Una Black de ojos violetas ➳...

De LuisaLane-

506K 38.9K 12K

El día que Isadora Joanne Black vino al mundo, no sabía con lo que se iba a encontrar. No sabía que la magia... Mais

Prefacio (Aclaraciones)
Introducción
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟭
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟮
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟯
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟰
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟱
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟲
Capítulo 66
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69
Capítulo 70
Capítulo 71
Capítulo 72
Capítulo 73
Capítulo 74
Capítulo 75
Capítulo 76
𝗔𝗖𝗧𝗢 𝟳
Capítulo 77
Capítulo 78
Capítulo 79
Capítulo 80
Capítulo 81
Capítulo 82
Capítulo 83
𝗘 𝗣 𝗜́ 𝗟 𝗢 𝗚 𝗢
♡ Gracias ♡

Capítulo 65

3.7K 326 330
De LuisaLane-

Había ido con Tonks al callejón Diagon para comprar todas las cosas que necesitaba para mi último año en Hogwarts. Aproveché la oportunidad de ser la nuevo Premio anual como excusa para comprar chucherías que en realidad no precisaba. Pero Tonks tampoco se opuso a que yo malgastara mi dinero.

La señora Weasley y su hijo mayor, Bill, nos habían acompañado también. Ellos se encargarían de comprar todo para Fred, George, Ron y Ginny, y ya que estaban, también las cosas de Harry y Hermione.

Tonks y yo nos volvimos más rápido del callejón porque ella tenía que regresar al ministerio para hacer unos "papeleos" que les habían encargado. Mañana lamentablemente todos nos embarcaríamos hacia el andén nueve y tres cuartos que nos llevaría al colegio durante un par de meses más.


Cuando regresamos al número doce de Grimmauld Place, Tonks me dejó entrar primero y se aseguró de que la vivienda quedara completamente cerrada otra vez.

Me giré sobre los talones y miré a mi prima confundida. Habría jurado que segundos atrás terminaba de sonar una canción de los Beatles.

— ¿También lo escuchaste o estoy loca? —le dije por lo bajo. Había que tener cuidado con el horrendo retrato de mi abuela, que se despertaba cada dos por tres por mi culpa o la de Tonks. Ya fuera porque ella se tropezaba con algún mueble del vestíbulo o porque yo hablaba o me reía muy alto.

— Creo que lo segundo —contestó ella. Caminé por el pasillo con cuidado y me detuve en la puerta de la biblioteca, donde me parecía haber escuchado provenir de allí el sonido.

— ¿Qué haces Rem? —pregunté mirándolo curiosa. Remus levantó la vista un poco, sorprendido. Se enderezó, ya que estaba inclinado sobre un viejo tocadiscos, y luego me sonrió.

— Ah, encontré este vinilo y estaba probando si todavía funcionaban todas sus canciones. Me falta una más por saber... —en ese mismo instante comenzó a sonar I saw her standing there y no pude evitar mover mi pie a su ritmo, casi por inercia. Mi padrino me vio y sonrió otra vez— ¿Quieres bailar?

— ¿Qué? —Tonks apareció a mi lado y rió despacio— no me digas que bailas Lupin...

— Y muy bien aunque te parezca gracioso —dije sonriéndole.

— Quiero ver eso —contestó. Remus me miró y le respondí con la misma cara de complicidad.

Se acercó hacia ella y sin avisar la agarró de la mano y la llevó hasta el centro de la sala. No hubo forma de contener una carcajada cuando el pelo de Tonks comenzó a cambiar de color mientras se disculpaba por los muchos pisotones que le daba a Remus.

Agradecí a todos los dioses de no haber ocasionado por milésima vez que el cuadro de Walburga se abriera.

— Rem, lo siento —habló mi prima, disculpándose por haberle dado un codazo sin querer en las costillas. Él nada más se rió y continuó bailando— Remus, perdón. No quise decirte Rem, sonó muy confianzuda y no era mi intención, Remus. Mejor te digo Lupin.

— Puedes llamarme como quieras, Tonks —sonrió— estamos en confianza.

— Claro —afirmó efusivamente con la cabeza.

Es un caso perdido. Aunque no me lo quiera admitir, sé que Nymphadora comenzó a sentir cosas por Remus. A decir verdad, sería raro pero a la vez me encantaría que ambos estuvieran juntos. Seríamos como una pequeña y feliz familia.

