
—Sí, ¿por qué? —intenté sonar desinteresada.
—Lo sabía, no podía estar hablando de otra Soo Min. Bueno, él es mi amigo.
Eso era bueno y a la vez malo, utilizaría aquella nueva información para pasársela molestándome. Seguramente Jungkook también sería una víctima.
—Solo que decía que eras una chica bonita— hizo una mueca fingiendo desagrado, —. Solo bromeo, sabes que te adoro y sería capaz de echarte una mano —pellizcó mi mejilla derecha.
—¿Sabías que a veces puedes ser excesivamente molesto?
—Y lo mejor es que aún así me sigues amando —se jactó.
No obstante, su semblante cambió con drasticidad al contemplar la hora en su reloj de mano.
—¡Mierda! Llegaré tarde al ensayo. Tengo que irme, nos vemos después. Ya sabes, si necesitas ayuda llámame— fingió que sus dedos eran un teléfono y luego se perdió entre los pasillos.
Yugyeom era mi amigo desde la infancia. Vivíamos en el mismo vecindario. Solíamos bailar juntos y practicar todo el tiempo sin agotarnos, pero luego se mudó con su familia y tuve que soportar su ausencia durante tres años. En cuanto tomé la decisión de independizarme, él me ayudó a conseguir mi actual apartamento y por ello ya no vivimos tan lejos uno del otro.
¡Diablos! Debí preguntarle sobre Jimin, él llegó a conocerlo e incluso jugó algunas veces con él. Yugyeom no era como los demás niños, él era agradable con todos y todas. Era algo tímido, pero eso no impedía que intentara mantener una buena relación con los demás, y era muy enérgico cuando se trataba de bailar o participar en cualquier juego que consistiera en correr.
Pagué las cosas y me dirigí nuevamente a casa. En cuanto llegué, guardé cada producto en los muebles de la cocina.
No sabía por qué, pero esa sensación de que alguien estaba cerca de mí persistía.
Incluso, decidí cerrar las cortinas de todo el apartamento, pero no sin antes verificar que no se encontrara nadie afuera, observándome, vigilándome o lo que sea. En ese instante se me ocurrió una idea aún más tenebrosa, ¿y si el acosador ya vivía dentro de mi casa y por eso me conocía bien?
Después de un rato intenté tranquilizarme y me senté en la sala para observar una película. La paz se acabó en el instante donde escuché a alguien tocar el timbre, pero cuando llegué a la puerta, me asomé por la ventana que estaba al lado y me percaté de que había nadie, solamente vi una pequeña caja.
Abrí la puerta y la tomé con rapidez. Al inicio me debatía entre abrirla y no hacerlo, pero en realidad la curiosidad me mataba y la terminé abriendo de todos modos en un arranque de valentía. Dentro de ella encontré otra caja más pequeña y una carta.
"Nos veremos pronto. Lamentablemente no a la hora del té, pero podremos jugar y leer un cuento juntos al anochecer".
No sabía si la posibilidad de que fuese Jimin, me tranquilizara porque se podría decir que lo conocía, aunque fue en mi niñez, o ese hecho me resultara más aterrador. Además, sentía que aquellas palabras no coincidían con las de alguien de nuestra edad.
Abrí la otra caja y encontré un anillo plateado con un diamante de corazón rosado.
"Espero que te guste este pequeño presente, en cuanto lo vi, me di cuenta de que debía comprarlo para ti".
Guardé todo en la caja y la dejé en mi habitación.
El tiempo se había ido tan rápido, que cuando me di cuenta, faltaba poco para verme con Jungkook.
¡Dios mío! Dejar todo para el final era justamente lo que no quería. Necesitaba ducharme de nuevo, encontrar una vestimenta apropiada para la ocasión, arreglarme el cabello y maquillarme. Todo eso sumado a mi indecisión, me tomaría bastante tiempo.
***
Desconocido
—¿Ella finalmente vendrá hoy? —preguntó mi nana con cierta emoción.