— ¿Por qué usted no tiene pareja de baile, señorita? —habló alguien detrás de mí. Me giré y me encontré con la cara de Fred mirándome confundido. No pude siquiera decir algo porque me arrastró hacia donde estaban Remus y Tonks para bailar nosotros también.

— ¿Y si yo no quería bailar? —dije riendo mientras Fred me hacía girar un par de veces.

— Lamento informarte que ya lo estás haciendo y te ves muy feliz por ello —comentó— aunque no creo que te dure mucho la alegría.

— ¿A mí? —Dije alzando una ceja— ustedes deberían preocuparse más.

— Oh —Fred se frenó en seco— ya veo que nuestro último año en Hogwarts será una batalla campal. No te dejaremos en paz. ¿Lo sabes, verdad?

— Lo sé. Y deberían saber que yo tampoco los dejaré en paz.

Sentí un leve jalón en mi brazo y de pronto estaba caminando, o mejor dicho siendo arrastrada de nuevo por Fred, hasta donde se encontraba su hermano.

No lo había visto, pero había entrado a la biblioteca y estaba apoyado contra una de las paredes mirándonos bailar. Fred me dio un pequeño empujón hacia él y para no caerme de bruces coloqué mis manos en su pecho.

— Lo siento —dije apenada quitándome de encima de George.

— Creo que tienes una nueva pareja —dijo Fred sonriendo. Pasé mis ojos de él a su hermano y viceversa. Quería ver si me entendían que iba a ser un poco incómodo bailar con George, pero ninguno de los dos pareció captar eso. O quizás no les importaba.

George me tomó de la mano. Casi como por arte de magia, vi pasar a Sirius (más bien lo vi ir trotando) hasta las escaleras. Había estado desaparecido los últimos días y lo veía de vez en cuando si iba al baño de mi piso.

— Disculpa George, tengo que hablar un momento con mi tío —dije evadiendo tener que bailar con él. Fred rodó los ojos y George nada más asintió con la cabeza. Me solté de él y me aparecí en la planta alta de la casa, justo frente a mi habitación. Sirius estaba a punto de subir el último tramo de escaleras.

Cuando por fin llegó al final, me interpuse en su camino para que no se encerrara de vuelta en su cuarto.


— ¿Sucede algo? —preguntó.

— Más bien tendrías que hacerte esa pregunta a ti.

— Estoy ocupado Isadora —dijo intentando escapar de nuevo. Me coloqué en la puerta de su habitación y resopló resignado.

— ¿Es porque nos vamos? —murmuré.

— Fue un verano muy lindo, sabes. Estar rodeado de tanta gente...

— Tenemos que ir a Hogwarts —dije apenada— pero volveremos. Pasaremos las navidades contigo. Y luego, yo ya no iré más, podré venir a visitarte todos los días... no te dejaremos solo —Sirius afirmó con la cabeza y se quedó callado unos segundos.

Seguro que todavía no le gustaba la idea de que todos los jóvenes nos fuéramos de la casa. Mucho menos que Harry y yo no estuviéramos cerca de él... pero así es la vida, y no siempre se obtiene lo que uno quiere. Sirius tenía que comprenderlo. Probablemente él lo sabía muy bien.

Me corrí de la puerta para no estorbarla más y lo dejé entrar dentro.

— Isadora —dijo antes de encerrarse de nuevo— hay un regalo dentro de tu baúl. Espero que te haga brillar cuando lo uses.

— Oh, gracias tío —sonreí. Sirius me miró y luego cerró por completo la puerta. Me crucé enfrente a mi habitación para ver qué era el regalo, pero me sorprendí al ver a George sentado en la cama, jugando con los doseles.

— Me debes una pieza de baile —dijo cuándo me coloqué frente a él. Crucé los brazos.

— Yo no te debo nada Weasley.

— De acuerdo —se levantó de la cama y tuve que alzar la cabeza para verlo a los ojos. Seguían siendo altos y yo bajita. La vida sí era injusta— tú te lo pierdes —me encogí de hombros.

— ¿Dónde está Fred?

— En la biblioteca supongo.

— ¿Haciendo qué? —dije confundida.

— No lo sé —Quise comenzar a caminar para salir del cuarto pero lo que dijo George me detuvo— no te vayas. Quería estar a solas contigo para hablar...

— Ah, bue-bueno —mi corazón comenzó a latir más rápido. Cerré la puerta del cuarto y me acerqué lentamente hasta la cama para sentarme allí. George me imitó y tomó asiento a mi lado— ¿Y bien?

— No sé por dónde empezar —se rascó la nuca nervioso.

— Por el principio siempre es buena idea.

— La semillita de mamá Molly se juntó con la de papá —lo interrumpí.

— George, no seas tonto —se rió.

Has perdido.

— ¿Perdí qué? —dije confundida. Luego caí en la idiotez que había hecho. Se me escapó la palabra "tonto". Por ende, George podía besarme en donde quisiera, cuando y donde él deseara.

— Por tu cara debo suponer que ya has notado el error que cometiste —lo miré con odio. George volvió a reírse.

— No te vayas por las ramas —dije— ¿Sobre qué querías hablar?

— Eh... bueno —juntó ambas manos sobre sus piernas y comenzó a juguetear con ellas— yo nada más quería decirte que me comporté como un idiota contigo y que lamento mucho si te hice pasar malos momentos el año pasado.

— Agradezco que me lo digas —hablé después de unos segundos de silencio entre los dos.

— Estropeé por completo nuestra amistad. De verdad que lo siento mucho Isa. Me alegra que podamos volver a ser —lo interrumpí.

— No digas esa palabra —me reí— ¿De verdad crees que sigue siendo una amistad esto?

— Lo era antes. Y era la mejor amistad del mundo. Eras mi única amiga, ¿Lo sabías? Por eso creo que me daba miedo arruinarlo todo.

— Lo hiciste —reí torpemente— bueno... Técnicamente lo hicimos. Ambos tuvimos parte de la culpa —George sonrió.

— Fui un cobarde. No quería admitir que en realidad tenías razón.

— ¿Tenía razón en qué?

— En que tú me gustabas. Claro que me gustas. Me encantas —sonreí como una idiota, pero rápidamente la borré de mi cara. No quería que George notara que estaba tan así de loca por él.

— Me debías esta respuesta desde hace años —murmuré. George rió como un idiota. ¡Ja! Ahora él era el que estaba cayendo por mí.

— Supongo que ya no había manera de ocultarlo.

— De todas formas —me levanté de la cama y me coloqué enfrente suyo— no pienses que esto cambiará las cosas. No voy a lanzarme a tus brazos en este instante y —George se levantó y de nuevo se puso frente a mí, alzando una ceja con una divertida sonrisa en el rostro— y-y —tartamudeé— y vamos a ser la parejita perfecta de Hogwarts.

— No quiero una relación perfecta. No es lo que estoy buscando —dijo acercándose un poco más a mí. Retrocedí unos pasos hasta chocar con el escritorio que estaba detrás.

— ¿Y qué buscas entonces?

— Algo tan simple y sencillo como ser feliz —volvió a acortar la distancia que había entre los dos.

— Me parece una buena decisión —susurré. Tragué saliva al darme cuenta de lo cerca que estábamos el uno con el otro. Ya había pasado cierto tiempo desde que lo tuve a George a esta distancia, en donde casi podía sentir su respiración en mi rostro... y me estaría gustando demasiado.

Aunque no debía flaquear en estos momentos. Cuando recién hacía dos segundos atrás le había dicho que no caería en sus brazos.

— Un consejito para el futuro —hablé para salir del trance. George alejó su cabeza unos centímetros de la mía para poder mirarme mejor la cara— si quieres mantener el anonimato, no escribas una declaración de amor con tu misma letra —me miró sorprendido— ¿Qué? ¿No lo recuerdas? Ambos sabemos de la carta que me enviaste en cuarto año en San Valentín.

— ¿Cómo te diste cuenta? —dijo todavía anonadado.

— Oh, vamos —rodé los ojos— hemos compartido asiento en miles de clases y he leído cientos de cartas y redacciones tuyas. ¿Creíste que no lo notaría? Tu letra horrenda es difícil de olvidar —George se rió.

— ¿La has guardado? —asentí con la cabeza mordiéndome el labio inferior.

— Desde siempre —George sonrió. Segundos después tomó mi barbilla con su mano para que no me moviera y terminó de acortar la distancia entre ambos, dejando un suave y tierno beso en la comisura de mis labios.