—Sí, iré por ella— respondí, mientras me colocaba un abrigo negro y le sonreía, —. Por favor, todo debe estar impecable, ella debe sentirse a gusto aquí.
—Por supuesto, ella estará completamente cómoca aquí, y más con tu buena compañía.
Había esperado tanto tiempo por ese momento... La busqué hasta el cansancio, pero de alguna u otra forma esperaba encontrar aquella pequeña niña que guardaba en mi memoria, pero ella había crecido hasta el punto de dificultar su reconocimiento y todavía me negaba a creerlo.
Uno de esos días que extrañamente salí, simplemente la vi y me di cuenta de que era ella por su adorable sonrisa y bonitos ojos. Tuve que parpadear unas cuantas veces hasta verificar que en realidad era ella y no una alucinación. Seguía igual de hermosa, incluso hizo mi corazón latir con fuerza. Desde ese momento no hice nada más que pensar en ella, de traerla a mi lado por siempre. Así no estaríamos lejos otra vez, y podríamos jugar cuantas veces quisiéramos.
***
Faltaba poco para llegar a mi punto de encuentro con Jungkook, incluso le escribí que me encontraba cerca. Logré visualizar a mi cita a unos cincuenta metros de donde me encontraba, hasta agitó su mano en forma de saludo; no obstante, antes de cruzar la carretera escuché nuevamente pasos detrás de mí, pero esta vez no me dio tiempo de girarme. Otra vez alguien cubrió mis ojos con sus manos.
—¿Yugyeom? —pregunté extrañada.
Toqué las manos de la persona, pero no eran las de Yugyeom, estas eran más pequeñas, suaves y cálidas.
—Iremos a casa— escuché una suave voz susurrar a mi oído.
Después alguien cubrió mi boca con un paño, haciendo que comenzara a perder el conocimiento. Lo último que escuché fueron los gritos desesperados de Jungkook pronunciar mi nombre.
***
Jungkook
Estaba agitado por correr y cada parte de mi cuerpo temblaba. Mi garganta dolía como si estuviera desgarrada. No lograba procesar lo sucedido, y lo peor de todo era mi sentimiento de impotencia porque no pude evitar que se la llevaran. La persona que me gustaba fue secuestrada justamente frente a mí.
Me dejé caer de rodillas sobre la acera sin dejar de llorar. Las personas que pasaban a mi lado me veían extrañadas, pero era incapaz de articular unas palabras para explicar lo que estaba enfrentando.
De pronto sentí algo debajo de mi rodilla y me di cuenta de que era la pulsera que ella siempre llevaba puesta, esa que una vez mencionó que le había regalado su abuelo cuando cumplió 10 años, la apreciaba muchísimo, ya que fue su último regalo, un par de meses después, él falleció. Así que, al tenerla puesta, sentía que él estaba siempre a su lado.
Tomé la pulsera entre mis manos y la estrujé contra mi pecho. Debí ir por ella, si lo hubiese hecho, nada le habría pasado.
No tenía idea de qué hacer, si llamar a la policía, buscar a su madre o seguirla buscando por mi propia cuenta.
Respirar se estaba convirtiendo en una tarea cada vez más difícil. Por ello decidí llamar al número de emergencias. En ese estado era incapaz de pensar con claridad y actuar. Ni siquiera mis piernas respondían cuando intentaba levantarme.
—¿Hola? Se la llevaron, la secuestraron justo frente a mí... —mi voz se quebró al final.
—Disculpe joven, ¿podría decirme su nombre y más detalles sobre el suceso? —preguntó la mujer al otro lado de la línea.
—Yo... estoy, estoy cerca de la cafetería Te amo.
—¿Cuál es su nombre?
—Jeon, Jeon Jungkook. Encuentren a Soo Min, por favor —sollocé.
—Ahora mismo una patrulla se dirige hacia su localización, ellos le ayudarán. Sé que es un momento difícil, pero por favor tome algunas respiraciones profundas.
—Todo es mi culpa, debí correr más rápido —estallé nuevamente en llanto.