— La próxima no seré tan bondadoso contigo —me susurró al oído para luego soltarme y desaparecerse. Llevé una mano a mi mejilla, en donde George me había besado, y sonreí como una idiota.

No sabría con exactitud cuánto más aguantaríamos así.



— Lo vamos a decir por única vez —dijo Fred mirando a su hermano. Ambos se giraron hacia mí y alcé una ceja, esperando lo que tenían para decir.

— Queremos felicitarte y decirte que estamos muy orgullosos de que seas pre-pre-pre-mi —George se hizo el tartamudo— Fred, no puedo decir la palabra.

Primo Andual —dijo éste sonriendo— estamos muy orgullosos de que seas nuestro primo Andual —rodé los ojos.

— No se esfuercen tanto que podría explotarles la vena de la frente —me giré sobre los talones y caminé por el pasillo del vagón del tren. Estaba bastante abarrotado de gente ya que el tren recién había salido de la estación. Todavía todos nos estábamos acomodando en los compartimientos. Lo malo era que muchos notaban la insignia en mi pecho y giraban a cuchichear con otros o me lanzaban miradas confundidas. Así que era cosa de intentar acostumbrarse estos primeros días.

— ¡Premio anual! —gritaron ambos al mismo tiempo. Ocasionando que varios alumnos voltearan a verlos. Por suerte las miradas no iban dirigidas a mí (de momento).

— Ya está. Ya lo dijimos —comentó George.

— Estamos orgullosos de que seas eso —Fred remarcó la última palabra con más énfasis— punto final.

— No lo repetiremos jamás de los jamases —agregó George. Me di vuelta para verlos y les dediqué una pequeña sonrisa.

— Con escucharlos decirlo una vez sola me basta.

— Bien, así nos gusta —dijo Fred— buscaremos un compartimiento porque tenemos asuntos que charlar con Lee. Si quieres puedes venir luego, pedo astral —rodé los ojos de nuevo. Los escuché reírse a carcajadas y continué caminando hasta toparme con Cedric, que era la persona que estaba buscando en estos momentos.

Me sonrió desde la otra punta del vagón y se acercó hacia mí luego de hablar con dos niños que parecían ser de primer año. Su cara de felicidad se tornó drásticamente en una de confusión al mirar mi pecho.

— No me digas que... —dijo frenándose en seco. Me reí y afirmé con la cabeza.

— Bueno, necesitabas a una compañera, ¿No? —dije señalando la insignia idéntica a la mía que él llevaba en su pecho. Cedric volvió a sonreír y me dio un fuerte abrazo.

— Eres una tonta, ¿Por qué no me lo dijiste antes? —ambos nos separamos y me encogí de hombros.

— Quería que fuera sorpresa.

— No sabes lo feliz que estoy siendo en estos momentos. Creía que habían elegido a alguna de las pesadas de ravenclaw... o peor, a Oriana.

— Sí —negué con la cabeza— no hubiera sido lindo tener que hacerte cargo de los prefectos con tu ex novia.

— Concuerdo.



— Isa —levanté la vista del libro que leía y vi a Lee Jordan golpeando la puerta del compartimiento— ven, rápido.

Suspiré resignada, sabiendo que algo había sucedido. Cerré mi libro muggle y lo dejé sobre el asiento para luego levantarme.

— ¿Me lo cuidas por favor? —le pregunté a una prefecta con la cual compartía el asiento. Se llamaba Jennifer y era de ravenclaw.

— Sí, claro —me contestó sonriendo y al siguiente segundo regresó a su lectura ella también. El sombrero podría haberme puesto en ravenclaw tranquilamente. Suelo parecerme bastante a ellos... pero supongo que vio mucha más valentía y fuerza en mí que inteligencia.

Salí hacia el vagón y mientras seguía a Lee, él me relataba lo sucedido.

— Fred y George decidieron hacerle una broma a uno de segundo año, que se estaba haciendo el creído, pero el chico los hechizó y ahora no saben cómo deshacerlo —dijo rápido— en la primera persona que pensamos en buscar fue a ti, ya que de seguro sabes cómo arreglar esto. ¡Mira, allá están! —indicó el último compartimiento con su dedo.

Me asomé y pude verlos desesperados moviéndose de un lado para el otro.

— Mejor te dejo sola con ellos —se excusó— no quiero oír sus voces, no más —Lee se rió y lentamente caminó para el lado contrario de donde habíamos venido. Abrí la puerta con suavidad y entré dentro.


— ¡Menos mal que Lee te encontró! —Gritó Fred— ¡Estamos desesperados Isa!

— ¡Tienes que arreglar esto! —Gritó George también— ¡Estamos horribles!

— Primero que todo... ¡Dejen de gritar como locos! —Les grité a ambos para que terminaran con ese escándalo— ni que fuera el fin del mundo —miré el cabello de Fred y luego pasé mi vista al de George. Quise reírme pero me contuve, aunque me costaba mucho.

— Tú eres muy inteligente —volvió a hablar Fred— Sabes cómo arreglar este tonto hechizo ¿Verdad? ¡Nacimos pelirrojos y moriremos pelirrojos!

— Sí, sé cómo solucionarlo —contesté sentándome dentro del compartimiento. Los dos gemelos se miraron entre sí victoriosos— pero con una condición.

— Siempre hay una trampa, ¿No? —dijo George sentándose resignado. Fred en cambio se quedó parado, cruzado de brazos, mirándome con los ojos entrecerrados.

— Recuerda que ya cumplimos diecisiete y podemos hechizarte y obligarte a que lo hagas —dijo él.

— Yo también puedo hacerlo —agregué— y soy Premio anual en Hogwarts. Les haré la vida miserable si se atreven a tocarme un pelo con magia —George se rió.

— En estos momentos nos vendría bien tener un giratiempo —le dijo Fred a su hermano.

— Lástima que no tienen —me encogí de hombros— yo si tengo uno. Pero está roto —agregué rápidamente antes de que ambos pudieran ahorcarme por ocultarles eso durante años.

— Bien. No nos sirve de nada esa información —dijo George— ¿Qué quieres para que volvamos a ser pelirrojos?

— Que digas la siguiente frase —lo miré— el delicioso pastel de frambuesa que venden en Las tres escobas es casi tan delicioso como el que hacen en Hogwarts.

— ¡No se vale eso! —me apuntó con el dedo enojado.

— Di la estúpida frase George —agregó Fred.

— ¡No! —Miró a su hermano como si él fuera idiota— ¡Si digo la palabra deli... si digo eso ella podrá pegarme! ¡Y dos veces! —Fred lo miró confundido y luego soltó una carcajada.

— Bien jugado Isa —comentó— ahora George, sé macho y di la frase. Serán dos golpecitos nada más —su hermano bufó.

— El delicioso pastel de frambuesa que venden —dijo entre dientes— no sé cómo sigue.

— Que venden en Las tres escobas es casi tan delicioso —dije con una sonrisa triunfal en el rostro.

— Que venden en Las tres escobas es casi tan delicioso —George rodó los ojos.

— Como el que hacen en Hogwarts.

— Como el que hacen en Hogwarts —terminó de decir. Saqué mi varita de la túnica y la moví en círculos apuntando a la cabeza de Fred y luego a la de George. Tan simple como eso para que ambos volvieran a ser pelirrojos.

— Esto les pasa por no disculparse con el niño de segundo y por no prestar atención en la clase de Flitwick —me levanté del asiento y me frené en la puerta del compartimiento antes de irme.

— Gracias —dijeron ambos al unísono.

— No hay de qué —miré a George una vez más— dos, eh —sonreí— cuando y donde yo quiera.

— Ve con cuidado Black. No te saldrás con la tuya así tan fácil —me reí y salí fuera al pasillo del vagón.



Aproveché que Fred estaba saliendo de su habitación de séptimo año y me acerqué hacia él. En una mano llevaba mi reproductor muggle y algunos cd's. Debajo del brazo tenía mi almohada y mi pijama.

— ¿Vas a algún lugar? —preguntó el pelirrojo mirándome divertida.

— Si duermo hoy en mi habitación creo que cometeré un homicidio.

— ¿Angelina? —Afirmé con la cabeza— creo que será divertido ver cómo compiten entre ustedes dos, ahora que ella es capitana del equipo de quidditch y tú eres Launa oimerp.

— ¿Qué mierda significa eso Fred?

— Tu nuevo apodo —se rió— tendrás que poner en reverso mi voz para entenderlo.

— Ah, muy gracioso Derf —dije con sarcasmo.

— Voy a buscar comida a las cocinas —abrió la puerta de su dormitorio y me hizo señas para que entrara— ya que tienes planeado pasar la noche con nosotros. Digo, ya van a haber tres bombones allí, pero no te puedes alimentar con nosotros. Sería canibalismo.

— A veces eres tan —hice una pausa y entré dentro de la habitación— tan bobo.

— Pero te diviertes conmigo —sonrió— no me lo niegues.

— Ve a traerme brownies —Fred me cerró la puerta ya que yo no estaba en estado para hacerlo. Dejé todo en el suelo excepto por el pijama y la almohada que los acomodé en la primer cama del lado izquierdo de la puerta. George salió del baño en el mismo instante que me senté sobre el colchón.

— Tienes un magnetismo increíble por siempre elegir mi cama —dijo sonriendo de lado.

— Quizás es porque eliges el colchón más cómodo —me tiré para atrás recostándome, pero a la vez, dejando colgar mis piernas del borde de la cama— ah y por cierto, ahora que me mudaré con ustedes esta cama ya es de mi propiedad.

— Ja, sí, claro.

— En serio —lo miré. Estaba con los brazos cruzados y con una cara muy graciosa que me hizo reír— mentira. Espero que sea solo por hoy.

— ¿Primer noche en el castillo y ya causando problemas?

— Ellos me buscan a mí.

— Tú puedes mandarle a Angelina —sentí que el colchón se abultaba a mi lado y vi a George acostándose a mi lado— no puede hacer que te vayas de tu propia habitación.

— Yo misma decidí irme, no quiero problemas. No tengo más paciencia a decir verdad —resoplé— además, si me hago la mandona con ella, es muy probable que se vaya a quejar con McGonagall... y eso significaría más problemas para mí.

— Supongo que tienes razón.

— No sé qué le ve Fred, la verdad.

— Bueno... ya sabes —giré mi cabeza a la izquierda, para encontrarme con los ojos azules de George.

— ¿Qué? —pregunté sin entender.

— Isadora, no seas inocente... —se rió— que lo debe hacer bien.

— ¿¡Qué!? —Exclamé con los ojos como dos platos— espera, ¿Estamos hablando de lo mismo?

— De sexo, sí.

— ¡George! —Me senté sobresaltada— ¡George! —volví a repetir. El pelirrojo nada más atinó a soltar una carcajada y preguntarme qué me pasaba— ¿¡Fred perdió la virginidad con esa!?

— No sé si yo debería —lo interrumpí.

— ¡No! —llevé ambas manos a mi cara— dios, lo odio. Ahora entiendo porque le molesta tanto mi presencia a Angelina. Fred me da más atención a mí que a ella... de seguro está enamorada de él y... ¡George! —Volví a gritar y él volvió a reír— ¿Cuándo fue?

— Creo que poco antes del baile de navidad.

— ¿Cómo es que no me lo contó?

— Bueno, es que esas cosas no se dicen así a la ligera —se sentó en la cama también.

— ¿Tú también? —lo miré de reojo. George se quedó en silencio, al parecer estaba sorprendido por la pregunta que le había hecho— dime por favor que no fue con Zeller porque te juro —me interrumpió.

— No, no, no —contestó rápidamente— ella me lo insinuó muchas veces pero yo no —hizo una pausa— no lo sé, no me sentía tan atraída por Rose como para hacerlo.

— ¿Tampoco con ninguna otra? —negó con la cabeza.

— ¿Por qué te interesa de pronto saber si tuvimos sexo o no? —sonrió divertido.

— Es que es muy raro saber que Fred y Angelina hicieron, ¡Eso! —Moví mis manos frenéticamente— ¡Angelina! ¡George! ¿Por qué no le dijiste que era una muy mala idea?

— ¡Yo no estaba enterado!

— ¡Pero eres su hermano! ¿Cómo no vas a saberlo?

— Me lo dijo hace cosa de un mes —se encogió de hombros— tú tampoco lo sabías hasta ahora y eso que eres su mejor amiga.

— Bueno... en parte tienes razón, quizás no es un tema que haya salido en una típica conversación entre nosotros.

— No nos hablábamos Isa —lo miré apenada.

— Con Fred sí lo hacía, pero, creo que nuestra amistad no era como antes.

— ¿Y tú? —abrí la boca.

— ¿Y yo qué?

— ¿Perdiste la virginidad ya? —miré al suelo para que George no notara que estaba roja como un tomate. Asomó su cabeza para adelante, para verme mejor.

— ¡Ay, George! —me levanté de la cama y me reí— por favor, esas cosas no se le preguntan a una dama.

— Tú me lo preguntaste primero. Además para ser sinceros, no sé cuánto de "dama" hay en ti.

— ¿Por qué te interesa saber? —me giré a verlo, ahora que ya se me había pasado un poco el calor que sentía por haberme ruborizado. Aunque de seguro seguía estando algo rosada.

— ¿Por qué te interesaba saber lo mío?

— No lo sé —me encogí de hombros— curiosidad.

— Bueno, yo también tengo curiosidad —abrí la boca para decir algo pero la cerré de nuevo. No sabía cómo contestar a esa respuesta.

Maldito Weasley.


— Sí —me crucé de brazos.

— ¿De verdad? —Preguntó sorprendido— No jodas, ¿Con Damián?

— Se llama Damien —rodé los ojos— y sí. Aunque fue una sola vez.

— No lo puedo creer —sonrió— pareces tan santita.

— ¡George! —Volví a sonrojarme y me senté a su lado en la cama— ¿Podemos dejar de hablar sobre esto?

— De acuerdo —se formó un pequeño silencio entre los dos. Quise buscar alguna otra cosa de la que pudiéramos hablar, pero estaba tan avergonzada que mi mente se había nublado por completo— una última cosa. Lee tampoco es virgen. Lo hizo con Katie. Así que fíjate con quien vas a querer dormir esta noche —lo miré alzando una ceja.

— ¿A qué te refieres?

— Tienes a dos que ya experimentaron lo que es y quizás tener una mujer al lado durmiendo con ellos sea mucha tentación. Y tienes a uno que todavía no sabe lo que es y no te hará nada —me reí.

— El que todavía no lo probó debe ser el más sediento de todos.

En ese momento la puerta de la habitación se abrió y Fred y Lee entraron dentro con las manos repletas de comida.

— ¿Interrumpimos algo importante? —preguntó Fred cuando me vio con su hermano hablando.

— De hecho, sí. George me estaba diciendo que me cedería su cama y que dormiría contigo, Fred.

— ¡Mentira! —dijo George.

— Creo que tú Fred me lo debes... ya que estoy aquí por culpa de Angelina y no me has contado nada sobre tener sexo con ella —el pelirrojo miró a su hermano con el ceño fruncido y luego dirigió sus ojos hacia mí.

— De acuerdo, me siento un poco culpable por habértelo escondido, así que dormiré con George. ¡Pero solo por esta noche, eh! —Me señaló— que no se te haga costumbre.

— Posdata —habló George— Isadora y Damien lo hicieron enfrente a la casa de Hagrid el año pasado.

— ¡Hey! —dije golpeándolo en el brazo. Fred y Lee se rieron— ¡No es verdad!

— Dime que es chiste —dijo Lee.

— No, no. Es tal cual como yo lo digo —volvió a decir George, que ahora se había sumado a las carcajadas.

— En ningún momento te dije donde lo hicimos —murmuré.

— Por eso, me imaginé que había sido ahí —Negué con la cabeza— y por cierto. Te queda solo un golpe.

— No cuenta el de ahora.

Sí cuenta —agregó Fred con la boca llena de comida.

Me resigné a ir al suelo en donde estaban Lee y Fred para comer algo yo también. George decidió mientras tanto poner algo de música. 

Y así nos quedamos los cuatro hasta pasada la madrugada, riendo y hablando de la vida. Siendo un par de adolescentes sin preocupaciones por unas horas y disfrutando del último primer día de escuela, que tiempo después, extrañaríamos tanto.

















___________________

 ¿Tuvieron un deja vú leyendo este capítulo?

Continue lendo

Você também vai gostar

848 50 5
Jamás creyeron que existiera alguien por el mundo que compartiera lazos sanguíneos con ellos. Cada uno vivió una vida completamente distinta y separa...
138K 8.5K 27
❝ Cuando Lia se encuentra con varios secretos busca la forma de hallar las respuestas. Pero no todo es fácil. En el camino de lo prohibido ocurrirán...
1.1K 173 4
❝Everybody wants a hero, Everybody wants someone to lay it all down on the line, Everybody wants someone who's gonna fight fire with fire❞ Historia b...
336K 22.7K 94
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.